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Adolescencias en Pandemia
Adolescencias en Pandemia
Gabriel Linari
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“La sexualidad nace apoyada en los bordes exteriores del cuerpo que cumplieron una función biológica. Si la sexualidad humana nace así de apoyada es porque se sostiene mal” (Masotta, 1979, 15) Oscar Masotta en su libro El modelo pulsional nos señala que la sexualidad nace apoyada en sus propios bordes del cuerpo y agrega que por ese apoyo se sostiene mal. Necesidad lógica para que el nacido tome cuerpo en un ser que es dicho, que nada tiene que ver con una dicha sino con la entrada donde la experiencia de satisfacción inaugural, al decir de Freud, hace de un grito una demanda que enmarca a Otro, al decir de Lacan. Otro que apoya, dando garantía a ese cuerpo que ya no es un organismo nacido, sino un viviente que es dicho, es si queremos decido o dicho en y por el Otro.
En la Pandemia actual, los cuerpos son dichos entre pantallas y teléfonos. Lugar para sesiones que dejan de ser en el consultorio de la Institución para ser instituidas en un espacio nuevo, espacio que posibilitará o no una escucha que se re-inventa.
La experiencia analítica nos lleva a conducir una escucha que se anuda en los giros del propio decir de un paciente. Entre cuerpos y sombras, vamos recorriendo esos bordes que son exteriores e interiores.
Si como señala Lacan en el seminario N° 8:
Al comienzo de la experiencia analítica, recordémoslo, fue el amor. Este principio es distinto de la transparencia de la enunciación para sí misma, que daba su sentido a las fórmulas de hace un momento. Es un comienzo cargado, un comienzo confuso. Es un comienzo no de creación, sino de formación. Enseguida llegaré al punto histórico en el que nace del encuentro entre un hombre y una mujer, Joseph Breuer y Anna O.” (Lacan, 1960-1961/2003, 12 ,13)
Es un encuentro entre dos cuerpos sexuados, no hay que ser ingenuo y suponer un sexo determinado, sino sostener en el encuentro, cargado y confuso de dos cuerpos que son marcados por la sexualidad infantil. Marcados y enmarcados en la realidad psíquica que los sostienen. El parlêtre, nace del propio traumatismo que lo engendra, efecto del choque 32
con la lengua, nace como viviente en su propia vida, siendo dicho, y llevando consigo un cuerpo que se lo imagina vivo.
La realidad psíquica va de la mano de Otro, que hace de apoyo, que forma y da forma. Viste con palabras, y cubre su cuerpo con los ropajes de la época.
Y a esta época llegamos, atravesados por lo inaugural de una pandemia mundial, con un sesgo real y mortífero. Cuerpos que se encuentran, en pantallas y voces on-line. Nuestra experiencia tiene que formarse en un nuevo formato. Las puertas se transforman en pantallas. Al principio todo es confusión, pero el lugar de la escucha produce nuevas modalidades de atención.
Un nuevo corpus toma la mayor parte de nuestra experiencia, que se torna habilitante en tanto que se producen efectos: el cuerpo virtual. Si antes la constitución subjetiva era con un espejo, ahora el espejo nos refleja, nos vemos en la pantalla cuando atendemos.
Muchos pacientes prefieren solo llamada telefónica, en gran parte los adolescentes o los pacientes que antes estaban en diván. Pero la voz, para otros, se vuelve invasiva. Es una nueva clínica de escucha que nos pone a prueba en cada encuentro. Los cuerpos aparecen de otra forma.
Ahí donde como señala Lacan en el seminario 10: Pero el analista que entra en su práctica, no está excluido de sentir, gracias a Dios, aunque presente muy buenas disposiciones para ser un psicoanalista, en sus primeras relaciones con el enfermo en el diván alguna angustia. Quedaría por tratar en este sentido el problema de la comunicación de la angustia. Esta angustia que ustedes saben, al parecer, regular tan bien en ustedes, ¿es la misma que la del paciente? (Lacan, 1962-1963/2003,13)
El encuentro con dos angustias, con dos afectos, con dos cuerpos afectados por su condición de ser sexuados. No hay dos angustias iguales, una tiene función de regular, en tanto es deseo de analista, la otra… la del paciente. Lo que señala Lacan es el diván, un encuentro presencial. Ahora, en lo on-line o virtual, ¿qué lugar a la presencialidad?
Una respuesta posible es donde se produce un encuentro y algo regula las angustias. Entonces se pone al amor a trabajar en transferencia.
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Hay todo un camino a realizar que supone la escritura del mismo. Nombrar los efectos en tanto que producen una escucha que se corporiza de otra manera. Adolescentes que se ven en cámara, y ven los mensajes que entran al celular, otros que se ocultan de la cámara. Conocer la casa o la habitación del paciente, sus mascotas, su familia. Lugares donde estamos y somos llevados. Transferencia en actos e imágenes.
Un joven paciente del Centro, pasa luego de varios años de tratamiento presencial a lo on-line, por teléfono. El teléfono se vuelve un lugar de encuentro con imágenes, o links de videos que él ve o me recomienda. Una sesión dice que está triste y que todo está oscuro en su vida. Le solicito que prenda la cámara de video. Acepta y entro en su cuarto a oscuras. Le digo por qué no prende la luz, se ríe y señala que le gusta estar a oscuras. La risa le trae la luz en su cueva. Intervención nueva en su cuarto oscuro que revela lo que antes solo hubiese quedado en las paredes del consultorio lleno de luz. Un encuentro de dos cuerpos, imagen y espejo, nos vemos luego de meses de llamadas. Después de algunas sesiones más con video, prefirió seguir con las llamadas.
Nuevas intervenciones que producen interpretaciones novedosas, en cuerpos que se conectan sexuados, en sus angustias, cuerpos afectados en análisis. Son los nuevos bordes, que no borran los anteriores, son espacios vacíos que pueden habilitar transferencia, lugar donde nuestro trabajo de escucha, acompaña a sujetos en sus tramas de vida.
Si Lacan llama en su seminario 10 (1962-1963) que al principio está el mundo, luego la escena del mundo, y después la escena de la escena del mundo, hoy lo virtual, producto de una Pandemia, nos ofrece otro velo que suma un nuevo escenario, da un vel a lo mortífero de un contagio, una nueva forma de escucha en nuestra experiencia analítica.
Lo interesante de nuestra práctica es que siempre es una nueva forma de escucha. Quién sabe qué vendrá después de lo virtual, lo que sí sabemos es que el discurso del analista tiene su lugar, ahí donde se produce un encuentro de dos afectos. De dos cuerpos afectados por la lengua que los parió. Uno que toma la responsabilidad ética en deseo de analista y otro que sostiene la causa de deseo.
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Bibliografía
Lacan, J. (2003) El Seminario. Libro 8: “La Transferencia”. Buenos Aires, Paidós. Publicación original 1960-1961 Lacan, J. (2006) El Seminario. Libro 10: “La Angustia”. Buenos Aires, Paidós. Publicación original1962-1963 Masotta, O. (2017) “El Modelo Pulsional”. Buenos Aires: Editorial Argonauta. Publicación original 1979
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