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Hiroshi Sugimoto / Fotógrafo y artísta con mayúsculas
RAQUEL BLANCO ESPIGA
Bono, el cantante del grupo musical U2, tiene una fotografía presidiendo la pared principal de su despacho. Se trata de la obra ‘Boden Sea’, creada por uno de los más aclamados fotógrafos de la actualidad: Hiroshi Sugimoto. El cantante es tan fan de este artista y fotógrafo japonés, que no se conformó simplemente con comprar dicha obra sino que consiguió que este famosísimo paisaje marino en blanco y negro protagonizara la portada del disco de U2 ‘No line on the horizon’ (2009). Este hecho demuestra que en la actualidad, el antiguo debate sobre si la Fotografía debe ser considerada Arte, está ampliamente superado. Pero no siempre fue así. Principalmente, si nos remontamos a los inicios de la Fotografía. A finales del S.XVIII y principios del XIX, muchos de los fotógrafos con pretensiones artísticas de la época, creaban imágenes cuyo resultado imitaba el Noble Arte de la Pintura. Fotografías que querían parecer cuadros. Y a su vez, muchos cuadros que han querido parecer fotografías, tal y como podemos comprobar a lo largo de la historia de la Pintura. El diálogo entre Fotografía y Pintura no cesa y se prolonga hasta la actualidad. Y a este diálogo artístico se suma el gran Sugimoto. Hiroshi Sugimoto, desde pequeño, había sido un gran admirador de la Pintura y su sueño siempre fue convertirse en un famoso pintor. Pero en su camino apareció la Fotografía y, gracias a ella, vislumbró la posibilidad de crear un Arte Nuevo. En su opinión, en la Pintura ya estaba todo inventado y “nunca podría ser mejor que Picasso”, tal y como comentó en una entrevista.
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RETRATOS (1999)
Uno de los conceptos que impregna las fotografías de Sugimoto es el tiempo. El fotógrafo se convierte en una suerte de ilusionista que juega con el tiempo, con lo real y lo irreal. Explorando el sentido de la vida y de la existencia humana.
“La fotografía me enseñó el arte de viajar en el tiempo. La cámara es mi máquina del tiempo”.
Con su serie ‘Retratos’, nos invita de nuevo a entrar en su máquina del tiempo para trasladarnos a épocas anteriores. Consiguiendo que seamos testigos de tiempos pasados, pero de una forma muy peculiar: a través de objetos y realidades actuales. Como las figuras de cera expuestas en el museo Madame Tussaud de Londres. Esta vez, Sugimoto viaja al S. XVI y S.XVII, para meterse en la piel de los pintores de la época que retrataron a grandes personajes históricos como Enrique VII o Ana Bolena. Convertido en Rembrandt o Van Dick, conoce de primera mano a las figuras más relevantes de la época que posaron para ellos. Así es como Sugimoto consigue engañarnos y confundirnos. El resultado de las fotografías es tan realista que nos hace creer que ha fotografiado a personas de carne y hueso en vez de a figuras de cera. Principalmente, porque dichos retratos reflejan perfectamente el alma y la personalidad de esas personas, como si hubiera estado charlando con ellas durante las sesiones fotográficas. En este trabajo observamos también la relación tan estrecha de la obra de Sugimoto con la pintura. Nos traslada a esa atmósfera de los cuadros de Rembrandt consiguiendo esos claroscuros mediante una iluminación dramática, imitando a la iluminación real presente en la escena que contemplaban los pintores ante sí. Para ello, estudió minuciosamente las pinturas originales del S. XVI Y XVII donde aparecen retratados los personajes y cuyas obras inspiraron dichas figuras de cera. El objetivo era reproducir, exactamente, la misma atmósfera que aparece en los cuadros.
Hiroshi Sugimoto - Queen Victoria, 1999
SEASCAPES (1980-1996)
Y esto nos lleva de nuevo a ‘Boden Sea’ y su serie de fotografías ‘Seascapes’. Estos paisajes marinos, en blanco y negro, se han convertido en las fotografías más aplaudidas del artista tanto por la crítica, como por el público. Esta obra de Sugimoto es pura abstracción y minimalismo, con imágenes de gran belleza y sensibilidad, que captan la luz y la atmósfera de esos momentos tan especiales que se experimentan cuando uno se encuentra frente a un mar infinito. Sin embargo, Hiroshi Sugimoto, además de un extraordinario fotógrafo, es un gran filósofo y artista. Es uno de los pocos fotógrafos contemporáneos que siguen trabajando con técnicas fotográficas tradicionales, como el proceso de gelatina de plata y el uso de exposiciones largas utilizando cámaras analógicas de gran formato. Pero además, es considerado un artista conceptual, donde el resultado obtenido es fruto, en su caso, tanto del perfeccionamiento de la técnica, como de la idea previa del proyecto. En concreto, para su serie ‘Seascapes’, viajó por todo el mundo encaramado en altas plataformas con vistas a los acantilados. Buscando plasmar una sensación muy concreta: la que sintieron los primeros pobladores de la tierra en el preciso momento que contemplaron el mar por primera vez. Tratando de plasmar su asombro ante el poder de la naturaleza, cómo el mundo se aparecía nítidamente partido en dos por el horizonte, dividiendo un cielo y un mar infinitos. De ahí la abstracción buscada en estas fotografías, cercanas a las pinturas monocromáticas de Rothko. De hecho, su trabajo está tan próximo a la obra de Rotko que una de las últimas exposiciones de ‘Seascapes’, llevada a cabo en Londres en 2012, se exhibió conjuntamente con cuadros del prestigioso pintor. Su colección de paisajes marinos quiere capturar esa sensación de asombro, de admiración, que él mismo experimentó al descubrir el mar por primera vez cuando tenía 4 años. Según cuenta, es su primer recuerdo, y el momento en que fue consciente de su existencia. Al igual que los niños cuando son muy pequeños, los primeros humanos, no habían desarrollado una mente racional y tan solo podían asombrarse, temer o celebrar los acontecimientos que sucedían a su alrededor. Esta lectura de las fotografías de Sugimoto, entronca de lleno con la filosofía oriental shintoista.
«No permitamos que el impulso de entender el firmamento eclipse el asombro y la maravilla de permanecer simplemente debajo de él. Sintiéndonos una parte inherente de él y sintiéndolo a él como parte de nosotros mismos». Kasulis, Shinto
Descubrimos así, en la obra de Sugimoto -de origen japonés-, una de las señas de identidad del pensamiento oriental: dejarse conmover por la naturaleza o los acontecimientos sin buscarle un por qué. Algo que para nosotros, los occidentales, tan obsesionados con la razón y lo científico, se nos hace muy difícil de concebir.
Hiroshi Sugimoto- Baltic Sea, Rügen, 1996
Hiroshi Sugimoto- Boden Sea, Uttwil, 1993
Hiroshi Sugimoto- North Atlantic Ocean, Cape Breton, 1996
ARQUITECTURA (2000-2003)
Sugimoto no se limita a observar a través de su cámara y tomar fotografías. Hay un gran proceso previo de reflexión que precede al acto mismo de fotografiar. Y las imágenes se encuentran en su mente mucho antes de realizar las fotografías. «Mi mente es como una cámara oscura». En su serie ‘Architecture’ descubrimos al Sugimoto más surrealista. Su propósito: reproducir, mediante imágenes, el proceso mental de concepción de ideas. En este caso, pretende introducirse en la cabeza de los arquitectos más descatados e innovadores de la primera mitad del S. XX., que rompieron radicalmente con el concepto de arquitectura tradicional. Con ellos comenzó lo que denominamos Arquitectura Contemporánea, en la que cobra gran importancia la idea primigenia del proyecto. Los edificios contemporáneos ya no son la suma individual de fachadas y elementos bien compuestos, sino el resultado de un todo globalmente concebido, que responde a una idea o concepto de proyecto, cuyas formas y estética, además, son completamente libres. Con esa libertad, los arquitectos contemporáneos proyectaron modernos edificios como la Villa Saboye en Francia, concebida por Le Corbusier en 1931, como la máquina para vivir, o la Casa Fansworth en Estados Unidos, proyectada en 1950 por Mies Van Der Rohe, como una bella caja de cristal que se funde completamente con el paisaje. Estos dos edificios icónicos son algunos de los protagonistas de la colección de fotografías ‘Architecture’ de Sugimoto. En su afán por trasladarnos al mundo onírico de los pensamientos y los sueños, Sugimoto nos muestra la imagen de estos edificios de manera desenfocada. Es un desenfoque intencionado y buscado por el artista. Tratando de plasmar la visión o el concepto que tuvieron esos arquitectos sobre el edificio a la hora de idearlo. Sugimoto de nuevo viaja en el tiempo para tratar de capturar la imagen del edificio que tenía el arquitecto dentro de su cabeza antes de que el edificio fuese construido.
Hiroshi Sugimoto - Villa Saboye, 1998
THEATERS (1993)
¿Se puede captar en una sola fotografía toda una película cinematográfica? Pues eso es lo que ha conseguido el mago Sugimoto. Las fotografías de este artista no buscan capturar un instante fugaz, sino capturar el paso del tiempo. Consiguiendo, en esta serie de fotografías, plasmar en una sola imagen la sensación de contemplar la duración completa de la proyección de una película de cine. El truco de este gran mago de la fotografía consistió, en este caso, en mantener abierto el obturador de su cámara plegable 4x5 con trípode durante toda la proyección de las películas que se exhibieron expresamente para él en antiguos teatros y autocines de Estados Unidos. El resultado es estéticamente excepcional y de alguna manera, fantasmal al mismo. Al mostrarnos esos espacios vacíos de expectadores, pero llenos del espíritu de esas obras en forma de pantallas de cine blanquísimas que lo iluminan todo, dotando de vida nuevamente a esos bellos y antiguos cines casi olvidados. Hiroshi Sugimoto es un gran artista multidisciplinar que refleja en sus fotografías el resto de sus pasiones: la escultura, la arquitectura, la instalación… Su dominio de la técnica fotográfica en el empleo de cámaras analógicas de gran formato, unido a su originalidad creativa, le han llevado a ser proclamado como uno de los artistas contemporáneos más importantes del S. XX y de la actualidad.
Hiroshi Sugimoto- Wolf Building Rooftop, New York, 2015