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En esta noche sangra un poema por John Guayllas

por John Guayllas.

Refugio de fuego

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Caigo lentamente en la trampa que hay en sus ojos. Y mi aire poco a poco se extingue con todo el mar de melancolía.

Caigo lentamente en la trama de su sonrisa. Y poco a poco mis pulmones tiemblan, con esperanza de respirar su piel.

Caigo lentamente por debajo de su ombligo. Y mis huesos se vuelven vulnerables, débiles y transparentes.

Quién diría que caer en el regazo de su sangre haría que el silencio de la soledad se hiciese llama.

Corrientes

Incluso cuando la noche no tiene nada que ofrecer y mi pluma se recuesta cansada.

Incluso cuando los cigarros y el ron no quieren sangrar en mi garganta.

Incluso cuando me pongo coqueta con la soga. Incluso cuando la noche simplemente es noche, y el día es un día aburrido.

Incluso así; sin dientes para morder un poco de vida. Pienso en lo que dejamos y en lo que seremos.

Despedida

Tengo en las manos tus poemas.

Unos poemas tristes llenos de tachones y faltas de ortografía.

Hoy no escribiré esos trozos de nostalgia a reglón seguido porque mis manos están cansadas de sostener tu pasado.

Solamente me sentaré en un sofá viejo a esperar como tus caricias se despiden por esa puerta.

En esta noche tengo en mis manos tu pasado, y lo releo tanto que empieza a doler poco.

Nunca fue el tiempo ni el destino Tengo ganas de ti. Ganas de una vida más plena y agradable.

Tengo ganas de perder una batalla en tu sonrisa y tristeza.

Lo que yo quiero de ti son esas mañanas de orgasmo y que los muelles de la cama recen por no romperse.

Quiero saber lo que piensas; ya sabes, de la rutina de cada día. Puede ser del perro, de mí, de ti o de un día cualquiera.

Tengo ganas de que nuestras palabras callen y empiecen a sentir. Dejen de describir la apariencia y puedan ver más allá.

Quiero un nosotros hasta que todo comience a doler y la memoria sólo tenga tu esencia.

Tengo ganas de ti, pero sé claramente que no existes.

Más allá

Siento una gran soledad, aquí en mi pecho. Lo que me rodeaba ha dejado de existir.

Rosas de tristeza caen sobre mi cuerpo y la piel se retuerce intentando salir.

Esta paz tan grande que me envuelve. Con que a esta calma se le llama soledad.

Los cuerpos son fugaces

Incluso la tormenta más perfecta como tú, se disipa. Incluso a todos esos besos de contrabando les llega una fecha de caducidad.

El amor por más a fuego lento que vaya, termina consumiéndose.

Sabemos perfectamente que no se puede volver a dar el mismo beso por segunda vez, y el problema claramente está en seguir mirando el pasado con ojos de hoy.

Silenciosamente

Si entras en mi vida hazlo silenciosamente.

Quiero saber que ya estás ahí, cuando te necesite.

Y no salir a buscarte para que tus ojos sientan compasión al verme.

No quiero eso.

Si vas a salir de mi vida hazlo silenciosamente.

Sólo vete como si nunca hubieras interrumpido esta miserable vida.

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