Revista Pedalea #32

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año

04 | n º 32 | enero 2017

Activemos el río Mapocho Proyecto piloto invita a la ciudadanía a recorrer el río Niñas sin miedo La bicicleta como herramienta transformadora Emprendencleta YoBke: vehículos de carga a tracción humana Premiación Cool Place to Bike Calidad de vida,comunidad y trabajo en equipo

Revista mensual de circulación gratuita www.revistapedalea.com

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Contenidos Publicación digital de fomento de la cultura ciclista, de edición mensual. //Directora Myriam Salazar //Textos Michelle Raposo Andrés Santelices María Paz Castillo Myriam Salazar Colaboración especial de Natalia Espitia //Fotografías Víctor Roja Myriam Salazar Niñas sin miedo María Paz Castillo //Portafolio 40 años, 40 fotos //Diseño Aribel González //Diagramación Jorge Navajas Ofe Green //Ventas Elena Valdebenito evaldebenito@eleniva.cl +56 9 7339 2615

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Niñas sin Miedo: la bicicleta, una herramienta transformadora

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Apertura de ciclovía en el río Mapocho

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Ariel Dujovne

YoBke

portafolio

40 años, 40 fotos

//Contacto contacto@revistapedalea.com + 56 9 5714 3245

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Revista Pedalea es una publicación independiente, editada por La Máquina Editores Limitada. Revista Pedalea no se responsabiliza por las opiniones de sus colaboradores. Todos los derechos reservados. Las imágenes publicadas no pueden ser reproducidas por ningún medio sin autorización.

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Premiación Cool Place to Bike

v iv encial

María Paz Castillo


editorial

Niñas sin Miedo: la bicicleta, una herramienta transformadora Por Natalia Espitia Directora Fundación Niñas sin miedo

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Yo era una mujer insegura, siempre me sentí menos que los demás. Eso afecto mi vida sentimental y laboral. En 2015 obtuve el puesto de directora de comunicaciones en la ONG Hábitat para la Humanidad Colombia. Esta experiencia laboral me trajo dos experiencias que cambiaron mi vida. Enfrentar mis miedos más profundos y conocer una comunidad de la que nunca me pude olvidar. Empiezo por el primero, el Miedo: Confieso que uno de mis tantos miedos era escribir y que vieran lo que escribía -porque soy muy mala redactando-, para mi desgracia parte de mis responsabilidades como directora de comunicaciones era escribir. En una ocasión tuve que entregarle una carta a mi jefe, aunque estaba advertida que si seguía escribiendo así de mal posiblemente podría perder mi puesto, tomé la decisión de hacerlo e intentar mejorar mi pésima redacción. Ese día él me dijo: “¿Esto está mal escrito, yo creo que no hicieron bien las pruebas de selección contigo Natalia, ¿No has pensado que tienes dislexia?” Me largué a llorar, luego me dijo “¿Qué es lo que tienes? Veo que todo el tiempo estás asustada. Deja de llorar y aprende a montar bicicleta” En ese momento me sentí derrotada, tal vez no era tan grave para los ojos de los demás. Empecé a identificar mis traumas y en ese ejercicio recordé que hacía 3 años había sufrido un intento de violencia sexual en una calle de Buenos Aires, ese desafortunado episodio me causó pánico frente a los hombres en la calle. También recordé que cuando tenía 12 años un vecino me acosaba. Me escondí y me volví en mi adultez una mujer con miedos. Mi padre alimento esos miedos evitando que aprendiera a montar bici, creo que pensó que lo mejor era omitir esa parte del aprendizaje de todo niño por protegerme de la calle y de sus “peligros”. Como en lo posible no me dejo vencer, seguí el consejo. A los 27 años no sabía montar en bicicleta. Estaba decidida a intentarlo. Fui con mi mamá a la Biciescuela, un colectivo de personas que enseñan gratis en Bogotá. Las dos estábamos en las mismas. Mi mamá aprendió primero. En definitiva, pedalear sin ayuda era un acto simple y grande de seguridad, como si te tomaras una pastilla que produce confianza. En una caída me lesioné. La situación se presentó para que yo desistiera, pero seguí. ¡Pude hacerlo después de mucho esfuerzo! Y no contenta con mi conquista a los 27 años, enfrenté la calle. Me lancé arriba de las dos ruedas. Me desafié. En la medida que me fui apropiando de la ciudad a bordo de la bici, mi forma de ser fue otra. Había dejado lejos a la mujer triste y temerosa. Me tenía sin cuidado que algunos transeúntes me faltaran al respeto con sus piropos o la intolerancia de los carros.

Paralelo a esa positiva transformación, conecté mi deseo de emprender. Segundo punto de inflexión en mi paso por HPH Colombia: Soacha, el lugar donde yo con mi cargo de comunicaciones en HPH Colombia recolectaba historias. Un municipio al sur de Bogotá donde el 50% de los habitantes son víctimas del conflicto armado y es catalogada zona roja por su altos índices de violencia. Este lugar me marcó y fue mi inspiración, las mujeres y niñas que conocí, muchas de ellas compartían los mismos miedos que yo y algunas también habían pasado por violencia sexual. Y fue ahí donde dije: Si la bici me empoderó a mí, ¿por qué no lo puedo hacer por ellas? Vi una oportunidad en una generación de niñas que viven en medio de la pobreza, para demostrarle a los demás que ellas son la fuerza transformadora de la sociedad. Descubrí que en Camboya hay iniciativas de niñas que van al colegio en bicicleta, para prevenir violencia sexual y para desarrollar seguridad. Recuerdo haber dicho “¡no soy la única!”; en Estados Unidos encontré Little bellas, un grupo que empodera a las mujeres a través de la bicicleta. En este punto de mi historia, se juntó todo y así nació Fundación Niñas sin Miedo. En Soacha las niñas no salen a montar bici, sus papas las protegen por que el peligro es inminente, entonces me arriesgué. Conseguí 19 bicicletas usadas, las pintamos, las arreglamos y sin mucho presupuesto empezamos a recorrer el barrio con ellas, luego les enseñamos a las niñas que no sabían montar bici y finalmente lo completamos con un programa de educación para la prevención de violencia sexual y embarazo en adolescentes. Vimos que había un total abandono a las niñas víctimas de violencia sexual, muchas de ellas no han hablado del tema y ahora apoyamos 4 casos de violencia sexual en el sector. Actualmente tenemos 30 niñas entre los 7 y los 15 años, se han vinculado 32 personas desde los 9 hasta los 70 años como voluntarios, me enorgullece contar esta historia porque el día que las vi montando bicicleta en medio de tanta pobreza, con una actitud positiva y arrasadora me di cuenta que no solo la bici tiene el poder de cambiar vidas, nosotros con poca o con mucha plata tenemos el poder de transformar realidades, emprender este proyecto me enseño que a veces a pesar que todo parezca imposible que no te sientas capaz de hacerlo uno no se puede quedar con las ganas, me enseñó a actuar y que los planes a veces son salen tan bien pero hay que arriesgarse. Siempre vale la pena si se trata de hacer cambios sociales.

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actualidad

Piloto durará 4 meses

Apertura de ciclovía en el río Mapocho abre la posibilidad de convertir el espacio en un parque Más de 4 mil ciclistas y peatones han disfrutado del corredor urbano más emblemático del Gran Santiago, el mismo que se inició hace seis años como un proyecto académico y que hoy representa un nuevo paradigma de desarrollo de ciudad.

Por Andrés Santelices Fotos Victor Rojas

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Victorino Goldberg, director Map8

Tras ocho meses desde que la Presidenta Michelle Bachelet comprometiera su apoyo en marco del V Foro Mundial de la Bicicleta realizado en Chile, finalmente el proyecto Mapocho Pedaleable se convirtió en una experiencia que estará disponible todos los días durante cuatro meses (de lunes a viernes de 7 a 20 horas y días sábado, domingo y festivos de 9 a 18 horas), tiempo que fijó el Gobierno Regional Metropolitano en su primera fase. Para el arquitecto y vocero del colectivo Muévete, Arturo Torres, esta etapa representa un importante avance si se compara con otras medidas de acción ejecutadas con anterioridad, sin embargo, es mesurado y manifiesta que es muy pronto para hablar de una triunfo ciudadano. “Hoy el Mapocho Pedaleable tiene un nivel más institucionalizado, pero todavía no es una victoria porque la meta es que se abra en forma definitiva y que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo se haga cargo del río Mapocho como espacio público y si funciona como parte de la ciudad sólo ahí podríamos hablar de éxito”, sostiene el director general del V Foro Mundial de la Bicicleta. En términos de uso del espacio por parte de ciclistas, este se incrementa de forma paulatina cada día. De acuerdo a los datos entregados por la ONG MAP8, la cual está a cargo de la organización del espacio, los viajes en bicicleta en un día hábil pueden llegar a superar los cuatro mil. “En el primer lunes de la iniciativa las personas que circularon en bicicleta fueron 4.810. De ese total en horas punta de la mañana el 90% se trasladó desde Recoleta hasta Providencia y el mismo porcentaje lo hizo a la inversa en horas de la tarde”, señala Victorino Goldberg, director de ONG MAP8. Respecto a las actividades Victorino Goldberg señala que hay panoramas pensados para distintos públicos como son clases de zumba, yoga, servicios gratuitos y stand comerciales. Durante los fines de semana se activa la Zona Vuelve a ser Niño, la Feria Friki y la Jornada Cletera.

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Cabe señalar que el proyecto ya pasó su primera prueba de fuego, al enfrentar la inesperada lluvia post navidad que cayó el lunes 26 de diciembre, hecho que obligó a la organización a cerrar el tramo durante toda la jornada. Aunque no se registraron accesos inundados, el agua ingresó a la ciclovía, principalmente en el sector de Puente Recoleta. En la oportunidad se retiraron sólo parte de las rampas, a partir del pronóstico de lluvia menor y se movieron las casetas de guardias. El fenómeno climatológico permitió recoger valiosa información, la cual contribuirá a generar un protocolo de seguridad por escrito. REFERENTE LATINOAMERICANO

Para resolver de manera rápida la falta de bicicletas, hace un par Si bien en Europa existen experiencias similares, la ciclovía en el río Mapocho posee una mística distinta debido a su génesis. Fue la Corporación Pedaleable la primera en proponer una vía para el desplazamiento para peatones y ciclistas, de ahí en más, la iniciativa logró el apoyo transversal de organizaciones de la sociedad civil para realizar cinco versiones seguidas desde 2011. Fue ese blindaje el que posibilitó consolidar la iniciativa al punto de convertirse en un ejemplo a imitar en Latinoamérica entendiendo que el proceso generó una escuela capaz de lograr incidir en la política pública desde la ciudadanía. “Es muy importante transferir ese conocimiento, desde las charlas que se han hecho hasta elaborar un manual de cómo ha sido el proceso de este proyecto, específicamente cómo

se logró ese traspaso de ideas desde personas naturales a las organizaciones sociales, las actividades implementadas, el presupuesto y cómo finalmente se consolida a partir del anuncio de la Presidenta de la República en una decisión de bien público”, señala Arturo Torres. PARQUE MAPOCHO PEDALEABLE

La iniciativa provisoria, financiada con un proyecto aprobado por el Consejo Regional ($ 160 millones) y que cuenta con respaldo ciudadano, pretende levantar datos para una obra definitiva, tarea que deberá asumir el Ministerio de Obras Públicas una vez que concluya la fase piloto. El éxito de la ciclovía de uso permanente en el Mapocho, que hoy cuenta vigilancia de Carabineros, dio la razón a expertos que ven en el sector una oportunidad para construir un gran parque. Para ello se requiere que las obras sean definitivas y no provisorias, lo cual es posible en la medida que se habiliten iluminarias y baños para los guardias, además de mejorar los accesos y la calidad del pavimento para ciclistas y peatones, siendo este último el único reclamo de los usuarios. “El río Mapocho debe ser sometido a un rediseño, que sea apropiado para el flujo de agua, pero al mismo tiempo que permita ser ocupado como un espacio público nuevo, en el fondo esta iniciativa debe ser entendida no como una ciclovía sino como un parque. Por otro lado, se requiere elaborar protocolos de evacuación bien pensando para asegurar que no existan riesgos para las personas en caso de desastres naturales”, enfatiza Arturo Torres.

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mi primera bicicleta

Ariel Dujovne: -

“Todos los días voy a dejar a mi hijo al jardín en cleta.”

Por Myriam Salazar Fotos Víctor Rojas

El creador de El Paleterío nos cuenta parte su recorrido para llegar a su mejor fórmula.

“Mango, maracuyá, piña, frambuesa, limón con arándano, naranja-plátano, frutilla-albahaca, limón con sandía”. Responde Ariel a una clienta sin repetir ni equivocarse en el galpón Chacareros de la Vega Central. “Vengo de una familia de cinco hermanos, debo ser el único que tiene y anda en bicicleta. Mis viejos se compraron alguna vez en la vida una parcela de agrado en san Bernardo, que se supone era para los fines de semana y cuando estuvo lista quedó tan bacán que decidieron ir a vivir allá. Era una parcelación donde todos los amigos vivían muy lejos, una vida bien rural, como lo que hoy es Calera de Tango. Todas las casa sin rejas, muy seguro, donde entraba a la casa de mis amigos, sacaba algo del refrigerador y después veía si había alguien” recuerda Ariel.

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En ese contexto rural la bicicleta es el medio más fundamental de transporte. “Los vecinos quedaban a distancias rápidamente pedaleables, no así caminando. Mi viejo nos mandó a hacer unas bicicletas a San Diego, nunca tuvieron ninguna falla. La mía estaba pintada como en degradé verde con negro, la de mi hermano iba del amarillo al azul. Alucinábamos con la pintura que era toda tecnológica y no tenían cambios. Después llegó la era de las bicis de montaña y mi viejo en vez de cambiarnos a una mountain bike le puso cambios a la misma bicicleta, en el colegio nos decían que eran unas “crosstan bike”, una bici cross pero con cambios”.

¿RECUERDAS TU PRIMERA BICICLETA?

Creo que previamente debe haber existido una bici con rueditas a los lados, pero mi primera bici, de lo que me acuerdo fue esa cross. Un día la bicicleta se hizo necesaria, ya éramos suficientemente grandes y mi viejo llegó con bicicletas para los 3 hermanos más grandes. La mía, la de mi hermano y una más de mina con canastito y rosada para mi hermana que era la tercera. No tuvo que ver con regalo de cumpleaños ni navidad, sino que las necesitábamos. Luego del colegio vino la universidad y la vida en Santiago, “Nunca me gustó estudiar, lo hice porque había que hacerlo. Buscándomela trabajé de garzón muchos años durante la universidad

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Ariel Dujovne

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y me di cuenta que mi inquietud iba más por ese lado. Traté de poner varios negocios que se cayeron por distintos motivos, todos relacionados con gastronomía. Quería poner un local como una juguería con sandwich naturales. Fue bien visionario porque eso lo quería hacer hace muchos años y hoy en día es un concepto que es muy común, de hecho es el segmento alimenticio que más crece es el de la alimentación saludable”. Uno de los proyectos exitosos de Ariel Dujovne fue un restorán, “El primer local que puse fue de comida india, nos iba bien pero me cansé de los horarios de trabajo, llegaba a las 12 del día y me iba a las 12 de la noche, quedé muy cansado”. La bicicleta la retomó luego de dejar el restorán e instalarse en Santiago centro. “Salí del negocio y empecé con las paletas. Me di cuenta que el helado tiene algo gastronómico pero con horarios más normales, digamos ningún heladero está a la 1 de la mañana en su local. Andar en auto en el centro es del terror, la bicicleta te permite mucha más libertad, que libertad. Velocidad porque avanzas, vas hacia alguna parte y te mueves hasta esa parte, en auto es imposible”. LA COMIDA Y LOS HELADOS

“Mi mamá cocina muy bien, cosas simples como lasaña de verduras o pollo a la cebolla increíble. No sé si es sibarita la palabra pero para nosotros cualquier reunión familiar siempre tuvo que ver con la comida. Para los cumpleaños no era “para dónde quieres ir” era “qué quieres comer” ni siquiera era el regalo lo importante, lo era la comida. Teníamos gustos súper evolucionados, a los 4 años la

comida favorita era comer ostras, que además sucedía muy poco seguido porque era caro”. Después del restorán, hizo un mal negocio y volvió a trabajar de garzón. “Conocí a un tipo que vivió en Italia como 10 años. Allá descubrió el helado, que tiene un concepto mucho más que recreacional. Se enamoró de eso. Probé sus helados de fruta y le ofrecí comercializarlos. Sentí que ahí había algo. Tenía de antes unos moldes de paleta profesionales, los helados de él eran los mejores que había probado, pero sentía que le faltaba algo relacionado con la portabilidad. Pensé en la misma forma de hacerlo pero en forma de paleta. Le conté mi idea al Álvaro, que a esas alturas ya éramos amigos, le conté mi idea de las paletas, armamos algunas fórmulas juntos. Me ayudó bastante aunque la fórmula final la hice yo. Demoré unos 4 meses haciendo ensayos diarios en la casa con un freezer, los tenia a todos comiendo helado, muchos no quedaron buenos”. Buscando un punto de venta hace dos años llegó a la Vega Central donde en un carrito vende sus helados frutales, lo que le permite visibilidad en un mercado de constante movimiento. “En esa época tenía una producción súper baja, muy casero, venía de 10 a 4, estaba un rato con mi hijo y de ahí me iba a producir hasta la 1am, todos los días. Hace un año arrendé una fábrica donde puedo producir mucho más. Trabajo mucho en auto, pero si tengo que ir a ver un cliente o hacer trámites voy en bici. Todos los días voy a dejar a mi hijo al jardín en cleta”. Su hijo es el más feliz con El Paleterío “Antes sólo comía el de frutilla ahora sólo quiere el de limón-pepino-menta-jengibre y de vez en cuando me pide un cola de tigre, jajaja".

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el taller

Alejandro Verdugo, creador de TRAFFIK: “Cada pedido lo hago como si fuera para mí” Por Andrés Santelices Ftoos Victor Rojas

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No sólo le devuelve la vida a la bicicleta sino que también las personaliza con su sello pintado a mano. Este ciclista invadido por la creatividad y pasión por el arte nos cuenta cómo logró hacer de un hobby un emprendimiento que cada vez gana más terreno.

Ser ciclista y autodidacta es una combinación que cada vez se repite más en Chile. Alejandro Verdugo es un claro ejemplo. Diseñador gráfico de profesión y pedalero por vocación, aprendió a armar, restaurar y pintar bicicletas personalizadas para quienes buscan marcar la diferencia cuando se trata de recorrer las calles en este vehículo. Hoy Traffik Bicicletas -como bautizó a su empresa- es su principal dedicación. “Pinto lo que me pidan”, dice orgulloso. Todo partió con un accidente, no vial sino artístico. “Un día mandé a pintar una bicicleta y fue todo un fracaso porque la pintaron de otro color y me echaron a perder el cuadro. Fue

ahí cuando dije ‘esta cuestión la tengo que hacer yo’. Decidí investigar cómo pintar, y al poco tiempo comencé pintando con spray hasta que logré adquirir una técnica. Así fue como me inicié en esto de las pinturas de las bicicletas”. Alejandro confiesa que al principio fue un hobby, pero conforme a los buenos resultados que obtenía con cada trabajo, decidió ir más allá. “Inicialmente pintaba para amigos, quienes poco a poco confiaron en la mano de obra. Esto fue expandiéndose gradualmente, piensa que en ese entonces nadie podía pintar su bici como uno quería porque estaba todo restringido a ciertos colores. Cuando se abrió el abanico de clientes, dije ‘bueno me lanzo con esto’”.

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RESCATE DEL OFICIO

“ME INSPIRO CON CADA TRABAJO”

Como buen oficio, la pintura a mano de bicicletas requiere de gran habilidad manual y esfuerzo físico. A eso agregarle que como trabaja a pedido, está siempre contra el tiempo. “En mi caso es bastante sacrificado porque uno no quiere delegar nada. Si bien hay períodos bajos, en general hay harta demanda, de hecho, hay veces en que he postergado la entrega. Lo normal es que en un trabajo me demore dos semanas en cada cuadro, de hecho me ocurrió una vez que tardé un mes en pintar un cuadro”, comenta Alejandro. El creador de Traffik destaca que como se trata más bien de una técnica artesanal, requiere de un arduo y minucioso trabajo. “Para dedicarse a esto hay que ser bien organizado. Hoy pintar bicicletas a mano puede resultar un oficio novedoso y estoy seguro que más adelante surgirán más personajes que se dediquen a esto de forma más profesional. Acá en mi taller es todo bien casero en comparación con otros países que utilizan más tecnología”.

Verdugo comenta que no tiene un referente al momento de crear, sino que más bien la inspiración surge con cada pedido de sus clientes. “Por lo general trato de crear, para mí es más inspirador que alguien me diga ‘te dejo acá la bici, estos son los colores que tengo, haz algo con ellos’ a que me indique “mira quiero que mi bici quede igual a esta otra’. Por lo general siempre pinto algo que nazca de mí, porque el proceso es mucho más entretenido que estar replicando”. Agrega que “soy una persona que hace su trabajo de forma súper honesta y cada pedido lo hago como si fuera para mí, pongo harta dedicación y me gustaría hacerme famoso por lo bien que hago las cosas. Confío en mi habilidad manual, por esa razón pueden venir tranquilamente a Traffik a pintar su bicicleta”.

Alejandro Verdugo, creador de Traffik

¿Y LOS PRECIOS?

Alejandro indica que en su trabajo lo más sencillo es pintar una bicicleta de un sólo color, pero que no hace cromados porque implica un proceso químico en el cual se requiere otra infraestructura. Consultado por los precios, señala que “mi trabajo más básico cuesta $ 38 mil, es decir, pintar una bicicleta de un sólo color, y por el trabajo más caro he cobrado $ 150 mil. Todos los otros valores intermedios dependen de la cantidad de gráfica, cantidades de color, si son degradados, perlados o perlados más gruesos. Todo eso se habla con el cliente y se llega a un acuerdo”.

Traffik Traffik traffik.contacto@gmail.com

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emprendencleta

YoBke: vehículos de carga a tracción humana Por Myriam Salazar

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Inspirado en las clásicas Bullit, Luis Contreras busca, reúne y ensambla piezas en su taller herrero, armando bicicletas de carga para pequeños emprendedores.

En la tranquila comuna de Chiguayante, al sur de Concepción, Luis tiene un taller de especiales bicicletas. “Soy mecánico de profesión, pero al mismo tiempo derivé en la herrería artística. Trabajo el fierro forjado español, a la antigua, con yunque, martillo y fuego”. Lu is l le v a má s de 2 0 a ños t rabaja ndo los fier ros. “ S oy autodidacta, lo primero que hice fueron unos candelabros que encontré en una revista, una señora los vio y me preguntó si los vendía y se los vendí. Después me mandaron a hacer una silla, ahí me di cuenta que me gustaba mucho. Me busqué un yunque antiguo y armé un taller con fragüe y empecé a trabajar. Ha sido un camino de mucho aprendizaje”. Chiguayante, al igual que otras ciudades, no tiene mayor avance en infraestructura vial. “Es un sector parecido a Maipú y la mayoría de la gente trabaja en Concepción, a 15 minutos en auto. Estamos muy atrasados, hay manchones de ciclovías por todos lados pero no hay conectividad”. ¿CÓMO LLEGASTE A LAS BICICLETAS?

Fue chistoso porque vine a correr la maratón de Santiago, corrí los 24K y me hice bolsa. Me dije tengo que compensar con la bicicleta, pero me la voy a armar a mi gusto. Siempre he andado en bici. Me encontré con una foto de una cargo, un tipo la había traído hace unos cuatro años atrás y le había costado un ojo de la cara.

Quería que fuera más masiva. Busqué en internet una bici de ruta o paseo y al lado de eso había una que tenía carga frontal, la pinché y se abrió un montón más. Así las descubrí. Vi que tenía potencial, me hice una y no me gustó. Sentía que la rueda era inestable. Me demoré como 15 minutos en acostumbrarme a ella. Después le puse carga, subí a mi hijo y ahí me enamoré”. Sólo mirando imágenes Luis avanzó en la fabricación del modelo. “Tengo la habilidad de sacar de una foto la estructura. Las medidas de las bicicletas son casi todas iguales, lo único que tuve que hacer fue sacar la medida hacia adelante. Fue prueba y error. La primera que hice me quedó alta, así que tuve que bajarla un poco. Cuando vi las Bullit, las encontré increíbles. La historia del tipo de Bullit también es fascinante, él quiso reinventar la bicicleta de carga pero con prestaciones de bicicleta de carrera, entonces hizo una bicicleta muy liviana con complementos de alta gama, con eso logró que la gente se enamorara de esa bicicleta, eso me gustó, pero encontré que era muy cara”. Para armar cada bicicleta es clave su habilidad como artesano. “Reciclo la parte trasera de bicicletas, busco las que estén de baja pero con buenos marcos. Las acondiciono para frenos de disco. La parte de adelante son perfiles de 1,5 milímetros de espesor para mantener un peso liviano de la bicicleta. Todo lo hago en el taller, me demoro alrededor de ocho días en armar una bicicleta, además tengo servicio de pintura”.

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La bicicleta en frenos de patín cuesta $590.000 y en freno de disco $690.000. Hay dos modelos, el tributo Bullit y la estilo Yanqui que es el modelo americano con fierros más delgados.

@yobke

YoBke Bicicletas de Carga Luis Contreras

EL FMB5

Cuando el modelo tributo a Bullit estuvo listo, Luis recibió una importante invitación. “ Los organizadores del 5° Foro Mundial de la Bicicleta me invitaron, le dije a mi esposa ¿Cómo me la llevo?. Llegué al terminal y dije esta bici me la llevo a Santiago, tuvimos que sacarle una rueda para meterla en el bus. Llegué a las 6:30 de la mañana, pedalee hasta Plaza Italia, ahí me junté con otros pedaleros de bicicletas cargo y nos fuimos juntos hasta Maipú, fue un pique de antología. No había dormido nada y tenía que dar una charla para presentar mi emprendimiento. Me paré adelante y con la energía que me quedaba, saludé y les dije: todos han hablado de bicicletas y la alterativa de la bici cargo pero nadie la ha probado, los invito a probarla. Esa fue mi intervención”.

A la fecha YoBke ha fabricado doce bicicletas. “Algunas modelo americano y siempre de carga frontal. Todas las bicicletas que he hecho han sido para emprendedores. Luego de mi participación en el Foro me empezaron a llamar. El primero fue un chico que hacía delivery. Vivía en un piso 7 y tuvimos que pararla en el ascensor para poder subirla”. Cada bicicleta la entregan personalmente y con una asesoría. “Me gusta conocer al emprendedor y para qué va a ocupar la bicicleta, hay varios dueños de talleres ciclistas que la usan para hacer las compras de materiales”. Las cargo YoBke tienen capacidad máxima de 120 kilos. “Cada bicicleta pesa 27 kilos, los que no se sienten porque el andar es muy suave. La idea es acercarla al emprendimiento. Mi fuerte siendo la herrería, pero hacer bicicletas es muy entretenido”.

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Premiación Cool Place to Bike: calidad de vida, comunidad y trabajo en equipo Por Michelle Raposo Foto Víctor Rojas

Los tres primeros lugares en la categoría corporaciones fueron para Banco de Chile, Enap y WOM.

Fue el día más caluroso en 101 años, pero más allá de los 37,3º registrados en Santiago, el calor que se vivió en la premiación de Cool Place to Bike estuvo relacionada con el entusiasmo de los participantes quienes fueron a recibir sus reconocimientos por la gran final del año, desarrollada durante noviembre, en la que se batieron todos los récords de las versiones anteriores: número de participantes, kilómetros recorridos y emisiones de CO2 entre otros. Para tener una idea, estas cifras fueron equivalentes a plantar 15 mil árboles en la Patagonia.

El apoyo constante del banco durante el mes de competencia fue una de las claves para coronarse como campeones, agrega: “tuvimos un trabajo de comunicación interna súper potente a nivel motivacional para que a la gente no se le olvidara en lo que estábamos. También entregábamos los ránkings semanales y hacíamos premiaciones para que la gente se fuera motivando”.

Además de los participantes, la ceremonia contó con la presencia de representantes de la Subsecretaría de Transporte y del Subsecretario de Medio Ambiente, Marcelo Mena, quien dijo en la ocasión “que no podemos seguir un camino de transporte con el automóvil como centro, porque eso no va a ser bueno para nadie, por el ruido, la contaminación, congestión y la calidad de vida de las personas. Por lo tanto es fundamental que sigamos avanzando en el fomento del uso de la bicicleta”. FLAMANTES GANADORES

Uno de los equipos que hicieron su estreno con el pie derecho fue el Banco de Chile, ganadores de la categoría Corporaciones. “Es la primera vez que participamos y tuvimos un poco de miedo al principio porque el desafío era importante”, cuenta Manuela Haley, jefa de proyectos senior de la institución. Sin embargo, agrega, “ fue un éxito a nivel de la comunidad del banco y estamos súper motivados, así que esperamos seguir participando y seguir ganando”.

Esto generó mucha colaboración entre los trabajadores. “Dentro de los equipos habían muchos que no se conocían y se armaron en pos del deporte. El incentivo que promovimos no fue tanto los premios o los regalos, sino más bien el sentido de ser parte de la iniciativa y lo que aporta en calidad de vida, comunidad y trabajo de equipo”, explica Diego Silva, jefe de deporte, cultura y recreación del Banco de Chile. Otro de las empresas ganadoras dentro de esta categoría fue WOM, quienes se quedaron con el tercer lugar. Para Daniela Arancibia, prevencionista de riesgo de la empresa, y que se mueve de su casa al trabajo en bici, “la iniciativa es súper buena; Santiago está súper colapsado con el tema de los vehículos y la gente anda también bastante estresada. Hemos tenido hartos accidentes con la gente que choca en sus vehículos y hoy la tendencia de accidentes en bicicleta es súper baja, entonces también estamos motivando bastante en el trabajo para que la gente use la bici. Además es un medio bastante bueno porque a uno le cambia la vida, para la gente que busca motivación o quiere subir el ánimo, salir a pedalear te despeja y además es súper rico”.

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40 años, 40 fotos Exposición fotográfica

Esta muestra corresponde a una recopilación de imágenes de corte periodístico de alumnos y ex alumnos de ALPES Escuela de Imagen y Comunicación, representantes de las cuatro generaciones hasta hoy recorridas en la tarea de enseñar la imagen, las comunicaciones y las artes. Rodrigo Arangua, Orlando Barría, Leandro Chávez, Fabián España, Jonathan Faus, Felipe Guarda, Patricio Muñoz, Jaime Puebla, Mario Ruiz, Víctor Ruiz, Erika Santelices y Nicolás Valdebenito, son los autores de la muestra y a la vez fieles representantes de una profunda tradición y de la identidad más marcada de esta escuela, el fotoperiodismo, como claro ejemplo de una formación integral que ha entregado herramientas técnicas para el desarrollo profesional de la mano con una valiosa visión crítica y de fuerte contenido social. Más de 40 años formando profesionales con estos valores nos permiten decir hoy que parte importante de la historia visual de este país y algunos otros ha sido escrita por reporteros de nuestra escuela. 40 años, 40 fotos es el resultado de una convocatoria donde acudieron autores de los años ´80 y 2010, algunos aún en formación y otros con largas carreras e importantes galardones quienes hoy entregan a su escuela este valioso regalo con el que celebramos una larga historia llena de alegrías, imágenes del recuerdo y referencias para el futuro.

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01. Fabián España 02. Jaime Puebla 03. Leandro Chavez 04. Jonathan Faus 05. Victor Ruiz 06. Erica Santelices

07. Rodrigo Arangua 08. Mario Ruiz 09. Orlando Barria 10. Felipe Guarda 11. Nicolas Valdebenito 12. Patricio Muñoz

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La mitad del cuerpo inoxidable y se pudo Por María Paz Castillo

Me siento como la escena final de película de Bolly wood: siendo la peor de la clase, llena de dificultades físicas y con todo en contra (o sea menos que eso, la llena de fierros, la que cuando cambia el tiempo sólo quiere dormir con tramadol a la vena o la que hasta hace un tiempo ni cama tenía para dormir) y llegando a una meta y ganando, las graderías atestadas de gente gritando y bailando, el sonido de sus voces en una gran mezcla de euforia, sonidos, emoción. ¿Cachai lo que significa esa sensación de ganarte a ti misma? ¿Cachai lo que significa aprender a caminar unas 3 veces y de pronto estar bajando por esas sinuosas carreteras a pura pierna y pedal?. A los 32 años, con un mapa de cicatrices interesante, con un cuerpo que pucha que me ha jugado momentos terribles. Ahí estaba: no sólo llegando a Lo Vásquez, sino llegando hasta Valpo, viendo el mar como cualquier hijo (ciclista) de vecino y no sólo eso: siguiendo todo el fin de semana el pedaleo. Sin frenos hidráulicos ni cambios lujuriosos. Sin una vida de deportista. Sin luces más que un par de las típicas de silicona, una de dos lucas de la ferretería de los chinos y otra comprada al Dr. Bike. Sin más equipo que la misma tenida que compré para ir a las terapias hace año y medio (Porque obvio, nunca he tenido ropa deportiva y me carga), un polerón común del persa de Los Morros y un cortavientos que me pillé en la (RIP) feria del Parque Forestal. Con un bolsito que me compré para no tener los documentos en una bolsa plástica. Todo lo demás era yo, mis miles de ganas de tirar la bicicleta lejos y que me viniera a rescatar un helicóptero, mi cabeza amarilla que a veces me decía que era una locura, que en una de esas la había cagado, que era mucho esfuerzo. Y también mis ganas de llegar y probarme a mi misma que puedo.

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María Paz Castillo

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Sensación corporal No tener poto ni vagina o una sola masa amorfa, inentendible e inseparable, es la sensación que tengo luego de cuentas más, cuentas menos pedalear en total 176 kilómetros entre mi ida a Lo Vásquez y los mini viajes del mismo fin de semana (Santiago-Lo Vásquez, Lo Vásquez - Valparaíso, Valparaíso - Viña, Valparaíso Con Con - Valparaíso, terminal-casa). No es sexy que lo diga así ni menos imaginarlo, pero es lo más parecido que tengo en sensación corporal y lo más cerca que he estado de una proeza deportiva. Hoy unos días después no me duele nada, no me morí, sólo que la próxima vez pensaré seriamente, en las calzas con relleno, aunque sean tan ridículas. Acabo de entender, por qué son necesarias. Desde sexto básico no hice más educación física porque tenía una desviación a la columna que tuvieron que operar, instalando un arsenal de fierros muy parecidos a un ferrocarril. O sea que si antes me daba lata hacer ejercicios, luego de la operación me dio más lata, al final no hice nunca más la asignatura. Flojonaza salí para hacer algún otro tipo de deporte más que bailar desenfrenadamente o caminar por las calles de donde vivía, yendo de visita o inventando algún proyecto. Por lo tanto, en mi época escolar, me dediqué hasta cuarto medio a hacer carpetas en la biblioteca de temas salubres (y aburridos) en vez de hacer sentadillas o la rueda y hoy encuentro mi suerte de venganza: hacer una marca cuantificable de lo que puedo llegar a rendir. Siento que estoy hablando en un idioma que estaba vetado para las de mi clase (kilómetros, tiempos, músculos). Un aspecto absolutamente nuevo de mi persona. Reitero: otro idioma. A eso le podemos sumar que el año pasado tuve un accidente que incluyó que me operaron pierna y la clavícula izquierda, ósea más fierros, postramiento, aprender a caminar, subir escaleras o

bailarme una salsa de nuevo 6 meses después. Y en menos de un año estoy ahí, con mi bicicleta sin cambios y a contrapedal, la más bonita dirían los expertos, mirando a las gaviotas sintiendo el airecito marino. Mirando ese panorama, me siento la raja, súper poderosa, siento que podría hacer cualquiera de esos proyectos alocados que transmito como productora de mega festivales de música, madre de 12 hijos adoptivos, publicar cientos de libros. Comerme al mundo, porque ya me comí todos esos kilómetros ¿Cuánto hay de distancia entre esta proeza y las siguientes? Pedalear también resulta una forma de pensar y pensé mucho. En el camino pensé tanto, silbé, canté, lloré, me reí, me sentí súper poderosa y sentí que me iba a morir, como también sentí que la vida era tan hermosa y cursi, como los atardeceres con las gaviotas, como de tarjeta Village que ya no existen. Me comí el mejor Barros Luco que una se pueda comer en Curacaví, con un pan amasado digno de ser representante de los mejores panes del mundo y un shop de los que no tomo nunca porque no me gusta la cerveza, para calmar la sed, como era justo y necesario. Me sentí drogada en una suerte de sicodelia enfermiza en los túneles, con esa voz inentendible (Qué alguien me diga antes de morir qué dicen, por favor), las luces, la gente. Pensé también en la gente que en verdad por devoción va a ver a la virgen y me dio pena porque tuvieran que pasar obligatoriamente por una feria kilométrica , sin opción. Pensé en las personas que amo, en las personas que quiero lejos de mi vida, pensé en mi futuro laboral, pensé en los lugares que quiero visitar, pensé en cómo hacerla. Pensé, aclaré, ordené por colores los demonios, como suele suceder en los viajes. Que se acabe el mundo, que no me pase nada más interesante, total, yo ya tengo una de las mejores historias para contarle a mis nietos, cuando estemos bajo algún parrón en la sobremesa.

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