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EGON CIKLAI
Viva lo natural! SALUD NATURAL ● AMBIENTE ● DERECHOS HUMANOS ● OPINION ● INSTITUCIONES ● ECONOTICIAS
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EVOCACIÓN
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Egon Ciklai De mamíferos del viejo mundo y un legado para la paz
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Había nacido en un país que ya no existe.
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perfecto, sin su acento “raro” tan característico. Fue miembro y donante de “Flora & Fauna International”, al igual que de la Fundación Vida Silvestre. Y fue desde las páginas de su revista “Vida Silvestre” donde escribía noticias y alegatos sobre la fauna más lejana y desconocida para nosotros. Lo hacía con solvencia y elegancia, porque las letras también eran lo suyo. Escribió varios libros, cultivando la novela ambiental y el cuento como géneros predilectos. Deja dos novelas con gorilas y tigres de protagonistas de fondo (“La culpa de Pablo” y “El ocaso del tigre”, respectivamente) y –junto con otros amigos comunes (el mencionado Eduardo, Carlos Fernandez Balboa y Cristian Blancodejamos en el tintero un libro sobre “historias de la fauna perdida” (dedicado a especies extinguidas) que esperamos pronto salga a la luz en su memoria. Pero su legado es el de una persona “universal” y de bien, un pacifi sta, un demócrata, un luchador contra el racismo, un esperanzado en días mejores y un conservacionista que anhelaba la extinción de la extinción provocada por nosotros. Hoy lo despedimos, después de casi 90 años de haber vivido una vida que valió la pena, y coincidiendo con el natalicio de la naturalista Dian Fossey, a quien conoció entre “sus” gorilas. Egon creía en la reencarnación y -si estaba en lo cierto- tal vez ya esté recorriendo las montañas tibetanas bajo la forma de un leopardo de las nieves, los bosques rusos como un gran tigre de Amur, la sabana del Serengueti como un fabuloso león (protagonista de tantas historias) o nuestras pampas como esa pequeña mariposa de los espejitos que lo sobrevoló poco antes de volver al vientre de la tierra. Cómo lo vamos a extrañar…
Claudio Bertonatti La Segunda Guerra Mundial lo marcó de varias maneras. Siendo apenas adolescente (16 años), su padre, un empresario austro-húngaro de Belgrado, fue tomado al azar por el ejército alemán. Lo fusilaron y arrojaron a una fosa común en represalia a un atentado cuando tomaron la entonces Yugoslavia. A partir de allí militó en la Resistencia y conoció la guerra en el mismo frente de batalla. Por entonces, los soldados de su bando morían más por el hambre y los piojos que por las balas. De todos modos, estas no faltaban y una de ellas le dejó la mano con el dedo medio entumecido para siempre, como señalando la paz que siempre anheló para el mundo. Lógicamente, conversar sobre esto tenía sabor amargo, porque en defi nitiva había padecido la dictadura nazi y, más tarde, la comunista (con el mariscal Tito, incluido). La dictadura lo alejó de su patria para adoptar Francia como refugio. Allí, en la Universidad de la Sorbona estudió y se doctoró en fi losofía. Siempre sintió por París gratitud y admiración. Le dio su formación, su lengua y también muchas novias (agregaría pícaro y sonriente). Ya recibido vino a la Argentina, país que hizo propio, con todos los pesares que ello implica. Le fue bien. Aunque no pudo vivir de la docencia en torno a la fi losofía, el manejo de varios idiomas (francés, inglés, alemán, serbo-croata y español) y su don de gente le facilitó el éxito en los negocios. Tuvo tres socios y alguna vez, contó con orgullo y extrañeza que nunca medió entre ellos ningún documento fi rmado: sólo se habían dado la mano a la vieja usanza de los hombres de palabra. En 30 años de sociedad se distribuyeron las ganancias (cuando las hubo) y sin mediar confl ictos ni traiciones. Algo que en esta época costaría replicar con esa misma suerte. Aquí formó su familia, con su gran compañera de toda la vida, “Deli” y sus hijas Carola y Connie. Fue el argentino (así se sentía) que más sabía sobre los mamíferos del Viejo Mundo. No solo había conocido en persona los tigres de Asia y los gorilas de montaña, sino que –junto con el Dr. Eduardo Esparrach- era de las personas más sabedoras sobre la fauna africana. Es que había recorrido distintos países de ese continente en épocas donde sus emblemáticos mamíferos se exponían en una abundancia ya perdida. Llegó a fi lmar muchas horas sobre rinocerontes negros, por ejemplo, en lugares y países donde hoy ya no están. Mario Sábato usó parte de ese material para realizar “Hola, señor león” (1973), donde aparece el mismo Egon como coprotagonista del fi lm, aunque doblado a un español Egon Ciklai (20 de Junio de 1924 - 14 de Enero de 2014)
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