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Opinión: Gina Gutiérrez
GEORGINA GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ Mujer Ganadera lavidalactea1@gmail.com
Prohibido, ¿Prohibir?
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Esta frase es utilizada frecuentemente desde el gobierno actual porque, según ellos, no hay autoritarismo y todo es voluntario, porque “lo que importa es la libertad y que cada quien debe asumir su responsabilidad”. Sin embargo, un país de leyes, donde hay una Constitución, no todo es voluntario y un ejemplo sencillo son las leyes de tránsito.
Por mucho que se repita que está prohibido prohibir, el gobierno ha tomado medidas que buscan prohibir muchas cosas. Como dije en números anteriores, el gobierno prohibió la venta de golosinas a menores de edad en Oaxaca, con el objetivo de promover el consumo de alimentos más saludables, lo mismo con el uso de personajes en los empaques, derivado de la NOM-051, y la lista es amplia y ya tocó a nuestro sector.
Este será el tercer artículo del que hablo de este tema, los otros dos han sido en otros medios, pero permítanme darle otro enfoque y compartir un punto de vista que había omitido hasta ahora. Antes he mencionado, aquí y en otras plataformas, que los productores hacemos lo que podemos, con lo que tenemos, de la mejor manera posible. Llevamos procesos de mejora continua desde que se domesticaron especies de ganado y se inventó la agricultura, porque no es lo mismo producir ahora que hace veinte años, ciertamente no tiene nada que ver con lo que se hacía a principios del siglo pasado, antes de la revolución industrial y mucho menos durante el medievo o el renacimiento. Por ello, había comentado también en esta revista que pareciera que confunden el siglo XXI con el XIX o peor, con el XII, y las prohibiciones anunciadas seguramente nos llevarán a tiempos más oscuros.
Desde hace tiempo hay una lucha injustificada (porque se ha refutado científicamente) con el glifosato, lo mismo con los productos de ingeniería genética (transgénicos) y con otras herramientas tecnológicas, porque eso son: herramientas, y como tal, no se usan de forma generalizada, porque al igual que en otros campos, cada tarea requiere de diferentes herramientas. Un cirujano no usa el mismo bisturí con las mismas hojas en todas las cirugías, ni un carpintero utiliza las mismas sierras para todas sus piezas y todos los tipos de madera, ni un estilista usa las mismas tijeras. En nuestro sector pasa lo mismo, pero creen que todos podríamos sembrar todos los cultivos, protegerlos y cosecharlos de la misma manera, y por eso toman medidas extremistas como prohibir el uso de estas herramientas.
Sobre el glifosato dicen que provoca cáncer porque es mal utilizado. Van a prohibir que se use y quieren que Conacyt encuentre un sustituto; sí, la misma institución que no pudo hacer ventiladores, cuyos modelos para su fabricación ya existen, será la encargada de desarrollar un compuesto químico nuevo, para sustituir uno que tomó décadas diseñar y probar. La secretaría de agricultura dice que una vez que tengan esa nueva herramienta, se capacitará a los productores para que lo usen de forma correcta, pero entonces, ¿no sería mejor destinar esas capacitaciones para usar el glifosato de forma adecuada? y, si lo van a prohibir porque supuestamente causa cáncer, ¿por qué no han prohibido los cigarros que sí causan cáncer y otros problemas de salud?
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La otra prohibición tiene que ver con los organismos genéticamente modificados. Yo perdí la esperanza de poder probarlos hace años y de verdad, sería espectacular poder sembrar cultivos resistentes a la sequía, porque cada vez nos llueve menos ahí donde estoy. El objetivo del gobierno es la soberanía, pero al prohibirnos usar la tecnología, están condenando a los productores a tener que trabajar más y quizá, producir menos, porque los costos nos van a comer; y a los consumidores pues ni modo, tendrán comida más cara y más escasa, porque esta medida no sólo es para que en México no podamos producir con ingeniería genética, sino que no importemos insumos genéticamente modificados, como el maíz o la soya. ¿Se han puesto a buscar soya que no sea transgénica y cuánto cuesta? Los ganaderos tronaríamos y los más afectados serán todos los habitantes que se quedarían sin leche, carne, huevo, pollo y cerdo, principalmente, es decir, sin fuentes de proteína de alta calidad que no puede ser sustituida por frijoles y lentejas. Adiós soberanía.
Cuidar al productor, es cuidar al consumidor. Si los ganaderos y agricultores hacemos un mejor trabajo, a los consumidores les beneficiará en su salud y en el bolsillo, y claro, el gobierno podría colgarse esa medalla y llamarse transformadores. Pero, si siguen prohibiendo sin ton ni son, lo único que van a lograr es convertirse en regresores. Me sigue sorprendiendo que nadie se atreva a señalar los errores y decir que todo esto se pagará muy caro, como está siendo con el mal manejo de la pandemia y si llega a pasar la reforma eléctrica.
La política pública tiene un objetivo siempre, sea a través del estado (con programas de ayudas sociales, sea el gobierno que sea, siempre han existido) o del mercado (a través de la libre competencia) y es el beneficio de la gente, de la ciudadanía, del consumidor. Lamentablemente, las políticas públicas de este gobierno no parecen tener ese fin, y siguen dando preferencia a obras faraónicas, como la refinería de Dos Bocas, en lugar de impulsar a las energías renovables y apostarle a manufacturas de autos eléctricos, en lugar de combustión porque las firmas más grandes del mundo tienen ambiciosos planes de convertir todas sus líneas de producción en 5 o máximo 15 años. Prefieren construir un aeropuerto, en lugar de destinar más recursos al sector salud para enfrentar la pandemia de Covid-19 o aumentar el presupuesto en educación para que millones de niños tengan una mejor instrucción a distancia, pues está claro que el regreso a clases presenciales está lejos de pasar. Siguen con la idea de destruir la selva para hacer un tren, en lugar de impulsar el campo mexicano, cuyo desempeño ha sido positivo durante los últimos años. Las exportaciones agropecuarias fueron superiores a las petroleras el año pasado, y es cada vez más claro que Pemex pierde más dinero del que genera, pero siguen con la idea de rescatarla. Les encanta buscar pleito con el vecino del norte, a pesar de que compró el 82% de lo que exportamos en 2020 y claro, los productos agropecuarios encabezan la lista.
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Si yo fuera ellos, diría que está prohibido prohibir aquello que nos hace mejores, que nos hace avanzar, que nos aporta bienestar; pero pareciera que nadie se atreve a decir nada porque es mejor tener un hueso cuando falte carne…
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