Revista Pedalea #3

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RevistaR Pedal ea Año 1/ N°3 /Agosto 2014

ALFR ED O L EW IN: E L ROMANTICIS M O DE L BICICLETISTA 6

TOMÁS OLIV ERA: ​ ​​VALPA RAÍSO Y S U PRIMERA C L ETA​

G EP E P REPA RA L A C EL EBRACIÓN D E SUS 1 0 AÑO S D E MÚSICA

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Publicación mensual www.revistapedalea.com

foto: víctor Rojas

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RevistaR Pedal ea

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E DITORIAL

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ACTU ALIDAD

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MI P RIMERA CLETA

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V IVENCIAL

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PORTAF O LIO

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E L TALLER

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EMP RENDECLETA

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ON THE RO CKS

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U RB ANO

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V ITRINA

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MÚSICA

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LIB ROS

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R E V I S TA P E D A L E A ES U N A P U B LI C A C I Ó N I N D E P E N D TO D O S LO S D E R EC H O S R ES E R VA D O S . L A S I M Á G E N

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RevistaR Pedal ea

R E V I S TA P E D A L E A es una revista digital sobre ciclismo urbano de edición mensual, fomentamos el uso de la bicicleta como medio de transporte moderno, limpio y saludable. Además de publicar artículos sobre actualidad, tendencias y música entre otros. W W W . R E V I S TA P E D A L E A . C O M contacto revistapedalea.com Síguenos en EQ U I P O D I R ECTO R A : Myriam Salazar T E X TO S : Berta Zuñiga, Elisa Cárdenas O., Alejandra Fuentes, Cindy Jones, Mauricio Campbell y Andrea Zuñiga. C O L A B O R A C I Ó N ES P EC I A L de alfredo lewin en editorial. FOT Ó G R A FO S : Víctor Rojas, Daniel Rojas y Myriam Salazar. C O L A B O R A C I Ó N ES P EC I A L de Francisco Alcayaga Motta. DISEÑO Y DIAGR A M ACIÓN: Pamela Cáceres Murillo.

D I E N T E , E D I TA D A P O R L A M Á Q U I N A E D I TO R ES . R E V I S TA P E D A L E A N O S E R ES P O N S A B I LI Z A P O R L A S O P I N I O N ES D E S U S C O L A B O R A D O R ES . N ES P U B LI C A D A S E N ES T E S I T I O N O P U E D E N S E R R E P R O D U C I D A S P O R N I N G Ú N M E D I O S I N A U TO R I Z A C I Ó N .

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El romanticismo

editorial

M

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e gusta pensar en mi amiga Valeria Luiselli, reputada escritora mexicana, recordando calles y banquetas en las plazas, escritores muertos, libros; imagino su escritura moviéndose como si fuera en bicicleta. Cuando yo vivía en Nueva York o Miami me movía en bici a todos lados. Lo he hecho en Santiago por más de 10 años y no me olvido que en el 2002 aún escuchaba ella exclamación burlona esa de “Cómprate un auto perico”. Nunca les preste atención, 12 años después, 40 mil kilómetros aproximadamente recorridos mientras tanto, aún persisto montado en mi bicicleta. Y lo hago por muchas razones que paso por aquí a contar en Pedalea. Pienso mucho mientras voy pedaleando, sobretodo si no voy con música en mis oídos, ambas modalidades (con y sin audífonos en mis oídos) son igualmente placenteras. Cuando tengo ideas que quiero no olvidar (pensando en una charla o en un artículo que tenga que escribir) rápidamente sobre la marcha, sin dejar de pedalear, saco mis smart-phone y apreto REC. Es gracioso luego el escuchar mi voz en un entorno sonoro callejero y algo en mi ritmo respiratorio que delata mi pedaleo. Y si bien he preparado (o concebido) charlas sobre una bicicleta, hay gente que ha escrito libros o ensayos al ritmo de su pedaleo. Pienso en los Diarios de Bicicleta del ex Talking Heads, David Byrne pero como este es más conocido entre los ciclistas (fanáticos del turismo cicletero) me gusta referirme más a uno de los ensayos más desconocidos incluidos en el libro “Papeles Falsos” de Valeria Luiselli. De los recorridos de Valeria sobre dos ruedas nació el ensayo “La velocidad á velo”, donde habla del efecto liberador que el “bicicletismo”—ese ejercido únicamente con el fin de pasear— tiene sobre el pensamiento. En su caso, viviendo en la congestionada ciudad de DF mexicano, mientras cruzaba la Plaza Río de Janeiro y luego las calles de Querétaro, Jalapa y Tabasco, las palabras de Julio Torri sobre el ciclismo urbano le retumbaban en la cabeza. Ellas, sumadas al siseo de la cadena de su bicicleta, le dictaron el ritmo del ensayo. Era la segunda vez que escuchaba algo así, en tanto a ritmo y velocidad: pedaleo y escritura. La primera vez fue en tanto a

la relación entre las marchas y velocidades de una motocicleta y la rítmica dinámica de un track de batería de Neil Peart -acérrimo motociclista- en la canción A Little Victory de Rush. En palabras de la propia Valeria: “Hay quienes aman el pasear, tan solo por el hecho de caminar con actitud contemplativa y de ellos muchos han enaltecido el acto de “pasear” al punto de convertirlo en una actividad con tintes literarios: se ha concebido la caminata como poética del pensamiento, preámbulo a la escritura, espacio de consulta con las musas” Pero lo cierto es que ahora, hay ciudades poco caminables y que derrochan muy poca literarura. Santiago sería una de esas en que el peatón no puede salir a la calle con el mismo buen ánimo que declaraba Walt Whitman por ejemplo. El peatón santiaguino o el de Praga en Republica Checa (inspirado aquí por un escrito de Milan Kundera) ha de marchar al ritmo de la ciudad y de los demás transeúntes, sin importarle mucho su entorno. De nuevo Valeria Luiselli lo expresa en “La Velocidad a Velo” como que el hecho de cualquier cambio de ritmo convierte al peatón en un blanco de sospechas: “El que camina demasiado lento podría estar tramando algo -y si lo hace demasiado rápido también- o podría ser un turista, o estar perdido. El que corre sin uniforme deportivo podría estar huyendo o bien, tener alguna urgencia escandalosa y digna de atención. Salvo aquellos que aún sacan a pasear a sus perros, los niños que regresan de la escuela, los muy viejos y los vendedores ambulantes, nadie en esta ciudad tiene derecho a una velocidad de paseo”. El peatón siente el peso especifico de la ciudad y su ritmo ensimismado no le permite ver nada mas que lo que tiene inmediatamente frente a él. Tal como pueda suceder en Santiago, NY o el DF de Luiselli “los que usan el transporte público están restringidos a su precario radio de intimidad y a pocos metros más de horizonte visual. Tampoco se salva el automovilista, que se transporta envasado al vacío, y no escucha ni huele ni mira ni está realmente en la ciudad: el alma se le va en cada semáforo en rojo, su mirada es esclava de los anuncios y las leyes misteriosas y anárquicas del tráfico imponen la


del B I C I C L E T I S TA “

pauta a sus facultades imaginativas.” Al que se moviliza en auto no le cabe mucho espacio ni para pensar, excepto el rogar que no se produzca otro embotellamiento del trafico. Si pueden pensar en algo seria en que existe otra forma se movilizarse. Esa es la bicicleta, pero es difícil empezar, no obstante fácil persistir en ella. Luiselli le llama bicicletista a quienes logran esa velocidad “arrulladora y despreocupada del paseo, que libera el pensamiento y lo deja andar a gusto”. Deslizándose sobre dos ruedas encuentra el paseante la distancia justa para observar Santiago -o cualquier otra ciudady ser a la vez cómplice y testigo de ella. Algunos ocupan aquel término “conejear” para ir improvisando recorridos y siendo espectador de paisajes urbanos nunca antes vistos. Eso es valiosisimo. Como sugiere Valeria Luiselli es su libro Papeles Falsos “la bicicleta está a medio camino entre el automóvil o motocicleta y el zapato” y es esa liviandad (nuevamente Kundera) la que permite al bicicletista rebasar a los peatones y sus miradas imprecisas y ser rebasado por las miradas de lis automovilistas. Solo con esta lúcida reflexión caemos en cuenta que el ciclista es dueño de una libertad extraordinaria: es invisible de cierta manera. Y eso trae muchas ventajas. El híbrido bicicletero evade toda vigilancia. Segun “La Velocidad a Velo” es porque difícilmente los peatones van a prestarle atención a los ciclistas. “Y más que cualquier perro que por ahí te quiera morder los talones los peligrosos son los animales que conducen automóviles. Aun así, el ciclista es suficientemente invisible como para lograr lo que el peatón no puede: pasear en soledad y abandonarse al dulce transcurrir de sus meditaciones.” Y sigue Luiselli: “Cada bicicleta se ajusta, además, a las necesidades de su dueño. Existen bicicletas para todos los temperamentos: las hay melancólicas, emprendedoras, ejecutivas, salvajes, nostálgicas, prácticas, ágiles, y parsimoniosas.” Aunque la gente acostumbra decir bici de paseo o bici mountain bike, yo creo que lo de la bici va mucho más allá de esas denominaciones: las bicicletas se asemejan a quien las conduce. Puedo decir con seguridad que sobre ellas, el que conduce se siente proyectado El libro Papeles Falsos refiere a Julio Tor-

ri, autoproclamado admirador del ciclismo urbano y también citado en el ensayo: ni el avión ni el automóvil guardan proporción con el hombre, pues su velocidad es mayor a la que éste necesita. No sucede lo mismo con la bicicleta. El que maneja una elige la rapidez que mejor se adecue al ritmo de su cuerpo, y eso no depende más que del ritmo posible de quien conduce. Y en tanto a la creatividad y la inspiración, la bicicleta no sólo es noble con el ritmo del cuerpo: también es generosa con el pensamiento. La escritora mexicana se atreve a ensayar: “Si uno es propenso a divagar, es perfecta la compañía sinuosa del manubrio; cuando las ideas tienden a deslizarse en línea recta, las dos ruedas de la bicicleta pueden custodiarlas; si un pensamiento aflige al ciclista y traba el natural discurrir de su razón, basta con buscar una pendiente bien inclinada y dejar que la gravedad y el viento hagan su alquimia redentora”. La velocidad de la bicicleta te permite ver de una forma muy particular tal vez por la adecuada distancia que te separa del piso que las cosas se perciben como a través de una cámara de cine: “Tiene la posibilidad de demorarse en los detalles y la libertad de pasar por alto lo innecesario.” Cual director de la película de tu propia vida allá afuera. La bicicleta para muchos es algo mas que el paseo del finde, asi como existen deportistas los hay quienes como yo han descartado la moto. “Pero también es verdad que andar en bicicleta es de las pocas actividades callejeras que aún se pueden concebir como un fin en sí mismo”: Valeria Luiselli fue la que tuvo la ocurrencia de llamar “bicicletista” al que se distingue de los demás por concebirlo así. El que ha encontrado en el ciclismo una ocupación desinteresada de resultados últimos, sabe que es dueño de una rara libertad sólo equiparable con la de la imaginación. Estoy convencido que en Santiago, y en cualquier otra ciudad para cualquier efecto- sólo alguien “andando” en bicicleta puede ser poseído por un ánimo romantico-extravagante al pedalear. Gracias Valeria por la inspiración

Alfredo Lewin

conductor de radio y television

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S I E T E C O S A S que d

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para andar seguro Por Berta Zuñiga

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uan Segura vivió muchos años y eso mismo lo podemos aplicar al pedaleo. “Una de las premisas fundamentales es ser visible y predecible. El ser visible no es solo usar casco, luces y los implementos que te exigen por ley, sino tener

una actitud en la calle”, cuenta Viviana Albornoz coordinadora de Macleta. “Lo primero es bajarse de la vereda, porque si no te bajas de ahí no vas a agarrar la seguridad necesaria para andar en la calle”, agrega Manuel Ocares Rodríguez de Ruta Cleta. Por eso, para andar sin novedades por la calzada, Albornoz y Ocares entregan algunos consejos para tener una larga vida arriba de las dos ruedas.

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Manuel Ocares Rodríguez a cargo de Ruta Cleta.

fotos: Víctor Rojas

La seguridad va más allá de usar las luces y los implementos que indica la ley. Aquí van algunos consejos para andar más tranquilos por las calles


debes tomar en cuenta en L A C L E TA Chao cuneta

Lo primero en que concuerdan los especialistas es que jamás hay que pedalear pegado a la cuneta. “Supuestamente es un 1,50 metros de distancia, pero nosotros decimos que tiene ser más que ese espacio e incluso hasta tomar el carril completo, porque si vas muy pegado a la vereda, cuando te adelante un auto lo va a hacer muy pegado a ti en vez de hacerlo con más espacio”, explica el hombre de Ruta Cleta. “En la ley no dice en ninguna parte que tengamos que ir pegados a la cuneta y muchos ciclistas andan así y te encuentras con la rejilla del alcantarillado, ramas, vidrios y un montón de situaciones que pueden hacer que te caigas. Hay que entender que los ciclistas tienen el derecho de usar la pista completa según dice la ley de tránsito”, agrega Albornoz.

Ser visible y comunicativo

Ser visto en las calles es uno de los conceptos básicos al momento de pedalear. Además de llevar luces blancas adelante y rojas atrás, siempre ayuda el uso de reflectantes. “Se deben colocar en los puntos críticos. Mucha gente los pone a los costados y no en

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la zona trasera, por donde ocurren la mayoría de los accidentes”, complementa Ocares. Una buena opción es el tubo del sillín o en el borde de la parrilla. “Ser predecible también implica señalizar todos tus movimientos”, complementa Albornoz. Para eso hay que aprovechar que la bicicleta te permite ser comunicativo. “Si puedes mirar al automovilista, hacerle señas, señalizar te aseguro que vas a evitar que el auto te pase encima”, concluye.

Abriendo el punto ciego

Al detenerse en un semáforo hay que tratar de ponerse al medio de la parte delantera o trasera de un vehículo, cuenta la coordinadora de Macleta. “Eso evita que el auto parta disparado y me sobrepase encima en el caso que esté pegada a la cuneta y doble a la derecha”, cuenta. Un dato para evitar el punto ciego es “ponerse en diagonal a un vehículo y verle la cara al conductor a través del espejo retrovisor. Si le ves la cara lo más probable es que él también te pueda ver”, agrega Albornoz.

Ninjas y salmones

Para el creador de Ruta Cleta, hay dos categorías de ciclistas que representan un peligro tanto para

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RUTA CLE TA Es un proyecto que partió el 2012 que entre otras cosas crea rutas personalizadas para ciclistas que deseen moverse de forma segura y eficiente por la ciudad. El servicio es gratis y los interesados se pueden contactar en la página de Facebook Ruta Cleta y en Twitter @RutaCleta.

ellos como para los demás: el ciclista ninja y el ciclista salmón. “El primero es el que anda oscuro completamente y después anda alegando que lo chocaron y el problema es que ni los automovilistas ni los ciclistas lo ven”, cuenta Ocares. En tanto la especie salmón “son los que van contra el tránsito, no solo en las calles sino que en las ciclovías. Y en esta categoría no hay diferencia de género, son súper porfiados y agresivos”, agrega. No sea un representante de estas especies.

Atento con el casco

En cuanto al casco, aunque suene raro en Ruta Cleta, comentan que hay que saber usarlo. “Lamentablemente son más las mujeres que lo usan de forma incorrecta. Que se quieren sacar la chasquilla por un lado, que la cola de caballo, entonces lo ocupan levantado por la frente. Hasta me ha tocado ver a chiquillas con al casco al revés”. Además siempre tienen que

estar atentos a que este implemento tenga la certificación que corresponde.

Busque su talla

Si caminar con zapatos una talla más grande es complicado, con una bicicleta pasa lo mismo. El tamaño y el tipo de bici influyen en la seguridad del que va arriba de esta. “Hay que pro-


MACLET A El 2006 nació está agrupación voluntaria de mujeres que buscan incentivar el número de mujeres arriba de una bicicleta. Además de sus talleres de pedaleo y mecánica se dedican a la nivelar el fomento del uso de bicicletas. Más información en www. macleta.cl

bar diferentes modelos, si tu tienes los brazos más largos quizás no te sirve la bicicleta que tiene una amiga de tu mismo porte. Para eso uno puede buscar la forma de medir la talla de la bicicleta y de ahí elegir una. O por ejemplo si vivo en una zona empinada, quizás no conviene tener una bicicleta de paseo sin cambios, menos si la persona no

hace actividad física, no tiene fuerza en las piernas o tienen alguna lesión en el cuerpo”, comenta Albornoz.

En las ciclovías

Tanto Viviana como Manuel concuerdan que es difícil tener un buen pedaleo en las ciclovías, cuando estas tienen problemas de diseño y mantención. Sin

embargo, si ya es usuario de ellas hay algunas cosas que no está demás tener en cuenta. “Si una ciclovía es de dos pistas en una sola dirección, tenemos que pedalear por el lado derecho y cuando vayas a adelantar tienes que avisar de alguna forma”, comenta Manuel.

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mi primera cle ta

TO M Á S O LI V E R A : estrenó Fotos y texto: Myriam Salazar

gentileza Tomás Olivera

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l cocinero recuerda con especial cariño su infancia, con una amplia familia y que reconoce muy afortunada para la época, plenos años 80 en Valparaíso. Comenzaba la década de los 80 y el pequeño Tomás pasaba las fiestas de fin de año en la casa de su abuela materna Pita, de quien recuerda deliciosos platillos entre los que destaca el colegial, una maravillosa sopa de pan y la historia que aún causa gracia en la familia sobre un pollo arvejado sin arvejas que para una navidad sirvió su querida abuela. La primera bici me la regalaron para una navidad, debo haber tenido 5 o 6 años, fue muy divertido e inolvidable porque era algo que quería mucho, hay que considerar que mi familia materna es muy grande, mi abuela tuvo 16 hijos, fui el primer nieto y super regalón. En mi familia siempre el regalo más importante se dejaba para el ultimo, recuerdo que ese año me regalaron zapatos de futbol, un equipo de Colo Colo , muchos regalos y al final tocaron el timbre y en el pasillo de la casa el viejo pascuero dejó la Caloi roja con blanco. Siempre fui pelotero de cabro chico, nunca dejaba la pelota por nada, la parte chistosa de la historia es que estrené mi primera bicicleta vestido con mi equipo de futbol y mis zapatos con toperoles arriba de la bicicleta, cual Kiko mostrando todos los regalos jajaja. A la mayoría de mis amigos del barrio les habían regalado una bici y se nos ocurrió hacer una carrera, pleno 25 de diciembre, nos sacamos la cresta, quedó la escoba porque más de la mitad quedamos lastimados. Siempre fui bien callejero, salía a aventurar, era bien patiperro, para todos lados en la bici, sin temor a nada, subía y bajaba los cerros de Valparaíso rajado, aunque las subidas de vuelta las hacia caminando al lado de la bici. La locura por la bici me duró como dos semanas, la usé mucho, la tuve como dos años. Luego volvió el amor por la pelota.

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El destacado chef nacional Tomás Olivera, nos cuenta aventuras de su niñez en los cerros de Valparaíso junto a su primera bicicleta.


su bici vestido de futbolista

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vivencial

“Mi bicicleta no Por Dinoh González

T

engo una bicicleta que no me quiere. Me rechaza. A fines del 2012 mi polola me regaló una bicicleta y yo una a ella. Fue un regalo pactado meses antes. Hacía algún tiempo yo había ido al cardiólogo por un dolor en el corazón que termino diagnosticado como hipocondría in extremis, pero antes de irme de la consulta el doctor me miró a los ojos y me dijo lo mismo que mi madre: no tienes nada, pero debes ir al nutriólogo. En ese tiempo pesaba 130 kilos. Tenía la cara inflamada como un culo y la guata llena de estrías blancas y deformes: un mapa grasográfico de la ansiedad. Por eso acordamos con mi polola regalarnos una bici para la Navidad y yo fui al nutriólogo y descubrí que casi era diabético y que los triglicéridos habían convertido mis venas en prietas. Comencé a comer lechuga, biosal, reineta, galletas de agua y todo eso. La pasé mal pero vi resultados. Entonces con la bicicleta, me

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dije mientras rajaba el papel de regalo, me volvería un Mario López. Un Slater. Seis veces me subí a la bici en dos años. Pero no porque yo no quisiera. Insisto: la bici no me quiere. Me rechaza. La primera vez que me subí, todo bien. Llegué al trabajo, anduve siete minutos -lo que duraba el trayecto- y me cansé a morir. De vuelta fue la zorra porque era en bajada. Me entusiasmé y al otro día fui a San Diego y me compré un asiento de gel para culos tipo buey como el mío. Lo instalé y era como ir sentado en un sillón. El único problema era pedalear. Debo reconocer que siempre anduve por la vereda para evitarme problemas con los automovilistas. Fui un pésimo ciclista. No me importan los ciclistas furiosos y aunque no sé en qué cosa andan, los apoyo. En fin. Mi bicicleta no me amó: la tercera vez que me subí se le salió el pedal. Fui donde un viejo a arreglarla y me dijo que las bicicletas venían sueltas de fábrica y que siempre había que apretarlas cuando uno las compraba. Qué sabe uno de eso. En la cuarta pedaleada comenzó a sonar un tracata

tracata tracata y no me subí más. La dejé estacionada en el living de mi casa y cada vez que venía un amigo en bici a la casa -con esas bicis flacas de moda- me preguntaban por qué no la usaba. No sabía, les respondía. De pajero, obvio. Pero también porque la maldita no me quería encima de ella. Ya pesaba 105 kilos y la

El relato de u frustrado, la e de (intento d (definitivame con la bicicle regaló su


o me Q U I E R E ” quinta vez que me subí fue cuando mi polola la llevó a arreglar. Según ella el tipo del taller hipster de Esmeralda la dejó buena. Incluso el tipo se subió y anduvo y no tuvo ningún problema. Bien, le dije, y me subí. Al tercer pedaleo sonó el tracata tracata tracata. Una mierda. La volví a estacionar.

fotos: Myriam Salazar

un ciclista experiencia de) amor y ente) odio eta que le polola.

Bajé de peso sólo comiendo como un monje. Todos los primeros martes de cada mes la manada de ciclistas que reclaman no sé qué cosa pasaban por la calle de mi edificio. Yo los miraba por la ventana y los veía: atléticos, hermosos. De seguro si cualquiera de ellos montaba mi bici la muy desgraciada andaba sola. En un año y medio se cubrió de polvo. Yo la miraba. Comía pastito y la miraba. Mi polola se frustaba porque era su regalo y según ella yo nunca le di importancia y eso me dolía así que le dije: ¿Y si salimos a pasear en bici? Fue un domingo. Para ella la bici estaba arreglada de esa vez en el taller hipster y no entendía por qué yo no la usaba. Confié en eso. Me subí y partimos y era uno de esos días de la recreociclovía o algo así. La calle estaba llena de bicis y gente gorda sobre sus bicis. ¿Qué tenían ellos que yo no? Su amor era correspondido, nada más. Por eso amo a mi polola: ella me ama y yo la amo y ella se monta y yo la monto y nunca hace tracata tracata tracata. ¿O quizás es

sólo porque apenas puede respirar? Después de dos vueltas sonó el tracata tracata tracata y se salió la cadena. Por la cresta. Fui a un taller improvisado de la recreocicloviguatonesenbici y el loco no supo qué era. ¿Saben por qué? ¡Porque cuando se subía y pedaleaba el tracata tracata tracata desaparecía! Me devolví caminando. Mi polola en bici. Cuando nos cambiamos de departamento tuve que dejar la bici en la casa de mis suegros. No cabía en el living nuevo y para tener una odiosa estacionada juntando polvo en la casa me basta con la mancuerna que tengo en el closet. En fin. A veces pienso en la bici. Lo último que supe de ella fue que se le oxidaron algunas partes y por alguna razón eso me puso contento. Yo subí 10 kilos. Tengo los triglicéridos en 318 -dos veces por sobre el máximo normal- y el colesterol alto. También tengo gota, creo, pero ya comencé a comer lechuga. Cuando las rodillas me hagan tracata tracata tracata, les pido el dato del taller.

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portafoli o

Element de Prop Hum

Esta serie fotogrรกfica realizada en la ciudad de Iquique por el art que reflejan y ponen en la mirada del observador la diversidad de

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to Com煤n pulsi贸n a na

tista visual Francisco Alcayaga Motta, consta de 175 retratos, los el uso de la bicicleta. http://franciscoalcayagamotta.tumblr.com/

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el talle r

U N A V E LO C I D A D : bicicletas personalizadas, cicloturismo y bikepaking Por Andrea Zuñiga

“S 18 revista pedalea

oy un ñoño de la bicicleta”, así Mauricio Viñals se define. Este fotógrafo es uno de los socios de Una Velocidad, un taller y tienda de bicis ubicado en una casona en pleno barrio Esmeralda. Ahí está desde 2010, pero 6 años antes había partido dando datos de ciclismo urbano en Internet y mucho antes, cuando era un niño, empezó a moverse para todos lados en dos ruedas. “Apenas pude


una t i en da de bicic l et as sin t all er, es c omo u n p erro sin c ola” irme solo en bicicleta al colegio lo hice. Luego cuando estudié fotografía iba por lo menos tres veces a la semana. Y después cuando trabajaba en un diario, me movía y hasta incluso iba a sacar fotos en bici”, recuerda. Como dice uno de los lemas de Una Velocidad, “una tienda de bicicletas sin taller, es como un perro sin cola”, Mauricio cuenta que el gran fuerte de Una velocidad es precisamente eso: prestar servicios de asesoría y arreglos mecánicos. “Son pocos los talleres especializados que existen. Como somos todos ciclistas los que trabajamos acá, invertimos en el taller, nos preocupamos de tener herramientas específicas y ofrecemos

Una Velocidad www.unavelocidad.com Esmeralda 755 fono: 27005516

soluciones para bicicletas urbanas, mountain bike y de ruta”, detalla. Además, en la tienda se ofrece la posibilidad de armar bicicletas a la pinta del cliente. Hay de todos los tipos como la Urbana 1X, para uso urbano y pequeñas rutas; Una Velocidad, ideales para distancias moderadas dentro de la ciudad; y la Femenina, que entre sus características está su comodidad y es mecánicamente simple y liviana. Otra novedad de Una Velocidad son las asesorías para cicloturismo y bikepaking, una modalidad de viaje en bicicleta con la premisa de viajar con el equipaje y la carga más ligera. “Esto parte bajo la idea de que si te gusta andar todo el año en bicicleta, ¿por qué no te vas de vacaciones en bicicleta entonces? En verano sobre todo estamos enfocados en ofrecer soluciones y asesoramos a la gente

fotos: Victor Rojas

Mauricio Viñals

que, por ejemplo, se quiere ir a recorrer la Carretera Austral. ¿Cómo planificar el viaje? ¿Qué implementos necesito? ¿Sirve mi bicicleta? Los ayudamos con todo eso”, explica el dueño del bazar cletero. En esta misma línea, Mauricio anuncia con orgullo su próximo objetivo: “Nuestro proyecto para este verano es abrir una tienda en la Patagonia”.

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emprendecle ta

C A F É T R I C I C LO , la

móvil que recorre Por Berta Zuñiga burrido de su trabajo como ingeniero civil industrial encerrado en una oficina, Sebastián Álvarez decidió comenzar un proyecto nuevo. “La idea surgió buscando algo para hacer. Mis pasiones siempre han sido el café y la bicicleta. Entonces una amiga me dio una idea y me dijo ¿por qué no unes las dos cosas? y me mostró unas fotos de unos triciclos en Europa. Así que decidí traerme un triciclo de Holanda, una cargo bike Memphis, y llegó en barco. Lo mandé hacer con mesa, toldo y cambios”, detalla. Así comenzó a operar en diciembre Café Triciclo, una cafetería móvil que se mueve en eventos y ferias, como el

FOTOS DANIEL ROJAS

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cafetería e Santiago

Mercado Orgánico de Plaza Perú, en Las Condes, donde se instala todos los miércoles de 9 a 15 horas. Sebastián quiso además darle un sello a sus productos y diferenciarse. “Busqué el formato del café y llegué al drip coffee, que es un café por goteo”, suma el emprendedor. “El café en grano llega verde a Chile y se tuesta acá, por Matías Lama, entonces siempre es un producto fresco. El resultado se asemeja a un té, es menos intenso, pero tiene más sabor y aroma”, explica el emprendedor que pedalea y mueve el vehículo que pesa más de 200 kilos. DATOS www.cafetriciclo.cl 9 543 0623 Todos los miércoles en Mercado Orgánico en Plaza Perú (Las Condes) y en eventos y ferias. www.facebook.com/ Cafetriciclo Twitter: @CafeTriciclo Instagram: @cafetriciclo

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on the ro c

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MONTENBIK E

Enduro en puchuncaví Por Daniel Rojas Un lugar realmente paradisiaco para el MTB, el día perfecto y las inscripciones copadas como de costumbre. La 4ta fecha del Campeonato Montenbaik Enduro estuvo durísima una vez más en los cerros de la canela de la comuna de Puchuncaví. Cuatro especiales intensas pusieron a prueba a los 400 corredores, de los que Nicolás Prudencio fue nuevamente el vencedor.

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on the ro

ck

C A M P EO N ATO

nacional DH 2014 Por Daniel Rojas En el Parque Mahuida nos encontramos con una pista de variadas condiciones, por una parte el terreno seco y empinado en la parte superior y más húmedo en la parte baja. Un sector de rocas muy complicado que cobró caídas a más de algún corredor. Campeona nacional categoría damas elite descenso fue Andrea Farias y el triunfo masculino para Pedro Ferreira, campeón nacional de descenso (DHI).

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urbano

registro visual

Belén Henríquez Estudiante Bicicleta armada Casco Nutcase Chaquete Lippi Guantes Doite

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Matías Henríquez Estudiante Bicicleta Gama Pasamontaña Outdoor research Casco Nutcase


Fotos: Myriam salazar

l DE TENDENCIAS

Gabriel Rampondi Estudiante Bicicleta Wise Casco Nitro Ulock Kryptonite

Brian Araza Ge贸grafo Bicicleta armada Asiento Cinelli Carama帽ola Cannondale Luz Bell revista pedalea 25


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música

GEPE:

L a m ú s ica co mo un Por Elisa Cárdenas

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n diez años de trayectoria, Daniel Riveros GEPE, ha logrado instalarse como una de las figuras más solicitadas desde países con una intensa actividad musical, como Argentina y México. Sus cuatro álbumes y dos EP dan cuenta de un trabajo sostenido, acucioso y desprejuiciado, que va siempre incorporando nuevas formas y aproximaciones; que no le teme en absoluto al cambio y tiende, con el paso del tiempo, a ensalzar la espontaneidad como su principal ímpetu creativo. GEPE prepara en estos meses la edición de su próximo disco, donde la idea fuerza es simplemente ser real. También ajusta los detalles para celebrar su primera década en la música, con un gran concierto en octubre en el Teatro Caupolicán, compartiendo escenario con sus pares, toda una generación caracterizada por el trabajo

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Con 32 años y una década de dedicación profesional a la música, Daniel Riveros -más conocido como GEPE – prepara su quinto álbum para marzo próximo.

asociativo, y responsable de que la escena musical chilena esté considerada hoy en día como uno de los procesos más interesantes de Iberoamérica. En entrevista con PEDALEA, el músico destacó ese punto: “Estoy cerca de gente con mucho talento y que trabaja de manera muy propia. Javiera Mena, Pedropiedra, Alex Andwanter, Los Ases Falsos o Astro, entre muchos otros; se de sus mundos y veo lo dedicados y profesionales que son. Existe entre nosotros una competencia muy buena y proactiva”. Vivió su infancia y parte


n col l age d e imág e nes importante de su juventud en San Miguel, comuna que tiene a Los Prisioneros como su gran referente musical. Gepe era muy pequeño cuando González, Tapia y Narea comenzaban a sonar en radios y conciertos, en plena dictadura. Se acercó a ellos con la publicación de “Corazones” (1990), álbum que significó un vuelco total y que sorprendió a muchos fans, acostumbrados a la voz contestaría de Los Prisioneros. “El ‘Corazones’, junto al disco ‘Bachata Rosa’ de Juan Luis Guerra, el ‘Multitudes’ de Illapu y alguno de Locomía, eran la música obligada de nuestras reuniones o paseos familiares en esa época. San Miguel era -hasta ese entonces, al menosuna comuna pequeñita y en cierta medida, aislada, donde hay muchas plazas, colegios y todos se conocen. No sabría decir en qué punto coincidimos con Los Prisioneros, pero también Willy Sabor y las bandas Panzer y Tumulto son de allí y si, creo que hay un patio trasero que es bastante similar, de una clase media auténtica”.

De la vanguardia al folclor

Su primer acercamiento radical a la música fue cuando acompañó a su padre a comprar el cassette del Festival de Wood-

stock. Daniel tenía unos cinco años y quedó alucinado con la actuación de Santana interpretando “Soul Sacrifice”. Ese sonido le dio un sentido a su ya incipiente afición por la música. Luego compuso sus primeras canciones de adolescente y comenzó a experimentar con la percusión, para abrirse luego a otras incursiones instrumentales. Nunca ha estudiado música de manera formal, pero participó activamente en los coros de la Universidad Católica, donde siguió la carrera de Diseño. La vida y los proyectos lo han llevado a convertirse en el músico versátil que hoy conocemos: “He aprendido en el camino porque siempre he tenido grupos, y varios en forma simultánea: rockeros, acústicos, como acompañante, con un rol más creativo, etc. En 2000 conocí el trabajo de Javiera Mena, con quién siento que hemos crecido juntos en lo musical; tenemos casi la misma edad y, en un comienzo, fue gracias a su música que supe encauzar el mío. Yo venía del rock, pero no quería afincarme tanto ahí, lo que hacía Javiera me ayudó a tener mi proyecto más claro”. Con un estilo difícil de definir, Gepe se pasea por una suerte de pop, electrónica y post-folclore. Sus primeros álbumes “Gepinto” (2005), “Hungría” (2007) y

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“Audiovisión” (2010) mostraban cierta aproximación a la Nueva Canción Chilena, remitiendo a sonidos como el de Víctor Jara o Violeta Parra. A ellos llegó por un camino distinto al habitual: “Desde adolescente, comencé a escuchar mucha música de corte más bien experimental, sobretodo con Sonic Youth que me abrió a otros grupos, como My Bloody Valentine, Jesus & Mary Chains, entre otros. Y de algún modo encontré en Violeta Parra y Víctor Jara formas parecidas a ese tipo de música. Sonic Youth, con la guitarra afinada de una manera particular, lo mismo que la guitarra traspuesta chilena, el sonido disonante de Violeta, etc. Así llegué al folclor y se convirtió en una gran obsesión; en un primer momento con Víctor Jara y en un segundo momento -que aún persiste -con Violeta Parra y esa cosa entre infantil y más oscura, esa música sin género y ni siquiera particularmente latinoamericana. ‘Run Run se fue pal Norte´’, por ejemplo, puede ser un tema muy claro, pero en términos armónicos (y de simple escucha) hay una cosa que vive ahí más allá de lo que se advierte técnicamente. La de Violeta es una música muy sensible, muy artística, muy intensa, real”. Con el tiempo, Gepe ha integrado un aspecto más performático a sus videos y presentaciones en vivo. Bailarines, vestuarios y luces le otorgan un cierto halo mágico y carnavalesco. Su disco “GP” (2012) recoge aspectos de la sonoridad ritual altiplánica,

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libros

producto de la curiosidad y la observación, pero no de un afán academicista, según nos confiesa: “Me pasa que siempre fui relativamente bueno para leer, y cuando mis compañeros no leían los libros, yo se los contaba y al hacerlo, le añadía de mi imaginación. Siento que cuando uno relata algo a lo que la otra persona no ha tenido acceso, para el receptor se puede tornar más mágico. Lo mismo me pasa con los ritmos de carnaval, huayno o morenada; yo tenía una noción de la música nortina, pero supe más cuando la vi bailar en Plaza Italia, por ejemplo, fuera de su contexto, donde no es parte del paisaje, sino que resalta por sus propios elementos. No me voy al norte a investigar, hago justo lo contrario, recibo algo codificado, como un collage y eso sobresale. Y en mis shows se incorporan los bailarines como algo natural, quiero hacer más arreglos musicales, más cuerpo, más ritmo, y así nace la necesidad de bailar. Que alguien se encargue directamente de eso. Para mi los bailarines son como músicos y viceversa. Está todo sonando nomás”. Preparando su próxima participación en Rock al Parque, el mayor concierto al aire libre de Bogotá, Gepe sigue su rutina de composición como buen hijo de la era internet. Escucha música todo el día desde youtube ; actualmente fascinado con el grupo de hip hop experimental Death Grips, investiga en la red, inventa letras, toma su bicicleta y sube al cerro San Cristóbal, escuchando lo avanzado para ordenar las ideas. Luego mezcla, arma y crea en un software. “Ando bastante en bicicleta y veo que hoy la gente tiende a respetar más al ciclista. Pero en términos urbanos, aún no hay un plan definido en Santiago”.

T EJ I E N D O S U E Ñ O S Pat t i S m i t h Por Mauricio Campbell

“ Cuidado con desnudar el alma Cuidado con desnudarla del todo” Primero la confesión: Amo a Patti Smith. Amo su música, creo que “Horses” es uno de los mejores discos de rock que se hayan hecho jamás y que “Because de Night” es una canción maravillosa. Amo sus libros desde la poesía visceral y furiosa de “Babel” (que se me quedó atrapado donde una vez se quedó mi corazón y algún día espero recuperar) hasta el relato lleno de cariño, pasión y punk de “Éramos unos niños”. “Tejiendo sueños” tiene poco que ver con todo eso. No hay acá poesía maldita ni sudor ni ese taller sin baño en el que vivió durante su juventud y que la obligaba a caminar cuatro cuadras hasta un lugar donde unos amigos le prestaban el wáter cuando la naturaleza le gritaba. Lo que trae este libro, en cambio, son imágenes. Perfectamente se puede decir que “Tejiendo sueños” es un libro de fotografías que en lugar de aparecer como postales son descritas con tal nivel de detalles que uno perfectamente puede crearse esas visiones en la cabeza. Y hay muchas que se repiten como una vieja mochila de lino o los “recolectores de lana”. Los sueños de que habla Patti no son fantasías para el futuro; se trata de recuerdos de la infancia de la autora junto a sus hermanos. Y de la forma en que volaba su imaginación en esa época de vida en el campo junto a un galpón lleno de murciélagos y entre personajes reales que parecían de ficción: “Unos decían que estaba muerta. Otros que vendía entradas en un cine de películas clase B. De todos modos sabía cantar. Una voz como el humo”.

“ Tejien do sueños ” Pat t i Smith Lumen Edit ores 102 p áginas $ 7 .000

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