El 21 de septiembre de 1988, hace tres décadas, un partido político de características muy particulares se fundó en Tiwanacu (otros dirán que en realidad sucedió poco después en San Francisco, pero aquí eso no es lo relevante). De características particulares decía, pues su líder, un exfolklorista y presentador de televisión tremendamente carismático, Carlos Palenque, cobijó bajo su manto a las clases populares ninguneadas y se convirtió por tanto en un atractivo y potente proyecto político que varios desearon y tomaron.
El texto central de este número cuenta esa historia. No es la vida, pasión y muerte de Condepa, aunque de alguna manera sí. Es decir, no es la historia de un partido político sino un fragmento de esa historia. Es un retazo de memoria de nuestra construcción democrática. Pero es sobre todo la crónica de un hecho político, desde la mirada empapada del cronista, Rafael Archondo, que prueba que en Rascacielos continuamos haciendo escuela.