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Somos parte de la naturaleza y vivimos gracias a ella

Hacia un cambio de actitud

Nuestro país conmemoró el 22 de abril el Día de la Tierra. Este día, que se celebra desde 1970, se creó con la finalidad de generar conciencia sobre los problemas ambientales a nivel global, y las acciones que el mundo necesita para proteger y restaurar nuestro planeta, buscando un equilibrio entre las necesidades económicas, las actividades sociales y el cuidado del ambiente.

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Escribe: Ing. Fabiola Núñez Neyra. Directora de Conservación Sostenible de Ecosistemas y Especies MINAM

La pandemia de la COVID-19 es una ocasión para reflexionar sobre nuestro estilo de vida y aquellas acciones que crearon las condiciones para la peor crisis que está enfrentando la humanidad en las últimas décadas. Asimismo, cada vez tenemos más evidencias de que la aparición de muchas enfermedades infecciosas tiene relación con el impacto negativo del hombre sobre la biodiversidad y los espacios naturales.

Las personas están hablando más acerca de la naturaleza, del ambiente, de la biodiversidad y de los ciclos biológicos, y de cómo el ser humano es parte de este todo, lo que constituye una oportunidad para mostrar cómo cualquier manipulación, interrupción o modificación de estos puede generarnos un impacto. Por esta razón debemos ser más sensibles sobre los límites ambientales del planeta y la huella ambiental global, y reflexionar sobre la urgencia de cambiar modelos, mejorar comportamientos y actitudes hacia el ambiente en general, y hacia la naturaleza en particular.

Debemos ser conscientes de que esta situación que estamos sufriendo por la cuarentena y la infección de la COVID-19 tiene sus causas en las acciones del hombre, y que no podemos mantener los mismos hábitos y comportamientos de siempre. Debemos aprovechar esta crisis para preocuparnos más por nuestro planeta, siendo una humanidad más respetuosa, sensible y amigable con la naturaleza.

Podemos ver esta situación como una oportunidad para mostrar que nuestra biodiversidad, y nuestro patrimonio natural en general, son uno de nuestros mayores activos que nos pueden salvar en momentos de crisis. También es una gran oportunidad para fortalecer las políticas de apoyo a la agricultura familiar, la agrobiodiversidad y la agroforestería, rescatando los conocimientos tradicionales asociados (en el marco del Plan de Reactivación Económica), promoviendo la asistencia técnica a los productores y el consumo de productos nativos, tanto entre la población en general, como a través de compras públicas.

Algunas recomendaciones para mejorar nuestro vínculo con la naturaleza:

1. Cambiemos nuestras actitudes y comportamientos frente a la naturaleza, y patrones de consumo, que nos han llevado a sobrepasar los límites del planeta. Debemos consumir productos con menor huella ambiental, y evitar los productos de flora y fauna silvestre de origen ilegal o de productos que en su proceso productivo destruyen o contaminan nuestros ecosistemas; seamos consumidores responsables.

2. Volvamos nuestra mirada a la Tierra que sustenta nuestra vida, y para redescubrir, revalorar y respetar el patrimonio natural, nuestra biodiversidad y sus principales protagonistas (comunidades campesinas e indígenas, pescadores artesanales), que constituyen uno de nuestros mayores valores y activos para el desarrollo.

3. Reconozcamos el papel de esos dos millones de familias campesinas e indígenas, como productoras de alimentos saludables y amigables con la naturaleza, y cuidadores de la herencia recibida de nuestros antepasados: nuestro capital natural y cultural. Ellos están ayudando al Perú a garantizar la seguridad alimentaria durante la pandemia.

4. Pongamos de relieve la urgencia de potenciar y promover la investigación y difusión de conocimientos sobre la naturaleza para mejorar la convivencia con ella, y para una mejor toma de decisiones sobre el uso de nuestros recursos, y en la gestión de riesgos y amenazas para la población (como desastres naturales, cambio climático, epidemias, etc.).

Las personas están hablando más acerca de la naturaleza, del ambiente, de la biodiversidad y de los ciclos biológicos, y de cómo el ser humano es parte de este todo, lo que constituye una oportunidad para mostrar cómo cualquier manipulación, interrupción o modificación de estos puede generarnos un impacto. Por esta razón debemos ser más sensibles sobre los límites ambientales del planeta y la huella ambiental global, y reflexionar sobre la urgencia de cambiar modelos, mejorar comportamientos y actitudes hacia el ambiente en general, y hacia la naturaleza en particular.

5. Busquemos tener ciudades más sostenibles, con muchos más espacios verdes para disfrutar y admirar la naturaleza, y áreas naturales en su entorno que nos brinden bienestar para nuestra salud física y mental.

6. Usemos de manera responsable nuestros espacios naturales en armonía con las actividades económicas de la población, garantizando la sostenibilidad de los ecosistemas que nos proveen de valiosos bienes y servicios, algunos de ellos esenciales, como el agua y aire limpios.

7. Promovamos la comunicación para todos, con información confiable, oportuna y pertinente culturalmente. Debe convertirse en una prioridad el uso de tecnologías de punta y acceso a internet, incluyendo para las comunidades campesinas e indígenas, ya que es esencial para impulsar la educación a distancia, salud, y la gobernanza.

Todos los actores públicos, privados y la ciudadanía en general, debemos impulsar acciones concretas para lograr la reducción de la huella ambiental y los impactos negativos de los procesos productivos, a través del uso responsable de los recursos, utilizando nuevas modalidades de teletrabajo y tecnologías más eficientes de producción y transporte, energías limpias, uso eficiente del agua y otros recursos, que nos permitan vivir en real armonía con la naturaleza.

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