El 5 de diciembre de 1990, la ciudad de La Paz amaneció como amanecen los días oscuros y el ambiente enrarecido. Triste. El secuestro del empresario Jorge Lonsdale, seis meses antes, había acabado de la peor manera. No sólo con la muerte de éste en medio de la balacera policial que -aparentemente- buscaba su liberación, sino con el asesinato de tres de sus secuestradores.
Peor aún, la escena del crimen fue regis- trada, fotografiada y difundida decenas de veces por la televi- sión y la primera plana de un periódico con la sangre de las víc- timas empapando todo. Eran días en que la muerte, así sea de terroristas, nos conmovía.
Casi tres décadas después de ese evento, Rafael Archondo refresca la memoria y añade varios datos importantes. Un documento necesario y un ejercicio imprescindible para, como dice Archondo, preservar nuestra lastimada conciencia democrática.