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04 | n º 40 | septiembre 2017
Susana León:
"Arriba de mi bicicleta no soy parte del problema, soy parte de la solución". Actualidad Laboratorio de Cambio Social y Cedeus impulsan rutas seguras en comunidad escolar 1° Encuentro Chileno de Movilidad Sostenible y Cultura Vial Emprendencleta Choike Custom Bike Bags
Revista mensual de circulación gratuita www.revistapedalea.com
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Contenidos Publicación digital de fomento de la cultura ciclista de edición mensual. //Directora Myriam Salazar //Textos Andrés Santelices Myriam Salazar Colaboración especial de Asociación Vive la Bici y Pedalea x la calle //Fotografías Víctor Rojas Myriam Salazar Daniel Sagaris //Portada Myriam Salazar //Portafolio Alpes Escuela de Imagen y Comunicación //Diseño Aribel González //Diagramación La Máquina Editores
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editorial
1° Encuentro Chileno de Movilidad Sostenible
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mi primer a bicicleta
Susana León
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emprendencleta
Choike Custom Bike Bags
//Ventas Roberto Caices roberto.revistapedalea@gmail.com +56 9 8527 6639 //Contacto contactorevistapedalea@gmail.com + 56 9 5714 3245
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actualidad
Laboratorio de Cambio Social y Cedeus impulsan rutas seguras para comunidad escolar
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el taller
Chaski Cleta
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portafolio
Mauricio Valenzuela
editorial
1° Encuentro Chileno de Movilidad Sostenible y Cultura Vial Por: Asociación Vive la Bici y Pedalea x la calle
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El próximo 14 y 15 de octubre se realizará el evento en la Casa de la Cultura Violeta Parra, Cerro Navia, Santiago. La idea de desarrollar este Encuentro nace de una necesidad de la comunidad ciclista por resolver situaciones recurrentes de movilidad en nuestras ciudades. Creemos que instancias como estas, incluyendo a todos los actores del tránsito, ayudan a promover una cultura vial de respeto y protección a los más vulnerables, y al mismo tiempo potenciar los modos sustentables de traslado en la población. Como se ha constatado en las vías, las dificultades respecto a la movilidad mayoritariamente radican en los mismos factores que se ven a lo largo del país: ausencia de conciencia vial, uso indiscriminado del automóvil particular, inequidad en la inversión de vialidad e infraestructura deficiente, a grandes rasgos. Estos factores se conjugan en las calles provocando los mal llamados accidentes de tránsito, congestión de las vías y un inequitativo uso del espacio público, además de propiciar una mala convivencia ciudadana. En este contexto y atendiendo a las necesidades de fomentar la movilidad sostenible y la cultura vial, la Municipalidad de Cerro Navia – en coordinación con la Dirección de Cultura – ha querido formar parte protagónica de esta iniciativa acogiendo al Primer Encuentro Chileno de Movilidad Sostenible y Cultura Vial en la Casa de la Cultura Violeta Parra y el Parque Mapocho, colaborando en la organización en conjunto a la Asociación Vive la Bici y la agrupación Pedalea x la Calle. Los objetivos del Encuentro tienen como propósito generar un espacio plural de exposición y discusión a fin de fortalecer la idea que todos somos tráfico, que debemos convivir y protegernos unos a otros. Al mismo tiempo que fomentar la participación ciudadana en temas relativos a la movilidad que nos implica y contribuir a la movilidad sostenible de Cerro Navia mediante una participación activa de la comunidad local. Durante las jornadas contaremos con seis paneles de discusión donde actores relevantes de la movilidad intercambiarán y debatirán acerca de los problemas que aquejan a nuestros territorios y las posibles soluciones que nos permitan construir una mejor ciudad, así como también se realizará un conversatorio ampliado al final de cada jornada. En paralelo, en el Parque Mapocho, se llevarán a cabo talleres, charlas, Feria de las Pulgas Ciclista, feria de emprendimientos y actividades artísticas. De este modo, la invitación es a participar de esta actividad, totalmente gratuita y abierta a la comunidad. Para más información visita www.encuentromovilidad.cl Nos vemos en octubre! .
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Financiada por Beca Compromiso Disney
Laboratorio de Cambio Social y Cedeus impulsan rutas seguras en comunidad escolar La propuesta consiste en desarrollar Talleres de GéneroEdad-Transporte que son parte de un programa piloto de rutas seguras para escuelas de la comuna de El Bosque, trabajo que se viene realizando desde hace más de un año en esa comuna con una gran aceptación de la comunidad escolar y docentes. Por Andrés Santelices Fotos Daniel Sagaris/Myriam Salazar
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El transporte y movilidad son indicadores fehacientes del nivel de inclusión y de la brecha socioeconómica en Santiago, también un indicador de la realidad en tema de seguridad y género, todos aspectos con muchos estudios técnicos pero sin propuestas concretas para educar y cambiar desde la comunidad misma, la realidad actual. En ese contexto, el Laboratorio de Cambio Social implementa los talleres como una medida concreta para hacer cambios que salgan desde la misma comunidad. Una de esas iniciativas es la que ejecuta con el apoyo de la Beca Compromiso Disney, denominada Taller de Transporte, la cual incentiva en estudiantes de la Escuela Mario Arce Gatica de la comuna de El Bosque de la Región Metropolitana, el uso de saberes que ellos traen consigo, de los cuales no tienen conciencia. Al entregar herramientas de autonomía pasan de ser anónimos a ser protagonistas, lo cual se manifiesta de inmediato a través de su entusiasmo y participación activa en las clases y actividades. Innovación social en la movilidad Daniel Sagaris, encargado de transporte, género y equidad de Laboratorio de Cambio Social, comenta que si bien la idea no es innovadora porque ya se viene haciendo hace más de 50 años en otros países, en su mayoría europeos, lo novedoso es que se incluye a la comunidad escolar en el proceso de diseño de rutas seguras. “Mezclamos los talleres con niñas y niños, la participación de les apoderados y comunidad en el diseño de la ruta segura, y el desarrollo de un plan curricular y guía paso a paso para replicar el proyecto en otras escuelas. De esta forma intervenimos a corto, mediano, y largo plazo, en el entorno urbano de la comunidad, el día a día de niñas y niños, y en el desarrollo de un plan que puede convertirse en política nacional”, señala Daniel. Agrega que diseñaron el Currículum y la Guía docente para trabajar los temas de transporte, seguridad y género en la Educación Básica, utilizando como principal instrumento pedagógico la bicicleta. “La metodología se basa en incentivar a la reflexión sobre movilidad a través de juegos y dinámicas, en base a insumos conceptuales que entregamos y salidas pedagógicas. También trabajamos
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con una metodología participativa, es decir, que tanto el alumnado como les apoderados y miembros de la comunidad, participan activamente en el diseño de las intervenciones y rutas seguras”, añade Daniel. La iniciativa además fomenta la movilidad inclusiva, equitativa, activa y consiente, siendo la bicicleta uno de los principales componentes del transporte activo, integrando también de manera especial el transporte público y la intermodalidad como forma de inclusión de mayor espectro. “Nuestro enfoque está en buscar una armonía entre los modos de transporte, es decir, en dar a conocer la fortaleza que tiene una ecología intermodal donde los diferentes modos de transporte trabajan juntos y no están luchando por sus espacios constantemente”, indica Daniel. Asimismo, Daniel valora que antes del empoderamiento hay un proceso de toma de conciencia y reflexión respecto a cualquier tema pero especialmente en aquellos que se dan por descontado en la vida como es el transporte y más aún en niñas que es con quienes trabajan. “Sentimos desde el Laboratorio de Cambio Social que nuestro principal aporte es a este proceso, una forma de verbalizar y objetivizar las experiencias y saberes de los cuales no se hablan pero que se viven todos los días. Nosotros creemos también en practicar un género equitativo y no sólo predicarlo, de esta forma les mostramos a niñas y niños activamente como es un mundo más equitativo”, concluye. Este proyecto es una directa colaboración entre el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), la Pontificia Universidad Católica, Centro de Excelencia en BRT, Ciudad Viva, y el Laboratorio de Cambio Social con el apoyo de Ashoka Chile y Disney.
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Daniel Sagaris, Laboratorio de Cambio Social
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mi primera bicicleta
Susana León : “Arriba de mi bicicleta no soy parte del problema, soy parte de la solución”
Por Myriam Salazar
Profesora de profesión y ciclista por convicción, promueve la bicicleta como herramienta de empoderamiento y cambio social.
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“Justo ayer con mi pololo nos estábamos acordando de los mejores regalos que nos habían dado, como cuando recibí mi primera bicicleta. Me acordaba perfecto de la bici, me parecía que era demasiado cool para esa época, una bicicross como si fuera de carrera, azul y tenía en el tubo central estas esponjitas que les ponen para que no se rayen, era negro con blanco muy de carrera. Me sentía fantástico, el asunto es que ahí me enteré que no era tan cool porque todavía tenía rueditas a diferencia de las bicicletas de mis vecinos, eso me entusiasmó para partir andando”. Los primeros pedaleos. “Fue de golpe y porrazo. Me acuerdo que salimos con mi papá de paseo. Él había tratado con el mecanismo de sacarme una rueda, después la otra, pero no funcionó. Entonces, me dijo ´bueno, vamos de paseo, me tienes que seguir´ y listo, ya no me quedó otra que averiguar cómo lo iba haciendo con el equilibrio, para alcanzarlo; lo que implicó llorar, entre medio patalear, querer irme de vuelta y todo lo demás, pero igual lo logramos. Esa fue mi primera bici. La segunda, que fueron bien pegaditas, porque me pegué un estirón súper rápido, la pedí para Navidad y ahí fue cuando me enteré que el Viejito Pascuero no existía. Una paradoja súper grande, porque estábamos cenando todos juntos, mis padres, tíos y primos, y mi mamá me dice ´anda a preguntarles afuera si quieren un café´. Abro la puerta y estaban entrando en secreto mi bici. Fue súper raro. Por un lado, la tristeza de descubrir que el Viejito Pascuero no existía y, por otro, me gustó tener una bicicleta nueva”. Susana salió de Chile en brazos de su tío a los dos meses de edad a conocer a sus padres adoptivos, quienes vivían el exilio en Noruega. “Viví como un doble exilio. Nací en Chile y mis papás estaban exiliados en Noruega (ellos pasaron por México, La República Democrática Alemana y terminaron en Noruega) y querían tener otro hijo; siendo extranjeros en Noruega era imposible para ellos adoptar allá. Cuando mi mamá pudo ingresar a Chile se le ocurrió venir y dejar constancia en el juzgado de que quería adoptar. Entonces nací en Chile. Ellos estaban en Noruega y les avisaron que había una niña disponible. Esa era yo. Como habían dejado los permisos a mis tíos, uno de ellos terminó el proceso y me llevó a Noruega. Por eso tengo como un doble exilio, porque, en el fondo, me tuve que ir de acá a Noruega y después nos tocó el retorno a Chile. Volvimos para el plebiscito cuando tenía 4 o 5 años”. ¿De qué te acuerdas de ese tiempo? De allá tengo pocos recuerdos, más de socialización. Un poco por eso se vinieron de vuelta, uno porque ya querían estar en su país, pero también porque mi hermano mayor sintió la discriminación allá y vieron que conmigo estaba comenzando a pasar lo mismo. Decidieron venirse a Chile por eso. Además, coincidieron las condiciones políticas. Me acuerdo de cosas que a un niño le llaman la atención, como salir de paseo a la nieve, jugar con los perros, que me comí un helado gigante una vez. Entremedio antes de venirnos a Chile hicimos un viaje a Italia, nos fuimos en una Combi. Tengo hartos recuerdos de ese viaje, de las palomas, de nadar en el mar, todas esas sensaciones que uno tiene cuando es niño. Todo muy sensorial y de estar con mi familia.
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El retorno “De chica viví en La Reina. Cuando llegamos de Noruega, estuvimos como refugiados en casa de mis tíos, hasta que encontraron una casa, que coincidió también en que era en La Reina y que fue la misma casa para siempre. Después me independicé, me fui a vivir afuera y ahora de nuevo estoy ahí arrendando una casita independiente, al interior de la misma casa. He visto como se ha deteriorado con los años la vida de barrio. La casa quedaba en un pasaje donde ha cambiado mucho la dinámica. Por ejemplo, antes, cada vez que ibas saliendo o que alguien salía, le preguntabas para dónde iba para llevarlo en el auto o irse juntos. Ahora todos se han ido ensimismando”. Reboté en varias escuelas y a los 17 años empecé a moverme en bici por Santiago, solo porque me di cuenta que se podía. No era full militante, sino que me encantaba la sensación de andar arriba de la bici. Después la dejé por un rato. Estudié Pedagogía en Historia y veía que algunos compañeros venían de la cresta de la loma en bici y de nuevo me daba cuenta que se podía llegar en bicicleta. Ahí la retomé y se fue consolidando más como un cuerpo político y teórico entorno a esto. El derecho a andar en la ciudad. En la misma bici se me fueron atravesando muchas de las cosas que yo pensaba, respecto a la educación, a la inclusión, la rabia de sentir que te expulsan de la calle cuando tengo el mismo derecho a la ciudad que todo el resto. Mi derecho a habitar, a estar en el espacio y sentirlo como mío. También desde la perspectiva de género, a que no me hueveen, no tengo por qué sentirme mal ni insegura por el hecho de haber nacido mujer. No estoy en contra del transporte público, me parece que es fantástico ese espacio en que nos encontramos todos los distintos, pero termina siendo súper mega segregado, carísimo, viajas en malas condiciones. Entonces, para mi la bicicleta terminó siendo la respuesta y la punta de lanza de distintas batallas: de inclusión, integración, de cambio de paradigma de la ciudad, de pensar otro sistema económico, en cosas más justas, de tomarse el tiempo. Me encanta la bici, porque es súper rápida, pero también me encanta darme el espacio de tener tiempo. Me gusta ser rápida en el traslado, pero también para poder permanecer el tiempo que quiero estar en los lugares. Es todo un enfoque distinto. Ayer iba bajando a hacer una entrega y un caballero, que también iba en bici, me habló. Tenía 67 años y en un semáforo ya me sabía su vida. No sé cuántas personas en auto tienen la posibilidad de tener un diálogo con otro automovilista. De saber que se cruzaba todos los veranos la cordillera, que llegaba a Mendoza, que tiene 3 hijos y que andaba en bici desde siempre. Esos encuentros, y esa forma de ver la vida que me dejó ese semáforo, solo los tengo porque me muevo en bicicleta. Ahí hay algo que nos une, un espacio en común, es toda una forma de pensar el habitar que es distinto. De la sala de clases a la calle Trabajé en una escuela, pero nunca me gustó mucho, me parecía demasiado esclavizante, muy militarizada, y se me dio la posibilidad de escribir en una editorial. Ahí estuve escribiendo materiales pedagógicos, textos escolares, planificaciones para docentes. Cuando estaba trabajando en eso descubrí Macleta y la posibilidad de ser profesora de ciclismo para enseñarle a la gente a pedalear. Ingresé y vinculé la educación, que era lo que había estudiado, con esta otra área. Además, encontré que la hacía súper corta. La sala de clases estaba en un espacio que no me gustaba, acá les daba a mis alumnos la posibilidad de libertad, una herramienta de combate y enfocado en las mujeres. Susana lleva alrededor de 4 años trabajando en Macleta, además hace clases particulares de ciclismo a quien quiera aprender a pedalear seguro por la ciudad. Hace poco se ha vinculado a la iniciativa Foco Migrante. “En Foco estoy en el área educativa. Hace poco llegamos un grupo más grande para colaborar en dar mayor profundidad al proyecto. Hasta ese entonces se le donaban bicicletas a personas migrantes, entonces, dijimos ´como que le falta una patita´. No sirve de nada regalarles la bicicleta si no les enseñamos también. O sea, hay gente criada en nuestra cultura que le da miedo moverse en bici, entonces también hay que entregarle conocimiento para darle más posibilidades, que se sepan las leyes del tránsito, que conversemos acerca de las dificultades de moverse en bici en la ciudad, entregarle los tips necesarios”. Además de vincularse al ciclismo mediante la educación, Susana trabaja como bicimensajera en MUVSmart, una empresa de movilidad sustentable. “Me di cuenta que podía vivir de esto. Trabajé un año en Torpedo Mensajeros, me fue súper y me di cuenta que era lo mío. Antes había repartido comida cuando todavía estaba estudiando Pedagogía en Historia. Al ser bicimensajera me di cuenta que me gustaba en muchos sentidos; por estar arriba de la bici, la velocidad, conocer las calles, el contacto con la gente y porque tenía la posibilidad de abrirme espacio en una pega que todavía acá no esta tan constituida y darle valor. Si alguien me pregunta, yo soy bicimensajera, ese es mi oficio y le doy todo el profesionalismo que merece. Me encanta eso de enaltecer un oficio”.
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¿Qué es lo que más te gusta de la bici? Ayer estaba viendo unos microdocumentales y voy a repetir lo mismo que decían todos: es la libertad que te da, libertad y poder al mismo tiempo. Porque la libertad no te sirve de nada si no tienes la posibilidad de vivirla y el poder no te sirve de nada si no puedes ejercerlo. Es esa justa mezcla, de sentir que puedo ir a cualquier parte cuando yo quiera, sobretodo porque mi cuerpo me da. A veces la ruta es más larga, pero, bueno, caminaré un poco, pero voy a llegar y por mis medios. Esa sensación de poder estar acá, sentir el aire, respirar, estar habitando. No estoy encerrada en nada, estoy todo el rato habitando el espacio, es lo que más me apasiona. ¿Qué es lo más difícil de tu trabajo? Lo más difícil son cosas muy concretas, como hambre, sed, calor, y que así de fáciles son de contrarrestar. Me pongo a la sombra, tomo un vaso de agua, como algo, pero en ese momento como es todo por el todo y dependes de tu cuerpo sientes deseos de ´papi, venme a buscar´ (en tono de niña). Una vez que lo resuelves todo está bien. Las condiciones materiales son lo más difícil. Danos algunos tips para las mujeres que no se atreven a pedalear por la calle Lo primero es que todos pueden andar en bicicleta. Cualquier miedo, sobre todo este miedo que es un miedo tan concreto, hay que irle de frente. El miedo a pedalear en la calle no se resuelve si vas a terapia, se vence subiéndose a la bicicleta y pedaleando por la calle. En general, lo que yo hacía y que sirvió es que me iba con amigas detrás, en plan “sígueme”. Entre dos siempre se siente más llevadero. Mientras más seamos es mucho más fácil para todos. Cuando van cinco bicicletas en línea, los autos si o si tienen que esquivarte, por lo que se vuelve mucho más seguro para todos.
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Les diría lanzarse nomás a la calle, no hay ningún impedimento que no se pueda resolver si uno quiere incluir la bicicleta en su vida. “No la uso porque llego transpirada”, se soluciona con una polera de cambio. “Es que está lloviendo”, pones la ropa de cambio dentro de una bolsa plástica. Es solo hacerlo, no pensar mucho y hacerlo. Y para todos ver la ruta. Me acuerdo que cuando era chica y partí moviéndome en bici, mi papá lo que hizo fue muy apañador, fue conmigo en el auto el día antes. En realidad era más por él. Ahora me doy cuenta que era él quien tenía miedo. Se fue conmigo adelante. De partida me enseñó a andar como auto, me dijo por cuáles calles ir, siempre en la dirección de la calle. Armamos juntos la ruta el día anterior y al otro día seguí el mismo camino. Creerse auto es clave, mientras más grande uno se crea, más uno se expande. Primero te ves, si te vas muy pegado a la orilla efectivamente no te ves, entre más al medio vas, que además la ley lo permite, los autos te ven y, además, te tienen que adelantar como corresponde, que es utilizando el siguiente carril. Lo otro que me pasa con la bici y porque la recomendaría es porque en las bicis estamos más seguras, he tenido situaciones que me han dado susto, pero siempre que estoy andando en mi bicicleta estoy más segura que esperando una micro a las dos de la mañana en un paradero. Uno sabe que calles son más peligrosas que otras, uno aprende a leer más su entorno cuando está moviéndose en él, sobretodo en un vehículo que te da tantas posibilidades de visión. En la medida en que tu cuerpo te lleve a otro lado evidentemente te vas a empoderar con tu cuerpo, y tu cuerpo es una herramienta, la sensación de seguridad se transmite. Los predadores son así, cualquier animal predador siente el miedo y la inseguridad. ¿Qué esperas para adelante? Espero varias cosas. Me encantaría tener mi propia empresa de mensajería y encomienda en bicicleta, no propia personal, sino que armar un colectivo. Me estoy armando de aprendizaje, con el que me valido, saben quién soy y lo que hago porque mi pega habla por mí, eso me gusta. Me gustaría seguir dándole valor a este oficio. Contribuimos a descongestionar la ciudad, llevamos papeles importantes, el otro día llevamos unas muestras de sangre, son cosas importantes y tienen valor. Me gustaría seguir contribuyendo en eso, a que nuestro oficio sea valorado, tanto por nosotros como por los otros, y que sigamos ganando espacios, tanto como mujeres ciclistas y ciclistas en general, es nuestro derecho estar acá. Todavía hay autos que te bocinean para que te corras para el lado, ¿por qué? si estoy en todo mi derecho de estar ahí y le estoy haciendo un bien a todos. No soy parte del problema, soy parte de la solución. Denme las gracias, no me echen. ¿Después de estar pedaleando todo el día te quedan ganas de irte en bici para la casa? Siiii, voy contenta, salgo y ya quiero llegar a ver a mi perro y demorarme poco tiempo. Nunca pensé, ni siquiera se me ocurrió, que era una posibilidad que fuera a ganarme la vida en bicicleta y de repente todos mis caminos me llevaron a esto y es lo que más me ha generado sentido alguna vez. Es loco, no lo había imaginado, pero ahora que lo pienso en mi anuario decía que iba a recorrer el mundo en bicicleta.
el taller
Chaski Cleta: comprometidos con la rapidez y eficacia en su servicio.
Por Myriam Salazar
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Rodrigo Quijada es geógrafo y desde muy joven las bicicletas le ayudaron a salir de más de alguna dificultad. “Viví hasta los 19 años en Renca con mi familia, después me fui a estudiar a la Universidad Católica de Valparaíso. Estuve viviendo 4 años en Valpo a tiempo completo y el último año me vine para acá y viajaba de vez en cuando. Me titulé en marzo de este año, ya soy geógrafo. Empecé a buscar pega en Santiago pero me pedían como mínimo 2 años de experiencia y pagaban muy poco. Encontraba que por haber estudiado 5 años, que te paguen 400 lucas es un insulto del sistema, así que empecé a vender accesorios ciclistas en las ciclovías”. “Hice la práctica profesional pero no hubo continuidad, así que tuve rebuscármelas. Siento que la necesidad ha forjado mi camino. Desde chico andaba en bicicleta y antes de irme a la universidad sobrevivía un poco comprando partes de bicicletas en la feria, las arreglaba, las pintaba y después vendía”. ¿Cómo aprendiste a reparar bicicletas? Metiéndome y echando a perder. A veces me resultaba y otras no. Ensayo y error. Nadie me ha enseñado nada, mi papá andaba en bicicleta cuando joven pero ya no cachaba nada, estaba en otra. Tuve que empezar a arreglar las cosas solo y mientras estaba en eso a veces mandaba a arreglar las bicicletas donde un mecánico. Él trabajaba en la feria los sábados y los domingos, un día me invitó a trabajar con él. Gané poca plata pero aprendí mucho. Era divertido le decían “El Rata”, por su aspecto. Me enseñó hartas cosas como enrayar, centrar ruedas, todo dentro de la precariedad. Él no sabía escribir, sólo sumar los precios de las cosas, se manejaba con los números con las letras no, él me enseño. Cuando me fui a Valparaíso eso quedó en stand by. Me llevé la cleta para allá pero la usaba poco porque hay puros cerros, yo andaba en una velocidad y no tenía plata para arreglar la cleta. De vuelta en Santiago la bicicleta volvió a surgir como una alternativa económica. “Creo que mi polola jugó un rol importante en esto, cuando la conocí su papá vendía repuestos para bicicletas en una ciclovía en La Florida y me invitó a trabajar con él porque no sabía mucho de mecánica. Retomé la mecánica y me di cuenta que me acordaba de las cosas. Con este trabajo me mantuve un poco económicamente mientras no sabía mucho que hacer, estaba como caballo de carrera tratando de terminar la universidad. Ahí de nuevo la necesidad de plata me llevó a reinventarme y me puse a vender accesorios para ciclistas en Lyon con Pocuro donde se juntan dos ciclovías, me iba bien”. Con este improvisado negocio Rodrigo vio una oportunidad real de generar recursos. Junto a su hermana mayor se propusieron instalar un taller y desde hace unos meses están ubicados en San Pablo 2108. “De una semana para otra mi hermana arrendó el local y yo todavía seguía vendiendo accesorios en la esquina de Providencia, armamos el local de la nada”.
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A meses de su instalación el taller y tienda comienza a hacerse conocido en el multicultural barrio.
¿Cómo ha sido la recepción del público? El barrio tiene muchas culturas distintas y nos han recibido bien, tenemos mucho cliente extranjero que han llegado a Chile de todas partes. Nuestra clientela es 50% local y 50% extranjero. Lo bueno de los extranjeros es que valoran el servicio y se van satisfechos. “Intento darle valor al oficio, porque es importante mantener en buen estado las bicicletas, promuevo lo bueno que es movilizarse en bici por Santiago. Además mientras estudiaba en la universidad hice mi tesis sobre movilidad sostenible, en alguna parte de mi cabeza me quedó dando vueltas la bicicleta y lo trataba de relacionar de alguna forma”. Junto a su hermana y cuñado vieron varias alternativas de nombre para el negocio familiar. “Estábamos en busca de un nombre que nos hiciera sentido, nos quedamos con Chaski Cleta en honor a la rapidez de los corredores incas, tratamos de plasmar esa rapidez y eficiencia al taller. Y también para que a la clientela extranjera le resonara el nombre, aquí llegan muchos peruanos”. Reparaciones, venta de bicicletas y accesorios de todo tipo son la oferta de Chaski Cleta. “Intento no dejar fuera a nada, incluso reparo sillas de ruedas y los patines de las niñitas, todo lo que funcione a tracción humana lo reparamos. Sigo con la reparación y restauración de bicicletas usadas, las que vendo a precios bastante razonables, acordes al público que viene, generalmente extranjeros recién llegados o personas trabajadoras, mi público es ese.
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Choike Custom Bike Bags: “Queremos ser referentes del bikepacking en Chile”.
Por Myriam Salazar
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Los hermanos Israel y Caleb Rojas diseñan y fabrican bolsos para ciclistas deportivos y urbanos, desde hace un poco más de un año unieron su creatividad con las ganas de emprender. Israel o “Choike grande” es bioquímico y su primer trabajo lo consiguió en Talca. Luego volvió por un tiempo a Santiago y de ahí a Valdivia trabajando en laboratorios de investigación. “Me entretenía harto en la campana de cultivo, pipeteando y cultivando células. Es una profesión en la que uno no puede desarrollar todas las habilidades que tiene, algunos se potencian y otros se van quedando en el camino. Tenía talentos más manuales que estaba desperdiciando un poco, porque trabajando en ciencia tienes que ser aplicado en cuanto a concentración y pensar correctamente”. “Siempre me gustó salir a acampar, hacer trekking y andar en bici. En Valdivia podía hacer travesías más largas, pasando la noche afuera en lugares maravillosos. Hice varios viajes cada vez que tenía un poco de tiempo. En ese momento mi polola estaba acá y se nos estaba haciendo difícil mantenernos alejados, finalmente me vine a Santiago”. ¿Te fue difícil dejar la ciencia? De repente no, tuve influencia de algunos ejemplos que me motivaron a hacer el cambio y atreverme. Trabajando en tu profesión ganando más o menos un buen sueldo, el tiempo
invertido en estudiar, desechar eso es un poco raro. Conocí a unos viajeros en bicicleta que habían dejado todo para hacerlo, con 50 años y todavía flexibles para adaptarse a cosas nuevas. Eso me hacía sentir que aún más joven también podía ser flexible en cuanto a adaptarme. Ejemplos que me decían que se puede cambiar. Cuando cambié de rubro traté de mantener las cosas que ya había heredado de lo que había hecho antes como la metodología, la forma de trabajar, de pensar y analizar las cosas y aplicarlo a lo que hago. Ya de vuelta en Santiago buscó trabajo como bioquímico, estaba en eso cuando surgió una oportunidad diferente. “Mi suegro me facilito algunas máquinas, el espacio y la buena onda. Le di para adelante, quizás aún no llego al punto de equilibrio financiero pero ya estamos cerca”. Caleb “Choike chico” es estudiante universitario y siempre le apasiono viajar en bicicleta. “Siempre me gustó hacer mis propias cosas, como bolsas y alforjas. Mientras estaba en clases, fui conociendo materiales y con unos amigos salíamos al Cajón del Maipo, la Ruta del Cóndor, Farellones y empecé a cachar que el equipamiento que tenía era muy grande. Fui viendo nuevas formas de equipamiento para la bicicleta como el FrameBag y me motivé con eso. Me conseguí una máquina de coser con una amiga y empecé a fabricarme uno”. La motivación de Caleb coincidió con la época en que Israel llegó de vuelta a Santiago.
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Me llama la atención este interés que han desarrollado por coser a máquina… Israel: mi mamá es artista plástica y siempre nos incentivó a hacer cosas con las manos, no solo hacer cosas bonitas sino que también a cocinarnos nuestra propia comida y hacer cosas utilitarias, a desarrollar el hacer uno mismo. Puedo decir que puedo hacer un mueble y cualquier cosa, siempre ha habido herramientas en mi casa y siempre se han usado. La costura una de las tantas cosas que hice, necesitaba un bolso y ahí estaba la máquina y lo hacía. De hecho otro de mis hermanos tiene una carpintería en el sur cerca de la casa de mis padres. Caleb: hice la alforja y luego un bolso que quedó decente, ahora lo veo y es una porquería, muy mal cocido pero me servía. Mis amigos del grupo de bikepacking que son bastante mayores que yo traían equipos de Estados Unidos, Alemania y así me iba nutriendo de cómo estaban hechos. Así empecé a diseñar y fabricar con Israel algo más elaborado que un triángulo cosido, con detalles. Israel venía llegando de Valdivia y tenía harto tiempo libre y mientras encontraba pega, nos dedicábamos a arruinar máquinas de coser caseras y a arreglarlas también. Nuestro primer Frame Bag se hizo con una máquina casera y acaba de llegar de un viaje por Sudáfrica. ¿Cuándo se decidieron a hacerlo más en serio? Israel: mi suegro me facilito una tienda en Santiago centro, la idea original era darle utilidad con venta de accesorios de bicicleta, hacer productos en el taller y poder venderlos ahí mismo. Con el tiempo nos fuimos dando cuenta que era mucho más difícil que eso, porque era más técnico y no podíamos seguir con una máquina casera ni hacerlo como una manualidad menor, porque eventualmente el precio que iba a obtener de esa forma era muy, muy bajo. Instalé la tienda con venta de accesorios para bicicleta y a desarrollar el taller. Ya no solo como un lugar donde hacia manualidades de venta rápida, sino con algo de bikepacking más serio y técnico, a lo que se le pudiera dar un valor agregado mucho mayor. Entonces cada día las dos cosas están más separadas. Tour Bikes -la tiendafunciona por si sola y el taller se va transformando. La Máquina Tuvieron que comprar la primera máquina industrial, ya estaban al límite. “Habíamos arruinado dos máquinas de coser a propósito del primer FrameBag que vendimos. Justo unos días antes de la fecha de entrega reventamos la máquina de coser y la otra la habíamos reventado antes. Con las dos máquinas malas, dije: ¡ya para, para, para, voy a ver cómo funciona la máquina! Agarré internet, Youtube , vi videos para inspirarme, agarré todos los destornilladores que tenía a mano y le saqué todos los tornillos, la desarmé casi completa y empecé a cachar como era la mecánica. Las máquinas no eran nuestras así que con mayor razón había que repararlas. Luego de muchas pruebas y errores finalmente llegué a la solución. La volví a armar, me sobraron un montón
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Israel y Caleb Rojas
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de tornillos que quedaron afuera, nunca supe de donde eran ja, ja, ja. La pude hacer funcionar lo suficientemente bien como para terminar el primer pedido. Después de eso dijimos ya no se puede más con estas máquinas, si queremos hacer algo en serio más allá de manualidades y cositas chicas tenemos que atrevernos. Tenía ciertos ahorros, lo último que me quedaba”, cuenta Israel. Con ese dinero compraron una máquina de coser profesional, empezaron a conocerla y a desarrollar cosas nuevas. De eso hace solo un año y ya cuentan con productos como el FrameBag, el FrameBag mini, el SeatBag que va detrás del asiento, arnés de manillar, bolsas secas selladas con alta frecuencia donde puedes llevar tu equipaje completamente protegido del agua, TTBag, entre otros. Admiten que les queda camino por recorrer. “Nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo, tenemos la ventaja que podemos hacer cosas a pedido y a medida que las grandes marcas no hacen. Si bien no somos lo bacán que son las grandes marcas nos diferenciamos en eso”, comenta Israel. Se arriesgan y les ha dado funcionado. Israel afirma, “Cada vez que nos hemos atrevido nos ha dado resultado entonces como que cada vez estamos más desinhibidos en ese sentido. Cuando tenemos un poco de plata la invertimos, con inteligencia por supuesto, poniendo las energías y el dinero en el lugar preciso y si, se devuelve, funciona. Pero hay que moverlo, hacerlo funcionar, no hay que quedarse quieto porque ahí te va a llevar la marea y te vas a quedar estancado, va a pasar el tiempo y hasta ahí van a llegar las cosas”. ¿Qué tal la experiencia de trabajar entre hermanos? Israel: Nuestra familia siempre f ue súper unida, no éramos hermanos que teníamos cada uno su pieza y sus juguetes. Mi papá cuando era joven era hippie, mi mamá no pero era artista plástica y tiene cierta visión del mundo, entonces desde chicos nos obligaban a compartir, a hacer las cosas por nosotros mismos y juntos. A disfrutar de la naturaleza. Estoy feliz de trabajar con mi hermano, es alguien en quien puedo confiar y me entiende. Queremos ser referente del bikepacking en Chile, que este concepto se asocie a Choike y queremos lograrlo a través de nuestro trabajo, participando en actividades más allá de lo comercial, organizando o siendo parte activa de eventos relacionados. Chile tiene todo para vincularse a esta disciplina, ya que cuenta con una geografía muy parecida a la que se encuentra en el noroeste de Estados Unidos y allá es donde podríamos decir que nació el bikepacking, pero nos falta algo, nos falta tener gente un poquito más aventurera, que la hay pero no es tan masivo.
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“Bikepacking es un concepto que básicamente consiste en tomar tu bicicleta, tu equipaje y salir y disfrutar de la naturaleza y pasarla bien”. Israel Rojas Nuestros productos sirven para todo tipo de bicicletas, puedes usarlo con una bicicleta de paseo hasta una bicicleta de carbono, la idea es que sea transversal. Israel cuenta la historia detrás del nombre de su marca, “Choike es una palabra en mapudungun. Es el nombre de un animal, una especie de avestruz pequeñita patagónica. No solamente es un animal sino que también es una leyenda, la que se basó en este animal y en el cazador patagónico que lo perseguía, un cazador muy orgulloso y conocido por la comunidad por su fuerza y valentía. Él se obsesionó con cazar al choike más hermoso que había corriendo por los senderos de la Patagonia. Lo persiguió, lo persiguió y lo persiguió y no pudo y en una de esas que estuvo a punto de atraparlo, el choike salió corriendo por encima de un arcoíris y se fue a desaparecer arriba en el Wenu Mapu, el cielo. En esa carrera celestial que hizo el choike dejó estampada su huella, así como también quedaron estampadas en el cielo las boleadoras que tiró el cazador. La huella del choike nosotros los occidentales la conocemos como la Cruz del Sur, las boleadoras son Las Tres Marías, que están ahí pero que no alcanzaron al choike porque obtuvo la libertad y la trascendencia. Esa es nuestra idea con Choike, que tiene que ver con trascender, con adaptarse e ir más allá y romper las fronteras”.
Choike Bags www.choikebags.cl
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portafolio
La Niebla MAURICIO VALENZUELA HURTADO
Santiago 1980/1983
Vivir en dictadura cuando uno pertenece al bando perdedor es ser un extranjero en tierra conocida. Es reconocer que te tienes que replantear tu forma de relacionarte; con la ciudad, las personas y las cosas. Mantener en secreto que tú no has cambiado. Mantener un discreto monologo interior permanente, llegar a casa, besar a tu mujer, abrazar a tu hijo. Eso son mis fotos de esos años.
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