Máskara: Año 2, Número 9, Noviembre 2021

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CONTENIDO 1

Los padres del desierto José Luis Picoaga Chávez

DIRECTORIO Director General: Rodrigo Castro de la Mata

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Editor: Aland Bisso Andrade

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Ludwig van Beethoven: reseña histórica de un caso clínico

Revisores: Max Yoza Yoshidaira, Alejandro Daly Turcke Germán Valenzuela Rodríguez

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Diseño y Diagramación Carola Dongo Pérez

Woodstock: 52 años después (Parte 2)

Foto de portada: Jimena Agois.

Página 10

Correo: revistamaskara@gmail.com

Redescubriendo a Cazale: “el veinte preguntas”

Copyright

Luis E. Núñez Moscoso Sharlot C. Chacón Arévalo

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Aland Bisso Andrade

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Germán Valenzuela Página 13

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El muñeco de chapitas Miguel Salguedo Salvador Página 16

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Festival de cuentos cortos Página 18

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Salomón Wilfredo Zavala Sarrio (1933-2021) Eddy Luz Juárez Severino Página 20

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La pandemia “corona” y el mañana Ernesto Kahan Página 24

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Portada: Máscara del musical de Andrew Lloyd Webber “El Fantasma de la Ópera”


Los padres del desierto José Luis Picoaga Chávez Médico Internista y Oncólogo

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avidad del 2021. Nos imaginábamos hace un año que este tiempo se miraba distante y hasta difícil, pero no, aquí estamos. Celebrando otra vez el nacimiento de quién vino al mundo a traer sueños, aquellos de la felicidad inagotable, de la libertad, de la eternidad... con su mandato claro y sencillo: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a los otros; ustedes se amarán entre sí, como yo los he amado; así sabrán todos que son mis discípulos si se tienen amor los unos con los otros” Leyendo el hermoso libro “La Sabiduría de los Padres del Desierto”, de Anselm Grün, me percato que hace más de 17 siglos, un conjunto cada vez más numerosos de monjes, se retiró al desierto a vivir los “koans” o anuncios, cuestiones o sentencias, que deberían agotar el pensamiento analítico y la voluntad egoísta, para estar preparados para dar una respuesta serena y profunda a la vida de esos tiempos, que no era muy diferente a la de ahora, respecto a los valores y a la profesión de fe que se vivía. Estos padres, que estaban en monacato, que reducían su vida a elementales formas de ascetismo y que, en silencio, humildad y oración, se acercaban al Señor, crearon muchos mensajes y filosofía de vida, válidos enteramente hasta nuestros días. Es un libro denso, lleno de argumentos, que debe ser leído con lentitud y hasta releído. Solo quiero comentarles algunas de sus conclusiones. La espiritualidad del ser humano debe nacer desde abajo. Es de-

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la apago, al contrario, la debo expresar porque así me conoceré mejor, me bajaré a mi realidad.

“…no debemos refugiarnos en la piedad porque al hacerlo lo que suele ocurrir es que nos elevamos por encima de los demás, para sentirnos superiores”

Anselm Grün

cir, la que viene de arriba, de la jerarquía eclesiástica, que pregona perfecciones -total desprendimiento, dominio cabal de sí mismo, constante amistad, amor desinteresado, superación de la sexualidad- produce separaciones, limitaciones y mayores debilidades. Ellos dicen que debemos comenzar por conocernos a nosotros mismos, a nuestras pasiones y que, mientras más nos conozcamos, más cerca estaremos del Señor. Que no debemos refugiarnos en la piedad porque al hacerlo lo que suele ocurrir es que nos elevamos por encima de los demás, para sentirnos superiores. Honestos y auténticos. Humildes, es decir descender a nuestra condición de tierra, de humus. Ante la rabia o la ira, la espiritualidad de

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arriba la oprime, la sofoca; pero si es vista desde abajo, me preguntaré: ¿Qué quiere Dios mostrarme o decirme con ella: una herida profunda? ¿Un desencuentro?, ¿Un camino al Señor? Así que no

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Permanecer consigo mismo. Perseverar, contenerse, estar quieto. El libro relata que, si queremos conocernos mejor y queremos encontrar la paz espiritual, debemos estar como el agua tranquila de un estanque; así veríamos reflejado nuestro rostro, así veríamos nuestros pecados. Así nos encontraremos y tendremos un verdadero encuentro con el Señor. La quietud es un sanatorio, la quietud es el cielo. Allí mora Dios. Desierto y tentación. Sus oraciones y actividades las efectuaron en el desierto porque concebían que así estaban más cerca de Dios. Aceptemos que nuestras vidas tienen constantes y numerosas desavenencias o luchas, tentaciones; como el árbol. que si no es sacudido por el viento no crece ni echa raíces. Así que son positivas la soledad y la tentación porque la constante lucha hace al


hombre más fuerte y maduro. Sin tentaciones seríamos desatentos y no vigilantes, perderíamos vida, nos alcanzaría el tedio.

“…si queremos conocernos mejor y queremos encontrar la paz espiritual, debemos estar como el agua tranquila de un estanque” Los padres del desierto ejercitaban y practicaban el ascetismo, concebida como una vida austera, como una búsqueda de la perfección de tipo personal, como un encuentro consigo mismo para lograr la plenitud; no se trataba de una renuncia a las comodidades materiales y de una mortificación corporal para alcanzar la virtud. En realidad, era un ejercicio para obtener una habilidad, un estado de ánimo como el de la paz interior, que procedía de la lucha interna, que significaba el dominio sobre todas las pasiones del cuerpo y del alma; el fin es totalmente positivo, el de la consecución del amor entre los seres humanos y para consigo mismo, en breve de la limpieza del corazón; de modo que para ellos no era renuncias, martirios, sacrificios sumos, sino más bien de amor. Recomendaban a sus nuevos o jóvenes discípulos, hacer disponible al cuerpo para que sea gobernado por la propia voluntad, ser el señor de

los impulsos y ser libre de apetitos; igualmente, postulaban la dieta, el sueño, la vigilia. Usaron en ese tiempo, la frase “sin luchas no hay victorias”. Entonces, este pensamiento no es de ahora, ni perteneciente a un particular grupo ideológico, ni mucho menos.

“Los padres del desierto ejercitaban y practicaban el ascetismo, concebida como una vida austera, como una búsqueda de la perfección de tipo personal” Son solo partes de este libro, que están consagradas a conseguir la

superación personal y a vivir la salud espiritual, como componente necesario y visible de la salud holística; se ha usado después para la vida religiosa. Pero aprovecho para elevar por ustedes y por cada uno, una afectuosa oración, que el nacimiento del Señor los lleve por los mejores caminos, que los ayude a practicar su libertad para administrar sus pensamientos, para gobernar sus emociones, para ejercitar el perdón, para pedir perdón, para decir que aman, para practicar la humildad, para que se sientan amados y amen. La vida es corta, digan ahora a las personas que aman, que las aman, para que disfruten cada momento de esta vida. Es una nueva etapa de la vida; sí: es el primer día del resto de nuestras vidas y bien vale la pena cambiarla para ser mejores cada vez, para ser felices, Que el Señor los bendiga, los sostenga en sus brazos cuando crean desfallecer y los ampare siempre. Feliz Navidad y un soñado 2022.

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Ludwig van Beethoven:

reseña histórica de un caso clínico

l caso de Ludwig van Beethoven representa una de las mejores reseñas del género patobiográfico. Después de Wolfang Amadeus Mozart, el estudio de las enfermedades de Beethoven aparece con una frecuencia nada desdeñable de 36 estudios de carácter clínico. La incontestable personalidad de un genio

Luis E. Núñez Moscoso Médico Internista

Sharlot C. Chacón Arévalo Médico Internista

Retrato de Ludwig van Beethoven (Joseph Karl Stieler, 1816)

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La lectura de determinadas biografías resalta la personalidad excepcional, excéntrica e insumisa de Beethoven que nos hacen sonreír si reducimos la imagen que tenemos de él a esos albures de la salud muy naturales en cada uno de nosotros. Todas estas supuestas alteraciones tienen un fundamento, pero en ningún caso la obra de arte puede reducirse a una patología; su genio y obra proceden de múltiples componentes que siempre conservarán una parte de misterio. Así, entre los maestros que cuentan con creaciones geniales, moduladas por su estado depresivo, sobresale Beethoven como un genio de primerísimo rango. Su tercera sinfonía, “Heroica”, representa, en palabras de Berlioz, música de un estilo en que el dolor conserva constantemente formas tan puras y tal nobleza de expresión (Berlioz, p.72). La obra fue compuesta a la sombra de uno de los primeros episodios depresivos sufridos por Beethoven, y agravado por su aislamiento acústico, además de la tensión emocional suscitada por la amenaza de Napoleón Bonaparte quién se encontraba a punto de invadir Alemania (Alonso Fernández, 1999, p.


Piano de Beethoven en 1817, construido por Thomas Broadwood

184). Así, y en ello coinciden diferentes biografías, el fin de la crisis de Heilingenstadt, a fines de 1802, inaugura un prolongado período de equilibrio relativo caracterizado por la más elevada capacidad creadora que se mostró notablemente estable durante años enteros, y no cesó del todo hasta 1813 (Solomon, p.163).

“…entre los maestros que cuentan con creaciones geniales, moduladas por su estado depresivo, sobresale Beethoven como un genio de primerísimo rango” Otras características de la personalidad de Beethoven nos mues-

tran hasta qué limites el trabajo de la creación se convertía en un hecho compulsivo. Su vida estaba organizada de tal modo que aprovechaba todo lo posible para su actividad creadora, al punto que, le confiesa a Gerhad von Breuning, que cuando concebía una idea, incluso se levantaba en medio de la noche “porque de lo contrario podría olvidarla” (Solomon, p. 110). Así, el creador se mantiene como un ser profundamente asocial, al margen de sus propias convicciones, lo que hará que en muchos casos se le considere próximo a la locura. El exilio, el vagabundeo y el vivir en soledad, se convirtieron en otras características de la personalidad que influyeron en la génesis de su obra (Solomon, p. 152). De esta personalidad contrastada del genio emerge su profunda personalidad narcisista, reconocida por él mismo en el célebre escrito de Heiligenstadt, y una gran fragilidad en su estructura personal que se manifiesta mediante una fuerte tendencia depresiva. Crisis y creación aparecen constantemente unidos. Su imagen del iluminado por una luz interna de inspiración es lo que

le convierte en héroe. Su imagen pública, su trayectoria personal, lo convertirían en el ideal del siglo XIX, justificando que el fin del arte es producir belleza y si sólo el artista, que no fue este el caso, percibe la belleza de su objeto, esto es suficiente como destino de vida. Esta imagen persiste hoy en día (Berlín, p. 33) y se olvida que, en muchos casos, el propio Beethoven reconoció el papel social. En 1801 escribió a Wegeler que deseaba que su arte se manifestará “...sólo para el beneficio de los pobres”, y el mismo año le propone a Hoffmeister que se dispensara al artista un patrocinio casi socialista (Salomon, p. 174), posteriormente, el 8 de septiembre de 1809, tras la invasión francesa de Viena, dirigió su sinfonía “Heroica” en un concierto de beneficencia para el fondo teatral de los pobres.

“El exilio, el vagabundeo y el vivir en soledad, se convirtieron en otras características de su personalidad que influyeron en la génesis de su obra” La sordera de Beethoven El origen de la sordera de Beethoven sigue siendo fuente de controversias, y aún hoy en día sería difícil determinar la causa,

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(Buchet, p.173), lo clasifica como un intento de suicidio, debido a una recaída de la sífilis, poco podemos conocer del significado de esta anotación, y sencillamente podría ser la búsqueda de una solución alternativa.

Trompetilla de Beethoven Fabricada por el inventor Johann Mäzel para Beethoven.

si estuviese vivo (O´Shea, p.45). El Testamento de Heiligenstadt nos ofrece un imponente cuadro sintético de la condición psicológica de Beethoven y de la dirección que su vida había tomado a causa de la sordera, principal factor de descontento en su vida (Solomon, p. 151). Las composiciones de Beethoven recrean así un mundo sonoro a su medida, a su imagen, imponiendo esa creación a la gente que sí puede oír (Buchet, p.78). Hoy en día es imposible entrar en detalles sobre si la sordera afectó su potencial creador. Desconocemos de igual manera la organización requerida para la producción y organización de nuevas ideas musicales y los efectos que la sordera puede causar en todo este sistema. Sin embargo, si tenemos en cuenta que el proceso creador está influenciado por impresiones subjetivas, la experiencia de la sordera no imposibilita la creatividad en la más auditiva de las artes: la música (Harrison, 1988). Las diferentes biografías señalan entre 1796 y 1797 el inicio de su sordera. La sintomatología adoptó un carácter intermitente, apare-

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ciendo el tinnitus y una disminución parcial de la capacidad para oír las frecuencias elevadas, al mismo tiempo los ruidos estridentes súbitos le provocaban incomodidad, incluso dolor (Salomon, p 158). En 1801, en carta a su amigo el médico Franz Wegeler, escribió que padecía de una sordera grave que lo obligaba a abandonar sus actividades sociales y que si tuviera otra profesión podría afrontar la enfermedad, pero que en su caso era un inconveniente terrible” (Salomon, p. 147-148). La evolución de la sordera es de forma cíclica, entre 1803 y 1806 existen abundantes testimonios de que su percepción acústica era normal y no estaba incapacitado. En 1805 dirigió el ensayo general en la reposición de “Fidelio” y en 1808 llamó la atención sobre la ejecución de ciertos matices de la interpretación de Rust, lo cual demostraba que su oído era muy agudo (Solomon, p. 159), pero a partir de 1812 su situación se agravó progresivamente. En 1814, en uno de sus cuadernos de conversación “Diagnóstico de los médicos sobre mi vida”, anotó lo siguiente: “Si no me pueden salvar ¿tendré que recurrir al uso de...?”. Aunque alguno de sus biógrafos

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“…si tenemos en cuenta que el proceso creador está influenciado por impresiones subjetivas, la experiencia de la sordera no imposibilita la creatividad en la más auditiva de las artes: la música” Su última presentación pública como pianista fue el 25 de enero de 1815, de la que Ludwig Sphor notifica que “A causa de su sordera no quedaba nada del virtuosismo del artista que antes había sido tan considerado” (Solomon, p.284). El inicio de los “Cuadernos de Conversación” en 1817 nos certifica que en esas fechas podríamos considerarlo clínicamente sordo, y en 1819 sufre un cuadro depresivo-obsesivo (Buchet, p. 217) Nos encontramos así con un paciente cuya sordera comienza a la edad de 28 años, acompañada de tinnitus constante que en alguna ocasión parece inclinarle al suici-


dio. Las posibilidades diagnósticas que podemos encontrar en el cuadro clínico, en correlación con su evolución, son: otoesclerosis, sífilis secundaria, otitis membranosa externa. Entre las hipótesis que justificarían esta alteración del nervio auditivo se sigue insistiendo en la evolución clínica de una sífilis que Beethoven se habría contagiado durante su primera estancia en Viena en 1792, donde en palabras de Buchet: “no vivió como un monje” (p. 41).

“A causa de su sordera no quedaba nada del virtuosismo del artista que antes había sido tan considerado” Como una importante alternativa en la identificación de la sordera se ha propuesto la enfermedad de Paget, esta teoría se basa, sobre todo, en los caracteres físicos descritos de Ludwig van Beethoven que hasta el momento no habían sido considerados (Naiken, 1971), donde la sordera estaría causada por una afectación de la base del cráneo, incluidos los huesos temporales, debido a la enfermedad de Paget. Esta teoría fue propuesta por primera vez por Heinrich Neuman en 1927, pero poco aceptada por los profesionales médicos. La enfermedad final Pocas dudas existen hoy sobre la causa del fallecimiento de Bee-

thoven; se conoce que tuvo un alto consumo de alcohol por más de treinta años y que su muerte se debió a una cirrosis hepática evolucionada.

dad y sus períodos de melancolía”. A partir del 2 de febrero se anulan todas las restricciones en torno a la cantidad de alcohol. Falleció el 26 de marzo de 1827.

Sus biógrafos constatan los primeros síntomas de esta afección hepática en torno a 1820, donde aparecen las primeras crisis de ictericia, signo ominoso de su dolencia (Solomón, p.317). La duración de esta crisis es imposible conocerla hoy en día. En una carta a Bernhard Romberg, fechada en 1822, Beethoven escribió: “…durante un año entero, la enfermedad no me dio tregua” (Solomon, p. 326). Posteriormente, anula un viaje a Londres por sufrir una grave enfermedad que sus médicos califican como “inflamación intestinal”. A partir de 1826 sufre un agravamiento de salud; el nuevo cuadro clínico se caracteriza por: ascitis, sed, anorexia, diarrea constante, y acúmulo de líquido en las piernas (Solomon, p. 349). Durante la primera semana de 1826 es visitado por el doctor Wawruch, quién encontró al enfermo esputando sangre, con dificultad respiratoria y un fuerte dolor en el costado que le impedía el descanso en cama. A la semana siguiente el cuadro se agrava y presenta hidropesía, oliguria, hepatomegalia dura y agravamiento de la ictericia. El 20 de diciembre se le somete a la primera intervención de paracentesis de la que le extraen 12 litros y en otra posterior fue de una cantidad mucho mayor (Solomon, p. 324). El 11 de enero de 1827 los médicos dan el caso por perdido ya que

Sobre la enfermedad final de Beethoven se siguen barajando múltiples teorías. En una última revisión (Palferman, 1993) se propone una serie de diagnósticos que podrían explicar todo el cuadro clínico de Beethoven, como: sarcoidosis, hepatitis crónica activa, cirrosis idiopática, artropatía seronegativa asociada a una enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome de intestino irritable, y enfermedad de Paget.

instauran una terapia paliativa consistente en “bebida alcohólica helada para aliviar su incomodi-

Otro posible diagnóstico fue el de hemocromatosis, enfermedad debida al depósito excesivo de hierro en los tejidos. Beethoven era conocido como “El Español” por su tez morena (Buchet, p.52). De todas formas, aún este diagnóstico es difícil en la actualidad y se basa en pruebas de laboratorio completándose con en la historia familiar. En el caso de Beethoven, no conocemos la existencia de casos similares entre sus hermanos; por tanto, nos parece un diagnóstico retrospectivo muy difícil de asumir. Una de las últimas hipótesis está basada en el análisis de unos cabellos que supuestamente fueron recortados a Beethoven en su lecho de muerte. Bibliografía Las 27 referencias bibliográficas de este artículo las puede encontrar en: https://drive.google. com/file/d/1AiLWyVhAqyvWZCbI2ZSziYxWTuZSf9KH/view?usp=sharing

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“Woodstock 94”

Woodstock: 52 años después (Parte 2) Aland Bisso Andrade Médico Internista

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ola, soy Mike ¿Me recuerdan? Mis padres, integrantes de una comunidad hippie, me llevaron a Woodstock y ahí cumplí 11 años, el 17 de agosto de 1969. Estar de cumpleaños en un festival con leyendas vivas del rock fue el mejor regalo en vida que alguien de mi generación pudo recibir. Nadie podía imaginar en ese momento la trascendencia que tendría Woodstock 69. Su historia ha

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sido contada a través de registros fílmicos, entrevistas y miles de anécdotas. Algunos invitados desistieron de ir porque consideraron que se trataba de “un festival más de verano”. Después lo lamentaron. Led Zepellin prefirió dar un concierto en New Jersey; Bob Dylan, pese a que vivía en el mismo pueblo Woodstock, tenía un conflicto con los hippies y se fue a otro festival; John Lennon puso como condición la presentación de la Yoko Ono´s Plastic Band y fue rechazado; Tommy James y The Shondells declinaron la invitación porque les dijeron que el festival se realizaría en “una granja que criaba cerdos”.

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Los conservadores, los políticos, la policía y hasta la iglesia, dijeron que Woodstock había sido una apología al desenfreno; que el rock solo deparaba violencia, sexo y drogas. En Woodstock nadie murió por violencia y solo un chico falleció por sobredosis. Un adicto que igual hubiese muerto en un callejón de Brooklyn o sobre su cama. Es probable que el negocio de las drogas haya favorecido más al departamento de justicia, puesto que los arrestados por posesión de LSD debían pagar una fianza de veinte mil dólares para quedar en libertad. Yo solo vi gente feliz. Gente que cantaba, bailaba y que reclama-


ba el fin de la guerra con Vietnam. Pese a que mis padres y la gente de su comunidad fumaban marihuana, me criaron en un ambiente de paz, amor y respeto. Nunca pusieron un cigarrillo de hierba en mis manos. Cuando decidí hacerlo ya tenía 16 años y más allá de un dolor de cabeza que me duró dos días, nunca más repetí la experiencia. Mi padre, además de tocar la guitarra, era agricultor y me cultivó el amor por la música y la naturaleza. Mi madre cantaba todo el tiempo, gustaba de pintar y nunca se despegaba de mi hermana Helen.

Los conservadores, los políticos, la policía y hasta la iglesia, dijeron que Woodstock había sido una apología al desenfreno. En Woodstock nadie murió por violencia y solo un chico falleció por sobredosis. Apenas tres años después de Woodstock, nuestra comunidad hippie se disolvió. Nos fuimos a vivir a la pequeña finca de mis abuelos paternos, en Virginia. Ellos nos recibieron con los brazos abiertos.

Tenían un restaurant de carretera que recibía clientes las 24 horas del día y necesitaban ayuda. Mi madre reinventó el decorado con adornos y pinturas psicodélicas y mi padre, con su guitarra, tocaba blues y música folk para los comensales. Pronto, además de camioneros trasnochados, el restaurant empezó a ser visitado por rockeros nómades, hippies en retirada, viajantes de toda clase y hasta por los Hells Angels, barbudos motorizados que escogieron nuestro local como lugar de parada obligatoria para atiborrarse de cerveza, salchichas y hamburguesas. Todo iba bien, pero con el correr del tiempo sentí que ya no era un lugar para mí. Al terminar la escuela me fui a New Orleans, a casa del tío Jack, hermano mayor de mi madre, viudo sin hijos, dueño de una tienda de instrumentos musicales cuyo prestigio le permitía ser visitado a menudo por los mejores músicos de la ciudad, como Ry Codder, Allen Toussaint y Fats Domino, entre otros. Convencí al tío Jack para que hiciera una sala de grabaciones y me matri-

culé en la escuela de música de la Universidad de Loyola de New Orleans. Estaban de moda las bandas de instrumentos de viento (brass bands) que, además de invadir los desfiles callejeros, poblaban teatros y toda clase de escenarios populares. Toda esa ebullición no podía ser desperdiciada y nuestro proyecto fue un éxito. Cuando mi padre fue a visitarme en 1982, me encontró en una sesión de grabación nada menos que con el legendario Huey “Piano” Smith. Estudiar música y trabajar en un estudio de grabaciones fue algo grandioso. Con la fusión del jazz y el soul, vi nacer el funk. El rock se nutría del blues, y el jazz crecía con ambos. Las sesiones “fusion” eran fabulosas. En 1987 me casé con Kelly Dwigth, profesora de música y directora del coro universitario. Del 12 al 14 de agosto de 1994, en Saugerties, New York, se realizó el festival “Woodstock 94” para celebrar los 25 años de Woodstock 69. Con Kelly y mi hermana Helen, decidimos ir solo porque se presentarían

Carlos Santana en el Heritage Jazz Festival de New Orleans

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En 1999, Carlos Santana se presentó en el Jazz & Heritage Festival de New Orleans (Ver foto). Al día siguiente de su presentación uno de los organizadores lo llevó a mi sala de grabación. Hablamos sobre Woodstock 69 y no pude dejar de poner el vídeo de “Soul sacrifice” para evocar mi inolvidable experiencia. Había pasado 30 años desde entonces y sentí que se cerraba un círculo en mi vida.

Banda de música. New Orleans

Joe Cocker, Crosby-Still & Nash, Santana y Bob Dylan. Como este último no estuvo presente en 1969, fue presentado con la famosa frase: “Hemos esperado 25 años para oír esto: Señoras y señores, el Señor Bob Dylan..!”. El evento fue un éxito comercial (asistieron unas 300,000 personas), pero la esencia de lo vivido en 1969 no se volvió a repetir. El día 13 cayó una lluvia torrencial y en medio del lodo se declaró una batalla campal entre la banda Green Days y sus fans, con el saldo de cuatro muertos. Un desastre. No había espíritu

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de paz, de amor ni de nada, motivo por el cual el concierto fue apodado “Mudstock” (montón de fango). Quise reencontrarme con los espíritus de Janis Joplin y de Jimi Hendrix, fallecidos ambos a los 27 años de edad, en 1970, pero no los encontré. Los tiempos habían cambiado y solo me quedaba recurrir a sus discos y videos.

Estudiar música y trabajar en un estudio de grabaciones fue algo grandioso. Con la fusión del jazz y el soul, vi nacer el funk. El rock se nutría del blues, y el jazz crecía con ambos.

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Mi padre falleció en el 2004 por cáncer de hígado, mi hermana Helen maneja su propia galería de arte en New York y mi madre, con sus 81 años, todavía pinta, canta los temas de Joan Baez, viste túnicas con adornos psicodélicos y baila descalza tal como lo hizo en Woodstock hace 52 años.

Bob Dylan


John Cazale y su esposa Meryl Streep

Redescubriendo a Cazale: “el veinte preguntas” Germán Valenzuela Médico Internista y Cardiólogo

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ohn Holland Cazale nació en Revere, Massachusets en 1935. Fue el segundo de tres hermanos, hijo de una ama de casa de ascendencia irlandesa y un vendedor de carbón de ascendencia italiana. Estudió arte dramático en la Universidad de Boston, es-

tado de donde se trasladó a New York para hacer realidad su pasión: la actuación. Antes de dedicarse a la interpretación actoral, aceptó trabajos de fotógrafo de museo, taxista y mensajero, compartiendo el trabajo en la gasolinera Standard Oil con Al Pacino, quien se hizo su amigo al descubrir que ambos eran artistas (lo vio leyendo un libro de Chéjov), y con quien compartieron roles en la obra de Israel Horovitz “Los indios quieren el Bronx”.

Fred Roos y Francis Ford Coppola, deleitados por su interpretación en la obra de teatro “Line”, decidieron que debería ser el hermano despreciado de la familia Corleone. De esta manera, se convirtió en “el traidor” de la saga, probablemente como respuesta a ser considerado poco inteligente, o poco atractivo, según el guión de la película. Ford Coppola, quien había sido objeto de bromas en su familia, consideró que Cazale representaría “ese lugar común” de algunas familias italianas. Su vida tenía semejan-

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“Cuando John fijaba sus ojos hundidos en algo, podía parecer tan lastimado y desesperado como un perro moribundo”, John Cazale en” La Conversación” (1974)

zas con la de los personajes de “El Padrino”, pues su abuelo analfabeto, Giovanni Casale, habría escrito de manera inapropiada su apellido en el momento de inscribirse como ciudadano. Cazale fue actor secundario de cinco películas que fueron candidatas nada menos que a 40 premios Oscar, catorce de los cuales se encontraban en las categorías de interpretación. Sin embargo, y a pesar de sus poderosos personajes, él no fue candidato a ningún premio. Sus papeles fueron: Fredo Corleone en “El Padrino” (1972) y en “El Padrino II” (1974); Stan en “La Conversación” (1974), Sal en “Tarde de perros” (1975) y Stan en “El Cazador” (1978). Trabajó con los mejores actores de su generación, como Marlon Brando, Al Pacino, Roger Robert De Niro. Sus compañeros de trabajo comentaron que poseía una extraña intensidad en la mirada y un rostro bañado por una oscuridad y tristeza enigmáticas. No se parecía a ningún actor de Hollywood, pues era muy del-

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gado, con una gran frente y una calvicie prematura. “Cuando John fijaba sus ojos hundidos en algo, podía parecer tan lastimado y desesperado como un perro moribundo”, dijo el actor Michael Schulman, en el 2018. Sin embargo, además de su poder interpretativo y su capacidad para la improvisación, era un actor meticuloso, interesado en la psicología del personaje. Solía hacer preguntas para entender mejor el perfil del personaje que interpretaría, por lo cual sus compañeros lo llamaban “el veinte preguntas”.

Cazale mantuvo una relación amorosa con la actriz Meryl Streep (a pesar de la diferencia de catorce años de edad entre ambos), a quien conoció en la obra de teatro “Medida por medida” de William Shakespeare. Fumador de cigarrillos y puros, bebedor moderado, fue diagnosticado de cáncer de pulmón. Siempre tuvo confianza en que superaría su enfermedad y que podría seguir trabajando. Para costear sus elevadas facturas por los gastos de su tratamiento médico, Meryl Streep firmó su primer papel en televisión en la serie “Holocausto”. Asimismo, aceptó un pequeño papel en la

Cazale y Pacino en “El Padrino II” en la escena titulada “el beso de la traición”

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personajes que dejaron una huella imborrable en sus compañeros de oficio y en la industria cinematográfica. Horovitz, director de las obras de teatro en las que participó antes de dar su salto a Hollywood, escribió en su elegía : “John Cazale sólo sucede una vez en la vida. Fue una invención, una pequeña perfección. No sorprende que sus amigos sientan tanto enfado al despertarse de su sueño para descubrir que Cazale descansa con reyes y consejeros, con Booth y Kean, con Jimmy Bean, con Bernhardt, Guitry y Duse, con Stanislavski, con Groucho, Benny y

Cazale y Pacino en “Tarde de Perros” (1975)

película “El Cazador”, para estar más tiempo con él. Los productores de la película, al enterarse de su estado de salud, habían decidido no entregarle el papel por el riesgo económico que generaría para ellos grabar unas escenas con Cazale y otras sin él. Sin embargo, De Niro, su compañero en la película, pagó el costo de un

Cazale y De Niro, en “El Cazador” (1978)

seguro con la intención de que su amigo pudiera participar en ella. Y así ocurrió. La madrugada del 12 de marzo de 1978, y en compañía de Meryl Streep, cerró los ojos definitivamente. Al igual que James Dean, Cazale tuvo muy pocas participaciones en películas, pero con

Allen….Nos deja a su público que tanto le quiere, el recuerdo de su gran calma, su silenciosa espera, su amor por la buena música, su afición por los chistes malos, el absurdo límite del bosque que era su nacimiento del cabello y la rodaja de sandia que era su sonrisa. Era inolvidable”.

Cazale tuvo muy pocas participaciones en películas, pero con personajes que dejaron una huella imborrable en sus compañeros de oficio y en la industria cinematográfica.

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El muñeco de chapitas Miguel Salguedo Salvador Médico Internista

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omo todas las mañanas corríamos al Barrio Chino, exactamente al Chifa San-Joy-Lau y Ton-Kin-Sen, para recoger las chapitas de cerveza y de gaseosas. Era la Lima 1963. Me metía sin vergüenza detrás del mostrador, y las recogía, tanto molestaba al mozo que ya me esperaba en más de una oportunidad con una bolsa de chapitas y me decía “Aquí tienes tus chapas y no fastidies”; mientras, en la radio se escuchaba: “Me voy pa’ la Habana y no vuelvo más, el amor de Carmela me va a matar…”. Salíamos contentos, yo y mi amigo Fico, corríamos a la quinta del jirón Huallaga y comenzaba la faena de aplanar las chapas

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con piedra o con martillo, hasta donde podíamos, para luego aplanarlas definitivamente en los rieles del tranvía que pasaba a las 5 de la tarde. Luego de eso, nuestros “taps” lucían relucientes y era satisfactoria después la creación de nuestra imaginación, porque no solo jugábamos con ellos, así por así, sino que con nuestra imaginación hacíamos diferentes cosas: sillas, mesas, roperos, autos, buses, etc. Después los vendíamos en la Plaza Italia, teniendo por testigo a la Iglesia de Santa Ana. Un día Fico y Manolo propusieron: “¡¿Por qué no hacemos un robot con las chapitas?!”. Muy bien pues, pusimos manos a la obra. Los tres éramos asiduos concurrentes a la “Sección Niños” de la Biblioteca Nacional, en la Avenida Abancay, así que nos nutríamos de bastantes libros de cuentos

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para nuestra edad. Uno de los libros de robots fue a parar en las manos de Fico, lo cual fue definitivo para la elaboración de nuestra inquietud infantil. - El robot ya está tomando forma, Miguel dijo Fico Tienes que ayudar. - Por supuesto, falta mi mano. - Cada día nuestra obra maestra tenía más vida. - Qué bonito nos está quedando. Solo falta que hable decía Manolo. - Pero faltan más chapitas. Un montón añadía Fico. Así que otra vez había que entrar intempestivamente al mostrador de los chifas referentes del Barrio Chino, mientras, en la radio Lima se escuchaba a Nelson Pinedo: “La gente dice que soy el muñeco de la ciudad”.


“…y comenzaba la faena de aplanar las chapas con piedra o con martillo, hasta donde podíamos, para luego aplanarlas definitivamente en los rieles del tranvía que pasaba a las 5 de la tarde”

quinta. Yo tenía que decirles que soñé que el robot caminaba y hablaba.  - ¿Y qué te decía, Miguel, por favor, no me vendas en la Plaza Italia? - Qué curioso, yo también soñé lo mismo dijo Manolo. - Decidimos no venderlo. Ese día al muñeco de chapas lo guardó Fico, y al día siguiente nos buscó asustado, lleno de pánico.

co de chapas. Hasta ahora existe, solo que no camina y no habla; está en la casa de Fico, en el jirón Huallaga, donde ahora elabora muñecos para fiestas infantiles al por mayor y los reparte por todo el Mercado Central. Manolo estudió Literatura en San Marcos y se casó con una colombiana del barrio. Se fue a vivir a Bogotá y trabaja como profesor en una universidad local.

- Tienen que venir a verlo, el robot camina y habla..! - No puede ser contesté. Manolo y yo fuimos corriendo al cuarto de Fico y encontramos al muñeco de chapas que decía: “Creación, creación, fantasía, fantasía, fantasía, fantasía”, y ¡caminaba!

Pasaron días pacientes y no tengo memoria de cuántos, exactamente, nos pasamos en nuestra creación, y esperando también a nuestro cómplice, el tranvía, que pasaba a la 5 de la tarde para que nuestra materia prima luzca fina.

Usábamos pantalón corto y estudiábamos en el colegio “La Rectora” del jirón Miroquesada. Estábamos en primero de primaria. En la radio se escuchaba al “Carreta” Jorge Pérez: “A levantarse muchachos y a lustrar sus zapatos con Nugget…”.

Al día siguiente, después de que ya estaba completo el robot, nos reunimos en el patio de nuestra

Nunca, por ningún motivo, nos olvidábamos de nuestro muñe-

Manolo y yo fuimos corriendo al cuarto de Fico y encontramos al muñeco de chapas que decía: “Creación, creación, fantasía, fantasía, fantasía, fantasía”, y ¡caminaba! La última vez nos reunimos después de 25 años en el Chifa SanJoy-Lau. Alegres recordamos nuestro colegio y las chapitas. Al final de nuestro encuentro, los tres concluimos: “Si queremos, hacemos que el muñeco hable ahora”.

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Festival de cuentos cortos El dinosaurio

La carta

Augusto Monterroso (Honduras, 1921 – 2003)

Luis Mateo Díez (España, 1942-)

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.

Un sueño

Julio Cortázar

Jorge Luis Borges (Argentina, 1899 – 1986)

Amor 77 Julio Cortázar (Argentina, 1914 -1984) Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.

Fantasma Patricia Esteban Erlés (España, 1972-) El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora.

En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular…El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.

Alejandro Jodorowsky (Chile, 1929 -) No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.

Un paciente en disminución Macedonio Fernández (Argentina, 1874 – 1952) El señor GA había sido tan asiduo, tan dócil y prolongado paciente del doctor “Terapéutica”, que ahora ya era sólo un pie. Extirpados sucesivamente los dientes, las amígdalas, el estómago, un riñón, un pulmón, el bazo, el colon; ahora llegaba el valet del señor GA a llamar al doctor “Terapéutica” para que atendiera el pie del señor GA.

Carta del enamorado Juan José Millás (España, 1946-) Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez. Augusto Monterroso

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Calidad y Cantidad

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El doctor “Terapéutica” examinó detenidamente el pie y “meneando con grave modo” la cabeza resolvió: -Hay demasiado pie, con


razón se siente mal: le trazaré el corte quirúrgico necesario.

Una inmortalidad Carlos Almira (España, 1956 -) El poeta de moda murió, y levantaron una estatua. Al pie grabaron uno de los epigramas que le valieron la inmortalidad y que ahora provoca la indiferencia o la risa, como la chistera, el corbatín y la barba de chivo del pobre busto. El Infierno no es de fuego ni de hielo, sino de bronces imperecedero.

Los besos Juan Carlos Onetti (Uruguay, 1909 – 1994) Los había conocido y extrañado de su madre. Besaba en las dos mejillas o en la mano a toda mujer indiferente que le presentaran, había respetado el rito prostibulario que prohibía unir las bocas; novias, mujeres le habían besado con lenguas en la garganta y se habían detenido sabias y escrupulosas para

besarle el miembro. Saliva, calor y deslices, como debe ser. Después la sorpresiva entrada de la mujer, desconocida, atravesando la herradura de dolientes, esposa e hijos, amigos llorones suspirantes. Se acercó, impávida, la muy puta, la muy atrevida, para besarle la frialdad de la frente, por encima del borde del ataúd, dejando entre la horizontalidad de las tres arrugas, una pequeña mancha carmín. Frank Kafka

Duelo Alfonso Reyes (México, 1889 – 1959)

ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie.

De uno a otro extremo de la Cámara, grita el diputado aristócrata: —¡Dese usted por abofeteado! Y el demócrata, encogiéndose de hombros, le contesta: —¡Dese usted por muerto en duelo!

Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a Don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.

La verdad sobre Sancho Panza

El drama del desencantado

Franz Kafka (Praga, 1883 – 1924)

Gabriel García Márquez (Colombia, 1927 – 2014)

Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de Don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido

El drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que

Juan Carlos Onetti

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aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

Cubo y pala Carmela Greciet (España, 1963-) Con los soles de finales de marzo mamá se animó a bajar de los altillos las maletas con ropa de verano. Sacó camisetas, gorras, shorts, sandalias…, y aferrado a su cubo y su pala, también sacó a mi hermano pequeño, Jaime, que se nos había olvidado.

Salomón Wilfredo Zavala Sarrio (1933-2021)

Un recuerdo y un homenaje póstumo al maestro y amigo Eddy Luz Juárez Severino Médico Internista

Llovió todo abril y todo mayo.

Fieras en el circo Aland Bisso (Perú, 1958 -) Los circos de vanguardia ya no utilizan animales. Xavier se disfrazaba de foca en un moderno circo parisino. Un día un niño de la platea le lanzó una manzana acaramelada y Xavier, montado en cólera, regresó al camerino escupiendo maldiciones. Esa noche se embriagó y fue en busca del empresario. Sus reclamos no fueron atendidos. A cambió, recibió la amenaza del despido. Los hombres gritaron, forcejearon y cayeron al suelo. Al día siguiente encontraron al empresario con cinco puñaladas en el pecho. Los diarios publicaron que el hombre-foca había asesinado a su propio amo; que eso no hubiese ocurrido si el circo presentaba una foca verdadera, o por lo menos un par de perritos amaestrados.

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Dr. Salomón Zavala Sarrio (1933 – 2021)

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S

alomón Wilfredo Zavala Sarrio, nació en la ciudad de Tarma, un 8 de abril del año 1933, realizó sus estudios secundarios becado en el Colegio América-Callao High School. Cursó su carrera universitaria en la Facultad de Medicina de San Fernando, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) graduándose como médico cirujano en 1963, egresando como integrante de la Promoción Reforma, habiendo participado en memorables jornadas estudiantiles, como presidente del Centro de Estudiantes de Medicina, cargo que desempeño en varios períodos, en la época de mayor crisis de la facultad y de la universidad. En la misma facultad de medicina realizó las especialidades de medicina interna y de medicina intensiva, obteniendo el doctorado en medicina en 1979 y la maestría en bioética en el año 2002. Sus actividades hospitalarias se iniciaron como asistente libre, en el Hospital de Varones Daniel A. Carrión, en la Sala de Medicina San Miguel, hospital de la Beneficencia Pública del Callao, en ese entonces, realizando esta labor sin ninguna retribución económica, ni compromiso laboral, pero con responsabilidad y mostrando gran responsabilidad social, acudiendo diariamente a realizar la visita de los pacientes. En el año 1969, mediante un concurso público realizado en este hospital, logra ingresar como médico asistente del Departamento de Medicina. Su inquietud por la atención de pacientes en estado crítico, conjuntamente con el doctor Manuel Echecopar

Benavides, el apoyo técnico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y con equipos donados por la Fundación Kellog, hicieron posible que se instalara en el Hospital Carrión del Callao, la primera Unidad de Cuidados Intensivos del Perú, la misma que se inauguró el día 13 de mayo de 1971, siendo el Dr. Salomón Zavala el médico jefe, cargo que desempeñó por un período de 20 años. Su preocupación por la necesidad de contar con médicos de la espe-

cialidad de Medicina Intensiva lo llevó a impulsar su formación y dar su apoyo con su experiencia en la creación de otras unidades de cuidados intensivos. El crecimiento de esta especialidad, lo llevo a fundar, en el año 1978, la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, siendo su primer presidente. En el campo gremial e institucional, fue presidente del Cuerpo Médico del Hospital (1986-1988), desarrollando una labor impor-

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tante para brindar mejores condiciones para la atención de los pacientes. A propuesta del Cuerpo Médico, fue nombrado director del Hospital Daniel A. Carrión, desde agosto de 1990 a diciembre de 1991. Posteriormente, fue viceministro de Salud por un periodo de dos años (1991-1993).En el año 1998 fue elegido decano del Consejo Regional III-Lima, del Colegio Médico del Perú. En 1999 fue miembro fundador y primer vicepresidente de la Academia Peruana de Salud.

“Su preocupación por la necesidad de contar con médicos de la especialidad de Medicina Intensiva lo llevó a impulsar la creación de otras unidades de cuidados intensivos” Su preocupación por el aspecto de la ética y salud lo llevo a la participación activa en este tema de tanta importancia. Fue presidente por 15 años del Comité de Ética de investigación de la Asociación Benéfica Prisma, desde el año 1999. En el año 2000, fue nombrado miembro del Comité de Ética de Investigación del Instituto Nacional de Salud. En el año 2003, fundó el Comité de Ética de Investigación del Hospital Daniel A. Carrión del Callao, siendo su primer presidente. En

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el año 2003 fue miembro fundador del Instituto de Ética en Salud de la Facultad de Medicina de San Fernando, UNMSM, y subdirector desde el año 2011 al 2013. En el período 2007 -2008 fue presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Interna, integrando la comisión de alto nivel que revisó y redactó el actual Código de Ética del Colegio Médico del Perú. Su carrera docente se inició en el año de 1971, ingresando mediante concurso, como jefe de prácticas de los cursos de semiología y medicina interna en la Sede Docente del Hospital Daniel A. Carrión, llegando a la categoría de profesor principal de la Facultad de Medicina de la UNMSM. En el año 2007 fue nombrado jefe de la Sección Doctoral de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNMSM Fue encargado de los cursos de políticas sociales de salud en el doctorado de neurociencias, bioética y deontología en la maestría de salud pública, ética en el doctorado de medicina y bioética en el doctorado de ciencias de la salud. Desarrolló la carrera docente en la Facultad de Medicina de la UNMSM durante 47 años, ocupando diversos cargos académicos en pre y posgrado. El reconocimiento al maestro, su calidad como docente, su humanidad y compromiso, se refleja en el recuerdo y agradecimiento de quienes fueron sus alumnos y hoy son profesionales comprometidos. Ha sido autor de diversos artículos y publicaciones sobre cuida-

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dos y prevención de la salud, como el manual “Yo cuido mi salud”, dirigido a estudiantes y profesores. Durante cuatro años, publicó en el diario Gestión, una página semanal sobre temas de salud, habiendo elaborado el proyecto del semanario Gestión Medica. Tiene otras publicaciones sobre ética en salud y relación médico paciente, como” El doctor no me informó” y “Esa maldita palabra de seis letras. Viviendo con el cáncer”, los mismos que muestran su preocupación por el trato al paciente. También escribió algunos temas en versos.

“Ha sido autor de diversos artículos y publicaciones que muestran su preocupación por el trato al paciente” Ha recibido reconocimientos y distinciones otorgadas por diversas instituciones, entre ellas, de la Facultad de Medicina de San Fernando. También el Colegio Médico del Perú le otorgó Medalla al Mérito Extraordinario. Es epónimo del Premio a la Investigación, instituido por la SPMI y que es entregado cada dos años. Fue reconocido por el Congreso de la Republica, el 5 de octubre del 2018, Día de la Medicina Peruana, como Gran Maestro, en virtud de sus valores académicos, éticos, docentes y de su brillante carrera profesional al servicio del país.


Otra faceta que refleja la personalidad del Dr. Salomón Zavala, sumada a su buen humor y espontaneidad, fue la de deportista, fue integrante de los equipos de fulbito desde su paso por las aulas de San Fernando, hasta el equipo del Hospital Carrión del Callao, ganando en muchas ocasiones copas, medallas y reconocimientos. Esta actividad la practicó hasta estos últimos años. No podemos dejar de mencionar su entorno familiar: con su esposa Gloria A. Soriano formaron, siendo muy jóvenes, un matrimonio que a

través de 60 años, sus tres hijos (Enrique, Gustavo, Andrés) y cinco nietos, fueron siempre motivo de que se expresara feliz y pleno de bendiciones en su vida familiar. Quienes tuvimos la suerte de compartir con él, a través de muchos años, cada día las actividades hospitalarias, de docencia, de gestión, gremiales, no olvidaremos su calidad como persona, como compañero de trabajo, como maestro, su compromiso como profesional, su preocupación por la atención de cada paciente y por las condiciones

de la institución. Hemos tenido la oportunidad de contar con el maestro y el amigo dispuesto a dar el apoyo incondicional, aún sin pedírselo, hemos tenido la suerte de contar con su gran amistad. Salomón Zavala Sarrio, nos dejó físicamente el 27 de junio de este 2021, pero siempre estará en nuestro recuerdo. Termino esta reseña con estas líneas que, a la muerte de su esposa, en 2016, le dedicó el Dr. Salomón Zavala. (Artículo publicado en la Revista de la Sociedad Peruana de Medicina Interna 2021; vol 34(3): 126 – 127 y reproducido con autorización)

Ella me espera (Para Gloria, de Salomón) En un lugar del planeta / De ubicación / No escogida / Ella me estaba / Aguardando / En fecha hoy conocida. / Sesenta años después / He llorado / Su partida / Por un tiempo / Sin medida / Este se ha vuelto / El inicio / De una historia / Ignorada. / En algún lugar / Del orbe / Donde van / Las almas nobles / Ella me espera

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La pandemia “corona” y el mañana Ernesto Kahan (Argentina / Israel) Médico, poeta y pintor

Con la pandemia “corona”, nuestros amorosos sentimientos se expanden, y el día en sí, por pensamientos existenciales se aferran a la profundidad. Las emociones límites han despertado a la gente, y el llamado “corazón” quiere purificar a la mañana de los ayeres. Los pájaros vuelan sobre las praderas que por milenios esperan no ser del patriarcado ni del patrón. No, con alambradas y mapas, ni mercaderes de valores … Ni la obsesiva lucha de vivir para triunfar, en tremendo ardor, Por dar muerte a los enemigos, en guerras genocidas, tampoco el vivir en agrandamiento permanente, que es poder, y el ser ejército de los representantes de la “Santa muerte”, en constante contradicción enfrentados – que bendicen las armas. ¡Ay, esas milenarias esperas y decepciones! ¡Ay, esas barreras, que debieran y podrían caer! ¡Ah! Si la poesía fuera alimento y escuela, el arte, amor regalado y universidad, y la ronda, un baile primaveral más contagioso que el Coronavirus Mañana, cuando pase la crisis, con tantas angustias y recursos acumulados, ciencia, técnica y riqueza, y un nuevo prometedor arco iris, podrán ser realidad, pero solamente, si en acuerdo, usamos la oportunidad … La oportunidad de ser, al fin, humanismo en alborada.

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“Después de la pandemia” (Ernesto Kahan, 2020)

El Dr. Ernesto Kahan es presidente de la ISRAEL IPPNW – Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW) y fue delegado a la recepción del Premio Nobel de la Paz 1985 otorgada a dicha institución. También es Presidente Ejecutivo Colegiado UHE, de la Unión Hispanoamericana de Escritores.

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