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Entre montañas y glaciares, en el reino del viento
El autor, con su hija Belén, en la cumbre del Cerro Mojón Rojo en el Chaltén
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(Chantal Maudit)
Rodrigo Sabio Médico Internista y Cardiólogo (Argentina)
Tal vez el haber migrado desde Buenos Aires hacia la Patagonia, hace ya varios años, me permitió cumplir el propósito de subir montañas y poder escuchar el inconfundible sonido del silencio exterior, pero que, al mismo tiempo, lleva claros mensajes hacia nuestro interior. Luego de horas o días dedicados a caminar en las montañas es entonces que estamos donde queremos, moviéndonos al compás del viento y agradeciendo cada sitio donde paramos unos minutos para luego continuar la ruta. Vivir y sentir profundamente el clima patagónico, donde pueden pasar las cuatro estaciones en un mismo día, es cuando ya estamos inmersos en la montaña y entre glaciares que se derraman desde sus laderas, donde también podremos sentir temperaturas extremadamente bajas. Experimentar en cada paso que ascendemos significa que nos esforzarnos por alcanzar una meta. En cada pisada se siente ese mágico sonido del crujido del hielo bajo nuestros pies, llevando en nuestra espalda el peso de las mochilas con el material de escalada para vencer la pared de roca que nos espera en el próximo tramo. La sola representación mental de estar allí, encordados y dispuestos a subir, hace que nuestro corazón se acelere y hasta nos suden las manos. ¿Acaso eso no alcanza para “resetear” el cerebro de nuestra tarea diaria y sus problemas?
Dentro del montañismo existen diferentes disciplinas. En algunos lugares de la Patagonia argentina, como el Pueblo del Chalten, donde concurren escaladores de todo el mundo por lo atractivo de sus paredes de granito. Si ahí se decide escalar en roca, suele existir un largo camino previo de aproximación que muchas veces incluye el tránsito por algún glaciar y desplazarse en forma segura por el hielo.
En la escalada en roca clásica, o tradicional, el escalador que va primero en la cordada coloca seguros removibles en diferentes lugares de la pared (fisuras, agujeros) que permita detener una caída accidental por medio de una cuerda asegurada desde abajo por el segundo miembro de la cordada. A diferencia de la escalada deportiva, donde los seguros ya están colocados en la pared y son vías pre diseñadas, en la escalada tradicional se debe decidir el lugar optimo donde colocar estos seguros (empotradores) para que cumplan su función. El avance en la pared se hace de a tramos, donde luego de progresar una cantidad variable de metros según las condiciones, posibilidades y largo de cuerda, se realizan reuniones entre los miembros de la cordada y se repite la secuencia progresando en la pared. La escalada en roca no solo requiere atención en los aspectos técnico y físico, sino también a nivel mental ya que se avanza por un terreno vertical donde la exposición aérea puede generar temor a la caída.
La sensación de escalar un muro de roca en las montañas no puede explicarse fácilmente, es una experiencia individual única.
En muchas circunstancias para llegar a nuestro objetivo se deben atravesar glaciares y transitarlos encordados, llevando materiales específicos (crampones, piolet, casco, etc.) debido a que a veces las grietas de un glaciar no están visibles por estar tapados por puentes de nieve y hasta pueden las condiciones de los mismos por diversos factores, como la temperatura o la hora del día, y el riesgo de caída en una grieta puede ser mayor. Es importante transitar el glaciar con el material necesario para poder auto rescatarnos o rescatar a nuestro compañero en caso de caída.
En relación a este tema, algo que me sorprendió durante los últimos años vividos y disfrutados en la hermosa Ciudad de Calafate -“Tierra de Glaciares”- es que aún no encuentro una respuesta al porqué del magnetismo que algunos seres humanos sentimos por estar sobre el hielo. Recorrer grandes distancias para transitar por los glaciares es algo único, diferente y solitario, pero sobre todo “vivo”. Las respuestas llevarían libros enteros de reflexión; lo mejor es presenciarlo y disfrutarlo.
Finalmente, dejo una pregunta más: ¿escalar montañas es un deporte de riesgo? Personalmente creo que no. Entendiendo que la enfermedad cardiovascular es la causa más frecuente de mortalidad en muchos de nuestros países. Si tenemos claro que entre los factores de riesgo se encuentran la pandemia de la obesidad, el sobrepeso y el sedentarismo, pienso que un deporte de riesgo seria permanecer quieto, inmóvil, sentado en un sillón dedicando horas enteras a la pantalla de la TV y alimentándonos con grasas saturadas. Y, más aun, dejando este mismo modelo a nuestros hijos, potenciando las horas de pantalla y la inactividad en un sedentario mundo virtual.
Estimados lectores, los espero en la Patagonia infinita y les dejo algunas fotos de aquellos lugares que pueden ser suyos también cuando nos visiten. Seguramente, muchos de ustedes también sienten esa atracción inexplicable por las montañas, glaciares y un entorno natural y viven las conclusiones de aquel proverbio tibetano: “ El que escuchó alguna vez la voz de la montaña, nunca lo podrá olvidar”.