No es casual que los nietos –y los hijos– de militares que participaron de manera protagónica en las dictaduras de América Latina en los años 60 y 70, desde hace algún tiempo pero sobre todo últimamente, estén contándolo de distintas maneras. ¿Por qué?
Han pasado casi 50 años desde que el general Alfredo Ovando Candia dejó la Presidencia del país tras aquellos tur- bulentos años en que las corrientes enfrentadas de la guerra fría parecieron estallar aquí, en este fin del mundo donde el Che Guevara decidió inmortalizarse. Y su nieto, Mauricio Alfredo Ovando de la Quintana, hace una película documental autobiográfica (Algo quema) con la que arma un collage de aquella imagen construida de un abuelo al que no conoció.
No es la biografía de su abuelo, es la mirada del nieto cineasta. Por eso, aquellos nietos no cargan ni pretenden cargar la responsabilidad de aquellos abuelos o padres, aunque el desahogo les urge, sí. Pero sobre todo la necesidad de confrontar las imágenes de aquellos hombres imperfectos.