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Violencia menstrual
Mtra. Tania Hermida Ramos
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Facilitadora privada de procesos restaurativos, especialista en litigios complejos en materia familiar Abogada postulante por la UNAM y Facilitadora Privada de Procesos Restaurativos, especialista en litigios complejos en materia familiar. Cuenta con 11 años de experiencia en solución conflictual.
Tiene conocimiento en negociación, negociación colaborativa, procedimientos restaurativos, mediación y conciliación. Asimismo, está capacitada para la defensa y representación efectiva con perspectiva de género ante autoridades judiciales en materia mercantil, civil y familiar. Es miembra de la Red de Abogadas Violeta, en el área de asesoría familiar e investigación y publicaciones de Género.
La Mtra. Tania Hermida Ramos, facilitadora privada de procesos restaurativos, especialista en litigios complejos en materia familiar, comparte con nosotros un tema de educación que “debe comenzar a abordarse”. Y resulta importante visibilizarlo con el debido respeto puesto que, históricamente, ha habido un silencio generalizado en torno a él. Independientemente de que seamos o no personas que menstrúan, el asunto debe ponerse sobre la mesa.
Para empezar, la maestra aborda a la mujer como postura política: es decir, reconoce que no todas las personas que habitan el cuerpo femenino se asumen de esta manera. Por lo demás, señala que no todos gozamos del mismo contexto; por lo tanto, hacer una generalización sobre las violencias que nos atraviesan se antoja más bien arriesgado.
Para la maestra, pues, no hay tal cosa como la universalización de la violencia. Cada persona debe abordar sus procesos a través de su voz propia, puesto que nos enfrentamos a una multitud de factores que vuelven a cada caso único y a cada violencia con diferentes matices.
En principio, sabemos que los temas menstruales continúan siendo temas tabúes. Esto implica que personas se muestran todavía reacias a abordar la cuestión; ni se diga de los cuerpos legislativos.
Ahora bien, el tema de la violencia menstrual, explica la maestra, no se limita únicamente a un problema de mujeres. Como ella menciona, existen personas que habitan en un cuerpo menstruante mientras que sostienen otra personalidad. “No todas las mujeres menstrúan y no todas las personas que menstrúan son mujeres”, dijo. Así pues, muchas son las personas a las que atañe esta violencia.
Para ella, debemos comenzar a ahondar en el tema a partir de este enfoque específico. Esto debe ser así porque “hablar de una normalidad implica hablar de una normatividad”: esto es, el mero hecho de sugerir que existe algo normal, en este caso en cuanto a ciclos hormonales, excluye a todas aquellas personas que no cumplan con estos requisitos. Para la maestra, esto no puede sino devenir en violaciones a los derechos humanos, puesto que, ¿no está dicho que todos son iguales ante la ley?
“Existe todo un sistema de creencias que nos limitan a las mujeres”, menciona la maestra en cuanto a la vida laboral. Parece que el eje en torno al que gira esta discriminación se trata de los ciclos hormonales: un jefe se preocupará de si la trabajadora debe ausentarse algunos días por dolores menstruales o, peor aún, por si se encuentra embarazada. De esta manera es como las mujeres usualmente son descalificadas respecto a sus aptitudes por realizar una tarea.
Así pues, es verdad que esta situación de dolor que experimenta la “persona en estado menstruante” la coloca en una desventaja frente a las otras. No ya solo precisamente por este escarnio físico, sino también por el escarnio social a raíz de la discriminación que sufren.
Ahora bien, la maestra señala que no todas las personas menstruantes se encuentran limitadas por este ciclo: algunas de ellas parecen sobrellevarlo muy tranquilamente. Decimos que una persona se halla en situación de discapacidad cuando sí le afecta.
La reforma de la que se habló en la conferencia, palabras más palabras menos, parte con base en un periodo de dos días en que debe permitirse a las mujeres (porque así lo especifica la reforma) dos días de reposo de sus actividades laborales. La maestra considera que aún hallamos fallas en esta propuesta: bien considerada, podría figurar incluso como violenta por tanto en cuanto los muchos requerimientos que exige para la persona que quiera tener esos dos días.
El Estado no está garantizando nuestro derecho a la educación, puesto que parte de ella consiste en la salud sexual de las personas. En consecuencia, el tabú respecto a la menstruación continúa. Más aún: el mero hecho de que la autoridad reconozca ciertos derechos no los garantiza, por lo que no bastaría simplemente con brindar esta educación o hacer reformas.
A la maestra le parece preocupante, sobre todo, no entender el contexto y la implicación de esta violencia menstrual. Las personas con vulnerabilidad en este tema se encuentran en diversos entornos que hay que tomar en cuenta antes de reformar leyes que apliquen para todos.
Y a pesar de que este tema no es nuevo, ¿por qué apenas comenzamos a tomar riendas en el asunto?
Un ejemplo de cómo con frecuencia ignoramos el contexto en el que estamos hablando se trata de la copa menstrual, donde la persona que la use requiere para ello una infraestructura sanitaria que la permita mantenerla limpia. Se requiere de agua, jabón, etc., cosas que no todos los poblados remotos poseen.
Así pues, vemos que no se trata de promover simplemente porque sí cualquier cosa, no obstante que la intención sea en principio buena. Se trata, por el contrario, de tomar en cuenta el contexto, el grupo social, la economía familiar, los valores de la comunidad donde se encuentra cada persona vulnerable.
En conclusión, podemos decir que es importante reconocer y abordar la violencia menstrual como una forma de violencia de género y garantizar que todas las personas menstruantes tengan acceso a una menstruación segura, digna y saludable.
Esto implica promover la educación menstrual, eliminar el estigma y la vergüenza asociados con la menstruación, proporcionar acceso gratuito a productos menstruales y mejorar las instalaciones sanitarias para garantizar la igualdad de oportunidades y el bienestar de todas las personas menstruantes.