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Opinión: Mujer Ganadera
Ejecutar, no predicar
Hace unos meses escribí sobre el decálogo que había hecho el presidente, y parece que estamos en una dimensión donde el tiempo no parece avanzar, porque ahora toca hablar de la guía ética. No hay nada nuevo, esta guía dice lo mismo que el decálogo y es un complemento de la cartilla moral que lanzaron a inicios del sexenio, pero quiero comentar sobre las contradicciones en las que se incurren en estos temas. Entiendo la necesidad de hablar sobre valores en una sociedad que siente que se han perdido, pero estas conversaciones no tienen por qué venir desde el jefe del poder ejecutivo, cuya tarea es esa: ejecutar, no predicar.
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En estos momentos sería mejor que se diseñaran y se ejecutaran planes para salir de la crisis económica, para reducir los contagios y el número de muertos, para mejorar en el tema de inseguridad, para tener medicinas, vacunas y tratamientos, para evitar el cierre permanente de pequeñas y medianas empresas y la pérdida de empleos que ello conlleva, y muchas cosas más que son necesarias y que sí tendrán un impacto en la vida de los mexicanos. Continuamos con distracciones, muchas y más de una al día, que ayudan a que olvidemos los temas relevantes y las contradicciones enormes que hay entre lo que percibimos y la fantasía en la que viven los inquilinos de un palacio virreinal en la Ciudad de México. Los otros datos.
El decálogo, la guía, la cartilla y el postulado episcopal que le siga, hablan de cuidar a las personas, pero eso no se ve con la escasez de medicamentos y tantas otras carencias que son evidentes, y en la guía moral, se habla del trabajo, pero se excluye a las personas con discapacidad y a las personas mayores. ¿Deben quedar fuera de la sociedad entonces? ¿Qué pasará con las personas de la tercera edad que trabajan en el campo, cuidando de su tierra y sus animales si el presidente dice que deben ser excluidos del trabajo?
Sobre el medio ambiente, dicen que hay que cuidarlo, pero no entiendo cómo pueden decir algo así, cuando tantos recursos económicos son destinados a las empresas más contaminantes que tenemos porque su base está en la producción de energía con combustibles fósiles. Estoy relativamente cerca de la refinería de Tula y da mucho coraje ver la contaminación que produce, que a veces llega hasta Actopan y la mayor parte del tiempo se va hacia la Ciudad de México. ¿Cómo pedirle a la gente que cuide el medio ambiente cuando cancelan proyectos de energías renovables, que además alejan otras inversiones, al mismo tiempo producen energía con carbón y combustóleo y decir en el informe al término del segundo año de gobierno que un compromiso pendiente son las energías limpias? A veces sí, pero ¿a veces no?
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Por último, nos han pedido también que cuidemos las plantas y los animales, y aquí hay mucho que decir sobre las decisiones que se han tomado.
La primera vez que el presidente confesó que tomó una decisión, que ejerció ese poder ejecutivo, fue para detener el operativo en Culiacán. La segunda vez que habló de ejecutar decisiones, fue hace poco y se refirió a ello como elegir entre inconvenientes: ¿quién va a perderlo todo: Villahermosa o las colonias más pobres alrededor? Si sabían que se tendría que tomar una decisión, así de difícil y con consecuencias graves para mucha gente, ¿por qué no avisarles a todos en esas comunidades?
No eran sólo las personas y sus casas, esa gente tenía siembras y ganado. Recibir un aviso les habría permitido tener una ventana de tiempo, por pequeña que fuera, para tomar decisiones e intentar hacer algo por su ganado antes de que el agua les llegara al cuello, cuando ya es casi imposible tomar acciones.
Como ganaderos hacemos todo lo que sea posible porque nuestros animales estén sanos, cómodos, coman bien, descansen lo suficiente, tengan acceso a agua limpia y fresca, y enfrentamos muchos problemas para lograrlo, porque los costos siempre van para arriba y nuestros precios hacia abajo, y siempre enfrentamos algo con el clima, y aunque no conozco del todo la situación de nuestros
Opinión Georgina Gutiérrez Rodríguez
colegas en Tabasco, sé que como a todos nosotros, se les parte el corazón al ver a su ganado perdiendo peso, buscando desesperadamente algo que comer y donde poder echarse y descansar en medio de la inundación.
Honestamente, no me imagino lo complicado que debe ser ejecutar decisiones así, pero si siempre se está hablando de moral y de humanismo, de cuidar a los animales, no entiendo cómo se toman esas decisiones sin darle oportunidad a las personas que resultarán afectadas de tomar precauciones. En las emergencias, cada segundo cuenta, y si los productores de Tabasco hubieran podido tener un par de días, incluso un día o unas horas, la diferencia pudo ser monumental.
No sé cuándo dejarán de predicar y de intentar colocarse como figuras mesiánicas, y empezarán a tomar decisiones que cambien la situación del país, para bien. Todos queremos tener mejores oportunidades, más seguridad, servicios de salud como en otros países, acceso a mercados, energías que ya no contaminen y muchas otras cosas, pero éstas no van a llegar con sermones. Llevamos dos años de muchos discursos, de giras cada fin de semana, de “conferencias” de prensa donde no pasa nada y sólo nos distrae, pero necesitamos ejecución de la ley, de los presupuestos para tener buenas finanzas, tener proyectos de infraestructura y desarrollo y que atraigan inversiones.
Hayamos votado o no por el presidente, todos queremos que haya bienestar y que haya menos pobreza, ¿quién no querría algo así?, pero predicar no basta y ya estamos grandes como para que nos cuenten cuentos sobre cómo la fuerza moral es suficiente y puede sustituir la capacidad y la efectividad al gobernar al país. Ejecutar el poder no ha de ser fácil, pero lucharon por él por muchos años, y les quedan cuatro para demostrarnos que sí pueden, que sí quieren a México y que ellos también tomarán decisiones para cumplir con sus decálogos o lo que siga en el repertorio de sus discursos estacionales.
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