Revista Rascacielos 6|19 (10 de febrero, 2019)

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Domingo 10 de febrero de 2019. La Paz, Bolivia. Año 2.

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Raíles

de nube y ayer

Sumaq Urqu sagrado | Déjà vu | Retrato de una infancia desde la Alameda Los hijos de Pariacaca | Desamor online | Luis Ramiro Beltrán| Días de cine


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domingo 10 de febrero de 2019. Año 2

Nostalgia sobre rieles DISEÑO DE PORTADA: Valentina Vilaseca, estu-

diante de la carrera de Diseño Gráfico y Comunicación Visual de la UCB.

Rascacielos y la carrera de Diseño Gráfico y Comunicación Visual de la Universidad Católica Boliviana se unen para el diseño de las portadas de esta revista. Coordinador: Sergio Vega Camacho. Estudiantes en pasantía: Adolfo Alba, Manuel Apaza, Laura Barahona, Osmar Oña, Fujiko Urdininea y Valentina Vilaseca.

Editora: Cecilia Lanza Lobo. Asistente de edición: Adriana de la Rocha. Coordinadora: Claudia Daza. Redes: Fabiola Gutiérrez e Isabel Navia. Diseño editorial: Edmundo Morales. Fotografía: Cecilia Fernández, Víctor Gutiérrez, Freddy Barra-

gán, Sara Aliaga y Agencias. Publicidad revista Rascacielos: Alejandra Mejía.

Teléfonos: (591) 2-2611746 - 76795038

Directora: Isabel Mercado Heredia. Subdirectora: Mery Vaca Villa. Jefe de Redacción: Alcides Flores Moncada. Jefe de Informaciones: Juan Carlos Véliz Morejón.

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O SÉ SI ALGUNA vez lo hicieron, digo, si viajaron en tren, ferrobús o buscarril. Si no, háganlo. Porque ese viaje tiene, en este país, el encanto de la precariedad, y esa es quizás la razón por la que más parece un viaje por el tiempo. Porque nuestros trenes inevitablemente evocan las épocas del auge minero, cuando los grandes capitales de la maquinaria mundial construyeron aquellas rieles como venas de hierro para el drenaje de la riqueza de los cerros de Potosí, pasando por Oruro, rumbo a los puertos chilenos camino a Europa. Si los nuestros fuesen aquellos modernos y veloces trenes europeos, probablemente sería también un viaje por el tiempo, pero hacia el futuro. Este de aquí, el de los trenes precarios, es todavía un viaje hacia el pasado. Eso hace Pablo Cerezal, escritor español que pasó algún tiempo en Bolivia, cuando relata un viaje en buscarril entre Sucre y Potosí. Y aunque Cerezal conoce el país, su mirada es la mirada ajena necesaria que reconstruye aquello que nosotros, de tanto vivir, ya no vemos. Viaja, además, en un buscarril: una vagoneta Volkswagen adaptada, como es común sobre las rieles de este país –una vez viajé yo en una “peta” igualmente adaptada–, que añade a este número de Rascacielos cierta nostalgia por aquellos espacios pequeños donde la gente se encuentra, se mira, se toca y conversa, aunque sea con la mirada. En esta revista vamos a recuperar los lugares de encuentro. Encuentros también con lo más básico de nuestra esencia que es la naturaleza, nuestra casa, y sus habitantes, nuestros parientes biológicos. Lo hicimos con Zona Verde, el número pasado. Y hoy inauguramos también Vicios, ese lugar de encuentro con nuestras zonas más oscuras. Pues si algo tenemos en común todas las culturas del mundo, es la tentación y el deseo, dice Sayuri Loza. Bienvenidos a este segundo año de Rascacielos. Cecilia Lanza Lobo

Presidente del Directorio: Raúl Garáfulic L. Vicepresidente Ejecutivo: Carlos Saravia. D. Gerente Comercial: Nadia Diab Linale. Distribución: Marco Téllez. Distribución nacional: Douglas Azurduy. Impresión: Papel Principal S.A.

Compañía Editora Luna Llena S.A. Nº de Depósito Legal: 4-3-25-10 Dirección: Achumani, Calle 9 N°6, La Paz. Teléfonos: Central: (591) 2-2611700; Comercial: (591) 2-2611731 - 2611707 - 2611709. Suscripciones: (591) 2-2611734. Web: www.paginasiete.bo - La Paz, Bolivia

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domingo 10 de febrero de 2019. Año 2.

PABLO CEREZAL (España) fue asesor de guión y coguionista en varios documentales. Escritor de varios géneros, participa en numerosas antologías literarias y colabora en diversos medios periodísticos.

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IDENTIKIT / El Valen y la Laurita / Sergio Antezana

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CARTA A UN FÉNIX / El gesto de Alondra / Mabel Franco

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AGENDA LaEscobaEsCultural / Claudia Daza

10 ARTES / Sumaq Urqu sagrado /

Juan Fabbri

12 MÚSICA / Déjà vu / Pablo Cingolani 14 CRONIQUITA / Retrato de una

infancia desde la Alameda / Marcia Mendieta Estenssoro

16 CRÓNICA / Raíles de nube y ayer /

Pablo Cerezal

25 VICIOS / Los hijos de Pariacaca /

Sayuri Loza

29 REDES / Desamor online /

Valeria Salinas Maceda

30 RETR ATO / Luis Ramiro Beltrán /

Alfonso Gumucio Dagron

32 DÍAS DE CINE / Premios de Cine de la

Academia Británica / Isabel Navia

34 CÓMIC / Apocalicia / CTX

SAYURI LOZA es bachellor of arts en Historia del Arte y Cultura Asiática, directora del Archivo de la Memoria Histórica de RTP, investigadora, intérprete de varios idiomas, diseñadora de moda, bailarina de danza árabe, fangirl de Sandor Clegane. ALFONSO GUMUCIO DAGRON es escritor, cineasta, periodista y fotógrafo. Trabajó en Europa, África, Asia, América Latina y el Caribe. Autor de innumerables libros de poesía, narrativa, testimonio y estudios sobre literatura, cine y comunicación. PABLO CINGOLANI (Argentina-Bolivia) es escritor y periodista. Sus primeras publicaciones en Bolivia fueron ensayos y crónicas periodísticas en Presencia Literaria, la revista cultural del periódico Hoy y el semanario Criterio. JUAN FABBRI es artista, investigador, antropólogo visual y curador. Colabora en revistas de Chile y Ecuador. Le interesan los cruces, vínculos y tensiones entre la antropología y el arte contemporáneo. MABEL FRANCO es periodista cultural y actual jefa de la Unidad de Espacios Escénicos Municipales de La Paz. Estudió en el colegio Lourdes, en la Universidad Católica y toma lecciones a diario, sobre todo en salas teatrales. MARCIA MENDIETA ESTENSSORO es poeta, narradora y comunicadora. Ha participado en festivales de poesía realizados en Santa Cruz, Argentina y México. Es alumna del MFA en Escritura Creativa en Español de la New York University.

* Rascacielos abre este espacio a la buena crónica, perfil, historieta, diario de viajes, testimonio, fotografía, fotoreportaje y otros vicios. Pueden enviar sus aportes a: rascacielosrevista@gmail.com. Las publicaciones estarán sujetas al criterio del comité editorial que se comunicará con la autora o autor.

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VALERIA SALINAS es economista, estudiante de doctorado en investigación de la Economía de la Cultura. Disfruta de la escritura y lectura creativas.

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Texto Sergio Antezana / Foto Carlos Fiengo

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El Valen y la Laurita

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n la esquina de la Genaro Sanjinés y Sucre se encuentran el Valen y la Laurita, inventores de la salchicarne, una salchipapa a la que se le añade carne de lomo picada. Esta innovación les ha valido la invitación de más de un programa de tele, y ha sido copiada por varios carritos de comida rápida paceña, aunque la original –y la mejor– estará siempre en esta esquina. Mientras la Laurita es callada, el Valentín es un personaje que te

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habla de todo y hasta sabe los apodos de los comensales asiduos. Durante el conflicto de la basura, pusieron un aviso a sus caseros de la zona pidiéndoles que traigan tuppers para sus pedidos “para llevar” y así no entregar tanto plástico y generar menos basura. Sazón y sentido común. La siguiente vez que usted vaya al “Muni” (teatro Municipal), aproveche para comerse una salchicarne. ¿Cómo reconocerlos? Fácil, es el único carrito con una larga cola de gente esperando su turno.

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CARTA A UN FÉNIX Mabel Franco

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o es frecuente encontrar a alguien con, digamos, un aura teatral. Como espectador, hay que ver mucho, comparar y entonces constatar que gente como Mariela Salaverry –cabe recordar este nombre– puede abrirte puertas, justamente aquellas que se espera que una obra de teatro te abra por la proximidad con el actor/actriz y el juego al que convoca: evocar e imaginar. Mariela Salaverry, luego de trabajar en La Paz, se ha ido a Buenos Aires (Argentina) hace como dos años para buscar más. Por lo pronto, se ha encontrado con Gonzalo Villareal, teatrista, y Juan Manuel Gacio, músico. Los tres forman el grupo Maracaracol Teatro que acaba de estrenar, en el Teatro de Cámara de La Paz, su primera obra de creación colectiva: Constelación de Alondra. Es una obra en curso sobre la memoria y el olvido. Una obra que acude, por la estética del grupo, a la presencia del músico en la escena y al uso de máscaras; para el caso, del ch’uta paceño y del abuelo de la zona de Chiquitos, como formas que van adquiriendo significados distintos a los tradicionales en el contexto de un relato que –y esto me interesa más que nada de Constelación de Alondra– hace gala del gesto, ese elemento de infinitas posibilidades que se pone en juego en el teatro para darle dimensiones al verbo. Alondra, el personaje que interpreta Salaverry, es una mujer anciana que pugna por recuperar una memoria cuya disolución la angustia y contra la cual lucha. Los fragmentos que recupera, de una DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

juventud lejana, son sinónimo para ella de amistad, de libertad y de la posibilidad de soñar aún imposibles. Que el espectador no intente comprender, sino sentir lo que pasa por el alma de Alondra, tal la clave de esta obra y tal el mérito de sus intérpretes para conseguirlo con el dominio del ya mencionado gesto. El paso desde una mesa de té con la vajilla antigua visible, hasta un campo abierto con estrellas que se caen y que hay que imaginar; el caminar de la anciana que da paso a la carrera loca de la joven y que termina en el borde de un espacio ante el que sólo cabe volar. Un gato –Villareal con máscara de ch’uta– y una memoria que se materializa en un silencioso personaje –Villareal con máscara de anciano–. Todo es creíble, todo existe, porque hay códigos sutiles que se dibujan con objetos materiales e imaginarios, dominio de la columna vertebral, de energías contenidas y liberadas, de una mano agitada con la mirada puesta en lontananza, del volumen de la voz que siendo un susurro da idea de grito a la distancia. Todo un repertorio. Alondra dice, en cierto momento, que las constelaciones no existen sino cuando alguien las define. Antes son sólo estrellas sin orden alguno. Tal cual pasa con la memoria, descubrimos con ella. Y tal cual puede ocurrir en un escenario cuando lo habitan quienes saben cómo, sutilmente, unir una estrella con otra para convencernos de que algo intenso, como una vida, ha pasado en una hora de complicidad teatral. www.paginasiete.bo

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FOTO SERGIO ALAVI

El gesto de Alondra


A G E N D A LA ESCOBA esCULTURAL Claudia Daza

El freestyle de los estidos

L PEPINO pandillero anda suelto en las calles. Ya salió de su tumba y anda amenazando con lanzarnos confite y mixtura. Ante tanto color, queda la resignación de los convites, prepararse para comadrear y compadrear; pero también para hacernos fiestas personales en los teatros y los boliches donde reina lo alternativo. Y nada más alternativo que el ra p freestyle. La recta final a nivel nacional se llevará a cabo en el cine 6 de Agosto este sábado 16. Allí se buscará al representante boliviano para el certamen internacional en Puno, donde se dan cita los más grandes exponentes de esta disciplina musical. Una obra a la que quiero ir es El amor se ha estido con Graciela Tamayo y Eric Calancha que se presentará en el Teatro de Cámara. Quiero verla porque es una obra basada en el cuento El misterio del estido, de Willy Camacho. Me informan que el amor fallido es el tema de esta puesta en escena con tono de comedia. En cuanto a talleres interesantes, tenemos el que impartirá el pianista Diego Ballón. A desempolvar pianos y

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FOTO ALOA DA SILVA

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TEATRO El amor se ha estido / LA PAZ / 10 de febrero / 19:30 / Teatro de Cámara / c. Genaro Sanjinés. teclados, entonces, que del 11 al 13 de febrero compartirá herramientas para composición e improvisación musical en piano y teclado moderno. Promete ser un encuentro cercano donde se podrá apreciar los conocimientos de un gran representante de la escena nacional. La cita es en Quipa meeting, ese lugar que está apostando por los talleres musicales. Y para dejarse llevar completamente por la música, tenemos el Mestijazz en la calle Jaén. Estará la propuesta del experimentado trío paceño Jáuregui-Zelaya-

Pérez trío con estándares de jazz, jazz fusión y bossa nova. Como para reventarnos de bohemia pura. El 15 de febrero es la fecha de la invitación. Como ven, es una semana como para dedicarse a vivir freestyle, improvisando todo el tiempo, tener una cita amorosa con algún pepino y enredarse con algún estido, volviendo a caer en la música. Linda semana, como para esperar el carnaval siempre, como para adornarnos la vida a plan de escenarios, como para olvidarnos de todas nuestras penas. DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


OTROS ANTOJOS ORURO

R AP Final de Freestyle / LA PAZ / 16 de febrero / 19:30 / Cine 6 de Agosto / av. 6 de Agosto.

InEDITADAS / 15 de febrero / 19:30 / Latitud / c. Rodríguez entre 6 de Agosto y Potosí. Christian Benítez, del dúo Negro y Blanco, vuelve a la ciudad de Oruro para presentar su disco de solista InEditadas Vol 1. Se trata de un material grabado en directo y como solista. SANTA CRUZ

LA PAZ CLUB DE LECTURA NEXOS analiza CIEN AÑOS DE SOLEDAD / 16 de febrero / 16:00 / Café La Terraza / c. Federico Suazo N° 1553. Toca leer a Gabriel García Márquez. El grupo Nexos Bolivia invita a todos los seguidores y amantes del realismo mágico colombiano y latinoamericano.

PARA VIAJEROS Hay que viajar, hay que irse lejos o cerca, en bus o en avión, en lo que el cuerpo y el bolsillo aguanten, pero hay que lanzarse para ver qué nos tiene el mundo. Millones de artistas nos esperan fuera de casa y hay que aprovechar mientras se pueda. Hay cada cosa... y aquí la compartimos. BUENOS AIRES

TALLER Composición e improvisación musical para piano por Diego Ballón / LA PAZ / Del 11 al 13 de febrero / 19:00 / Quipa meeting / c. Mercado entre Loayza y Colón, ed. Ballivián piso 13 of. 10.

JAZZ Mestijazz con Jáuregui-Zelaya-Pérez trío / LA PAZ / 15 de febrero / 19:00 / Café Mestizo / c. Jaén esq. Sucre. DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

LIZZET AGUILERA especial de Mercedes Sosa / 16 de febrero / 21:30 / Meraki / c. Ballivián N° 159. Lizzet Aguilera se declara amante del folklore latinoamericano y ha preparado un compendio de los éxitos más memorables de la cantante argentina Mercedes Sosa. SUCRE

LIVERPOOL en concierto / 16 de febrero / 22:30 / Klasicos Lounge / c. Dalence N° 39. El mejor tributo a Los Beatles en Bolivia llega a Sucre con esa energía peculiar que tiene Liverpool. Una noche de sorpresas y regalos.

Pablo Milanés en Argentina / 5 de abril / 21:00 / Teatro Coliseo / Marcelo T. de Alvear 1125. El cantautor cubano regresa a la Argentina en el marco de su gira llamada Esencia. Hará un repaso de sus grandes canciones. LONDRES Más de 200 bocetos de Da Vinci / del 24 de mayo al 13 de octubre / Queen’s Gallery / Buckingham Palace. Europa se viste de gala porque conmemora el quinto centenario de la muerte del pintor italiano Leonardo da Vinci. Durante todo el año se llevarán a cabo exposiciones en varios países. La exhibición, en Londres, contará con ejemplos de piezas realizadas por el pintor mediante técnicas como pluma y tinta, tizas rojas y negras, acuarela y punta de metal. Será la primera ocasión en la que muchos de estos bocetos salgan a la luz. www.paginasiete.bo

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ARTES Juan Fabbri

Sumaq Urqu sagrado

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Celebrar con mixtura al Cerro Rico de Potosí. Fundir mixtura y cerro. Un cerro de mixtura.

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L ARTISTA contemporáneo Ma x imil iano Siñani, en su afán por investigar la materia y los significados en torno a la mixtura 2 y Potosí, se interesa en el Sumaq Urqu. El cerro como metáfora para hablar de la extracción colonial de los

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recursos naturales, la explotación de la Pachamama y, también, de sus habitantes, generando muerte y sufrimiento. La explotación de la plata del Cerro Rico de Potosí se encuentra íntimamente relacionada a la generación de plusvalía que fue acumulada y d isfr utada en Europa. En el período colonial, la mita generó riqueza basada en la mano de obra

indígena de América. Siñani, consciente del argumento sobre explotación y colonización, nos invita, sin embargo, a una nueva lectura a partir de la relación del cerro con la mixtura. La mixtura es un elemento fundamental en las fiestas y celebraciones indígenas y mestizas en el país. En este DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


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menta que el Cerro Rico de Potosí ya era considerado una montaña sagrada desde tiempos prehispánicos y que la extracción de minerales estaba conformada por todo el universo sagrado andino; evidencia de esto es el uso de las qurpa que “eran objetos susceptibles de favorecer la pro3 ducción minera” . La propuesta de Siñani rescata esta mirada sagrada sobre el Cerro Rico de Potosí, que es diametralmente opuesta a la mirada colonial que entiende el cerro como mero depósito de minerales y sitio para extraer riqueza económica. Este Sumaq Urqu colorido nos invita también a evocar vínculos poéticos entre la mixtura y el billete de banco moderno: ambos son básicamente papel cortado. Entonces acudimos nuevamente a la historia para encontrar en esta obra de arte la metáfora del vínculo entre el Cerro Rico de Potosí y la emancipación de un capitalismo global, que nacería en la Villa Imperial durante el periodo colonial y que transformaría la config uración tanto a nivel global c o m o local.

Así, resulta imposible pensar en Potosí y no en el sistema mundo colonial: los vínculos existentes con La Paz, Cusco, Lima, Quito y España, pero también los hallazgos por parte de los historiadores de las conexiones entre Potosí con la India o la China. Vínculos que no sólo nos hablan de la configuración del mundo colonial, sino también, y con la misma fuerza, del origen de la modernidad, como ya lo dijo Wallerstein. Además, Vincent Nicolas comenta que “a partir de la economía minera de Potosí se produjo una profunda reconfiguración territorial en toda la región circundante a Potosí”. De modo que Siñani evoca a la transformación de ese contexto global, pero también local, en el cual el Su maq Urqu es un importante epicentro. Potosí tiene la posibilidad de abrirnos a una mirada colonial pero también a otra descolonizadora. La obra de Maximiliano Siñani estará abierta al público en el Museo Nacional de Arte hasta el 3 de marzo de 2019. [1] Este texto parte de entrevistas y diálogos como parte del proceso curatorial con Maximiliano Siñani, 2019. [2] Nombrado popularmente en Bolivia como mistura, mixtura o micstura. Para la Real Academia de la Lengua Española es confeti. [3] Nicolas, Vincent. Mita y mitayos en la Villa de Potosí (Siglos XVI-XVIII). Casa Nacional de Moneda / Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, 2018. Pág. 91.

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FOTO JUAN FABBRI

sentido, Siñani propone un Cerro Rico celebrado, de fiesta o de ch’alla y refiere así a lo sagrado y ritual de las montañas en los Andes. Representar el cerro con mixtura es volver a reconocerlo y valorarlo con el cariño y respeto que se le tiene a un apu. Esta obra nos invita a pensar en el Sumaq Urqu de mixtura como un solo elemento, y no en la mixtura y el cerro como elementos individuales separados. A través de esta obra podemos apreciar ambos elementos compartidos, encontrados, colapsados y unificados en una nueva imagen. Vincent Nicolas, apoyándose en investigaciones d e Tr i s t a n P l a t t , Thérèse Bouysse Cassagne y Pablo Quisbert, a r g u-


MÚSICA Pablo Cingolani

Edie Brickell and The New Bohemians / Billboard.

R.E.M., 1992.

Déjà vu

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ECUERDO COMO un murmullo inquietante una canción que cantaba Edie Brickell con los Nuevos Bohemios. Se titulaba Círculo y lo que decía la letra era espantoso: era una defensa a ultranza de la soledad, del estar solo. La voz de Edie era maravillosa, era agua del arroyo, la banda sonaba ajustada, sofisticada, cargada de una levedad imparable. Todo estaba bien, salvo el puñal que debías clavarte en el corazón. Es mejor estar solo para que nadie te haga daño, susurraba Edie –dice mi recuerdo de la canción–. Para esa misma época, los noventa, R.E.M. en la voz desgarrada y desconsolada de Stipe lanzaba al mundo un S.O.S.: Everybody Hurts, todo lastima, todo hiere, algo así, según mi traducción. Leí por ahí que el tema había sido elegido como el más triste de toda la historia del rock. El rock, a priori, era rebeldía, era entusiasmo, era alegría y alegría desmesurada por la vida, una superación dialéctica y viable –nadie ansía la muerte– del sexo, drogas y rock and roll de los comienzos.

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El rock, a priori, era rebeldía, era entusiasmo, era alegría y alegría desmesurada por la vida, una superación dialéctica y viable –nadie ansía la muerte– del sexo, drogas y rock and roll. De mi país de cuna, de la Argentina, ¿qué recuerdo? Vuelvo a sentir la potencia demoledora de un power trío genial, Divididos, pero las letras me resultaban jeroglíficos. Recuerdo algo del llamado “rock chabón”, algo de La Renga, algo muy honesto, pero también muy desolador. Recuerdo el Sé vos de Iorio que me hizo escuchar Gargiulo una noche de demonios desatados en San Telmo. Se me olvidó que te olvidé, a mí que nada se DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


Michael Stipe, de R.E.M., 2008.

me olvida, canturreaba en el límite un Miguel Abuelo que zarpó con sus naves y sus abuelos hacia la nada. Aquí en Bolivia, mejor dicho, aquí en La Paz, esos mismos noventa, había El Socavón. Tremendo hallazgo. Contrarruta de la historia global. La complementar iedad Sol Mateo–Grillo Villegas provocó un milagro. Recuerdo el homenaje aluv ional cuando el tío Frankie, cuando don Frank Vincent Zappa, maestro y guía eterno, también zarpó con sus madres y sus invenciones hacia otras galaxias. El Cé Mendizábal Divididos. estaba allí esa vez y fue así que pude publicar un obituario delirante en Última Hora. Fue una noche alucinante, como eran casi todas. Una de esas otras noches, que era cualquier noche, lo conocí al Gastón, al Gastón Ugalde. Esa noche, esa primera noche, hablamos sobre los chipayas. Hablamos sobre la DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

belleza de las trenzas de las mujeres chipayas, hablamos de sus casas, de sus corrales, hablamos de su río Lauca, hablamos de ese otro mundo que, como diría Eluard, también estaba aquí. A partir de ese encuentro nocturno en el “Soca”, nos embarcamos con Ugalde años, décadas, videando, pintando, escribiendo, fotograf iando, creyendo, soñando, peregrinando esos desiertos. Había llegado a morar a esta hoyada el año 87 y aquí latía algo, algo que era más fuerte, más sincero, más panorámico y más esperanzador que en el resto del planeta. No era inesperado para mí pero aquí era masivo y era tumultuoso. Ese algo, eso revelador, eso que contagiaba fervor y destino, eso que diferenciaba a La Paz, a Bolivia, de los USA o de Argentina o de Hungría, eso, no era sólo rock and roll: eran los indios. www.paginasiete.bo

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CRONIQUITA Marcia Mendieta Estenssoro

FOTO PIXABAY

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OR ENTRE las rejas de mi casa, veíamos a personas sentadas en el banco de la Alameda; justo al f r e n t e n u e s t r o, e n medio de la calle. Si hacía sol –casi siempre hace sol en Santa Cruz– cr uzábamos la calle para pasar la tarde alrededor del banco. Si mis papás querían conversar a solas, cr uzaban la calle y se sentaban en el banco.

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El banco era la continuación de nuestro patio. Era una isla, un tiempofuera. Jugando alrededor del banco y recolectando los frutos del ambaibo conocimos a los demás niños de la cuadra. Usando el banco para ganar altura, un vecino bajó de las ramas de un árbol a mi prima cuando se quedó atrapada y pedía a gritos que le ayudaran a bajar. Desde la reja veíamos a los comparseros descansar en el banco luego de volver de la fiesta en la plaza principal. Vimos

parejas besándose, vimos gente peleando. Vimos a un hombre golpear a una mujer y llamamos a la Policía. Vimos al hombre huyendo sin que llegase la policía. De pronto, la cuadra comenzó a cambiar. Despertamos una mañana y vimos que a la Alameda le faltaba un banco. Luego otro y otro. Papá dijo, medio en broma y medio en serio, que aprovecháramos nuestro banco antes de que se lo llevasen. Unos días después, mamá nos llamó a gritos desde el patio DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


os bancos de la Alameda

Colocaron nuevos bancos, aunque ahora nadie se sienta en ellos. Los nuevos vecinos sólo salen de sus casas en auto y no se saludan los unos a los otros.

para que saliéramos a la reja a ver lo que pasaba. Por entre los barrotes, vimos a dos hombres arrancar nuestro banco de la acera y llevárselo en una camioneta. En medio de la tarde, a plena luz del día. Era el último banco de la Alameda. No les gritamos, no les dijimos nada. La calle se había vuelto, de repente, peligrosa. La Alameda, sombría, poco iluminada. La gente había dejado de salir a pasar la tarde allí, bajo la sombra del ambaibo. Un tiempo después, que pueden ser meses o años o quién sabe cuánto –la DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

memoria no sabe medir el tiempo– vendieron el terreno más grande de la cuadra, el que quedaba justo en medio de la A lamed a. Un lote baldío d io pie al primero de los edificios. Todos modernos, lujosos. Los vecinos se alegraron con la noticia de la subida del precio del metro cuadrado y buscaron la manera de vender sus casas a las constructoras. Estas, por su parte, se encargaron de arreglar las baldosas de la Alameda y sus jardines. Colocaron nuevos bancos, aunque ahora nadie se sienta en ellos. Los nuevos

vecinos sólo salen de sus casas en auto y no se saludan los unos a los otros. Mi casa pronto se convertirá en edificio y no tendrá más esa reja desde donde mirar el mundo. Quizás en alguna parte de la ciudad, si es que todavía existe, descansa alguien sobre nuestro banco de madera. Quizás otras niñas, como lo fuimos mi hermana y yo hace un tiempo atrás, descansen su infancia en ese banco. Ojalá, pienso ahora, bajo la sombra de un ambaibo y no bajo las puntiag udas aristas de los edificios. www.paginasiete.bo

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FOTO MARCIA MENDIETA ESTENSSORO

Uno a uno fueron desapareciendo los bancos de aquella plaza que fue la extensión del patio de una y tantas casas, de tantas infancias. Allí crecen ahora, como en toda la ciudad, grandes edificios.


CRÓNICA Texto y fotos Pablo Cerezal

Entre Sucre y Potosí, o viceversa, se desplaza un buscarril. ¿Qué sucede en ese viaje? Mucho más de lo que parece. 16

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RAÍLES de nube y ayer DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

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CRÓNICA

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IRO LA TELEVIS I Ó N. Un documental. Bolivia. Minidocumental, más bien. Signo de los tiempos: urgencia en píldoras audiovisuales que nos hagan soñar con viajar, y creer que sentados frente al televisor apuramos la vida. El caso es que tal documental muestra el viaje en buscarril de un británico y jovial presentador. Un buscarril boliviano, el que une las ciudades de Sucre y Potosí.

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Miro la pantalla. El conductor es el mismo: Basilio. La anciana que va dentro es la misma: Juana. La vida no ha cambiado. Salvo que el documental se rodase cuando yo estaba por esas tierras. No creo. Si una sensación se tiene al vivir en Bolivia es la de que allí el tiempo no pasa, que es inmutable. Por eso puedo recuperar aquel viaje en presente, porque podría ocurrir hoy, porque sigue ocurriendo, porque yo sigo viajando por Bolivia, viviendo sus ciudades y habitándome por sus gentes. Bolivia, inmersa en la contradictoria herencia de los encontronazos y abrazos que a lo largo de toda su geografía se han dado, es lugar propicio para arriesgar en el juego de los orígenes. Porque el país de los Andes descansa su dolor de siglos en morosa cicatrización de batallas, presidios, hambrunas, expolios, pero también de amoríos, fraternidades, cópulas, vínculos participados por personas provenientes de lejanas DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


No hay tren que recorra este trayecto. Lo que transita estas vías es un viejo autobús marca Volkswagen, con capacidad para apenas 30 personas y ruedas de hierro. tierras. Mayormente españolas. Al recalar en una perdida localidad de nombre Betanzos, el viajero comprende el brutal ministerio ejercido por las tropas hispanas, siglos ha. En este caso, el excursionista nació en la misma tierra que parió a aquellos conquistadores que llegaron a Bolivia con ansia de novedad y murieron en ella hastiados de riqueza y añoranza. Tal vez por ello, el nombre de esta localidad, Betanzos, me recuerda veraneos de cerveza y marisco a orillas del Mar Cantábrico. Porque en el Norte de España, bañada por dichas aguas, existe una población de nombre idéntico. Si bien me gusta buscar el germen u origen de los nombres con que los caminos me increpan, he de reconocer mi natural contradicción y asegurar que, inserto en la geografía laberíntica del viaje, decido ignorar, en ocasiones, la Historia y sus leyendas. Entonces me limito a recopilar coincidencias sin mayor ánimo que el de finalizar coligiendo algo tan banal como el famoso “el mundo es un pañuelo”. De los viajes comienzo a apreciar, cada vez más, los rasgos y voces de esos pobladores que encuentro al hilo de una charla pausada y, si se tercia y es posible, un café de amanecida. Ha de ser la edad. Ya quedó atrás la época en que me enfebrecía de apasionado delirio estético al contemplar la acrobacia gótica de la catedral de León, la decadencia de mármol y tiempo del Partenón ateniense, el ensueño de acero y eternidad de la parisina Tour Eiffel, o la pasión de piedra y espanto del Muro de Berlín, por ejemplo. Ahora, ya digo, me intereso más por las gentes, las personas, su día a día, sus alegrías y desvelos. Por eso en Betanzos, Bolivia, sólo quise saber el porqué de su DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

nombre una vez entablada conversación con el conductor del buscarril que, tras horas de surcar cordilleras y ahondar simas, había decidido aceptarme un cigarro y un breve cruce de palabras a la espera de que el tráfago de viajeros despejase el insólito trazado férreo por el que había de seguir desplazándose, moroso e insomne, un viejo carruaje de fabricación alemana. Basilio es el encargado de pilotar este antropológico vehículo sobre unos rieles que recorren amplias zonas de las cordilleras del altiplano, de Sucre a Potosí y de regreso al punto de inicio. Los viajeros le conocen, le saludan, le charlan y comparten con él fragantes viandas, agrias sonrisas y escuetas miradas. Él comparte, saluda, charla y asiente sin desviar ni por un instante la mirada de las vías de tren sobre las que se desplaza, a velocidad espantosamente lenta, el aparato del que es capitán. Capitán de este cielo inverso que viene a romper mareas de nubes contra los riscos de frío y estupor del altiplano. Basilio ignora si el nombre de Betanzos procede de algún conquistador hispano, al igual que ignoro yo el porqué de tal nombre en el pueblo gallego de la península ibérica. Pero me asegura que un labriego, Miguel Betanzos, hijo de español exiliado e indígena boliviana, inició, en el siglo XIX, guerrilla contra los caciques de la zona, a efectos de reivindicar, para él y los suyos, las tierras que le habían visto nacer. Lo cierto es que, desde entonces, estas áridas lomas violentadas por el refrigerio calamitoso de los vientos andinos pertenecen a los campesinos, y son ellos los encargados de gestionar la prole de sudor y cosecha de los surcos que las cruzan. Algo así me relató Basilio. Pero fue seis horas después de haber partido de la estación de El Tejar, en las afueras de Sucre, www.paginasiete.bo

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CRÓNICA

En el Norte de España, a orillas del Mar Cantábrico, existe una población de nombre idéntico: Betanzos. la nívea ciudad boliviana que juega, con notable éxito, a ser remedo de capital europea. Sucre es anomalía en Bolivia. Por su recoleta belleza y su ordenado trazado urbano, más cercano al gusto y maneras europeas que al delineamiento propio del país. No extraña que sea la ciudad preferida por inmigrantes europeos para montar negocio y vida. Pero también es anomalía por su estatus político. Si preguntas a cualquiera poco versado te contestará que la capital de Bolivia es La Paz. Si indagas, averiguarás que, en realidad, es Sucre. Eso asegura la Constitución del país. Y es en esta ciudad donde se ubica la sede del órgano judicial. Pero resulta que es en La Paz donde se aposentan los órganos legislativo y ejecutivo de la nación. De ahí la confusión. De ahí que Sucre siga reclamando la autoridad que, como capital constitucional, debería tener y que, en numerosos casos y medios –incluidos no pocos libros de geografía– se le usurpa. Además, la dubitativa capital boliviana es punto de partida (también de llegada) en el trazado ferroviario que la

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une a la mítica Potosí. La mítica Potosí… cierto: un mito construido a base de sangre y esclavitud, de dolor y piedras preciosas. Sumaj Orcko, llamaban los incas al expoliado Cerro Rico, que digería en sus entrañas la mina de plata más grande jamás conocida. A día de hoy, desventradas ya dichas entrañas, carentes de vida mineral tan rica, es la vida humana la que pulula sus galerías de gas y derrumbe. Aquel fatídico Imperio Español, aquellas huestes llegadas de Europa se aplicaron en extirpar a la Pachamama sus tesoros. Ya poco queda en el Cerro Rico. Su visión de loma horadada y funesta sobrecoge y, hoy, los bolivianos pretenden tomarse la revancha sacando la plata a los turistas. Claro que, a cambio, les ofrecen un terrorífico espectáculo. Niños prematuramente ancianos y ancianos premeditados jalonan estas galerías, corriendo arriba y abajo mientras beben alcohol de 90º y ofrecen cigarros y licores al Tío de la Mina, el dios que rige los destinos de todo aquel que se zambulle en las entrañas de la tierra. Más que un dios, el Tío de la Mina DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


asemeja un diablo. En casi cada corredor de la mina se ubica una grotesca figura de aspecto decididamente inhumano, rodeada de velas, cigarros, botellas de licor… Es al Tío de la Mina a quien los mineros bolivianos ofrendan los restos materiales de sus excesos, para seguir caminando con vida por los corredores de muerte prematura de los yacimientos. Él los protege. Ellos saben que su vida puede desaparecer en una explosión de grisú, que tal vez no vuelvan jamás a ver la luz del día. Por eso beben, fuman, castigan su cuerpo independientemente de la edad. Mientras lo hacen, conducen a grupos de sorprendidos turistas por las entrañas del Cerro Rico. La miseria, una vez más, convertida en espectáculo. Pero no ahondemos en la herida. Lo importante es que Potosí se encuentra a 3.900 metros de altura, mientras que Sucre sólo a 2.800. Y la distancia entre uno y otro la salva una vía férrea que, antaño, expandió metales y víveres entre los moradores del altiplano. Pero no muerde sus rieles ferrocarril alguno. No hay tren que recorra este trayecto entre ambas localidades. Lo que transita estas vías es un viejo autobús marca Volkswagen, con capacidad para apenas 30 personas, cuyos neumáticos, hoy, son unas ruedas de hierro similares a las de los primeros trenes que vio nacer el mundo moderno. La primera estación –última si el recorrido se hace a la inversa–, El Tejar, permanece anclada a la orilla del valle que inaugura las calles de Sucre, como flotando en una niebla de abandono intemporal, adultas ya las hierbas, crecidos los matorrales, plásticos y desperdicios entre sus raíles. El jefe de estación, de rostro esculpido por siglos de indigenismo, se emplea a fondo en convencer al turista de que no todos los bolivianos son reacios a entablar conversación con el extranjero. No sólo conversa y sonríe y agradece y abraza y estrecha manos sino que se encarga de reservar al foráneo el mejor asiento, para que pueda disfrutar el viaje. No es algo de lo que me sienta orgulloso, menos al observar cómo llegan a la estación un número considerable de aldeanos cargados de bolsos, aguayos, niños recién nacidos, útiles de labranza, bolsas con fragantes alimentos recién paridos por el fogón, y un sinfín de bultos que hacen dudar de la capacidad del vetusto Volkswagen para cargarlos todos en su parte superior, como pretenden los viajeros. Por supuesto, los que se apiñan alrededor del vehículo son muchos más de los 30 que pueden tomar asiento en sus butacas. Comprenderé, después, que no es impedimento el viajar de pie, durante inacabables horas, para quien no tiene otra manera de desplazarse. El buscarril es el único medio de transporte utilizado por los pobladores de estas montañas. Así pueden ir a Sucre o Potosí para emprender la venta de los pocos alimentos que hayan logrado arrancar a la Pachamama (papa, chuño, quinua y algún que otro cereal) y, de nuevo, regresar a su hogar. También es utilizado este medio de transporte para hacer llegar paquetes y cartas a los vecinos de estas localidades que muerden el cielo y ven pasar los años al mismo ritmo indolente con que se trasladan las nubes. DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

Juana es una de las muchas personas que utilizan el buscarril al menos un par de veces por semana. En primer lugar para desplazarse hasta Sucre, a efectos de disponer en las afueras del mercado municipal la recolección de papa que le proporcionará crédito suficiente para sobrevivir el resto de la semana. Después, para regresar a su casa, en las inmediaciones de la estación de Vila Vila, a casi 3.000 metros de altitud, y hacerse con una nueva carga de tubérculos. Y v uelta a empezar. Juana no conoce el desliz placentero del fin de semana, ni tiene calendario laboral que la advierta de los días feriados. Ignoro la edad de Juana, pero la imagino más cerca del centenario que de la cincuentena. Sus manos acogen surcos como los que ha de arañar para extraer la papa de los campos. Su mirada se atraganta en una extraña intensidad que te obliga a olvidar lo anciano de su rostro. Su conversar es pausado, más por intentar encontrar las palabras adecuadas en español que por poca prisa a la hora de exponer sus pensamientos. Juana sólo utiliza la lengua de los antiguos conquiswww.paginasiete.bo

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CRÓNICA

tadores para mejor vender su mercancía en la ciudad. El resto del tiempo departe con vecinos, familiares y amigos en puro quechua. El quechua, ese idioma con que se comunicó el Imperio Inca, el de mayor extensión y poder de todo el continente sudamericano hasta la llegada de los conquistadores hispanos. Un idioma que aún se mantiene vivo, fresco y ágil, en el altiplano boliviano, como conservado por las ventiscas de hielo que peinan sus cerros. Y nada tiene esto que ver con la propaganda gubernamental, esa con que pretenden epatar al extranjero y que, dicen, hace de la nación boliviana adalid de las razas ancestrales. Sí, el quechua ya se habla en colegios e instituciones, en ministerios y zonas comerciales. Pero cuando transitas cualquier metrópoli comprendes que la realidad es muy otra, y el indígena sigue siendo vilipendiado por todos aquellos que han hecho del comercio modo de vida holgada y egoísta. Socialismo al poder y yankees go home, en el devenir cotidiano. Vacaciones en Miami y modo de vida USA, como horizonte por el que luchar. La ley obliga a que ningún ciudadano quede desatendido por no conocer la lengua de los conquistadores. Pero quienes viven en el altiplano, los habitantes de los cielos, nunca conocieron otro idioma, y no por esta novedad legislativa tienen más fácil acceso a una vida cómoda y longeva. Así, arracimado a la pausada floración del idioma nativo y absorto en la desconsolada belleza del paisaje, las cerca de tres horas que emplea el buscarril para llegar desde Sucre hasta el apeadero de Vila Vila se diluyen en un placentero paseo por la orilla de la bóveda celeste. Vila Vila viene a ser el punto intermedio del recorrido. No

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hay casas a la vista, ni calles, ni senderos. Tan sólo la destartalada construcción que hace las veces de estación ferroviaria, y en cuyas paredes apoyan su hastío numerosas mujeres que reciben la llegada del vehículo saltando de los lugares que ocupaban, lanzándose en pos de los viajeros que bajan a estirar las piernas, armadas de jugos, empanadas, api, y un sinfín de artesanas viandas de veloz digestión y escueto precio. Así que me abro paso entre las vendedoras que, al ver cómo pretendo ayudar a Juana a descender del techo su aguayo, comienzan a reírse de manera estrepitosa y profieren palabras que no comprendo. Juana me agradece infinitas veces antes de internarse en la frondosidad del bosquecillo colindante. Aún le queda un paseo cercano a los 10 kilómetros para llegar a su casa, me explica Basilio. Una decena de kilómetros, a más de 3.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, con una edad matusalénica y un aguayo cargado de cachivaches al que mis estimaciones adjudican un peso cercano a los 40 kilogramos. Adiós, Juana, un placer. Hasta llegar a Vila Vila, el viejo Volkswagen ha devorado apenas la mitad del recorrido total, que es de unos 175 kilómetros. La velocidad del aparato la ha mantenido Basilio, de manera constante, a unos 30 km/h. Al menos es lo que he podido advertir desde el privilegiado lugar que ocupo en su interior. No es baladí la importancia del trabajo que realizan Basilio y su compañero, Carlos, que hace el recorrido en lo que se supone asiento del copiloto. Si pudiésemos ver el trazado del periplo vía satélite, nos sorprendería su enrevesamiento. Pero este responde a la necesidad de salvar terrenos de irregularidad obscena, para evitar una mala caída, un mortal traspiés. Quizás por eso Basilio aparenta taciturno y poco dado a más DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


charla de la que emplea para saludar efusivamente a cada uno de los labriegos que, sin previo aviso, en un recodo del camino frente al que el único paisaje es el rebaño de nubes colindantes, aparece manoteando el aire. Alguno de éstos hace señas a Basilio para que aminore la marcha. Éste frena a pocos metros de la estoica figura que, con sorprendente agilidad, salta al interior del vehículo casi antes de que la puerta haya quedado definitivamente abierta. Y no son pocas las ocasiones en que

Ya poco queda en el Cerro Rico. Su visión de loma horadada y funesta sobrecoge y, hoy, los bolivianos pretenden tomarse la revancha sacando la plata a los turistas. Claro que, a cambio, les ofrecen un terrorífico espectáculo.

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Basilio ha de detener el vehículo de manera brusca, y Carlos debe apearse para retirar de entre los raíles peñascos arrastrados por algún desprendimiento de tierra, e incluso algún que otro animal hinchado por la descomposición. A casi 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, rodeados sólo por la inmensidad inabarcable de riscos y mesetas, esas personas que caminan pastoreando los cielos, en el epicentro de la nada más absoluta, me recuerdan aquellas figuras que, en la infancia, veía caminando, al atardecer, las inabarcables llanuras castellanas. En aquel entonces, a lomos del vehículo familiar, no podía dejar de preguntar a mi padre: ¿a dónde van?, ¿de dónde vienen? A lo cual mi padre respondía: a trabajar, de trabajar. Nunca pude imaginar dónde se ubicaría su lugar de trabajo. Pero más difícil es imaginarlo en estos parajes bolivianos que rezuman soledad. Ni tan siquiera soy capaz de atisbar los supuestos cultivos que proporcionen alimento a sus habitantes. Ni rastro de los animales de carga o tiro que les debieran ayudar en sus labores campestres. Abandonamos Vila Vila. El estruendo comercial de las vendedoras de vituallas queda silenciado por el ronroneo monocorde del buscarril. El vehículo inicia un sosegado vaivén, al ritmo de ascensos y descensos en que se magnifica el arpegio de terraplenes y simas. En ocasiones, el vértigo invade

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CRÓNICA

al viajero. Tales son los equilibrios que imagina debe hacer el conductor para mantener el vehículo sobre unos rieles asomados a laderas imposibles que fallecen, de manera abrupta, en lagos, lagunas, cursos fluviales. Alrededor de estos es cuando comenzamos a descubrir los primeros signos de vida organizada: pequeñas viviendas de adobe, enhiestos campanarios de feligresía católica, sembradíos hortícolas profusos en color y variedad, niños incluso, jugando a la ley de la gravedad. Vamos alcanzando tierras más amables pero, qué le vamos a hacer, menos espectaculares. Hasta que arribamos a Betanzos y, ante la inminente parada de diez minutos que anuncia Basilio, doy inicio a la manufactura de un cigarro y decido fumarlo, una vez detenido el vehículo, en su compañía. Él acepta mi ofrecimiento de fumar tras inquirir insistentemente si no es marihuana lo que inhalan mis pulmones. Le tranquilizo haciéndole ver que sólo es tabaco. Acepta. Fuma en silencio. Le explico que existe un pueblo en España de igual nombre, una localidad cercana a la costa cantábrica. Él me relata la historia de rebelión y venganza de Miguel Betanzos, el guerrero criollo. Fumado el cigarro, intercambiadas breves frases, subimos de nuevo al vehículo, por la misma puerta –el viejo Volkswagen tiene el portón del conductor sellado–. Abandonamos Betanzos y nos internamos en la extensa y, ahora sí, tediosa línea recta que nos conduce hasta Potosí. Llegando a la ciudad arrecian los vertederos nacidos al albur de las industrias de extracción mineral. Los flancos del recorrido se pueblan de uralitas y miradas hoscas. Una negrura como de fin del mundo asfixia el ambiente, y los ya escasos viajeros entran en un estado de sopor macilento. Tras unas horas de travesía, al fondo, recortando el firmamento con su doloroso perfil de hambre y avaricia, aparece el

Sumaj Orcko, el Cerro Rico que mis antiguos compatriotas desvencijaron, en su orgía de rapaz codicia, para arrancar a la Madre Tierra sus vísceras de plata, a efectos de enviarlas a la corte hispana para que ésta pudiese pagar las deudas contraídas con la recién nacida banca británica. Fue el inicio de esta loca carrera mercantilista de avasallamiento y desguace que aún sufrimos. Como presagiando las malas vibraciones que aún enredan la brisa potosina, el cielo se torna oscuro y el buscarril sufre una avería, casi a las puertas de la segunda ciudad poblada por más de 100.000 habitantes más alta del planeta, entre chabolas y miradas envenenadas por la ociosidad de la pobreza. Basilio resopla. Mira hacia atrás, pronuncia unas palabras en quechua que sirven de acicate para que los pocos oriundos despierten de su somnolencia y abandonen el vehículo, retorna su mirada a mí a la par que recupera su habitual silencio, mira al frente, da vuelta de nuevo a su cabeza, me sonríe y pregunta: ¿Me invitas otro cigarro de esos? Creo que la avería va a llevar su tiempo. En la televisión ya no aparecen los riscos bolivianos, ni Basilio, ni Juana. Ya anda el presentador embarcado en un nuevo viaje ferroviario de cartón piedra, en esta ocasión por las estepas rusas. Creo que dejé de mirar la pantalla en la primera ocasión en que Basilio y el presentador se mostraron locuaces y jocundos ante la cámara. Sé que no es real. Buena plata le habrán tenido que pagar al conductor para sonsacarle tantas palabras. A pesar de todo, quiero pensar, Basilio continuará ejerciendo de conductor altiplánico, comandante de ese férreo navío que surca raíles de nube y ayer. Porque, ya lo decía al inicio, en Bolivia el tiempo no pasa, es inmutable. Aunque, bien mirado, tal vez Bolivia sea sabia, y lo que hace es enseñarnos que el tiempo no cambia nada, por más que lo deseemos, que sólo se repite con la cruel exactitud de los relojes.

Al fondo aparece el Sumaj Orcko, el Cerro Rico que mis antiguos compatriotas desvencijaron, en su orgía de rapaz codicia, para arrancar a la Madre Tierra sus vísceras de plata. 24 www.paginasiete.bo

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VICIOS

Sayuri Loza

Los vicios en la América prehispánica Los hijos de Pariacaca

¿Qué tenemos en común todas las culturas del mundo? Por ejemplo, la tentación y el deseo. Y vicios, muchos vicios. Pero hay uno considerado el vicio mayor, que se mantiene hasta hoy. ¿Cuál? DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

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VICIOS

E

L VICIO ESTÁ estrechamente relacionado con la moral; y siendo cierta la afirmación de Oswald Spengler de que hay tantas morales como cult uras, hay quienes reprueban lo que otros ensalzan. Pero en medio de todo esto, siempre hay dos o tres cosas en las que todos coinciden, porque a fin de cuentas, la tentación y el deseo son parte intrínseca de la naturaleza humana y, por lo tanto, algo que

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tenemos en común todas las culturas del mundo. Así que aquellos puristas que creen que antes de la llegada de los españoles no existían vicios en nuestras tierras, no hacen más que negarles su humanidad, bien ganada por cierto, a nuestros ancestros prehispánicos, muchos de los cuales fueron parte de grandes imperios que no pueden ser entendidos sin analizar los vicios que los sostenían. ¿Que los vicios no sostienen? Juvenal, poeta satírico romano, decía que “lo s hombres que comparten los mismos vicios, se sostienen mutuamente”. El vicio genera, de una manera quizás sórdida y moralmente insostenible, una cohesión

que otros mecanismos sociales son incapaces de forjar y sólo mediante la cohesión social se puede llegar a constituir un imperio tan grande como el de los aztecas al norte, o como el de los incas al sur. Uno de los vicios más grandes, que afectó principalmente a las élites, fue la obsesión con el lujo en la vestimenta, usada y fabricada con exuberancia, boato y ostentación. En días de fiesta pero también en el diario vivir, los hombres y mujeres prehispánicos eran exquisitos a la hora de adornarse el rostro, la cabeza y el resto del cuerpo. Los guerreros, que entre los mexicas eran los más importantes, vestían pieles y plumas de animales: jaguares, quetzales,

El vicio genera, de una manera quizás sórdida y moralmente insostenible, una cohesión que otros mecanismos sociales son incapaces de forjar. DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


En las fiestas de los pueblos de la región andina ríos de chicha y ríos de orín corrían por las calles de Cusco y otras ciudades. águilas y otros. Mientras más exóticos y poderosos, más poder demostraba el guerrero, pues significaba que era un excelente cazador. En la misma línea, los tatuajes eran un símbolo de valentía y de pertenencia, aunque no podemos afirmar que se trata de un vicio, pero quizás sí de ostentación. Aquí al sur, las pieles de titi y jucumari y las plumas de cóndor eran las preferidas de los guerreros, pero estos agregaban el uso de collares con dientes de sus enemigos derrotados. Se dice que el famoso Rumi Ñahui usaba más de 30 collares hechos con los dientes de todos los hombres a los que había vencido en batalla. De la misma manera, los tlatoanis aztecas tenían la costumbre de usar capas fabricadas con piel de picaflor, hacían falta 8.000 picaflores para confeccionar una capa de tamaño grande. En el caso de los incas, los atuendos eran igual de lujosos y complejos: el tokapu que adornaba su unku, tejido todo en lana de vicuña, era realizado con más DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

de 26 colores de lanas teñidas con técnicas únicas en el mundo por las mujeres del acllawasi. Había también la costumbre de insertar grandes placas de oro en los lóbulos de sus orejas, para lucir más brillantes y hacer patente su superioridad, razón por la cual fueron llamados “orejones” por los españoles. Sin embargo, el vicio mayor se puede apreciar con el Sapa Inca, quien debido a que era considerado un dios viviente, debía estrenar un ajuar de ropa completo a diario, de pies a cabeza, y el que había usado durante el día anterior debía ser destruido y quemado. Tomando en cuenta que un Sapa Inca vivía unos 55 años en promedio, si éste estrenaba un traje desde el día de su nacimiento, tenemos 20.075 ajuares que a diario eran consumidos por las llamas, de los cuales quedaron poquísimos: únicamente aquellos con los que los soberanos fueron enterrados. Otro de los excesos era el modo en que

se trataba al Sapa Inca. Los incas creían que su soberano era hijo del sol, por lo que cuando enfermaba o sangraba, se pensaba que los desechos de esos males no debían tocar el suelo, de lo contrario grandes castigos caerían sobre ellos. Por lo tanto, se elegía a un afortunado de la “corte” incaica para que comiera dichos desechos (flemas, pus, mocos, sangre y otras purulencias producto de enfermedades comunes) y así evitar que éstos fueran derramados como si hubieran sido excretados por un simple mortal. Pero el vicio de vicios fue el mismo que se mantiene hasta nuestros días: la fiesta; una fiesta con exceso en la bebida, un exceso que va más allá del gusto, más allá de la abundancia y puede llegar, incluso, hasta la muerte. Esto debe entenderse de manera objetiva, sin prejuicios mojigatos ni moralismo arcaico: la fiesta y el alcohol eran parte fundamental del estilo de vida de este subcontinente. Recordemos lo www.paginasiete.bo

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VICIOS

La fiesta de Pariacaca duró un mes. Muchos tenían los pies destrozados de tanto bailar y otros tantos yacían muertos de tanto beber. dicho al inicio: el vicio era el eje articulador de las relaciones sociales incaicas y, en este caso, se hallaba legitimado por una de sus leyendas más importantes, que explica también la consideración sublime de este exceso y su justificación en la actualidad, en rituales que hoy se llaman fiestas patronales. Dicen los cronistas que las fiestas de los pueblos de la región andina estaban tan llenas de chicha, que ríos de ésta corrían por las calles de Cusco y otras ciudades. Paralelamente, ríos de orina corrían por las mismas calles y en la misma magnitud. Esto ha sido demostrado con los hallazgos de miles de tinajas de chicha y vasijas tipo keru con restos de chicha en diferentes sitios arqueológicos. Allá por 1598, el sacerdote Gerónimo

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de Ávila recopiló la historia de Pariacaca: una especie de Hércules andino quien, en su avent ura más épica, desafió a un cacique, no a una batalla ni a un duelo a muerte, sino a la organización de una fiesta. Quien organizara la fiesta más grande, con más esplendor y con más exceso, sería el nuevo gobernante de la región. El cacique hizo una celebración tan grande que duró una semana. La gente no dejaba de beber y muchos se enfermaron por todo lo que comieron y por todos los taquíes que bailaron. Pariacaca, cuando le tocó su turno, organizó una fiesta que duró un mes; muchos tenían los pies destrozados de tanto bailar y otros tantos yacían muertos de tanto beber, hecho que se vio como una gran señal: morir de

satisfacción, en una sociedad como las sociedades andinas, era considerado una bendición. En el instante supremo, Pariacaca fue declarado vencedor y nuevo cacique del lugar. Para la visión andina, una persona que es capaz de proveer a muchos, es alguien en quien se puede confiar. En aymara, el vocablo para pobre es waxcha, que literalmente significa huérfano, es decir, el pobre era aquel que no tenía familia o un jefe familiar que le proveyera de alimento y cubriera sus necesidades. De ahí que para obtener el respeto de la sociedad, incluso en la actualidad, se considera primordial celebrar una fiesta con excesos, quizás inconscientemente evocando al héroe Pariacaca e intentando emular su hazaña. DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19


REDES Valeria Salinas Maceda

Desamor online

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OY EN DÍA la gente se enamora distinto. Las redes sociales han abierto un abanico de posibilidades; sin ver, sin tocar, sin cercanía, es posible transmitir sentimientos con la misma intensidad que a través de los medios convencionales. Y así como se generan nuevos ritos de enamoramiento, también se renueva el proceso de desenamoramiento. Toda señal de actividad, que en un inicio emocionaba, ahora genera ansiedad. La expareja sigue presente, sin importar dónde esté. Antes, terminar una relación significaba cerrar un capítulo. Dejar de ver a esa persona por un tiempo y no saber nada de ella hacía que la ruptura resultase, de cierta forma, más sana y pronta. Hoy, las nuevas tecnologías permiten meter el dedo en la llaga de manera rutinaria. La comunicación en internet, con sus sutilezas, permite que todo mensaje pueda interpretarse a gusto y disgusto por ambas partes de la expareja. En lugar de buscarse para retomar el DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

contacto en persona, se puede actuar de diversas maneras para sentar presencia y no caer en el olvido. Para reacciones inmediatas, el WhatsApp permite dar a conocer actividades al instante, imágenes o pensamientos. Son prácticos, efímeros y es fácil saber si la otra persona lo vio, si aún está pendiente de ti. Con Instag ram, es posible mostrar minuto a minuto, en miles de fotos, lo feliz que eres, que sales con amigos, que te vas de fiesta o que tienes una cena romántica con “alg uien”. Con algunos filtros y truquitos, logras dar la imagen de una vida perfecta. Por otro lado, si prefieres la escritura, hay un par de opciones. En Twitter puedes soltar a tu “ po et a” interior, y escribir (o copiar) profundas frases de pena o esperanza, depende del efecto que desees. Vale la pena recordar que, en general, abunda más lo trágico que la calidad en la escritura. Y si esos 280 caracteres no son suficientes para la intensidad de tus pensamientos, un blog es perfecto para plasmar tu diaria labor de superación (o reconquista). Se dice que incluso, podrías publicar un libro

después de un tiempo escribiendo. ¡De lo que se pierde tu ex! Si se quiere algo más amplio, Facebook es la opción perfecta para llegar a varios puntos sensibles. Se puede publicar material relacionado a los intereses de la persona, llamar la atención dando “me g usta” y comentando en publicaciones concretas, en fotos de gente cercana o en el propio muro. Si tienes el coraje suficiente, puedes dar en “asisti ré” a cada evento que aparezca cerca. No hace falta asistir a estos, con generar expectativa es suficiente. Las redes sociales dan para todos los gustos. Lo interesante de todo esto es que cortar la recurrencia de acciones queda tan sólo a un click de distancia, allí en la opción “bloquear”, pero esto significaría que eres “ in fantil” y que no soportas saber sobre la vida de tu ex. Si recurres a estas técnicas, probablemente no caigas en el olvido, y creerás que volverás con esa persona. Otra posibilidad es que te bloqueen, y en este caso no vale la pena insistir, porque las redes sociales probarán que estuviste con alguien infantil, y eso, no te conviene. www.paginasiete.bo

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FOTO PIXABAY

Las múltiples e infantiles ras en infantiles mane maneras en que las parejas parejas que “ rompen” n”, tod todaavía sigue n a su siguen sus “ex” ex” en las redes sociales. sociales.


RETRATO Texto y foto Alfonso Gumucio Dagron

El Moro mayor Fue mi maestro pero mentiría si quisiera reclamar algún privilegio, porque fue también generoso mentor de tres generaciones de especialistas en comunicación, no solo en Bolivia: es un referente latinoamericano y mundial. Cariñosamente me llamaba “Moro menor” y yo le decía con respeto y cariño “Moro mayor”. Jugábamos a ser los únicos dos “moros” de Bolivia, además de una cantidad de caballos. Sería ocioso gastar estas pocas líneas reiterando su biografía. Bastará decir que aquel adolescente que se hizo periodista a los 12 años de edad, rompió su capullo de crisálida y echó a volar transfigurado en uno de los especialistas de la comunicación más importantes de América Latina, cuyos aportes marcaron un punto de inflexión en la comunicación para el desarrollo. Celebrar a Luis Ramiro en estas fechas tiene mucho sentido porque nació un 11 de febrero de 1930 en ese Oruro que se insurreccionó contra la corona española un 10 de febrero de 1781. Y un 12 de febrero se casó con la mujer de su vida, Nohorita Olaya, luego de un largo romance clandestino autoimpuesto por una promesa que le había hecho a su madre, la intrépida Betshabé Salmón de Beltrán, feminista adelantada a su tiempo. Doña Becha formó al único hijo que le quedó luego de la muerte accidental de Oscar Marcel, un año menor, y puso su vida en manos de Luis Ramiro, el hombre que sostuvo el hogar cuando Luis Humberto, su padre, se fue a la Guerra del Chaco para no regresar más. En 1937 doña Becha cumplió la promesa de encontrar sus restos en Paraguay y repatriarlos a Oruro. La vida nos permitió querernos y encontrarnos muchas veces en ciudades diferentes. El “Moro mayor” era bromista y fiestero, podía cantar en quechua o guaraní según la ocasión, acompañándose con algún tambor improvisado para encantar a su audiencia. Los más cercanos pudimos acompañarlo en sus últimas horas, muy duras. No nos dejó solo textos y enseñanzas teóricas invalorables, sino su lectura generosa de la vida y de la amistad.

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Luis Ramiro Beltrรกn DOMINGO 10 DE FEBRERO 06|19

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C A RT E L E R A #DíasDeCine Isabel Navia

Premios de Cine de la Academia Británica, BAFTA

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ALVO EXCEPCIONES, no se puede decir que la Academia de Cine y Televisión Británica tenga el mejor criterio para otorgar su galardón a la mejor película. En general, las “ac ad em ia s” suelen apostar por los títulos que tienen mayor probabilidad de lograr un movimiento sustantivo en las taquillas mundiales. A propósito de esto, hoy se realiza la gala de premios 2019, por lo que hemos querido presentarles a las premiadas de los últimos años y, sobre todo, a las que en varios casos debieron ganar.

Estas fueron las galardonadas entre 2010 y 2018: 1. VIVIR AL LÍMITE. Kathryn Bigelow, EEUU, 2009. 2. EL DISCURSO DEL REY. Tom Hooper, Reino Unido, 2011. 3. EL ARTISTA. Michel Hazanavicius, Francia, 2012. 4. ARGO. Ben Affleck, EEUU, 2013. 5. 12 AÑOS DE ESCLAVITUD. Steve McQueen, EEUU, 2014. 6. MOMENTOS DE UNA VIDA. Richard Linklater, EEUU, 2015. 7. EL RENACIDO. Alejandro González Iñárritu, EEUU, 2016. 8. LA LA LAND. Damien Chazelle, EEUU, 2017. 9. TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS. Martin McDonagh, EEUU, 2018.

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Las ganadoras de los BAFTA–Lado B

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ENSEÑANZA DE VIDA. Lone Scherfig, Reino Unido, 2009. Un precioso drama que habla de la complicada relación entre una inteligente joven con un futuro prometedor y un atractivo hombre, bastante mayor que ella, cuya vida transcurre de fiesta en fiesta. Él la deslumbra, haciendo que dude sobre lo que realmente vale la pena vivir. TEMPLE DE ACERO. Joel y Ethan Coen. EE.UU, 2010. “¿Tienes mucha experiencia con maleantes? –Esa es una pregunta estúpida, sólo tengo 14 años”. Dos frases que representan esta atrapante historia sobre el coraje de una niña para hacer justicia ante el asesinato de su padre en el viejo oeste estadounidense. EL TOPO. Tomas Alfredson, Reino Unido, 2011. En esta historia, ese bello monstruo que es Gary Oldman encarna a un veterano agente del servicio secreto británico, al cual le encomiendan descubrir a un supuesto infiltrado en las altas esferas de la organización. LA NOCHE MÁS OSCURA. Kathryn Bigelow, EEUU, 2012. Este filme de acción y suspenso relata la misión que durante años persigue Maya, una joven agente de la CIA, para seguir y atrapar a Osama Bin Laden, siguiendo su instinto y sacrificando mucho en un largo recorrido hasta lograr su cometido. PHILOMENA . Stephen Frears, Reino Unido, 2013. Relata el azaroso encuentro entre un pedante periodista venido a menos y una humilde pero decidida señora en sus setenta y tantos, a la cual le arrebataron su hijo cuando ella era adolescente. Juntos iniciarán un viaje de búsqueda y descubrimientos. EL GRAN HOTEL BUDAPEST, Wes Anderson, EEUU, 2014. Tuvo 11 nominaciones y es una verdadera joya cinematográfica. Una comedia inteligente bañada de una fotografía original y exquisita, con actuaciones impecables. En fin, adorable y difícil competidora de la ganadora, Momentos de una vida, a la cual considero un nuevo clásico del cine occidental. CAROL. Todd Haynes, Reino Unido, 2015. Una historia de amistad y amor entre dos mujeres, de círculos completamente distintos, cuya relación toma un rumbo inesperado. YO, Daniel Blake. Kean Loach, Reino Unido, 2016. Daniel es un carpintero retirado con problemas de salud, que es obligado a seguir trabajando en un sistema cruel e impersonal en el que, pese a todo, encuentra la forma de perseverar. LAS HORAS MÁS OSCURAS. Joe Wright, Reino Unido, 2017. Un drama profundo, impecablemente realizado y magistralmente protagonizado por Gary Oldman, donde Winston Churchill muestra las duras decisiones que tuvo que tomar para definir el curso de la historia durante la Segunda Guerra Mundial.

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HISTORIETA CTX

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