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Ascenso al Fujiyama
José Luis Akaki Blancas
Médico Internista (México)
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La ascensión al monte Fuji (Fujisan, en el habla japonesa, y Fujiyama, en el habla castellana) es una costumbre centenaria en el Japón y para todo japonés es una meta a conseguir. Consideran que deben llegar a su cima por lo menos una vez en su vida, y hacen lo posible por lograrlo.
El monte Fuji, el pico más alto del Japón, es un volcán de 3776 metros de altura, una pendiente de 30° a 45° y una base de 40 Km de diámetro y 125 Km de circunferencia. Su cráter, de 700 metros de diámetro y 221 metros de profundidad, presenta ocho crestas que rodean sus márgenes, conocidos como “los ocho pétalos del Fuji”.
Fujisan, la montaña divina de la cultura japonesa, es reverenciada desde hace siglos como “la diosa del fuego”, o “la morada del fuego”. Aún hoy existe la secta religiosa de los Fujikos, fundada en 1558 por Takematsu, encargados de la vigilancia divina del Fujisan.
Durante siglos, poetas, pintores y escritores japoneses intentaron aprender el espíritu de la bella montaña venerada. Las “Treinta y seis vistas del Fuji” realizadas por Katsushika Hokusai, son consideradas las más famosas representaciones pictóricas del Fujiyama. La perfecta simetría de la silueta del Fujiyama es, desde hace mucho tiempo, el símbolo definitivo de la belleza japonesa.
La montaña está cubierta de nieve la mayor parte del año y sus laderas bajas tienen exuberante vegetación. Fue lugar prohibido para las mujeres hasta 1868. La primera que lo ascendió fue la esposa del embajador británico en Japón. Hasta el final de la segunda guerra mundial, la cima era la meta de todo devoto seguidor del shinto.
Desde 1980, sólo está permitido el ascenso en los meses de julio y agosto, periodo en el que asciende un promedio de 50,000 a 80,000 personas (1200 a 1500 por día), a través de cuatro rutas -muy distantes una de la otra- que conducen un promedio de 375 visitantes por ruta.
El resto del año la montaña está cubierta de nieve. Por su naturaleza agotadora y particular naturaleza del viaje, un proverbio japonés dice: “es tonto no escalar el Fujisan, pero también lo es escalarlo dos veces en la vida”. El Fujiyama, o Fujisan, es adorado como la morada de los dioses, el simbólico lazo entre los misterios del cielo y las realidades de la vida cotidiana. Más que cualquier otra característica de la cultura nacional, el monte Fuji es el emblema de Japón.
El ascenso
Mi esposa y yo iniciamos el ascenso al Fujiyama el 22 de julio de 2010, después de un viaje de dos días desde México. En la base hay pequeños comercios donde se puede comprar agua embotellada, algunos snacks y un bastón de senderismo hecho de madera con un cascabel en la parte alta. Pero todo lo que se sube se tiene que bajar, no está permitido dejar ni una sola envoltura de golosina, botella de agua vacía o colillas de cigarro. Se considera que el lugar es sagrado y que siempre debe estar impecable.
El punto de partida del ascenso está a 500 metros s/nivel del mar. Se pasan por diez estaciones y en cada una de ellas hay una especie de hostal donde se puede comprar agua, fruta, golosinas y hasta sopa “ramen”. También cuentan con sanitarios totalmente ecológicos e incluso servicio de hospedaje para descansar. Algunas personas, sobre todos los keiroisha (tercera edad) realizan el ascenso por etapas de 1 a 3 días, pernoctando en esos lugares. La energía eléctrica es con planas de luz. No existe ningún tipo de cableado. El promedio de tiempo del ascenso es de 6 a 8 horas. El momento más impactante es cuando se cruza el Toori (puerta alta en forma de marco) que indica que se está ingresando a la zona sagrada. De allí a la cima son aproximadamente 30 minutos, donde se encuentra un pequeño templo shintoista (para agradecer a los antepasados) y también un albergue, donde se puede cenar y descansar unas horas, para después observar la sorprendente salida del sol naciente o goraiko (meditar sobre las nubes).
Los jóvenes acostumbran a iniciar el ascenso a las 6.00 pm para llegar a la cima a las 4.00 am, a tiempo para ver la salida del sol. Como necesitan una linterna, es posible ver una columna de luz serpenteante que va ascendiendo. Otros lo hacen de día, para disfrutar el paisaje y poder tomar un pequeño descanso en los hostales.
Julio y agosto son meses cálidos en el Japón, pero en la cima del Fuji hace frío, por lo cual se recomienda llevar ropa que cumpla con las dos funciones. Es indispensable llevar un sombre de ala grande, porque no hay árboles para cubrirse y el sol puede ser inclemente. Así mismo, se recomiendan llevar calzados cómodos y firmes como los utilizados para el montañismo, y que cierren bien porque en ciertas áreas del descenso hay mucha arenilla suelta.
Se recomienda llevar una mochila sencilla y ligera donde quepan dos botellas de agua, fruta y algunos snacks. También los venden en los albergues, pero a mayor altura, mayor es el costo. Y recuerden, todo lo que suban lo tienen que bajar.
El ascenso al monte Fuji es una experiencia inolvidable.