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Patxi Irurzun
Una vez más, MIREN LACALLE, la mítica cantante de Los Tampones, vuelve a hablar con nuestro querido PATXI IRURZUN. Y es que la editorial Pamiela acaba de publicar Chucherías Herodes, la continuación de Tratado de (h)ortografía. Chucherías Herodes es la continuación de Tratado de hortografía, que tuvo una gran acogida. ¿Ha sido eso lo que le ha llevado a escribir esta segunda parte? La verdad es que Tratado de hortografía es una novela que ha tenido muchos lectores, varias ediciones, ha sido publicada en México, y, sobre todo, desde el primer día he recibido, casi a diario, mensajes de personas que se han sentido muy identificadas con lo que cuento en ella, se han emocionado y se han reído con la novela… Todo eso, desde luego, anima para retomar la historia, pero en realidad era algo que ya tenía decidido con anterioridad, mi idea es escribir un ciclo de varias novelas con este personaje y ese trasfondo del Rock Radikal Vasco, los ochenta, etc. que en el fondo no es más que un decorado sobre el que poner en escena otras cuestiones que me interesan (las relaciones intergeneracionales, la precariedad, el paso del tiempo, la vida en la periferia, los sueños y anhelos de juventud y en qué han quedado…) o un tono narrativo, el de la tragicomedia, esa mezcla de humor, corrosión y ternura, con el que me siento muy cómodo.
¿Y puede leer esta nueva novela un lector que no haya leído la primera? Chucherías Herodes, por supuesto, funciona de manera autónoma, se puede leer perfectamente sin necesidad de haber leído Tratado de hortografía (aunque quienes hayan leído esta reconocerán y disfrutarán de guiños y situaciones que les remitan a la primera; del mismo modo, espero que los nuevos lectores sientan deseos de leer Tratado de hortografía). Pero sí, son ambas novelas independientes y autoconclusivas. ¿Con qué nuevas peripecias del personaje nos vamos a encontrar esta vez? En esta ocasión nos encontramos al personaje en varias encrucijadas. Lleva ya varios meses en paro, después de perder su trabajo en una biblioteca, y en una situación desesperada tiene que buscarse la vida de maneras un tanto rocambolescas: por una parte pidiendo en la calle disfrazado de Spiderman (con un disfraz que se ha comprado en los chinos y le queda pequeño); y por otra participando en un concurso televisivo de preguntas, en el cual se ve obligado a hacer monerías; por otra parte, cuando ya había desechado de su vida la idea de volver a enamorarse, comienza algún que otro escarceo erótico-festivo, con cierto escepticismo y un montón de temores y dudas; y, finalmente, continúa la tensa relación con sus hijos adolescentes, en la que a pesar de todo hay un acercamiento a través de la música. A través de la música y en concreto del trap y más en concreto aún del autotune… Sí, el protagonista (que sigue sin tener nombre) hace un ejercicio de humildad, abandona su posición paternalista o de superioridad, que le llevaba por ejemplo, desde su visión punk, a rechazar o mirar con desconfianza nuevas expresiones culturales como el trap, y se da cuenta de que en realidad,