6 minute read
Francisco se une al llamado de la ONU a favor de la naturaleza y la vida
Hacia una conciencia mundial
La conciencia colectiva a favor de la salud pública y la percepción de que todos debemos unirnos para erradicar la pandemia de la COVID-19 nos lleva a pensar que también los hombres debemos ser considerados con los animales, creados por Dios y puestos a disposición de la humanidad, porque así nos enaltecemos nosotros mismos, como gente que sabe apreciar la vida y la libertad de todos.
Advertisement
Escribe: Federico Prieto Celi. Doctor en Derecho, periodista y profesor universitario
Constantemente nos llegan noticias positivas y negativas sobre la vida en la Tierra. Así, hemos sabido que el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas del Perú ha encontrado una nueva especie de marsupial en el Santuario Nacional de la Cordillera Colán; y que la venta de mamíferos salvajes vivos en los mercados -pensemos en nuestra amazonia- puede ser la fuente del 70% de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos.
Quizás por eso las Naciones Unidas celebran el día de la Tierra el 22 de abril de cada año para consolidar una conciencia mundial sobre la relación de interdependencia entre los seres humanos, los seres vivos y el medioambiente que los rodea. La relación de los hombres con los animales y las plantas ha sido una cuestión interesante en los estudios éticos de las universidades y morales de la Iglesia católica. Mientras que el hombre tiene un alma inmortal, los animales y plantas desaparecen al morir. Pero, ¿acaso tiene el hombre la libertad de maltratar a animales y plantas sin motivo, destruyendo parte de la naturaleza creada por Dios?
El maltrato a los animales
La polémica sobre si el hombre tiene la facultad de torturar a los animales viene de lejos. No solamente el maltrato a animales y plantas por el simple gusto de hacerlo, sino cuando se hace por un motivo económico. En Dinamarca hubo un debate sobre el maltrato a los chanchos, en granjas que producen chorizos. En Estados Unidos y Europa Occidental se reduce la libertad de movimiento de las vacas para ordeñarlas con sistemas mecánicos, lo que les produce más ganancias al costo de encerrar a los animales de manera exagerada. También se menciona crónicamente las anomalías en la alimentación de los pollos, a los que inclusive inflan con agua antes de venderlos.
Las vacas, los cerdos, las gallinas, las ovejas y corderos, son a veces explotados por la industria alimenticia y no respeta las libertades básicas del bienestar animal, que llegan a conocer la libertad animal. En quince países, se prohíbe la producción de foie gras, pues el proceso implica la sobrealimentación de patos o de gansos para conseguir un hígado hipertrofiado. Son menciones de un horizonte que llama a un estudio global.
Se ha hablado de prohibir las peleas de gallos de pelea y de perros (los pit bull terrier americanos son los más utilizados), y los hostigamientos a los osos, en Inglaterra y en Pakistán. Una crueldad que sobrevive en algunos lugares es la costumbre bautizada como “tocar el piano" que consiste que, al terminar la temporada de caza, algunos cazadores se deshacen de sus perros ahorcándolos: los suspenden de puntillas, por lo que el perro muere por asfixia cuando se deja caer por cansancio.
Algunos países han prohibido las mutilaciones a perros y gatos, tales como cortarles el rabo, las orejas, las cuerdas vocales, por razones estéticas o de comodidad para sus propietarios, por ejemplo, para que el perro no moleste con sus ladridos. Igual ocurre con los ensayos de números con animales en los circos. Los aficionados a las corridas de toros, españoles y franceses, mexicanos y peruanos, colombianos y venezolanos, corridas prohibidas en algunos países, argumentan que primero se debería prohibir el box, calificado como deporte de contacto en el que dos contrincantes luchan utilizando únicamente sus puños con guantes, golpeando a su adversario de la cintura hacia arriba, dentro de un cuadrilátero especialmente diseñado para tal fin. Muchos boxeadores terminan en hospitales para enfermos mentales, por los graves daños sufridos en el cerebro.
Un llamado a la conciencia
Es necesario tomar conciencia de que la naturaleza merece ser protegida, ha dicho el papa Francisco, "por el hecho de que las interacciones humanas con la biodiversidad que Dios nos ha dado, deben hacerse con el máximo cuidado y con respeto". Como un ejemplo de esto, el Papa advierte, aludiendo a la epidemia de la COVID-19, que “esta pandemia nos ha mostrado lo que ocurre cuando el mundo se detiene, se pausa, aunque sea por unos meses. Y el impacto que esto tiene en la naturaleza y el cambio climático, con una fuerza tristemente positiva ¿no? En otras palabras, duele”.
En su mensaje el Santo Padre alude a este nuevo desafío global que supone la actual crisis sanitaria, nos enseña el valor de la interdependencia, "este compartir el planeta". Ambas catástrofes globales, la pandemia y la climática, "demuestran que no tenemos más tiempo para esperar. Que el tiempo apremia y que, como nos enseñó la COVID-19, sí tenemos los medios para afrontar el reto. Tenemos los medios. Ahora es el momento de actuar, estamos al límite".
En estas palabras, el mensaje del pontífice romano recuerda "que la naturaleza global necesita nuestras vidas en este planeta, a la vez que nos enseña más sobre lo que tenemos que hacer para crear un planeta justo, equitativo y ambientalmente seguro". Pidiendo a todos, y se incluye, que se unan para lanzar un llamamiento a los líderes del mundo, con el fin de que "actúen con valentía, con justicia y para que digan siempre la verdad al pueblo, que la gente sepa cómo protegerse de la destrucción del planeta y cómo proteger el planeta de la destrucción que muy a menudo provocamos". Una vez más encontramos que en el desarrollo del mensaje cristiano se encuentran todas las respuestas a las inquietudes profundas de la humanidad.
En definitiva, por eso, Francisco concluye que, frente a la pandemia que sufrimos y ante la adversidad en las políticas de protección al ambiente, "no tenemos más tiempo para esperar”.
El Perú tiene un Ministerio de Ambiente, creado para promover la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales, la puesta en valor de la diversidad biológica y la calidad ambiental en beneficio de las personas y el entorno de manera, descentralizada y articulada con las organizaciones públicas, privadas y la sociedad. Hace grandes esfuerzos en momentos de crisis generada por la pandemia.