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El Hogar por Stephanie Guaño

por Stephanie Guaño.

Mamá, volvió la niña que huyó de tus enaguas, que escupió en el barro de tu entraña,

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y que abrasó el no de tu boca hasta arrancarte la voluntad para hacer la suya, pero no fue capaz de romper el cordón que nos junta ombligo con ombligo.

Por eso he venido, a decirte que no seré nadie si sigo bebiendo de tu sangre, herencia servil que te dejó tu madre, y que yo desprecio y anhelo.

Porque estoy rota y no he podido hacerme una vida.

Estoy rota y quiero devorar tu carne.

Estoy rota y quiero quemar todas mis fotos.

Porque en ellas te veo callando mi llanto, callando mi risa, callando mi rabia

¿Lloras, mamá?

La mandíbula de tu útero cenizo quiere tragarme antes de nacer.

Porque me ves deforme, porque no quieres parir miedo.

Y yo no quiero vivir a riesgo de perder mi gesto desafiante.

Así que nos tragaremos la una a la otra.

Hasta que no quede un sólo bocado.

De tu cuerpo que es el mío.

Esta es nuestra comunión, mamá

Bebamos y comamos juntas de mi cuerpo que es el tuyo.

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