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EL ENCANTO INAGOTABLE DE GALÁPAGOS PRIMER PATRIMONIO NATURAL DE LA HUMANIDAD

EL ENCANTO INAGOTABLE DE GALÁPAGOS PRIMER PATRIMONIO NATURAL DE LA HUMANIDAD

El cálido sol Ecuatorial pinta de colores el cielo, el mar y la isla que tenemos enfrente: hemos arribado a la Isla Española, la más meridional de todo el Archipiélago. Es todavía temprano en la mañana y nos invade esa inigualable sensación de estar en un lugar verdaderamente único y excepcional en todo el planeta. Luego de un suculento desayuno, desembarcamos en un pequeño bote a motor. Aunque el mar está calmo, una rompiente de grandes rocas que está apenas bajo la superficie del mar, en el extremo más occidental de la isla, genera un “tumbo” de grandes olas que nuestro “panguero” (el tripulante que maneja el bote o “panga”), sortea con gran habilidad. Mientras nos adentramos en una pequeña caleta flanqueada por arenas coralinas de color blanco y cúmulos de negrísimas rocas volcánicas, ya tenemos la primera gran emoción: varios leones marinos surfean las grandes olas como torpedos balísticos haciendo gala de su habilidad innata como criaturas marinas y nos presentan un espectáculo sin igual.

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Estamos en Punta Suárez, uno de los dos únicos sitios habilitados por el Parque Nacional para visitas turísticas en esta isla. Llegamos a una pequeña playa de arenas blancas en la que tenemos que realizar con destreza nuestro “desembarco mojado”, esto es directo del bote o panga a la playa, con el agua hasta los tobillos y llevando en mano nuestro calzado y las toallas que nos han proporcionado desde la embarcación para secarnos los pies. El “Comité de bienvenida” que nos recibe es un bullicioso y numeroso conglomerado de leones marinos de todos los tamaños y edades. Una vez en tierra, nuestro guía naturalista nos explica cómo funciona la organización social de estas criaturas que son uno de los mayores atractivos de Galápagos.

Se juntan en “harems” en los cuales hay un macho adulto dominante, otros machos adultos y jóvenes y un variado número de hembras adultas y juveniles junto a decenas de cachorros que llenan el espacio del idílico lugar con sus curiosos sonidos, algo así como un concierto, un tanto desafinado, de ladridos caninos.

Cada harem tiene un territorio definido tanto en tierra como en el espacio acuático aledaño. Los grandes machos dominantes pasan la mayor parte del tiempo en el agua, patrullando su territorio y emitiendo sus guturales sonidos de manera constante, un lenguaje que indica: “este es mi territorio, no se admiten intrusos”.

En la playa nos fascinamos con los bebés leones marinos (o “lobitos” como los llaman localmente), emitiendo sus propios sonidos que reclaman de sus madres más comida. Así, a nuestro lado, tenemos a más de una madre amamantando con tranquilidad a sus pequeños cachorros. Podemos quedarnos horas enteras admirando toda esa maravillosa armonía de la naturaleza conviviendo con nuestra presencia, sin temor alguno, siempre y cuando también, nosotros los huma nos, los observemos a distancia prudente, con respeto y sin hacer absolutamente nada que los pueda perturbar.

Nuestro guía nos indica que es hora de continuar con el recorrido en tierra, que apenas empieza. Pronto nos llenarnos de nuevas exclamaciones al observar a las iguanas marinas, especie única en el planeta, un ejemplo viviente de evolución y la particular especie endémica de la Isla Española. Inmóviles, inexpresivas, con claro aspecto prehistórico, nos transportan a épocas remotas, millones de años atrás, con su aspecto de pequeños dinosaurios que nos observan sin inmutarse mientras toman el sol de la mañana. Sin duda, son seres de otras épocas que tuvieron que adaptarse a la vida y la alimentación en el mar para poder sobrevivir en los inhóspitos hábitats terrestres, nos explica nuestro guía. Esto conllevó enormes y fascinantes procesos de miles de años que ahora les permiten sumergirse en el mar y permanecer bajo el agua por importantes períodos de tiempo para obtener su alimentación de algas marinas. Su cola, originalmente rígida, es ahora muy larga, aplanada y liviana, lo que les sirve como elemento propulsor para mover se en el agua cómo consumados nadadores.

La isla, en su pequeño espacio, alberga una variada y numerosa población de aves marinas, que logramos avistar mientras avanzamos por el angosto sendero para visitantes, claramente demarcado por el Parque Nacional. Nuestro guía nos reitera con énfasis las Reglas para Visitantes, establecidas precisamente para que la presencia humana no perturbe en forma alguna a la fauna endémica y nativa de la isla, ni deteriore su flora ni sus suelos volcánicos. Siguiendo el sendero avistamos a cierta distancia a algunos piqueros de patas azules y sus primos, algo más grandes en tamaño, los blancos “piqueros de Nazca”, con sus largos y amari llos picos puntiagudos. Más allá algunas gaviotas de cola bifurcada, igualmente endémicas de Galápagos, nos maravillan con su hermoso plumaje, sus ojos rodeados de un particular círculo rojo carmesí, el cual, nos explica nuestro guía, forma parte de un complejo sistema de visión nocturna, ya que estas bellísimas aves marinas se ali mentan solo en la noche.

La Isla Española es bastante plana y se origina en su mayor parte de levantamientos del suelo marino sobre la superficie del agua. Su vegetación es pre dominantemente del tipo áridocostero con algunos arbustos que, a su vez, albergan al menos a tres especies de los mundial mente famosos “Pinzones de Darwin”, íconos de la evolución, así como a una especie única de esta isla del bullicioso y curioso “Cucuve” de Española, aves terrestres éstas, que, de igual forma, tienen características de unicidad que los convierten en fuente interminable de estudio e investigaciones científicas y desde luego fascinan a los turistas que llegan atraídos por este paraíso natural.

En la parte más lejana y ligeramente más elevada del sendero circular que se ha diseñado para visitar este sitio, nos encontramos con uno de los mayores atractivos de Española y de todo el archipiélago: esta es la única isla en la que habitan, se reproducen, anidan y crecen los imponentes Albatros de Galápagos, el ave más grande de todo el Pacífico Oriental. Aquí se los encuentra solo entre los meses de mayo a diciembre, ya que en los meses cálidos de enero a abril emigran a volar grandes distancias sobre el Océano Pacífico. Sus elaboradas danzas de cortejo son un espectáculo inigualable. Sus movimientos cadenciosos, estirando sus largos cuellos blanco-marrones; sus “graznidos” prolongados e intensos y sobre todo esa especie de competencia de espadas con sus enormes y ligeramente ganchudos picos amarillos nuevamente ponen al visitante como observador en palco especial de toda la magia de la naturaleza en sus estados más prístinos.

Luego de la fascinante visita a Punta Suárez, es tiempo de retornar a nuestra embarcación para una corta navegación hacia el segundo punto de visita de la Isla Española: Bahía Gardner. contraste entre los azules turquesas del mar, el azul celeste del cielo sin una sola nube y la espectacular y larguísima playa de blanquísimas arenas coralinas nos brinda un nuevo espectácu lo para no olvidar jamás. Aquí se puede disfrutar de la espléndida playa y sus finas arenas, nadar en la orilla, caminar entre más colonias de leones marinos o aventurarse, con la vigilancia experta y cuidadosa del guía, en una excursión de “snorkel” o buceo de superficie en las mági cas aguas de la Reserva Marina de Galápagos. Esta es una experiencia simplemente imperdible: equipados con los tubos, máscaras y aletas que nos proporcionó la embarcación, a la medida decada uno, nos adentramos en el mundo submarino de Galápagos para descubrir variados y coloridos peces de todos los colores y formas imaginables, cruzarnos con algunas tortugas marinas que nadan plácidamente sin prestarnos mayor atención, a pesar de la cercanía y, como no, en frascarnos en súbitas competencias acuáticas con los siempre juguetones leones marinos, especialmente los más jóvenes. Corales, estrellas de mar y otros invertebrados marinos nos muestran que, bajo el agua, hay otro mundo, diferente pero igualmente fascinante y único del que no quisiéramos salir.

Con la alegría latente de las experiencias vividas y la nostalgia de partir, nuestro día concluye arribando a la hermosa Bahía de Puerto Baquerizo Moreno, la capital política y administrativa de Galápagos, con sus hermosas casitas de colores y las verdes laderas de las partes altas que sirven como telón de fondo para una perfecta postal. Esta historia continuará en posteriores ediciones.

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