8 minute read

Nota especializada: Genética

ING. SERGIO SALVADOR SILLER CHAPA

Presidente de Comité Técnico para las razas, Braford, Brangus Rojo y Santa Gertrudis. ssiller58@hotmail.com

Advertisement

Los quebrados raciales

¿Existen en la vida real? Sólo en matemáticas; en biología casi no.

Así como en los casinos “la casa siempre gana”, en la naturaleza, la biología también siempre gana. Bueno, digamos que “casi” siempre ganan, para darle su debido lugar a las seguras excepciones. Los casinos han perfeccionado su operación con el tiempo, para asegurarse de ganar casi siempre. Estos no seguirían abiertos perdiendo dinero. Igual en la naturaleza, con el tiempo la biología ha desarrollado mecanismos para tratar de preservar la vida. Desde luego que las extinciones de especies existen, pero en general la vida ha probado ser exitosa aquí en el planeta Tierra. ¿Cuál es la clave de este éxito milenario? Es la variabilidad genética.

La naturaleza tiene pues sus propios mecanismos biológicos para intentar preservar la vida de una especie animal, tal como es el caso de las miles de especies que nos reproducimos sexualmente. OJO: este mecanismo podría salvar a una especie, no a individuos particulares de esta.

Este mecanismo ha probado su eficacia por millones de años. La clave principal es asegurar que haya variabilidad entre los rasgos genéticos de los individuos de una especie. De esta manera, si cambia el medio ambiente, algunos individuos tendrían algo de probabilidad sobrevivir en el nuevo entorno. Entonces, si todos los individuos de una especie tuvieran su genética igual, o muy similar, podría darse el caso de que un nuevo entorno ambiental terminaría eliminando a toda una especie de golpe.

Para los que trabajamos en el mejoramiento genético de una raza bovina de carne, este plan biológico natural de hacer que los individuos sean diferentes entre sí, es nuestro principal reto y dolor de cabeza. Esta chamba nos pide intentar hacer que los integrantes de una raza se parezcan más entre sí. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, esa maldita variabilidad, es la única herramienta que nos permite seleccionar. Simple ¿no?

Entonces, la variabilidad genética es a su vez nuestro peor enemigo y nuestro mejor aliado.

Si todos los individuos fueran iguales ¿cómo podríamos seleccionar a los mejores? Entonces, la variabilidad genética es a su vez nuestro peor enemigo y nuestro mejor aliado.

En el caso específico de las razas sintéticas, donde mezclamos dos o más razas antiguas de fundación, el reto es aún mayor. Queremos mezclar dos o tres razas y que los individuos conserven la mejor combinación posible de características. Así, las ventajas de estas nuevas razas, es que complementan lo mejor de una raza con lo mejor de la otra. Para esto, seguimos planes de cruzamiento muy bien estructurados en papel para llegar a una “proporción ideal” de las sangres de las razas de fundación. La relación más comúnmente aceptada hoy en día, en el caso de mezclar dos razas, es usar tres cruzamientos consecutivos para llegar a una mezcla de 5/8 de la Raza X con 3/8 de la Raza Y (ver ejemplo abajo en la página anterior).

Este plan nuestro se ve lindo en el papel, pero el plan de la naturaleza, aquel proceso microscópico invisible que busca variabilidad, trabaja implacablemente en su tarea de lograr que una especia tenga variabilidad genética. Así, cuando implementamos el plan nuestro, siguiendo cruzamientos al pie de la letra, el resultado final es un montón de biotipos bien diferentes. Todos esos animales tienen en papel una supuesta proporción racial perfecta de 5/8 y 3/8, en la realidad lo que tendremos serán variados genotipos y sus fenotipos relacionados. Luego los humanos nos ocupamos de seleccionar y eliminamos los extremos raciales y dejamos los individuos que más se parecen entre sí y nos gusten. Después volvemos a cruzar a estos individuos entre ellos, produciendo la siguiente camada, la cual la llamamos comúnmente segunda generación. De nuevo veremos regresiones fenotípicas hacia una raza original fundadora o la otra. Así continuamos con la selección visual humana bajo un proceso de nunca acabar. No importa que tan perfecta sea la proporción racial en papel, lo que obtenemos en la vida real será algo variado. Se ocuparán varias “generaciones” de cruzas para estabilizar algo el biotipo meta que queremos, pero siempre seguiremos viendo algo de segregación racial hacia alguna de las razas originales de fundación.

Pero: ¿cuál es esa fuerza implacable y “burlona” que desbarata aquellos quebrados que plasmamos perfectamente en un papel? Se llama Meiosis. Es el proceso de división celular con el que se crean las células de la reproducción sexual, el esperma y el óvulo. Ese proceso tiene la tarea de recombinar tus cromosomas originales, los que recibiste de tu padre y los que recibiste de tu madre, en un proceso altamente aleatorio donde el resultado se expresa en quintillones (cifras de 19 dígitos). En el bovino y todas las especies que se reproducen sexualmente pasa exactamente lo mismo.

Para hacer esto aún más variable, se agrega en Meiosis además un proceso de intercambio de sectores de cromosomas, el cual puede ser sencillo, múltiple o nulo. Aquí se juntan los cromosomas homólogos, por ejemplo el Cromosoma 1 paterno, con el equivalente materno y se intercambian sectores. Al final, lo que resulta son cromosomas nuevos mezclados, los cuales ahora son tuyos, ya no existen más el de tu padre y el de tu madre.

Esta recombinación es hermosa y se asegura de que la sangre de los abuelos termine en combinaciones multimillonarias posibles. En una sola eyaculación de un toro, los más de 4,800 millones de células de esperma son todas diferentes entre sí. Lo mismo pasa con los óvulos que libera la hembra, no hay dos exactamente iguales. Entonces, en la reproducción sexual, de lo único que podemos estar seguros es de que el padre pone la mitad del material genético y la madre pone la otra mitad. Pero asumir entonces que siempre cada uno de los cuatro abuelos pasó un 25% de su material genético es un error. Esto es algo que puede llegar a pasar, pero es altamente improbable, por los procesos de alineación aleatoria y de recombinación de sectores de los cromosomas paternos originales que ocurre durante Meiosis. Así, podemos terminar en la realidad con una variada proporción de sangres de los cuatro abuelos, no se digan los bisabuelos —esto es lo que destruye los quebrados de nuestro plan escrito en la gran mayoría de los casos—. Por ejemplo: una cría recibe de su padre un 50% de sus genes, pero del abuelo y la abuela paternos podremos recibir cualquier combinación imaginable: 40% y 10%, 35% y 15%, 12.7% y 37.3%...etcétera, etcétera, etcétera. ¿Ha escuchado el término “abuelió”? En realidad existe: es un niño o niña (igual un bovino) que se parece mucho a algún abuelo o abuela, es porque llevan más genes de ese individuo.

En la gráfica adjunta arriba podemos ver 50 toros Braford argentinos que en papel (certificado de registro genealógico) son 5/8 Hereford y 3/8 Brahman de varias generaciones. También vemos 100 toros Hereford y 100 Brahman; las razas paternas del Braford. Con estudios de genómica (ADN) se determinó cuantos marcadores genéticos moleculares trae cada toro de las razas originales de fundación. De los 50 toros sólo un par de ellos son cercanos a la proporción 5/8 con 3/8 (Toro 233 y Toro 240) el resto anda más cargado al Hereford o al Brahman. Es probable que si se promedian los valores de los 50 toros saquemos un valor más cercano al 5/8 con 3/8. Sin embargo, para cada toro en lo particular, podemos andar lejos de ver ese 5/8 con 3/8.

¿Ha escuchado hablar de los DEP (Diferencias Esperadas entre Progenies) Mejorados Genómicamente? En este proceso lo que hacen los genetistas es usar marcadores moleculares obtenidos de las pruebas del ADN, para determinar con precisión el parentesco real de cada abuelo, en vez de asumir que estos aportan un 25% de su material genético. Esto le ha dado mayor precisión a los DEP, y a los procesos selectivos basados esas cifras. Esto me trae al meollo del asunto. Los quebrados raciales son valores muy imprecisos que sólo sirven en el mejoramiento genético de una raza para planear una ruta. Para mejorar genéticamente una raza, lo que se ocupa es medir las características de importancia económica y seleccionar en base a ellas. Aunado a esto usamos la selección visual para favorecer los rasgos fenotípicos raciales que por experiencia nos dan mejores resultados: más piel, menos pelo, este o aquel color, más o menor tamaño, etcétera. En fin, no debemos quebrarnos mucho la cabeza con los quebrados raciales para definir objetivos de selección. Lo que ocupamos es enfocarnos en la productividad y en los rasgos raciales que queremos ir fijando en nuestra población. Al final del día, la utilidad y aceptación de cualquier raza bovina de carne, radicará en su efectividad para ayudar a la industria ganadera a producir más y mejor carne, en forma rentable.

Los quebrados raciales son valores muy imprecisos que sólo sirven para planear una ruta: en la realidad la clave está en seleccionar los mejores animales.

This article is from: