¿De cuántas maneras y por qué razones podemos reírnos con un desparpajo que dé miedo mirar? Esta pregunta no es sencilla de resolver, la comedia y lo cómico se niegan a tener una sola causa, un motivo único que sea capaz de detonarlos como si fueran la nitroglicerina que derrumba la solemnidad. A veces, ambos surgen de la impotencia o de la rebeldía; en otras ocasiones, brotan ante nuestros ridículos cotidianos o se hacen presentes gracias a la maravilla de un poder que se vuelve risible a fuerza de solemnidades. Es más, gracias a ellos tenemos la posibilidad de hablar de lo que no se puede hablar y adentrarnos en los territorios que nos veda la corrección política. Ante estos hechos, es obvio que no tiene caso intentar recorrer todas sus formas y sus manifestaciones. La comedia es inmensa e inaprensible. O, como alguien sabio lo dijo, el humor es tragedia más tiempo.
En este número de Lee+, decidimos tomarnos en serio a la comedia y recorrer una parte de su mapamundi.