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06 | n º 63| agosto 2019
Ciclistas repartidores: Un conflicto a toda marcha. Editorial Por Juan Bustos Integrante de Lluviosos Ciclistas. Pantera Courier Los bicimensajeros que encontraron la fórmula para vivir de la bicicleta. Consuelo Goeppinger Periodista gastronómica: “En bicicleta llego mucho más rápido a cualquier lugar.
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Contenidos Publicación digital de fomento de la cultura ciclista de edición mensual. //Directora Myriam Salazar //Textos Patricio Cofré Catalina Le-Bert
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Movimiento Lluviosos Ciclistas
Ciclistas repartidores
Colaboración especial de Juan Bustos
//Fotografías Myriam Salazar Víctor Rojas
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//Portada Myriam Salazar //Portafolio Alpes Escuela de Imagen y Comunicación //Diseño Aribel González //Diagramación La Máquina Editores
Consuelo Goeppinger
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Josefina Ortúzar
//Ventas Victor Rojas vrojas@revistapedalea.com //Contacto contacto@revistapedalea.com
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Revista Pedalea es una publicación independiente, editada por La Máquina Editores Limitada. Revista Pedalea no se responsabiliza por las opiniones de sus colaboradores. Todos los derechos reservados. Las imágenes publicadas no pueden ser reproducidas por ningún medio sin autorización.
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Lluviosos Ciclistas: “Gotita a gotita vamos sumando, pronto seremos tormenta”. Por Juan Bustos, Integrante de Movimiento Lluviosos Ciclistas.
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Pedalear por puerto Montt es complicado, ya sea porque llueve la mayor parte del tiempo, porque para moverse entre terrazas las conexiones son pocas, con mucha gradiente y tráfico, o porque existe una cultura automovilística muy arraigada en la población, pero nos gusta andar en bici y somos super porfiados, así que no nos quedó de otra que organizarnos para transformar esta “realidad tan charcha”. Nos autoconvocamos un 19 de enero de 2019, a la primera masa crítica llegamos 3, a la siguiente 6, luego 20, gotita a gotita vamos sumando, pronto seremos tormenta. De estas actividades ha surgido un grupo de trabajo estable que se organiza de manera horizontal y autogestionada, que cree en la bicicleta como herramienta de transformación social, siendo esta un aporte a la movilidad sustentable y que como dijimos anteriormente, quiere cambiar esta realidad. Para quienes no conocen estos lares, es necesario contar que aquí se encuentra el sitio de Monteverde, uno de los asentamientos humanos más antiguos de América, eso quiere decir que hace miles de años que se mueve gente por acá, los Huilliches nombraron a este territorio como Melipulli, que significa cuatro colinas, luego durante la colonia se le conoció como los astilleros de Melipulli pues de acá se extraía el Alerce que se comercializaba en Calbuco o Ancud, una vez anexadas las provincias del sur al naciente estado chileno, el agente de colonización Vicente Pérez Rosales, rebautizaría el lugar con el nombre que se le conoce actualmente. Puerto Montt se levanta donde la depresión intermedia se hunde bajo el seno de Reloncaví, somos una ciudad costera que mira al sur y puerta de entrada a la Patagonia. Nuestras cuatro colinas se poblaron desde la más cercana al mar, o primera terraza que alberga el puerto y centro histórico, hasta la más alta, donde se ubican las poblaciones y centros industriales, conocida como cuarta terraza, posteriormente y en el contexto del boom salmonero se puebla el sector de Alerce, ubicado en el camino que conecta con Puerto Varas. Actualmente se discute el Plan de desarrollo comunal, en ese contexto y mediante un proceso participativo se decidió que se crecería mediante la consolidación de policentros, priorizando el transporte público masivo a escala ciudad, y de caminata y ciclovías al interior de cada sub centro, incorporando sistemas de transporte alternativo en el centro histórico, como ascensores para conectar terrazas peatonalmente y la consolidación del borde costero. Como Movimiento Lluviosos Ciclistas creemos que podemos aportar a la creación y ejecución de políticas de desarrollo sostenible de la ciudad, para ello pretendemos convertirnos en una organización validada por la comunidad como autoridad en temas relacionados con la movilidad desde la perspectiva de la bicicleta, sin dejar de lado también otros aspectos de la bici como herramienta de transformación social como lo son el deportivo y de autogestión entre otros. Para que pedalear por Puerto Montt ya no sea complicado y cualquiera pueda usar este artefacto de la felicidad.
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actualidad
Ciclistas repartidores: Un conflicto a toda marcha.
Irrumpieron de forma explosiva y en menos de dos años han pasado de la aceptación total, a recibir una serie de cuestionamientos y reclamos para que se eleven sus exigencias y regulaciones. Maniobras arriesgadas, pocas medidas de seguridad, largos recorridos en plena madrugada y precariedad laboral, a lo que se suma la escasa fiscalización de la normativa de tránsito de parte del Estado, han transformado a estos trabajadores en una silenciosa, pero creciente incomodidad para los actores del espacio público. Las agrupaciones de ciclistas, parlamentarios y expertos, encienden la alerta y hacen un llamado de atención.
Por Patricio Cofré A. Fotos Myriam Salazar
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Sábado. 1.30 horas. José Manuel espera por un par de sándwiches que debe llevar desde un carrito ubicado en Argomedo con Maimónides, en pleno centro de Santiago, hasta Providencia. El profesor de Educación Física de origen venezolano, llegó a Chile hace más de un año y medio, pero desde julio de 2018, trabaja como repartidor de Pedidos Ya. Mientras se prepara para comenzar el viaje, cuenta que diariamente recorre cerca de 40 kilómetros y trabaja entre 6 y 7 horas en la semana y sobre 10 horas los días de mayor flujo de solicitudes. Pese a que nunca ha sufrido un accidente, reconoce abiertamente: “si la calle tiene un sentido y me toca llevar el pedido para el otro lado, uno para ahorrarse el tiempo en el servicio y tener la opción de que te salga otro pedido rápidamente, te vas por la vereda o en contra. Uno trata de ganar tiempo y es más difícil respetar las leyes del tránsito”, confiesa con su casco en la mano. Miércoles. 16.45 horas. “Lo máximo que pagan por un pedido en el sector Oriente de Santiago son 2600 pesos”, cuenta José Vicente García sentado en unas bancas ubicadas en la esquina de Merced con Miraflores. Originario de Caracas, espera que salga algún traslado como socio conductor de la aplicación Uber Eats. Según sus cálculos, puede desplazarse entre 20 y 35 kilómetros, dependiendo del movimiento que presente la jornada. Antes, explica, trabajaba 12 horas, pero redujo ese tiempo a 7 horas luego de conseguir un trabajo de medio tiempo. Hace unos meses sufrió una violenta caída. “Un auto abrió la puerta en Apoquindo sin percatarse que venía y me golpeó en la cabeza y me lanzó lejos”, recuerda. Dice que trata de no subirse a las veredas, pero asume que es difícil: “El GPS de la aplicación te da las indicaciones como si fueras peatón, pero no como ciclista, entonces a veces te manda contra el tráfico”. Hace poco más de un año y medio aterrizaron en el país una serie de aplicaciones que buscan trasladar comida, productos o cualquier tipo de encargos, a través de conductores que se desplazan en moto, en bicicleta y en auto, en menor medida. Desde entonces, las calles se han llenado
de cientos de ciclistas que pasan durante todas las horas del día por las arterias de las ciudades con grandes contenedores en sus espadas, pertenecientes a empresas como Rappi, Uber Eats, Pedidos Ya o la desaparecida Glovo. Una oportunidad de trabajo para cientos de personas que han encontrado allí una fuente de ingresos y una forma eficiente y sustentable de acercar restaurantes, supermercados y tiendas de diversos tipos, a los usuarios. Pero su irrupción explosiva ha traído aparejada una serie de conductas que comienzan a ser vistas con una mirada crítica de parte de diversos actores del espacio público. Agrupaciones de ciclistas, especialistas y parlamentarios han levantado un llamado de alerta: Ya no es extraño ver a estos repartidores sin cascos, ni elementos de seguridad, viajando contra el tránsito, conduciendo por las veredas a altas velocidades o pasada la medianoche luego de agotadoras jornadas. Esto, además, en medio de un nuevo marco normativo que cumplirá su primer año de vigencia y que implementó nuevos parámetros para el uso de las vías. Pese a la Ley de Convivencial Vial, los repartidores, en muchos casos, se han transformado en un elemento de riesgo, según los entendidos. Andrés Santelices es el presidente de Educleta, agrupación que lleva 9 años de trabajo permanente en la educación para la circulación respetuosa de parte de los distintos modos de transporte, en especial en la formación de niños y adultos al uso de la bicicleta. Por esa razón, ve con preocupación la irrupción de este tipo de aplicaciones. “Creo que era una excelente oportunidad para sacar vehículos de las calles de personas que iban a restaurantes o a comprar, pero su puesta en práctica no ha sido adecuada. Es recurrente ver que los conductores no cuentan con medidas de seguridad y muchas veces no tienen conocimientos de la ley. Hoy son el anti ejemplo de lo que hay que hacer en las vía pública”, asegura. Otra organización que lleva un largo recorrido histórico en el mapa de las organizaciones civiles que han sido parte de
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la construcción de una cultura de ciclismo urbano, también manifiesta sus reparos. Marcela Lladó, presidenta de Vive la Bici nombre que adoptó luego de ser Arriba de la Chancha hasta 2012, comenta que el modelo es muy complejo para las ciudades. “Acá existen personas que necesitan trabajar y para ganar dinero deben unir un punto A con el B de la forma más rápida posible. Al tener esas metas, usan las calles como les da la gana, en contra del tránsito, sobre las veredas a grandes velocidades o sin luces. Eso genera una mala convivencia y las empresas no se hacen cargo, deberían hacer capacitaciones a sus conductores y tomar más medidas para que se respete la normativa”, recomienda. La presidenta de Furiosos Ciclistas, Priscilla Parra, da cuenta que otra de las debilidades importantes: la falta de control de parte de Carabineros y el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones. “No les está importando absolutamente nada las leyes de tránsito a los trabajadores de estas aplicaciones. Hay que encontrar la forma se les exija preparación a los conductores y que se fiscalice como corresponde. Que se apliquen multas a los que cometan infracciones”, argumenta en sus últimos días en el máximo cargo de la entidad.
Mejorar estándar Los diputados de Revolución Democrática y asiduos ciclistas, Giorgio Jackson y Maite Orsini, presentaron en marzo pasado un proyecto de ley, denominado “Mi jefe es una APP”, que busca establecer un marco regulatorio más exigente para este tipo de actividad. “Las distintas formas de conexión, y nuevas modalidades de comercio mediante la tecnología, no tienen vuelta atrás. Es necesario establecer condiciones mínimas de regulación entre servicios y agentes económicos, como por ejemplo que las empresas tengan persona jurídica en el país, se hagan responsables de cosas que pueden ocurrir y se reconozcan nuevas fórmulas de vínculo laboral con quienes realizan el trabajo y, así, no solo intermedien, si no que controlen el servicio”, explica Jackson.
Priscilla Parra, Presidenta Movimiento Furiosos Ciclistas.
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El parlamentario agrega que “estas app, en general, basan su modelo de negocio en tener una oferta lo más extendida posible de repartidores, más puntos de encuentro con los lugares de ventas de los productos. Mientras no se reconozca el vínculo laboral, les sale gratuito o indiferente si hay calles más atochadas. El proyecto busca que se le pague el proporcional al sueldo mínimo a las personas por el tiempo que estén conectadas. No es indiferente conectado. Estar conectado es parte del trabajo”, comenta. Esto, a juicio del diputado, impactaría indirectamente en las vías y en la disminución de repartidores porque “esto generaría un parámetro indirecto para racionalizar el número de personas disponibles, lo que llevaría a transparentar y aumentar los procesos de filtro y selección y, finalmente, optimizar la función interna. A esto se suma que uno de los puntos principales de la iniciativa es que sea obligatorio contar con dispositivos de seguridad y seguros en caso de accidente”. Para Matías Salazar, experto en seguridad vial y ex Seremi de Transportes en la Región Metropolitana, una posibilidad concreta para reducir las conductas riesgosas esta dentro de las mismas aplicaciones. “Este servicio ha introducido un estrés adicional a nuestras arterias. Debería estar prohibido cualquier incentivo para aumentar las entregas más rápidas, se debería regular los horarios de funcionamiento en horarios con menor visibilidad y con un límite en la jornada”, remarca. Finalmente, propone que se avance en fórmu las tecnológicas pa ra que sean los propios usua rios quiénes puedan denunciar mala conducción o calificar la presencia de elementos de seguridad de los ciclistas, tanto en el espacio público, como al recibir sus productos. Además, argumenta que deberían existir beneficios por cumplir las normativas. “Ellos cuentan con mucha información en base a las rutas, horarios y tiempos de entrega y, a través de eso, se podrían generar nuevos incentivos para quiénes tengan mejor cumplimiento de la legislación vigente.
Eso la tecnología lo permitiría sin problemas”, concluye Salazar. El debate ya comenzó y transversalmente existe una preocupación sobre esta temática que todavía no cuenta con cifras claras, ni segregadas de los trabajadores de este tipo de actividad, los incrementos de uso de las vías, de accidentes o de jornadas laborales. La opinión es unánime: se deben corregir este tipo de conductas a la brevedad, antes de que tengamos accidentes graves o fatales que lamentar. Uber Eats: “Se deben respetar todas las normas” Una de las principales críticas que existe con respecto al desempeño de los repartidores, dice relación con la falta de responsabilidad de las empresas. La empresa Rappi fue contactada a través de su oficina de comunicaciones, pero los mails, llamados y mensajes móviles enviados luego de una comunicación inicial, no fueron respondidos hasta el cierre de la edición y tras una semana de insistencias. Uber Eats, en tanto, envió vía mail respuestas de su Gerenta de Comunicaciones, Verónica Jadue sobre la labor de la empresa. ¿Existe algún tipo de inducción con el fin de que los socios no cometan infracciones de tránsito? -Los socios repartidores encuentran en Uber Eats una oportunidad de ganancias adicionales flexibles, con la libertad de conectarse cuando y cuantas horas deseen. Los requisitos para activar una cuenta de socio repartidor en la aplicación de Uber Eats dependen del tipo de vehículo que utilicen. En el caso de los ciclistas, se solicita lo siguiente: ser mayor de 18 años, carnet de identidad y certificado de antecedentes penales sin anotaciones y vigente. Los Términos y Condiciones de Uber Eats exigen seguir todas las regulaciones vigentes en el país. En el caso de Chile, desde noviembre del año pasado entró en vigencia la Ley de Convivencia Vial, la que se debe respetar en todo momento.
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¿Cuentan con seguros los ciclistas? -Todos los viajes realizados a través de la plataforma por los socios repartidores cuentan con un seguro de Accidentes Personales y otro de Responsabilidad Civil. La póliza de Accidentes Personales está orientada a solventar los gastos médicos, muerte accidental, incapacidad y traslado médico de los involucrados, indistintamente de quién resulte responsable por el accidente. El seguro de Responsabilidad Civil, en tanto, cubre los daños materiales o lesiones a terceras personas que puedan resultar afectadas por un accidente del cual el socio repartidor resulte responsable. Para Uber Eats la seguridad de los socios repartidores es prioridad.
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La calle es nuestra, PEDALEA!
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mi primera bicicleta
Consuelo Goeppinger, periodista y experta gastronómica: “En bicicleta llego mucho más rápido a cualquier lugar, aprovecho de hacer ejercicio, que con esta pega es muy importante y prefiero la bici antes que andar como lata de sardina”.
Comer, viajar y escribir. Eso resume, en tres palabras, lo que hace Consuelo, porque su trabajo consiste en buscar y elegir los mejores sabores, lugares, panoramas y productos relacionados con la gastronomía.
Por Catalina Le-Bert Fotos Myriam Salazar
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La gastronomía es uno de los temas que ha cobrado importancia con el paso del tiempo y con ello, el periodismo gastronómico, hoy fuertemente consolidado en los medios de comunicación. Y es que la cocina, según Consuelo Goeppinger, es mucho más que probar platos ricos. “La comida también es cultura, es tradición. A l habla r de cocina no estás solamente hablado de un plato, puedes contar una historia y puedes hablar de tus raíces. Comer también puede ser un acto político. Por ejemplo, el hecho de que alguien tenga su propia huerta, cultive sus productos y decida no comprar en el supermercado, es una decisión política frente a la comida. La comida abarca demasiados aspectos, desde el placer de comer hasta cosas tan importantes como las que acabo de nombrar. Y el trabajo de los periodistas gastronómicos es dar a conocer ese mundo. Es mostrar por ejemplo, el trabajo de los pequeños productores o lo que está pasando con las semillas nativas que están desapareciendo. Puede parecer el periodismo menos periodístico, en el sentido que no es un periodismo duro, no es ese que intenta, por ejemplo, desenmascarar hechos de corrupción. Pero puedes partir hablando de un tema para llegar a algo mucho más profundo que decir solamente estaba rico”. ¿Cómo te especializaste en gastronomía? -Tuve mucha suerte. A mi siempre me gustó comer, pero era mañosa, sobre todo con las verduras. Las ensaladas crudas eran mi gran tema. Me cargaban. A mis papás les gusta salir a comer y mi mamá cocina súper bien. De chica, una vez al mes nos invitaban a un restaurant y nunca comí el menú de niños. La salchicha con puré en un restaurant definitivamente no. Pedía lo que había en la carta. Pero como era mañosa, pensé que nunca iba a poder dedicarme a esto. Un día vi un anuncio de Daniel Greve, un crítico gastronómico bien conocido, en que necesitaba a alguien para un sitio web sobre gastronomía. Mandé un correo por si acaso y me llamaron para la entrevista. Además, me llevé súper bien con Daniel. Pagaban menos
de lo que yo pedía, pero lo vi como una posibilidad para aprender y trabajar en lo que siempre quise. Con él, que fue súper generoso, ingresé al mundo gastronómico. Tras 4 años trabajando con uno de los críticos gastronómicos más destacados de Chile, Consuelo lanzó el sitio vivirparacomer.cl y cuyo lema es “nos gusta comer, beber y viajar”. La web, especializada en vinos y gastronomía, es visitada por alrededor de mil personas diariamente. ¿Cuál es el objetivo del sitio? -Es un sitio gastronómico enfocado en dar a conocer lo mejor de la gastronomía, tanto en Santiago como en ciudades que visito en Chile o en el extranjero. Por un lado, es dar a conocer todo lo nuevo, porque siempre es entretenido saber sobre el nuevo restaurant que se abrió. No importa si es una picada o si es un restaurant de mantel largo carísimo. Porque hay personas que les gusta comer y si es muy caro, igual van. Es como ir a un concierto. Los mismos 80 mil pesos que algunos gastan en un recital que dura 3 horas, otros prefieren gastarlos en ir al Boragó, donde se paga por un tipo de degustación que también dura 3 horas. Es un tema de intereses. Pero la base del sitio es que tiene que ser bueno. Puede tener errores, porque no todo es perfecto, pero que al menos la experiencia general sea buena. Ese es el foco principal. Además, hay muchos datos que no tienen nada de nuevo, que son buenísimos y que mucha gente no conoce. ¿Cómo cuáles? -Por ejemplo, antes había una carnicería en La Vega, que acaba de cerrar. Se llamaba La Continental, una carnicería antiquísima, de 1939, que vendía los mejores costillares de cerdo. Muy antigua y aún así, un montón de gente no la conocía. Ese tipo de datos también tiene cabida en el sitio, porque en el fondo no es nuevo, pero es bueno igual. Entonces, voy alternando entre restaurantes nuevos, datos buenos y panoramas gastronómicos.
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Guía Dónde SCL C onsuelo e st ud ió p er io d ismo en l a Universidad de Chile, se especializó en gastronomía, y hoy es además miembro del Círculo de Cronistas Gastronómicos, que cada año premia lo más destacado de la escena local. Y es que su trayectoria en temas culinarios la han posicionado como una experta. Ha sido editora de contenidos de programas de televisión como “Terruá” y “Paula sin culpas” y colaboradora recurrente en medios como Revista Paula, Revista Aerolíneas Sky, Diario La Hora, ED y Placeres, entre otros. Su pasión por la comida y la investigación, dieron otro fruto, la publicación de su libro Guía Dónde SCL, ideal para quienes se preguntan dónde conseguir los ingredientes para incursionar en la cocina. “Me demoré dos años en hacerlo. Era demasiado trabajo. Guías de restaurantes habían, libros de recetas habían, pero nadie sabía bien donde comprar ingredientes. Entonces, me dediqué a recopilar dónde comprar materias primas. Entre los datos que fui obteniendo por mi trabajo, de mucha gente que generosamente también me fue entregando los suyos, fui haciendo la lista. Cuando me dediqué más al libro, llamaba a los chefs y les preguntaba dónde compraban las sardinas, las ostras o investigaba dónde se vendían los mejores huesos para hacer caldo. Iba y los probaba. Me gasté mucha plata, porque una tienda de especias da lo mismo, te compras un frasquito y ya está. O una panadería también. Pero las carnicerías premium por ejemplo, donde el kilo vale 10 mil pesos y te venden la pieza que es de dos kilos, imagínate. También me demoré un montón porque eran demasiados datos distribuidos por todo Santiago, desde Cerrillos hasta La Dehesa. Son como 180 lugares. Cuando tuve mis elegidos, pudo ser publicado”.
Mi primera bicicleta Todos los domingos, cuando se habilita la CicloRecreoVía que inicia en Tobalaba con Pocuro y que se extiende hasta el Parque Metropolitano y Plaza Italia, Consuelo hace un recorrido de 15 a 20
kilómetros, que se traducen en aproximadamente una hora y media de pedaleo. “¿Cuándo puedes tú andar por la ciudad, en la mitad de Andrés Bello, sin ningún auto? Puedes ir rápido, los semáforos no valen porque la calle está cerrada y el tránsito es solo para ciclistas o peatones. Yo llego hasta el Bellas Artes o a veces hasta Plaza de Armas y ahí me devuelvo. Lo uso para hacer deporte, para equiparar un poco y complementar el comer, que es mi pega, pero además porque es súper rico”. ¿Qué recuerdos tienes de tu primera bicicleta? -Me regalaron mi primera bicicleta como a los 8 años. Mi papá tenía una tienda de bicis y traía unas chinas que eran marca
BMX. Me regaló una muy masculina, no me acuerdo si era roja o negra, que duró dos años. Después, junto a mi hermana, con la que tengo un año de diferencia, nos regalaron a cada una, unas Oxford rojas. A las dos la misma. Un día le presté mi bici a ella y se la robaron. Entonces la suya quedó para las dos. Y esa duró un montón, hasta los 24 años. Era lo máximo. Mi mamá no me daba permiso para andar tan lejos. Me decía que por la cuadra no más. Y yo obviamente contestaba que sí, pero me iba a lugares donde no podía ir, como a la plaza que quedaba 10 cuadras más allá y mi mamá no tenía idea. Yo no sé si ahora los niños tendrán tantos amigos en el barrio, pero por donde yo vivía llegamos a ser un grupo de 13 y juntos anduvimos mucho en bicicleta. Para Consuelo, quien se define como
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alguien que odia los tacos, pero por sobre todo, que detesta andar apretujada en el metro o la micro, la bicicleta representa algo práctico, y es también sinónimo de libertad y rapidez. “Lo que más valoro de esa época es que mi mamá era súper aprensiva, entonces la bici me dio la libertad de poder ir a donde yo quisiera, entre comillas, porque igual estaba en un radio delimitado y era chica. Pero eso de poder andar sola, sin mi mamá y donde yo quisiera era lo máximo. Y hoy ando un montón. Me muevo prácticamente a todos lados en bicicleta. La congestión vial es heavy y un auto menos igual ayuda. En bicicleta llego mucho más rápido a cualquier lugar, aprovecho de hacer ejercicio, que con esta pega es muy importante y prefiero la bici antes que andar como lata de sardina”.
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Pantera Courier: los bicimensajeros que encontraron la fórmula para vivir de la bicicleta.
Se autodefinen como una familia armada desde la decisión y la libertad. Una familia que se quiere, se protege y que por sobre todo, conoce las dificultades pero también las cosas lindas que se viven trabajando en la calle.
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Pantera Courier no es una empresa. Tampoco, un emprendimiento. Franco Contreras, Javier Pino, Susana León y Luis Silva afirman categóricamente que lo suyo es una cooperativa de bicimensajería y educación, compuesta en total, por un equipo de ocho personas. La historia de este grupo se remonta a un encuentro entre Susana, Franco y Luis el año 2016, justamente mientras trabajaban como bicimensajeros. En aquella época, el deseo de tener un proyecto propio los fue uniendo y hoy, tras planificar y organizar sus objetivos, Pantera Courier funciona bajo una administración autónoma. “Surge desde la idea de pensar en una forma orgánica de hacer un servicio de reparto. Pensando de qué otra forma era posible, porque nosotros trabajábamos en una empresa que como muchas, te quita un porcentaje. Entonces pensamos en cómo lo podíamos hacer para que fuera sustentable para nosotros, para que pudiésemos vivir de esto, sin que nos quitaran una parte, porque es una política con la que no estamos de acuerdo. Entonces empezamos a formar esto de a poco, desde la base de la autogestión”, comenta Susana. “Fue básicamente por querer trabajar en lo mismo que estábamos haciendo, pero ganando de manera justa, sin que nadie te corte la cola como se dice”, agrega Franco. “Yo soy el más nuevo, pero todos ya tenemos experiencia repartiendo. Y sigue la misma tónica empresarial de ese corte de cola funesto. Con Pantera Courier queremos hacernos cargo de todo y también que todas las ganancias lleguen a nosotros. Y más allá del dinero, más allá de lo económico, va con que nosotros mismos somos los que nos cuidamos, somos como un círculo de protección en todo sentido, porque la pega en la bicicleta es muy peligrosa”, afirma Javier. Pantera Courier estrenó su logo hace pocos meses. Un diseño en blanco y negro, con el felino sobre una bicicleta, cargando una mochila y peda leando velozmente. Una imagen que caracteriza
fielmente a esta familia de bicimensajeros y bicimensajeras. “Primero, pensamos en algo que fuese rápido y sigiloso. Empezamos a tirar ideas de distintos animales del continente. Y ahí surgió el lince, la güiña y otros más. Cuando apareció la pantera, fue como ¡Sí! Porque tiene carácter y courier es la definición antigua de correo. Nos pareció que era lo correcto. Además, con el nombre le rendimos tributo a las Panteras Negras el partido que defendió los derechos de las comunidades afroamericanas a fines de los 60 en Estados Unidos – y reivindicamos derechos históricos, como el de la población afrodescendiente”, dice Susana.
Una cooperativa de bicimensajería . Pantera Courier funciona como servicio de mensajería y educación. Porque además de ofrecer el servicio de llevar, de un lugar a otro, correspondencia, cartas y paquetes, entre otras cosas, esta cooperativa también realiza clases de mecánica y ciclismo. “Básicamente repartimos cualquier cosa en todo Santiago, desde paquetes pequeños hasta cargas grandes de 100 kilos, utilizando distintos medios de transportes que serían la bicicleta, la bicicleta de carga o el carro de arrastre. Operamos en toda la ciudad y según el área de cobertura, tenemos distintos servicios. Es decir, hay un área donde siempre aseguramos el cien por ciento de cobertura para todos los servicios express y otra área, que está más alejada del centro urbano donde tenemos que evaluar la disponibilidad que tenemos de bicimensajeres para realizar el servicio. Nos contactan a través del correo, el celular o Instagram, señalándonos las direcciones de origen y entrega, más las características específicas de lo que vamos a enviar. De esa manera nosotros coordinamos”, explica Susana. ¿Y cómo funciona internamente la cooperativa? -Nos div idimos todas las f unciones. O sea, cada uno de nosotros realiza la
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función de bicimensajería y además, nos dividimos la operación logística. Es decir, coordinar los pedidos, ir a distintas reuniones con empresas o emprendimientos que quieran utilizar nuestro servicio o elaborar asesorías logísticas que también brindamos a otras empresas. Nos vamos dividiendo los cargos y las funciones para que sea justo para todo el equipo. ¿Cómo ha evolucionado el trabajo de bicimensajería? -Primero que todo, la bicimensajería se ha ido constituyendo de a poco. Al comienzo, muchas personas no tenían idea que se podía repartir en bicicleta, ni hasta donde se podía llegar o qué se podía llevar. Esa idea se ha ido arraigando cada vez más. El hecho de que en bicicleta sí se puede. Eso es lo primero. Y ha ido incrementándose cada vez más la oferta, tanto de propuestas similares a lo que nosotros ofrecemos como también de servicios completamente distintos, pero que se pueden realizar en bicicleta. Eso es muy bueno. Pero hay bastantes desafíos todavía. Por ejemplo, algo que me resulta más cercano es que tenemos menos bicimensajeras en la ciudad. O sea, es un oficio en el que aún existe una brecha de género ¿Y por qué? Porque hay menos mujeres andando en bicicleta en la ciudad. Ahora, esto también ha implicado un reto, porque la lógica de la cooperativa es desafiante para quienes conocemos solo el trabajo de jefe, empleado o empleada. Entonces para nosotros ha sido un aprendizaje. El cómo ir conformando esta cooperativa, cómo hacer para que nuestras lógicas sean horizontales, para poder autogestionarios con respeto, trayendo siempre los saberes de los distintos integrantes del equipo a nuestros procesos, declara Susana. “Creo que el acercamiento de la sociedad a la bicicleta también se da con cuidado del medio ambiente. Hoy día nosotros tenemos principalmente clientes o socios y socias que también tienen que ver con el mundo de la bicicleta. Entonces se ha dado como un volumen de pedidos principalmente arraigado al mundo de la bicicleta. Aun así, nuestro objetivo es
abarcar otros mundos”, agrega Javier. ¿Recuerdan algún envío en particular? -“Me acuerdo de haberle llevado la leche materna a un bebé. Una mamá que se había sacado la leche me pidió que la llevara a la casa. Me gusta porque se refiere a la confianza que hay y a lo fundamental que puede terminar siendo un servicio en el cual estamos destinados a satisfacer las necesidades de las personas”, señala Susana. “Yo una vez le llevé una carta de cumpleaños a la Presidenta”, agrega Luis. ¿Cómo manejan el tema de la seguridad en una ciudad como Santiago? -Hay que tener un cuerpo variado de conocimientos. Por un lado, tiene que ver con los conocimientos respecto de tu propio vehículo, y por otro, con realizar un servicio, que es distinto, porque hay habilidades blandas que están vinculadas con eso. Nosotros tenemos ciertas ideas afines que hacen que seamos el grupo que somos. Pero claro, para realizar un servicio de bicimensajería hay que saber moverse en la ciudad. Nosotros estamos capacitados. La mayoría hizo un taller de primeros auxilios y también la mayoría tiene una dieta vegana o vegetariana. Lo que implica también saber de nutrición, saber de hidratación. Básico es sabernos la ley. Es el marco regulatorio que nos rige y queramos hacerle caso o no, tenemos que saber incluso cuando faltamos y por qué cometemos esa falta. Es un variado cuerpo de conocimiento que vamos nutriendo y que vamos generando también entre nosotros, aclara Susana.
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Josefina Ortúzar Ilustradora Creo que, como muchos, comencé a dibujar desde pequeña. A medida que fui creciendo me di cuenta de la felicidad que me producía dibujar. Estudié fotografía al salir del colegio y trabajé de fotógrafa por varios años. A través de las imágenes pude ayudar a Fundación Adopta, me encantaba porque podía estar con gatitos y además aportar con mi trabajo. El 2014 me fui un tiempo a Estados Unidos a recorrer y cuando volví a Santiago pensé que mi lado artístico no me llevaría lejos. No me sentía buena en esto y me puse muy temerosa, pensando que, por alguna razón, no podría seguir ayudando a los animales con el arte. Por esta razón comencé mis estudios de veterinaria. Un día estudiando anatomía me puse a dibujar, lo que no hacía desde hace mucho, ahí me di cuenta que lo que realmente quería hacer era pintar el resto de mi vida. Mi familia me apoyó mucho y al año siguiente entré a estudiar ilustración a Alpes, donde espero titularme este año. Admiro a ilustradores como Zac Retz y a grandes artistas como Da Vinci, pasando por otros ilustradores. A su vez admiro a ciertos tatuadores y fotógrafos de diversos estilos y técnicas. No hay una sola técnica que me acomode, esto va muy ligado a lo que esté dibujando, sin embargo, lo que más utilizo son las acuarelas, lápiz pasta, policromos y pastel seco. Las temáticas que más me gusta abordar son polos bastante opuestos. Me encanta realizar temas científicos, donde es necesaria mucha información antes de comenzar a ilustrar; como también realizar temáticas infantiles, donde la expresión del sentimiento a través de colores y formas no necesariamente tiene proporciones reales y la información viene más desde el alma que de algo tan concreto. Mi inspiración al desarrollar mi trabajo va muy de la mano con mi primera carrera. Aprendí a ver fotos antes que dibujos, por lo que muchas veces realizo ilustraciones en base a fotografías. También me inspiro mucho en mis sentimientos y en los de otras personas, sobre todo al momento de aplicar color. Pero lo que más me mueve es la naturaleza, sus formas, colores y la variedad de imágenes que se pueden realizar de ella es realmente un mundo infinito de posibilidades. Ayudar a los animales a través de mi arte es mi mayor motivación. Actualmente estoy realizando mi proyecto de título en la ONG Chinchimén, organización que reúne a profesionales de diversas áreas entorno a la naturaleza y el medioambiente. A futuro me encantaría realizar un libro de estudio veterinario con mis ilustraciones, que pueda ser útil para los alumnos y profesionales de esa maravillosa carrera.
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