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Gina Gutiérrez: Nuestra Salud

GEORGINA GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ Mujer Ganadera lavidalactea1@gmail.com

“Es mucho lo que está en juego a la hora de proteger la salud de los consumidores y asegurar la adopción de prácticas leales en el comercio alimentario”

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Ese es el comentario que cierra el apartado -acerca de- del sitio web del Codex Alimentarius, que es un conjunto de normas, directrices y códigos formulados con evidencia científica, para tener prácticas que garantizan que nuestros alimentos sean inocuos y de calidad para todas las personas y en cualquier lugar. Esto se da gracias al trabajo conjunto de la FAO, la OMS, científicos independientes y 189 estados miembros para que los alimentos sean saludables y puedan comercializarse.

Las normas que salen del Codex tienen que ver, no sólo con los alimentos que consumimos las personas, sino también nuestro ganado. Además, vigilan la resistencia a los antimicrobianos, herramientas biotecnológicas, contaminantes, etiquetados, uso de plaguicidas, etc.

Las autoridades competentes que representan a México en el Codex son el SENASICA y la COFEPRIS, que tienen sus propios reglamentos para regular, vigilar, controlar y fomentar normas sanitarias en el comercio internacional y en las actividades, servicios y establecimientos relacionados con insumos, productos alimenticios, agroquímicos, medicamentos y hasta remedios herbolarios. Estos organismos han emitido alertas sobre enfermedades que afectan a nuestra salud y la de nuestro ganado, productos contaminados y plagas, cuidando así la salud de los mexicanos, y la de la población de otros países que se benefician de lo que aquí producimos, porque el rol del Codex va más allá de la inocuidad, ya que, además, sirve como referencia para la

solución de controversias comerciales que llegan a la OMC. Por ejemplo, si un país exige a otro medidas de inocuidad más estrictas a las del Codex, esta organización pide una justificación válida (con fundamento científico) para que se cumplan esas nuevas exigencias. A diario nos beneficiamos del comercio global de alimentos y hemos podido confiar en las regulaciones que se establecen en esta organización, y nuestras autoridades, para garantizar nuestra salud y la de nuestro ganado por los alimentos que ingerimos.

No obstante, del buen trabajo que SENASICA y COFEPRIS han realizado en nuestro país, hace unos días el gobierno anunció que dentro del convenio para bajar los precios y frenar la inflación, está la suspensión de revisiones para que algunas empresas puedan importar y distribuir productos sin el cumplimiento de varios trámites y permisos. El gobierno habla de que está confiando en las empresas para que los productos que se importen cumplan con las normas, pero sin revisiones, ¿cómo se asegura que verdaderamente se cumplan?

El menosprecio por el trabajo que llevan los especialistas de nuestros organismos reguladores nos puede poner en riesgo a todos, no sólo porque se dejarían de emitir obligaciones de retiro de algunos productos que llegan contaminados o por la importación de enfermedades que en México se erradicaron hace años, sino también porque se violan tratados internacionales, que ya de por sí, tenemos varias controversias con nuestros socios comerciales. El riesgo, entonces, es altísimo, para nuestra ganadería, agricultura, salud pública y nuestras relaciones comerciales más importantes.

Cuando hicieron este anuncio, el gobierno habló sobre la actual situación en la importación de ganado desde países que no cumplen con las regulaciones y, como siempre, la pregunta es, si saben que esto ocurre, ¿por qué no han hecho nada al respecto? Hay dos opciones, o se prohíbe de verdad y se sanciona a los responsables, o se regula ese mercado si tan seguro es como dicen. Los números, sin embargo, dicen lo contrario ya que, de acuerdo con un artículo de León Ramírez, publicado en Animal Político el 5 de octubre, “de septiembre de 2021 a junio de 2022, SENASICA expidió 271,000 certificados para la importación de mercancías, principalmente pecuarias y vegetales, mientras que ordenó el retorno o destrucción de 1,860 embarques que representaban riesgo sanitario”. Esto ahora quedaría en manos de otros y no hay información sobre cómo se hará la vigilancia. La confianza está bien, necesitamos más gente y empresas honestas en las que los consumidores podamos confiar, pero sabemos que siempre hay quienes se brincan las normas y por eso es importante el trabajo de los organismos reguladores.

Imaginen importar “sin querer” fiebre aftosa, gusano barrenador o encefalopatía espongiforme bovina. No me imagino el daño que podría causar, nunca he visto esas enfermedades y ojalá nunca tenga que hacerlo, ojalá que nadie de nosotros tenga que hacerlo.

Una crisis sanitaria, que colapse nuestros sistemas productivos y afecte nuestras relaciones comerciales internacionales, sería mucho peor que tener que enfrentar la crisis inflacionaria que quieren evitar con estas medidas. Ojalá el gobierno recapacite, piense más en el largo plazo y confíe en sus propios colaboradores en las instituciones reguladoras. Hay muchas más acciones a tomar para el beneficio de los mexicanos, pero dudo mucho que quieran tomarlas, porque tampoco lo hicieron cuando pasamos por los momentos más difíciles de la pandemia. Entiendo las razones de tomar estas decisiones, la carrera hacia las elecciones está tomando velocidad, pero la salud de la población y todo el sistema agroalimentario es una carrera mucho más larga, con muchos más obstáculos.

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