Lee+ 103 "Cultura Pop"

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AÑO 8 • NÚMERO 103 • DICIEMBRE 2017



MARÍA BARANDA

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María Baranda (Ciudad de México) es poeta y también escribe libros para niños. Su biblioteca tiene como eje central la poesía, pero una parte está dedicada a los libros infantiles y juveniles de todo el mundo. Su último libro de poesía es Un hervidero de pájaros marinos (Atrasalante) y está por salir Teoría de las niñas (Vaso Roto). Su último libro para niños es Máquinas imaginadas (Planeta). Es la Embajadora filij 2017 y es miembro del snca. +

Ve la entrevista en mascultura.mx

Foto: Diego Alvarez©

EL LIBRERO DE...

¿Cuántos libros tienes? La verdad no sé, creo que no tengo muchos comparada con otros escritores. Según yo tengo mil quinientos. ¿Cuál es el autor que más se repite? Es difícil, de Wallace Stevens tengo muchos, aunque no son libros repetidos. Quizá quien más se repita sea yo misma, porque como autora tengo varios libros míos. Cuando tengo libros repetidos lo que hago es pasarlos; quiero que se muevan. Es una manera de poner en circulación a mis autores favoritos. ¿Qué libro has regalado? He regalado Libertad bajo palabra, de Octavio Paz, porque es uno de los primeros libros que me compré de poesía. No es el autor que me marcó a mí; el más importante fue Xavier Villaurrutia, pero Libertad bajo palabra es el libro que me abre al mundo verdadero de la poesía, cuando ya estoy más formada, cuando tengo cerca de diecinueve años, ya me siento una persona grande, y es el libro que quiero, a lo largo de mi vida, ir repartiendo, que otros jóvenes lo lean. ¿Cuál es tu libro más nuevo? La Poesía completa, de Marianne Moore. ¿Qué libro te cambió la vida? Con la poesía sucede que más que un libro es un poema. En mi caso fue el “Nocturno de la alcoba”, que está dentro del libro de los Nocturnos. Pero yo cometí una falta terrible, y es una falta con la que cargo. Los libros son una relación muy íntima; mi relación con Villaurrutia fue amorosa y yo lo traicioné porque ese libro se lo di a alguien, no recuerdo bien a quién siquiera, pero siento que despojar mi biblioteca de ese libro, que fue tan importante, fue una traición amorosa.

¿Qué libro no has regresado? Yo tengo dos. Tengo uno de los primeros poemas de Octavio Paz traducidos al inglés por poetas como Denise Levertov y Paul Blackburn, que me lo pasó una amiga para que yo viera esas traducciones; mi amiga lo sacó de una biblioteca pública. Nunca se lo regresé porque consideré que ese libro era importante para mí mucho más que para ella. El otro que tengo es de un amigo al que no veo hace muchísimo tiempo, que me dijo que yo lo tenía, que es el Zorzal, de Seferis, pero no lo encontré cuando él me lo pidió. ¿Cuál es tu libro más viejo? El pilar de mi biblioteca es las Obras completas, de San Juan de la Cruz. Un tío mío antes de morir me dijo: ‘¿qué libro de poesía me harías leer antes de morir?’. Yo le di Mares, de Saint-John Perse, y él me reveló este libro de San Juan de la Cruz, y me dijo: ‘espero que lo leas cuando yo muera’. No me aguanté y empecé a leerlo antes. Heredé un libro de mi padre, un libro religioso del Padre Puente, que es un libro muy viejo, editado hace cerca de trescientos años. ¿Cuál es tu libro favorito? Es muy difícil porque los favoritos van cambiando, depende del poeta que esté leyendo. Mi autor favorito durante muchos años fue Wallace Stevens, y de él tengo varios libros y distintas ediciones. ¿Cuál es la joya de la corona? Es éste de Jorge Zalamea que se llama La poesía ignorada y olvidada, que compré en uno de mis primeros viajes a Colombia, hace treinta años, por recomendación de un amigo poeta. +


EL LIBRERO DE… María Baranda CONVERTIRNOS EN LA MEJOR VERSIÓN... Niños a ¡leer!/ Karen Chacek PAULA HAWKINS Entrevista RELIGIÓN NETFLIX Alejandro Flores Valencia SOBRE LA REVOLUCIÓN EN NUESTROS CUERPOS Gabriela Espejo ¡POP! Alberto Chimal BOB DYLAN, EL REBELDE Diego Herrera EL OTRO POP Jóvenes/ Raquel Castro ANIMALES POPULARES Literatura y animales/ Leonora Esquivel ¿QUÉ ES LA CULTURA BASURA? Xósem Amero

EDITORIAL

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CULTURA POP El término cultura pop ha sufrido múltiples transformaciones: su significado se ha engrosado, así como los estudios que proliferan en torno a esta categoría que antes fuera denostada y que, sin embargo, hoy es en muchas ocasiones el eje de tesis y publicaciones. Y, como se sabe, todo buen videojuego —y revista— incluye o mundos sorpresa o personajes inesperados.

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En el mundo número uno de esta edición presentamos entrevistas con tres escritores de distintas latitudes: Carlos Velázquez comenta, en medio de un proyecto de más largo aliento, su más reciente antología de cuentos. Paula Hawkins, la conocida escritora británica del tren, nos comparte detalles de su última novela. Por último, el escritor Adolfo Castañón nos guía con cautela, mas no sin lucidez, por el país llamado Monsiváis.

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Entrevista Carlos Velázquez

En el segundo mundo son las columnas las que resguardan esta publicación: Karen Chacek se adentra al universo de la literatura infantil y los superhéroes. Raquel Castro explora un lado poco visible del pop desde la literatura juvenil. Leonora Esquivel, poniendo en alto los derechos de los animales, hace un repaso de varios que han llegado a la fama, y Ricardo Sánchez Riancho comenta el más reciente poemario de Fernando Rivera Calderón.

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¡Anúnciate con nosotros! (55) 5335 1327

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contacto@revistaleemas.mx

LLEGAMOS TARDE Con/versando poesía/ Ricardo Sánchez Riancho

CÓMIC Frida Kahlo

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INSOMNIO Cuento inédito/ Fernando Cervantes 42 En portada: Nighthawks: Edgar Allan Pop ft. MC Sor Juana & cia., ilustración de Revista Lee+©

Alberto Chimal, en su artículo, y como parte de un tercer universo, antes de una selección de representaciones pop reflexiona en torno a tan multifacético concepto. Por otro lado, Xosém Amero comenta el término también difundido de cultura basura. Bef, sin rodeos, aborda uno de los temas que mejor conoce, desde su experiencia como escritor y dibujante mexicano: la novela gráfica. Dos escritores ganadores del Premio Nobel se hacen presentes: Kazuo Ishiguro, en palabras de José de Jesús Carreto, y Bob Dylan, el rebelde, por Diego Herrera. Finalmente, para nutrir esta ecléctica edición, Alejandro Flores Valencia reflexiona en torno al impacto de Netflix, la literatura fantasma y la cualidad del spoiler, mientras Gabriela Espejo se remonta al siglo pasado, época bullente, cuando la revolución sexual alcanzó un nivel de importancia que permeó gran parte del espectro social. Para cerrar este número que despide el 2017, María Baranda nos invita a conocer la intimidad de su librero. Miguel Ángel Fragoso Franco, en homenaje a ¿Dónde está Wally?, crea un escenario de lucha, que funge más como un encuentro cultural, mientras Manuel M. Navarrete, Nel, conmemora a Frida Kahlo, y nosotros en portada el cuadro Nighthawks, de Edward Hopper... Se avecina el 2018, conseguimos completar un nivel más, pero las secuelas siempre contienen una pregunta: ¿superarán a sus precedentes? ¡Feliz fin de año!

EL RING cultural

LA NOVELA GRÁFICA ES FÍSICA CUÁNTICA Bernardo Fernández, Bef 36 KAZUO ISHIGURO José de Jesús Carreto

Directora general Yara Sánchez De La Barquera Vidal yara@revistaleemas.mx

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Editor Rolando R. Vázquez Mendoza rolando@revistaleemas.mx Directora de arte Valeria Moheno Lobato valeria@revistaleemas.mx Diseño Cinthya I. Hernández García cinthya@revistaleemas.mx Directora de marketing Beatriz Vidal De Alba beatriz@revistaleemas.mx Difusión y promoción Fabián Vásquez fabian@revistaleemas.mx Redacción Angélica Fajardo C. angie@revistaleemas.mx Editor web y redes sociales Víctor García victor@revistaleemas.mx Corrección de estilo Isaura Leonardo Consejo editorial Alberto Achar Jorge Lebedev Fotógrafo Diego Alvarez deigoobras@gmail.com

Tiraje mensual de 60 mil ejemplares

Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Información: (55) 5413 0397, Ventas Publicidad: (55) 5335 1327. Editado por www.taraediciones.com Correo electrónico: contacto@revistaleemas.mx, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Benjamín Franklin 98, Piso 1 y 3, Escandón, Delegación Miguel Hidalgo, 11800, Mexico, D.F. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. en Avena núm.15 Colonia Granjas Esmeralda. Iztapalapa. C.P. 09810, México D. F. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.

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LOS+VENDIDOS

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NO FICCIÓN

FICCIÓN PASA EL DESCONOCIDO. ANTOLOGÍA PERSONAL DE ALÍ CHUMACERO Alí Chumacero ASOCIACIÓN NACIONAL DEL LIBRO

MÉXICO BIZARRO Alejandro Rosas PLANETA

Alí Chumacero nació el 9 de julio de 1918 en Nayarit, y murió el 22 de octubre de 2010. Fue ensayista, poeta y participó en “México en la Cultura”, suplemento de Novedades. Fue miembro del pen Club Internacional, miembro honorario del Consejo Nacional del Seminario de Cultura Mexicana y miembro del snca. Por medio de esta antología podemos adentrarnos a la intimidad de sus textos.

En breves e irreverentes anécdotas, en las que la acidez y el humor se desbordan sin timidez, México bizarro retrata un país tan surrealista que lo mismo tiene sabor a chiste que a pesadilla. La pericia del historiador Alejandro Rosas y la astucia periodística de Julio Patán narran los hechos que nuestra historia habría querido esconder bajo la alfombra, y las anécdotas que destapan las cloacas de la realidad de México, el país al que el adjetivo bizarro parece quedarle como un traje a la medida.

ORIGEN Dan Brown PLANETA

VÉNDELE A LA MENTE, NO A LA GENTE Jürgen Klaric PAIDÓS

Robert Langdon acude al Museo Guggenheim Bilbao para asistir a un trascendental anuncio. El anfitrión es Edmund Kirsch, un joven multimillonario y uno de los alumnos más brillantes de Langdon; se dispone a revelar un extraordinario descubrimiento: ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? No obstante, al poco tiempo de comenzar la presentación, estalla el caos. Perseguidos por un peligroso enemigo, Langdon y Ambra descubrirán los episodios más oscuros de la historia y del extremismo religioso.

EVA Arturo Pérez-Reverte ALFAGUARA Marzo de 1937. Mientras la Guerra Civil sigue su trágico curso, una nueva misión lleva a Lorenzo Falcó hasta Tánger —turbulenta encrucijada de espías, tráficos ilícitos y conspiraciones—, con el encargo de conseguir que el capitán de un barco con oro del Banco de España cambie de bandera. Espías nacionales, republicanos y soviéticos, hombres y mujeres, se enfrentan en una guerra oscura y sucia en la que acabarán regresando peligrosos fantasmas del pasado.

EL GIGANTE ENTERRADO Kazuo Ishiguro ANAGRAMA Del paso de los romanos por la Inglaterra de la Edad Media sólo quedan ruinas. Entre la bruma, británicos y sajones conviven en tierras yermas, distribuidos en pequeñas aldeas. En una de ellas vive una pareja de ancianos —Axl y Beatrice— que toma la decisión de partir en busca de su hijo. Kazuo Ishiguro construye una narración que indaga en la memoria y el olvido, en los fantasmas del pasado, el odio larvado y la traición con que se forjan las patrias y a veces la paz.

MÁS ALLÁ DEL INVIERNO Isabel Allende PLAZA & JANES Isabel Allende parte de la célebre cita de Albert Camus: “en medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible”, para urdir una trama que presenta la geografía humana de personajes propios de la América actual que se hallan “en el más profundo invierno de sus vidas”: una chilena, una joven guatemalteca ilegal y un hombre maduro estadounidense. Ésta es una de las historias más personales de Allende, una obra que aborda la realidad de la emigración y la identidad de América.

El autor prueba en este libro que los procesos de ventas a los que estamos acostumbrados son sumamente desgastantes y poco efectivos, debido a que no sabemos cómo funciona la mente. Las ventas de este volumen han sido todo un récord en los primeros meses tras su lanzamiento, convirtiéndose en el modelo comercial y de venta de empresas.

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO Viktor Emil Frankl HERDER Estremecedor relato en el que Viktor Frankl narra su experiencia en los campos de concentración. Él, que todo lo había perdido, que padeció hambre, frío y brutalidades, que tantas veces estuvo a punto de ser ejecutado, pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles.

Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO AÚN NO SE HA ACABADO Odín Dupeyron DIANA Y colorín colorado este cuento aún no se ha acabado se editó por primera vez en el año 2001, y es una extraordinaria historia que sigue vigente a pesar de los años. Nos habla de los miedos escondidos que nos paralizan, del deseo que tenemos de ser libres, de la importancia de conocernos a nosotros mismos y de entender quiénes somos.

DE ANIMALES A DIOSES: BREVE HISTORIA DE LA HUMANIDAD Yuval Noah Harari DEBATE Hace cien mil años al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy sólo queda una, la nuestra. ¿Cómo logró imponerse en la lucha por la existencia? En De animales a dioses, Yuval Noah Harari traza una breve historia de la humanidad, desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica.

JÓVENES UNO SIEMPRE CAMBIA AL AMOR DE SU VIDA Amalia Andrade Arango PLANETA

TODO LO QUE FUIMOS Alberto Villarreal PLANETA

CARTAS DE AMOR A LOS MUERTOS Ava Dellaira VERGARA Y RIBA EDITORAS

COSAS QUE PIENSAS CUANDO TE MUERDES LAS UÑAS Amalia Andrade Arango PLANETA

¿QUIÉN MATÓ A ALEX? Janeth G. S. OZ EDITORIAL


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ELECTRÓNICOS

ARTE

EL LIBRO DE LAS RELACIONES Mía Astral PLANETA ¿Por qué siempre elegimos parejas que se parecen entre sí? ¿Cuáles son nuestros patrones, bloqueos emocionales, nuestros verdaderos deseos y qué tienen que ver los astros en todo esto? Las relaciones que tenemos con otros son espejos de cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Una guía de las estrellas para encender tu fuerza interior y crear relaciones que te hagan brillar de verdad.

PEMEX RIP Ana Lilia Pérez GRIJALBO Este libro responde a una falta en el periodismo nacional acerca de la industria que marcó la mayor parte del siglo xx en México, y que ahora tomó un rumbo indefinido y negativo. A partir de la nacionalización de la industria petrolera, durante ochenta años, Pemex fue el principal sostén de la economía mexicana. Al cabo de esas ocho décadas, la reforma energética acabó con el modelo nacionalista e hizo escombros el Pemex de Cárdenas: de manera deliberada la producción se derrumbó y dio paso a la desnacionalización y privatización.

YO SOY ERIC ZIMMERMAN, VOL. I Megan Maxwell ESENCIA Me llamo Eric Zimmerman y soy un poderoso empresario alemán; soy, además, un hombre frío e impersonal, que disfruta del sexo sin amor y sin compromiso. En uno de mis viajes a España conocí a una joven llamada Judith Flores. Ella me hizo reír, me hizo cantar, me hizo incluso bailar. Después de un tiempo de inestabilidad emocional, comenzamos una relación plagada de fantasía y erotismo.

ORIGEN Dan Brown PLANETA

LA HISTORIA DEL ROCK Varios Autores PARRAGON BOOKS Decir que los géneros musicales no se trastocan entre sí es cometer un error de gravedad. Por medio de este volumen cultural del género musical nos sumergiremos no sólo a la historia del rock, sino también al punk, al metal y varios estilos y géneros más.

TEORÍA DE LA MÚSICA Francisco Moncada García EDICIONES FRAMONG Teoría con la que toda persona puede aprender los conceptos de la música, a partir de un sistema de preguntas y respuestas.

LAS MEDIDAS DE UNA CASA: ANTROPOMETRÍA DE LA VIVIENDA Xavier Fonseca PAX MEXICO Todas las medidas para el diseño de una casa. Desde el tamaño de los muebles hasta la altura de los accesorios. ¿Cuánto debe medir una escalera o un área de circulación? Esta obra imprescindible da al profesionista y al usuario, de manera clara y sencilla, todos los datos de la antropometría, análisis de mobiliario, diseño urbano, control ambiental, incluyendo el uso de energía solar, circulaciones y otros.

#COLOREANDING. DÍA DE MUERTOS Malacara & Gale VERGARA Y RIBA EDITORAS

Robert Langdon acude al Museo Guggenheim Bilbao para asistir a un trascendental anuncio. El anfitrión es Edmund Kirsch, un joven multimillonario y uno de los alumnos más brillantes de Langdon; se dispone a revelar un extraordinario descubrimiento: ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? No obstante, al poco tiempo de comenzar la presentación, estalla el caos. Perseguidos por un peligroso enemigo, Langdon y Ambra descubrirán los episodios más oscuros de la historia y del extremismo religioso.

¿Qué tan mágico es México? ¡Mucho! #Coloreanding. Día de Muertos es un nuevo título de la colección de libros para pintar, con diseños inspirados en una de las festividades más tradicionales de México. Una invitación a colorear y regalar.

MÉXICO BIZARRO Alejandro Rosas PLANETA

MÉXICO Juan Cristóbal García Sánchez PUBLICACIONES ILUSTRA

En breves e irreverentes anécdotas, en las que la acidez y el humor se desbordan sin timidez, México bizarro retrata un país tan surrealista que lo mismo tiene sabor a chiste que a pesadilla. La pericia del historiador Alejandro Rosas y la astucia periodística de Julio Patán narran los hechos que nuestra historia habría querido esconder bajo la alfombra, y las anécdotas que destapan las cloacas de la realidad de México, el país al que el adjetivo bizarro parece quedarle como un traje a la medida.

Ciudades, pueblos, iglesias, conventos, monumentos, gentes, atmósferas, todo esto es descrito en esta magnífica travesía dirigida al generalista selecto, cubriendo principalmente el Grand Tour cultural mexicano, tan sorprendente y valioso como excelso y diverso. En este sabroso y brillante libro el lector disfrutará del olvidado arte de viajar y apreciará el maravilloso legado de México desde valiosas perspectivas, obteniendo así las claves y sugerencias para gozar un recorrido esencial, ameno, rico y revelador.

NIÑOS GRAVITY FALLS: DIARIO 3 Disney PLANETA JUNIOR

CUENTOS DE BUENAS NOCHES DISNEY PIXAR COCO PARA NIÑAS REBELDES Equipo Editorial Larousse Elena Favilli/ Francesca Cavallo MEGA EDICIONES / DISNEY PLANETA

EL MUNDO DE COCO Equipo Editorial Larousse MEGA EDICIONES / DISNEY

GRAVITY FALLS. COMIC 1 Disney PLANETA JUNIOR


H casi cualquier cosa. También conocida como cultura

ablar de cultura pop en estos tiempos es referirnos a

KAREN CHACEK

popular, se ha denominado así al conjunto de conocimientos e ideas colectivas transmitidos por los medios masivos o de largo alcance como la televisión, el cine y la literatura. El fenómeno de la cultura pop ha tenido un boom intercontinental, impactando sobre todo a Europa y América del Norte, aunque también ha tenido incursiones en Asia, en países como India y Japón. Asimismo, poco a poco ha introducido su influencia en Latinoamérica. Específicamente la literatura pop ha irrumpido en una gran extensión de temas, géneros y subgéneros que sumergen al lector en un sinfín de referencias culturales de diferente índole como historia, ciencia y tecnología, por mencionar algunas. Este fenómeno ha repercutido en la manera de entender las letras, haciendo de la lectura algo más vivencial. Sin embargo, la cultura y la literatura pop no han cambiado solamente la forma de acercarnos a los textos, sino que también han transformado las experiencias de los viajeros, quienes se entusiasman cada vez más por visitar destinos donde sus protagonistas preferidos se muestran en los mundos de ficción.

os superhéroes, ese maravilloso producto de la cultura popular. ¿Por qué nos cautivan y los necesitamos tanto? Será que su promesa de poner orden a un mundo caótico, que parece estar lleno de poderes malvados, nos reconforta como pocas cosas. Desde tiempos remotos las personas hemos entendido la necesidad de contar con figuras ideales que nos formen y guíen en la infancia y la adolescencia, que nos inspiren en la edad adulta. Los superhéroes encarnan nuestros valores más elevados como sociedad, nuestra búsqueda de justicia. Son inspiración y recordatorio de que todo el tiempo contamos con la posibilidad de convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos; es nuestra elección optar por la ayuda mutua, la empatía, la complicidad libre de prejuicios y el perdón. Maarón, de Hakon Ovreas y Oyvind Torseter es un libro excepcional en muchos sentidos. Su protagonista, Aarón, acaba de mudarse a un poblado pequeño con sus padres. Ha hecho dos amigos y tres enemigos. Su abuelo, el hombre que solía relatarle grandes historias e inspirarlo a emprender aventuras, acaba de morir. Aarón se ve de pronto frente a un par de circunstancias desconocidas que lo ponen a prueba: entender qué significa que alguien cercano muera y hacer frente a una injusticia, utilizando sus propios recursos, pues ninguno de los adultos a la redonda lo puede auxiliar en ese momento. ¿Tocará pelear o salir corriendo? ¿Será válido hacer ambas cosas? En ocasiones, incluso el más valiente batea y corre para salvar su pellejo. Pero esto que les cuento es sólo el inicio de la aventura. El asunto de las latas de pintura, de las mentiras necesarias, los objetos extraordinarios y las buenas casualidades se los dejo para que ustedes lo descubran. Los superhéroes de la historia, ingeniosos y hacedores de sus propios efectos especiales, le dan sentido a la frase: “Una sociedad sin héroes es una sociedad sin esperanza”. Rebosante de ilustraciones fabulosas, el libro nos recuerda la nada sutil diferencia entre afrontar la vida con un condescendiente “todo se vale, mientras a mí no me perjudique” o con un genuino “este mundo me importa”. + @Malkatika

Un ejemplo de lo anterior es Ángeles y Demonios; el bestseller de Dan Brown ha inspirado a más de un sibarita a recorrer las calles de la hermosa ciudad de Roma. La ficción escrita por Brown plasma de manera tan asombrosa la combinación entre el arte, la religión, la historia y el misterio, que se ha creado más de un itinerario inspirado por el relato sobre la conspiración de los Illuminati. Quien emprende este viaje literario visita necesariamente el Panteón de Agripa, el obelisco de la Piazza del Popolo, las plazas de San Pedro y Navona, y el Castillo de Sant’Angelo. Ian Fleming, por otro lado, creador del personaje James Bond, a quien dedicó más de una decena de novelas, también ha inspirado a viajeros que buscan revivir las aventuras del Agente 007. Esto ha dado lugar al denominado turismo Bond. Varios países han conformado rutas que siguen los pasos del agente encubierto, ya sea inspirados por la obra de Fleming o por sus adaptaciones cinematográficas. Por ejemplo, en Portugal —lugar que algunos

señalan como el país que inspiró el nacimiento de James Bond— las visitas obligadas se encuentran en el pueblo de Estoril. Ahí se puede conocer el Hotel Palacio Estoril con su Spy’s Bar, donde se hospedó Fleming en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y donde se filmó Al servicio de su Majestad, con George Lazenby. También está el Casino de Estoril, sitio de reunión de los espías durante la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, el Charles Hotel Munich creó una experiencia llamada “Be James Bond for a day”, en la que se les ofrece a los huéspedes la aventura de convertirse en los protagonistas de su propia historia de espías. En otras latitudes, el manga japonés ha sido un referente de la cultura pop a la par de las novelas gráficas estadounidenses. Al igual que en la literatura occidental, el manga abarca una vasta extensión temática, por lo que con sus historias e ilustraciones las producciones niponas también han sido un incentivo para los trotamundos. Quienes viajan a Japón con el deseo de explorar el fascinante mundo del manga y el anime no dudan en visitar el Museo del Manga Osamu Tezuka, el parque Sanrio Puroland, el Museo Ghibli, y el barrio de Akihabara, donde se ofrecen visitas guiadas gratuitas dedicadas al manga y las nuevas tecnologías. Además de toda la oferta de sitios temáticos, Japón cuenta con escenarios reales que han formado parte de diversas historias. Basta con pensar en Cardcaptor Sakura, escrita e ilustrada por CLAMP, o Pretty Soldier Sailor Moon, escrita e ilustrada por Naoko Takeuchi. Ambas series han tenido alcances internacionales y, por ende, han invitado a sus seguidores a explorar sus atmósferas inspiradas en sitios reales como la Torre de Tokio. Sin duda, las letras poseen una magia capaz de transportarnos a otras partes del mundo, pero la fascinación que generan se vuelve aún mayor al vivir la experiencia de disfrutar los escenarios habitados por nuestros personajes favoritos. ¿Qué mejor guía podemos desear para descubrir nuestra propia historia que los héroes que nos inspiraron a viajar? + Gabriela Noguez DINKtravelers.com



Foto: Diego Alvarez©

l periodo en el que un escritor no tiene alguna publicación se le suele llamar de silencio. Sin embargo, como una televisión sin señal que aún produce ya sea un zumbido constante o un glitch de interferencia, son las obras publicadas las que mantienen el ruido, no en la prensa, que busca la noticia de última hora, la que está en boca de todos, sino en la mente de los lectores, en la curiosidad resultante de la lectura. Carlos Velázquez tardó cuatro años —El karma de vivir en el norte data del 2013— en publicar La efeba salvaje (Sexto Piso), un libro de cuentos que irrumpe en medio de la escritura de un proyecto de más largo aliento: “Comenzamos con la novela, quisimos hacer las cosas a la old school y grabarla toda en análogo. La novela está hecha pero lo que estamos tratando de hacer es remasterizarla un poco, y en 2018 se va a publicar. En este lapso se in-

miscuyó La efeba salvaje —debido a los problemas que estábamos teniendo con los sonidos de la novela—; para despejarme un poco, para desintoxicarme, me puse a escribir relatos, que hacía muchos años que no lo hacía, desde La marrana negra de la literatura rosa, que se publicó en 2010; había dejado en stand by el género. Tengo muchos esbozos de cuentos y había algunos que estaban escritos a la mitad, otros que tenían uno o dos párrafos. Empecé a escribir La efeba y me divertí muchísimo, me la empecé a pasar muy bien, y seguí y seguí y, de repente, teníamos un libro conformado”. El escritor coahuilense, vestido con una llamativa playera de Pink Floyd, continúa: “El tono de la novela está más cercano al de La Biblia Vaquera, es una historia que se desarrolla en el norte, en el ámbito rural, es la historia de dos hermanos que están buscando un tesoro. El tono de La efeba salvaje, por otro lado, es un poco más cercano al de La marrana negra, y las preocu-

paciones son casi las mismas. Hay un cuento que se llama ‘El resucitador de caballos’, que está bastante alejado de la vertiente de humor corrosivo que se maneja en La efeba, y que en algún momento pensamos que quizá debimos incluirlo en otro libro con relatos de un tono similar. Luego nos dimos cuenta de que el carácter de este libro de cuentos es ecléctico. ‘El resucitador de caballos’ es una historia de fantasmas, yo no había ensayado ese registro y me sentí muy a gusto: creo que el cuento es bueno para nunca haber pisado esos terrenos”. Quizá sea la literatura de fantasmas una vertiente apenas explorada por el autor de La efeba. No obstante, para acercarnos a un territorio mejor explorado por Velázquez abordamos el tema del humor y lo pop: “Esta fue una lección que aprendí de Leonard Cohen, que tiene un poemario titulado Comparemos mitologías. Lo que percibí


En esta antología de cuentos podemos trazar una línea clara que atraviesa la obra de Carlos Velázquez, entre su particulares intereses: temas mundanos, es decir, terrenales, comunes a la mayoría de la gente, en oposición a los tratamientos casi sublimes de otras obras: “Cuando comencé mi vida como lector, —siempre fui un mal lector de literatura mexicana—, excepto José Agustín, casi no existían muchos escritores con los cuales me pudiera sentir identificado, porque no retrataban mi universo, me parecía algo muy distante de mi concepción de la realidad”. De inmediato, Velázquez comparte una anécdota que fungió como motor para su obra posterior: “Lo recuerdo claramente: iba en un coche de copiloto, se acercó un limpiaparabrisas para lavar el vidrio y pensé: ‘¿por qué nadie está escribiendo sobre esta gente?’. Me parece una veta literaria muy explotable. A partir de ahí empecé a observar a la gente que me rodeaba, a esta clase social indeterminada, porque ya no es clase media, ya que con la desigualdad social todos somos clase baja. Aquí está, sin embargo, lo más interesante que está pasando a nivel social, por lo que dije: ‘esto tiene que ser llevado a las páginas’. No me interesaba escribir sobre gente que no conozco, sobre ámbitos que no conozco. Quería escribir acerca de lo más estrafalario que brotaba de estas personas. Por ejemplo, en el libro está el cuento de una pareja que son muy amorosos unos con otros, se dicen apodos, se dan arrumacos, se besan y parece que son personas muy inofensivas, pero apenas las sacas de balance y son

Ve la entrevista en mascultura.mx

capaces de llegar hasta el asesinato; esa complejidad fue lo que más me impulsó a seguir esta línea que comenzó con La marrana negra, y que va a continuar porque tengo un siguiente libro en preparación”, y agrega: “las preocupaciones se ven reflejadas en los otros libros: esta fascinación con la obesidad, porque es algo que está presente las veinticuatro horas del día. La obesidad es uno de los, sí, mayores problemas de este país, pero también uno de los grandes temas: siempre está presente. Eso me hace fijarme en los personajes y empezar a ver el drama que vive la gente obesa: han sido una gran materia literaria”. La efeba salvaje puede ser, como apunta su autor, un libro ecléctico, pero no debe dejar de percibirse lo cerca que están los personajes de la gente común, de nosotros, de los prescindibles. Esto se logra, también, por el tratamiento que ejecuta Velázquez, así como el contexto familiar y poco extraordinario que nos plantea en su universo narrativo. Hacia el final de la charla apunta: “Desde los ochenta hacia el presente los temas de la literatura mexicana se han encargado de retratar la realidad latinoamericana o la mexicana. Sin embargo, hay algo que hizo que detonara la vertiente pop dentro de la literatura. En principio está la influencia de José Agustín, que es uno de los propiciadores para que pudieran existir autores como Elmer Mendoza, en quienes la cultura pop permea su discurso; otro es el arribo de la posmodernidad, sin la que esto no hubiera sido posible. La literatura mexicana tenía antes otro tratamiento, los personajes y las tramas obedecían a otra época. Viene José Agustín y en los ochenta empiezan muchos autores a hablar sobre la vida cotidiana, el resquebrajamiento de las instituciones, la realidad mexicana que comparte con Latinoamérica, la caída de las instituciones, la cruda de los sistemas políticos y de las dictaduras. Es ahí donde se cuela la literatura pop y con el paso del tiempo cada vez más autores utilizan la referencialidad pop como uno de sus rasgos estilísticos. En el primer párrafo de Efecto Tequila, de Elmer Mendoza, hay alrededor de diez o doce voces en las que se advierten los slogans publicitarios, frases de televisión, fragmentos de canciones combinados con la voz del narrador omnisciente y con los pensamientos del mismo autor. Esto se remonta a Joyce, que era quien así lo hacía. El autor irlandés tiene este manejo de distintos planos de voces, de inserciones, pero en ese tiempo, Joyce utilizaba slogans y frases de canciones que obedecían a su época, y estaban hechos con esta voluntad de pastiche. Si Joyce viviera en el presente, definitivamente escribiría literatura pop”. + Rolando Ramiro Vázquez Mendoza

Foto: Tomada de la portada del libro La efeba salvaje.

en Cohen es que esta comparación la lleva a cabo en su vida personal, es decir, en su trabajo como artista. Él es un poeta que tiene una formación literaria, proviene de cierta mitología clásica y la combina con la moderna, que es tomar un micrófono y en algún plano ser una especie de estrella de rock. Este choque entre la mitología clásica y la mitología pop fue algo que me llamó muchísimo la atención, fue un camino que decidí tomar y así llegué a idear La Biblia Vaquera. En el plano de la canción norteña, del corrido, mi manera de entrecruzar estas mitologías fue poner a Los Cadetes de Linares en un iPod, y me sigue pareciendo algo de ciencia ficción, muy futurista. Creo que cuando se idearon los corridos, estas historias de bandidos, de caballos, que se dieron en el norte rural, donde la gente se batía a balazos, este universo jamás imaginó que terminaría en un dispositivo como el iPod. Este choque o enfrentamiento es lo que me ha fascinado de la cultura pop. Mi preparación literaria fue un poco tardía; mi preparación inicial fue escuchar música, leer sobre música y eso ocasionó que lo que escribo se quedara empapado del espectro pop”.


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l agua. La vida sin ella es imposible, y la mayoría de las veces representa el escape perfecto de la vida ajetreada y la rutina. Sin embargo, tiene un lado menos amable, misterioso, desconocido, que ha sido fuente de inspiración para la más reciente novela de Paula Hawkins, Escrito en el agua (Planeta): “Escribí acerca del agua porque creo que muchos de nosotros tenemos una relación alegre con ella, pasamos las vacaciones de verano en el mar o en un lago, nos gusta nadar y nos trae recuerdos gratos. Para alguien que ha tenido una mala experiencia con el agua es aterrador. Si estuviste cerca de ahogarte o te arrastró el mar es algo terrible. Hay todas estas contradicciones en el agua: es hermosa y contemplarla es maravilloso, pero también es peligrosa, y a pesar de que existe esa belleza y una calma aparente, realmente no sabemos lo que acecha por debajo. Desde la perspectiva de la ficción, del escritor, el agua tiene potencial como metáfora, pero también como una característica física en el libro”. La novela comienza tras la inesperada muerte de Nel Abbot, en el lago de Beckford, pueblo ficticio creado por Hawkins. Lena y Jules, hija y hermana de Nel respectivamente, saben que hay algo detrás de todo, algo que quizá conecte esta muerte con las de otras mujeres ocurridas a lo largo de los años en ese mismo punto: “el agua es absolutamente fundamental para el libro. Físicamente el río corre por el centro del pueblo, pero también por las relaciones de la gente; es el lugar en el que ocurren los eventos más dramáticos, donde aparece el cuerpo de Nel,

y donde la gente ha perdido la vida. En algunos sentidos es también una conexión al pasado, porque el río siempre ha estado ahí, así que conecta la acción actual con todos estos eventos que han ocurrido en la historia de este lugar, y se han centrado en el agua”. De esta forma da inicio un recorrido al pasado, regresando siempre al presente, pero con más información acerca de Nel, de su vida y su muerte, aunque también con más preguntas.

“Deconstrucción es una buena palabra para esto. Sé más o menos dónde está el fin, porque necesito saber que ahí es hacia donde me dirijo, pero este libro es, de cierto modo, una deconstrucción del misterio. Estoy desarmando las cosas que han pasado y viéndolas desde distintas perspectivas, o desde un periodo de tiempo diferente. Eso permite al lector ver los misterios centrales de diversas formas y descubrir distintas cosas”.

Al misterio se suma una serie de personajes intrigantes, algunos de ellos contando parte de su historia en primera persona, algunos siendo más distantes al permanecer bajo la narración en tercera persona. Hawkins explica: “Eso surgió conforme escribía. Principalmente fue por el bien de la trama, porque si lees la mente de todos, estás dentro de sus pensamientos, entonces es muy difícil mantener el misterio. Hay cosas que deben permanecer escondidas, y una narración en tercera persona te permite esconder un poco más, y que esos personajes sean más complicados de leer. Eso era necesario para que el lector se metiera en las mentes de personajes como Jules, o su sobrina Lena. Pero hay otros personajes, algunos sospechosos, y no sabemos si son de fiar...”. Este “coro” de voces, como lo llama su autora, tiene información que por momentos aclara y por momentos confunde. Este laberinto de respuestas que generan más dudas, de eventos ocurridos cientos de años antes, o los más actuales, de conexiones y coincidencias, pareciera más la deconstrucción de una historia que su construcción. Hawkins opina:

Los sucesos y las tragedias se van acumulando, se van posando unos sobre otros. La perspectiva se vuelve borrosa y confunde pensar si algún acontecimiento es consecuencia de otro, o si incluso ocurrió para sanar el dolor del anterior, para mitigar las huellas de aquello que quiere olvidarse: “En el libro, Katie está tratando de lidiar con su pasado traumático, y a veces se requiere de un evento dramático, una ruptura de algún tipo que ayude a enfrentar el pasado. Una de las tragedias centrales de este libro es la relación entre Jules y Nel. Se necesita de esa tragedia para que Jules pueda superar lo que ocurrió en su pasado: es una llamada de atención. Aunque hubiera sido mejor que no fuese necesario ese terrible y traumático evento para traerla de regreso a este lugar en el que necesita enfrentar su pasado. Creo que eso sucede con frecuencia: se necesita un evento dramático para que hagamos frente a aquello de lo que hemos estado huyendo”. No todos los personajes logran enfrentar la realidad o decir la verdad, y se mantienen en este escondite por dis-


tintas razones, pero hay un factor que todos comparten en menor o mayor medida, directa o indirectamente: la culpa: “Hay muchas tragedias en el libro, muchos eventos traumáticos, y distintos personajes se sienten responsables por cosas que sucedieron, así que hay personas que están conectadas con eventos trágicos, están examinando sus propios roles. Eso es particularmente notable con Katie, por ejemplo, que es una chica joven que se quita la vida; ésas son las cosas que la gente quiere saber: ‘¿qué pudimos haber hecho? ¿Qué debimos haber hecho diferente para obtener otro resultado?’, y todos están tratando de examinar su conciencia. Ésa es una de las cosas terribles en estas situaciones, que tienes que darte cuenta de que probablemente nunca sabrás el porqué, pues no suele haber una razón”. Vivir con esta clase de emociones no es fácil, y la mente invariablemente tratará de protegerse. La memoria puede ser la indicada de guardar, borrar o ajustar los recuerdos para que el presente sea más llevadero, al punto de ya no tener la certeza de si manejamos nuestros recuerdos, o éstos nos manejan a nosotros. Hawkins lo plantea así: “Creo que en la mayoría de los casos no formamos los recuerdos deliberadamente, pero cuando hablamos de nuestro pasado, contamos historias de diferentes maneras, y mientras más las contamos, más las cambiamos. Al final, creo que subconscientemente le damos forma a los recuerdos. Hay algunas situaciones en que las personas cambian su pasado casi a propósito, quizá como respuesta a una tragedia terrible o un trauma, y cuentas una historia diferente para ayudar a sanar algo. En general, pienso que es algo que hacemos sin darnos cuenta, que estamos reescribiendo nuestra historia de algún modo, y eso nos cambia el pasado”.

Foto: Planeta

Escrito en el agua es una novela de misterio. Así de simple. Paula Hawkins vuelve a crear un ambiente escalofriante y con vueltas inesperadas en la trama. Hay que estar muy atentos, pues a diferencia de su novela anterior, La chica del tren, aquí hay una cantidad importante de personajes para seguir de cerca, y además hay que tratar de no perder la línea del tiempo. Lo que sí repite en este caso es la fragilidad, o la aparente fragilidad de las protagonistas, quienes terminan demostrando una fortaleza que ni siquiera ellas conocían. Son mujeres que han pasado de todo y que son señaladas por sus decisiones. Mujeres conflictivas, como aquéllas a quienes está dedicado el libro. Hawkins define así a alguien conflictivo: “Depende de quién esté llamando conflictiva a la persona. Ésa es la cuestión con este libro, que hay mucha gente conflictiva, mujeres que crean problemas. Lo que yo trataba de transmitir es que cualquiera puede ser acusado, y muchas de estas mujeres han tratado de seguir con sus vidas, hacer su trabajo, tener una relación, y así se les ha tildado. Estoy diciendo que debemos apropiarnos de eso, necesitamos examinar a quién están causando un conflicto, qué problema genera. Eso es lo que debemos observar. Los conflictivos frecuentemente son quienes quieren decir la verdad, los que quieren descifrar las cosas, y quizá quienes los acusan de crear problemas son los que quieren mantener todo en silencio”. ¿Paula Hawkins se considera una mujer conflictiva? Ella lo responde: “A veces. Creo que lo he sido, espero serlo, porque necesitamos crear problemas de vez en cuando”. + Angélica Fajardo C.


Foto: R. R. Fullton ©


iércoles por la mañana. Estamos en el sur de la Ciudad de México en espera de reunirnos con Adolfo Castañón para platicar acerca de su libro Nada mexicano me es ajeno. Papeles sobre Carlos Monsiváis (Bonilla Artigas Editores, 2017). Un apretón de manos, la luz del sol entrando por la ventana e iluminando la estancia en la que nos acomodamos y las palabras empiezan a surgir. Con treinta años de trabajo en el Fondo de Cultura Económica, Adolfo Castañón (Ciudad de México, 1952) se ha especializado en el estudio de autores como Octavio Paz y, por supuesto, Carlos Monsiváis. Como referencia podemos consultar —además del presente libro que motiva la entrevista—, “Carlos Monsiváis: un hombre llamado ciudad”, el primer texto que Castañón escribió acerca del autor de Apocalipstick. El también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua entró en contacto con Monsiváis tras regresar de un viaje en 1974, gracias a David Huerta y Paola Villegas. De ahí nació una amistad que con los años se volvería muy sólida. Castañón comenta al respecto: "Cuando lo conocí, yo tenía veintidós años y él treinta y seis; yo lo sentía ya no como un hermano mayor, sino como un padre o un tío abuelo, ya que era una persona con mucha fuerza. Empecé a trabajar con él en el suplemento "La Cultura en México", que tuvo que ver mucho en su desarrollo intelectual, porque le permitió proyectar su creatividad y medirse con distintas circunstancias literarias, políticas, culturales y artísticas". DESCIFRANDO EL PAÍS MONSIVÁIS Amante de tomar libros de su casa y ponerlos en las librerías, Adolfo Castañón cuenta que tiene más libros que años; a ellos, se une Nada mexicano me es ajeno. Papeles sobre Carlos Monsiváis. Se trata de un ejercicio que incluye muchos testimonios gráficos y, como el autor cuenta, “fui testigo de su crecimiento, desarrollo y florecimiento”. Confundido en no pocas ocasiones con Jaime Maussan en el metro, Castañón considera que este libro “es una especie de Guía Roji del ‘país llamado Monsiváis’”. Está dividido en dos mitades: “Primero están mis aproximaciones diversas a Carlos, dictadas en momentos y circunstancias específicas; la otra parte es un registro escrupuloso de esquelas sobre el fallecimiento de Monsiváis y la hemerografía póstuma parcial de todos los artículos nacionales e internacionales que se escribieron con motivo de la desaparición del cronista”. El presente volumen intenta retratar a Carlos como “el mejor guía para que los mexicanos se conozcan a sí mismos”, al mismo tiempo que plasma cómo el escritor tocó el cuerpo social y logró crear una unidad nacional. MONSIVÁIS AL DESNUDO Uno de los guiños más divertidos de este libro es que está formado por varias caricaturas, mismas que derivan en la portada. Por otro lado, esta obra presenta varios elementos invaluables, entre los que destacan las cartas que Monsiváis escribió a Martínez desde Londres: “Éstas se publicaron en Letras Libres, gracias a Rodrigo Martínez Baracs, el hijo de Don José Luis, y gentilmente enriquecen al libro y le dan otra dimensión”, y agrega Castañón: “Carlos Monsiváis es uno de los escritores más emblemáticos de Hispanoamérica por su ingobernable bibliografía. Publicaba en los lugares más raros, improbables y remotos, que lo vuelve comparable a Rubén Darío en términos de caos y desafío a la organización”. Adolfo Castañón pensó en todo, y demuestra que este volumen es una joya digna del más grande seguidor de Monsiváis. Desde el orden de los capítulos

que se hizo “de manera azarosa, y después se fueron acomodando para que hubiera una progresión y una sintaxis dentro de esta guía”, hasta la dedicatoria del libro, misma que va dirigida a los gatos del protagonista, todos con nombres muy particulares, justo como el escritor comenta: “En sus nombres hay una especie de tráfico en la vida personal y la vida íntima, de la actualidad y de la cultura política, social y del chisme con la cotidianidad, y con un animal del que Carlos estaba muy atento. Esto también es sintomático de cómo en estas páginas hay una especie de zoológico nacional de quienes leen, escriben y se interesan”. Aunque no se tocan temas como la relación de Monsiváis con el cine, nos encontramos maravillas como la enorme sección dedicada a enlaces a sitios de internet con diversos artículos sobre el homenajeado. Para este apartado: “le doy crédito a dos personas. Primero a quien hizo la transcripción: Cristina Villa. También a quien era mi secretaria: Hilda Abreu. Fue muy laborioso tratar de que no se nos pasara nada, y verificar que los sitios existieran. Estoy muy contento de darle a la comunidad este pequeño kit”. Adolfo Castañón —hablando de la comunidad— considera que este libro está dirigido para todo público, incluso para “los asaltantes que se arrepintieron de asaltarlo”. ¿QUÉ HAY DETRÁS DE ADOLFO CASTAÑÓN? El autor comenta: “Estudié en la Facultad de Filosofía y Letras. Hice un viaje de casi un año por Europa, Oriente Medio, Grecia, Turquía; pidiendo aventón conocí Israel en guerra. Regresé en 1974 a la Facultad y entré en contacto con dos polos de la cultura mexicana: el polo sur, Monsiváis, en el suplemento “La Cultura en México” y Octavio Paz en la revista Plural, de la que fui corrector; él era el polo norte. Escribía reseñas, fui corrector del suplemento de cultura y trabajé en el fce”. Hacia el final de la charla, no podíamos quedarnos con la curiosidad acerca de lo que el autor carga en su portafolio. Castañón nos propone un experimento y comienza a sacar todo lo que guarda: “La antología de la literatura fantástica, de Borges, es como un libro de cabecera. También un libro de entrevistas de Paul Ricoeur que voy a traducir. Por otro lado, un ejemplar de Ved Mehta, La mosca y el frasco: encuentros con intelectuales británicos, y una cita de Ludwig Wittgenstein: ‘una persona atrapada en una confusión filosófica es como un hombre atrapado en una habitación queriendo salir de ella, pero sin saber cómo; intenta salir por la ventana pero es muy alta, trata de usar la chimenea pero es muy estrecha y si tan sólo se diera vuelta, vería que la puerta siempre había estado abierta’. Esto parecería ser el epitafio de vida”. Amante de leer a escritores como Alfonso Reyes en el transporte público y a la hora que se pueda, Castañón cierra esta charla justo como la comenzamos: hablando de Monsiváis. Y es que, al confesarnos que Antonio Machado, de Juan Medina, es el libro que más veces ha leído, comparte: “Consta que así es porque lo traigo forrado. De hecho, esta idea de forrar los libros es una herencia de Carlos, pues en su biblioteca había dos tipos de libros: los forrados y los que no. Los que sí, eran los que andaba todo el tiempo cargando”. Lo último que el autor de Grano de sal y otros cristales nos comparte es: “Un buen lector se reconoce porque es alguien que anda comprando forros para los libros. También tengo el hábito de trufar los libros con recortes de periódicos o revistas para enriquecerlo”. + Víctor García


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A. STAR WARS: FRAMES Lucasfilm Ltd Abrams Noterie Esta colección consta de dos volúmenes, ilustrada con cuadros tanto de la trilogía original como de las precuelas de la saga Star Wars. En cada página de los libros se revive la conocida historia de Anakin Skywalker y su paulatina transición al lado oscuro, el crecimiento del Imperio y el desafío que los Jedi supervivientes tienen que enfrentar.

C. LOS CAZAFANTASMAS: LA HISTORIA VISUAL DEFINITIVA Dan Aykroyd, Ivan Reitman y Daniel Wallace Norma Editorial Antes de que este libro sea destruido por algún equipo de protones, repasemos esta edición ilustrada de la historia de la filmación de las películas de Cazafantasmas. No sólo aborda la dos primeras filmaciones, sino también la creación de las series animadas de Los auténticos cazafantasmas y El regreso de los cazafantasmas, incorporando entrevistas con los guionistas, los animadores y los actores de doblaje, además de mostrar bocetos nunca vistos antes, celdas de animación y otros materiales visuales.

E. THE COMICS: THE COMPLETE COLLECTION Brian Walker Abrams Comicarts Las dos guías de Brian Walker para los cómics estadounidenses, The Comics Before 1945 y The Comics Since 1945 se combinan en esta edición bellamente diseñada. Brian Walker ha acumulado más de un siglo de tiras, más de mil trescientas imágenes, que incluyen ejemplos raros proporcionados por los propios artistas, dibujantes destacados como George Herriman (Krazy Kat), Walt Kelly (Pogo), Charles Schulz (Peanuts), Bill Watterson (Calvin and Hobbes), Scott Adams (Dilbert), Patrick McDonnell (Mutts) y muchos más.

B. STAR WARS: THE JEDI PATH AND BOOK OF SITH DELUXE BOX SET Daniel Wallace Chronicle Books Una edición especial dividida por el camino de los Jedi y el que conduce hacia el lado oscuro. Cada uno de los libros que conforman esta edición revela información de ambas partes, sus cualidades y diversas especificidades. Si los tuvieras en tus manos, ¿cuál sería el primero que tomarías?

D. COCKTAILS OF THE MOVIES: AN ILLUSTRATED GUIDE TO CINEMATIC MIXOLOGY Will Francis y Stacey Marsh Prestel ¿Sed? Con esta guía podrás conocer las bebidas más famosas que los personajes del universo cinematográfico prefieren, desde Cosmopolitan, de Sex and the City, hasta Highball, de The Great Gatsby.

F. BOND BY DESIGN: THE ART OF THE JAMES BOND FILMS Meg Simmonds DK El espía más conocido de todos los tiempos llega a nosotros por medio de este libro que explora el arte de varias de las películas que le han dado una misión por resolver —más allá de las creaciones literarias—, desde Dr. No, From Russia With Love hasta Casino Royale y la más reciente Spectre, cuyas primeras escenas fueron rodadas en la Ciudad de México.

Productos disponibles en: Librería Mauricio Achar, Miguel Ángel de Quevedo 121. Productos de importación sujetos a disponibilidad.



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I arto de una imagen viralizada en redes sociales durante el año pasado: el escenario oscuro muestra, en medio de una horda de muertos vivientes, hambrientos y amontonados en torno a un carro que ya no funciona, a un conductor, único superviviente del apocalipsis zombi, que permanece sobre el toldo con una escopeta y dispuesto a todo. Cada uno de los espectadores se proyecta a sí mismo como aquel personaje indómito que aguarda el ataque final. En una segunda viñeta aparece la misma ilustración desmintiendo nuestro no siempre hábil instinto: es muy probable que la mayoría de nosotros no sea el superviviente armado sobre el automóvil, sino alguno de los que conforman la horda hambrienta de humanos desmembrándose. II El fin del mundo será transmitido por streaming. Ya se han comentado en innumerables ocasiones los beneficios que internet y la permanente conectividad que proporcionan los nuevos desarrollos tecnológicos —también muchos de sus perjuicios—, pero pareciera que nunca es suficiente hacer hincapié en ellos, ya no por una necesidad excesiva de enfatizar sus bondades —y perversiones—, sino por los vertiginosos avances que nunca terminan de comentarse, de discutirse y, también, de teorizarlos y criticarlos. Es ahora el momento en que podemos presenciar el rayo que cae en medio de un bosque, aquél que antes no habría

sido visto. Esta cualidad de ubicuidad que nos brindan las telecomunicaciones y la multiconectividad también contagia la noción de verdad. Todo lo que sea capturado por el ojo del gran hermano que cada uno de nosotros porta en su celular y transmite en redes sociales, o los que se erigen en las puntas de los obeliscos de las esquinas concurridas en los lugares públicos, son testimonios visuales que nutren la idea de una verdad construida a partir de lo que uno ve, de lo que se transmite. No abundaré en este punto, pero —spoiler alert— referiré a una escena de la serie británica Utopia, en la que Grant Leetham, un niño de once años que huye de la Red, es acusado de homicidio en una escuela. Arby, el cazador de la serie, es quien llega y dispara a cualquiera que se le ponga enfrente. Una vez concluida la masacre, la Red, organización conspirativa tal vez a la par de Umbrella Corporation, obtiene las videograbaciones y las edita; en ellas ya no se observa a Arby llevando a cabo las ejecuciones, sino a Grant, quien tuvo la mala fortuna de haberse encontrado con los tentáculos de la Red. Los videos se difunden en noticieros y medios oficiales; el discurso tergiversado consigue su objetivo: plantar una idea —o versión— de verdad en los espectadores. III En su libro La industria del fin del mundo, el escritor mexicano Ignacio Padilla comenta acerca del pensamiento milenarista que permeó el “fatídico” año 2012: “El 2012 es hoy, todavía y más que nunca, un negocio y un espectáculo”. El miedo, muchas veces, puede ser un negocio muy redituable y una forma de manipulación.

La muerte lo es, y también existe una industria en torno a ella. Más adelante, Padilla escribe: “Desde antiguo, la catástrofe apocalíptica ha cargado, entre muchas otras cosas, esta vocación de espectacularidad”, y continúa: “No es extraño que los estadios deportivos, escenario habitual de la abotargada épica posmoderna, hayan sido también asociados con dolorosas catástrofes colectivas. En un estadio congregó Camus a los fugitivos de la peste y Pinochet a las víctimas del golpe de Estado de 1973; en otro estadio debieron ser acumulados y reconocidos los muertos del terremoto que en 1985 asoló a la Ciudad de México”. IV Cada día se acaba un poco el mundo, y tal vez sea ése nuestro apocalipsis, nuestra revelación, como apuntaría Claudio Magris en Utopía y Desencanto, el camino que estamos obligados a caminar o transmitir. En una reelaboración de la imagen que comenté al inicio, es probable que, salvaguardándonos del ataque sobre el carro detenido, no sostengamos un arma —que habría llegado como parte del tráfico de armas impulsado por las grandes potencias mundiales—, sino un iPhone o cualquiera de sistema Android y, en sintonía con el espectáculo obsceno, con la necesidad de ser testigos y protagonistas, emitiríamos el fin de nuestros tiempos. + Rolando Ramiro Vázquez Mendoza


VIDEO LA TORTUGA ROJA Michael Dudok De Wit Sony Pictures

PARA VER Y OÍR ME LLAMO NOJOOM TENGO 10 AÑOS Y QUIERO EL DIVORCIO Khadija Al-Salami Alfhaville

EL MAGO DEL CINE Georges Méliès ZIMA

Basada en la historia verdadera de Nujood Ali (1998), que a los diez años fue obligada por sus padres a contraer matrimonio con un hombre de treinta. Nujood fue violada por su marido y golpeada por su familia política, hasta que logró escapar. La historia está narrada como ficción y filmada totalmente en Yemen de manera clandestina.

Se trata de un compendio que reúne la obra fílmica del genio del cinema: Georges Méliès.

1917 - IN TURBULENT TIMES

CINEMA (LP)

CANTOS MíSTICOS

Varios UNIVERSAL MUSIC

Andrea Bocelli UNIVERSAL MUSIC

Víctor Manuel Morales UDC MEDIA, S.A. DE C.V.

Historia muda acerca de un náufrago en una isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves. La película cuenta las grandes etapas de la vida de un ser humano. Debut en el largometraje del animador Michael Dudok de Wit —ganador del Oscar por su cortometraje Father and Daughter—. Una coproducción de varias productoras francesas y el Studio Ghibli.

1917 fue un año de turbulencia tanto artística como política. Fue el penúltimo año de la Primera Guerra Mundial, el año de la Revolución Rusa, y uno en el que sucedieron cambios artísticos y culturales. Esta compilación explora la música inspirada en los tiempos turbulentos de principios del siglo xx.

Este decimoquinto álbum de estudio presenta versiones de bandas sonoras y partituras de películas clásicas. Fue lanzado el 23 de octubre de 2015, y ahora es editado en formato de vinil.

La obra para órgano de Paulino Paredes Pérez ha esperado poco más de setenta años para ver la luz. Todas las obras contenidas aquí han sido revisadas tanto armónica como estructuralmente, pues el autor las dejó en su mayor parte bosquejadas en cuadernos de notas.

MÚSICA

HOLY MOTORS: VIDAS EXTRAÑAS Leos Carax Alphaville

Desde el amanecer hasta la noche, el señor Oscar viaja de vida en vida, interpretando a varios personajes: es un ejecutivo, un asesino, un mendigo, un monstruo, un padre de familia. Está solo, únicamente acompañado por Céline, la mujer que conduce el inmenso vehículo que lo transporta. Pero, ¿dónde está su verdadera casa, su familia, su paz?

JOHN LENNON/PLASTIC ONO BAND (LP) John Lennon APPLE RECORDS / UNIVERSAL MUSIC GROUP

Es el primer álbum de estudio de John Lennon, publicado en 1970 después de tres álbumes experimentales editados con Yoko Ono . John Lennon / Plastic Ono Band es considerado uno de los álbumes más refinados de Lennon y una grabación histórica, nuevamente disponible en vinil.

MI VILLANO FAVORITO 3 Pierre Coffin / Kyle Balda Sony Pictures

Cuando es despedido de la Liga Anti-Villanos, Gru se enfrenta a una crisis de identidad. Pero cuando un misterioso extraño aparece para informarle que tiene un hermano gemelo —que desea desesperadamente seguir sus pasos—, este ex súper villano redescubrirá lo bien que se siente ser malo.

IN COPENHAGEN 1960 (LP) Miles Davis IN CROWD

La gira por Europa en 1960 de Miles Davis Quintet es un momento significativo en el jazz. El Quinteto aquí es esencialmente el sexteto presentado en Kind of Blue, pero con Bill Evans relevado por Wynton Kelly en el piano, y sin Cannonball Adderly.


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o me malentienda, querido lector. Ya se ha hablado hasta el cansancio de Netflix; se ha dicho que esta plataforma vino a modificar las formas de distribución de contenidos audiovisuales y hemos vivido en carne propia y al interior de nuestras familias cómo las prácticas de consumo de contenidos, pensados para la televisión, se han ido diversificado, como si se trataran de infecciones virales que nos contagian. Mucho se les ha echado la culpa a los millennials de este indiscriminado uso de la aplicación, pero no han sido sólo ellos, sino casi todos los usuarios, junto con la llegada de las Smart tv. Lucía igual: negra y plana por fuera, cada vez más liviana, pero una simple aplicación transformó desde el interior a la televisión; lo que en el principio fue una app ahora es la caja misma. Y todos parecemos tan satisfechos porque, en apariencia, nosotros elegimos los contenidos televisuales que consumiremos. Pero son ellos los que nos escogen a nosotros. Están concebidos para atender a tipos como nosotros: sujetos comunes y corrientes. Netflix ha construido su poder a partir de paliar nuestro sistemático dispendio de horas insomnes provocadas por la insatisfacción y el estrés cotidianos. ¿Cuántos de nosotros no nos hemos desvelado viendo capítulos de la serie en turno? Si en los noventa Los Simpsons fungió como referencia para los actos cotidianos de nuestra vida —durante mucho tiempo fue el vehículo transmisor por excelencia, no de la cultura de tendencias, sino de la fijación de determinados comportamientos que se inscribían en nuestro ser social, es decir, ante cualquier situación se aludía de forma inmediata a algún capítulo de la serie—, eso ahora lo cumple Netflix. Los Simpsons era tan increíble porque basaba su hilo dramático en lo extraordinario que podía sucederle a una familia ordinaria. Es decir, el negocio consiste en mostrar la sordidez a la que son proclives los sujetos más insignificantes, sordidez que resulta cómica porque representa un ser cultural que es también global. Con la segunda década del siglo xxi, la nueva ola de la televisión significó el amanecer de una industria que ha llegado a ser tan próspera como la cinematográfica. Las telese-

ries se enfocaron en hablarles a los consumidores comunes y corrientes con dramas que reflejaran los problemas más sórdidos u oscuros de individuos sencillos o detestables. Entonces, ¿para qué agotar todos los estereotipos en un solo producto o más bien en un formato? La teleserie, ésa que podía durar en el tiempo. Su perdurabilidad es lo que nos hizo sentir empatía por un gánster como Tony Soprano (Los Soprano), o un traficante de drogas como Heisenberg (Breaking Bad) o encontrarle el gusto a una de las series más enredadas de esta nueva oleada: Lost, todas producidas en la primera década del presente siglo. Parte de lo novedoso de estos formatos de distribución vía streaming se asienta en que en apariencia responden al deseo del usuario, a su decisión acerca de cuánto y hasta cuándo mirar —o conectarse—. No obstante, la normalización en la usabilidad de la plataforma ha devenido en la negación de esa perdurabilidad; es decir, ha devenido en la prolongación intensiva de los dramas presentados. El más claro ejemplo es House of Cards; desde el lanzamiento de su primera temporada se convirtió en la primera teleserie transmitida vía streaming, porque el usuario podía hacer efectivas de manera ininterrumpida sus horas de permanencia necesaria para ver una temporada. Bastaba con asumir la decisión de no pegar pestaña. Netflix negó muy rápido aquello que hizo a las teleseries memorables: la perdurabilidad que te hacía seguir a un personaje, sentir empatía por él, y fue culpable de la creación de un nuevo sujeto en los tiempos de la pantalla: el seriólogo, a. k. a. —also know as / también conocido como— teleseriólogo, a. k. a. telesapiens, a. k. a. narratívite. Ese individuo incómodo que arruina las fiestas al espoilear todas las series. Gracias, Netflix. Gracias a ti vivimos en la histeria del terrorismo teleserial. Exagero, obvio. Pero todos conocemos algún fanático que amenaza con arruinarnos ese pequeño momento de intimidad con la pantalla en la que ésta nos cuenta sus secretos, ésos que nos seducen como la voz de Pandora —la caja, una vez más—. Entonces, lo que opera para frenar esa ansiedad es que poco a poco, sin saber cómo, casi todos nos vamos convirtiendo en ese pequeño narrativito que acecha a la caza de nuevo productos teleseriales.

El virus se ha esparcido silente y de forma brutal. Pero no es más que la constatación de algo que nos ha venido acompañando desde hace mucho tiempo: la liquidación persistente del sujeto. ¿Por qué en su momento las piezas dramáticas más rupturistas —hablo de las piezas teatrales de vanguardia o posvanguardia— eran aquéllas que transgredían las estructuras aristotélicas o la duración pertinente, y que ponían al espectador en un aprieto? Esto mismo ha pasado en el cine experimental, y ahora esto hacen algunos consumidores de Netflix. Consumar las tramas como quien prende fuego a una mecha. Me parece muy atinado pensar en Clay (Dylan Minnette), personaje protagónico de 13 Reasons Why, quien recibe una caja con siete casetes de audio, cuyo interior alberga trece mensajes, y en lugar de escucharlos todos de un jalón, como otros personajes sí hacen, decide darle tiempo a cada uno para escuchar lo que viene y es inevitable: una serie de noticias dolorosas o inesperadas que le cambiarán la vida. Clay no es de este tiempo. O, al menos, no lo representa. Su espera se ve domeñada por nuestra demanda de satisfacción: de saber y saber pronto. Lo más parecido a este efecto de ansiedad fictiva en el espectador ocurrió con la distribución de las primeras novelas tal y como las conocemos hoy, es decir, cuando dejaron de hacerse por entregas. Pero esa euforia obedecía a otro contexto; era una euforia que la poesía o las frases bien leídas podían retardar por el propio efecto de la lectura: la demanda de pensar lo que se lee, de hacer pausas, de otorgarle el tiempo de la lectura personal a cada libro. Esa euforia por la que quizá las novelas se convirtieron al cabo de pocas décadas en un producto masivo. Eso es lo que queda de la literatura en un mundo atestado de pantallas, y repito: lo que queda de la literatura, no de la industria de los libros que es boyante y prolífica. Pero eso que queda de la literatura es un fantasma, un impulso inconsciente como los espasmos nerviosos en un cuerpo inerte. Un reflejo de algo que parecería ser, pero que ya no es y que no volverá. + Alejandro Flores Valencia @Telecapita



Foto: laizquierdadiario.com

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ncuentro que la mayoría de las revoluciones suponen también un cambio en cierta narrativa que le da sentido a la vida de los seres humanos; una narrativa que en metáfora espacial coloca en el centro lo periférico o el abajo en el arriba, después de una ruptura abrupta. La revolución sexual abre un boquete en nuestra vida cotidiana y destapa la cloaca de los prejuicios a abolir, de las sustancias, los olores, el orgasmo, el placer. Supone que los genitales —metonimia del cuerpo todo— quedan en el centro de la discusión y del debate público, de cara a los posibles futuros y a las nuevas sociedades. Su tiempo histórico ocurre en el cuerpo, vivido como un territorio de lucha innegable; en ese lugar de las desobediencias y crímenes varios, longevos; atávico, como el onanismo, el adulterio, la prostitución o el aborto. En las décadas de los sesenta y setenta esta revolución tuvo su epicentro en las grandes ciudades de Estados Unidos. Eran los años de la segunda ola del feminismo, del movimiento hippie, de la revuelta de Stonewall y la reivindicación en el espacio público de la homosexualidad. Las ciudades, en gran parte del mundo, iban alcanzando la dimensión de la metrópoli y el sentimiento de rechazo hacia el modo de vida capitalista y consumista expresado en prácticas contraculturales que se difundía de un país a otro. Las generaciones de aquellas décadas practicaron la rebelión en la vida cotidiana, con la cual se aspiraba al hombre total, como decían los situacionistas, quienes con su actitud provocadora, cuestionaban la moral del trabajo digno: “¿algún día veremos a los huelguistas escoger, de una vez por todas, hacer el amor en las fábricas, en las oficinas y en las casas?”.

El grueso de la actividad crítica se dirigió, entonces, a la institución del matrimonio y de la familia, y a la ideología del amor romántico como principal sostén discursivo de la relación obligatoria establecida entre el sexo y la procreación o, incluso, entre el sexo y el amor. En este sentido, la revolución sexual le debe mucho al pensamiento crítico de finales del siglo xix y principios del xx. La primera vez que la frase aparece, como tal, en el horizonte académico es con la publicación del libro La revolución sexual, de Wilhelm Reich, en 1945, cuyo contenido se había publicado antes con el título La sexualidad en el combate cultural. Como los dos nombres lo indican, esta revolución, desde su perspectiva, es una transformación necesaria para realizar la utopía comunista, que debe propiciar nuevas prácticas económicas para abolir la represión de impulsos sexuales que el psicoanálisis tilda de antisociales, pero que a él le parecen naturales y, por lo tanto, necesarios para la vida humana libre y plena. Una de las aportaciones más importantes de este libro y de las prácticas rebeldes, y el conjunto de reflexiones que constituyen la revolución sexual es que señalaron la represión, la negación y la persecución de las prácticas sexuales —la masturbación, la prostitución, la desobediencia al mandato de castidad, el adulterio— y relacionaron el silenciamiento y el castigo social de éstas con las políticas de Estado. Hasta hoy le debemos a esta revolución incompleta la legalización del aborto y la aceptación, en las políticas públicas, del uso de métodos anticonceptivos. Cuando en 1960 se reconoció de forma legal por primera vez el uso de píldoras en Estados Unidos, se abrió una pequeña brecha para reconocer los saberes y las prácticas ancestrales de las mujeres respecto de la concepción,

por cuyo conocimiento fueron perseguidas y asesinadas. Además de la píldora anticonceptiva y la legalización del aborto, o la aceptación de que se practique una vida sexual anterior al matrimonio, nos quedan como legado de esta transformación cultural algunos experimentos de crianza colectiva, la crítica a la ideología del amor romántico que sustenta relaciones desiguales y sostiene modos de propiedad como la herencia, pero nos queda, sobre todo, el ejemplo de que las prácticas sexuales pueden ser una forma de disidencia y, con ello, la conclusión innegable de que el sexo, los fluidos, las excreciones, que comúnmente se van al cajón de lo natural, son también radicalmente sociales. Sin embargo, a pesar de que en el ámbito internacional se reconoce, desde 1993, el derecho a decidir libremente cuántos hijos tener y cuándo hacerlo sin ningún tipo de coerción, y a ejercer la sexualidad de manera independiente a la reproducción, no en todos los países son legales las prácticas anticonceptivas. Hay todavía regiones en las que el sexo y el control sobre la concepción se miran como si fueran brujería, por cuya causa muchas mujeres son condenadas a muerte. Esta revolución está todavía por hacerse, puesto que apenas si conocemos nuestro propio cuerpo y su capacidad de placer, pero también porque la producción de hombres —que es otra manera de llamar a la concepción— continúa siendo negocio y posibilidad de acumular riqueza. La reminiscencia de la revolución sexual nos exige hollar todavía más hondo en nuestros valores y nuestras prioridades, a poner el cuerpo todo en el centro de lo importante. + Gabriela Espejo monseespejo@hotmail.com





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Uno siempre quiere más”, reza el penúltimo cuento de esta antología. Y tal es la oración que define a sangre fría nuestra endeble naturaleza insaciable, plasmada con total honestidad en La última oveja del Ángel Exterminador (Libros del Marqués, 2017), de Alejandra Junco Lavín (Ciudad de México, 1967). Este libro de cuentos deja al descubierto la vulnerabilidad del ser humano ante situaciones tan cotidianas y normalizadas como ir de compras a un centro comercial, en el que nuestra eterna insatisfacción nos coloca en el centro del laberinto. Así como en la célebre película de Buñuel que viene a colación por el título del libro, existe en estos cuentos una fuerza extraña —posiblemente imaginaria— que impide a los personajes actuar de acuerdo con su libre albedrío. ¿Hasta qué punto somos dueños de nuestra libertad? ¿Hasta qué punto nuestra apariencia física representa realmente quienes somos? ¿Qué es, a final de cuentas, lo que estamos tan empecinados buscando? ¿Sexo? ¿Fama? ¿Poder? ¿Cariño? ¿Belleza? En cada cuento la autora logra concebir una historia profunda, totalmente amueblada y habitable, en apenas un par de páginas de longitud. Como si se tratara de una in-

yección, las narraciones que conforman La última oveja del Ángel Exterminador nos provocan una tensión que estalla cuando la aguja ya salió incluso de nuestra carne, es decir, cuando hemos pasado del punto final. Desde un asilo en el que los servicios constan de compañía íntima y una muerte programada; historias de impotencia y soledad en la vorágine de las grandes urbes, hasta escenarios de aparente ciencia ficción en los que compradores compulsivos pierden su identidad al momento de sacar la tarjeta y firmar, la autora nos obliga a mirar el reflejo de nuestra terrible condición insaciable. La última oveja del Ángel Exterminador hace lo que sus personajes evitan a toda costa: abrir las entrañas y mirar dentro. El miedo que supone cuestionar nuestra propia identidad para darnos cuenta de que es tan sólo una monstruosa deformación provocada por nuestro entorno, nuestra familia y la insignificancia de nuestro transcurrir, es a lo que nos enfrentamos al leer esta obra portentosa.+ Daniel Anaya López @danielanaya423

aura “Lo” Blacklock tiene una vida que, de primera impresión, parece ser calmada y estable; lleva diez años trabajando como reportera en la revista de viajes Velocity, vive sola en un departamento en Londres y tiene una relación con un hombre que la ama. La realidad de lo que Lo siente sale a la luz después de que descubre a un intruso en su casa. El ladrón no le roba dinero ni joyas, pero la despoja de lo más valioso: su tranquilidad, ésa que le ha costado mucho lograr y que termina siendo tan sólo una fachada. Debido al incidente, decide tomar una oportunidad que parece ser el escalón que la llevará a ascender, por fin, en la revista: el viaje inaugural del crucero boutique Aurora Borealis. Este crucero que, como su nombre lo indica, tiene como destino una aurora boreal —luces del norte—, representa no sólo una posibilidad en su trabajo, sino el escape perfecto de la realidad que en este punto le resulta incómoda.

La MUJER DEL CAMAROTE 10 Ruth Ware SALAMANDRA

Así es como se va construyendo la trama en La mujer del camarote 10, de Ruth Ware. El crucero Aurora parece salido de un anuncio. Es elegante y se ha cuidado hasta el más mínimo detalle. Brinda un sentimiento de confianza que la belleza suele dar y, por otro lado, muestra lo inquietante de la soledad del mar y lo alejado que se está de todo. Lo llega en un estado emocional frágil, esperando que el viaje la ayude a recobrar un poco de estabilidad, pero pocas horas después de zarpar esa idea se desvane-

La última oveja del Ángel Exterminador Alejandra Junco Lavín LIBROS DEL MARQUÉS, México, 2017

ce cuando es testigo de un asesinato. O por lo menos de lo que parece serlo. A partir de ese momento cualquiera de los otros pasajeros, reconocidos periodistas y miembros de la alta sociedad, se vuelven sospechosos del asesinato, lo cual convierte a Lo en una detective accidental. Todo se enreda cada vez más, una conspiración parece mucho más posible conforme las piezas del rompecabezas toman su lugar, pero probablemente lo más inquietante ocurre dentro de la cabeza de Lo. Antes de tomar el crucero parecía que la normalidad de su vida la aterraba; no obstante, en el viaje debe confrontar sus peores miedos. Es así que se da cuenta de que no todo en su vida estaba tan mal, y lo que creía que estaba bien en realidad era una comodidad que no la hacía feliz. Tal vez estar, como ella dice, “en el lugar equivocado en el momento equivocado”, haga que sea demasiado tarde para cambiar. Las dudas que Lo comienza a tener de cada personaje, sobre todo de ella misma, van aumentando. Se enfrenta a la sensación perturbadora de perder la razón. Pero es momento de sacar valor y probarse que puede ser más fuerte que sus propios pensamientos. Para Lo, es ahora o nunca. + Angélica Fajardo C.



a frase no se refiere únicamente al presente. El pop, o más bien lo pop, no es un fenómeno nuevo. Pop es una forma abreviada de la palabra popular, a su vez parte de un término —cultura popular— que tiene al menos dos siglos de existir en el mundo occidental: la Wikipedia atribuye un ejemplo temprano de su uso al pedagogo suizo del siglo xix Johann Heinrich Pestalozzi, quien lo emplea para referirse simplemente a aquello que es de gusto mayoritario: el “mínimo común denominador” de los pensamientos o los gustos de una sociedad. A Pestalozzi —quien trató el asunto en un folleto de 1818, en el que solicita “al público británico” apoyo para sus programas educativos— le interesa la cuestión porque cree que la única manera de hacer progresar a una población es buscar formas de influir positivamente en su educación y su cultura, que serían, según él, “la fuente de la formación humana”. Su texto no sólo reconoce que aprendemos más allá de las escuelas, sino que esos otros aprendizajes pueden ser aún más influyentes en las personas. Esto podría parecer una obviedad, pero es esencial para entender el sentido de lo pop: aun antes de que existieran sistemas educativos en las culturas humanas, ya existían tradiciones, intereses, ideas compartidas que se propagaban entre la mayor parte de las diferentes sociedades. Lo popular existe siempre, en cierto sentido, si bien empieza a reconocerse como tal sólo hasta que se le puede comparar con algo más. En la actualidad la definición más conocida del pop en el mundo occidental tiene que ver con otra noción complementaria de lo popular: no se basa en comparar lo que se conoce fuera de la escuela con lo que se conoce en ella, sino en separar lo popular de lo refinado, lo elitista, o simplemente aquello que no es apreciado por la mayoría. Como los gustos mayoritarios cambian con el tiempo, resulta que lo popular no es siempre igual a sí mismo: por el contrario, se transforma. En esta época, por ejemplo, la mayor parte de las personas no verá jamás una obra de Shakespeare representada en un teatro, pero en su contexto inicial —la Inglaterra del periodo isabelino—, obras como Hamlet o Romeo y Julieta eran muy conocidas y frecuentadas. A mediados del siglo xx la idea de lo popular experimentó una transformación significativa, pues se fundió con la del consumo masivo, producto de la industrialización de los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Los que se consideraban productos “de gusto popular” —la música, el cine, la literatura, la moda, etcétera— comenzaron a ser reproducidos y vendidos en grandes cantidades, y al mismo tiempo se descubrió que ese gusto, las preferencias de los grandes públicos, podía ser dirigido por los medios masivos y llevado a ser causa de más consumo. Estas prácticas fueron imitadas con más o menos éxito por la mayoría de los países occidentales. De este tiempo provienen los primeros usos de la palabra pop —ya como una sola sílaba: una de tantas abreviaturas inventadas por los medios—, asociada en especial con la música vendida a público joven que, por cierto, es una invención de entonces: un sector entendido como distinto del público adulto e incluso enfrentado con él. A partir del ascenso de figuras como Elvis Presley o Marilyn Monroe, la situación del término pop se volvió más complicada porque ganó además una segunda acepción: la palabra se usa también, hasta hoy, para hablar de obras creadas o promovidas expresamente con el fin de llegar a grandes grupos. Así, el pop se convirtió en una especie de categoría o género que se puede superponer a muchos otros. Un ejemplo clásico de esto es la carrera de los Beatles, que al mismo tiempo es parte de la historia del rock —un tipo muy particular de música— y del consumo masivo. La distinción entre el pop y lo pop no siempre es fácil, y se ha vuelto aún más complicada en la actualidad, en la que las empresas suelen pensar en segmentos bien delimitados de las poblaciones para intentar venderles cosas y,


al mismo tiempo, obras supuestamente minoritarias pueden colarse, de pronto, a la producción masiva de alcance global, como sucede con la literatura infantil y juvenil —a partir del éxito de J. K. Rowling y su serie de Harry Potter— o con el cine de superhéroes, cuyo alcance y beneficios económicos son hoy miles de veces mayores que los de los cómics estadounidenses que son su fuente. En cualquier caso, la cuestión de lo popular, en sus muchas formas y presentaciones, no deja de ser importante en un entorno social cada vez más fragmentado y hostil, en el que las redes sociales contemporáneas parecen exacerbar las diferencias y el rechazo agresivo de todo lo que se conforma exactamente con nuestras convicciones. A finales de 2015 el programa de comedia estadounidense Saturday Night Live —actualmente parte de la cultura pop de su país a causa de sus exitosas críticas semanales del régimen de Donald Trump— emitió un número cómico en el que una familia dividida por diferencias políticas irreconciliables encontraba la posibilidad de hacerlas a un lado porque a todos sus miembros les gustaba la música de la cantante británica Adele. ¿Es una idea demasiado optimista creer que al menos una porción de lo pop podría tener semejante efecto benéfico? Mientras se puede responder —o no— esa pregunta, hay que plantear otra: ¿dónde están lo pop y el pop mexicano? También están por todas partes, por cierto. Podemos ver la conciencia del pop, el reconocimiento de su presencia, en muchos sitios distintos, desde la película Hazlo como hombre, de Nicolás López; la novela Diablo guardián, de Xavier Velasco, hasta la música de Amandititita, Ximena Sariñana o Julieta Venegas; desde los memes sobre mexicanos prepotentes —#Lords y #Ladys de todo tipo— a los videos de Yuya o Werevertumorro. Y éstas no son necesariamente las obras más influyentes, los lugares centrales de lo pop entre nosotros, porque las etiquetas de uso local pueden ser engañosas. Por un lado, no todos los productos culturales ya mencionados reciben la etiqueta de pop, y algunos tienen poco o nada que ver con el pop del mundo anglosajón, pero lo cierto es que ellos mismos, o las ideas que retratan, penetran en la cultura entera de este país de forma tan significativa como una canción de Maluma o una película de Pixar. Y por otro lado, hay obras, nociones, imágenes todavía más penetrantes. Una interpretación errónea que aparece con frecuencia entre nosotros, a causa de cómo absorbemos la influencia de la cultura estadounidense y de los muy peculiares prejuicios de la cultura dominante — urbana, jerárquica, racista—, es que la palabra pop debe tener relaciones muy directas con la raza y con el estatus social. Para decirlo rápido: nos parece que lo pop debe ser blanco y provenir de un entorno próspero. Por ejemplo, aunque bandas como Los Bukis o Los Tigres del Norte tienen una influencia muchísimo mayor en la cultura mexicana que la de Timbiriche, es más fácil que otorguemos la etiqueta de pop a este último grupo, que fue creado por Televisa, compuesto en buena parte por hijos del “talento artístico” de esa misma empresa —todos de clase alta y con una imagen que así lo indicaba— y promovido desde su comienzo con todos los recursos al alcance de la televisión. De hecho, lo más importante de lo pop mexicano actual debe estar, cuando menos, en cuatro lugares que no se han mencionado todavía: en la música norteña, en las telenovelas, en el culto religioso —sobre todo el de la Virgen de Guadalupe— y desde luego en el futbol. Los grandes argumentos, aquéllos con los que la mayor parte de los pobladores de este país describe sus propias vidas, están aquí: la violencia real o imaginada como un desquite de las frustraciones cotidianas, el sueño perpetuo —melodramático— de una compensación por todas las veces que hemos sido víctimas de abusones y corruptos, la historia de esfuerzo y la dedicación que, pese a todo, siempre termina en fracaso… El pop alimenta nuestra existencia a la vez que la consume. + Por Alberto Chimal


mediados de los años cincuenta las líneas que separaban la música de la seriedad con la que era tratada estaban claramente marcadas, pero de manera indistinta se consideraba “música pop” al jazz, rhythm and blues, country, folk y rock and roll, simplemente porque el término es la abreviatura de popular. Cantantes tan diferentes como el crooner Perry Como, Nat King Cole y el rebelde Elvis Presley calificaban como pop por mérito de ventas y popularidad. El pop, como forma de expresión de vanguardia, surge con la necesidad de la generación que creció después de la Segunda Guerra Mundial de tener un nicho de expresión propio, que se expandió con el desarrollo de los medios de comunicación y generó un cambio cultural que se consolidaría en la década siguiente. A principio de los sesenta el pop se consideraba trivial y desechable, por tradición lo popular se valoraba como vulgar… hasta que apareció Bob Dylan, quien transgredió la línea divisoria entre la música “seria”, como el folk, y el mundo del pop comercial con canciones no sólo con conciencia social, sino con imágenes desafiantes que cantaban a todo lo que muestra el lado malo de la vida y retrataban al hombre de forma literaria y realista como antagonista de sí mismo. Con su actitud de nuevo rebelde, Dylan introdujo a The Beatles al consumo del cannabis, y junto con el organista Al Kooper y los miembros de la Paul Butterfield Blues Band tocó en el Newport Folk Festival una versión electrificada de “Like a Rolling Stone”, comenzando una lucha que volvió detractores a sus seguidores más puristas. En mayo de 1965 la brillante versión de “Mr. Tambourine Man”, que hizo The Byrds, fue número uno en las listas de éxitos, lo que provocó que muchos artistas grabaran al menos una docena de covers de sus canciones, generando un cambio dramático en el sonido de la música popular. Su álbum Blonde on Blonde, de 1966, es considerado su obra maestra de este periodo y uno de los primeros en marcar la brecha entre el pop, que sonaba tremendamente distinto a como había sonado tres años antes, y el rock, que se había vuelto una mezcla de psicodelia e improvisaciones inducidas por las drogas. Los músicos ahora tenían también los medios para pagar mucho tiempo de estudios de grabación, generando ambiciosos álbumes conceptuales que aumentaron la exigencia del público por la rareza y el exceso sonoros. Con el objetivo de crear “el mejor álbum de rock jamás hecho”, Pet Sounds, de The Beach Boys, fue escrito, compuesto, arreglado y producido casi totalmente por Brian Wilson mientras la banda estaba de gira. Esta obra maestra reunía armonías vocales, arreglos orquestales, instrumentos poco comunes, como el theremin, e incluía efectos y sonidos como la campanilla de una bicicleta, perros y otros animales. Por su lado, aunque el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band,

de The Beatles, fue recibido como si fuera la mejor obra musical creada hasta ese momento, gracias a canciones como “Strawberry Fields Forever” —en la que muchas versiones diferentes fueron empalmadas junto con loops e instrumentos grabados en reversa para producir una versión final—, resultó exagerado, algo pomposo y no tan buen álbum para una banda del calibre de The Beatles. En retrospectiva, el resultado sonoro en ambos discos resulta algo risible para la cantidad de recursos utilizados, aunque importantes como influencia en una generación de músicos que llevaron la música a un nivel sofisticado, destacando álbumes como Disraeli Gears, de Cream; Days Of Future Passed, de The Moody Blues, y The Satanic Majesties Request, de The Rolling Stones. ¿Qué seguía después de esas dos obras maestras? Se necesitaba de un genio que pudiera crear algo que fuera mejor que ese derroche de creatividad y recursos técnicos. Después del accidente en motocicleta que generó muchos rumores y lo sacó de la escena durante varios meses, a fines de 1967 Dylan se mudó a Nashville para trabajar en su siguiente álbum “real": John Wesley Harding, el disco que restauró la sensatez en la música. Con canciones relajadas, teñidas de country tradicional estadounidense y escasa instrumentación, se separó de manera drástica del sonido fuerte, estridente y vanguardista de sus tres discos anteriores. Con él cantando y tocando la guitarra, la armónica y el piano, acompañado por el bajista Charlie McCoy y el baterista Kenneth A. Buttrey, además de Phil Drake en la steel guitar en dos canciones, el álbum —considerado uno de los mejores de 1967 y de los mejores en la carrera de Bob Dylan— se grabó en tres sesiones, en un total de nueve horas. El Sgt. Pepper’s utilizó más de setecientas horas de tiempo de estudio. Es interesante que la música que se hizo después de 1968 se parezca más a la simpleza de John Wesley Harding que a la elaborada orquestación de Sgt. Peppers. The Beatles se retiraron para grabar el mejor de todos sus álbumes: Abbey Road, menos conceptual y experimental. Por su parte, The Rolling Stones, decepcionados de sí mismos, grabaron Beggars Banquet y Let It Bleed, álbumes recibidos como excelentes obras que marcaron el regreso a su esencia. Mientras The Beatles cantaban sobre volverse viejos, circos y mandarinas, y los Stones cantaban del espacio exterior, computadoras al azar y árboles azules, Dylan lo hacía acerca de vagabundos, inmigrantes y forajidos de buen corazón. Con letras enigmáticas, pero música simple, directa y melódica, John Wesley Harding fue lanzado por Columbia Records sin publicidad ni exageraciones a petición de Dylan, quien además se negó a sacar antes un sencillo promocional. Este disco figura como una de las piedras angulares de la revolución que originó el country-rock a finales de los sesenta. +

Diego Herrera

@DiegoHerrera



RAQUEL CASTRO s común que se asocie el término pop con lo superficial, frívolo o plástico. La culpa es, me imagino, del publicista de alguna disquera o estación de radio que decidió que pop era sinónimo de prefabricado, y se olvidó por completo del arte pop y la contracultura. De acuerdo con el Urban dictionary —un glosario de los modismos que se usan en inglés—, una acepción de pop es: “música horrible en la que chavitas de trece años en adelante cantan acerca de los sinsabores del amor, sin que ellas escriban sus propias letras ni la música, ni usen verdaderos instrumentos, sino sólo un beat repetitivo y caótico mientras la chica constantemente dice ‘uuu, uououo, ey, yeah, uuuu, beibi’ entre una estrofa y otra”. Lo peor de esta forma de pensar es que reduce todas las manifestaciones populares a una sola posibilidad —la peor de todas—. Valdría la pena pensarlo de otro modo: pop es lo popular, en el sentido de que es creado por el pueblo —a diferencia de la alta cultura de las élites—, y entonces podrían entrar en la definición el rock, el norteño, el gótico, el punk, el ska, por mencionar unos cuantos géneros. Y no sólo su música, ¿eh? También sus artes plásticas, danza, literatura... La verdad es que cuando uno se quita los prejuicios y se acerca a las diferentes expresiones populares puede llevarse muy interesantes sorpresas. A mí me pasó recientemente gracias a un libro, El odio que das, de Angie Thomas. Empecé a leer la novela sin saber nada excepto que la portada me parecía bonita: un fondo blanco y sobre éste una chica morena, de cabello ensortijado, shorts deshilachados y tenis deportivos, medio oculta por un cartel, también blanco, con el título del libro. A las pocas páginas me di cuenta de que se trataba de una historia completamente distinta a todas las novelas juveniles que había leído hasta el momento, por una sencilla razón: la protagonista es una adolescente negra de Estados Unidos. Y, aunque al principio ella misma piensa que no tendría que ser un rasgo trascendente por sí mismo, pronto descubre que sí hay gente dispuesta a juzgarla sólo por el color de su piel, y que las consecuencias pueden ser terribles. Sin embargo, El odio que das no es una narración solemne ni un panfleto acerca del racismo; es una historia emocionante, con una protagonista simplemente adorable —aunque compleja y a ratos malgeniuda, como las adolescentes de verdad—, llena de referencias a una cultura pop a la que pocas veces tenemos acceso en México. Por ejemplo, ¿saben ustedes cuál es el mejor modo de limpiar las suelas de los tenis para que siempre estén blanquísimas? ¿Tienen idea de cuáles son los tenis Jordan más deseados, y por qué? Yo, que por gusto nada más uso botas y que relego los tenis a las pocas ocasiones en que me paro en un gimnasio, era del todo ignorante al respecto, pero disfruté mucho conocer éstos y otros aspectos de la cotidianidad de esta chica, en la que el rap, la vida entre dos mundos —el barrio de negros y la escuela de blancos—, los prejuicios, el basquetbol y la necesidad de enfrentar las injusticias se combinan con un ritmo casi hipnotizante. Pop del bueno. Del que necesitamos. +

@raxxie

— “¿Sabes? A veces el mundo me parece un lugar bastante malo. —Por eso los animales somos suaves y abrazables.” Calvin and Hobbes

odos hacemos referencias cotidianas a los animales, ya sea de clásicos infantiles o del mundo del cómic; hay personajes peludos que han dejado en nosotros una huella indeleble. Mientras estudiaba el doctorado en Barcelona tuve la oportunidad de conocer al etólogo Marc Bekoff, profesor emérito de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Colorado, quien al presentar su libro La vida emocional de los animales resaltó que al carecer de un lenguaje común, “las emociones son la vía más efectiva para cruzar la barrera interespecie, porque podemos entender el idioma de los sentimientos y eso es lo que establece lazos con otros seres”. Podríamos decir que hoy los animales son parte de la cultura de masas; que aparecen tanto en clásicos literarios como en cómics y dibujos animados, y tienden un puente hacia expresiones de nuestro pensamiento mediante la representación de seres dignos de respeto por contar con una propia vida emocional. Entre los más populares encontramos a los antagónicos perros y gatos, los primeros representando al estereotipo del torpe, el héroe, mejor amigo, y los segundos vistos como mágicos, malévolos, indiferentes y elegantes. Pensemos en Snoopy, quien resalta el valor de la amistad. Idéfix o Dogmatix —en inglés— el fiel compañero de Óbelix, amigo Ásterix, y primer perro ecologista de la historia: llora cuando ve árboles talados, inspirando así al galo a no lanzar más troncos a los romanos. Scooby Doo es el gran danés que nos incita a enfrentar nuestros propios miedos. Snowy, el fox terrier que acompaña a Tintín, lo ayuda a resolver todos los misterios y lo salva de múltiples peligros. Hot Dog, Rito en español, es el ovejero de Torombolo, el mejor amigo de Archie, con quien comparte rasgos de carácter como su voraz apetito e inteligencia disfrazada de pereza. ¡Cómo olvidar a Lassie!, personaje ideado por el autor británico Eric Knight en “Lassie, vuelve a casa”, publicado en 1938 en el periódico The Saturday Evening Post, y del que se escribiría una novela en 1940. En “Los gatos de Ulthar”, Lovecraft define a estos animales como “crípticos y cercanos a lo que el hombre no

puede ver”. Menos favorecidos en el trato que les damos y asociados con la brujería, la magia negra y el satanismo, no podemos dejar de compartir con Garfield el odio por los lunes, el gusto de entregarnos al dolce far niente y el sarcasmo. El gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, representa el desconcierto ante el absurdo: las preguntas sin respuesta. Este minino es como un dios omnipresente que se manifiesta ante la duda. Enalteciendo a los felinos está el musical Cats, compuesto por Andrew Lloyd Webber, a partir de Old Possum's Book of Practical Cats, de T. S. Eliot, en el que se resaltan las definidas e intrigantes personalidades de los miembros de la tribu de los gatos Jélicos. Los prejuicios nos persiguen al asignar a los héroes un compañero canino, como Krypto, el perro de Superman, mientras que a los villanos, uno felino: Gargamel y Azrael, El Padrino y Cannoli. También abundan las imágenes que por un lado consideran a las ratas como una metáfora de los ladrones y traidores, como sucede 1984, de George Orwell; y por otro lado, a los cuervos, portadores de malas noticias, como el famoso protagonista de Edgar Allan Poe. Heidi y sus cabras nos hacen pensar en una vida idílica de convivencia con otros animales sin explotarlos. Winnie The Pooh enaltece el valor de la solidaridad y la comunidad. El zorro de El Principito resalta el significado de crear lazos duraderos y las responsabilidades que conllevan. En los animales de El libro de la selva y la eterna lucha por penetrar en el mundo natural, la Princesa Mononoke se presenta como defensora de un bosque frente a quienes necesitan sus recursos. A veces pareciera que nos es más fácil sentir cariño, ternura o compasión por personajes dibujados o animados en una pantalla. Sin embargo, cuando los mismos animales son de carne y hueso, se mantienen ignorados, cosificados, distantes. Son muchas las barreras que le ponemos a nuestra sensibilidad, y los animales en ocasiones nos ayudan a vencerlas. La literatura es una invitación a asombrarnos ante lo mucho que tenemos que aprender de otras formas de vida que no siempre son tan distintas de la nuestra. +

@leonoraesquivel www.AnimaNaturalis.org



Qué es la cultura basura? Antes de escribir acerca del tema se lo pregunté a varias personas. La sorpresa fue darme cuenta de que a mucha gente este concepto no le es muy familiar. Algunos no sabían bien a bien a lo que me refería; otros me empezaron a echar rollo en torno a la cultura de la basura, ya sabes, aquello de separar residuos, lo orgánico, lo reciclable, etcétera. Eso está muy bien, pero no es el punto. Tenía que decirles que la cosa no iba por ahí y tratar de encausarlos hacia el aspecto cultural con el debido cuidado de no influir en sus respuestas. Entonces ya empezaban a surgir conceptos un poco más claros al respecto: lo inmoral, lo irrelevante, lo negativo; lo que no pasa de ocurrencia y hasta un síndrome que desconocía: el wannabismo intelectual. ¿Encaja tu respuesta en alguna de estas definiciones? ¿Por qué lo inmoral se asocia con la cultura basura? Allá por el año 1857, la novela Madame Bovary, de Gustave Flaubert, fue tildada de obscena. Una ofensa a la moral religiosa y pública. Una historia que se atrevía a mezclar lo sagrado con lo profano. El candidato ideal de su tiempo para ser considerado como cultura basura, si nos atenemos a la idea de lo socialmente reprobable. ¿Qué ha pasado con esa obra al transcurrir de los años? Pues casi nada: se convirtió, ni más ni menos, en un clásico de la literatura. No afectó que fuese una obra que muchos despreciaban por su contenido, importó que era una obra bien escrita, realista y atrevida para su tiempo. Así sobrevivió a la sentencia de inmoralidad que en su época causó el sobresalto de críticos literarios y editores asustadizos. ¿Será que en el fondo reflejaba el deseo reprimido de los varones de alta sociedad por cruzarse en la vida de alguna Emma Bovary? En estos tiempos, y aunque pudiera parecer increíble, la cosa no ha cambiado mucho. Se ha inventado el concepto de cultura basura para acomodar aquello que la sociedad rechaza. Y es atinado, pues en realidad se trata del intento por hacer algo con los desechos de lo moralmente aceptado. Desde esta perspectiva, podríamos decir que es lo peor que se puede hacer y al mismo tiempo es algo tan atractivo que se vuelve una especie de placer culposo. Algo así como el morbo que lleva a muchos a leer a Bukowski y su realismo sucio, por citar un ejemplo de literatura más reciente. Aquí lo que cuenta es darle la vuelta a aquello que la sociedad dice o piensa que no se debe hacer. Es poder crear algo con total libertad que venga a salvarnos de nuestra muchas veces aburrida realidad. Algo que, por medio de la transgresión, nos lleve a fronteras imaginables, pero difícilmente transitables. O tal vez la simpleza de lo divertido que pueda incluso hacernos reír de lo que nunca nos atreveríamos a hacer. La cultura basura, acusada de inmoral, se puede valer de lo perverso, sí, pero siempre en complicidad intrínseca entre quien la genera y quien la recibe. Nos interesamos en lo prohibido igual que las moscas se interesan en la… idea de volar libres por el campo. Dicho lo anterior, qué tal si entendemos la cultura basura como la contracultura que va más allá de los valores. Que los confronta y cuestiona. El dedo flamígero que señala y apunta la tiránica opresión de la moralidad que, al verse amenazada, lanza etiquetas de monstruosidad a lo que no le parece adecuado.

Emma Bovary

¿Y qué hay de la irrelevancia de tanto contenido que inunda el universo de los medios


modernos? Ahí puede haber un excelente argumento para restarle importancia a la cultura basura. Pero, ¿podemos considerar cualquier ocurrencia como cultura basura? En tiempos de las redes sociales, en los que la gente vive más preocupada por los likes que por cualquier otra cosa, ser uno mismo parece casi revolucionario. Y sí, hasta puede resultar contradictorio, pero la realidad es que, a pesar de la fugacidad propia de los medios digitales, la autenticidad se premia con atención mediática. El punto es diferenciar lo genuino y original del plagio o la copia. La expresión digital funciona como remedio para liberarse de la autorrepresión. Mandar un tuitazo al vacío puede servir muy bien como terapia de desahogo; nomás con el debido cuidado de no ser mandatario de alguna potencia mundial que pueda desestabilizar la paz o economía planetaria. Fuera de excepciones de ese tipo, el hecho coincide con una parte esencial de la cultura basura: su forma democrática de expresión que permite, entre otras cosas, conocer, entender y empatizar con el que es diferente. Hasta ahí, todo bien, pero ¿qué pasa con el contenido basado en ocurrencias o trolleo? Hay gente con la dudosa virtud de hablar mucho sin decir nada, o sea: cantinflear. Peor aún, desde el punto de vista creativo, molestar puede ser algo realmente sencillo. Es tan simple como recurrir al ego del individuo que se ofende porque en el fondo carece del talento para soportar la crítica, ya sea fundada o infundada. Por otro lado, el que critica se siente realizado cuando alguno de sus dardos envenenados da en el blanco y logra enganchar a su objetivo en una disputa tan estéril como irrelevante. ¿Forma esto parte de la cultura basura? No. El hecho de que lo fugaz e irrelevante esté de moda no le da en automático el grado de cultura basura. Es oportunismo, es ocurrencia; muchas veces hasta se da de manera accidental. Aquí la pregunta que cabe, lejos de si nos gusta o no, es si existe un fondo, una razón de ser o un objetivo. Si la respuesta no va más allá de llamar la atención, difícilmente podría entrar en la categoría aquí tratada. En la relación sociedad-gobierno, la cultura basura cumple una misión transgresora. Es la incomodidad que pone en entredicho la honorabilidad del dirigente y muchas veces termina por desnudar el fondo putrefacto que habita debajo del sistema. Es una herramienta que sirve como válvula para regular la presión de la inconformidad social contra gobernantes y políticos. Los caricaturistas mexicanos brillan con luz propia y sobrado talento en esta forma de expresión, como es el caso de Eduardo del Río, Rius, y sus geniales personajes. Desde luego ahora también están los memes como una de las formas democráticas de desahogo en contra de los círculos de poder. Para sobrevivir en una sociedad regida por lo políticamente correcto, es necesario transitar por los sótanos de lo indebido. Una especie de terrorismo humorístico para avergonzar al opresor. La reacción saludable a la forzada imposición del buen gusto. Y para romper las reglas del buen gusto, el primer paso es conocerlas. De ahí que en la misma cultura basura se pueda distinguir lo bien hecho de lo malo. Hay que tener las bases para sustentar lo dicho y hacerlo con calidad.

Edmond Dantès

Llegamos al campo de lo bien y lo mal hecho. La cultura basura debe estar bien hecha por la simple razón de que es la reivindicación de lo que la cultura selecta desprecia. Es su lado opuesto y no pueden existir el uno sin el otro. Ambos se necesitan porque muchas veces, a lo largo del tiempo, intercambian posición. Un ejemplo de esto en la literatura es El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas. Una obra que pasó del catálogo de lo desechable al de lo clásico. Como muchas otras de su época, empezó a publicarse en un periódico a manera de entregas semanales. Para mucha gente era una novelita sin mayor importancia hasta que empezó a generar tal interés que el editor le pidió a Dumas que la extendiera lo más posible, cual telenovela mexicana ochentera. Hoy, ¿quién se atreve a decir que la obra no es un clásico? Aunque pueda o no gustar, ha superado la prueba del tiempo. Esto nos lleva a un último punto a tratar. ¿Es atinado relacionar la cultura basura con lo popular? Nunca faltará el petulante intelectual que vaya por la vida etiquetando lo bueno y lo malo y despreciando obras artísticas bajo la lógica del “me gusta” o “no me gusta”. Para esos casos, lo que se me ocurre es alguna categoría del tipo “crítico basura”. Conozco una anécdota sobre un notable escritor del siglo pasado. Como no tengo forma de corroborarla, me abstengo de mencionar su nombre y solo contaré el hecho a manera de ilustración final de este texto: él decía que odiaba que otros autores le dieran a leer sus escritos para obtener alguna opinión. Que su respuesta siempre sería la misma: lo odiaría. Si el texto era malo, lo odiaría por haber perdido su tiempo en leer semejante porquería. Si al contrario, resultaba que era bueno, igual lo odiaría por el coraje de no haber sido él quien lo hubiera escrito. +

Xósem Amero @xosemamero


n muy pocas disciplinas la tensa relación entre la alta y baja cultura o cultura pop es tan evidente como en el cómic. Desde el nombre, de tono peyorativo, la historieta ha tenido que ganarse la respetabilidad del statu quo a puñetazos, y lo ha logrado hasta muy recientemente, pese a existir de manera formal desde 1897. Desde luego me interesa en especial el caso de México por razones evidentes: nací aquí, soy novelista gráfico y he estado metido en este proceso casi desde el inicio. Durante décadas existió en nuestro país una poderosa industria de la historieta, tan vigorosa que se cocía aparte de la industria editorial. Se leían millones de historietas semanalmente, dentro de una dinámica comercial y de distribución de dimensiones monstruosas. Los editores producían revistas baratas, impresas en un papel corriente llamado papel historieta. Éstas se distribuían en los puestos de periódicos por medio de la Unión de Voceadores. Un negocio redondo que reportaba pingües ganancias. Y entonces, se preguntarán varias cosas los lectores de este texto. ¿Qué fue de esos editores? ¿Por qué los personajes del cómic mexicano, si los hay, no tienen el arraigo popular de los extranjeros? ¿Qué fue de sus autores, guionistas y dibujantes? Desde luego, desarrollar estas ideas es más propio de una tesis de maestría que de un artículo breve. Apenas me atrevo a esbozar algunos apuntes acerca de la mutación de la historieta popular en lo que ahora conocemos como novelas gráficas, y de su tránsito de los quioscos a las librerías. Ya mi colega Luis Gantus ha escrito en abundancia sobre la historieta popular y su dinámica comercial. Baste resaltar un par de sus características: las revistas y las historias que contenían no estaban hechas para perdurar. En retrospectiva, concluyo que sus editores y creadores las veían como una especie de artesanía menor, entretenimiento efímero pensado para que la gente leyera algo en el transporte público. El cine de los pobres, como llamaban a los cómics en Italia. Acaso por ello sus temas apelaban al mínimo común denominador intelectual y, con el tiempo, fueron tornándose más morbosas, subiendo de tono en sexo y violencia hasta convertirse en pasquines pornográficos al final de su historia. Por otro lado, y por razones que desconozco, hubo pocas historietas infantiles. Iban dirigidas en su gran mayoría a un público adulto,



dejando a niños y jóvenes casi por completo en manos de las traducciones de cómics extranjeros que durante años publicó Editorial Novaro. Como autor era imposible proponer dentro de estos canales una historieta que saliera de los temas populacheros. Tan fue así que hubo una generación entera que se refugió en los espacios de la caricatura política en la prensa nacional, donde de tanto en tanto se ofrecían pequeños espacios a la historieta autoral. Pienso en autores como Ahumada, Luis Fernando, Gonzalo Rocha, Segio Arau —devenido músico— El Fisgón y Jis y Trino, entre otros. Y si bien la historieta popular produjo creadores que pudieron articular discursos autorales dentro de esta dinámica editorial, como Gabriel Vargas o el gran Germán Butze, la mayoría de los historietistas se veían a sí mismos como modestos maquiladores. Muchos de ellos con gran nivel gráfico, como Antonio Gutiérrez o Ángel Mora, pero maquiladores a final de cuentas. Fue el recientemente fallecido Eduardo del Río, Rius, el primer historietista mexicano que dio el paso de publicar una revista periódica al formato de libro. Cuando a principios de los años setenta editó sus primeros volúmenes, como Cuba para principiantes o La panza es primero, descubrió dos curiosos fenómenos: 1) no tenía que pasar por la feroz censura de la Secretaría de Gobernación, y 2) publicar libros le daba una respetabilidad que hacer revistas jamás le otorgó. Esa serendipia selló su destino profesional: con los años terminaría abandonando la revista quincenal para concentrarse en sus libros, de los cuales llegó a publicar más de un centenar. Sin embargo, durante mucho tiempo en nuestras librerías no se vendieron libros de cómics de otros autores nacionales. Con la excepción de Mafalda, de Quino y los libros recopilatorios de tiras cómicas estadounidenses como Snoopy o Garfield, era imposible conseguir álbumes de historietas en México. Estaban los libros de Astérix, el galo. Ocasionalmente aparecían algunos de otros cómics europeos como Mortadelo y Filemón, Las aventuras de Tintín, Lucky Luke o Valerian y Lauire, pero fuera de ellos la historieta no existía más que en los puestos de periódicos. Dato curioso: en Europa el término novela gráfica es irrelevante porque, a diferencia de sus contrapartes americanas, las historietas se han vendido recopiladas en forma de libros desde hace medio siglo. Y si bien autores como el Fisgón intentaron compilar algunos de sus cartones de periódico durante los años ochenta (Sobras escogidas), o Manuel Ahumada hizo junto con Jaime López un primer intento a inicios de esa misma década de lo que ahora llamamos novela gráfica (El cara de memorándum), no fue sino hasta la aparición de la tira de El Santos vs la Tetona Mendoza, de Jis y Trino en las páginas de La Jornada, que se añadieron apenas un par de nombres más a la lista de historietistas que publicaban libros. En efecto, está pendiente valorar el impacto de la obra conjunta e individual de Jis y

Trino, siempre a medio camino entre el humor gráfico y la historieta, poseedora de una fuerza contracultural totalmente sintonizada con la efervescencia pospunk de finales de los años ochenta e inicios de la siguiente década. Por ello, el brinco que dieron de las páginas del periódico a los volúmenes recopilatorios de sus tiras y luego a una serie de libros de humor creados en conjunto o individualmente fueron, al menos para mi generación de dibujantes, un soplo de oxígeno fresco. Quizá por ello la publicación en 1995 de Operación Bolívar, de Édgar Clément por parte de Editorial Planeta pareció anunciar el advenimiento de un nuevo esquema de producción editorial para el cómic autoral en nuestro país: por primera vez una editorial transnacional apostaba por un formato que empezaba a tener gran éxito en los Estados Unidos gracias a la aparición, en 1985, de Maus, de Art Spiegelman. Por desgracia, el mundo editorial mexicano no estaba listo. Las librerías no tenían un espacio específico para este tipo de libro que no encajaba ni con los volúmenes de humor ni con los libros infantiles, y junto con otros intentos tempranos de narrativa gráfica, Operación Bolívar naufragó en su primera edición. Hubo que esperar algunos años a que el mercado madurara. A que la importación de compilaciones de cómics de superhéroes e historietas europeas obligaran a los libreros a tener un espacio reservado a este tipo de libros en específico. A que el término novela gráfica no sonara a oxímoron a los oídos de editores, libreros y lectores. Ha sido un proceso lento. Tuve el honor de colaborar con Juan Villoro en la creación de La calavera de cristal, primer álbum para niños y jóvenes en el espíritu de aventuras de Tintín que se produjo en nuestro país. Desde entonces, con cierta timidez, pero con firmeza, se van añadiendo títulos y autores a nuestra incipiente tradición pictográfica. Nombres como Patricio Betteo, Augusto Mora, Alejandra Gámez, Ricardo Cucamonga, Tania Camacho y Esteban Martínez Rojo, Carlos Vélez y varios más se han ido añadiendo poco a poco al creciente número de novelistas gráficos mexicanos. Tanto, que ya no son una excepción en nuestros catálogos editoriales. Antes soñaba con que nuestras librerías tuvieran una sección de novela gráfica. Ahora que esto existe sueño con que se atiborre todos los meses de novedades nacionales. Cierro con una anécdota: hace muchos años le propuse a Andrés Ramírez, a la sazón mi editor en Planeta, que publicáramos novelas gráficas. “Uy, no, la novela gráfica es física cuántica”, me contestó. Años después, ya despachando en Random House, Andrés me propuso hacer una novela gráfica para su editorial. “¿Pues no que eso era física cuántica?”. “Sí”, contestó, “pero es que la física cuántica ha avanzado mucho". + Bernardo Fernández, Bef @monorama



siglo xx y es narrada por el mayordomo Stevens, quien nos sumerge en un viaje desde el que nos someterá a sus recuerdos, reflexiones y sentimientos reprimidos. Esta novela fue llevada al cine con rotundo éxito, en una excepcional película dirigida por James Ivory y protagonizada magistralmente por Anthony Hopkins y Emma Thompson. Cabe señalar que su título en español para la pantalla grande fue modificado a Lo que queda del día. En 1995 publicó Los inconsolables (Premio Cheltenham), su novela más extensa y la favorita de Ishiguro de quien redacta estas líneas. La novela está situada en algún lugar de Europa central, donde Ryder, el pianista y personaje principal, se ve envuelto en laberintos oníricos, dentro de una sociedad que guarda viejas rencillas, heridas que jamás han cerrado.

l pasado mes de octubre la Academia sueca sorprendió al mundo cuando dio a conocer el nombre del Premio Nobel de Literatura 2017, el del escritor británico de origen japonés, Kazuo Ishiguro. Fue una decisión que tomó por sorpresa a propios y extraños debido a que el autor de Los restos del día no estaba considerado en la ya famosa lista de favoritos que año con año genera diversas expectativas. Sin embargo, desde el punto de vista literario no hubo asombro, porque Kazuo Ishiguro es un novelista de primera línea, considerado desde hace mucho tiempo como uno de los mejores escritores británicos de su generación. La Secretaria Permanente de la Academia sueca, Sara Danius, quien además destacó en Ishiguro una mezcla de Jane Austen y Franz Kafka con un poco de Marcel Proust, expresó: “sus novelas de gran fuerza emocional han descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo”. La obra de Kazuo Ishiguro se compone principalmente de siete novelas y un libro de relatos, además de guiones para cine y televisión, y destacados trabajos como letrista, hechos en particular para la cantante estadounidense de jazz, Stacey Kent.

Kazuo Ishiguro nació en 1954 en Nagasaki, Japón, pero desde los seis años de edad se trasladó a Inglaterra con sus padres. Es ahí donde creció, estudió, adquirió su nacionalidad y se hizo escritor. Sus primeras dos novelas son Pálida luz en las colinas (Premio Winifred Holtby) y Un artista del mundo flotante (Premio Whitbread), publicadas en 1982 y 1986, respectivamente. Ambas están envueltas por una atmósfera nipona, paisajes japoneses que nos llegan por medio de los recuerdos de los personajes. Estos trabajos apuntalaron la carrera de Ishiguro, y es de resaltar que con el paso de los años siguen deleitando a los lectores. En 1989 escribió Los restos del día (Premio Booker). La novela está considerada por buena parte de la crítica y por muchos de sus lectores como una verdadera obra maestra. Está ambientada en la Inglaterra de mitad del

Su libro Cuando fuimos huérfanos se publicó en el año 2000. Esta novela es una interesante historia contada por el detective inglés Christopher Banks, quien luego de resolver en Londres importantes casos propios de su profesión, viaja a Shanghái para investigar y resolver un caso personal: la desaparición de sus padres en ese país asiático cuando él era solo un niño. Otro éxito literario e incluso cinematográfico llegó con la publicación de Nunca me abandones (Premio Novela Europea Casino de Santiago) en el año 2005; Ishiguro vuelve a demostrar que no es un escritor que se pueda encasillar pues, como dice Jorge Herralde, cada vez que publica “nos agarra a contrapié”. Y es que, a diferencia de sus libros anteriores, con Nunca me abandones el escritor nos entregó una novela distópica, de ciencia ficción, pero también de amor, de amistad, de vida y muerte, paralela a los avances que ha tenido el campo de la medicina dentro de la historia. Fue adaptada al cine por el director Mark Romanek, y contó con las actuaciones estelares de Carey Mulligan, Keira Knightley y Andrew Garfield. Su novela más reciente es El gigante enterrado (2015), en la que una vez más Ishiguro nos toma por sorpresa, pues luego de diez años sin publicar nos entrega un libro de toques medievales y fantásticos, en el que habitan ogros y dragones. En El gigante enterrado vuelven los recuerdos, pero también el olvido, el perdón o la venganza. Es un libro que vale la pena leer y cuya historia, según se ha comentado, también será adaptada al cine. Por último, y no por ello menos importante, está el libro de relatos titulado Nocturnos. Cinco historias de música y crepúsculo (2010). Con esta publicación el autor pareciera decirnos que también sabe manejar distancias cortas, con un estilo narrativo claro, directo, como lo ha estado haciendo desde sus inicios. Todos sus libros traducidos al español han sido publicados por editorial Anagrama. Si tú, estimado lector, no has leído a Kazuo Ishiguro, ¿con cuál de ellos comenzarás? Si ya has leído alguna novela suya, ¿cuál será la próxima en tu lista? O bien, si ya leíste toda la obra del nobel de Literatura 2017, nunca es tarde para comenzar su relectura.+

José de Jesús Carreto @PPCarreto





qapagó la luz. No había ruido alguno, perceptible o comprensible, pues todos se hacen madeja en uno solo, que te enreda, que confunde para que te atontes y puedas dormir tranquilo; esto es evolución para mantener a raya la ansiedad, para no dejar que la angustia nos consuma. Ella duerme, siempre duerme, aun cuando sus ojos están abiertos, ella siempre duerme. No sé cómo despertarla. Lo he intentado, pero no da resultado. Y es que no hay modo, no se lo encuentro por ningún lado, ella es semejante a la Esfinge y yo no tengo el espíritu para poder descifrarla. Pensé que con el tiempo todo iba a mejorar, pero éste sólo ha asentado más su sueño.

l poemario del autor mexicano Fernando Rivera Calderón, Llegamos tarde a todo, vio la luz este año bajo el sello de editorial Almadía. Empapado de un sentir de impotencia, tedio y cansancio, el libro se abre con un vocabulario nutrido del habla popular y la cultura pop, pero también de referencias literarias. La monotonía se percibe en sus páginas reiteradamente: “La gente está cansada / de estar cansada”; “alcanzamos a escuchar / el aplauso / de lejos / el último estertor / del espectáculo / que nunca vimos”; “somos los que sobran / los que no hacen falta”. El libro permite una gran cantidad de citas similares. En los aciertos siempre cabe destacar el hermoso trabajo de diseño de Alejandro Magallanes. No obstante, en un inicio me engañó y saturó ligeramente; debo confesar que en cuanto la lectura avanza el diálogo visual enriquece la experiencia. Tras la aglomeración, los momentos de silencios visuales colocan en un lugar más apropiado los versos. Las cuatro secciones del poemario están claramente definidas: la que inaugura el poema con el mismo nombre del volumen, “Electrodomésticos”, “Haiku de un viejo payaso oriental” y, por último, “Juan Gabriel”. Hay un tono humorístico, de “chascarrillo” como bien se menciona en su cuarta de forros. Temo, en mi muy humilde lectura, percibir sólo eso: bromas a las que podríamos acompañar con un platillo de batería. Referencias claras a Joan Manuel Serrat, filósofos o a Edgar Allan Poe, entre muchos otros: “Caminante, no hay camino / se hace el abismo al caer”; “Amo, luego existo” —en un poema titulado “Descartes a los dieciséis”—; “Los besos y caricias pendientes / han llegado / volando / a esta alcoba / a decirme: / Nevermore”. Hay juegos con la oralidad, lo que permite imaginar un interés en el español contemporáneo, en específico de nuestro país; un interés que podría encontrar caminos fructíferos. El humor también está presente en expresiones y bromas de un carácter popular: “El pez opina del sushi: / ¡Sushingada madre!”; “Me prendes / pero no me apagas” —a propósito del Control Remoto—. Más humor que podría refinarse. La larga tradición de la antipoesía, sobre todo del trabajo de Nicanor Parra puede encontrar ecos en estos experimentos. Dejo a juicio del lector acercarse y ver si detrás de ello hay algo más. + Rivera Calderón, Fernando. Llegamos tarde a todo. México: Almadía, 2017.

@rsanchezriancho

¿Por qué, si yo se lo he dicho una y otra vez? No lo sé, es el mero acompañamiento lo que forja nuestra actitud. Ella simplemente ha sido un astro que, por inercia, ha conquistado distancias infinitas. Mientras que yo siento como si estuviese castigado de nacimiento. La piedra que llevo en mis hombros no me permite seguir subiendo. Varias veces la he hecho añicos, pero cuando más ligero me siento, alguien, tal vez yo, pone una piedra nueva. Incluso ahora, de espaldas a Clara, el peso no ha menguado. Cada día, mientras camino, miro las caras de esas personas horribles que van en el metro, y pienso… No hay más filosofía que la del dinero, pues es la que mantiene todo. Con dinero, acceso a la salud, a la educación, a la cultura; con dinero suficiente se entra a las mejores universidades, se tiene la inteligencia gracias a una buena alimentación y un buen desarrollo infantil; con dinero se resuelven las peleas familiares, se obtiene una inmunidad para que tu cerebro se pudra en pensamientos estúpidos de muerte y miseria; con dinero hay salud mental, lo que te permite elegir y ser elegido para tener una buena pareja; y el ciclo continúa. Dinero es la ambrosía de Dios para los hombres. Y eso es lo que pienso todos los días. Tener que traficar con la ambrosía que nos hace infelices a todos, pues no es a Dios a quien necesitamos, sino a nosotros mismos, a nuestra mierda parida con el sudor de tu frente, pues has cometido el pecado de la conciencia. En ese momento, Clara levantó su cabeza, extrañada, ella siempre ha tenido el sueño ligero. Tal vez las murmuraciones cerebrales de Mateo la hayan despertado. Ahora enciende su luz, Mateo, Mateo, sigues despierto. Sí, no logro dormirme, creo que mejor tomaré un Clonazepam. Ella inclinó su cabeza de nuevo sin cerrar los ojos, le gustaba escuchar los movimientos que Mateo hacía; ahora se ha quitado las cobijas, aguarda un momento, pues parece que se aclimata antes de poner los pies en el piso, suspira, es justo el momento en que se decide a bajar, busca sus huaraches, cómo me caga el chirrido, es tan predecible… Ya trajo el vaso de agua, está buscando en el cajón las pastillas… Ya está, se las está poniendo en la lengua, siempre hasta el fondo, ya que dice que así es más fácil tragarlas… Coloca el vaso, por fin se ha sentado, se frotará la frente, cuántas veces le he dicho que no lo haga, se le caerán todos los cabellos… Se acuesta, suspira, está de espaldas… Es en ese momento cuando Clara cierra los ojos, lanza una última mirada a la lámpara, luego alza la mano para que de nuevo quede todo en oscuridad, justo como a él le gusta, ni una rendija de luz porque dice que le quita el sueño. +

Fernando Cervantes Radzekov (San Salvador Atenco, 1989). Cuentista, corrector de estilo y campesino. Se licenció en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM. Es colaborador en las revistas La libre de fuego y en LINNE Magazine. En 2017 dos de sus cuentos fueron antológicos en la obra Historias de sexo, conspiración y muerte. Bebedor incansable y conocedor de la cultura rusa, sufre de trastornos del sueño y otros males de la psique. @FernandoCervan3 lf.cervram@gmail.com

En esta sección aparecerán relatos de autores contemporáneos. Cada mes una ficción para arrebatarle un espacio a la vida cotidiana.



anuel M. Navarrete (Nel) es un dibujante creativo mexicano. Su primer trabajo dentro del arte fue para una empresa dedicada a la serigrafía artística. Tiempo después tuvo la oportunidad de colaborar para la Editorial Novaro, dibujando cómics como: Turok, El llanero solitario, Roy Rogers, Fantomas, etcétera. También colaboró para editoriales como: Vid, Ejea, Mango y Toukan, entre otras. Tomó clases de pintura y dibujo con modelos en vivo, creatividad y diseño gráfico. En la actualidad pinta y crea con su estilo propio. +

navarretemtz.617@gmail.com

Nel-ArtePop




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