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Columna Hermilo Suárez Domínguez
Estrategias para enfrentar la sequía
Cuarta Parte: La sequía no mata ganado.
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IAZ-M.C. Hermilo Suárez Domínguez Investigador del Departamento de Zootecnia-Universidad Autónoma Chapingo hermilosuarez@hotmail.com
Ya estamos en marzo. El calor se siente con fuerza pues la tierra cumple con su tarea y se prepara para un nuevo ciclo de producción de alimentos, como vaca que entra en celo para preñarse y fructificar. Los pastos ya maduraron o se secaron y su valor nutrimental se disminuyó. El agua escasea. La amenaza de que los costos de producción se aumentaran se convirtió en realidad cruel pues
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en algunos potreros los forrajes disponibles no son suficientes ni para mantener a los animales, así que se observará retraso en el crecimiento de los vientres jóvenes y disminución notable en la reproducción del ganado. Además, para estos días las vacas están gestantes o próximas a parir, con lo cual se aumenta la atención que debe concederse a estos animales y las crías recién nacidas.
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Es decir, que en muchas partes la tierra entró en un lapso de reposo que concluirá con el inicio de la siguiente temporada de lluvias, en tanto espera las semillas que germinarán en ella para producir pastos otra vez. Con más o con menos, este ciclo es natural y se repite año tras año.
Por tanto, ya llegó el tiempo de saber qué clase de productores ganaderos está comprometida en este negocio pecuario, en otras palabras, de empezar a comprobar qué tan efectivas son las medidas de prevención y control que aplican para contrarrestar o mitigar los efectos de la sequía y también de provocar cambios que les permitan volverse más eficientes.
Sin embargo para algunos productores ganaderos este mes confirma una rutina que sucedía en el siglo XX y que todavía se repite año tras año: cómo enfrentar los efectos de la sequía, es decir, de ese fenómeno que consumirá recursos que son escasos y que se terminará poco después de que se inicie la siguiente temporada de lluvias.
En estos días algunos productores batallarán por llevar agua al ganado, otros porque no se previnieron y ya no tienen materias primas para elaborar raciones suplementarias para los animales, otros se enfrentarán a retenciones placentarias en las vacas que parirán en estas semanas y muchos otros todavía se preguntarán por qué no hay agua en las presas ni materias primas en el almacén ni dinero en el bolsillo. Unos más culparán a la 4T porque se retiraron los apoyos al campo. Mientras tanto los animales padecerán la situación de abandono o semiabandono que caracteriza a algunos ranchos ganaderos.
Para los señores productores que tienen este perfil se escribió esta columna. Ojalá que aquí ellos puedan encontrar algunas respuestas a sus inquietudes, pues lo que se pretende es orientarlos hacia la búsqueda de estrategias para enfrentar los efectos de la sequía en las condiciones en que se encuentran.
Desde luego, es deseo de este columnista despertar en los productores ganaderos la intención de evaluarse para saber qué tan efectivas son las medidas de prevención y control que aplican para contrarrestar o mitigar los efectos de la sequía y provocar cambios para volverse mejores previsores ante la sequía que vendrá el año siguiente.
En la temporada de sequía: aplicar inversiones productivas.
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La sequía es el periodo más crítico del ciclo anual de la ganadería: muestra la cara de las vacas flacas y expone al productor ganadero que es previsor ante el otro que se confía mucho y espera hasta estos días para empezar a resolver lo que no se hizo en el tiempo de las vacas gordas. Desde luego, la temporada de sequía también se caracteriza porque los productores voltean la mirada hacia sus animales para evitar que se les mueran.
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Cómo se aplica
Por consiguiente, esta temporada del año desafía a los productores para que resuelvan sus factores de adversidad con un propósito: que aprendan a anticiparse a los cambios y obtener beneficios precisamente en el momento de crisis, tal que el próximo año la situación sea más benigna y así sucesivamente hasta que se formen capacidades como expertos en ganadería.
De hecho, el nacimiento de los becerros en los meses de marzo-mayo les muestra una prueba de lo que puede lograrse en la temporada de mayor disponibilidad de forrajes en los potreros y de buena alimentación para el ganado, allá por julio-septiembre del ciclo pasado; es decir, para que se animen a programar las actividades de manejo con más esmero que en la actualidad. Y toda cría nacida debe ser una cría lograda. Es decir, que pierde cabezas de ganado el productor que no se preparó para librarse de los efectos de la sequía.
Por eso, mientras que en la temporada de lluvias se gasta poco en alimentación (porque la provee el potrero) en el tiempo de la sequía el ganado debiera alimentarse con reservas de forraje que se produjeran en la temporada de lluvias, de preferencia con alimentos que se produzcan en el propio rancho. Esas inversiones debieron realizarse hace unos meses y no ahora.
Por ahora no puede hablarse mucho acerca de conservar forrajes (porque no es temporada de producción) sino de administrar bien lo que se tiene como alimentos disponibles. Conservar forrajes es algo que se hace en su tiempo; por ahora hay que seguir las mejores prácticas de producción durante la temporada de sequía.
Por tanto, para hacer frente a la sequía pueden seguirse las siguientes prácticas de emergencia:
1. Cuidar con mucha atención las inversiones realizadas en el ganado y no sólo alimentarlo y ponerle agua a su alcance para evitar que pudiera morir de hambre o sed. Es decir, que debe prestarse todavía mayor atención a los pesos que vale cada animal y también a los centavos que se invertirán en alimentación para la sequía no para gastarlos “en lo mínimo” sino para hacerlos rendir al máximo. En particular debe considerarse que en estos días se paga el precio del descuido que se cometió en la temporada de lluvias debido al cual, por ejemplo, no 2. se logró que se preñaran todas las vacas. En algunos casos ese precio es muy alto. Además, debe recordarse que los animales deben alimentarse bien para que tengan fuerza y logren salir de los lodazales que se forman alrededor de los jagüeyes cuando, por descuido del productor, el ganado tiene que ingresar en ellos para abrevar. Prestar atención a la operación del rancho para ver claramente por dónde se fugan las utilidades, responder por qué se provocan esas fugas y cómo podrán evitarse; por tanto, en saber cómo podrán prepararse para que eso no vuelva a ocurrir en el próximo ciclo ganadero. Para ello bastará con registrar los conceptos y montos desembolsados para integrar las cuentas que contribuyen al precio por los descuidos que se cometan en el manejo del rancho. Además, debe recordarse que el productor ganadero exitoso también es un buen agricultor y un buen analista de los ingresos y egresos.
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6. Considerar que las dificultades debido al período de sequía apenas están acrecentándose y que todavía se espera el momento más crítico de la temporada; por tanto, que aún quedan muchas jornadas de trabajo intenso. Tomar en cuenta que las vueltas al rancho serán cada vez más frecuentes para cuidar del ganado y que por ello se aumentarán los costos de traslado para atenderlo, que se requerirá mayor esfuerzo respecto a la temporada de lluvias y que los beneficios que se logren deben pagar todas esas inversiones. Valorar que en ganadería el éxito se alcanza en la medida que se siguen prácticas de manejo apegadas al criterio zootécnico, por tanto, con decisiones que hacen valer su sentido en el cuidado diligente de los animales, así que se requiere apoyo técnico de los ingenieros agrónomos para establecer prácticas zootécnicas de prevención. Por tanto, se añaden las siguientes sugerencias específicas para el cuidado diligente del ganado: Los toros sementales representen el activo productivo de mayor monto de inversión; por tanto, deben retirarse de los potreros para confinarlos en áreas reducidas con el propósito de evitar que se desgasten debido al mucho caminar en la búsqueda de alimento. Esta sugerencia cobra sentido debido a que en esta temporada ocurre el nacimiento de la mayor cantidad 7.
8. de becerros; por tanto, el toro semental tiene poco trabajo, así que puede considerarse su correspondiente periodo de descanso y preparación para la siguiente temporada de montas.
El ganado debe clasificarse en grupos de animales homogéneos para proporcionarles alimentación suplementaria dirigida: los becerros en el lote de crías, las becerras en el lote de vientres en desarrollo y las vacas en los lotes de gestantes o recién paridas, con la finalidad de evitar golpes y daños en los lapsos de consumo del alimento suplementario, tal que en cada animal se cumpla la meta de hacerlo producir (contra la vieja idea de alimentarlo para que se mantenga y no muera de hambre o sed). Detalles concretos acerca de la formulación y elaboración de suplementos alimentarios se describen en el número previo de esta columna.
Las vacas próximas a parto deben recibir atención cuidadosa para bridar auxilio en caso de que el alumbramiento se complique. Además, debe aplicarse un plan de medicina preventiva para facilitar que la vaca se limpie completamente de los mecanismos del parto y se prepare para preñarse en los dos o tres meses siguientes. Esto quiere decir que las consultas con el médico veterinario no pueden convertirse en consultas de remediación sino de prevención (como debe hacerse en el caso de las enfermedades).
De lo expuesto también puede derivarse que en materia de ganadería todavía se carece de condiciones para lograr que sea más productiva (inclusive en regiones benignas del país). Efectivamente, a pesar del paso de los años todavía son evidentes situaciones que no han cambiado y que colocan a la ganadería en posición muy vulnerable ante la sequía.
Conforme a lo expuesto se confirma que el productor ganadero debiera tomar apuntes acerca de la manera como enfrenta los embates de la sequía y a la vuelta del año analizar el balance entre gastos y beneficios para lograr aprendizajes y hacer las cosas cada vez mejor. En pocas palabras: debe mejorarse la capacidad de gestión pecuaria e innovación tecnológica. Desde luego, se confirma que la sequía no mata ganado, sino que los animales mueren porque el ganadero descuida su trabajo.