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PRIMERA PARTE
I. me persiguen, mis reflejos me persiguen como un perro recién abandonado. jadean, aúllan, babean sobre el sucio para apoderarse de mí. mastican mi cara con las culpas que ya he reconocido. me dejan llagas que no alcanzo a lamerme.
II. descifrado el ángulo incorrecto, sombras han venido a estrujar las leyes del eco. retorno de las cosas que invocaron el vértigo.
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III. arranco cáscaras de heridas viejas y mueren de frío los prismas.
IV.
aparecen en las tijeras y pienso que serían imposibles si me corto la lengua. la ventana llega antes y me acalambra las manos.
V. los cuchillos tienen olfato. me encuentran cuando apago las luces. pegan su hocico al mío; la sombra se condensa y se hace gota en mi rostro. no es llanto ni bostezo, sino un conjuro para desmentir la noche.
VI.
agito las manos sobre mi cara pero no puedo alcanzarlos. al techo no le quedan brazos para ayudarme. me golpeo el rostro y la sal se desprende del llanto para intentar la sangre.
VII.
estoy en las cicatrices refractadas. en el punto miope de los traumas. en la casa de lluvia sucia que me devuelve cuando logro sanar.
VIII.
el cabo de toda arma es una extremidad de mi casa.
IX.
habita en la pulpa de lo vacante. replica mi gravedad en lo que no arrepiento. no estoy sano. ningún perseguido está bien. uno hasta de peste cambia. pero la luz incide en las cosas equivocadas y de pronto está uno repartido. reparido. ahogado en cartílagos de sereno. cantando a los nervios expuestos de tanto perder.
X. hay una oscuridad peor que la venganza. también hay venganzas peores.
XI.
el pánico es un tejido de superficies pulidas. nadie te mira. tú eres nadie.
XII. no todo lo que nos refleja es capaz de abrirnos la piel. ningún regreso alcanza el presente.
XIII. concurren una ciénaga de matices erróneos. cada cual aporta lo que sobra en los dientes. caigo de sus bocas. me reencuentro. como quien se busca para declararse perdido.
XIV. mis brazos están fuera del territorio de convergencia. cuando tropiezo, los ejes del mundo cambian y caigo sin poder protegerme.
XV.
nunca es otro el que se levanta. hay que echar patas como se pueda. vaciar el pecho hasta que las cavidades óseas se vuelvan ventosas. aplastarse. erguirnos por misericordia de la pared.
XVI.
honrar la precisión de las muecas hasta que la disciplina del espejo se confíe de la costumbre. quebrantar la levedad del polvo. transferir la náusea al vidrio. desfasar la respuesta.
XVII.
la imagen se arranca, queda el espanto. los mares volvieron a equivocarse. ahóguense perros en mis huesos de escarcha.
XVIII.
entre dos espejos, una máscara. y el aliento turbio que devuelve mi nombre.
XIX.
el aire es un conglomerado de ácaros con sueños de polilla.
XX.
vuelve a ser el de sus párpados. una jauría de suplicios le percuden la luz. él es la jaula, por eso lo noche lo transgrede.
XXI. mantener los traumas intactos. admitir lo incurable para tener referencias.
XXII. la médula se ha vuelto frágil. toca virar despacio o quebrarse. el presente no es un recipiente estable.
XXIII. lo que en realidad lastima es reconocerse capaz. las derrotas pactan con lo peor del hombre.
XXIV. hacer esto para que la densidad permanezca. nombrarlo para que la derrota persista. protegerlo como un testigo del color gris.
XXV. mi parte más viva es la que llega antes. liviana de tanta promesa incumplida.
XXVI. amortajan con mi rostro el frío de las cosas. los transeúntes se detienen ante mi nombre pero no reconocen su culpa. soy lo que estuvo encerrado en la paciencia del humo, la voluntad indomable del odio, el nunca maldito de las armas. todo lo que en mi golpea se vuelve eco.
XXVII. en las encías del rechazo, vuelve a soñarse muerto. un déjà vú ocupa la última voluntad de la sal. se revoca el eco de la primera memoria. el náufrago llora para subir el nivel del mar.
XXVIII. habrá más probabilidades cuando la costumbre me trague con todo y recaídas. todo es perecedero, excepto las máscaras. brindemos por el incurable nudo en la garganta.
XXIX. soy los lugares donde no he estado. la intención de las siluetas. soy donde la misericordia aún llama hombre al hombre. vengo a traicionar la premonición del vacío.
XXX.
ojal de los traumas, hilvana la memoria del alambre en mi garganta.