Revista Rascacielos No. 39 | 21 de octubre de 2018

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Domingo 21 de octubre de 2018. La Paz, Bolivia.

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Cuerpo discapacitado, cuerpo colonizado | Tom Petty en caĂ­da libre Mi abuela no usaba blue jeans | Diccionario Marica | Elizabeth Peredo | DĂ­as de cine


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Agua

IDENTIKIT / Una nueva mujer / Lucía Camerati

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PATIPERRO / Cuerpo discapacitado, cuerpo colonizado / Richard Mateos Rodríguez

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AGENDA LaEscobaEscultural / Claudia Daza

10 MÚSICA / Tom Petty en caída libre /

Sergio Antezana

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E VEZ EN CUANDO vamos a sacudir la memoria porque, por ejemplo, parece que hemos olvidado que hace apenas dos años, en noviembre de 2016, en La Paz, sede de Gobierno, buena parte de la población quedó sin gota de agua de la noche a la mañana. Probamos entonces los paceños cómo había sido vivir como viven hace años o desde siempre miles de otros ciudadanos en muchos lugares del país. Parecía entonces que luego de probar la carencia en carne propia habíamos aprendido a valorar gota a gota el agua como el bien más preciado. Parecía también que habíamos podido mirar más allá de nuestra urgencia inmediata y cercana, y comprender el valor de la naturaleza misma y la importancia de protegerla colectivamente ante distintos embates políticos, pero también protegerla cada uno de nosotros en el día a día. Nos cuestionamos incluso el hecho de cambiar hábitos, de demandar nuevas condiciones incluso en las viviendas para que aprendamos, de una vez, a cuidar el agua, pues supimos a la mala que el agua puede y pudo agotarse de la noche a la mañana. Por eso compartimos la historia de unas pequeñas comunidades en el Chaco guaraní boliviano, que estando muy próximas a una población urbanizada con suficientes servicios básicos, precisamente recién el año 2016 habían logrado que el agua llegara al patio de sus casas en medio del monte seco donde viven. Y no lo hizo el Estado, sino una organización no gubernamental. El 29 de octubre es el Día Nacional del Agua en Bolivia. ¿Cómo estamos? Cecilia Lanza Lobo

* Rascacielos abre este espacio a la buena crónica, perfil, historieta, diario de viajes, testimonio, fotografía, fotoreportaje y otros vicios. Pueden enviar sus aportes a: rascacielosrevista@gmail.com Las publicaciones estarán sujetas al criterio del comité editorial que se comunicará con la autora o autor.

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12 CRONIQUITA / LAS ABUELAS /

Mi abuela no usaba blue jeans / Pilar Soruco Etcheverry

16 CRÓNICA / Y (agua) /

Cecilia Lanza Lobo

24 FOTOGRAFÍA / 24 LP / Mercado

Uruguay / Ariana Zabalaga

26 ZONA A LA CARTA / Gastronomía

con orgullo por lo propio / Sumaya Prado

29 DICCIONARIO MARICA /

Movimiento Maricas Bolivia

30 RETRATO / Elizabeth Peredo /

Sonia Montaño / Cecilia Fernández

32 CARTELER A / Días de cine /

Isabel Navia

34 HISTORIETA /Apocalicia / CTX

Editora: Cecilia Lanza Lobo. Asistente de edición: Fabiola Gutiérrez. Coordinadora: Claudia Daza. Redes: F. Gutiérrez e Isabel Navia. Diseño editorial: Edmundo Morales. Fotografía: Cecilia Fernández,

Víctor Gutiérrez, Freddy Barragán, Sara Aliaga y Agencias. DISEÑO DE PORTADA: Ariel Chuquimia / DGR-UCB.

Rascacielos y la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad Católica Boliviana se unen para el diseño de las portadas de esta revista. Coordinador: Sergio Vega. Estudiantes en pasantía: Ericka Vargas, Marcos Luna, Sergio Salazar, Josefina Rojas, Ariel Chuquimia y Adiba Rojas.

Compañía Editora Luna Llena S.A. Nº de Depósito Legal: 4-3-25-10 Dirección: Achumani, Calle 9 N°6, La Paz. Teléfonos: Central: (591) 2-2611700; Comercial: (591) 2-2611731 - 2611707 2611709. Suscripciones: (591) 2-2611734. Web: www.paginasiete.bo - La Paz, Bolivia Directora: Isabel Mercado Heredia. Subdirectora: Mery Vaca Villa. Jefe de Redacción: Alcides Flores Moncada. Jefe de Informaciones: Juan Carlos Véliz Morejón. Presidente del Directorio: Raúl Garáfulic L. Vicepresidente Ejecutivo: Carlos Saravia. D. Gerente Comercial: Nadia Diab Linale. Distribución: Marco Téllez. Distribución nacional: Douglas Azurduy. Impresión: Papel Principal S.A.

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EDGAR SOLIZ GUZMÁN es pobre, cholo y maricón. Ha publicado el Diccionario Marica (2014) y Eucaristicón (2016). Produce y conduce Nación Marica, programa radial en Líder 97.0 FM, junto al Movimiento Maricas Bolivia. SUMAYA PRADO ha sido directora de prensa e informaciones de diferentes medios de comunicación en Bolivia y estratega en organismos de cooperación internacional. Desde 2013 diseña las estrategias de comunicación y difusión de Gustu Gastronomía S.A. y MeltingPot en Bolivia.

ISABEL NAVIA es comunicadora, aficionada al cine y a la fotografía. Sueña con ser mecenas. Bebedora de café y vino. Obra en construcción, circule por la acera de enfrente.

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COLABORADORES 39|18

SERGIO ANTEZANA escribe canciones, canta tregua y baila catala, es comediante por feis y en su tiempo libre estudia arqueología del desarrollo.

RICHARD MATEOS RODRÍGUEZ es patiperro. Corresponsal sin medios, es parte de Cieguito sin Frontera, una organización asamblearia, horizontal y democrática, de la cual es el único miembro, fundador y presidente.

SONIA MONTAÑO es socióloga, feminista. Piensa que sin feminismo no hay democracia. ARIANA ZABALAGA es diseñadora gráfica y fotógrafa. Sus proyectos están relacionados con la fotografía conceptual y la fotografía de moda. Participó del colectivo fotográfico El Cuarto y ayuda a impulsar iniciativas relacionadas con la fotografía documental como Humans of Bolivia y Everyday Bolivia.

FABIÁN REQUENA es autor de los cómics bolivianos menos bolivianos de la historia. Instructor del taller de cómic de la fundación Simón I. Patiño desde hace tres años. Es autor de Apocalicia.

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IDENTIKIT Texto y foto Lucía Camerati

Doña Nelly en el Mercado Central de Tarija.

Una nueva mujer Uno llega a Tarija y se queda maravillado con su nuevo mercado: las chiwiñas organizadas, una plaza que evoca lo antiguo y lo moderno, y hasta gradas eléctricas se habían puesto estos cumpas chapacos. Lo lindo es que uno puede comprarse lo mismo de siempre; ahí están los rosquetes, las empanadas de lacayote, las hojarascas, ¡uhmmm! Lo más lindo es que siguen ahí las caseras de siempre, más sofisticadas y felices, pero

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con el mismo sazón tradicional que exige el paladar chapaco. Así lo reconocen al apuntar a doña Nilda, una de las expertas en saice y sopa de maní. Con los 70 años bien puestos y 44 años vendiendo comida, es la inspiración de su nieta que la ayuda todos los días. No es egoísta, no tiene secretos en sus recetas, hace lo necesario para compartir con sus comensales y para explicarles que su saice tiene un ají colorado especial, molido en piedra y cominito del peruano. Sonríe al servir

un platito, contando cómo se hace. Se levanta a las cinco de la mañana para cocinar, a las nueve llega a su puesto, y de ahí sin parar, vende que te vende ese platito que todos, chapacos y no chapacos, buscan desesperados. No queda más que contemplar todo lo nuevo en el mercado de Tarija, pero también aquellas joyas que son esas mujeres que saben lo que es el favor y el esfuerzo de los años. Nilda sonríe y se la ve más que nueva. DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


PATIPERRO Richard Mateos Burlando Fronteras

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icen que atrás quedaron los tiempos en que encomenderos, señores de minas, algodoneros, propietarios de ingenios, obispos y militares eran dueños de miles de personas a las que consideraban como carne semianimal explotable. Atrás quedaron esos tiempos, dicen: Se abolió la esclavitud, se procedió a la independencia de las colonias americanas, así como también de las asiáticas y de las africanas, y ahora cada cual puede administrar su territorio a su conveniencia. Dicen que ahora tenemos algunos problemas. El clasismo, el racismo, el machismo, la homofobia y otras formas de discriminación, pero estos problemillas son el precio que hay que pagar en la sociedad moderna que hemos construido, ya que cierta condición de desigualdad entre los seres humanos es natural. Dicen que antes “los discapacitados” estábamos muy mal y que ahora estamos muy bien. Antes, dicen, estábamos condenados a permanecer en el tercer patio de la casa, o a la mendicidad, o al internamiento en instituciones asistenciales. Ahora, dicen, quien no se supera es porque no quiere: “Hay ramplas”; “hay trabajo”; “hay ONG que ayudan y también las iglesias lo hacen; tienen una renta mensual y tienen derechos”. Se dice también que ahora gracias a la colaboración multidisciplinar entre médicos, psicólogos y trabajadores sociales se nos da un carnet a través del cual se nos otorga una serie de privilegios: la

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renta, el trato preferente en las filas de los servicios públicos, y algunas ayudas en materia de salud. ¿Refleja el carnet el doble esfuerzo de un niño ciego que va a la escuela por las mañanas y a su institución a hacer rehabilitación por las tardes? ¿Registra el carnet la violencia estructural que sufre una persona que se desplaza en silla de ruedas ante las gradas, los baños a los que no puede entrar, los taxis a los que no le dejan acceder, y los edificios públicos inaccesibles? ¿Consigna el carnet la frustración de una niña con síndrome de down no admitida en una escuela “normal” con el argumento de que los profesores no están formados para ella? ¿Y la tortura que sufre una persona diagnosticada como autista ante el ruido infernal de nuestras ciudades? De aquellos polvos del pasado (colonialismo) tenemos ahora estos lodos: el machismo, la homofobia, el racismo, el clasismo y la discriminación por condición de discapacidad. Éstos forman parte del mismo disfraz que esconde que el verdadero problema no está ni en nuestros cuerpos, ni en el tanto tienes tanto vales; el verdadero problema se encuentra en la discapacidad social que entre todos hemos generado. Les doy un dato. Mi carnet de discapacidad dice que mi cuerpo “sufre” un 89 por ciento de discapacidad. Es decir, valgo un 11 por ciento. Y ustedes, ¿cuánto valen? ¿Lo dice su carnet? www.paginasiete.bo

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FOTO PIXABAY

Cuerpo discapacitado, cuerpo colonizado


A G E N D A LA ESCOBA esCULTURAL Claudia Daza

Profundos y guturales

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A SE VA acabando el mes de octubre con lluvia y calorcito, con ese no sé qué, con esa euforia de querer ir a todo lado porque nos e s c u e c e n l o s p i e s, porque queremos rumba, porque queremos vivir al extremo, porque nos queda poca platita y queremos rematarla con arte. Planifiquemos entonces el remate. Del 23 de octubre al 1 de noviembre podríamos ponernos teatrales e ir a celebrar los 10 años de Tabla Roja Te a t ro . Es una celebración especial junto al Festival VIVO con los elencos de Alto Teatro (Bolivia), Festín de la risa (Chile), Tusoq Teatro (Perú), Compañía No Más (Chile), Agite Teatro (Colombia), Compañía My Friend Tito (Australia) y Tabla Roja Teatro (Bolivia). Los diferentes encuentros con el público llenarán el Modesta Sanjinés, el Teatro de Cámara y el Teatro Municipal Alberto Saavedra. No se cumplen 10 años así nomás y por supuesto el festejo estará lleno de melodrama, bulubú, tragedia y obviamente payasos. Pero si de festejos se trata, la cosa se pone seria con el retorno musical de Ruphay, aquella agrupación boliviana que viene de Europa para celebrar sus 50 años de trayectoria. Así que a preparar el oído andino para identificar los toyos, los d iferentes tipos de zampoñas y quenas, y cantar con todo el alma Marka Kusisita, Jacha Uru, Italaquemanta, Pachamamasti Llakitawa y otros éxitos que traspasaron la frontera. Ahí sí que nos pondremos profundos con las diversas melodías autóctonas y las grandes composiciones de su fundador Mario Gutiérrez. Y como todo festejo, éste tendrá invitados de lujo como Luzmila

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METAL ARCH ENEMY EN CONCIERTO / LA PAZ / 28 de octubre / Teatro al Aire Libre / av. del Poeta / 19:00 / Facebook: Arch Enemy en Bolivia C a rp i o , Q h a n t u s d e Q u i a b aya y Lucho Cavour. La gran cita es el 23 y 24 de octubre en el Teatro Municipal Alberto Saavedra. Para las generaciones que aman la guitarra criolla, tenemos el concierto de los Mellizos González, ese dúo que no deja de asombrarnos con sus interpretaciones. Los hermanos -que han bebido de la fuente del taller Arawi, el Conservatorio Nacional de Música y la Escuela Nacional de Música de La Habana- nos traen como siempre repertorios inspirados en Colombia, Perú, Ecuador, Cuba y, por supuesto, Bolivia. La música latinoamericana es su fuerte y nuestro fuerte el aplauso en Efímera, ese espacio que no se cansa de buscar cositas interesantes para un oído que ex ige. El sábado 2 7 de octubre es el día ideal para un concierto y una pizza. La cosa se pone grossa y gutural al día siguiente, y nos adelantamos porque fija

las colas para conseguir una entrada serán una locura. Por primera vez Bolivia recibe a una de las bandas más importantes del deathmelodic metal. Estamos hablando de la banda sueca Arch Enemy donde se encuentra Alissa White-Gluz, cantante que no deja de asombrar con su técnica gutural y es la gran triunfadora del tour Will to Power. La comunidad metalera, como siempre, está organizándose en todo el país para venirse directito al Teatro al Aire Libre este 2 8 de octubre. Los melómanos expertos han calif icado este tour como potente, rápido, agresivo, emocional y, obviamente, épico. Avizoro desmadre y un día histórico para los amantes del metal. Una semana intensa, profunda y gutural como para jalonearse en sicureada, ponerse melancólico con el teatro y la guitarra, y moshear hasta decir basta bajo la señal de una mujer metalera. ¡Qué más podemos pedir! DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


OTROS ANTOJOS

TEATRO 10 AÑOS DE TABLA ROJA TEATRO / LA PAZ / 23 de octubre al 1º de noviembre / Teatro Modesta Sanjinés, av. Mariscal Santa Cruz esq. Potosí / Teatro de Cámara y Teatro Municipal Alberto Saavedra, c. Genaro Sanjinés / Info: 60547037

LA PAZ Las formas de la escultura / hasta el 7 de noviembre / Museo Costumbrista / c. Jaén s/n Es la 4ª versión del homenaje a la artista Marina Núñez del Prado. Una exposición convocada por la Secretaría Municipal de Culturas en coordinación con la Asociación Boliviana de Artistas Plásticos La Paz. Los escultores presentan obras en diferentes técnicas y materiales -madera, piedra, metal, resina, cerámica, técnicas mixtas- y libres en sus dimensiones.

los murciélagos a lo grande con exposiciones, juegos, murcitienda, audición de murciélagos y fiesta de disfraces. Invitados especiales: Programa para la Conservación de Murciélagos de Bolivia PCMB, Secretaría de la Madre Tierra.

PARA VIAJEROS Agendar para el año que viene, empezar a comprar por las grandes rebajas que se hacen meses antes, planificar viaje y comenzar a ahorrar. Esa es la única manera de darnos ciertos gustos que suceden en el mundo. Hay antojos únicos. SACRAMENTO / ESTADOS UNIDOS LP en concierto / 27 de enero de 2019 / Ace of Spades / 1417 R Street, Sacramento CA / 19:00 Todos estamos enamorados de la compositora y cantante Laura Pergolizzi y ésta es una de las primeras apariciones para el año que viene. Un concierto lleno de pop, rock e indie con una de las voces más prometedoras de los últimos tiempos: LP. BUENOS AIRES

MÚSICA AUTÓCTONA 50 AÑOS DE RUPHAY / LA PAZ / 23 y 24 de octubre / Teatro Municipal Alberto Saavedra / c. Genaro Sanjinés / Info: 76588851

Colección de Asterix / todo octubre / Punto Cultural Líber Forti / c. Genaro Sanjinés / Info: 70519310 A cambio de 10 ctvs. es posible leer historietas en el Punto Cultural Líber Forti. Este mes se recomienda la colección de Asterix. Se tiene disponibles 20 títulos en los que destacan La Odisea de Asterix o La gran travesía. TolkienCon / 26, 27 y 28 de octubre / Campo Ferial Chukiago Marka / Bajo Següencoma / todo el día. El club JRR Tolkien Bolivia oficial organiza este encuentro donde se harán lecturas, actividades, charlas, sorpresas. Todo relacionado al escritor que ha congregado a fanáticos de la gran historia en torno al Señor de los Anillos.

MÚSICA LATINOAMERICANA MELLIZOS GONZÁLEZ / LA PAZ / 27 de octubre / Efímera / final Sánchez Lima N° 2667 / Reservas: 70592176 DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

COCHABAMBA Murci Fest / 27 de septiembre / Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny / av. Potosí 1458 / 15:00 a 19:00 Celebramos el mes internacional de

Lollapalooza 2019 / 29, 30 y 31 de marzo de 2019 / Hipódromo de San Isidro / av. Márquez 504 / todo el día. Aún no hay confirmaciones sobre el line up que viene el próximo año pero algunos nombres que se barajan son Arctic Monkeys, Lenny Kravitz, Jack White, Weezer, Dua Lipa, Sam Smith, entre muchísimos otros. La preventa 4 está disponible a través de All Access. Los precios están más que fabulosos. www.paginasiete.bo

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MÚSICA Sergio Antezana

Tom Petty en caída libre American girl Tom Petty cuenta que su fascinación por la música comenzó a sus once años cuando una tía lo llevó a un set de filmación a ver a Elvis Presley. Petty no había escuchado su música pero quedó hipnotiz ad o c o n l a p r e s e n c i a y e l a u r a q u e emanaba del rey del rock & roll. Buscó su música y logró conseguir un montón de d iscos que escuchó obsesivame nte durante los siguientes dos años, además de algo de Jerry Lee Lewis y Little Richard. No mucho después vería a The Beatles en el programa de Ed Sullivan, momento que –según él– determinó que quisiera formar una banda. Y así fue. Tuvo varias en Florida (lugar en que nació), hasta que decidió irse a buscar la vida a Los Ángeles donde formó una comunión estable con The Heartbreakers. Fue esa la banda con la que grabó prácticamente todos sus discos y con la que tocó su último concierto, una semana antes de sufrir un ataque cardíaco letal en octubre de 2017. A mediados de los setenta, la industria no terminaba de poner una etiqueta a lo que hacían Tom Petty & The Heartbreakers (TP&HB), así que los consideraron punk. ¡Incluso los llevaron a tocar al famoso e infame CBGB, emblemático club de punk rock en Nueva York! Algunas canciones del primer disco, también llamado Tom Petty & The Heartbreakers, pueden invocar esa confusión: Strangered in the night, American girl, Rockin around (with you); aunque incluso en ellas hay una búsqueda melódica que no tiene el punk. Entre 1976 y 1986, TP&TH crecían en fama y hacían giras por Estados Unidos, pero lo mejor estaba por venir. Bob Dylan, el propio, el maestro, los invitó a que fuesen su banda estable entre 1986 y 1988 haciendo giras por Europa, Australia, Japón y Estados Unidos. Basta ver la cara de Petty en esos conciertos para saber que era el niño más feliz de la clase. Y pese a ese intenso calendario, TP&TH grabaron Let me up (I’ve had e nough) e n 1987, su séptimo disco de estudio, que incluye una

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En octubre recordamos un año de la muerte de Tom Petty, el contador de historias, aquel de las canciones simples.

dos discos con The Traveling Wilburys (1988 y 1990), publicó su primer disco en solitario, Full moon fever (1989), el primero sin The Heartbreakers en más de diez años de trabajo conjunto, y sacó un nuevo disco con The Heartbreakers: Into the great wide open (1991). Petty no paró de estar en los rankings de la Billboard esos años; si no era Free fallin’, eran los Wilburys, o Into the great wide open, o Mary Jane’s last dance. En los hechos, Petty nunca se separó de The Heartbreakers, pese a que sacó tres discos en solitario. El más socio de todos los The Heartbreakers me parece que es Mike Campbell, quien además de tocar guitarra en el grupo es coautor de varios temas y coproductor musical en varios discos, incluso en aquellos en que Tom Petty firma como solista: Full moon fever, Wildflowers y Highway companion. Discasos los tres.

The very last dance with Mary Jane canción en colaboración con el propio Dylan. Para entonces Petty era ya parte de la cúpula de cantautores norteamericanos, era the new kid in town (el nuevo chico de la “rosca”) y así lo evidencia su siguiente proyecto.

Los años dorados George Harrison andaba buscando maneras de divertirse haciendo música y decidió llamar a varios amigos para que colaboren en su nuevo disco de estudio, Cloud Nine. Pero cuando eres Harrison, tus amigos son la crema y nata mundial; entonces, fruto de las sesiones de ese disco, “los amigos” decidieron hacer un disco sólo para tener una excusa para verse. Así salió a la luz The Traveling Wilburys integrado por Bob Dylan, Roy Orbison, George Harrison, Jeff Lynne y Tom Petty. Salvo por Jeff Lynne, inicialmente convocado como productor del disco de Harrison, Petty es casi diez años menor que los otros. Me imagino que para Petty era como tomarse un café y charlar con el autor de los libros que leía de chango. Esa fue una época muy creativa para Petty: sacó

Tom Petty es un contador de historias y uno de los reyes de las canciones simples. Personalmente quedé enganchado con él y su música desde Free fallin’. Recuerdo el video con jóvenes haciendo s kate por la playa y él diciendo “She’s a good girl, loves her mama, loves Jesus and America, too”. Ahí estaba todo lo que necesitabas saber de Tom Petty: un joven nacido en aquella época inocente de Gringolandia, un baby boome r, un fan de Elvis que conduce por Mullholland o por Ventura Boulevard, una canción de tres acordes, un hombre feliz de estar en caída libre. Como el gran referente generacional que era, en los primeros discos parece haber una emoción propia de quien vive en el que cree que es el país más grande del mundo, mientras que a medida que pasan los años hay una decepción del a merican dream totalmente monetizado y banal. Así lo muestra en el disco The last DJ (2002) que habla duramente contra la industria musical y el “reinado del dinero” en todas las facetas de la vida diaria de ese país. Me quedo con Wildflowers, un disco DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


en el que Tom Petty susurra más de lo que canta. De a poco, suavito, va poniendo un pie, luego el otro, y luego te saca a pasear por un paisaje rural a ratos, por una autopista vacía, por una senda que llega hasta un mirador de Los Ángeles donde despiertas y regresas un poco a ti mismo y otro poco a la voz de Petty diciendo: no eres más que un pobre muchacho que anda solo en este mundo, es tiempo de que despiertes, de que te levantes y brilles. En octubre recordamos un año de la muerte de Tom Petty producto de un infarto ocurrido semanas después de finalizar su gira de 40 años con The Heartbreakers. Ya está en el 1. great wide open Lo imagino rasgando su viola en caída libre de la mano de su american girl. [1] Puede traducirse como “en la planicie”

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CRONIQUITA / ABUELAS Pilar Soruco

Mi abuela no usaba blue jeans En algún lugar muy preciso tendrá sede el Club de Abuelas del Universo. Allí se encontrarán, y mandarina tras mandarina nos harán sentir ese amor de otro planeta.

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I ABUELA MATERNA murió antes de que yo cumpliera dos años y la paterna tenía doce nietos: seis mujeres y seis varones. Yo no estaba entre los nietos preferidos. Tenía dieciséis años cuando ella murió y no recuerdo habernos abrazado y reído juntas nunca, como tengo ahora la felicidad de hacerlo con mis nietas, cada vez que puedo. Pero la vida ofrece compensaciones emocionales que hay que saber aprovechar. Nuestra vecina, la señora Zoila Machicao de Pacheco, a quien mi hermano Joaquín puso como apodo cariñoso Chontita, fue para mis hermanos y para mí esa abuela cariñosa, malcriadora, divertida que todo niño necesita para su crecimiento y desarrollo personal.

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Nuestra Chontita tenía dos hijos, Carlos y Cuca, cuya diferencia de edad con nosotros nos permitía usar y abusar de esta abuela postiza sin provocar celos de hijos. Ellos nos miraban con ternura y nosotros a ellos con admiración. Especialmente yo a Carlos. Tenía cinco años, él tenía veinte, estudiaba arquitectura, y no tengo problema en declarar públicamente que el enamoramiento de una niña de cinco años puede ser tan importante como el de una de veinte. Pero Carlos tenía novia, Teresa, y no me esperó, se casó con ella. Se lo repito siempre: “No me esperaste Carlitos”. Nuestra Chontita, mi Chontita, era muy divertida, reíamos mucho con ella. Nos contaba las historias de Apolo, donde nació. Nos hacía probar los productos que de allí le mandaban sus parientes: “las hormigas culonas” tostad as, unas frutas cuyos nombres eran tan difíciles de pronunciar que no quedaron en mi memoria, pero sí sus sabores en mi paladar. Se sentaba en la terraza con nosotros a jugar y me daba unos besos rojos. En la noche mi papá, al llegar de la oficina, me miraba la cabeza y me decía: “¿Estuviste con la señora Zoila, ¿verdad?”. Ella había dejado su indeleble marca de abuela en la cabeza de su nieta favorita de pelo claro. Porque qué pena decirles a sus nietas verdaderas, aunque sé que comprenderán porque me quieren tanto como yo a ellas: Chicas, yo fui la nieta favorita de su abuela Zoila. Mi Chontita estaba casada con un destacado artista boliviano, el pintor Armando Pacheco. Don Armando, alto y de voz DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


gruesa, era severo y como todos los artistas plásticos tenía sus manías. No permitía que extraños entraran a su taller de pintura. Menos a mí, para envidia de toda la familia. A los cinco años aprendí a usar la paleta, a tensar la tela sobre el bastidor y a medir la cantidad de óleo en el pincel. Me daba papeles para dibujar, mientras él pintaba. Luego “exponía” mis dibujos en el corredor de la casa invitando a mi “colega” Pacheco a que opinara. Calculo que para entonces don Armando ya bordeaba los cincuenta años. Pacientemente recorría la exposición y en cada dibujo hacia un alto y un comentario onomatopéyico: ¡Humm! ¡Oh! ¡Ajá! Me hacía un cariño y se iba a almorzar. Ruperta, que trabajaba con los Pacheco, era buena cocinera y con la experticia que en esas artes tenía mi Chontita, entre las dos me ofrecían los mejores platillos: escabeche de trucha, mi preferido. Siempre fui la primera que metió el tenedor en el frasco donde reposaba el escabeche para deleitarme con ese sabor irrepetible. Nunca más lo probé después de que mi Chontita murió. Una tarde de invierno paceño, después de almuerzo, estábamos mi abuela adoptada y yo sentadas en la grada exterior de su casa con una canasta de mandarinas al lado disfrutando el sol. De repente, en ese cielo azul impecable, vimos aparecer una bola de metal que por momentos parecía acercarse y por otros alejarse. Mandarina tras mandarina, estuvimos observando divertidas el movimiento de la bola de metal, apostando entre nosoDOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

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CRONIQUITA / ABUELAS

La abuela Zoila no usaba blue jeans.

tras a qué lado se movería, mientras engullíamos otra mandarina más. Cuando llegó su hija Cuca a la casa, preguntó qué nos provocaba tanta risa. Le explicamos que la bola de metal se movía y que apostábamos entre nosotras hacia qué lado se movería. La que perdía, tenía que comerse una mandarina más. Cuca miró hacia el cielo, vio la bola, pegó un grito y subió corriendo a llamar al Observatorio de San Calixto. Era 1962, tenía nueve años, próxima a cumplir diez. Mi Chontita para entonces tendría 50 o 55. A los pocos minutos de que Cuca habló con el Observatorio donde le confirmaron que sí, que habían detectado un OVNI, la bola partió velozmente y se perdió en azul del cielo. Mi Chontita era guapa, morena, de ojos color miel y tenía una dentadura perfecta. Don Armando le decía Negra. Recuerdo haber conocido también a la su mamá, una señora linda pero de gesto adusto y clarísimos ojos azules. Pasó el tiempo, me casé, me fui a vivir a Sopocachi y a los pocos años mi Chontita, para mi felicidad, se fue a vivir a tres cuadras de la mía, a una casita diseñada por su hijo Carlos, con el principal objetivo de brindar a su padre un taller de pintura que tuviera la mejor luz solar. Y lo logró. En el jardín, mi Chontita tuvo el placer de cultivar sus rosales que amaba y de cuyos colores raros ella se sentía orgullosa: había rosas lilas, otras casi negras, un amarillo tan fuerte que parecía zapallo y otro tan suave que era casi blanco. Los perritos fueron importantes en su vida, la Minnie, con

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sus ojos negros como canicas, fue la favorita de todos. Pero además mi Chontita tenía una habilidad sobrenatural con los animales. Criaba unos tordos y los criaba sueltos. Un día, los cuatro tordos se pararon en fila en la escalera de madera que estaba apoyada en forma horizontal a una pared; se cayó la escalera y los cuatro tordos quedaron atrapados por el cuello. Ella lloró. Nacieron mis hijos, uno el año 1981 y el segundo el año 1982. Todas las Navidades, el 24 de diciembre en la mañana, nuestra tarea era ir a abrazar a la “abuelita Zoila” y llevarle su regalo de Navidad. Había yo traspasado a mis hijos ese abuelazgo, pero celosa yo del nombre de mi Chontita, para ellos ya fue la “abuelita Zoila”. En su casita de la Calle Vincenti nos esperaba para dar a mis hijos pequeños panetones que hacía con sus manos y mucho amor para agasajarlos, y a mí también me tocaba uno pero grande. Cada año mis hijos y ella se paraban al lado de un cuadro suyo (ella también pintaba y muy bien) y yo les tomaba una foto. Tengo la colección de esas fotos; en las primeras ellos no alcanzaban ni la cintura de la abuelita Zoila; en las últimas sobrepasaban el tamaño de la abuelita Zoila y la ubicación del cuadro. Me tocó de herencia ese cuadro y un carboncillo de un desnudo de mujer, de mi colega Armando Pacheco. Se enfermó mi Chontita, ya estaba mayor. Cuca me llamó para decirme que estaba en terapia intensiva pero que se encontraba estable. Que a terapia intensiva no me permitirían DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


Cuca miró hacia el cielo, vio la bola, pegó un grito y subió corriendo a llamar al Observatorio de San Calixto. Era 1962. Habían detectado un OVNI. La bola partió velozmente y se perdió en azul del cielo. entrar a verla pero que ella me tendría al tanto. Aquella tarde yo tecleaba como loca un recurso en mi bufete del Edificio Hansa. Eran las cuatro y media de la tarde y el vencimiento era al día siguiente. De pronto “sentí” que tenía que ir a ver a mi Chontita; grabé la mitad del documento, apagué la computadora y salí corriendo, tomé un taxi de la Mariscal Santa Cruz al Hospital Obrero. Nunca me pareció tan largo el camino. Ya ni sé a que hora llegué al Obrero. Las puertas ya estaban cerradas para las visitas. Lloré ante el guardia, le conté mi vida, le imploré y quince minutos después me dijo: “Pase…, pero se apura”. En la salita delante de terapia intensiva, una enfermera con cara de tener pocas pulgas me dio una cátedra de por qué no podía entrar a ver a mi Chontita a terapia intensiva a esa hora y sin ser su pariente directa. Aproveché que la furiosa fue requerida en algún otro lugar y me metí, sin permiso, sin delantal, sin tapaboca. Mi Chontita estaba en una cama en medio de otras dos enfermas, conectada al oxígeno, y aún así respiraba con dificultad. Sus ojitos se llenaron de lágrimas al verme, la tomé de la mano y le dije: Chontita he venido a que me digas tu talla, voy a comprarte unos jeans. Ella sonrió y me mostró sus dientes perfectos. “Per iquita, mi gringa –musitó-, yo no uso blue jeans”. Nos dimos un beso en la boca y le solté la manito diciéndole: “Te quiero mucho”. Ella susurró: “Yo también a ti”. Y salí de allí sin mirar atrás. Salí a tiempo. La enfermera corría por el DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

Pilar Soruco con sus nietas.

pasillo echa un basilisco, dispuesta a pegarme si hubiera sido necesario. — ¡Señora…! ¡Le dije que no podía entrar!, me gritó. — ¿Sabe cual es el problema señorita?, le respondí. —El problema es que mi abuela no usa blue jeans. Hasta luego. Y dejándola pasmada, perpleja y sin habla, apuré el paso para llegar al ascensor donde antes de apretar el botón de planta baja me puse a llorar apoyada en el espejo. A las siete de la mañana del día siguiente recibí la llamada de Cuca. Antes de hablar, yo sabía el motivo: “Periquita, mi mami se ha ido anoche”. Mi Chontita, mi abuela postiza, se fue con mi beso de nieta, como quisiera irme yo ahora que soy abuela de tres preciosas nietas, Rafaela, Alicia y Sofía. Así quisiera irme para juntarme con mi Chontita en el Club de Abuelas del Universo que seguramente tiene sede en la bola de metal que vimos con ella un día de invierno en el inmaculado cielo azul paceño. Allí van las abuelas antiguas y modernas que se van de la tierra para siempre. Algunas van ahora de calza o pantalón apretado, pero la mía, la mía, no usaba blue jeans.

Pilar Soruco Etcheverry es abogada y profesora universitaria. Escribe cuentos infantiles para sus nietas. www.paginasiete.bo

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CRÓNICA Texto y fotos Cecilia Lanza Lobo

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Y (agua)

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[1] Agua, Agua, en guaraní. guaraní.

En este lug lugar remoto remoto escasea escasea el agua agua y escasea escasea todo todo.. ¿Cómo vi viven quienes n quienes parece parecen vivir como si el mundo se hubiese hubiese estre nado do aye r? estrena ayer?

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CRÓNICA

M ÁS DE UN VECINO tiene en el cuerpo un rayo inmisericorde. Los rayos son de temer. Son la única cosa que podría averiar el panel solar que hace posible que en esta tierra adusta de nombre guaraní no falte el bien más preciado: el agua; esa paradoja que escasea y abunda cada que diluvia y de allí nadie sale ni entra, y entonces la muerte no es de extrañar. Allí viven María Ángela con su boca que ríe a truenos, Enrique y su paciencia infinita y Ruperto con sus modestísimos deseos. Ellos viven en las comunidades gua-

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raníes de la inmensa región del Chaco guaraní boliviano, al sureste del país, donde hace solo un año dejaron de peregrinar hasta el río en busca de ag ua porque finalmente lograron instalar un panel solar que activa la bomba que lleva agua hasta sus casas. Un panel solar: una tableta parecida a la pantalla plana de un televisor gigante que se erige mirando al sol, como único y extraño gesto de modernidad en medio de esa inmensa serranía de monte seco. La puerta de ingreso es Charagua, el pueblo urbanizado: una región remota en la memoria empolvada de la historia, recordada apenas como uno de los escenarios de la guerra del Chaco librada frente al Paraguay (1932-1935), morada de menonitas pecosos, que andando en carretas del siglo XV echan en cara la densidad del polvo de la eterna sequía donde sólo ellos son capaces de hacer parir alimento a esa tierra intratable. Ti e r r a d u r a , t e r c a c o m o m u l a . Cuando está seca, el camino hacia Charagua es una alfombra ondulada de curvas gordas y grietas profundas. Una tortura que sólo es posible atravesar con el acele-

rador del coche a fondo para avanzar literalmente volando, apretando las tripas en cada aterrizaje. Y cuando cae la lluvia, ni hablar. El camino se vuelve un lodazal imposible de vencer. Así, Charagua es la antesala al mundo guaraní.

Yvy Marâey (tierra sin mal)

Estoy en Caraguataty y esto de aquí no es el Izozog: ese inmenso territorio en las entrañas mismas del Chaco, mucho más distante del mundo urbano, allí donde la tierra seca se levanta suavemente en pequeños remolinos de polvo y se posa en el cuerpo como segunda piel, la boca masticando arena. La tierra de Bonifacio Barrientos, el Capitán Grande ya fallecido. La tierra silente donde los ancianos sólo hablan guaraní y los niños también, allí donde las mujeres todavía se reúnen a tejer. No. No es el Izozog sino Caraguataty, a escasos 10 kilómetros de Charagua, pasando por La Estación. Un sitio demasiado próximo al mundo urbano y quizás por eso mismo, al borde de sí mismo. Según como se vea, Caraguataty puede estar cerca o lejos, lejísimos de todo. DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


En Caraguataty está María Ángela y su boca que ríe compitie ndo e n volume n con los tr uenos. La acompaña su mamá, la abuela Santa Yavita Maruani, algunos vecinos y muchos niños que revolotean sonriendo tímidamente, cuyos nombres, Guad alupe, Ana Karen, Migerley y Jason, los sacaron de alguna telenovela: “cuando aquí nacen, empiezas a buscar en el periódico sus nombres o sacas de las novelas: una copiadita…”, contará María Ángela sonriendo. La casa de María Ángela es un cuar to doble : a un lado duermen todos y al otro está la cocina. Afuera hay una parrilla casi a ras de suelo que arde calentando el agua para el mate. Santa Yavita se arrima al fuego, dos perros la acompañan, falderos. A poca distancia hay un pequeño altar donde reina la virgen de Urkupiña rodeada de velas y no es casual que la pileta de agua quede delante. Pero quien reina en esa tierra pelada no es la virgen sino un enorme algarrobo cual obelisco frente a la casa, en el medio del monte pelado. Frondoso, el algarrobo preside las reuniones familiares y comunitarias. Ellos mueven algunas sillas hechas de troncos, se sientan y esperan que te presentes. Saludas y sólo entonces comienza la visita. En Caraguataty son 72 comunarios, dicen, mientras cuentan a los niños y jóvenes con los dedos de las manos: 22. María Ángela, tiene seis. La abuela Santa Yavita se anota entre los diez ancianos de la comunidad. Tiene 78 años y el cuerpo menudito, y hasta el año pasado cargaba sobre su cabeza un galón con 20 litros de agua que traía caminando desde la quebrada distante tres kilómetros de su casa, cuando el agua todavía no llegaba hasta el patio. Está guapa aunque se ha caído ya un par de veces en ese barro maldito, enmohecido y resbaloso que se forma con la lluvia, pero a Santa Yavita eso no le hace mella: “a veces siento la vejez”, comenta como si fuese un simple dolor de cabeza DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

Tender cañerías, tubos, cables o realizar cualquier trabajo para una población donde entre casa y casa median kilómetros “no justifica”, dicen sin pena en la alcaldía de Charagua. mientras porea con toda la paciencia del mundo. Tomar mate de poro es por aquí la costumbre más social, más amena, más próxima que se conozca. Santa Yavita me invita su mate azucarado una y otra vez, “sírvase: calentamiento de corazón y de pecho”, sonríe y asegura que por allí la gente vive más de 100 años. Y sí, la abuela Santa Yavita tiene razón, pero a medias. Porque así como muchos viven literalmente más de 100 años, demasiados mueren muy jóvenes. El marido de Santa, por ejemplo, murió a los 56 años debido a un cólico estomacal. “Qué será puej eso”, comenta ella recordando que demoraron tanto en sacarlo al pueblo, a pocos minutos, que ya no llegó vivo a Santa Cruz. Por aquí es común escuchar historias como esa: “no pudieron sacarlo” o “ ni al pueblo alcanzó a llegar”, como también es común escuchar que “éramos 11, quedamos seis…”, “éramos nueve, cuatro murieron…”. Dos muertos en tres días. Ayer nomás en la comunidad Chorritos Alto, a unos 45 minutos caminando desde la casa de María Ángela, enterraron a un muchacho de 18 años que el lunes entró al monte y salió demasiado tarde con dos picaduras

de peto (zángano) mortales. “No alcanzaron a sacarlo”, dicen las autoridades de Charagua, mientras que en Caipepe, la comunidad vecina, saben que lo que no pudieron fue conseguir movilidad que lo llevara hasta Charagua, distante 21 kilómetros del lugar. Y lo sabe Julio, el profesor, porque como tantas otras veces fueron a buscarlo para que prestara su auto, pero cuando llegó, el muchacho ya había muerto. Por si fuera poco, esta madrugada encontraron a un vecino, conocido como “Bombril”, dormido para siempre dentro de su taxi, en la parada misma del transporte público en La Estación. Su mujer creyó que no pudo llegar a su casa a causa del camino en mal estado, pero no. Como el señor “Bombril” era un poco callado y poco sociable, nadie molestó su sueño y la sangre desbordada invadió su cerebro. “De aquí hasta en colcha se saca enfermos al pueblo. ¡Cuántas veces lo he h e c h o ! A ve c e s d e s d e Sa n Lo r e n zo (comunidad bastante más lejana) me buscan para ir en movilidad a sacarlos” –contará más tarde el profesor Julio. Y si ellos dicen que el camino está feo, es porque está feo. Esa ruta caprichosa y www.paginasiete.bo

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CRÓNICA

tantas veces fatal, ese cordón umbilical ensarrado que los comunica con el mundo, es la barrera que impide que los servicios básicos lleguen al lugar, pero no la única. Tender cañerías, tubos, cables o realizar cualquier trabajo para una población tan dispersa donde entre casa y casa median kilómetros “no justifica”, dicen sin pena los burócratas en la alcaldía de Charagua.

Caraguataty En casa de María Ángela, lo único nuevo que hay desde hace sólo un año es el agua en la pileta del patio por obra de una oenegé, no del gobierno. De modo que los caraguatateños están obligados a salir adelante por sus propios medios. Y eso es algo en lo que francamente no habían pensado. ¿Dónde es el baño?, pregunto con toda intención y María Ángela da un par de vueltas sin ánimo de responder ni de mostrármelo. Finalmente dice: “El baño… así nomás. A correr donde uno pueda –ríe–. Tiene que irse al monte nomás. ¡Es un derecho sin fin!”, vuelve a reír con más ganas, mostrando los dientes que no tiene, se acabaron todos, uno a uno, como la suela de un zapato cuyos rastros se miran. Los gallos cantan a destiempo, ella da órdenes a sus hijas a gritos. Luego vuelve a la charla de un tema que no quiere tocar pero se rinde. “Tenemos letrinas. Hay un lugar con tablas, que es cavado. Se cava un hueco, así, a la vista nomás”. Entonces decide mostrarme y en el camino, junto a un árbol, pasamos por una especie de cabina precaria, un rectángulo hecho de palos y cañas, cubierto con telas, bolsas, o lo que se les ocurra, con una manguera que, colgada de cualquier rama, cumple la función de una ducha. Andamos un poco más y encontramos la letrina sin uso. Ellos prefieren el campo. “Los niños aprenden, ja ja ja ja –carcajea María Ángela– ¡L a primera vez mi hija se cayó!, dijo: ‘qué bonito’ ¡y se cayó!, ja ja ja ja”. María Ángela conserva el buen humor

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María Ángela Ángela cuida como oro oro el agua y el grif o de su casa. grifo pero su risa parece también un pretexto para zafar de la infinidad de necesidades que de tan cotidianas se le habían olvidado. “Ahora está entrando… ¿cómo se llama?... Letrina seca. Los gringos lo están instalando, recién lo van a hacer”, dice como queriendo reivindicar tanta carencia. Un año atrás, los habitantes de Caraguataty, grandes y chicos, andaban seis kilómetros ida y vuelta buscando agua. Los niños madrugaban antes de ir al colegio y las madres partían más tarde para lavar la ropa. “Nos engrupábamos así, más gente, como en una procesión y traiiiiiiamos un galón de cinco litros”, cuenta María Ángela estirando las ies, para explicar lo mucho que esa caminata demoraba, lo mucho que esos baldes pesaban. “Veníamos descansando. Aunque sea pesado, estábamos acostumbrados. Teníamos nuestros burros también. Cargábamos. Y una iba ahí por delante con la soga tironeando. Todo el díiiiia nos perdíamos… Volvíamos entrando el sol”, recuerda un poco con nostalgia, otro tanto lamentando, con ese vozarrón que quita la palabra a todo el mundo a su alrededor y que termina invariablemente con una carcajada sonora abriendo grande la boca, dejando ver sus encías peladas, los ojos achinados como pepas de sandía, pícaros, el

labio pintado de rojo, un par de aretes coquetos, el cabello recogido en una cola, un pantalón de mezclilla y un par de sandalias negras llenas de brillitos, igual que sus ojos. María Ángela es la Mburuvicha de Caraguataty. La Capitana, la dirigente máxima entre sus 72 habitantes. Y no es porque hable a gritos sino que los cargos dirigenciales son resultado de votación y rotación. Es un honor pero sobre todo un dolor de cabeza porque significa sobre todo tiempo, trabajo y muchas veces dinero del bolsillo de cada dirigente. Porque para gestionar cualquier proyecto hay que trasl a d a r s e h a s t a Ch a r a g u a y muchas veces hasta Santa Cruz, y eso cuesta lo que menos hay: dinero. Más aún, la significación histórica de un Capitán Grande (máximo dirigente de todas las capitanías juntas) se mide por la cantidad de veces que éste tuvo que caminar y caminar inclusive hasta la c i u d a d d e L a Pa z l l e va n d o a l g u n a demanda. Y demandas sobran. Lo que pasa es que de tanto demandar se olvidaron de hacer. Por lo menos en Caraguataty las demandas son, en el mejor de los casos, deseos algo lejanos que esperan algún día suceder. No tienen energía eléctrica pero como en Caipepe ya pusieron postes, “seguro luz ya van a poner” dicen ellos. Mientras eso suceda, en Caraguataty encienden un mechero para alumbrar sus noches y en general cocinan con leña porque el gas es demasiado caro; la tienda más próxima está en Caipepe, a tres kilómetros, y como no hay movilidad, entonces “no da”, concluye María Ángela, esta vez sin gritar. Así, esperando, o más bien sin siquiera esperar sino andando kilómetros yendo y viniendo de la quebrada, cargando litros de agua en baldes y tarros sobre la espalda, en los brazos, sobre la cabeza, día tras día, año tras año, durante décadas, un día de esos el agua llegó en cañería hasta sus casas. “El agua es todo, es vida”, estalla María Ángela, mostrando el grifo instalado en su patio DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


por una oenegé que benefició a las cuatro comunidades de la zona (Piriti, Guazuigua, Caraguataty y Caipepe): mejoró sus precarios sistemas de agua, instaló nuevos o, como en el caso de Caraguataty, les dotó aquella bomba con energía solar, tanque de agua y un sistema de distribución que llega hasta la última de las viviendas. Desde entonces, la cuidan como oro. “¡No hay que dejar el grifo abierto, son dos mil litros nomás en el tanque!”, señala María Ángela mientras arruga el ceño y añade más precauciones porque cuando llueve mucho el agua arrastra la tierra y deja los tubos a la vista, de modo que cuando viene el ganado los pisa destrozando todo. Y cuando hay sequía los que vienen muertos de sed son los burros que rompen la pila. Por eso, la misma oenegé propuso construir una estructura de hormigón resistente en cada casa. También conformaron un Comité de Ag ua cuyo presidente es Enrique, un hombre joven tan discreto como su hablar pausado y a ratos inaudible por contraste con María Ángela que interrumpe a su antojo. Pero Enrique logra explicar que en la comunidad acordaron pagar, cada familia, 10 pesos mensuales por el agua. “¡El agua no cuesta pues! –invade María Ángela a todo volumen– ¡lo que cuesta es mantener la bomba...!”. Enrique espera que ella termine con los brazos cruzados y continúa: “el Comité se hace cargo de cobrar, de ver si hay alguna fuga y acomodar (reparar). Por eso damos 10 pesos cada mes para ir a comprar repuestos”, explica mientras caminamos hacia el lugar donde está el panel solar, como si fuéramos a mirar un platil lo volador. En el camino pasamos por un pequeño lago de donde alguna vez sacaron agua y ahora está seco; solo recibe agua de lluvia donde bebe el ganado. Les pido tomarles una fotografía y María Ángela acepta contenta, igual que sus hijas que nos acomDOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

puerta de sus casas? pregunto, y ellos piensan un rato, me miran, las niñas ríen, nadie responde hasta que María Ángela suelta un “¡muuuucho!”. Y la respuesta reiterada es que antes se cansaban infinitamente andando kilómetros cargando baldes pesados. “Encima, el agua no duraba nada”, se quejan. Pero su mayor ganancia, ahora que el agua está cerca, es el tiempo. Ya no ocupan todo el día acarreando ag ua sino que pueden invertir sus horas en sus propios quehaceres. ¿Qué hacen? Siembran maíz para alimentar al ganado, chanchos, chivas, patos y gallinas. En la zona crece también zapallo pero no se ve. Todo es para consumo propio. El resto: arroz, azúcar, aceite, verduras y demás, compran en la localidad más cercana, La Estación. ¿Con qué recursos? Trabajan por temporadas. Van y vienen de las colonias menonitas asentadas en la región y también van y vienen de los puestos ganaderos privados donde atienden el ganado o realizan servicios como albañilería o reparaciones varias. Las mujeres suelen ir a Santa Cruz donde se emplean en trabajos domésticos algunos meses, no más. Todos trabajan por tiempo limitado y La abuela pocos están “mensualizados”, Santa Santa Ya Yavita vita explican ellos mismos. porea porea y porea. porea. Enrique está “ mensual i“Remedio de zado”, pero como el camino hoy corazón” n”, dice. está feo y cae una llovizna menu-

pañan junto a los perros, jugando. Enrique, tímido, se hace rogar mientras María Ángela posa diciendo: “Afuera van a decir: ¡mirá, esa camba tomaba agua sucia!”, y ríe a sus anchas. Continuamos rumbo a Caipepe bajo una llovizna suave y persistente. ¿De qué manera los ha beneficiado tener agua en la

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CRÓNICA

dita, no fue a trabajar. “El camino es larg uito...”, comenta y María Ángela, acaso justificando comedidamente a su vecino, añade a su modo: “¡uno se moja puej y luego se enfeeerma!”

Jokuae Miño (sólo un poco)

Lo mismo dice Ruperto, el alcalde de Caipepe que vive a poco más de dos kilómetros de la casa de María Ángela y hoy tampoco fue a trabajar. En el patio de su casa, al centro, en vez de un algarrobo está la pila de agua. El paisaje es muy parecido entre vivienda y vivienda. Ruperto vive con su esposa y cuatro hijos. Ahora que el agua llega a sus casas ¿por qué no tienen un cuarto de baño con lavamanos, ducha e inodoro?, comento. Entonces ellos mueven la cabeza lentamente como si aquella fuese una grave pregunta y concluyen que “sería una buena cosa” o “eso mismo estábamos pensando”. Ruperto se entusiasma y confiesa que sus hijos “quieren otra forma de vivir” porque, dado que van a la escuela y al pueblo (Charagua), ven y comparan. “Y nosotros como comunidad no tenemos puej, somos de escasos recursos”, lamenta repitiendo un modesto deseo: que sus hijos sean “un poquitito mejor que él” que sólo pudo cursar la escuela hasta cuarto año. Por eso valora mucho que sus hijos estudien. Sólo así podrán lograr mejores condiciones, “sólo un poquito”más que él, insiste una y otra vez. Finalmente suspira y alega que el Estado, como es “el papá de Bolivia”, debiera darles más atención. Ruperto trabaja de tiempo en tiempo en las colonias menonitas o estancias próximas. Hoy no fue a trabajar por la misma razón que Enrique: “Cuando está chilcheando (llovizna menudita) el camino es feeeeo… no se puede ni salir, ni trabajar…, ni trabajo hay. Ni los albañiles trabajan. Se podría si hubiera camino. Pero allá es leeejos. Son 42 kilómetros, dos horas de viaje”, explica, como si aquella fuese una verdadera misión imposible. Mañana cuando vuelva, el chofer que me lleve a Caipepe contará que nació en Potosí pero que hace muchos años vino y se quedó por aquí hasta adoptar el aire y el

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tono chaqueño de la voz cantada y pícara. Y contará también que se fue a trabajar a Francia y acabó en España, juntó dinero y volvió para construir su casa en Charagua. Y que los guaraníes de las comunidades del lugar “viven para el día nomás” y cuando necesitan algo van a la tienda del pueblo y dicen: “véndame tal cosita, voy a la Colonia (menonita) y ahorita le pago”. Van a la Colonia, trabajan ese día, salen con 500 bolivianos, van de vuelta a la tienda y compran todo, gastan todo, y si les sobran unos pesos compran bebida. Llegan sin un centavo a su casa. “Eso sí, con compras”. Otro vecino dirá lo mismo: “el guaraní es un poco pasivo. Cuando hace mucho frío, no trabaja; cuando hace mucho calor, no trabaja. ¡Les cuesta trabajar…!”

Oporomboe vae (el profesor)

En el camino hacia el centro del poblado, en Caipepe, pasamos por la casa del profesor Julio. Es grande, tiene más de una construcción de adobe y el piso de tierra está firme a pesar de la lluvia. Bajo los árboles generosos de su patio se mira una vetusta vagoneta negra, una mesa larga con dos banquetas, una jardinera con flores de plástico y una antena blanca como plato de sopa gigante que, igual que el panel solar de Caraguataty, es cosa rara. “Es que don Julio es el profesor”, señalan todos en coro y repiten: “es el profesor”. De ahí que en su casa tenga, si el aparato funciona, televi-

sión. Julio se acerca y de solo mirarlo sé que en Caipepe él es la autoridad. No tiene ningún cargo pero Julio “es el profesor ” y eso aquí significa todo. Los muchachos de las comunidades van a la escuela como sus padres no pudieron hacerlo porque en aquellos tiempos en la escuela de Caipepe no había secundaria. Ahora hay pero muchos padres prefieren mandar a sus hijos unos kilómetros más lejos y a pie, hasta la escuela de La Estación. “Es mucho mejor”, comenta María Ángela, esta vez más recatada ante la presencia del profesor Julio que, por su parte, no se cansa de recomendar a sus alumnos que “por lo menos comiendo un somó (bebida típica a base de maíz) no se falten a clases. Yo tenía que ir sufriendo lluvia, frío, sol, para llegar a La Estación todos los días”, alega enfático, como soldado que ha ido a la guerra. Y andar ocho kilómetros todos los días por ese camino del infierno, “feeeeo”, da para una condecoración. Y Julio la tiene: “es el profesor ”. El primer profesional de la comunidad.

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(sed) Sin duda fue su padre, Pablo, quien tuvo a su hijo Julio marchando sin necesidad de decirle mucho sino con el puro ejemplo. Porque con casi 70 años Pablo madruga todos los días, sagradamente, camina un par de kilómetros monte adentro y trabaja su chaco como si le pagaran. DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18


El profesor Julio no tiene ningún cargo pero es, de lejos, la autoridad. Al segundo día finalmente encuentro a Pablo, apurado, queriendo correr al monte como soldado disciplinado, el cuerpo recio como si de un atleta se tratase, puro músculo quemado al sol. Don Pablo no aparenta, ni por asomo, la edad que tiene. Eso sí, tiene mal carácter, y a pesar del apuro se sienta un rato para contar que su padre, Jacinto Román, fue a la Guerra del Chaco, cómo no. Cómo no, si la guerra se peleó allí mismo, en ese inmenso territorio arenoso próximo a Capiguazú. Y no hizo falta que Jacinto Román estuviese en primera fila para saber que en esa tierra seca como la nada, los collas se morían de sed porque no conocían el lugar. “Los que han muerto son los del interior” dice, porque los guaraníes, recolectores de frutos silvestres, “fácilmente no van a morir”. Esa es la característica del hombre guaraní, insiste Pablo, con jactancia: “les faltaba azúcar, iban al monte, traían miel de abeja y ya estaba el azúcar. Todo el mundo tenía caña para su azúcar. Hasta yo he alcanzado a ver los meeeses de molienda que hacía mi abuelo”. Y entonces cuenta lo que su padre le contaba: que durante la guerra estuvieron 25 días sin tomar agua pero que ellos, los guaraníes, conocían un fruto amarillo de nombre “pachío” que les daba energía, o escarbaban el suelo para encontrar “cipoy”, una raíz llena de agua. En cambio los collas confundían el “pachío” con la “pica pica”, una semilla picante, y entonces morían de sed. Pablo está impaciente. Lo último que dice antes de marcharse es que luego de la DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

guerra su padre Jacinto fue Capitán de la comunidad hasta sus 75 años y que viajó a La Paz en tres ocasiones a pie. El motivo no fue otro que gestionar agua para la comunidad. 70 años atrás, “Y”, el agua. Igual que el abuelo Jacinto, Pablo fue autoridad durante 15 años y también marchó a pie hasta Santa Cruz tres veces. En la comunidad, los Domingo y los Román son descendientes de excombatientes y la escuela lleva, cómo no, el nombre de Jacinto Román. He ahí el linaje del profesor Julio Román cuyos pasos siguen los chicos de la comunidad. La mayoría sale de la escuela y no hace falta darle más vueltas al asunto: se inscriben para formarse como profesores en la Escuela Normal de La Estación, “es más rápido –apunta, como no, María Á nge la – cuatro o cinco años y sale de maestro: ¡licenciado!”, ruge sin recato.

Añave (hoy)

De vuelta a Caraguataty caminamos en silencio. El profesor Julio se ha quedado en su casa porque la mesa larga que está en su patio recibe para el almuerzo a una decena de niños sin recursos que llegan desde otras comunidades a estudiar en la escuela, y Julio y otros vecinos los acogen en sus casas. Mientras desandamos el camino

Don Pablo Román es hijo de excombatientes. recuerdo que la lengua guaraní conjuga los verbos sólo en presente. Aquí se vive austeramente el presente, nada más. Por eso, cuando menciono la posibilidad de construir baños o de producir y hacer sus campos y animales tan rentables como lo hacen sus vecinos, los menonitas, y que en vez de ir a trabajar para ellos copien lo mejor de ellos, María Ángela y Ruperto asienten con la cabeza un poco pensativos. Luego conversan entre ellos despacito, casi en secreto, alentando la idea de trabajar sus tierras: “por qué no”, comentan mirando el horizonte alumbrado de pronto por un rayo sonoro. Este texto fue producido con el apoyo de Oxfam Bolivia en agosto de 2016.

No hizo falta que Jacinto Román estuviese en primera fila para saber que en esa tierra seca como la nada, los collas se morían de sed porque no conocían el lugar. www.paginasiete.bo

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FOTOGRAFÍA Fotógrafa Ariana Zabalaga 24LP

Hrs. 13 – 14 #mercadour uguay

En los pliegues de nuestros barrios, siempre hay un mercado escondido

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A HISTORIA DE cualquier mercado es la historia de sus formas y geometrías, de sus colores, de sus olores, de sus vacíos. En los mercados, uno encuentra el país que habita: papel higiénico para limpiarse la grasa y las migas, conversaciones tan itinerantes que vuelan y desapa-

recen, delantales que se anudan en la espalda con coquetería, bancas bajitas. En Bolivia, la única tradición que nos sacia es la comida al paso. Y en los mercados hay un horario para cada platillo, bocados que saben como una obra de arte, un comensal para cada momento y momentos del día en los que pasamos hambre porque nadie está atendiendo. (Alex Ayala)

www.24horaslapaz.com instagram: @24horaslapaz

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ZONA A LA CARTA / COCINAS BOLIVIANAS Sumaya Prado Gustu Gastronomía SA

Gastronomía con orgullo por lo propio 26 www.paginasiete.bo

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Nos hemos propuesto dar un paseo por las cocinas que apuestan por el valor de los productos nativos bolivianos. Va la primerita. DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

S INDUDABLE QUE BOLIVIA es un país de infinita riqueza. Sólo hace falta que los boliv ianos empecemos a mirar con respeto y orgullo hacia adentro, hacia nuestra patria profunda y productiva, cuya potencialidad va mucho más allá de las actividades extractivas que tanto dañan a nuestra Pacha Mama. Parte de esa riqueza es el vasto patrimonio alimentario que espera pacientemente ser revalorizado y reconocido por los hijos de esta generosa tierra. Las buenas nuevas son que esa senda ha empezado a ser abierta por talentosos cocineros, pasteleros, baristas y valientes emprendedores que están apostando por lo propio unidos en el orgullo y el respeto por los productos bolivianos. No es novedad que los centros urbanos vienen ignorando su cultura alimentaria desde hace bastantes años. Hemos cambiado los hábitos alimenticios tradicionales por lo más fácil, lo inmediato, lo global y lo menos saludable. Fideos, azúcar refinado, especies importadas y escasamente frescas han tomado un lugar preponderante en las mesas familiares bolivianas. Lo triste es que ese fenómeno está infestando también a las comunidades rurales que están dejando de consumir (y de producir, por ende) insumos tan valiosos como la ajipa, la achojcha, el isaño, el achachairú, la cusacusa y miles de otros productos nativos bolivianos que corren el riesgo de desaparecer. Pierden la batalla contra los pollos fritos, las gaseosas, las salchipapas, las hamburguesas y toda esa comida rápida que está invadiendo los espacios de las cocinas locales de ciudades intermedias y comunidades. El panorama es desolador.

En las capitales departamentales la situación es aún más deprimente: la oferta gastronómica se ha hecho variada en desmedro de la gastronomía boliviana. Cadenas gastronómicas y pequeños locales ofrecen desde comida tailandesa y china hasta platos franceses y españoles con insumos all imported. La comida boliviana se ha visto arrinconada a espacios cada vez más estrechos y a lugares específicos: caseritas que se han especializado en platos tradicionales como la ranga, el pesque, las cabecitas, el anticucho, el thimpu y otros que varían de departamento en departamento. Y los productos la tienen aún más difícil: incluso la mayor parte de estos platos tradicionales se ha adaptado para incluir insumos que o bien han sido importados o han sido introducidos en las parcelas productivas bolivianas a costa de los valiosos productos nativos. Empero, hay una cruzada silenciosa que está llevándose a cabo en las cocinas de los restaurantes, en cafeterías y muchos otros emprendimientos valiosos. Un grupo cada vez más amplio de profesionales gastronómicos ha decidido poner su talento y sus conocimientos para, desde su espacio y visión, reconocer y revalorizar los productos de su tierra. Son profesionales que saben que la gastronomía no es una labor limitada a las paredes de una cocina o a los fogones de una estufa; sino que es una manifestación de cultura viva que se inicia en las parcelas productivas y recorre todos los aspectos del sistema alimentario nacional. Profesionales convencidos de que pueden y deben utilizar su talento para dar voz a los productos nativos de su país y hacer de ellos un motivo de orgullo a www.paginasiete.bo

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FOTO LUIS FERNÁNDEZ / GUSTU

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ZONA A LA CARTA

t r av é s d e u n a d e l i c i o s a o f e r t a q u e permita a cada comensal atravesar la enorme biodiversidad boliviana desde sus mesas. Profesionales dejan satisfechos estómagos y papilas gustativas y además buscan contar historias: las de cada producto que utilizan y su significación cultural, histórica, antropológica y humana en Bolivia. Estos profesionales no sólo trabajan para ofrecer comida deliciosa, también buscan generar impacto positivo en la cadena de valor de la gastronomía nacional a través del orgullo por lo propio. En La Paz, este grupo está representado por Marsia Taha en Gustu; Sebastián Quiroga en Ali Pacha; Gabriela Prudencio en Propiedad Pública; Marko Bonifaz y Andrés Gosálvez en Mercat; Sandra Doria Medina en Jardín de Asia; Juan Pablo Reyes, Diego Rodas y Alexan-

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Bolivia tiene los productos, la herencia cultural, las condiciones y el talento necesarios para que su gastronomía ocupe un sitial de honor en el ámbito gastronómico mundial. El mundo ha comenzado a darse cuenta de ello. dra Meleán en Popular Cocina Boliviana; Ro l a n d o A r a o z e n C r a f t e d ; F a b i o Arand ia, Nor ma Chávez, Mig uel Cordero y Marcelo Sierralta en Typica; Fernando Mirabal y Ruth Pozzo en Los Q’ñapés; Boris Alarcón y Limber Quispe Vargas en Hierro Brothers. Hay varios otros talentosos cocineros y emprendedores que están desarrollando una oferta de alta calidad con un objetivo común:

fortalecer la gastronomía boliviana desde una mirada introspectiva basada en el conocimiento y el respeto por los productos de su tierra. Ellos saben que Bolivia tiene los productos, la herencia cultural, las condiciones y el talento necesarios para que su gastronomía ocupe un sitial de honor en el ámbito gastronómico mundial. El mundo ha comenzado a darse cuenta de ello.

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ZONA TRANS Movimiento Maricas Bolivia

Diccionario marica Para mirarnos de lejos y de cerca, con lupa y locoto

Maraquero EL MARAQUERO ES EL homosex ual vinchuca. El maricón dizque “héte ro”, que revolotea presuroso por un campo minado de flores rotas, mientras absorbe desesperado la savia vital amariconada de su ocasional amante. Las flores locas son su gracia y su perdición; cada marica lo envuelve entre sus sábanas de seda y lo encandila con sus pasiones pecuniarias que tanto placer le provocan al maraquero. Éste, cumplidor a toda orden, no exige demasiado, se contenta con que no falten combos1 en su mesa, mientras dure la larga noche homosexualizada. Ambos establecen un pacto nupcial en el que priman las intenciones profundamente lascivas; aun así para la pechadora el maraquero es “su marido manten i do ”, mientras ella ocupa el lugar de mujer proveedora, complaciente y sumisa, un cliché heterosexual desgastado en una sociedad patriarcal por exceDOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

lencia. Sin embargo, a la hora de consumar la ceremonia bendita, el maraquero muerde la almohada y la pechadora sopla la nuca de “su marido”, aunque las apariencias digan lo contrario y los contrayentes duren lo que dura la pasión, el dinero y la soledad. De ahí que el maraquero es el maricón ausente de sí mismo, el fruto putrefacto del páramo, el inerte cuerpo andrógino que no decide su sexualidad; el hilo de pestilente falsedad que recorre el camino angosto de la condenación. Es el hombrecillo que se oculta detrás de sus actitudes machistas y su eterna frase barata “lo hago porque me pagan”, aunque en el fondo sepa que siempre se da la vuelta y es capaz de reflejarse en el mismo cristal donde los maricas retocan su maquillaje. Cuando se ve atacado, el maraquero, sin identidad, sin nombre, sin nada, es capaz de ser homofóbico y censurar al mundo marica que lamentablemente lo hace posible. Es el mancebo de la cópula barata, aquel que se pierde en los albores

FOTO: PIXABAY

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de Baco2 y Erastes3 ; el homosexual reprimido, el hombre que necesita sentirse macho al transgredir su virilidad. El maraquero, como construcción patriarcal, es el maricón que no reconoce su mariconada vida y, al mismo tiempo, es el macho burlón de su propia identidad, porque solo le falta doblar la muñeca para existir dignamente, tal vez como persona, pero mejor aún como maricón. Así es “el maraquero”. [1] Trago y refresco que se venden juntos y que se mezclan para tomar. [2] En la mitología griega Dionisio, dios del vino e inspirador de la locura ritual y el éxtasis. [3] En Grecia antigua el erastes era el amante, hombre adulto, que entablaba una relación social, paternal, erótico-amorosa con un joven, el erómeno. www.paginasiete.bo

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RETRATO Sonia Montaño Fotografía de Cecilia Fernández

Ely, la pionera Ely es bonita, alegre e inteligente. Lo que más me gusta de ella es su sentido de amistad, construida y mejorada luego de breves distancias inexplicables que hoy nos hacen sonreír. Fue pionera en el reconocimiento de las trabajadoras del hogar, por sus estudios y su apoyo a las demandas de estas mujeres que conquistaron su ley en gran medida porque Elizabeth Peredo les facilitó los argumentos para sustentarla. De ella he(mos) aprendido sobre el valor del agua, la deforestación, los riesgos ambientales. Y cada que nos encontramos trae ideas nuevas, pero sobre todo tiene la capacidad para conectar temas, personas, ideas. La Fundación Solón sería menos si ella no hubiera pasado por allí y el feminismo sería más pobre sin sus aportes. Muchos se la perdieron y eso me alegra porque al haber tomado distancia del “proceso de cambio”, ella se ha enriquecido con generosidad y ha abierto las puertas para ir a jugar, compartir y trabajar con la mirada puesta en el futuro.

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Elizabeth Peredo DOMINGO 21 DE OCTUBRE 39|18

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C A RT E L E R A #DíasDeCine Isabel Navia

#MujeresLuchonas

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STO DE LAS MUJERES abnegadas, incondicionales y de absoluta entrega, es un verso que nos cuentan desde hace más de dos mil años y algunas nos lo hemos creído al pie de la letra –sobre todo las criadas bajo dogmas implacables considerados indiscutibles. Sin embargo, en el curso de la historia no han faltado –afortunadamente– las rebeldes, las libres de cuerpo y mente que rompen esquemas y abren brecha para cada generación por venir. Actualmente tenemos, además de versos y doctrinas, los h a s h ta gs , palabras que marcan conversaciones, debates y tendencias en las redes sociales. Es en esas plataformas globales donde han surgido términos como #MujerLuchona y #MamáLuchona, que por supuesto cuentan con su correspondiente montón de detractores, como en todo. Hoy los usaremos como tema de esta cartelera. Nueve títulos imperdibles para conocer y comprender la energía vital y creadora de mujeres que, pese a todo, hicieron lo que creyeron correcto y fueron fieles a sus principios. Varias películas se han basado en hechos verdaderos, por lo que su valor documental es aún mayor. Y al estilo de la metafísica popular, cierro la introducción con esta joya:

“No creo que en la presente sociedad las mujeres lleguemos a tener el grado de libertad que anhelamos, pero sí en una sociedad futura y cercana, en el próximo siglo, donde nada faltará a nadie, donde nadie padecerá hambre ni miseria. Entonces sí que querremos el amor libre completamente, es decir que la unión termine cuando termine el amor y que no se nos desprecie por no estar sujetas a un hombre”. (Virginia Bolten, 1896) CORRE LOLA, CORRE. Tom Tykwer, Alemania, 1998. Antes de que hayan teléfonos móviles, Internet, Uber y Unión Europea, Lola debe conseguir 100.000 marcos alemanes para salvar la vida de su novio y solamente tiene 20 minutos para lograrlo. ¿Qué puede hacer? Correr. Franka Potente se la pasa corriendo en esta premiada película que está cumpliendo 20 años y sigue estupenda. EL SECRETO DE VERA DRAKE. Mike Leigh, Reino Unido, 2004. Nominada a tres Oscar y a un Globo de Oro, ganó el BAFTA a mejor director, un León de Oro y la Copa Volpi en Venecia. Vera trabaja como empleada de limpieza en Londres en 1950. Su familia es humilde pero muy unida, ella es generosa y todos la quieren mucho; hasta que un día es detenida por la policía y el cariño de los suyos se pondrá a prueba cuando conozcan su lado oculto. EN TIERRA DE HOMBRES. Niki Caro, Estados Unidos, 2005. Con al menos 10 nominaciones a premios como el Oscar y el Globo de Oro, está inspirada en hechos reales rela-

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Corre Corre Lola, Lola, corre corre

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tados en el libro titulado Acción colectiva: el caso histórico que cambió la ley sobre el acoso sexual, de Clara Bingham y Laura Leedy Gansler. La película relata el doloroso periplo de Josey, una madre que debe trabajar para sostener a su familia y cuyo coraje conducirá a lograr lo que fue la primera demanda colectiva de su país por acoso sexual. DIARIOS DE LA CALLE. Richard LaGravenese, Estados Unidos, 2007. La vida de un grupo de adolescentes en una escuela pública de un barrio de Los Ángeles está asolada por la violencia, la discriminación y la pobreza. Son chicos sin esperanza que se atacan unos a otros. Un día llega una maestra novata y les demuestra que no todo está perdido. Basada en una historia verdadera. ÁGORA. Alejandro Amenábar, España, 2009. Ganadora de siete premios Goya. Es el año 391 a.C. y son los últimos días del imperio romano. Hipatia de Alejandría es una matemática, filósofa y astrónoma que por su ateísmo y devoción a la ciencia se enfrentó a los cristianos mientras trataba de salvar el invaluable tesoro de antiguos conocimientos que se preservaban en la gran biblioteca de Alejandría. NI DIOS, NI PATRÓN, NI MARIDO. Laura Mañá, Argentina, 2010. Una película basada en la historia de Virginia Bolten, fundadora del primer periódico de corte feminista anarquista de América Latina. En la Argentina de 1896, Virginia es una anarquista que conoce a un grupo de mujeres trabajadoras de una hilandería en condiciones miserables. Juntas deciden iniciar el cambio. FLORES RARAS. Bruno Barreto, Brasil, 2013. El director de Doña Flor y sus dos maridos vuelve a explorar el espacio de los triángulos amorosos con esta historia sobre la poeta estadounidense Elizabeth Bishop, ganadora del premio Pulitzer en 1956, y la arquitecta brasileña Lota de Macedo Soares, responsable de diseñar uno de los paseos más grandes y famosos del mundo como es el Parque do Flamengo en Río de Janeiro. LAS SUFRAGISTAS. Sarah Gavron, Reino Unido, 2015. Es la historia de las primeras mujeres que lucharon por lograr el voto femenino en este país en los inicios del siglo XX. “Las sufragistas” fue el nombre que recibió este movimiento que se enfrentó a la brutalidad estatal y militar de esa época aún no tan lejana. WIND RIVER. Taylor Sheridan, Estados Unidos, 2017. Estrenada en el Festival de Sundance y galardonada en Cannes. Una detective novata se empeña en investigar la extraña muerte de una joven nativa en un paraje solitario. Esta película hace un crudo cuestionamiento a la discriminación y violencia que sufren las mujeres nativas de los Estados Unidos para quienes las leyes parecen no aplicarse. Cada año desaparecen miles de ellas y no hay cifras que reflejen este problema pues no se las incluye en las estadísticas.

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Flores raras

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HISTORIETA CTX

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