Revista Pedalea #48

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año

05 | n º 48 | mayo 2018

Amaya Forch: “Me encanta recorrer caminos y descubrir lugares en mi bicicleta”. Pedaleando un Cuento, uniendo a los niños de Latinoamérica. Vivencial La nueva familia ciclista Lost Bicitantes están de vuelta Cauxo bolsos y accesorios hechos con cámaras recicladas

Revista mensual de circulación gratuita www.revistapedalea.com

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revistapedalea revista pedalea revista pedalea

www.revistapedalea.com

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Contenidos Publicación digital de fomento de la cultura ciclista de edición mensual. //Directora Myriam Salazar //Textos Michelle Raposo Natalia Bobadilla Claudia Arellano Doctor Bike Myriam Salazar Laboratorio de Cambio Social Colaboración especial de Lost Bicitantes //Fotografías Javiera Andrade Víctor Rojas Myriam Salazar //Portada Victor Rojas //Portafolio Alpes Escuela de Imagen y Comunicación //Diseño Aribel González //Diagramación La Máquina Editores //Ventas Victor Rojas victor.revistapedalea@gmail.com +56 9 78528444

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editorial

Lost Bicitantes

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opinión

Laboratorio de Cambio Social

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actualidad

Pedaleando un cuento

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mi primer a bici

Amaya Forch

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el taller

Nueva o Usada

portafolio

Leonora Vicuña

//Contacto contactorevistapedalea@gmail.com + 56 9 5714 3245

@revistapedalea revista pedalea revista pedalea www.revistapedalea.com

Revista Pedalea es una publicación independiente, editada por La Máquina Editores Limitada. Revista Pedalea no se responsabiliza por las opiniones de sus colaboradores. Todos los derechos reservados. Las imágenes publicadas no pueden ser reproducidas por ningún medio sin autorización.

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emprendencleta

Cauxo

v iv encial

Familia Ciclista


editorial

Lost Bicitantes: lo que botó la ola. Por Equipo Lost Bicitantes

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Nos hemos reunido luego de una ausencia de dos años, motivados por la camaradería de la bicicleta, el gusto por recorrer la ciudad en grupo, la sensación que entrega, el poder transformarla en un espacio habitado y amigable por un breve lapsus, rescatar lo olvidado, minimizado y sacado de lo establecido como patrimonio. Creemos que el patrimonio reconocido, ya está trabajado o en aras de serlo, y eso es muy bueno, pero ¿qué pasa con la memoria de los recuerdos, las personas, los oficios, la originalidad, el anonimato, la lucha y la resistencia? ¿Dónde queda ese vínculo emotivo con nuestra identidad? La ciudad y sus diversas facetas están esperando para ser descubiertas, exploradas, vivenciadas y disfrutadas, y ese espacio en medio de nuestra ciudad, entre la memoria, las personas que construyen nuestra identidad y los lugares cuyo valor es invisible en el espacio, ese es nuestro espacio, el que queremos descubrir junto a quienes nos quieran acompañar en nuestra búsqueda constante del otro Santiago; el sucio, espontáneo, desordenado e improvisado, del lado b, c, x, y e incluso z. En ésta labor que hemos querido abordar, sólo somos un canal de vínculo y comunicación, simples intérpretes en este gran musical que haremos mes a mes. Nuestra querida bicicleta es nuestro espléndido director de orquesta, fiel guía que nos lleva a buenos caminos y a los lugares indicados, a los que, por azar o destino, debemos llegar; y la ciudad nuestra prolija y compleja partitura, brillante y dinámica, mostrándose como un pavo real ante nuestros ojos, ante todos los ojos que la quieran ver. Pero para lograr esta belleza sublime solo queremos que nos acompañen en esta interpretación los realmente interesados, sabiondos de los temas, amantes de la ciudad y los terceros tiempos (¡salud!). No somos ejemplo ni pretendemos ser referencia ni lucrar con este ejercicio poco académico o doctrinario, simplemente somos nosotros, comunes mortales con intereses diferentes, con otra visión y motor, así como el Santiago que queremos mostrar: honesto, oscuro, sucio, poco correcto, es lo que hay y así, en ese espacio de memoria residual, también hay mucho Santiago y basta identidad, por algo lo queremos y vemos tanta belleza en su plenitud más oscura y olvidada. Si se quiere perder en ésta ciudad, hay buenas noticias para usted, Lost Bicitantes están vivitos y coleando. Lost Bicitantes es honesto y sin grandes fanfarrias. Lost Bicitantes regala por regalar. Lost Bicitantes no aparenta. Lost Bicitantes es lo que botó la ola. Ni siquiera Lost Bicitantes sabe por qué los han invitado a escribir en tan magna revista, pero al fin y al cabo, Lost Bicitantes ha vuelto.

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actualidad

“Pedaleando un cuento” uniendo a los niños de Latinoamérica en bicicleta.

Dos mujeres parten de Valdivia a Latinoamérica juntando su amor por los cicloviajes y la educación. La meta, más que el recorrido, es entregar más voces a los niños en localidades rurales.

Por Michelle Raposo Fotos: gentileza Javiera Andrade

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Para muchos el 1 de mayo fue un día de descanso o de conmemorar el Día del Trabajador, pero para Javiera Andrade y Maritza Burgos es el puntapié -con una cicletada en Valdivia- de “Pedaleando por un Cuento”, iniciativa que busca unir a la experiencia de vida de niños de escuelas rurales en Latinoamérica, a través de la bicicleta y la magia de los cuentos. Ese mismo día, ambas mujeres comienzan con este proyecto de cuatro años, que las tendrá recorriendo Chile y el resto de América Latina, subiendo por el Atlántico, hasta llegar a México para luego bajar por el Pacífico, uniendo por un lado su amor por el ciclo viaje, y por otro, su vocación de educadoras. El equipamiento es el mínimo -cuatro alforjas y una mochila en la parrilla- donde va la ropa mínima, carpa, sacos de dormir, cocinas, ollas, y lo más importante, 12 libros de cuentos infantiles. “La idea es en el camino ir cambiándolo con las escuelas y bibliotecas, porque si no, no van a durar los cuatro años”, cuenta Javiera.

Con ganas de más Fue en este mismo ambiente, sureño y educativo, que ambas se conocieron. “Yo había trabajado antes en cuenta cuentos y Maritza en educación ambiental, y poco a poco fuimos uniendo los puntos y se formó este proyecto en el que queremos hacer un espacio lúdico en el cual pudiésemos cantar, jugar, contar cuentos y hacer en el fondo un espacio de fomento lector”, cuenta Javiera quien también es psicóloga y estudió pedagogía Waldorf. La idea no partió, eso sí, de algo teórico, sino de un cicloviaje que hicieron por la Carretera Austral en 2017, realizando la misma actividad. “Ahí nos dimos cuenta que no era suficiente. Los profesores nos pedían más, los niños nos pedían que nos quedáramos, y también nosotras quedamos con ese gusto que se podía profundizar mucho más en la experiencia”. Fue en ese momento que surgió la idea de hacer un taller de creación literaria “en el cual los niños vayan soltando la mano, pero que también nos vayan contando en

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un cuento grupal, cómo es su pueblo y cómo se vive la ruralidad en Latinoamérica, desde la voz de los niños y desde la fantasía de ellos”. Escuchar nuevas voces Si bien pueden ser muchas las necesidades que las personas que viven en zonas rurales y apartadas tienen, algo que descubrieron Javiera y Martiza hablando con los profesores “es que se necesitan muchas más voces, porque no quieren ser la única voz para sus niños”. Es ahí donde los talleres toman su importancia. “Llevar cuentos de otros niños, que les cuenten a ellos cómo es la vida en otras partes, y a través de la bicicleta que es un medio tan alcanzable. Ya es increíble que alguien haya llegado a su pueblo en bicicleta y no en un auto o camioneta. Eso es ya romper un poco los esquemas para los niños”, cuenta Javiera. En ese sentido, “más que lo que falta, es el potencial que tiene la ruralidad. Pasó una vez que llegó una abuelita con su nieta,


que nos habían escuchado en la radio y caminaron no sé cuánto rato para simplemente encontrarse con nosotros. Hay un potencial inmenso en la ruralidad que no está siendo tomado en cuenta”, analiza la educadora.

“Por otra parte, están los mismos profesores rurales que tienen contacto entre sí, porque hacen muchas capacitaciones juntos. La idea es que si nos quedamos en una escuela en Puerto Fuy, este le avise al próximo profe y así”.

Aprovechando las redes Para recorrer toda América Latina se necesita una buena parte de logística y una base económica. “Hemos invertido mucho en material de registro, cámaras, computadores, el material de la bicicleta en sí, la ropa”.

Entre los que han creído en el proyecto está la Universidad Austral, a través en el departamento de Educación Física, que está apoyando económicamente. También se consiguieron otra donación de un GPS prestado a largo plazo. También se pueden hacer donaciones -dese los 3 mil a los 15 mil pesos u otra monto que se quiera- a través de la página web del proyecto https://www.pedaleandouncuento.org

Como dice el refrán, a veces es mejor tener amigos que tener dinero. “Hemos empezado a mover muchas redes. Hemos postulado a Fondart, luego también a auspicios de empresas outdoor, pero no nos fue muy bien y nos fuimos dando cuenta que lo mejor era mover los contactos. Mucha gente nos está apoyando y tiene una muy buena aceptación el proyecto en general”.

“La idea es disminuir al máximo los gastos. No queremos cobrarles a las escuelas. Lo que sí queremos realizar son trueques, como dormir en el lugar o alimentarnos en el lugar. Principalmente queremos hacer muchos registros y compartir todo lo que estamos haciendo para que siga generando ingresos”, concluye Javiera.

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La Ruta de la Infancia: Un impulso más para que todos puedan utilizar la bicicleta. Por Equipo Laboratorio de cambio social

Muchos hemos visto como en diferentes puntos

Lo que se tiene que tener en cuenta es la impor-

Aún se continúa luchando por parte de diversas

reparaciones y extensiones de ciclovías para

rar; la mejora de las intersecciones, señaléticas

disminución de velocidad de 60 a 50 Km/hr.

de la Región Metropolitana se están realizando conectar 6 comunas -La Granja, San Joaquín,

Macul, Ñuñoa, Providencia, Recoleta- las que se unirán en la llamada Ruta de la Infancia.

La obra es financiada por el Gobierno Regional Metropolitano (GORE) con una inversión de

$3.201.187.437. La ruta tendrá 15 kilómetros de longitud. Este proyecto busca conectar dos

lugares emblemáticos de la ciudad, en su extremo

norte, el Parque Bicentenario de la Infancia – en el Parque Metropolitano-, y en su extremo sur, el

Museo Interactivo Mirador (MIM) en el Parque Brasil, conectando asimismo una serie de otros

parques y lugares públicos de escala urbana a lo largo de estas seis comunas; Estadios Monumental y Nacional, Parque Inés de Suárez, la ciclovía

tancia que estas reparaciones tiene que conside-

y sincronización de los semáforos, para que sea utilizada tanto por adultos, niños y personas más

longevas. La idea es unir a la familia a un modo de transporte sustentable y que beneficie a la salud, como es la bicicleta. Muchas de las personas desean utilizar la bicicleta como modo de

transporte y recreación, pero no lo hacen porque

den a rutas ya existentes, como la ciclovía de Pio

Nono en el Barrio Bellavista, la que han reparado y logrado conectar con la ciclovía Mapocho

realizar zonas con calmado de tráfico, mejorar

las señaléticas, realizar talleres y educación vial

es tan importante, para que cada día se continúe fomentando el uso de la bicicleta.

gadores, sino es un trabajo más integral, donde

las personas se sientan seguras al momento de circular por esta red de ciclovías. Por este motivo es importante que los que utilizan bicicleta como

modo de transporte, hagan notar los puntos en que aún hacen falta mejoras y hacer hincapié para que estas se concreten.

42K. Un avance importante, ya que en el punto

Además, abogar que si se hacen inversiones para

entre las personas que circulaban por esa zona, la

de estas entre los más pequeños de la familia,

que fue unida se formaban muchos conflictos cuadra que pasa frente a la Facultad de Derecho

de la ciclovía bidireccional y quedó un espacio suficiente para el tránsito de los automóviles y

unas veredas con gran espacio para los peatones, libre de obstáculo.

tipo de iniciativas para tener una convivencia realmente de distintos modos de transporte en la ciudad.

de El Bosque, con el programa Rutas Bakanes

que sean cómodas y atractivas. Como también

las intersecciones son primordiales para que

de Macul. Los 4 kilómetros restantes correspon-

nuestras calles, es necesario que se aprueben este

de entender y que sus recorridos cobren sentido,

11 kilómetros del recorrido corresponden a nue-

convertirá en la primera ciclovía de alto estándar

más modos de transporte no motorizados por

El Laboratorio de Cambio Social, por su parte,

res interrupciones ni desvíos, coherentes, fáciles

No es sólo dejar una ciclovía con buenos segre-

-donde partieron las obras en octubre 2017- se

Por lo que si queremos que cada día circulen

aún falta que logren ser rutas directas, sin mayo-

Mapocho 42 K, entre otros.

vos tramos. El trayecto por Avenida Marathon

organizaciones para que el congreso apruebe la

tener una red de ciclovías que fomenten el uso

esto tiene que ir a la par con una visión de re-

ducción de velocidad de los automóviles, para así entregarles todos los elementos para que cualquier persona se pueda desplazar tranquila y en

convivencia con todos los modos de transporte motorizados y no motorizados.

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continúa trabajando en colegios de la comuna a la Escuela, donde esperamos que niños y niñas

puedan ir a la escuela caminando o en bicicle-

ta, mejorando así la seguridad integral de los trayectos. Todo esto impulsa la planificación,

desarrollo e implementación de proyectos que mejoran la seguridad, reducen el tráfico y disminuyen la contaminación en las cercanías de

las escuelas. Este programa esperamos implementarlo en otras comunas de Santiago y Chile,

dando a conocer la red de ciclovías que fomentan y apoyan el uso de la bicicleta en todas las edades

y uniendo zonas emblemáticas de las ciudades, como lo está haciendo la Ruta de la Infancia.



mi primera bici

Amaya Forch: “Me encanta recorrer caminos y descubrir lugares en mi bicicleta”

La actriz y cantante es hace algunos meses embajadora de la marca Specialized. “Es un tremendo honor y un lujo pertenecer a un grupo con tremendas mujeres que pedalean y compiten”, cuenta orgullosa.

Por Natalia Bobadilla Fotos: Victor Rojas

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Amaya Forch, a sus 46 años, cuenta que desde que tiene recuerdos de su infancia, su vida ha sido sobre dos ruedas. “No sé exactamente cuál fue mi primera bicicleta ni cuándo aprendí a andar. Solo sé que fue de muy chiquitita porque el recuerdo que tengo es que he andado en bici siempre”, dice y explica que su interés por el pedaleo se debe a que en su familia el deporte siempre ha estado presente. A esta actriz, que hoy podemos ver en pantalla en la teleserie “Wena profe” de TVN, siempre le ha gustado la libertad y la velocidad. Así sus primeras andanzas fueron haciendo bicicross. “Yo vivía en Pedro de Valdivia con Sucre. Me acuerdo que me iba en bici a unas pistas cerca de Vespucio y andaba horas de horas”, detalla. A medida que crecía, a su gusto por el ciclismo, se sumó la adrenalina. “En la adolescencia me iba todos los fines de semana con una hermana a subir el cerro San Cristóbal. En una de esas idas,

cuando tenía 12 años, venía de vuelta por Manuel Montt cuando me atropellaron y caí de cara al pavimento. No fue grave, de hecho me fui pedaleando hasta mi casa, pero llegué con toda la cara ensangrentada y mi mamá casi se muere. De ahí bajé la intensidad un poco, jajajá”, cuenta entre risas. Siempre se puede pedalear La bicicleta es hoy uno de los principales medios de transporte de Amaya. “Trato de andar lo más posible. No me molestan las distancias. Afortunadamente no me toca recorrer distancias tan extremas, así que solo basta con salir más temprano. Siempre se puede pedalear si uno se organiza bien”, dice. Por esto mismo, la actriz es consciente de las problemáticas que se viven en la calle. “Viví casi dos años en Londres. Ahí me movilizaba día y noche en bicicleta. Cuando volví a Chile, casi me morí con el poco respeto que hay a los ciclistas. Allá uno estiraba la mano al lado para avisar

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que vas a doblar y paraban todos: autos, buses, etc. Acá haces eso y te arriesgas a quedar sin brazo”, expone preocupada. -¿Crees que ha habido avances en esta materia en el último tiempo? -A pesar de que hoy hay más ciclovías, más gente andando en bici y mayor preocupación por la seguridad, creo que falta mucho en respeto y en educación vial, tanto de automovilistas y peatones. Embajadora de Specialized “Me gusta subir cerros y recorrer nuevos lugares. A donde voy, al sur, la playa o donde sea, siempre trato de llevar la bicicleta. Me encanta recorrer caminos y descubrir lugares. Se podría decir que soy una ciclista turística también”, dice Amaya. Su gusto por el pedaleo le ha traído recompensas. Así, desde hace algunos meses, es embajadora de la marca de ciclismo Specialized, quien a través de la campaña Pedalea por ti (https://pedaleaporti.com),


“Viví casi dos años en Londres. Ahí me movilizaba día y noche en bicicleta"

busca incentivar y apoyar el ciclismo femenino. “Es un tremendo honor y un lujo pertenecer a un grupo con tremendas mujeres que pedalean y compiten”, acota orgullosa. Gracias a esto, tiene la posibilidad de probar y disfrutar de bicicletas y equipamiento de primer nivel. Por lo mismo, ya tiene sus r utas y lugares favoritos para arrancarse en su tiempo libre. “Me he tirado por cerros más difíciles como La Buitrera, en La Dehesa. Pero no lo paso tan bien como me gustaría porque el descenso me da miedo. Voy pensando todo el rato en soy mamá, tengo hijos. En vez de disfrutarlo, sufro un poco, jajajá. De hecho, hace poco en Puerto Varas me caí y tengo toda una pierna machucada”, relata sobre uno de sus últimos porrazos. -¿Cuál es tu lugar favorito para ir en bici en la Región Metropolitana? -El Cerro San Cristóbal es un lugar que me encanta. Es un espacio para todos, me encanta la diversidad de gente y actividades que hay. Además tiene varios accesos. Hay otros lugares como el sector de La Buitrera, en La Dehesa, también me gusta, pero es más difícil. O el sendero El Toyo es bueno para paseos. Siempre estoy tratando de buscar nuevos lugares. -¿Tratas de traspasar tu interés por el ciclismo a tus hijos? Trato de hacerlo. Mi hija mayor (Julieta) ya tiene 12 y quiero que empiece a ir al cerro conmigo. La tengo amenazada con eso, jajajá. El más chiquitito (Alonso) tiene 5 años y va a tener su primera bicicleta en su cumpleaños. Los dos son súper deportistas y me gustaría incentivarlos con el pedaleo.

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el taller

Bici nueva versus Bici usada

Por Doctor Bike

Como sucede con muchos objetos valiosos, las bicicletas nuevas se suelen vender por un precio que supera entre un 30 y 40 por ciento al de las usadas que apenas tienen unos meses. Las fabricadas a partir de los años ochenta tienden a ser muy duraderas, e incluso algunas de los setenta o sesenta pueden ser fiables si cuentan con un buen mantenimiento. La bici nueva ofrece varios beneficios: conoces su historia, suele estar amparada por una garantía de al menos un año por

defectos de fabricación del cuadro (los componentes suelen tener un período menor de garantía por temas de uso) y prácticamente todas las tiendas del rubro ofrecen un año de revisiones gratuitas cuando la compras. Si estos beneficios merecen un aumento en el precio final o no es una decisión de cada comprador. Hoy en día es bastante habitual hacerse de una bici de segunda mano. En cualquier ciudad se pueden encontrar por diversas vías, desde tiendas de segunda mano (ta-

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lleres) o anuncios en redes sociales. Son más económicas, pero desconoces muchas cosas de ellas, como su historial de mantenimiento. Sin embargo, generalmente con una simple revisión visual podrás detectar si te están tratando de “vender la mula”. Examina con mucho cuidado el cuadro en busca de grietas o abolladuras. Dichas marcas pueden ser un indicador de un comportamiento un tanto agresivo o descuidado por parte de su anterior due-


ño. Las grandes grietas o abolladuras en el marco son, a todas luces, las que nos harán dar un paso atrás en la compra. Prueba los frenos. Antes de subirte a una bici que no conozcas, prueba los frenos: hazla rodar, sin subirte, hacia adelante y hacia atrás, y aprieta de forma sucesiva el freno delantero y el trasero; ambos deberían detenerla inmediatamente. Ten en cuenta que la prueba final de frenos deberás hacerla sobre la bici. Sal a dar una vuelta de prueba de al menos 20 minutos, sobre un terreno similar al que recorrerás habitualmente con ella, planos, cuestas, etc. Revisa si los cambios pasan suavemente y sin hacer ruidos molestos, recuerda que una de las principales características de la bicicleta es ser un vehículo silencioso. Si la bici finalmente no te da “buena espina” es mejor olvidarla de frentón. Si vas a iniciarte en el ciclismo urbano, no hay nada más importante que probar

varias bicicletas antes de tomar una decisión. Los vendedores pueden pasar mucho tiempo hablándote de las sensaciones que producen los distintos materiales y geometrías del marco, pero toda eso no dejará de ser mera habladuría sino hasta que la montes. Incluso si piensas comprarla de segunda mano, no dudes en probar unas cuantas nuevas antes. Las tiendas del rubro suelen ofrecer una amplia variedad, lo que te ayudará a decidir sobre el tamaño, materiales y el tipo (estilo de bici) que deseas. Además, puedes descubrir que merece la pena invertir un poco más en una bici nueva que invertir algo de tu valioso tiempo, buscando una buena alternativa usada pues, aunque se vea muy bien por fuera y esté funcionando correctamente, nada te asegura que así se mantendrá por un tiempo prolongado. Recuerda adquirir los complementos mínimos para un uso regular: casco, guantes, kit de herramientas y repuestos, guantes, luces, etc. Detecta las bicis robadas: Cuando te encuentres con una oferta demasiado buena

para una bici de segunda mano, piensa en que podría ser robada. Si esto no es un problema para ti, recuerda que podrías estar cometiendo crimen de receptación de artículos robados y podrían confiscártela. Revisa páginas de ventas online de productos nuevos y compáralos antes de tomar la decisión. También debes evitar a los individuos que constantemente venden bicis usadas y que explican historias poco claras sobre cómo las obtuvieron. Hay muchos vendedores legítimos que compran bicis de segunda en remates para después arreglarlas y venderlas, pero estos suelen explicar de manera muy clara su origen. Si el relato es muy raro o inconsistente, no te fíes. La gente suele crear un vínculo muy potente con sus máquinas y a menudo es capaz de reconocerlas meses más tarde, a pesar de que lleve ruedas nuevas o le hayan hecho otros cambios.


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emprendencleta

Cauxo: bolsos y accesorios hechos a partir de cámaras recicladas.

María José Abarzúa y Nicole Beltramín unieron sus habilidades como emprendedoras del rubro ciclista y crearon una marca que tiene por objetivo reutilizar cámaras de bicicletas desechadas y transformarlas en prácticos utensilios.

Por Myriam Salazar

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María José es costurera y creadora de Crespa alforjas urbanas, las que desde hace un tiempo realiza en su taller ubicado al interior de Casa Roja en el Barrio Esmeralda, espacio donde confluyen otros oficios como la mecánica de bicicletas del taller Una Velocidad. A este lugar llegó el año pasado Nicole Beltramín, audiovisualista de profesión y realizadora absoluta en Enhebra Estampa, marca que desde hace 6 años desarrolla bolsos para ciclistas, poleras con reflectantes, entre otros productos relacionados a la bicicleta. “Me defino como realizadora, me quedé con esa palabra de cuando hacía piezas audiovisuales, siempre que me toca escribir sobre lo que hago pongo realizadora en Enhebra estampa, porque hago todo”. La formación audiovisual de Nicole le ha permitido elaborar piezas gráficas para visibilizar tanto a Enhebra Estampa como también a Cauxo, “es lo que más rescato de mi carrera, me ha servido mucho para la parte de marketing, publicidad y todo

ese tipo de cosas que va necesitando el emprendimiento”. El hecho de que sus marcas personales elaboren productos similares y tengan un público objetivo similar, no fue impedimento para que se fusionaran y sacaran lo mejor de cada una para formar Cauxo, el que nace desde la más pura creatividad y la necesidad de reinventarse. “A pesar de que las dos hacemos accesorios para ciclistas no somos competencia, porque nuestros estilos son muy distintos. Nos llevamos súper bien, nos apoyamos cuando a alguna le falta material, yo le presto mi bicicleta de carga y ella me presta su bici. Nos ha hecho bien esta alianza, todo se mantiene en movimiento más fácilmente de a dos”, afirma María José. ¿Cómo nace Cauxo? -Nicole: Era hacerlo o hacerlo. -Ma. José: las dos empezamos a ocupar las cámaras aplicándolas de diferentes maneras, en mis alforjas le puse en las tapas, después hice aros. Nicole hizo correas, las que usó en sus productos y yo

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también. Luego Nicole hizo un bolso de manillar y le hicieron muchos pedidos, ahí fue cuando decidimos trabajar juntas, además considerando que tenemos un cerro de cámaras tiradas, era la mejor opción. -Nicole: ya se descubrió que este material es muy bueno para trabajar, resistente y al que hay que sacarle provecho; como a veces no tenemos capital para invertir en telas, y tenemos un montón de cámaras, desaprovecharlas sería una idiotez. Tenemos las habilidades y los conocimientos, ahora contamos con este nuevo material que hay que explotar. Casa Roja, un espacio colaborativo Casa Roja Esmeralda es un lugar donde confluyen además de Crespa y Enhebra Estampa, Una Velocidad, un reconocido taller de bicicletas desde donde Nicole y María José obtienen su materia prima: las cámaras de bicicleta. “El taller de bicicletas Una Velocidad es muy frecuentado, las cámaras de bicicletas que cambian al día son muchas”, afirma Nicole.


¿Cuál es el proceso que realizan a las cámaras para poder reutilizarlas? -Nicole: primero hay que seleccionar las cámaras, porque todas son distintas; a simple vista vemos cuales sirven. Maravillosamente hay cámaras y accesorios como los enganches y mosquetones que tienen las mismas medidas, lo que hace el material más compatible. Luego de eso hay que lavar, secar, sacar las válvulas; que también sirven para hacer otras cosas. Coser las cámaras también ha sido un desafío para Nicole y María José. “Por suerte encontramos unos pies de teflón para la máquina de coser, lo que ayuda a que la cámara no se pegue; además la aguja se pega al entrar y salir lo que daña la máquina y hay que aceitarla más seguido. Como la cámara viene con un talco se forma una pasta junto con el aceite; al principio fue complejo pero con la práctica vamos mejorando. Por esta misma dificultad queremos que Cauxo de frutos para poder postular a fondos para conseguir maquinaria adecuada”, cuenta Nicole.

A la fecha Cau xo ya cuenta con una completa línea de accesorios para ciclistas como bolsos de manillar, carteras, bolsos, tobilleras, tote bags que son unos bolsos muy lindos que hizo María José y tienen mucho trabajo, son una artesanía hecha con cámaras de bicicletas y las billeteras que han causado furor. Pronto tendremos tabaqueras, estuches y lo que el material nos permita desarrollar. Todos nuestros productos los pueden encontrar en el showroom ubicado en Esmeralda 775, Santiago centro.

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portafolio

Leonora Vicuña Fotógrafa

En los años 80, luego de regresar de Francia y de estudiar fotografía en la Escuela Foto-Arte de Santiago, comencé a salir con mi cámara por la ciudad. Nunca me propuse hacer un trabajo sobre los bares, se fue dando pues pasaba gran parte de mi tiempo en ellos, casi sin darme cuenta. Solía juntarme con buenos amigos en esos lugares porque permitían cierta tranquilidad, cierto anonimato y en ellos el peso de la realidad oprimente se disolvía, al son de las conversaciones, lograba casi desaparecer… Allí el tiempo se medía con brújulas más que relojes y bajo esas luces pálidas y esa semi oscuridad lograba sentir una intimidad pública, donde daba lo mismo si el que estaba en la mesa vecina era un sapo, un tira, o algo peor… Con el tiempo me di cuenta que tenía bastantes imágenes de bares y tugurios en varias ciudades de Chile. Y así se fue constituyendo esta serie fotográfica que continúo hasta hoy, de manera más esporádica, pero esos lugares siguen interesándome porque de algún modo, a pesar de los cambios de época y decorado, algunos al menos, conservan algo esencial de nuestra manera de ser. Leonora Vicuña Carahue, 2018

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vivencial

La nueva familia ciclista

Por Claudia Arellano

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Cada vez que se me cruza la loca idea de hacerme de un autito para poder desplazarme con mayor “facilidad” con mis ahora dos hijos por esta ciudad, sucede algún evento significativo que me recuerda que la solución no es esa, que sí es una opción más, pero eso no es la solución a mis problemas actuales de movilidad. Y entonces aparece en mi mente la siempre bien ponderada Candelaria roja, mi eterna bicicleta, esa que compré con apuro y bajo presupuesto cuando me robaron mi primera bicicleta, esa que no tiene marca (ni un made in siquiera), que es pesada como lo son todas las bicis de acero, sin cambios, con las ruedas descentradas, y un volante tan incómodo pero grande, cual perrito fiel moviendo la cola para recordarme que con una enchuladita en el taller y una sillita de bebé, igual aperra como lo ha hecho estos últimos años con Emiliano y conmigo embarazada.

Y es que el uso de la bicicleta está directamente relacionada con el ciclo de vida. Cuando se es joven, soltera(o) y sin hijos, la bicicleta es lejos el medio por excelencia para desplazarse por esta metrópoli. Sin embargo, con la llegada de un hijo, y las precauciones que se deben tener, muchos prefieren dejar la bici sólo para uso recreacional y comprarse un auto, donde puede ir con mayor comodidad a todas partes junto a un bebé, sobre todo en invierno. Y es que, haciendo un análisis de la situación entre todos los modos de transporte, en verdad son hartos los factores que te empujan a preferir el auto. Yo ya había hecho la prueba cuando nació Emiliano. Ta nto el met ro como l a m ic ro son intentos casi suicidas en hora punta si se considera que además de un nuevo pasajero debes ir con coche, bolsos, y bip en mano. Debes limitarte tanto a aque-

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llas líneas que dispongan de elevadores como a aquellos buses que tengan puertas amplias, ramplas, y sin ese incómodo torniquete donde ahora se discrimina hasta los gordos porque sólo los flacos pasan por ese estrecho torniquete. Entonces, tanto la infraestructura como las facilidades y comodidades de los modos metro y micro, te empujan a preferir otro medio, si es que tienes opción, sino la tienes, debes moverte tú y tus hijos bajo esas incómodas condiciones que reducen y limitan tu movilidad. Es entonces donde la fig u ra del ta n aspiracional auto con sillas para bebé y alzadores con híper seguridad dignas de los autos de la fórmula uno se empieza a dibujar en tu imaginario móvil y en tu presupuesto. Y es en este último punto, donde se desdibuja inmediatamente de mi imaginario.


día lluvioso y muy frío, o en horas punta. Yo había conocido el sistema en México y me había familiarizado bastante con él, por un tema de seguridad, y porque en Ciudad de México, las distancias son enormes, tanto como su ciudad y su población, por lo que lo usaba con frecuencia sobre todo en las noches, donde prefería dejar la bici en casa y usar esta alternativa. Cuando volví a Chile, el sistema ya estaba instalado y me facilitó harto el invierno con mi seg undo hijo recién nacido y Emiliano ya más grande moviéndonos de periferia a centro y viceversa. Ahhhh por fin podíamos ir cómodos, y no importaba si había tráfico porque el taxímetro no te cobraba de más.

Habían pasado 8 años desde que hice ese análisis cuando nació mi primer hijo, Emiliano, y lo resolví a sus 10 meses cuando ya afirmaba la cabeza comprándole una silla de bebé, la que va montada en la parte trasera, y así nos movilizamos durante 6 años, edad en la que su peso y talla comenzaron a ser demasiado pesado mi andar. Por lo demás a los 5 años Emiliano había aprendido a dejar las rueditas y ya montaba su propia bici. Como en ese entonces vivíamos en el corazón de Santiago, teníamos ciclovía a la puerta y era relativamente fácil y práctico movernos por nuestros destinos comunes. Ahora el escenario era un poco más complejo, se nos sumaba un nuevo participante, seguía siendo yo la única adulta res-

ponsable de llevarlos a todas partes y velar por su cuidado personal, residíamos en una comuna periférica y la cesantía para mí como jefa única de hogar me obligaba a dejar las opciones más costosas como un “autito”, porque por muy autito que fuera, usado (obvio) la cosa es que con niños el tema de la seguridad es fundamental y eso las automotoras lo saben y por cada accesorio de seguridad (air bag, frenos abs, antivuelco, sillas certificadas, seguros de accidentes, etc, etc, etc) te suben el precio a uno similar al de un auto de verdad. En un principio, el famoso sistema de taxis privados (UBER) pareció perfecto para desplazarme con dos niños a un precio moderado, considerando que lo usaba sólo en casos de urgencia como un

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Hasta que se declaró ilegal el sistema, y aunque continuó operando, ahora como dejaban de ser colectivos y pasaban a ser autos particulares piratas, debían cumplir con los accesorios dispuestos por ley para el transporte de niños, es decir, yo tenía que llevar la silla (huevito) del Tomás, y el alzador de Emiliano para cada viaje que realizaba en UBER. Y eso me resultaba sólo cuando iba de una casa a otra casa, pero no para ir al médico, a realizar trámites, u otros destinos no familiares, por lo que esa opción, que hasta el momento era la única opción para una mamá sola con dos hijos, bajo condiciones de seguridad y comodidad, comenzaba también a desdibujarse, y cuasi me obligaba a tener que endeudarme y someterme al sistema unimodal del uso único y exclusivo del auto particular, gastando casi el 50% de mis ingresos (que en ese entonces eran cercanos a cero) entre el pago del crédito automotriz, los costos fijos y de operación (combustible, mantención, patentes, permisos de circulación, seguros, etc, etc, etc). Fue entonces cuando ya en primavera invitaron a Emi a un cumpleaños, un primito que vive relativamente cerca, y decidí llevarlo en mi bici, que ahora ya no tenía la silla trasera (por apuro económico la había tenido que vender), así que el Emi se fue a la antigua no más, sentado en la parrilla afirmándose de mí. Me fui por calles interiores para evitar la avenida donde pasan puras troncales, y


como buena comuna popular, las calles interiores están en pésimas condiciones, así que por lo mismo había desechado la idea que Emi se fuera en su propia bici, la que además había cambiado por una de un aro más grande y aún no dominaba por completo, así que decidí que aún no era momento de salir autónomamente en su propia bici, menos por esas calles en que los hoyos son más grandes que el largo de su bicicleta. Fue en ese corto trayecto que Emiliano recordó los 6 años de viajes diarios desde Santiago a Huechuraba ida y vuelta, y me dice: “En verdad, es rico andar en bicicleta, como que uno se siente libre” … “no nos demoramos nada y no tuvimos que pagar, en serio en bicicleta llegamos más rápido a cua lquier parte” “ahora entiendo por qué te gusta tanto andar en bicicleta mamá, creo que lo voy a intentar yo mismo, ¿podemos empezar a practicar mañana mamá? (sic)”. Fue en ese momento, donde emocionada hasta las lágrimas, sentí que aquellos 6 años de ires y venires en nuestra “nave espacial ” predicando

con el ejemplo cotidiano el cambio de paradigma (de movilidad) y de cultura vial, siendo partícipe y activista de esta nueva clase móvil, de los que optamos por la autonomía de nuestro tiempo personal, de movilidad y de ocio, que asumimos un costo de esfuerzo físico a cambio de uno monetario, había surgido efectos. Así que al otro día partimos con la práctica, después de unos porrazos y caídas dentro de casa, logró dominar el aro 20. Pero aún faltaba algo, para salir a la calle, debíamos llevar también a su hermano, porque la constante de hogar monoparental persistía (no por elección claro está) y por tanto la movilidad debía ser siempre pensada en 3 a todas partes. Así que esa misma semana me asesoré con las mamás pedaleras más contemporáneas quienes me orientaron en los nuevos insumos del mercado cletero, y me hice de una pequeña silla delantera, a la que si bien debo hacerle mis propias mejoras (aún creo que las sillas de bicicletas para bebés no son probadas mientras ellos duermen, ni pensadas en la comodidad del bebé

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sino del conductor, algo que me gustaría mejorar) me resultó perfecta para poder tener 6 ojos atentos a mis ahora copiloto y compedal, además de estar atenta al tráfico y señales del tránsito. Así, logramos salir de a poco los tres juntos sobre dos ruedas y con nuestra propia energía a las calles cercanas ampliando cada vez más el radio. Lo malo: el pésimo estado de las calles. Lo bueno: como vivimos en barrio viejo, y acá casi todo el mundo se moviliza en bicicleta (principalmente adultos y adultos mayores, sin casco, sin chaleco y sin luces), los automovilistas que pasan por el barrio, lo hacen con precaución. Ahora ya no soy un canguro con ruedas, ahora somos 3 los que nos movemos en bici, ahora somos una familia ciclista. Aunque debo reconocer que igual se me aprieta la guata cada vez que veo pasar un auto muy cerca de mi Emiliano, pero lo mismo debe haber sentido mi mamá cuando me veía llegar con el Emi en bicicleta por plena Avenida Recoleta o calles del centro entre los buses troncales.


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