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“El Médico”, una novela para todos
Eduardo Penny Montenegro
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Internista y geriatra
“El médico”, fue la primera novela de la trilogía del escritor estadounidense Noah Gordon -complementada con las novelas “Chaman” y “La doctora Cole”- publicada en 1986 y catalogada como un best-seller. La novela nos muestra la pasión de un hombre inglés del siglo XI por aprender a aliviar el dolor, vencer la enfermedad y enfrentar a la muerte, para lo cual viajó desde una Inglaterra ignorante en cuestiones medicas, hasta la esplendorosa Persia (Irán), donde conoció al legendario maestro Avicena y de quien aprendió los principios de la medicina moderna.
La novela trata sobre la vida de Rob J. Cole, el hijo mayor de una familia pobre de carpinteros que vive en Londres, huérfano de padre y madre a los 9 años. Ahí se convirtió en aprendiz-ayudante de un cirujano barbero que le enseñó todos los trucos de su profesión y educó en los avatares de la vida. Recorrieron la Inglaterra de esa época y le enseñó cómo entretener a la gente con malabares, trucos, historietas, así como curar y tratar pequeñas dolencias, drenar abscesos, entablillar, sacar dientes, etc., y a la vez vender una poción mágica contra todo, conocida como “Panacea”, que era solo hidromiel combinada con hierbas y cuya venta era su principal ingreso económico. Con el paso de los años, el barbero falleció y procedió a enterrarlo con solemnidad, haciendo un justo reconocimiento a su maestro, como debería ser siempre. Tempranamente, Rob descubrió que tenía el don de predecir la muerte de una persona con solo tocarle las manos. Un buen día, cuando atendía a una campesina a punto de morir por desangramiento uterino, con un feto muerto y retenido en su vientre, se le acercó un médico judío llamado Merlín. Éste le recomendó que, frente a la hemorragia de la campesina, le presionara el útero con lo cual paro la hemorragia de inmediato. En ese momento, Rob reconoció su deseo de ser medico al, “sentir que mediante un acto se le puede devolver la vida a quien se le escapa”.
Merlín había estudiado el arte y ciencia de la medicina durante 7 años en una academia para médicos en Ispahán, dirigida por Avicena, el medico más eminente del mundo en esa época. Merlín le preguntó el por qué quería hacerse medico, si era un hombre prospero en el trabajo de cirujano-barbero, pero Rob le respondió que como medico podía saber más y salvar muchas vidas. Al pedirle que sea su maestro, Merlín se negó por los riesgos de que los cristianos lo pudieran castigar, incluso matar a el y a su familia; pues, en aquel tiempo, la iglesia católica castigaba con la excomunión a todos aquellos cristianos que querían aprender con los musulmanes, por lo cual le recomendó buscar a un buen medico ingles que pudiera enseñarle o tomar la alternativa de irse a España, donde convivían los cristianos con los musulmanes y había importantes universidades en las ciudades de Córdoba, Toledo y Sevilla.
Rob decidió convertirse en un falso judío y viajó a Persia. En compañia de un intérprete atravesó varios países y hasta se incorporó a una caravana de 120 personas de diferentes nacionalidades y credos religiosos, incluyendo judíos y cristianos, donde conoció a un escoces y a su hija Mar, de la cual se enamoró. Rob se enteró de que los primeros maestros de Mahoma fueron judíos y monjes sirio-cristianos y que cuando éste les conto que Dios lo había nombrado su profeta, estos lo rechazaron, lo cual no fue perdonado por Mahoma.
Después de viajar durante dos años con múltiples peripecias y peligros, llegó a Ispahán, cuna de la escuela médica dirigida por Avicena. Lugar donde aprendió todos los principios de la medicina actual, desconocidos en Europa. Parte de su formación requería el aprender filosofía, teología y derecho. En su preparación debió leer a Platón, Heráclito, Plinio, antes de estudiar a Galeno, además de memorizar el Corán y el Tora judío (no olvidemos que el estaba como judío en esas tierras y tenia que comportarse como tal). El interés por aprender y el compromiso con sus tareas, le despertó la simpatía de Avicena, quien lo invitó a su hogar. Ahí el maestro le confesó que él también tenía el don de predecir la muerte de un paciente, el mismo que también poseía un grupo reducido de colegas.
Su aprendizaje diario consistía en curar muñones pos-amputaciones a los ladrones o coser lenguas a los que se las cortaban por mofarse del Corán. Le enseñaron a valorar la orina y sus características (olores, colores, sabores, densidades, etc.,), ya que esta venia del cuerpo y de ahí su importancia. La anatomía solo la conocían a través de las disecciones de los cerdos, los cuales eran considerados semejantes a los humanos, pues la religión prohibía abrir el cuerpo de las personas, bajo severas sanciones, incluso hasta la muerte.
En un momento estalló un brote de peste en una ciudad cercana. En esa época se desconocía como manejar este tipo de problema, salvo el lavarse con vino o con vinagre, limpiarse debajo de las uñas (“el diablo se esconde debajo de ellas”) y que antes de retornar, debía quedarse viviendo un mes fuera de la ciudad (cuarentena). Esta peste producía fiebres altas, dolor de cabeza, vómitos de sangre y unas tumoraciones (bubas) en las ingles, axilas o detrás de las orejas, y que el paciente se salvaba cuando se drenaban. Fue así que cuando Rob se contagió con la peste, llegó a salvarse cuando su bubón drenó en forma espontánea. Al final, regresó con dos compañeros y con el pensamiento que “un buen medico solo es un instrumento de Dios”.
Rob siguió aprendiendo el manejo de algunas medicinas como el opio (extracto de la amapola o adormidera), la que era base de todas las formulas analgésicas; a abatir las cataratas; a extirpar almorranas (hemorroides) y a aligerar las venas varicosas. Aprendió lo valioso de la interpretación del pulso, la limpieza de las heridas con el vino. Decide disecar cadáveres a escondidas con el fin de descubrir la causa de las muertes por dolor agudo de abdomen, llegando a la conclusión que se debía a la inflamación de una pequeña extensión del intestino grueso que aún no había sido descrito (se refería al apéndice), ya que el cerdo no lo tenía. Después de un examen, logró titularse como Hakim (médico). Debido a un conflicto bélico debió huir de la ciudad con su esposa Mary y sus dos hijos.
Después de un largo viaje trataron de instalarse en Londres, ciudad peligrosa, insegura y con poca salubridad, por lo cual decidieron que ella vaya primero con sus hijos a Escocia, las tierras de su fallecido padre. Sin embargo, a los pocos meses debió huir de Londres por una serie de acusaciones invalidas y por la envidia de sus colegas. Después de una accidentada travesía llegó a Escocia para reencontrarse con su familia e iniciar su práctica médica en los pueblos rurales del norte con la ayuda de su hijo mayor, quien también tenia el don de su padre, y manteniendo siempre la sensibilidad del sanador por el dolor del prójimo.