LIBROS, EDICIÓN Y CULTURA DE PAZ
Este coloquio, realizado en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, es una invitación al diálogo sobre la relación entre las diversas experiencias en torno a la noción de cultura de paz y el medio editorial. Un espacio para la conversación y el conocimiento acerca de las posibilidades transversales de una cultura de paz, esto es, un conjunto de valores, conductas, tradiciones, inclinaciones, actitudes y comportamientos basados en el respeto a la vida y a la dignidad humana, partiendo del convencimiento de que la literatura y el universo editorial pueden contribuir a un mundo más justo y menos desigual.
Viernes 21 de abril de 2023
Sala Carlos Chávez, Centro Cultural Universitario, UNAM
Transmisión en el canal de de Libros UNAM
9:00 a 14:30h
Programa
9:00 A 9:10 h BIENVENIDA
Patricia Dávila Aranda y Socorro Venegas
9:10 A 10:00 H
• CONFERENCIA INAUGURAL: Libros por la paz
Jorge Melguizo
10:00 a 11:30h
• MESA 1: Medios escritos: libertad de expresión frente a la censura
Pablo Ferri y Laura Castellanos • Modera: Jacobo Dayán
11:30 a 12:00h
• Receso
12:00 a 13:30h
• MESA 2: Periodismo, libros y cultura de paz”
Témoris Grecko y Blanche Petrich • Modera: Bruno Velázquez Delgado
13:30 a 14:30h
• DIÁLOGO: Los editores y la búsqueda de una cultura de paz”
Javier Sicilia y Eduardo Vázquez Martín • Modera: Carlos Antonio de la Sierra
Liga de registro: http://bit.ly/3KJX1tu
Entrada libre Cupo limitado
Coordinador académico: Carlos ANTONIO de la Sierra
Editorial / Serendipia
Pocas veces en la vida nos sorprendemos tanto como cuando éramos niños: la emoción de despertar cada día y no saber qué esperar de él, la alegría de descubrir algo que nos roba por completo la atención. Tal vez podríamos comparar ese asombro con el que nos genera la literatura, a través de personajes que se vuelven entrañables o lugares que sólo existen cuando nos sumergimos en las páginas de un libro. Para rendir un tributo a los hallazgos afortunados, a la serendipia, no encontramos mejor oportunidad que hacerlo en la edición de abril, mes en el que, coincidentemente, festejamos a las infancias, los libros y los ochenta años de El Principito, que, de manera constante, nos invitan a repensar la forma en la que vemos el mundo y a mantener despierta la imaginación.
En este número, reunimos a un cúmulo de voces que nos llevan de la mano por los senderos de lo fortuito: “¿Qué pasa cuando buscamos algo y no resulta lo que esperamos?”, nos inquiere Mariana Aguilar en esta edición, mientras que Herles Velasco nos enseña a ver la epifanía que resguardan ciertos pasajes literarios; Rodrigo Morlesin comparte con nosotros su descubrimiento de la parte mortal de El Principito, así como una entrevista generosa y divertida con Rocío Bonilla y Susanna Isern, el dúo responsable de ¿Y si me come una ballena?, un libro de la editorial Flamboyant.
Uno de los espacios más propicios para el asombro es la conversación y, para convocarlo, platicamos con Antonio Ramos Revillas, director de la Casa Universitaria de Libro de la uanl, así como con Carlos López Puccio, integrante de Les Luthiers, y con la escritora regiomontana Alejandra Andrade.
En Lee+ creemos en el poder de la literatura para sorprendernos y asombrarnos, para hacernos sentir como niños de nuevo y para ayudarnos a explorar el mundo que nos rodea. Esperamos que este número les inspire a descubrir nuevas lecturas, a revisitar con ojos frescos algunos clásicos, como El Principito, y a redescubrir la magia de la niñez.+
Yara Vidal6 La maravilla de poder asombrarnos
Carina Vallejo
8 Serendipia, de los tres príncipes al Titanic
Herles Velasco
10 [Cómic] Para sobrellevar la sobrecorrección
Darío Cortizo
12 Entrevista a Rocío Bonilla y Susanna Isern
Rodrigo Morlesin
16 [Póster] No hay casualidades
Alejandro Magallanes
18 Serendipia, el asombro a la vuelta de la página
Rodrigo Morlesin
22 Sobre expediciones y libros desordenados
Mariana Aguilar Mejía
24 Entrevista a Les Luthiers
José Luis Trueba
26 El humor en los relatos de Woody Allen
Carlos Torres Tinajero
28 UANLeer, el espacio universitario para la literatura
Irma Gallo
30 Marc I. Ehrlich y La sutileza de la aceptación
Irma Gallo
32 Entrevista a Alejandra Andrade
Carina Vallejo
34 [Recomendación] diseño editorial
Editorial GG
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Director de arte y editor audiovisual
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La maravilla de poder asombrarnos
Carina VallejoHay un par de términos que se usan en la literatura para describir la pasión por viajar y la fascinación por el mundo que nos rodea: wanderlust y wonderlust. Ambos se han convertido en temas recurrentes en la literatura y han inspirado a muchos autores a escribir sobre la emoción de la travesía y la sensación de libertad que viene con ella. Estas pasiones en la literatura resultan, a menudo, motor de la acción y el punto de partida para la exploración de mundos imaginarios y la creación de personajes inolvidables.
Cuando nos referimos a la wanderlust estamos hablando de la necesidad de aventura y de la curiosidad por viajar, explorar nuevos lugares y experimentar culturas diferentes. Una muestra de la wanderlust en la literatura la encontramos en el trabajo de escritores como Mark Twain, cuyo viaje por Europa y Oriente Medio en la década de 1860 a bordo del Quaker City le sirvió de inspiración para escribir la Guía para viajeros inocentes (Ediciones del Viento), un libro de crónicas que incluso se utilizó como guía de viajes y que, de acuerdo con algunas fuentes, representó la obra más vendida de Twain mientras él vivió.
Wanderlust (Capitán Swing), de la escritora estadounidense Rebecca Solnit, es un libro que no puede quedar fuera cuando pensamos en esta palabra de origen alemán, porque, mientras avanzamos por sus páginas, se nos demuestra que “la historia del caminar es la historia de todos” y que, al desplazarnos con los pies, cualesquiera que sean los motivos, también estamos llevando a cabo una acción “política, estética y de gran significado social”, que, a decir de Solnit, contribuye a que el cuerpo y la mente trabajen juntos.
Por otro lado, la wonderlust describe la emoción de maravillarse ante las bellezas del mundo; se trata de una sensación de asombro y admiración por la belleza del planeta y sus maravillas. En la literatura, se refleja en textos como La vuelta al mundo en ochenta días (Austral) y Viaje al centro de la Tierra (Ediciones Gandhi), del francés Jules Verne, uno de los escritores al que me gusta regresar cuando quiero volver a sorprenderme por lo pequeñas y complejas que somos las personas en relación con el mar o con el universo.
En esta parte, cabe mencionar a Alicia en el País de las Maravillas (Cátedra), de Lewis Carroll, un libro que narra la historia de una niña que cae en un agujero de conejo y se encuentra en un mundo muy peculiar, lleno de criaturas extrañas novedosas y sucesos mágicos. A lo largo de su viaje, Alicia experimenta la curiosidad y la maravilla, y aprende a ver el mundo desde una perspectiva diferente, que rompe con la mirada rígida con la que solemos observar todo. Alicia… es una muestra de que la literatura puede motivarnos a explorar, cuestionar el establishment e indagar en torno a nuestra posición en el universo.
Si pensamos en una obra que conjugue ambas pasiones, podríamos colocar Comer, rezar, amar (Debolsillo), una novela autobiográfica en la que una crisis vital lleva a Elizabeth Gilbert a emprender un viaje por Roma, Bombay y Bali, gracias al cual redescubre el gozo que aguarda una buena comida, la paz interior y, como Rebecca Solnit, el equilibrio entre la mente y el cuerpo.
No dejemos de reparar en la wanderlust y en la wonderlust, pues la capacidad de asombrarnos ante la belleza y el misterio del mundo nos conectan con nuestra humanidad, al tiempo que nos recuerdan nuestra propia finitud. El poder asombrarnos y maravillarnos, ya sea a través de la literatura o de una caminata, nos permite experimentar el mundo de manera más profunda y conectada, así como apreciar la complejidad y diversidad de la vida en todas sus formas. La posibilidad de sentir ambas pasiones resulta esencial para conectarnos con el exterior y con nosotros mismos: nos hace humanos. Sin ellas, la percepción que tenemos del mundo sería, quizá, aún más fría y desolada.+
juntos, aunque los hechos en la vida de ambos protagonistas los llevan por otros caminos. Siete años después del primer encuentro, regresa a Sara el billete en el que John le había escrito su número telefónico y que ella gastó esa misma noche, esperando que el destino la regresara a John si éste era el indicado: una forma de validar el error que creía estar cometiendo. Así se revela nuestra necesidad de señales externas, objetivas, para justificar el amor que en medio de todas las subjetividades se nos manifiesta.
HerlesVelasco
El discípulo miró al maestro en la profundidad de la tarde.
—Maestro, ¿es bueno para el sabio demostrar su inteligencia?
—A veces puede ser bueno y honorable permitir que los hombres te rindan honores.
—¿Sólo a veces?
La serendipia, según los ejemplos anteriores, no actúa necesariamente a través de la fría lógica o la razón, sino a partir de la más profunda de las intuiciones; representa un hado que puede ser tan trágico como en el mito de Edipo o tan maravilloso como en la historia de Sara y John. ¿Por qué en el caso de Edipo ese destino no es serendipia? Porque, en éste, los hallazgos fortuitos devienen en tragedia, aunque, cuando hablamos de literatura —hay que decirlo—, pareciera que la serendipia se presta para jugar de manera más siniestra a veces, y la espectacularidad forma parte de su esencia.
Otras puede acarrearle al sabio multitud de desgracias. Eso es lo que les sucedió a los tres príncipes de Serendip, que utilizaron distraídamente su inteligencia…
Así comienza el antiguo cuento popular de origen persa llamado “Los tres príncipes de Serendip”, a partir del cual el escritor Horace Walpole acuñó el neologismo en inglés serendipity, allá en el siglo xviii. Serendip hace referencia al antiguo Ceilán, hoy Sri Lanka, pero el término serendipia, como lo entendemos ahora, nada tiene que ver con aquellas tierras remotas, aunque sí con ciertos acontecimientos que ocurren en esa fábula y que, en un acto purísimo de serendipia, descubrió Walpole para nosotros.
El término tiene diferentes acepciones; es de esas palabras vivas y escurridizas que no se dejan ver claramente, pero que permiten sentir su presencia desde la oscuridad de los rincones, que sacan la pata y hacen ruido para que intuyamos su existencia. A veces, algunos significados etéreos de palabras así se pierden entre sinónimos mejor cuajados para el sentido común y, en consecuencia, menos mágicos que estos extraños, exóticos, cuasi esotéricos vocablos. La más llana de sus acepciones afirma que el fenómeno de la serendipia ocurre cuando encontramos algo valioso sin haberlo buscado: un encuentro afortunado, cierta maravillosa suerte.
Aunque huidiza en cuanto a una definición concreta, hemos advertido la serendipia en más situaciones de las que suponemos. La ciencia, por ejemplo, territorio en el que uno esperaría acontecimientos medidos con precisión, previstos, planeados y ejecutados perfectamente, está colmada de serendipias: la dinamita, la penicilina o el lsd, por abarcar los más lejanos extremos, son fruto de dicha mágica suerte. Se trata de descubrimientos no buscados y, en muchos casos, producto de errores de cálculo.
Para quienes ya tenemos cierta edad, quizá está extraña palabra remita a aquella película, Serendipity (que, bajo la reiterada y terrible costumbre de los encargados de renombrar las películas para su proyección en estas tierras, decidieron llamar Señales de amor), protagonizada por John Cusack y Kate Beckinsale. El filme cuenta la historia del encuentro fortuito —serendipia, pues— entre John y Sara, quienes parecen marcados por el destino para estar
En la literatura, la descripción de la serendipia suele estar más emparentada con la metafísica, la adivinación y con cierta —diría Rimbaud— videncia inherente en el oficio del escritor, y no siempre con descubrir las maravillas de la realidad. Para quien escribe y para quien lee, el hallazgo de la ficción y su anticipación a algunos hechos reales provocan placer estético y asombro. En contraste con lo que sucede dentro del libro, lo que se revela en el mundo físico cuando el fenómeno escrito se materializa está lejos de la comedia, y a veces John se convierte en Edipo.
Pero vayamos de menos a más: quizá el ejemplo más recurrido de estas serendipias literarias sea el de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. En esta obra se afirma que Marte tiene dos lunas. La novela se publicó en 1726, y tal descubrimiento astronómico ocurrió en 1877. Vale la pena agregar que también el escritor, filósofo e historiador francés François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, escribiría sobre la existencia de Fobos y Deimos unos años después que Swift, en 1752, en su libro Micromegas. ¿Suerte?, ¿casualidad? Preferimos llamarlo serendipia.
Otro autor que sale a conversación cuando hablamos de literatura y este extraño fenómeno es Morgan Robertson, escritor y oficial marino estadounidense, quien en 1898 escribió Futilidad o el naufragio del Titán. En esta novela corta se relata el hundimiento de un barco ficticio en el Atlántico Norte, considerado insumergible. Sobra decir que la similitud entre el nombre de esta embarcación, Titán, y la de aquella que zarpó de Southampton en 1912, el Titanic, resulta casi increíble. Pero Robertson acumuló todo un récord de serendipias en su relato: el tamaño del Titán y el del Titanic presenta una diferencia de apenas dos pies; el número de mástiles y hélices coinciden, dos y tres, en estricto orden; ambos zarparon a la desgracia en abril; ambos se estrellaron contra el hielo a 400 millas de Terranova, el Titanic a 23 nudos y el Titán, a 25; en ambos murió la mitad de la tripulación porque ni en uno ni en otro había suficientes botes salvavidas. Por supuesto, hay muchas diferencias también entre el relato y el hecho, pero el peso de las serendipias es abrumador.
Al prodigio anterior hay que sumar el hecho de que Robertson escribió otro cuento en 1914, “Más allá del espectro”, en el que describe una guerra entre Estados Unidos y Japón, en la que este último ataca al primero con “máquinas voladoras y bombas luminosas” que destruyen la base naval de Pearl Harbor, hecho que ocurriría casi tres décadas después, en 1941, en la historia que ya todos conocemos y de la que se ha escrito tanto.
Ejemplos, sobran: Julio Verne escribió sobre armas químicas, submarinos y satélites artificiales; Bradbury, sobre sistemas de comunicación que nos recuerdan al internet; Huxley habló de la clonación y la fecundación in vitro, y Lester del Rey escribió en 1954 sobre el comandante Armstrong y su viaje a la Luna a bordo de El Apolón, quince años antes del alunizaje de Armstrong en el Apolo 11. También podríamos hablar de Poe, Borges, María Zambrano o Concha Urquiza; los hallazgos aparecerán, tan categóricos como en Robertson o tan sutiles como el más sencillo de los versos.
La serendipia tiene algo de epifanía: no está secuestrada por la técnica ni por el dominio de alguna ciencia ancestral; ningún “practicante” ni escritor avezado se propuso encontrarla, porque perdería su esencia; llega de pronto y algo en nosotros se transforma; ya la hemos experimentado en la literatura menos profética, en los encuentros, en las canciones, en el hallazgo fortuito que nos embelesa, entusiasma y asusta: ahí está la serendipia, sacando su pata a la luz.
El relato que originó esta fortuita palabra alumbra la disposición que hay que tener para llegar a su encuentro: los tres príncipes eran capaces de conocer la realidad no vista, en aquel caso, un camello a partir de una simple hormiga; el potencial en el encuentro que parece banal, ajeno, pero que nos conduce inevitablemente a lo trascendente.
En los hallazgos fortuitos que dejan todas las manifestaciones de la serendipia hay algo mágico, o así decido creerlo, porque la realidad llana y simple no nos es suficiente y necesitamos nombrar el hechizo de la fascinación para que forme parte de nosotros, aunque no sepamos exactamente cómo asimilarlo a través de la razón. Puedo tener, entonces, la fe suficiente como para sentir que este brevísimo texto genere en ti, lector, un viaje de introspección a tus propias serendipias —literarias o no—, tal vez más sorprendentes que aquellas que aquí te he contado. También puedo aventurar que, de alguna manera, que nos hayamos encontrado hoy no es sólo una simple y burda casualidad.+
Serendipia
de los tres príncipes de Ceilán al hundimiento del Titanic
Rocío Bonilla y Susanna Isern
el dúo dinámico de la literatura infantil
El trabajo de Susanna y de Rocío es muy similar al de las superheroínas: se trata de ser generosas con su talento y luchar por que las niñas y los niños tengan historias que les infundan valor, amor y generosidad. En esta entrevista, se quitan la capa y el antifaz para hablarnos de su arte y de su infancia.
Estoy muy contento de tenerlas aquí. Reunirlas es un lujo. Rocío Bonilla y Susanna Isern forman una dupla que ha logrado consolidar un trabajo maravilloso.
Muchas gracias a ti, Rodrigo, es un placer. Desde que viajé a México hace algunos años para el Hay Festival, que estuve también en Gandhi, la verdad es que me enamoré de vuestro país y de vuestra gente. Estoy encantada de poder charlar aquí un ratito con vosotros y con mi compi, Susanna, con quien hemos hecho este tándem de años y trabajamos tan a gusto juntas.
Sí, yo me reitero en las gracias. Es un placer estar aquí. No conozco todavía vuestro país, pero espero poder hacerlo algún día porque me parece un sitio increíble. Estoy feliz de estar con vosotros y también con mi supercompañera, con quien espero cumplir muchos años de trabajo en equipo.
Seguro que sí. La verdad es que en México los libros que ustedes hacen son muy queridos. Cuando hemos sacado reseñas o videos sobre libros como El gran libro de los supertesoros o el más reciente, ¿Y si me come una ballena?, la gente demuestra muchísimo cariño. Me gustaría empezar por el mero principio y preguntarles cómo fue su infancia, porque sus libros no sólo son para niñas y niños, sino que están íntimamente relacionados con la infancia que ustedes tuvieron.
Mi infancia transcurrió en un pueblo muy chiquitito, de quinientos habitantes, en la zona montañosa del Pirineo catalán: un lugar increíble en el que yo vivía rodeada de bosques, campos, huertos y muchos animales del bosque e insectos… Yo creo que esa infancia tan campestre, en un ambiente tan de pueblo —en el que, además, ni siquiera había muchos libros, tiendas o bibliotecas—, me ha marcado mucho. De alguna forma, no sé por qué, a mí me gustaba escribir en mis cuadernos: narraba historias relacionadas con ese ambiente, con el bosque, los animales y demás… Se trata de una pasión que me ha acompañado durante toda la vida, a pesar de que estudié psicología.
Y, bueno, complementando la pregunta anterior, ¿qué querías ser cuando eras niña? ¿Cómo te imaginabas de adulta?
Pues nunca me imaginé que sería escritora, porque, aunque me gustaba muchísimo escribir, no se me ocurrió que se trataba de una profesión. Tal vez si hubiera tenido la suerte de que alguien me dijera: “Oye, si te gusta tanto escribir, ser escritora es una opción”, pero no se me pasó por la mente; nadie vino a iluminarme, y por eso estudié psicología, que en el momento en que tenía que elegir profesión me gustó mucho. La pasión por escribir me siguió acompañando y llegué al mundo de la literatura de forma casual, sin premeditación, siguiendo ese instinto de escribir. Un día, probando suerte, envié a una editorial mis textos.
Pues qué suerte. Ya les preguntaré y les contaré algo sobre la suerte. Pero, Rocío, ¿cómo fue tu infancia?
Mi infancia fue en una ciudad pequeña, llamada Badalona, justo al lado de Barcelona, una ciudad bastante normal, aunque cerca del mar. El mar ha marcado toda mi infancia y juventud. Lo amo profundamente. Sólo despertarme por la mañana y abrir la ventana, tenía el mar delante de casa. Por lo demás, he tenido una infancia muy estándar: aficionada a la lectura y, sobre todo, a los lápices y a los colores desde muy pequeñita. Mi madre decía que yo había nacido con un lápiz en la mano, pero es que yo siempre estaba dibujando. Igual que Susanna siempre escribía, yo siempre dibujaba. Yo creo que hay gente que nacemos predestinados para hacer algo en la vida.
¿Y de niña siempre imaginaste ser ilustradora o creadora?
Dibujaba a todas horas y, además, es que pintaba, dibujaba, hacía caricaturas, cómics, todo tipo de expresión gráfica. Tenía muy claro que cuando llegase a la universidad iba a estudiar bellas artes. El único que no lo tenía muy claro era mi pobre padre. Como yo era una alumna sobresaliente y siempre saqué buenísimas notas y matrículas de honor, mi padre creía que yo iba a hacer un doble grado en derecho o dirección de empresas, y que iba a convertirme en una superejecutiva. Entonces, pobre hombre, cuando le dije que iba a estudiar bellas artes —claro, en aquel momento a bellas artes iban los hippies—, casi le da un ataque al corazón: “¿Y qué vas a hacer para ganarte la vida?”. De todas formas, sí que es verdad que ahora que estoy donde estoy, como una ilustradora reconocida, él está contento; sobre todo porque mi hija retomó la ofensa familiar y curso doble grado en la universidad, con lo cual ha limpiado el buen nombre.
Eres la oveja negra, aunque las ovejas negras son muy bonitas… Oigan, y ¿cómo se conocieron?, ¿cómo empezaron a trabajar juntas estas ideas de libros que ahora las distinguen?
La verdad la culpa fue un poco mía, porque yo pedí por Susanna. Me llamó la editorial Flamboyant para ofrecerme un texto que ilustrar. Yo leí el texto y le dije a mi editora, Patricia Martín: “Mira, Patricia, es que no me acabo de ver identificada en este texto”. Entonces sugirió: “Bueno, vale, pues otro texto, ¿con quién quieres trabajar?”. Yo dije: “Quiero trabajar con Susanna Isern”.
Estoy muy conectada con el ámbito: veo, investigo el panorama, qué escritores y qué ilustradores hay… Y yo veía que Susanna Isern hacía libros muy chulos y, además, le ilustraban colegas importantes. Pensé: “Yo tengo que estar en el catálogo de esta señora”. Entonces le pedí a Patricia: “Me gustaría trabajar con Susanna”. Fue cuando la llamó para pedirle un texto. Nos puso en contacto y, bueno, desde allí fue un poco de enamoramiento mutuo.
Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
Así nació nuestra historia de amor literaria. Imagínate mi reacción cuando me llama una editora y me dice “te ha pedido Rocío Bonilla”. Pensé: “¡Cómo que me ha pedido a mí Rocío Bonilla!, pero ¿qué pasó para que esta profesional se haya fijado en mí?”. Todo empezó de una forma muy bonita y, cuando se empieza así, yo creo que sólo pueden salir cosas buenas.
¿Y se entendieron bien al momento de trabajar ese primer libro?, ¿o tenían ideas diferentes?
Nos entendimos superbién, incluso teniendo a veces ideas diferentes. Yo siempre he dicho que Susanna es una profesional muy generosa. Hay pocos autores que te dan su texto de forma abierta, diciendo “haz lo que quieras con él”. Normalmente, los escritores son más celosos de que nadie toque sus palabras. En cambio, la generosidad de Susanna permite que yo pueda opinar; incluso, cuando se me ha ocurrido algo un poquito distinto, se lo comento. Entonces, ella asume esa opinión y la inserta en el texto, pero a través de su estilo —que lo hace mejor todavía—. De esta forma vamos haciendo crecer los libros juntas. Opinamos la una sobre la otra, sobre el libro, y éste se convierte en nuestro hijito en común. Es de las dos y por eso nos permitimos estar ahí, modificándolo, haciéndolo mejor cada día. Creo que eso se nota en el resultado, porque no se trata de una ilustradora que ilustra el texto de una escritora: somos dos autoras que creamos un libro juntas.
Eso se nota también en la medida de los detalles: en las palabras, en las ilustraciones, en las pequeñas cosas escondidas. Eso me encanta del trabajo de ambas: los detalles ocultos que se van representando a lo largo de la historia. El texto es la base, pero existe un diálogo entre ustedes que se nota en el resultado.
Y fíjate que no es lo más común, porque, casi siempre, cuando escribo un texto, lo lanzo al editor; éste lo acepta, y, después de un tiempo, lo que me encuentro es un libro acabado. Entonces, a mí me fascina este proceso de trabajo que surge con Rocío, en el que además una no se siente tan sola. Es muy gratificante y enriquecedor ver otro punto de vista desde el otro lado.
Rocío se implica muchísimo en el libro; ella quiere que el libro salga lo mejor posible, y eso resulta muy valioso en las ilustraciones. Hay ocasiones en las que el ilustrador toma la postura de “bueno, yo hago mi parte del trabajo y ya está; no voy más allá”. Pero la comunicación entre autoras, esta forma de ir dándole vueltas al libro conjuntamente, ha sido maravillosa.
Hay una tercera parte que ha mencionado Susanna: la editora, Patricia Martín: tenemos la gran suerte de trabajar con una editorial que respeta nuestro trabajo y que, además, cuando aporta cosas es siempre para sumar. Este libro a cuatro manos toma una dimensión de seis manos gracias a Patricia. Es un lujo y un placer trabajar de esa forma.
Incluso, este enriquecimiento en equipo echa por tierra la idea del escritor solitario, en su recámara, donde nadie entra y ni siquiera se permite el ruido afuera, porque se desconcentra. Esta otra actitud, la del trabajo colaborativo, es el gran gancho que tienen con los lectores. Por eso sus libros se vuelven entrañables; por eso los leemos una y otra vez. Pero no es tarea fácil, ¿cuánto tiempo les lleva a hacer un álbum ilustrado como éstos?
Normalmente, el procedimiento es así: Susanna manda unas ideas a Patricia y las ponemos en común. Por ejemplo, en el caso de ¿Y si me come una ballena?, yo leí dos parrafitos y pensé: “¡Madre mía, qué locura de libro!”. Incluso le mandé a Susanna en privado por WhatsApp: “Oye, se supone que tú no sabes nada, pero he leído el texto y es maravilloso, me encanta”.
Susanna trabaja en la historia durante unos meses y, cuando tiene un primer texto, que ella ya considera que se puede enseñar, lo comparte. En ese lapso inicia una labor editorial por parte de Patricia. Yo hago normalmente un primer volcado de las imágenes: después de mis lecturas iniciales, dibujo unos primeros bocetos, unos primeros stories para ver si funciona y los comparto con ellas. A partir de ahí, se van ajustando cositas.
En cuanto a tiempo, yo creo que, desde que llega el texto, transcurren aproximadamente cuatro meses en la parte de ilustración y corrección. A esto hay que sumar el tiempo que Susanna pasó escribiendo la historia antes.
Es bastante rápido.
El tiempo que se tarda en escribir el texto depende, es un mundo. Puede haber un texto que te salga muy rodado y que enseguida lo tengas más o menos listo, y puede que haya textos que se te atasquen, que cuesten un poquito más… Pero, sobre el tiempo total, yo diría que seis meses, más o menos.
Y, sobre la ilustración, puedo decir que tengo colegas que trabajan en varios proyectos a la vez. Yo soy absolutamente incapaz de hacer eso: necesito hacer una inmersión absoluta dentro del libro y casi irme a dormir y soñar con él para que, cuando me levante por la mañana, pueda volver a meterme en ese mundo. Realmente, cuando cojo un libro, me encapsulo dentro de ese proyecto. Son jornadas de trabajo muy intensas.
Viven la historia de cada libro. Hablando de eso, y tomando como pretexto El gran libro de los superpoderes, que es uno de sus grandes clásicos, déjenme contarles: en una ocasión estaba yo entrevistando Stan Lee y le pregunté que, si tuviera un superpoder, cuál elegiría. Él me dijo: “Pero es que yo tengo uno”. Y yo: “¿Cómo? ¿Tienes un superpoder?”. Respondió: “Sí: ser suertudo. Cuando eres suertudo, la chica que te gusta te hace caso; si no tienes dinero, te encuentras un billete en la calle. Yo soy suertudo”. Recuperando esa idea, les quiero preguntar ¿cuál es su superpoder?
Yo diría que contar historias. Ése sí que formaría parte de mi repertorio. Tampoco creas que tengo tantos, eh, pero diría que soy una persona paciente, empática… Y los superpoderes que no tengo también te los puedo decir, por ejemplo, el del orden.
Y Rocío, ¿cuáles son los tuyos?
El orden sí, aunque ahora mismo mi estudio es un mal ejemplo, pero normalmente soy extremadamente organizada: hago siempre mil listas, tengo todo esto lleno de listitas, de los menús de la semana, de no sé qué… Y luego el superpoder obvio: la creatividad. También es verdad que tengo un superpoder que yo considero el mejor de todos: el optimismo. Yo creo que hoy en día el optimismo, sobre todo en los tiempos que vivimos, es un grandísimo superpoder.
¿Cómo llegan a los detalles, tal vez a los detalles en los que nadie se fija o que ni siquiera están en el texto?
una historia universal. Considero que por eso nuestros libros son populares y llegan a la gente.
¿Esperaban que esto pasara? Ya sabemos que Susanna no planeaba ser escritora, y que ninguna pensó que una niña de montaña y otra niña de mar terminarían trabajando juntas con el éxito que tienen. Cuando digo éxito me refiero al cariño de quienes leen sus libros; no a la superfama, sino a que realmente conectan con los lectores y entre ustedes. Es una locura.
Yo todavía a veces me pellizco un poco, ¿de verdad esto me ha pasado a mí? Hoy me salió un recuerdo en Facebook de hace once años: estaba escribiendo en una cafetería con vista al mar... Aunque soy de montaña, ahora vivo en la costa. Pensé: “Si hace once años me hubieran dicho que cumpliría mi sueño de esta forma, que trabajaría con ilustradores como Rocío Bonilla, que llegaría a tantos lectores, no me lo hubiera creído”. Para mí sigue siendo algo mágico, inexplicable y maravilloso.
Publicar un libro es aventar una botella al mar.
La verdad es que sí. Si tuviéramos la fórmula del éxito, todos tendríamos libros publicados en todo el mundo, pero no la tenemos. Aquí guardo mi decálogo, que cuando doy clase es lo que les regalo a todos los alumnos el último día, y simplemente dice: “Esfuerzo, paciencia, pasión, rigor, humildad, constancia, amor, ambición, tiempo y respeto”. Yo creo que todas esas condiciones se cumplen en Susanna y en mí. La constancia y perseverancia nos han llevado a estar donde estamos y a trabajar con muchísimo amor y, sobre todo, con muchísima honestidad.
Lo que han hecho es increíble. Muchas gracias por su tiempo, por sus libros y por las historias que nos entregan hechas con pasión, humildad, dedicación y todo lo que encierran estos mundos tan pequeñitos, pero tan grandes cuando uno los abre. Quiero felicitarlas por los extraordinarios libros que hacen.+
CASUALIDADES
el asombro a la vuelta de la página
Claro que estas serendipias resultan diversas, pues van desde toparnos en la librería con el ejemplar que llevamos años buscando (por cierto, si se tropiezan con Las puertas del infierno, de John Connolly, denme una alegría avisándome) hasta descubrir la penicilina y con ello cambiar la vida de todos en este mundo, como le sucedió a Alexander Fleming (el caso más famoso de serendipia).
En la literatura, una serendipia se esconde detrás de esa página que estás leyendo y que, sin saberlo, dejarás para mañana. Ese libro se convertirá en tu favorito y, aunque no se trate del tema de tu oficio, te dará una nueva idea que con el tiempo será la piedra angular de tu proyecto más ambicioso. Así de mágica y misteriosa es la serendipia.
Y, hablando de piedras y de magia, ¿quién no se emocionó cuando Hagrid dijo: “Harry, debes saber que eres un mago”? Sin duda, para Harry significó una serendipia y una transformación absoluta. Pero hoy te quiero platicar de una serie de serendipias que me sucedió.
En la vida estamos llenos de serendipias: esos hallazgos que se producen de manera casual y que son una chispa de asombro y alegría, e incluso llegan a cambiar el camino de las personas.
Rodrigo Morlesin
Serendipia 1: un encuentro con día y hora
En 2011, me encontraba con mi familia en Japón y decidimos pasar unos días en un pueblo llamado Hakone. Yo quería ir a ese lugar para darle de sorpresa a mi esposa, Alicia, la visita a un museo con esculturas al aire libre; mi concuña quería que fuéramos a esas aguas termales cercanas a Tokio, y Alicia quería que fuéramos porque planeaba sorprenderme con el museo de El Principito. Nadie había dicho a dónde quería ir ni las razones. Y todo era en el mismo sitio.
El 30 de enero de 2011, a las nueve de la mañana, estábamos en las puertas del Musée du Petit Prince de Saint-Exupéry à Hakone. Fuimos los primeros en llegar. El museo consiste en una réplica del típico barrio francés, con panadería, fuente en la plaza, iglesia y, por supuesto, una tienda en la que sufrí por no poder comprarlo todo y de la cual me traje un pin y una figura de cerámica de la escena del elefante devorado por la serpiente.
Por dentro, el museo cuenta con una serie de dioramas que recorren la vida y obra de Saint-Exupéry: su matrimonio con Consuelo SuncínSandoval Zeceña; el accidente en el Sahara; su trabajo como piloto postal en Argentina; su estancia en Nueva York, y su labor en la Segunda Guerra Mundial como piloto de reconocimiento. Al final se llega a una sala de proyecciones ambientada con cojines en forma de roca para recrear el Sahara. Así, uno se sienta en el piso y se recarga en una mullida piedra para ver el documental sobre la vida del autor. La proyección termina con la escena de Saint-Exupéry alejándose en su avión al encuentro del atardecer… nada se vuelve a saber de él. Sin duda, un final romántico y muy japonés.
Figura de ceramica de la escena del elefante devorado por la serpiente Musee du Petit Prince de Saint-Exupery a HakoneSerendipia 2, 3… cien: cerrar el círculo
Años después, el 28 de febrero de 2014, Alicia y yo nos encontrábamos en Nueva York, invitados por Leonard S. Marcus para asistir a la extraordinaria exposición que él había creado, The ABC of It: Why Children's Books Matter, la cual se encontraba en la Biblioteca Pública de la ciudad. En esa exposición nos esperaban decenas de serendipias: los juguetes originales de Winnie the Pooh, que pertenecieron a Christopher Robin; el manuscrito de El jardín secreto, de Frances Hodgson Burnett; la sombrilla con cabeza de loro de Mary Poppins, una reader’s edition de Harry Potter and the Sorcerer’s Stone y el ejemplar de Alice’s Adventures in Wonderland que perteneció a la mismísima Alice Liddell.
Pero en ese viaje tendríamos una sorpresa más: el cierre de aquel encuentro con Saint-Exupéry. A la salida de la expo, Leonard nos recomendó visitar la Morgan Library, en donde se encontraba otra exhibición: The Little Prince: a New York Story
Ahí descubrimos por qué los neoyorquinos consideran que El Principito les pertenece a ellos y no a los franceses. A lo largo de los salones, fuimos descubriendo el otro lado de la historia que iniciamos en Hakone. El manuscrito original, las acuarelas, las cartas (por no decir pleitos) entre las editoriales Reynal & Hitchcock, de Estados Unidos, y Gallimard, de Francia, por los derechos de la obra, así como los orígenes estadounidenses del relato, como se describe en el catálogo.
Pero la serendipia no estaba en ninguno de esos documentos, que ya conocíamos en digital; tampoco se encontraba en la historia del autor, que ya sabíamos. Todo fluía lógicamente hasta que, al entrar a la última sala, nos topamos con…
El brazalete de identificación de Saint-Exupéry: esa pulsera con los datos del portador, quemada y rota por el impacto.
El 31 de julio de 1944, Saint-Exupéry había despegado de la base aérea de Córcega a bordo de su Lightning P-38, en una misión de reconocimiento fotográfico. Jamás se le volvió a ver. En septiembre de 1998, 54 años después, un pescador francés pescó una serendipia al encontrar el brazalete del escritor atorado en su red.
Esa vitrina encerraba la serendipia, pero también la tristeza, el dolor y el asombro. La historia romántica tenía un vuelco y nos mostraba la realidad: era humano y, como tal, murió su cuerpo, pero el mito nos sonreía y abrazaba.
No me resistí a tomar una foto de ese objeto histórico, aunque a la salida nos dimos cuenta de que estaba prohibido hacer fotos. El Principito había distraído al guardia para regalarnos ese instante resumido en un clic.+
Todo fluía lógicamente hasta que, al entrar a la última sala, nos topamos con… el brazalete de identificación de Saint-Exupéry: esa pulsera con los datos del portador, quemada y rota por el impacto.
Brazalete de identificacion de Saint-Exupery ,
Sobre expediciones y libros desordenados
Mariana Aguilar MejíaCada persona tiene una relación singular con lo inexplicable. Para el mundo occidental, la diosa Fortuna era una mujer con los ojos vendados (porque no veía a quiénes repartía sus dones), que apenas se sostenía de pie sobre una esfera (muestra de su condición inestable). Ella tenía el poder de conceder buena o mala suerte, y su actuar caprichoso generaba temor y deseo a partes iguales. De ahí proviene el símbolo de la rueda de la fortuna: el azar que salpimienta toda vida humana.
Otra manera de explicar los golpes de suerte para el universo grecorromano era a través de la diosa Ocasión. Se trataba de una mujer hermosa, pero calva de la nuca y con cabello alrededor de la frente. Con esto, los antiguos querían asentar que las oportunidades se toman con decisión cuando vienen de frente, porque, una vez que pasan, ya no podemos recuperarlas ni siquiera de los cabellos. En el Quijote se narra cómo Sancho Panza “toma la ocasión por la melena”, cuando los duques le ofrecen el gobierno de la ínsula Barataria. En efecto: la suerte no funciona si no cae en alguien dispuesto a aventurarse.
Pero ¿qué pasa cuando buscamos algo y no resulta lo que esperábamos? Casi siempre ese error de cálculo nos fastidia durante un rato; eventualmente aceptamos el absurdo de las normas o nuestra propia ingenuidad y continuamos. Sin embargo, como un destello, a veces se revela otra posibilidad: el descubrimiento al que llegamos sin proponérnoslo.
Esta irritación inicial de ver frustradas sus expectativas le sucede al protagonista de Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino, una novela que pone a prueba la adaptabilidad de los lectores más versátiles. La historia comienza cuando el Lector compra aquel libro y se da cuenta de que hay un error de encuadernación: los pliegos del volumen se repiten y no puede seguir con una historia que lo tenía totalmente enganchado:
Lo que más te exaspera es encontrarte a merced de lo fortuito, de lo aleatorio, de los probabilístico, en las cosas y en las acciones humanas, el descuido, la aproximación, la imprecisión tuya o ajena. En estos casos, la pasión que te domina es la impaciencia de borrar los efectos perturbadores de esa arbitrariedad o distracción, de restablecer el curso regular de los acontecimientos.
Cuando el Lector reclama en la librería, el dueño le explica que la editorial ha decidido retirar ese tiraje, pues, además, en la imprenta confundieron dos novelas. Todo este asunto resulta una molestia hasta que aparece la Lectora: una chica en la misma situación, con la que el Lector iniciará una búsqueda cada vez más desconcertante, porque las novelas que ambos comienzan nunca están completas. La serendipia se va tramando así. La pesquisa literaria se convierte en la oportunidad de conocer a Ludmilla. Y no hay nada tan afortunado como el encuentro con el territorio inexplorado y fascinante que es la persona de la que nos enamoramos.
Puedes salir de la librería contento, hombre que creías terminada la época en la que uno puede esperar algo de la vida. Llevas contigo dos expectativas distintas y ambas prometen días de gratas esperanzas: la expectativa contenida en el libro —de una lectura que estás impaciente por reanudar— y la expectativa contenida en ese número de teléfono…
En un relato sencillo y profundo, El cuento de la isla desconocida, José Saramago presenta a un hombre dispuesto a encontrar una tierra todavía sin descubrir, “simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida”. Para esto, acude al rey y le pide una embarcación. El rey por fin acepta entregarle una carabela al hombre, no sin antes advertirle que no le dará una tripulación. Toda la negociación sucede mientras la mujer encargada de la limpieza del palacio (que fue quien le abrió la puerta al hombre) escucha y, sin pronunciar palabra, toma la decisión de seguir al viajero.
Cuando la mujer de la limpieza y el hombre en busca de la isla desconocida se asocian para echar a andar el barco y se enfrentan con que nadie quiere enlistarse en su expedición, se desaniman, pero no renuncian a la aventura: sólo se van a dormir a las literas del fondo del barco, uno a babor, la otra a estribor. El vaivén los arrulla y el hombre sueña que nacen árboles en la cubierta del barco: “Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas”. Precisamente, el movimiento del mar provoca que ambos personajes despierten abrazados, elijan vivir ahí y declaren que una carabela puede ser una isla desconocida.
II
Además de la ficción, en la vida casi nunca llegamos a conclusiones por la vía que esperamos en un principio. Las variables y condiciones que pretendemos manipular se atoran en todos los ámbitos, y es necesario tomar un descanso para expandir la mirada. Sin unos anteojos distintos (más certeros o hechos para modular el exceso de luz), no se accede a la respuesta, la serendipia o el conocimiento. La poesía hace eso inesperadamente: ofrece destellos. Quienes no somos tan ordenadas, abrimos los poemarios por la mitad; pasamos las páginas hasta que un título parece convocarnos, y, al final de una estrofa, descubrimos las palabras que no sabíamos que necesitábamos. La ternura de Gabriela Mistral. La voluntad de aceptación de Esther Seligson. La exploración luminosa de los sentimientos de Claudia Masin. En la poesía me sorprende lo que antes de ese verso no sabía o aquello que intuía bastante a ciegas.
Las lecturas que nos hacen ser quienes somos casi nunca obedecen a un plan de estudios o a una lista de recomendaciones universal. Los hallazgos literarios más personales suceden descuidadamente, cuando tenemos tiempo de vagar por una biblioteca. Basta con soltar la curiosidad y los sentidos y seguirlos por las estanterías. Algo ocurrirá.
En un ámbito aparentemente opuesto a la poesía, Pierre Joliot, científico dedicado a la bioquímica (además de nieto de Marie y Pierre Curie), escribió un ensayo llamado La investigación apasionada. Éste consiste en una defensa de la investigación fundamental, es decir, aquella que busca ampliar el conocimiento y la comprensión de un fenómeno. Joliot considera que el mayor peligro para los investigadores de esta época es pensar que ya no existe nada por descubrir.
El científico enlista las circunstancias que inhiben la creatividad y, por lo tanto, los descubrimientos: “La carrera desenfrenada, a corto plazo, hacia una eficacia, una competitividad y una rentabilidad cada vez mayores”. Frente a estas prácticas opresivas, Pierre Joliot propone que la creatividad se convierta en un ejercicio constante, modesto, pero sostenido. Ante el exceso de eficiencia y el atiborramiento de información: expresar la originalidad que llevamos dentro.
III
¿Y si emprendemos una expedición diaria hacia nuestra propia creatividad? ¿Si buscamos las conexiones sutiles entre nosotros y quienes nos rodean? ¿Si, cuando vemos la ocasión, la tomamos de frente? No existen recetas para las serendipias, pero sí algunas consideraciones para reconocerlas cuando se nos presentan.
1. La serendipia no siempre es un acontecimiento que revoluciona todo lo que conocemos. Existen descubrimientos sencillos y relevantes. A veces la serendipia consiste en dejar que surja una idea o un sentimiento; otras veces es sólo la decisión de cambiar de anteojos.
2. Compartir la búsqueda posibilita el hallazgo. Hay que cohabitar las islas desconocidas no sólo a través de la solidaridad, sino también de la crítica.
3. Los libros mal impresos, las conversaciones, los poemas y los científicos apasionados tienen más en común de lo que alcanzamos a ver. Entre más relaciones tejamos entre todo lo que existe, más revelaciones aparecerán en nuestro camino.+
Les Luthiers: una conversación epistolar
José Luis Trueba LaraLes Luthiers recorren el mundo por última vez. El tubófono parafínico cromático y la desafinaducha —entre otros instrumentos— guardarán silencio después de esta gira, por esta razón había que conversar con ellos y, entre el trajín que anuncia el espectáculo, nos enviamos pequeñas cartas que ahora presentamos.
La trayectoria del grupo ha corrido al parejo de grandes cambios políticos y sociales, ¿cómo ha cambiado su manera de comprender y hacer humor?, ¿de qué manera el entorno lo ha transformado?, ¿cómo han enfrentado los retos para hacer humor en algunos de esos momentos?
Nuestra forma de hacer humor no ha cambiado, pero es verdad que en la sociedad hubo cambios relevantes en la explicitación y la consideración de muchas temáticas, especialmente en la zona de ciertos ideales morales. La modificación gradual pero constante de lo considerado como políticamente correcto ha ido determinando aperturas y cierres en los límites, y los humoristas debemos adaptarnos a ese marco. De lo contrario, nuestro humor pasaría a ser confrontativo, polémico o hasta revulsivo, y ésa no es nuestra línea. Nuestros principios esenciales no han cambiado, pero sí ha habido una fuerte variación en la resonancia interior que muchos temas tienen sobre el público. No puedo enumerarlos todos. Para dar unos pocos ejemplos de un listado inmenso: en un sentido o en otro, son muy diferentes de los de hace cincuenta años los chistes que incluyen cualquier ingrediente de sexualidad, relaciones prematrimoniales, género, homosexualidad, matrimonios de todo tipo, conducta sexual, racismo, etcétera. En otras líneas, también son buenos ejemplos los chistes que involucran dictaduras, censura, Guerra Fría —con todos sus ingredientes— y una lista enorme que nunca hemos confeccionado, pero que todos conocemos.
El humor es transgresor y pone la lupa sobre nuestros ridículos, sobre el poder y la soberbia. ¿Recorrer su historia podría llevarnos a descubrir cómo han cambiado esas actitudes?
La sociedad cambia permanentemente, y las convicciones, tanto las profundas como las pasajeras, repercuten en la sensibilidad ante el humor que toca esos tópicos. Los humoristas trabajamos sobre un colchón de convicciones morales de las sociedades en las que vivimos, las cuales mutan permanentemente. Explicitamos algunas, nos referimos más o menos indirectamente a otras... y se sabe que siempre existirán temas que —aunque estén ingeniosamente tratados— habrán de herir la susceptibilidad del público antes que despertar su risa.
En un apartado especial debo decir la obviedad de que a lo largo de la historia siempre hubo chistes prohibidos, temáticas con las cuales uno podría ser repudiado o hasta jugarse la vida. No eran las mismas antes que ahora, pero es claro que en todos los tiempos hay unas cuantas en vigencia.
Respondiendo a la pregunta disparadora: creo que es un procedimiento histórico cuestionable, aunque no inválido, observar la obra a lo largo de la vida de un artista o de muchos de su época para intentar descubrir su evolución según los cambios sociales, pero implica una difícil tarea de ingeniería inversa, esencialmente ver
y comprender ya no por la obra, sino a través de sus omisiones. Como un ejemplo ajeno a nosotros: me acuerdo ahora de El Mikado, de Gilbert y Sullivan, representantes del humor musical inglés de finales del siglo xix, y que todavía representa un baluarte indiscutido de ese ingenio inteligente y chispeante emparentado con Wilde y con Shaw. El Mikado se sigue representando frecuentemente en el mundo anglosajón, pero el original contenía dos chistes de tinte racista que en su época eran perfectamente aceptados y festejados y que en todas las versiones actuales se consideran de mal gusto, y se quitan o reemplazan. Más que el cambio en perspectiva desde el ayer, me preocupan las prohibiciones desde el hoy, tanto para lo ya creado como para lo por crear.
La música y el humor son una combinación explosiva, que puede ser vista desde distintas perspectivas, ¿cuáles de esas perspectivas han sido las más complejas de enfrentar y superar? ¿Existe un momento del grupo que pueda ejemplificar estos desafíos?
Estamos viviendo en un mundo cada vez más medievalizado: el anacronismo y la naturaleza multiforme de la mal llamada corrección política, ejerce una presión enorme y a la vez difusa sobre la libertad de decir y de reír, desde la autocensura interior hasta la extrema violencia. Cada vez somos más los que defendemos la libertad de expresión, pero, paradójicamente, nos autolimitamos al expresarnos. Esto, seguramente, dificulta la capacidad de pensar y afecta la posibilidad de reír. Hoy, al momento de reír en público, buena parte de la humanidad antepone inconscientemente un velo censor, algo tenue, que la hace evaluar “¿está bien que me ría de esto?”.
Desde esta certeza, el “momento” del grupo siempre ha sido el hoy. Para nuestro nuevo espectáculo, Más tropiezos de Mastropiero —primero realmente nuevo, no antología, en quince años—, sentimos que no podíamos permanecer atados a los paradigmas de hace dos décadas, pero tampoco infringir nuestras amadas normas de calidad. Así que buscamos cuidadosamente caminos por los que, dentro del marco referencial de la ética luthier, pudiéramos incluir ideas, conceptos y hasta limitaciones propias del presente.
Cada vez que los veo o los escucho tengo la impresión de que en ustedes hay una huella de las vanguardias... Una suerte de dadaísmo perfectamente calculado, de surrealismo en el que lo automático se revela tras muchos ensayos, o una suerte de marxismo radical de la línea de Groucho... ¿Es cierto esto que pienso?
Es una suposición muy divertida, interesante y hasta halagadora, pero, lo siento, debería hacer un cierto esfuerzo para admitir que sea verdadera. Que nos ubique como influenciados o aun como tenues reflejos de alguna huella dejada por esos movimientos me resulta encantador. Sin embargo, y superando la tentación de decir que sí, siento que la irreverencia, la rebeldía sarcástica contra
el orden establecido no fueron nunca característica ni objetivo de nuestro grupo.
Saltando décadas: desde Duchamp hasta John Cage —con la enorme cuota de humor que derrocharon— o cualquier otro artista conceptual de los muchos admirables y que produjo el siglo xx, todos generaron una reflexión profunda y también polémica sobre la esencia del arte. Pero nuestra pretensión ha sido siempre mucho más humilde: queríamos, simplemente, hacer reír; aunque moviéndonos dentro de una refinada utilización de la parodia hacia los ritos culturales, hacia la veneración del canon y hacia la cultura misma: todo, mezclando lo más indisolublemente posible la música y el humor, con buen uso de la lengua y elegante manejo de las estructuras.
A diferencia de aquellos grandes iconoclastas, nosotros nunca actuamos para generar una corriente crítica del arte ni para burlarnos de él o de su supuesto aburguesamiento. En cuanto al absurdo, sólo entró en nuestro trabajo muy ocasionalmente y sin convertirse jamás en un medio en sí mismo, sino apenas un camino hacia un fin perfectamente preestablecido. Nunca hubo en la obra de Les
Luthiers un cadáver exquisito. Y en nuestro oficio y experiencia, lo automático no parece haber dado nunca grandes frutos.
¿Cuál es la herencia que queda del grupo?
Lo dirá el tiempo (y el albacea, cuando se lea el testamento). Tal vez, ojalá, quede un modelo, un ejemplo estimulante de que se puede hacer humor con extrema nobleza de medios, expurgado de grosería o banalidad. La música es un capítulo nada aparte: en nuestro decálogo se exige que sea parte casi indisoluble del todo y que esté cabalmente servida, con calidad profesional y artística.
Quizá sea mejor expresarlo así, para los jóvenes: busquen, piensen. La espontaneidad en el arte está sobrevalorada, muchas veces esconde pereza. Y para alcanzar un resultado como el de Les Luthiers, generalmente se necesita todo lo contrario: trabajo, búsqueda, esfuerzo e inclaudicable exigencia de calidad.
Suena la tercera llamada y la correspondencia se suspende. El escenario llama. Y eso es lo más importante.+
El humor en los relatos
Woody Allen de
condiciones cómicas. Consiste en una forma de asimilar, de tramar y de contar la realidad a través de mecanismos narrativos. Así que también se trata de una oportunidad para examinar, desde una mirada composicional, la estructura de los ambientes humorísticos. En última instancia, la comicidad de todas las historias se basa en una premisa fundamental: la vida vale la pena, a pesar de todo.
Gravedad cero (Alianza Editorial, 2023) es el trabajo más reciente de Woody Allen. Muchas de las narraciones del libro demuestran uno de los inigualables talentos del autor: entretener al público con una dosis humorística notable. Hablar de humor en todas sus facetas significa hablar de Woody Allen, un representante crucial de este género en el siglo xx, tal como se exhibe en estas historias y en su cinematografía.
Los textos reunidos en Gravedad cero tienen una característica central: un estilo holgado con un fuerte arraigo en las situaciones, los mecanismos dramáticos, los personajes y los escenarios de Manhattan, que resultan enaltecidos a través de la escritura. El objetivo es adentrarse en un género difícil de concretar: la comedia. Para ilustrar algunos elementos humorísticos de las anécdotas, basta con ojear los relatos, echarle un vistazo a la fina composición dramática y reconocer su trascendencia.
Una historia icónica de esta edición narra la transformación de un personaje entre la infancia y la adolescencia. Un hombre se encuentra con la chica más atractiva de su clase. Recuerda su dedicación al estudio, el rechazo y la burla de ella. Pero el tiempo y la constancia han dejado huella en cada uno. Al reencontrarse, deciden pasear. Horas después, van a la casa de ella y descubren a un asaltante adentro. El cambio del personaje masculino, tras la época colegial, se pone en evidencia cuando éste golpea al asaltante. La muchacha se enamora de sus dotes intelectuales y físicas.
Un aporte indiscutible de Allen al cine y a la literatura destaca en este volumen: la planeación de enredos que logran mostrar la naturaleza humana. Cada narración recrea múltiples circunstancias con la finalidad de divertir al lector. Woody Allen trata un asunto controversial, como la reencarnación, con humor y originalidad. Pero el humor no sólo es reír a carcajadas ni simplemente crear
Afirmar que los relatos de Allen sólo se caracterizan por el humor sería restarle mérito a su trabajo. Gravedad cero plasma, a través de un mosaico de escritos variopintos, una crónica cultural del siglo xx, en la cual la comedia es el lente para describir los valores y las aspiraciones sociales de los habitantes de Nueva York. El libro posee una visión llena de frescura, como si fuera una celebración de los pobladores y del espacio urbano. En todo momento, la escritura refleja las distintas costumbres, ambiciones y formas de vida en las calles.
Al pensar en la ciudad, surge un tema cardinal en las tareas de Allen: los encuentros entre personas en Manhattan. Ciertos escritos son retratos puntuales de las costumbres sociales en el espacio público. De esa manera, la ciudad se convierte en un pretexto literario inconmensurable. Encontramos un ejemplo de ello en la profundidad narrada al acercarse al tránsito pesado de los automóviles cuando anochece. Las claves en el día a día y los hábitos de las personas comunican la cosmovisión neoyorquina. Si la ciudad es un telón de fondo, la comedia forma parte de la sustancia en las calles, las casas y las personas.
La relación de Allen con el cine se pone en evidencia cuando relata los propósitos de unos productores de Hollywood para usar su casa como locación en el rodaje de una película. Los productores tienen interés en filmar instantes claves de un guion. Conforme pasan las jornadas de trabajo, le hablan a Allen de sus pretensiones cinematográficas en la realización, incluso le ofrecen cambiar la decoración con el objetivo de mejorarla.
En suma, Gravedad cero, de Woody Allen, retrata dinámicas sociales en Nueva York con una destreza escritural como pocas en la tradición literaria estadounidense. El autor comparte con gran holgura narrativa una parte de su profundo conocimiento del contexto geográfico, histórico y social con el propósito de acercarlo a cualquier lector.+
El espacio universitario para la literatura
Como cada año desde 2011, en marzo se llevó a cabo uanleer, la feria del libro de y para universitarios que organiza la Secretaría de Extensión y Cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Casa Universitaria del Libro, que dirige Antonio Ramos Revillas. Este año, además, la feria coincidió con el 90 aniversario de la institución universitaria que la alberga, y tuvo como invitados de honor a la Universidad de Salamanca y a la editorial Páginas de Espuma, cuyo editor y fundador, Juan Casamayor, recibió el Reconocimiento al Mérito Editorial.
En Lee+ conversamos con el escritor y editor Antonio Ramos Revillas, quien nos habló de esta fiesta literaria, que tuvo lugar del 15 al 20 de marzo. En esta edición se dieron cita 29 mil asistentes para disfrutar de más de 200 actividades, con la participación de cerca de 350 autores y autoras.
Respecto al hecho de que la editorial Páginas de Espuma haya sido invitada de honor y su fundador haya recibido el reconocimiento, Antonio Ramos Revilla nos platicó:
Por lo general, sí se diferencia, pero este año era tan evidente que había que reconocer un trabajo sostenido durante tanto tiempo, que resultó natural. Además, estamos muy contentos porque Páginas de Espuma trajo su catálogo completo, que a veces ni siquiera se ve en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara o en las otras ferias a las cuales acuden.
Ramos Revillas destacó el evento de la velada poética:
Reunió a cuatro premios Reina Sofía, que leyeron parte de su obra: Raúl Zurita, Antonio Colinas, Nuno Júdice y Olvido García Valdés, a quienes se agregaron otros grandes poetas, María Auxiliadora Álvarez, Elsa Cross y Juan Manuel Roca.
Sobre las publicaciones de la Editorial Universitaria de la uanl, su director nos comentó:
Tuvimos alrededor de dieciséis presentaciones de títulos que hemos publicado en el último trimestre. Entre ellos, una coedición con El Colegio Nacional y con la editorial Grano de Sal: se trata de una reedición de Vida de Fray Servando, de Christopher Domínguez Michael, que es una obra basta, magna, sobre una figura emblemática no sólo de la historia de nuestro país, sino también de nuestra entidad, de nuestra comunidad, aunque Fray Servando no vivió mucho tiempo acá.
El autor de Salvajes también comentó acerca del diálogo público entre autores de la editorial a su cargo y estudiantes:
Escritores y escritoras con una obra que se ha ido consolidando van a dialogar estos días con alumnos de la universidad. Por mencionar algunas, Rosa Espinoza, Magali Velasco, Itzel Guevara. Tenemos una coedición también de César Tejeda sobre la escritura autobiográfica. Hay una variedad bastante amplia, puesto que las ediciones de la Universidad Autónoma de Nuevo León abarcan muchos géneros: desde el periodismo, el ensayo, la literatura infantil… en fin, una gran diversidad.
Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
Este 2023, en la uanleer también se inauguraron exposiciones, entre éstas, 30 años + 1 del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. 1992 – 2023 y Correspondencias. Diálogos entre la letra y la imagen. El programa de la feria de este año también se nutrió de sus alianzas.
Hemos mantenido una tradición y el vínculo con nuestros aliados de muchos años. Por ejemplo, a través del Premio de Crónica Anagrama-uanl “Sergio González Rodríguez”. En esta ocasión lo obtuvo Carlos Manuel Álvarez, y también vino Margarita García Robayo, una autora joven, muy interesante, con su novela, La encomienda.
Respecto al Premio de Crónica, Antonio Ramos Revillas nos contó acerca de Los intrusos:
Es un trabajo muy intenso, muy crítico, sobre la situación actual en Cuba. Resultó premiado por un jurado bastante complejo. Y a nosotros nos enorgullece mucho estar con la editorial Anagrama; tenemos con ellos una historia muy añeja, que incluye una cátedra; además, hace unos años se le entregó el Reconocimiento al Mérito Editorial a Jorge Herralde. Ha sido una relación muy fructífera.
El escritor y editor explicó también que, a diferencia de otras ferias, en uanleer son los lectores quienes presentan a los escritores invitados:
Son gente de círculos de lectura o alumnos que los leen en sus preparatorias, porque les compartimos los libros de manera previa. Con Margarita García Robayo hubo un festín literario, con seis presentadores. Al final la invitaron a una cafetería cercana para hacerle todas las preguntas que no pudieron plantearle en una hora.
Pero este contacto enriquecedor con los lectores no sólo lo vivió la escritora colombiana. Antonio Ramos Revillas habló con emoción de otras autoras que experimentaron lo mismo: “Por ejemplo, Ethel Krauze, o Ximena Santaolalla, representantes de las nuevas voces de nuestro país”.
En la uanleer 2023 se llevó a cabo un homenaje a la escritora Patricia Laurent Kullick, una de las plumas más audaces de principios del siglo xx, que nació en Tamaulipas, pero desarrolló la mayor parte de su carrera literaria en Nuevo León y falleció a finales del año pasado. También se entregaron el Premio Nacional de Dramaturgia “Emilio Carballido” y el Premio Nacional de Periodismo Gonzo y se llevó a cabo el Primer Encuentro de TikTokers.
Una vez más, la uanleer fue el espacio universitario de la literatura, la imaginación y el pensamiento crítico.+
Dile adiós al “no tengo que leer”.
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Marc I. Ehrlich y La sutileza de la aceptación
La sutileza de la aceptación es el octavo libro del psicoterapeuta clínico y asesor organizacional Marc I. Ehrlich, quien cuenta con una carrera de más de cuatro décadas, que es también el tiempo que lleva viviendo en nuestro país. “Parece que son mis nietos —bromea respecto a sus libros, en entrevista con Lee+—, uno sufre al escribirlos y el gozo es muy especial”.
Tengo más de cuarenta años trabajando en la psicoterapia, más o menos el tiempo que tengo en México. Soy originario de Nueva York. Llegué aquí en 1980. Conocí a mi esposa, que es chilanga, estudiando un doctorado y ella su maestría, y entendí la cultura mexicana porque me dijo: “¿Por qué no vas tantito a México?”, y por tantito, como buen gringo, entendí dos o tres años… y fíjate nada más que han sido cuarenta y tantos.
El Dr. Ehrlich se ha dedicado a la psicoterapia de parejas, lo que califica como el mejor salón de clases para los conflictos y la resolución de los conflictos: “Tú sabes bien que la relación en pareja puede ser tan fácil y tan armoniosa como puede ser tan complicada y tan conflictiva”.
Lo que yo he visto a través de los años es que hay ciertos fundamentos en la salud mental. Después de meterme al budismo zen, a la cábala, el curso de milagros y cantidad de otros caminos espirituales y esotéricos, llegué a la conclusión de que el punto fundamental en nuestra salud mental es la aceptación sin juzgar. La capacidad de recibir las experiencias sin imponer o sin querer quitar. El libro de La sutileza de la aceptación, que puede entenderse como una secuela del penúltimo, El camino sereno y estable, dibuja o traza un camino que uno puede utilizar día con día para lograr la aceptación sin juzgar.
Para empezar, Marc I. Ehrlich define la aceptación como un fenómeno muy curioso:
Cuando en las sesiones de psicoterapia platico sobre la necesidad de aceptar al otro como es para saber exactamente si tú puedes convivir y lidiar con la otra persona sin exigir, reclamar o quejarte, o sin buscar un cambio en la persona, la aceptación es receptiva. Ésta consiste en dejar que las cosas fluyan. Tú sabes bien que los budistas hablan de no resistir, de poder cooperar con lo inevitable de la vida, el flujo de los eventos y no tratar de modificar o construir una relación que la relación misma no pueda dar.
El psicoterapeuta advierte que, aunque esto suene muy fácil, no lo es. “No nos damos cuenta de que lo que nos cuesta trabajo aceptar es nuestra propia vulnerabilidad, nuestra poca importancia en el flujo de los eventos de la vida”. El libro consta de 18 capítulos.
El doctor Ehrlich enfatiza la necesidad de comprender la aceptación como un proceso.
Uno puede decir: si es tan fácil aceptar, ¿por qué tanto rollo?, ¿por qué tanto énfasis en que hay que aceptar y cómo aceptar? Porque el proceso inicia con una mayor conciencia de la resistencia a la aceptación. Y cada quien resiste por motivos muy particulares.
En sus investigaciones, Marc I. Ehrlich descubrió que el yo es un obstáculo a vencer en el camino a la aceptación.
El yo, el ego que tú y yo conocemos, es como un diamante. Imagínate un diamante que tiene un sinnúmero de facetas o de caras. Cada faceta es un rasgo distinto de la personalidad. Por ejemplo, eres una mujer extrovertida y al mismo tiempo tienes una faceta introvertida. Todos somos de todo. Sin embargo, por nuestra historia psicológica, por la naturaleza de nuestros papás, nuestros hermanos, por el momento histórico, por cientos de factores, tú y yo desarrollamos unas facetas más que otras. Cada persona es una conexión infinita de estas facetas.
Pero resulta más importante aún que este diamante, que es la personalidad, tiene dos dimensiones: una densa y una sutil. La parte densa es la parte más defendida, más resistente, más conflictiva. La parte sutil es más fluida, porosa, aceptante, bullente, y es la parte que nos podría impulsar hacia el despertar espiritual. Nadie puede despertar a nivel espiritual desde la identidad del yo, ahí es denso. Tenemos que empezar a concientizarnos sobre este diamante. A través de la conciencia, la personalidad se vuelve más sutil, estamos menos apegados a estos rasgos. La aceptación, obviamente, viene de la parte sutil, no puede venir de la parte densa. Por eso el título del libro es La sutileza de la aceptación
Pero, ¿qué es la mente densa? El psicoterapeuta lo explica de la siguiente manera:
Cada vez que tú dices “yo quiero”, “yo pienso”, “yo siento”, “yo necesito”, y, como se dice, la madre de todo esto es “yo merezco”, está hablando la densidad de la personalidad. Tú te estableces como una persona separada, con necesidades psicológicas, con deseos, con aspiraciones, y mientras más arraigada estás en el “yo necesito”, “yo pienso”, “yo siento”, “yo exijo”, “yo merezco”, más densidad. “El egoísmo viene de la palabra ego. Cuando yo estoy arraigado en mi yo, soy egoísta.
La sutileza de la aceptación, de Marc I. Ehrlich, publicado por Honey Books, ya se puede adquirir en tu librería Gandhi favorita o en la tienda en línea.+
Por el gozo y la emoción
Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
Para mí es importante agarrar al lector y arrastrarlo dentro, meterlo a la historia a través de los olores, por ejemplo, de las descripciones, pero cuidando no resultar tampoco muy exagerada. Al lector le doy lo suficiente para que pueda imaginar y para que quede un margen en blanco que él pueda completar.
De hecho, cuando publicó el segundo libro en inglés, enviaba los ejemplares con una cajita en la que incluyó una tarjeta perfumada con la fragancia de uno de los personajes: “Quiero que huelan, sientan, vivan todo, que lo escuchen. Quiero que se metan al mundo de Billie porque yo creo que de esa forma se disfruta más la lectura”.
Entre las sorpresas que aguardan en el libro se encuentra también la multiculturalidad de los personajes (suecos, israelíes y estadounidenses conviviendo en Nueva York) y la diversidad de los mundos que cada uno habita, lo que provoca a quienes leen la novela “subirse al mismo barco que Billie y a aprender y a vivir cosas nuevas”.
La escritura sorprendió a Alejandra Andrade en 2020, cuando el covid-19 irrumpió en el mundo: “Si no hubiera pasado la pandemia, no sé si ahorita estaríamos aquí”. Ella es autora de Moonstruck, una serie de cinco libros cuyo primer volumen, Luna de medianoche (Planeta), vio la luz este año.
Su primera novela publicada en español (porque las primeras cuatro partes de la saga las escribió en inglés) narra la historia de Billie, una joven de veinte años que, después de haber vivido una temporada en París, se muda a Nueva York, ciudad que representa para ella un nuevo comienzo, nuevos vínculos y nuevas experiencias. Aunque parece que a Billie no le falta nada y que lleva una vida increíble, en realidad se encuentra muy sola y carece de libertad: “En el primer libro, y más en la primera mitad, exploro eso. Sé que es un poco más lenta la historia al principio, pero quería que el lector sintiera esa pesadez de lo que significa ser ella”.
Luna de medianoche es también la historia de una chica consciente de que ha sufrido mucho, y que ya no desea más situaciones que la lastimen. Por eso, mientras construía la historia, Alejandra Andrade consideró que no quería un personaje que se pudiera “chamaquear”, sino uno que sorteara las experiencias difíciles y aprendiera de ellas para lograr sentirse libre, tranquila y feliz, estadios que Billie ignora en un principio, pero que, conforme avanza la novela, va descubriendo.
Aunque toda su vida le ha interesado la expresión creativa, como la pintura o la música, la autora no había ex plorado la idea de escribir formalmente, me dice durante nuestra conversación, y detalla que antes de 2020, un año plagado de cambios e incertidumbres, ella estaba a punto de arrancar con un proyecto de viajes; no obstante, debido al confinamiento, tuvo que pausarlo. Entonces decidió vol carse a la lectura y “ahí me entró la espinita de contar mi historia, porque a mí lo que más me gusta de leer es sentir”. Las sensaciones resultan fundamentales para ella, tanto al leer como al escribir, y por eso se encargó de que en Luna de medianoche esos elementos no faltaran:
Moonstruck, un mundo en expansión
Luna de medianoche presenta el mundo que iremos descubriendo a lo largo de la saga y que además sirvió a la escritora como pretexto para generar más historias spin off:
Por ejemplo, en el tercer libro se menciona vagamente como Billie va al U. S. Open, esto no es spoiler ni nada, y una chica que se encuentra en ese mismo evento ya tiene su propio libro, que de hecho ya está casi 60% escrito. ¿Por qué? Porque hay mucha tela de donde cortar —contesta Alejandra mientras se ríe—. Yo creo que va a ser interesante.
Lo entrañable de sus personajes, así como sus misterios y la complejidad de sus historias han hecho eco en quienes siguen la obra de Alejandra Andrade, al grado de que sus lectores le han pedido libros sobre alguno en particular, lo cual resulta imposible; sin embargo, la escritora tiene una so-
Lo que voy a tratar de hacer con los libros es irles mostrando qué va pasando con la vida de los demás personajes, para cerrar las pequeñas líneas que voy abriendo a través de la historia, porque en algún punto nos tenemos que despedir.
a experiencia de lectura no termina cuando el lector llega a la última página. Para Alejandra Andrade, resulta primordial seguir conectando con su comunidad más allá del final de la historia. Si tú lees Luna de medianoche, no dejes de contarle a su autora tu experiencia con el libro. Encuéntrala en Instagram como @alejandra_author.+
Carina VallejoUna entrevista a Alejandra Andrade
Este libro es una herramienta poderosa que revela cómo aplicar la magia del diseño editorial para comunicar en diversos niveles. Entre otros temas, ejemplifica cómo ar mar detalladamente diseños de periódicos y revistas; también fusiona la comprensión del uso de tipografías y la producción de imágenes con los diferentes canales proporcionados por los programasdepublicacióndigitalylastécnicasdeimpresióncon temporáneas. En estas páginas, descubrirás la inspiración teórica y excelentes consejos prácticos, porque el objetivo consiste en ayudar al profesional del diseño a construir su práctica sobre una sólida base de conocimientos. Dicho de otro modo, aprenderás a combinar texto e imágenes en una página impresa o en una pantalla para lograr conmover a tus lectores. Después de la indignación en el mundo editorial provocada por el lanzamiento del iPad, en 2010, los autores piden un regreso al diseño editorial imaginativo. El debate sobre las publicaciones impresas frente a las digitales ha terminado, y vivimos una era dorada del diseño de publicaciones que combina medios impresos con redes sociales, campañas, eventos presenciales y productos aptos para dispositivos móviles. Los fundamentos de la tipografía, la dirección de arte y el diseño continúan brindando la base para todas estas fantásticas perspectivas de la comunicación. Para lograr un equilibrio entre el pasado, el presente y el futuro, no es necesario deshacerte de los libros de historia del diseño; basta con agregar éste a la biblioteca. Así, estarás preparadoparaelfuturoenestanuevaeradeldiseñodepublicaciones, en la que los medios emergentes hacen que todo sea posible.
Editorial GG
LEÍDOS LOS
FICCIÓN NO FICCIÓN
ROMPER EL CÍRCULO
Collen Hoover PLANETA
A veces, quien más te quiere es quien más daño te hace. Lily no siempre ha tenido una vida fácil, pero eso nunca le ha impedido luchar por lo que desea, y ha recorrido un largo camino para llegar a donde está ahora. Su vida comienza a cambiar el día que Ryle Kincaid, un extraordinario neurocirujano, se fija en ella.
LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE
Matt Haig
ALIANZA DE NOVELA
Sin saber cómo, Nora Seed aparece en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero ¿esto está a punto de cambiar?
LA HIPÓTESIS DEL AMOR
Ali Hazelwood CONTRALUZ
Una relación falsa entre dos científicos se topa con la irresistible fuerza de atracción de Olive Smith, una doctoranda de tercer año que no cree en las relaciones amorosas duraderas, pero su mejor amiga sí, y por eso Olive se ha metido en un lío monumental. A Ahn le gusta el exnovio de Olive, pero se niega a dar el primer paso porque es una buena amiga.
REVOLUCIÓN
ARTURO PÉREZ REVERTE
ALFAGUARA
Revolución es mucho más que una novela sobre los dramáticos acontecimientos que sacudieron la república mexicana en el primer tercio del siglo xx. Es un relato de iniciación y madurez a través del caos, la lucidez y la violencia: el asombroso descubrimiento de las reglas ocultas que determinan el amor, la lealtad, la muerte y la vida.
LA CABEZA DE MI PADRE
Alma Delia Murillo
ALFAGUARA
La cabeza de mi padre es un libro transparente, en el que los lectores acompañaremos el viaje para dar con ese hombre de destino misterioso y, quizá, alcanzaremos a ver destellos de nuestras propias búsquedas. Una historia escrita desde las entrañas, desde donde sólo se puede transitar el camino hacia el origen.
JÓVENES
ANTES DE DICIEMBRE
Joana Marcús MONTENA
DESPUÉS DE DICIEMBRE
Joana Marcús MONTENA
UNO SIEMPRE CAMBIA AL AMOR DE SU VIDA (POR OTRO AMOR O POR OTRA VIDA)
Amalia Andrade Arango
PLANETA
ESTE DOLOR NO ES MÍO IDENTIFICA Y RESUELVE LOS TRAUMAS FAMILIARES HEREDADOS
Mark Wolynn
GAIA
Esta obra innovadora aporta una lúcida comprensión de los traumas heredados y ofrece nuevas herramientas poderosas para acabar con el sufrimiento que producen. Mark Wolynn guía sabia y fiablemente al lector a lo largo del viaje que conduce a la curación.
CÓMO HACER QUE TE PASEN COSAS BUENAS
Marian
Rojas EstapéDIANA MÉXICO
Uniendo los puntos de vista científico, psicológico y humano, este libro nos ofrece una reflexión profunda, salpicada de útiles consejos y con vocación eminentemente didáctica, acerca de la aplicación de nuestras propias capacidades al empeño de procurarnos una existencia plena y feliz, gracias a la posibilidad de conocer y optimizar determinadas zonas de nuestro cerebro.
EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA
Robin Sharma
GRIJALBO
A través de una entretenida historia de dos personas que conocen al mismo tiempo a un excéntrico magnate que termina por convertirse en su mentor, El club de las 5 de la mañana nos muestra una fórmula poco conocida para despertarse temprano con buen ánimo y la energía necesaria para aprovechar el día al máximo.
VIDA CONTEMPLATIVA ELOGIO DE LA INACTIVIDAD
Byung-Chul Han
TAURUS
Byung-Chul Han indaga en los beneficios, el esplendor y la magia de la ociosidad y diseña una nueva forma de vida, que incluya momentos contemplativos, con la que afrontar la crisis actual de nuestra sociedad y frenar nuestra propia explotación y la destrucción de la naturaleza.
EL PODER DEL AHORA
Eckhart Tolle
GRIJALBO
Escrito en un formato de preguntas y respuestas que lo hace muy accesible, El poder del ahora es una invitación a la reflexión, que le abrirá las puertas a la plenitud espiritual y le permitirá ver la vida con nuevos ojos y empezar a disfrutar del presente.
INVISIBLE
Eloy Moreno
NUBE DE TINTA
ALMENDRA
Won-pyung Sohn
OCÉANO GRAN TRAVESÍA
ELECTRÓNICOS ARTE Y RECREACIÓN
ENFERMAS DE BELLEZA
Renee Engeln
HARPER COLLINS ESPAÑOL
En este el libro se analizan las evidencias en cuanto a la infinidad de consecuencias que tiene el monitoreo del aspecto externo, entre ellas, la depresión o los desórdenes alimenticios; también se proponen soluciones, porque una vez que tengamos una mejor comprensión sobre la forma en que nos afectan las palabras, en especial las charlas acerca del peso y los comentarios sobre la apariencia, veremos que el cambio está a nuestro alcance.
HÁBITOS ATÓMICOS
James Clear PAIDÓS
James Clear nos brinda fantásticas ideas basadas en investigaciones científicas sobre cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida y mejorarla. Esta guía pone al descubierto las fuerzas ocultas que moldean nuestro comportamiento —desde nuestra mentalidad, pasando por el ambiente y la genética—, y nos demuestra cómo aplicar cada cambio.
GENERACIÓN IDIOTA
Agustín Laje
HARPER COLLINS
Generación idiota nos ofrece una inmersión profunda en la desaparición de la sociedad intergeneracional y el auge de la mentalidad adolescente, que ha causado un gran daño a la política y a la sociedad.
DEJA DE PENSAR DEMASIADO
Nick Trenton Supera los patrones de pensamiento negativos, reduce el estrés y vive una vida sin preocupaciones. Pensar demasiado es la mayor causa de infelicidad. No te quedes atrapado en un bucle de pensamientos sin fin. Vive el presente y deja de pensar en las cosas que no son importantes y que nunca lo serán.
LAS 8 REGLAS DEL AMOR
Jay Shetty
GRIJALBO
Inspirándose en la antigua sabiduría védica y en la ciencia moderna, Shetty nos comparte sus ideas sobre cómo definir el amor, cómo evolucionar en pareja e, incluso, cómo romper una relación y empezar otra. Jay Shetty nos muestra la manera de evitar las falsas promesas y las relaciones que no son para nosotros.
COMPAS 8. LOS COMPAS Y LA AVENTURA EN MINIATURA
Mikecrack, El Trollino y Timba VK
MARTÍNEZ ROCA
MI LIBRO MÁGICO
Carmen Espinosa
Elenes De Alvárez
GRUPO EDITORIAL ONCE 70
MANDALAS PARA LA ABUNDANCIA Y PROSPERIDAD
Martha Patricia López Caballero
DIANA
El mandala o “círculo sagrado” es una poderosa y antigua herramienta de meditación que nos recuerda que el orden natural del universo está siempre presente en nuestra realidad. Su coloreado consciente acalla el ruido mental diario, nos devuelve el equilibrio interior y nos conecta con la sabiduría del alma. Este libro ha sido creado para ayudarte a manifestar abundancia en todas las áreas de tu vida.
KIWILIMÓN. LOS MEJORES POSTRES
Kiwilimón AGUILAR
¿Un postrecito? Con su estilo de recetas fáciles y rápidas, Kiwilimón comparte sus mejores platillos dulces aptos para cocineros primerizos, experimentados o cualquiera que desee crear momentos inolvidables alrededor de la mesa. En este viaje culinario encontrarás recetas doblemente comprobadas de flanes, gelatinas, tartas y pays para la hora del café. ¡Este recetario es una herramienta básica que te endulzará la vida dentro y fuera de la cocina!
EL FRAUDE DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
Avelina Lésper
MADRE EDITORIAL
Es momento de que todos rompamos con el arte contemporáneo VIP: video, instalación, performance, un falso arte sostenido en la mediocridad, la especulación económica y el enchufismo. Aquí expongo mis argumentos para afirmar que esas obras no son arte, ese estilo es una expresión sin valor intelectual y estético.
MITOS Y LEYENDAS DE LOS MUNDIALES
Alejandro Varsky
PLANETA MÉXICO
Cada cuatro años se elige un lugar en el mundo: una cancha rodeada de miles de fanáticos donde se reúne el planeta entero para vibrar de emoción con un nuevo mundial de futbol. Desde los inicios de esta celebración en 1930 hasta hoy, este libro busca repasar los momentos históricos más importantes de cada cita mundialera.
COMER, VIAJAR, DESCUBRIR
Anthony Bourdain
PLANETA MÉXICO
Éste es el libro que Bourdain dejó esbozado en el momento de su muerte y ahora ve por fin la luz. Reúne sus experiencias vitales alrededor del mundo con un tono honesto y mordaz. Comer, viajar, descubrir ofrece la oportunidad de experimentar y conocer el mundo tal como lo hizo el autor.
GUÍA DE LOS POKÉMON
HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL
J. K. Rowling SALAMANDRA
LEGENDARIOS Y SINGULARES
The Pokémon Company
DIARIO DE GREG UN RENACUAJO
Jeff Kinney MOLINO