
Baja Caüfornia
Corn¿nta¡ios pouticos
Baja Caüfornia
Corn¿nta¡ios pouticos
(('r¡crlicirin SEP-tlAIlC) ,
.Peúne las reflexiones de este hombre que es, hast¿ la fecha, un persotraje al¡ededor del cual surgen las mas acalo¡adas discusiones y co4trovelsias.
Informe sobrc el Disbito
Norfe de b Baja Califomia @
át" irforrn" es u¡¡ ¿Íálisis muy preciso de los problemas económicos y políticos del distrito con propuestas prácticas para solucionatlos.
La rcvolttción del desieno. Baj a Caüfoñia' 1911
il autor sigue p¡rso a p&so las accioriés que dieron origen a la polémic¿ sobr€ el filibusterisn¡o e11 Baja California.
El otto México. Biogalía de Baja Califonia ¡@
7ma¡do Jordán vino a esta tiena y escribié este libro estrehecedor con el cual redescubrió su e¡istencia al ¡esto de la nación.
Del ctüalea al Colo¡ado. Recuenlos y vivencias de un polílico
A escnbi Del Gri¡alva al Colorado, s't autor, Milton Castellanos Everatdq n¿rra sus experiencias dentro de la polílica en su estado nat¿l -Chiapas- y en el que ha sido durante los últitEos cuareíta ¿ños su lugár de residenci¿: Baja Califomia.
Memo¡ia administ¡ativa del gobiemo del Dist¡ito Norte de la Baja Colifotnia 1924 1927 rlntililt
y'a memoli¿ admioisa¿tiva es un documento interesa¡te en la histori¿ de Baja C¿lifomia" A la f€ch¿ es el único telto en la región qu€ sintetiza la actua4ió¡ y las perspectivas de ua periodo de gobiemo.
"Trabajar por la libertad y echar a los monsrruos del oscurantismo" decía Tommaso Di Ciaula en los sesenta.
FIoy sus palabras suenan gratas, nos recuerdan que también tenemos una misión interminable y un trabajo constante: no perder de vista el sentido de nuestra labor de abrir los espacios a las expresiones de los universitarios y de la sociedad pensante , para \a palabra y la imaginación; ynuestrotrabajo es el de cuidar que en éstos se manifiesten con toda transparencia, ideas, sentimientos, anhelos, iras, rencores y sueños de sus colaboradores ylectores.
Así pues, el compromiso de todos los que hacemos la difusión de ideas en Yubai y en la universidad en general, es cada yez mayor y satisfactorio, porque conlleva este objetivo: la sociedad enrera reconstruyendolacuTtura.
Ios invitamos a que se sumerjan en esta atmósfera de diálogo que Ywbai plarfiea y que con ello contribuyanprimero como lectores y luego quizá como intedocutoresen un foro universitario para una socie dad cadavez más libre, más imaginativa y más democrática.
Lic. Luis Jávier Garavito Elías Rector
M.C. Roberto de Jesús Verdugo Díaz
S ecretari o general
M.C. Juan José Sevilla García Vicerrector zona costa
C.P. Víctor Mariuel Alcántar Eüríquez
Direcro¡ generalJc Erlcn<iJn Uni! er.irária
COORDINACIÓN GENERAL
Luz Mercedes López Barrera EDITOR LITERARIO
Tomás Di Bella DISEÑO EDITORIAL
Ros¡ Mdría Espinoza CAPTURA Y FORMACiON
Rosa María Espinoza Calindo
EDITORA RESPONSAI]LE
R...:,i \1¡ría Espinoza Galindo
¡-r )\SEJO EDITORIAL UABC
H r:-: \1:l:ir.ii Quelle, Escuela de Humanidadcs: J,'r_ir \lartinez Zepeda. instltuto .1: .. i.;...iort< Hi.L. ric,..R rul \ ..'i.r. In!i:iLri, Ja l \ e¡tig¡aiLrnes de Ccografla c Historia: Sergio Gúmez \lonterLr. L. ¡iversidad H(JJe ... \,. nJl \l(\iL.rli.
CO\1ITE EDITORIAL
Sergr. Ri, rrLel .\lt¡nso Cuzmán. Aidé Crijalva, Cr:rhrlel Tru¡ill¡ \furir¡2. Rob.rto Castillo Udia¡le, Resina S\! ain.
\SESoRES I)E ARTE
Rubén Clr.ir Benr\ ides. Édgar Mcraz, Héctor Algrávez y C¡rl!r5 C,rr¡nrdo (Jrlega ( Nlexicali): Manuel Boiórkez r F¡¡ncisco Chár ez Corrugedo (Tijuana); ilr:r¡r¡ Blancarte y Floridalma Alfonzo (Tecatc); Al lonso Cardona (Ensenada).
li¡¡di Año 6. núrrero 2,1. octubre-diciembre de 1998. Revista ¡rimestral publicada por la Universidad Autónoma de BaJa California. Los artículos firmados son respons¿bilidad de su xutor. Se autoriza la reproducción total o parcial de Ios materialcs publicados siempre y cuando se cite la fuente. Ccrtificado de licitud de título número 7432. Certifioado de licitud de contenido núm. 5346. Reserva de títrlo de dcrecho de autor núfir. 2846 93. Tiraje I 500 eie¡rplares. lmprcsión: Isrparcolor, Blvd. Serna .v Rosales, Col. Las Palmas, C.P. 83000, tel. (62) l7 I0 40, F^x (62) i7 40 15, Hermosillo, Sonora. Corrcspondencia: R€rirr¿l IJnñexitaria, Coordinación general UADC Rectoría, Av. Obregón y Julián Canillo s/D Mexicali, 8.C., 21100. tels. (65) 5l8263 y 5l-uAIrc-3276#. Dirección eleclrónica: revisla@i¡fo.rec.uabc.mx
RI]TA DE PASO
Testimonios de Ens enada
Desde la memoria de su gente
Baja meridional
Marco Antonio Samaniego
Mario Alt¡erto Magaña Mancillas
Federico CamPbell
Édgar Gómez Castellanos, Alfredo Espinosa' óscar Sánchez
OBRA PLÁSTICA
César Hayashi
MANANTIAL DE VOCES
TRASLACIONES (T¡aducción)
LETRAS PRIMAS
CAUCES
Vianka R. Santana, Juan Carlos Rea
Enrique Martín ez P érez, María Teresa López
Silvya Plath, EmilyDickinson, Lawrence Ferlinghetti, Ezra Pound, EllaWeller
Karla Abasta, Andrea LeYva, A§andra Sández
Carlos Fabián Sarabia
Hernán Gutiérrez, Sergio R. Alfonso' Hernando Garza, Pepe Rojo
Fotógrafos e ilustradores: César Hayashi, Shanti Mariana Tapia. Las ilustraciones del í]ndrce (Encuentro desesperado), portada (Horizonte) y contrapottada (Enqno J¿forrnado). son obras de César Hayashi (fotografías José Lobo)
Samaniego Mario Alberto Magaña Mancillas**
Quienes nos dedicamos a investigar cosas del pasado y hurgamos en documentos viejos para cumplir esta tarea, más de una vez hemos recreado durante nuestra labor, imágenes ajenas al tiempo que vivimos. Desde luego, esta experiencia no se restringe al trabajo con papeles de archivo, la imaginación también vuela cuando buscamos información en libros, periódicos y en un tipo especial de fuente no escrita, creada por medio de entrevistas (en colaboración con un informante o interlocutor), conocida como historia oral.
'. : .:. : .1 de parte de la realidad pretérita puede ser más emocionante cuando en lugar de acceder al pasado a través de textos manuscritos o impresos. lo hacemos con la ayuda de una voz viva que nos cuenta vivencias, anécdotas y experiencias prop¡as o ajenas. Al reunir información sobre algún tema, a part¡r del testimonio de interlocutores, tenemos oportunidad de acercarnos más a los protagonistas de los acontec¡mientos (aunque estén ausentes) y de registrar de manera vív¡da las emociones diversas que animan las actividades humanas. Esta forma de registro es la que ofrecemos en estas pág¡nas: el tema es la v¡da en Ensenada en las décadas de los años ve¡nte a los c¡ncuenta y parte de los sesenta.
. Ensenada es el nombre de uno de los municipios más grandes de nuestro país y del mundo, pero además es el nombre de un accidente geográfico, la "ensenada de Todos Santos", y de una ciudad, cabecera del primero y puerto del segundo. E¡ relato que aquíse presenta se refiere a los espac¡os dentro del citado municipio, pequeña bahía y ciudad, resultan familiares y hasta obvios para los locales, pero no lo son necesar¡amente para el lector lejano, a quien Ie pedimos comprensión, pues en la medida de lo posible tratamos de esclarecer ubicac¡ones y localismos- El mun¡c¡p¡o cuenta con una alta concentración urbana, centrada en la ciudad de Ensenada con sus poblados cercanos:al norte de ElSauzal de Rodríguez (alguna vez Sauzal de Camacho) y El Ciprés-El Maneadero al su¡ los cuales se han unido poco a poco a la cabecera municipal y ahora forman parte de la zona urbana. Sin embargo, su zona rural es extensa. Con valles como el de Guadalupe, San Rafael y el de la Trinidad, las sierras de Juárez y San Pedro Mártir, e ¡mpresionantes des¡ertos como el que se abre alsurde ElRosario.
Es en esta amplia geograf ía donde realizamos la búsqueda de interlocutores, aunque en algunos casos ellos nos encontraron a nosotros. No elaboramos una muestra estadística, representación fiel del "universo" a estudiar, más bien selecionamos a mujeres y hombres de ciertas edades dispuestos a compartir sus recuerdos, alegrías y experiencias. Se unieron historias personalés, que no dejan de ser importantes y ricas en información histórica. Las anécdotas suelen impactar, pero también está presente el dato en las entrevistas real¡zadas y fue cuidadosamente resguardado en el Archivo de la Palabra para futuras investigac¡ones his-
tóricas, sociológicas, antropológicas, l¡ngüfsticas,. entre otras.
Esle trabajo es uno de los resultados de un plan pueslo en marcha por el lnst¡tuto de lnvest¡gaciones H btóricas de la Univers¡dad Autónorna de Baja Californh, con el propós¡to de crear un acervo de informac¡ón sobre Baja Calfornia, basado en test¡monios orales (Arch¡vo de la Palabra). Dicho plan comenzó en el valle de Guadalupe en 1996 y se extendió a Ensenada en 1997 \ a ¡lexica¡i en 1998. En Ensenada iniciamos eltrabajo de campo en enero, con la expectat¡va de realizarenlrestas hasta junio. Durante un poco más de se¡s meses -- buen número de ense nadenses nos abrieron sus : -e.1as y después de conocer el proyecto, casi lodos -:u ,,leron de acuerdo en participaren é1. Ouienes no lo- :'cn f ue por falta de tiempo en el momento en que
: =: solicitó la enlrevista o estaban impedidos por : -,¡ :nas de salud; unos cuanlos supusieron (a pesar :: ¿s recesarias aclaraciones) que nos interesaba in=: -r "los grandes acontecim¡ento§' y en este senti:': -'3yeron que no lenían nada qué aportar. Desde las primeras enlrevistas nueslra ¡maginac¡ón '+: Dró un poderoso estímulo y comenzamos a captar .senas del entorno, igual que rasgos sutiles de las :ersonas de quienes se nos decla lal o cual cosa. Luego. en la medida en que f uimos ap¡lando cintas grabacas. vimos" cómo se dibujaba el contorno de hogares, -anchos y pueblos y se esbozaba la fisonomía de Ensenada como una ciudad pequeña. Del mismo modo :rccresivo se delinearon las caracterfsticas notables ¡e -na parte de la población, tanto de individuos como c€ grupos.
El estudio sistem¿itico de un tema con base en in'o;'macón stf iciente, extraída de todas las fuentes poslbles, nos permile comprender las necesidades,
relaciones, aspiraciones, problemas y luchas de los grupos humanos que integran una sociedad determ¡nada, así como la manera de resolver sus contradicciones y de adaptarse a los cambios. Esla complej¡dad, susceptible de ser plasmada al final de una invest¡gación, eslá fuera de consideración en el propósito de este l¡bro, debido a limitaciones de t¡empo. La información reunida aquí no profundiza en aspectos particulares, más bien d¡buja una d¡versidad de temas con la ¡dea de lograr una visión panorámica. No obslante, creemos que este trabaio puede ser un soporle en estudios comparalivos de la historia conlemporánea del estado y la región del noroesle mexicano, e indudablemente la información que se reúne en el Archivo de la Palabra será fuente de importantes aporles académicos.
Los relatos seleccionados tienen que ver con aspectos lales como la migración, el desarrollo de la ¡ndustria pesqueE, el tur¡smo, la ganadería, el comerc¡o, los medios de comunicación y las vías de transporte, los efectos de h segunda guena murdial en esta parte de la cosla del PacÍfico, las formas de erf retenim¡ento, la v¡da ccd¡diana, el quehacer polftico. Un buen número de referencias sobre bs límites del pueblo de Ensenada nos dan ideá de su crecimiento urbanq olras señalan la importancia de algunos empresarios, altiempo que se refieren a la creación y desarrollo de fuenles de trabap y organizac¡ón de la chse trabajadora. La alusón a personajes es una constante en los relatos. Unos destacan la figura del ex presidente de h repriblica rad¡cado en El Sauzal, otros la del incansable comerciante judío-lituano o la del emprendedor ex gobernante prornotor de la pesca. También están presenles los aclores y estrellas de Hollywood a quienes "casi todo mundo'vio en la cantina, en la cálle o en la playa. F¡guran olros personajes, tal vez menos célebres,
Detalles del ¡nterior de la casa deJosef¡na Ochurte, én Santa Calar¡na, municipio de Ensenada (foto de Ángel Nevárez)
pero interesantes porigual: la indígena cuyos conocimientos y habilidad la hacen única en la preparación de atole de bellota; el ama de casa autodidacta que al caer el día entretiene a sus hijos con cuentos e historias que embellecen las noches en elcampo; el cicl¡sta de nombre bíblF co que emprende un repentino viaje a Nueva york... Personajes a quienes despojamos de sus característ¡cas "suprahumanas" pues nos interesa la h¡storja con minúscula, los hombres y las mujeres de carne y hueso. Un descuido muy frecuente en la historiograf ía sobre Ensenada, es el centrar la atenc¡ón en la zona urbana de ese nombre y olv¡dar que el municipio es enorme y que en su deven¡r histórico no siempre el pueblo fue el centro de los procesos políticos, sociales y económicos. El "campo", la "zona rural", los "indios", los "otros" son parte de este relato, de este recuento de voces, de una memoria reconslruida afuerza de recordar. Con la inclusión de estas personas buscamos represenlar en la med¡da de lo posible, aquellas mujeres y aquellos hombres que nacieron, migraron, vivieron, y lucharon en los ranchos, en las comunidades indígenas, en la sierra junto al ganado, o en la soledad del desierto, pues de esta forma, en apariencia simple, contribuyeron a la creac¡ón del pasado común y en ese sentido a la histor¡a.
El trabajo que aquí se presenta, asÍ como los otros relatos contenidos en Ensenada desde la memor¡a de su gente, fueron editados respetando la información proporcionada en las entrevistas, sólo se intentó hacerlos más ágiles a la lectura, con el fin de facilitar la comprensión de esa realidad tan cercana y lejana a la vez. No obstante, los relatos siguen siendo lo dicho por los testigos. Guardamos la mayor fidelidad en las formas de expres¡ón, ya que como documenlos fueron construidos en el habla, en el diálogo. Pretendemos que el lector imagine que es él quien realiza las entrevistas, por esta razón mantuv¡mos la forma de plática de amigos, de reunión fam¡liar, f rente a una buena taza de café colado, pan de horno, miel silvestre y queso Ramonett¡.
No buscamos escribir La Historia (la définitiva y única que además no ex¡ste), sino que usted pueda reconocerse o recordarse, disfrutar de los sonidos, Ios olores, los colores, los recuerdos que con frecuencia olvidamos rememorar; es una invitación a ser pioneros, o como lo düo uno de nuestros ¡nterlocutores, "a pional'en la memor¡a histórica de los ensenadenses.
Marco Antonio Saman¡ego
Josefina Ochurte en su casa, en Santa Catar¡na, municiPio de Ensenada (foto de Roberto Córdova Leyva)'
Los paisanos y las pa¡sanas fue contratado para cuidarborregas en California, donde l:=a Guadalupe Núñezlde Anglen nació en el Ran- vivió algunos años Después, con los ahorros reun¡-- - ,' : :. cerca de El Álamo, el l g de abr¡l de 1 91 3. dos entre don José y su hermano Tomás, decidieron -.'..'. .e ocho hijos del matrimonio de Guadalupe probarfortuna cr¡ando borregos en Baja California' a ',-==t 3:¡zález (El Carrizal, B.C.S.) y de Salvadora donde llegan en la década de los tre¡nta El negocio - : '. " = , :ric (San Luis Gonzaga, B.C.S ), que se for- sobrevivó hasta los setenta, cuando se separaron los -: :' . ?'.a Ce El Álamo. Ahí pasó su ¡nfancia doña hermanos; don Tomás regresó a su tierra y don José --: := ::s¡:és estudió enTijuana, y luego regresó a permaneció en Ensenada con su esposa' ciudad en : - : - r ::'13 impartió clases a los n¡ños del lugar. la que actualmente radica' - :.- 2,. '-.! una parlicipación muy ¡mportante ' : : ' '.a de Ia ciudad desde Ia década .: , - .--: r:-de radica hasta la actualidad. ,Entrevtstas con cuadatupe Núñez cota, realizadas por Mario l. .:.- -::,,en Echegoyen2 nacióenlosBa- Alberto Magaña Mancillas,4, 11y18dejuniode1997,Ensena,: ': ..'.-z'.a,enraresiónvasca,et24de i,"J"T["TIli::iillijJ,:";i'll]I"i:,4:"f,'l;.l"1'l'i:";;; :i:.: , = '.'a't in lrigoyen Echeverría y de Californla, PHo-E/3/? (1), (2) y (3). Textos seleccionados y €:r - , : ., :- -a famiria surrió ros estrasos llli,:9:lJ1§::1,TiY"i,1?lÉ"YlllJ5i, ,earizadas por Ma¡. :i :: -- : . -- ---lral, porpérdidas y el cam- Atberto [¡agaña Manc¡ltás; 31 de enero,5 y 12 de febrero de :-'-=. .- 1:lTgL::J::I !:É,?§!!!!!!;v?!ga?rruJt¿3!!r**''
Doña Aurel¡a Marrón Deli,3 nació en El Rosario, municipio de Ensenada, un 12 de noviembre de 1908, h¡ja de Eulal¡o Manón Pellejero y de Zenaida Deli Meléndrez. Su abuela materna era Carmen Meléndrez Espinosa, a su vez hija única de Antonio María Meléndrez y de Ángela Espinoza. Doña Aurelia fue la segunda y última hija del matrimonio Marrón Deli, su hermana era Evarista. Su infancia la vivió al lado de doña Carmen en su casa de Santo Domingo y en las temporadas de trabajo de ésta en San Quintfn en la primera década de 1900. Muy joven se casó con Pedro Capaceta (1922), or¡ginario de Sinaloa, quien por su trabajo de herrero la llevó a vivir en Mexicali, Tijuana y Ensenada. Después regresó a Santo Domingo, donde
heredó una de Ias huertas de su abuela Carmen, y a mediados de la década de lqs cincuenta radicó definit¡vamente en Ensenada, donde actualmente vive '
Los siguientes relalos corresponden a personas no indÍgenas que tuvieron contactos prolongados con los grupos ¡ndígenas de áreas como la sierra de San Pedro Mártir o de Sanlo Dom¡ngo-San Quintín Los textos aluden a la percepción que estas personas t¡enen de lo indígena desde una cultura ranchera o urbana occidental.
Guadalupe Nrlñe2... ¡Ah! quería decirle que nosotros no les decíamos indios, la palabra ind¡a, pues estaba proscrita para no ofender a los compañeros pa ipaiy no se qué, no había más quetribus, la tr¡-bu de La Huerta, Santa Catar¡na, Arroyo de León y Kiliwa, San José de la Zorra, y San Antonio Necua Les decíamos paisanos, y ellos mismos se dicen paisanos: "Oye, ¿qué pasó?, ¿qué dice el paisano?"; "pues ffjale que se fue al río". El paisano fulano se fue al rlo, ellos también se dicen paisanos enlre unos y otros, pero
nunca les declamos indios, eso me estaba recordando m¡ hermano: "Oye, te acuerdas que nunca les decíamos indios, les declamos paisanos, ¿y qué pasó con el paisano?", y ellos nos decían paisanos, "¿qué paso paisano'? SerÍa, yo creo, la costumbre porconsiderar muydespectiva la palabra indio.
José lrigoyen.,. Los indios son personas igual que usted y yo. Nada más que hay mucha gente que creen que con los ¡nd¡os está usted maf, que lo pueden matar. Si usled no hace mal, no lo matan, le cuidan a usled, asf son los indios, yo los conozco, empezando por los kiliwas. Tr¡no (Trinidad) Ochurte era grandote, todos son grandotes. Muchos le van a conlar que son pobres, es que si va usted allí sin
que vaya dirig¡do por alguno como yo, poco caso le van hacer. Comida a ellos les sobra, usted cree que es mala comida la miel que sacan, no hay mejor que eso, es medicina. Conozco a los indios y son los meiores amigos si los hace amigos. Pero si va de golpe y porrazo y no lleva nada, no hay miel (por parte de ellos) y tienen razón, porque son indios se han aprovechado de ellos No; hay que llevársela con ellos como con cualquier otro, llevársela bien' Aurelia Marrón.', Bajaban indios a San Quintín y se quedaban ahf para trabaiar para el lado de San Ramón, porque ahí pescaban, ahí se quedaban viviendo. Hacían casitas de rama a la orilla del arroyo, pero no en el pueblito. Para San Quintín se iban a ver, porque allá siempre hubo trabajo, allá había abulones,
sEntrévista§ con Aurelia Marrón Deli, reatizadas por ¡'lario Alberto l,Iagaña Mancillas, 17 de enero y 11 de tebrero de 1997' Én."nád", Baja california, México. Archivo de la Palabra del . instituto de lnvest¡gaciones H¡stóricas, Universidad Autónoma áe gaia calitornia, pHo-e¡g¡l (1) y (2) Textos selecc¡onados y editaós por Mar¡o Alberto ¡,agaña Mancillas'
sacaban abulones, allá mismo lo echaban en bote, le dicen allá a ese lugar "La Barra", porque es eslero. Harry Canon le decÍan al rico ése que se surtía mucho de ellos. Compraba cera a [os indios de la sierra, cera de abeia. Esa la bajaban mucho y el americano las embarcaba a no sé para donde. Muy rica la lierra ahf antes, miel lo mismo, la acarreaban en unos tambos, en unos burros, la bajaban de los cerros. Los indios vivían sacando miel, matando venado, hac¡endo vaqueta, gamuza, de esa otra blandita, correas que le sacaban para coser, del cuero de venado.
Eran los indios muy f eos, malveslidos a veces, a veces llevaban pantalones de hombre hasta aquí [a
Siempre andaban con huaraches, muy mal vestidos, habfa unos muy ricos tamb¡én. Unos indios que bajaban en unos caballos, con unas pecheras que les ponfa aquf adelanle, con chaparreras. Habfa ricos también en los ind¡os, que tenían ganado, y también otro pobrerío que se mantenían sacando miel para vender, iban a San Qu¡ntfn, llevaban los botes de miel a venderlos allá.
Platicaba con muchos indios, era pura indiada la que había, me enseñaron muchas palabras, pero a veces no las recuerdo. De nombres no me acuerdo, porque casi todos tenían sobrenombre. Uno se llamaba Juan Pelones; olro "Quinsuta"; el otro "Banda"; así
la rodillal, porque se les acababan. Bajaban y vendían, en San Quintfn, a Harry Canon, que lenía hotel en San Quintín. Ése les vendía ropa por m¡el, por cera, lo que vendían. A veces carne de venado seca, esas cargas de venado o de carne eran lo que más vendían, porque ellos no tenfan ganado, pero sícarne de venado. También pieles, de res o de lo que mataban, todas las compraban los chinos.
puros sobrenombres nada más; "Camalú" otro, porque vivía en Camalú, en donde había unas cuevas antes. Por allí hay unas cañadas, ahí vivían porque bajando a la playa, ahí pescaban mucho caracol, no se qué cosa, para comer. Llevaban a vender unas almejas medias negras que les dicen choros, llevaban otras almejas de uñas roñositas, abulones tamb¡én.Y
Estátias y dinámicos, acrflico sobre papel, 150 x 150 cm
I- r¿tfudose de la historia Y la geografía de la península, los bajacalifomianos del norteY del L sur no reconocemos el paralelo I 28. siempre ha habido entre nosotros un sentimiento regional común, más allá de los artificios de la demarcación polílic¿. En Tijuana, hacia ffnales de los años cua¡enl¿, oíamos que un vecino o un compañero de l¿ escuela eran de La Paz o de Comondú: el Padre de Santiago ortega, poreiemplo, o don Luis, el taxidemist¿. Sabíamos que acaban de *i'arrador y ensey¡sta bajecelifomiano gue reside en 12 c¡Ddad de México
llegar unos niños de Sanla Rosalí¿, cuando se dio la diáspora cachaniense de 1945. Lrs referencias a.l sur peninsular eran muy vagas. No había canetera más allá de Ensenada. dgunos faluqueros se ¿yentur¿ban en sus troczs por las brechas vendiendo sus mercancías al sur de San Quintín y se perdían meses enleros en aquel territorio desconocido que, nosdecían, se cortaba de taio en los peñascos de Cabo San Luc¿s.
En nuestro mapa ment¿l l¿§ salid¿s er¿n más bien hacia Sonora por autobús o
Federico Campbell*
Ilustr¿ciones de C.ésar HaYashi
por lavía del tren San Diego-Arizona que §e adentraba por Tiiuana y La Rumoros¿ o bien hacia el norte, por la carretera 101 de San Ysidro a Los Ángeles. Pero cuando hacia 1955 y en la cuna de los quince años, al terminar la secundaria, empezamos a saber que un periodisk mexicano se había comprado un /?epmilitar en San Diego -ie ésos que se vendían por 150 dólares, desechos de Ia guena en el Pacífico- y había reconido la península de punta a cola y escúto un libro maravilloso, se nos reveló un mundo fascinante, un escenario digno
de las mejores novelas de aventur¿s que ademá era nuestro, algo así como el otro Iado de la Luna que siempre había-mos tenido, en cierto modo, a la mano.
El otto Méim, de9ertandoJordán, nos depaó las coordenadas que necesitá-bamos para nuestra composicifu de lugü. La B^ja Califomia, completa, ante nuestros ojos de quince años, pasaba de ser un simple brazo en la cartogr¿fia nacional y se convertía en el espacio vivo de una corazonad¿: nuestr¿ posible ideotid¿d en una fronter¿ de inmigrzrtes.
Pasaron muchosaños. De los quince pasé a los cuarenta, má o menos, y aún no conocía lapenínsula. Teníauna idea mucho más coocreta de otm península: la de ltalia, que reconí en l!62 de sur a norte: de Siracusa a Florencia, yempezó a parecerme un poco raro que en \arias ocasiones )" hubiera puesto más de un¿ vez pie en Calabria o en Sicili4 o en las islas griegas, y no en BajaCalifomia. En uno de mis yiajes a Tijuana, pues, decidí hacer una esca.la en L¿ Paz, de la que tanto me había hablado Héctor LuceroAntuna. Me paseé por el malecóo estuve yarias horas sentado en la ca-feteía del hotel Perla, muy a gusto, leyendo, feliz de poder esta¡ solo conmigo mismo, sintiendo de yez en cuando el vienteciilo fresco que caía en suaves ráfagr por el sur. Veía y lrataba de escucha¡a los liejos que llegaban a su tertulia de la tarde y me daban, por su vestimentay su acento, una idea de cómo emn los personajes del lugar. l\,fi sensaciót era de aislamiento, A peszr de los tralsbordadores y de los arlones, sentía que la Baja California er¿ una isla en el Pacíffco muy separada del nracizo continental met(icano. De ese modo se ma¡ifest¿ba mi subietividad, pues la r€presentación que yo mehacíadela peaínsula era en su mayor paÍe libresca o, niis bien,literzria. Mis ¡eferencias er¿n de r ída¡ o lenían de los libros. Pero, en fin, me encantó por fin sentir bajo mis pies una ::.irz tanas yeces imaginad¿ desde la :r:o¡cu. Y lueentonces cuando empecé a :.: : ie-! ir una novela en la que intent¿ía :.::la €s{ e nzrio uta superposición de =:'-:r-a'Ls: un riaje de sur a nofe, en el
senfido inverso ¿l periplo deJordán, queal mismo tiempo que se emprendeúa de cabo San Lucas a Tiiuana se iría engranando con otro reco¡rido; de Siracusa a F¡orencia. Do§ penínsulas, pues: Italia y BajaC;alifomia. Ura en ver o y muy poblada, llena de vestigios de Ia Magna Crecia,la historia de un primer¿mor;la otra, en iryiemo y desnuda. la de un traye.to solilario después de Iajuventud, la necesidad del retiro y el silencio, un clásico regreso a casa. Creí desde entonces -a principios de
El otro Méico, de Fernando Jordán, nos depard las cootdenadas que necesiláfumos p¿n nuestn compsici'n de lugar Ia Baja California, completa, ante nuestrcs ojos de quince años, p¿saba de sef un simple bruzo en la caftogtzfra nacional / se conYerlía en el es?¿cio wyo de una conzonadit: nuestn pibleituntidad
en una fronten de inmignntes
los años ochenta- que tenía que volver mÁ la¡de y conocerbien lapenínsula.y en efecto he ruelto much¿s veces. He estado ell SanJosé delCabo, Todos Santos, Loreto, Mulegé, Santa Rosalíay en uno de los lugares mácauti ntesdeeste mundo: Comondú, Todavía no concluyo la novela y me sigo pregunando si realmente es necesario conoce¡ un lugar para escribir acerca de él o si es mejor inngnárselo, "No tienes por qué ir a la pe[ínsula,,, me decía un amigo escritor, "Meior invénhtela. Tú habla de esos conejosrojos quehaya los lados de la carretera, aunque no sea cierto. Qué imporl¿" Sin emba¡go, como no tengo una capacidad inventilz muy rica, he seguido volv¡endo a cieflos lugares. A veces me basta con una irnagen; las brechas
pedregosas y las cañadas que anteceden al descub¡imiento alucinar te de Comondú, los ranchos fantasmales que se le aparecen a uno a la ltelta de un ¡ecodo, la extraña arquitectura industíal de Santz Rosalía, las islas quevan montándose rnaj€stuosas frenle a Pue¡10 Escondido y Loreto yque uno no sabe siyienen de! Mediterráteo o sise traslad¿ron del archipiélago de Nueva Guinea.
En otm ocasión luve un acercamiento miís bien retrospectivoe históricohacia la península. Miamigo Sergio Ortiz, de Mexicali, me encargó un guión para un documenlal teleyisivo sobre I¿s misiones jesuíticas, franciscanas y dominicas en la Baia California. Ve pusc a estudiar o, mejor dicho, a converttu en lenguaje visual un texto que lgn¿cio del Río había cscrito para un museo de l¿ Paz. Me gustó mucho este trabajo de metamorfosis histo¡iográfica y cinematográfica porque, apartede que me regaló laoportunidad de conocer personalmenfea Ignacio del Río, me p€rmitió la expedencia de comprobar que elguión -+s decir,la información- es el gusano, y la película -la lzntask,la irragen- en movimiento prcpi¿ del cine- es Ia mariposa, como había oído decir aJean Claude Caffi¿re.
No era fácil darle vida e lrla gantallaz mteriales tan ineíesyt¿n estáticoscomo los montículos de adobe que quedaban de algünas misiones, perc Checo Ortiz se las arregló con mucho otcio para hacer sallar o desdoblarse el campanario de San Javier, las fachadas de San lgnacio,las torrecihs de Sarl Luis Gonzag4 el bautisterio de Santa oertrudis. Por primeravez, y luego con la lectlrra. de hnquista I acultunción de la klifomia jesuític4 de Ignacio del Río, pude ponderar el esfuerzo que signiffcaron los selenla a-ños de los iesuitas y lós efectos de las congregaciones en la c{tda demogáfica de la población original.
En 1!84 mihijoyyo íbamos a tomar el fra,nsbordador Díaz Odazer Maz atlán, pero cuando nos didgíamos a comprar los boletos vimos desde lo alto del promontorio que está al otro lado del hotel Olas as que el Díaz Ordaz se encontrabzlongitudinalmente
semihundido como un descomunal hipopótamo patas arriba. La tarde antedor lo habíamosvisto llenarse deautobuses, carros, bicicletas, tráilers cargados de varilla, cemento, y trocas con verdura. Pero esa maiiala, el tralsbordador encaiaba contra el muel\e sus dos chimeneas de lámina por las que la mayoría de los pasajeros y los tripulantes sepusieron a salvo. Unos infantes de marina acordonaban el buque. Se decía que abajo loda\iz está¿n varios de los choferes y que uno de los maquinistas se había ahogado. No se supo muy bien qué pasó. Apenas empezó a soltar las amarrzs, el buq ue rozó con unos duques de albay se fue rajando de lado a lado como una sandía.
Al día siguiente, el 12 de agosto de 1 984, vimos desde la m oton"\e Azleca empequeñecersepaulatinamelte hacia atrás el casco del tr¿nsbo¡dador con toda su carga secreta de muerte, detenida su nmncha de aceite con tubos flot¿ntes de polietilero.
El Aztecaseadettr¿baen alta mar para navegar sus 16hor¿sdeMvt lána Pichilingüe, en una tr¿yectoria desurestea noroesfe -como de las 4 a las 1 0 en la c¿rátula del rcloi- que bien podía ser la lílea imagnaria que divide al Pacífico del mar de Cortés.
La mayor parle de los pasaieros viajábamos elr cubierta techada, una especie de amplia sala cinematogr.fica con los asientos desgarr¿dos y miel de cocacola en los pisos. Para dormir había que acomodarseentre los pasilloso sobre el segundo puente de popa, más fre§co. En ningún momento se nos informó dónde estaban los sahavidas ni cómo sonab¿ la sirena de alarma. De Yez en cuando cruzab¿n entre los pasaieros tres infaltes de marina vestidos de negro y con la metralleta gavonada a l¿ cintura.
Cuando desde el salón comedor mi hijo y yo empezamos a distinguir a lo lejos l¿ costa baiacalifomiana lo primero que se me vino a la mente fue aquel mar asoleado y circular, en torno al barco, del Mediterráneo: la superficie plateada del agua que se disparaba centúfugamente
como un disco espejeante alrededor de nuestro punto de obsen"ciól: el litoral siciliano, l¿ asociaciófl de extrañas impresiones que me proPonían las majestuosas protuberancias de la península con las islas de Scilla y Caribdis Pero lo que en aquella rañana igualmente luminosa de agosto cobraba formas czÜavezmis definidas eran las estribaciones de las islas
?á,/cet ac.ílico sobre papel, 150 x 15O cm
Cerr¿lyo y Espílitu Santo. No éramos los pdmeros que las contemplábamos, nl en ese momento nienlahistoria. PeNaba en Ios nayegAntes que precedieron a Cortés y a Sebastián v¡7.aíno. Pensaba en los placeres perleros, las plalm de las muieres negras y la expulsión de los hombres,la perpleia reacción de los pericúes. Veía las partes bajas y planas que son un preludio de la sierr¿ allá tendida. Resultaba sedante desliz¿rse por Ia careter¿ en el yiejo Alfa Romeo que nos habían preslzdo en La Pzz, Ascendíamos de la llanura agrícola de Constitüción a los promontoriosdesédicos,custodiadospor chollas y cardones, desde los que empieza a agarecer y desapatecer Puerlo Escondido:
primem por las ondulaciones natur¿les del terrcno, el sube y baja de los rzdos de Ia transpeninsulal sin puentes, de§pués Por l¿ noche definitha del verang que se imponía cuando virábamos pa¡a co§tear por el golfo. Los puntos que iotermitefltemente rere$eraban a la dislzncia eran las luces del aeropuerto y las del hotel Presidente de Nopoló, cuya modemidad contraslaba con la precariedad urbana de Lorcto, ¡Jn pueblo anegado por las recientes lluvias, intmnsitable por las obras del nuevo drenaie. El cemenlo ¡eventado de la§ c¿lles, los cha¡cos de la avenida principal, no eran problema gara los amortiguadores del Alfa Roneo, Luego I uego preguntamos por el doctor EnochA as Gudiño, a quien Yo había lr¿hdo en l\'lérico. Todo el mundo conocla al ginecólogo del pueblo. Había llegado de Colim desde 19r2 cuando üno a hacer su serricio social y tr¿ído al mundo a más de una generación de loretanos; en las calles lo saludaban comoa un viejoy querido maeshodeescuela.
Al otro lado de la iglesia y el salón de baile, frente al malecón de escolleras, asomaba el hotel Misión Loreto del que tanto me habÍa hablado. "Me lo robaron", decía el doctor Enoch Lo había empezado a construir en 1973, pidió unos préstamos gara remozarlo que no pudo saldar, y por una serie de complicaciones iuríCicas y fraudes se le fue yendo de las manos en un litigio civil que aún [o termilaba cuando murtó en 1997.
De regreso 25 km h¿cia el sur Para yisit¿r Puerto Escondido, que nos pasó de noche, al pie de la cordillera de la Gigant4 miramos las islas del Carmen y de Mon§err¿t y la bellísima bahía q ue aún llamaba la atención por su apariencia silvestrc, abandonad4 sólo disfrutada porPoquísimos estadounider»es.
-A todos nos parecía una locura que López Mateos decidiera poner aquí un muelle. Para qué, si no llegaba nadie por mar nipor tiera nipor aire -decí¿ el doclor Enoch-. Cuando a la ICA se le pagó en parte con terrenos de aquí la .on strucción de la carretem, Bemardo
Quintana sintió que unainversión hotelera rebasab¿ cualquier p¡oyecto p¿rticul¿r y los cedió a la nación. Luego una muchacha de Santa Rosalía, de apellido Mayeux, también donó unos lotes que había heredado de su padre. Y má allá -+eñalaba el doctor un pequeño puesto de lakmada, con guardias soñolientos, mientras nos subíamosal Alfa Romeo-, hace muchos años vivían un pescador y su perro, absolutamente solos. El perro Ie ayrdaba con el hocico a tender y doblar Ia red en la playa. Cada senuna ibaa Loreto a comprar víveres. Hablaba con é1, iugaba, camin¿ban todo el día hasta Loreto. Pero una vez le mataron al perro; regresó solo a su cabaña y se hizo eslallar en la boca uo cartucho de dinamitContrariarnenle a lo que mi hijo y yo pensábamos en términos de vacaciones escolares, agosto rto parecía la mejor época para andar por esos lugares. El Sol c¿ía a plomo. Los mosquitos nos ponían de mal humor. Er¿ imposible esrar en Ia plalz mds deYeinte minutos, a no ser que uno se enrollara una toalla moj adz enla cabezay esperara el atardecer en ElRequesón. Cuando lavimos, Bahía Concepción nos conmovió. Eralo másbello con que nos hab íamos topado en la península. Inmensamenteyerdey uulada, con rnanchones de barr¿s blanquecinas o grises, Perodeshabitada, sola,desaprovechada. Sola para nosotros, Mulegé no se dejaba ver. L¿ pasamos un poco de lado. Las palmeras la iban escondiendo sobre la presa y elrío que desembocaen El Sombrero. Había dátiles en el suelo y hubiera sido de lo rnás natur¿l del mundo que alarueltadeuna esquina nos saliera un camello. No bastala el relente de aquella tarde de siest¿ para soportar los picotazos de los moscos, el calor picante, la soledad del pueblo dormido y aparentemente ev¿cuádo. Lo único que se nos apareció en lugar delc¿mello fue un enorme Ford Galaxy negro con las venlzrillas polariz¿d¿s y conducido por nadie, con los amortiguadores baiados al estilo de los pachucos o los lowridets,gue hacía la ronda en despoblado. Subimos un momento a la Univeñidad de Sangin6, es
Esp.cio norte, lcrílico sobre p.pe!, 209 x l.8l cm
decir, a la cárcel tzmbién deshabitada, y corrimos asz n ta Rosálía
Parecía una colonia francesa en la costa de África. El gigantesco brazo oxidado de la fundidor¿ conectaba con el muelle. Pasamos po¡ deb¿jo y empezamos a bordear por el puerto sobre un p¿Yimento de escoria, esa mielcarbonizada que anojaba la fundición del cobre ycon la que, en bloques compactos,los franceses y la mano de obra yaqui- construyeron el dique. Al fondo de la cañada principal, en el
corazón de Santa Rosalía, se extendí¿ un paisaje urtano incomparable con cualquier otro pueblo del país. Nos contaba el profesor Mario Santiago que desde un principio, hacia 1897,Ios concesionarios fra¡ceses de El Boleo leyantaron 48 casas para los mineros, que siguen en pie, más o menos modemizadas o afeadas por la conlamilación publicitaria. Antes de instalarse las ata4eas, nos ilustró el maesfro de la biblioteca Gandhi, un carro tirado por mulas iba recogiendo los desechos feczles
de la incipiente colonia. Más de 400 chinos trabajaron y muriemn allí, aniquilados por una epidemia. Todavía sobreviven algunas familias de los 800 yaquis que inteflinieron en la perforación delosfros.
Hacia la izquierda ascendente, por las faldas de la colina donde se fueron empotmndo l¿s casas de los trabajadores, remonl, mos ¡2 mesa llléxico. No había un met¡o cuadrado sin ffncar. En la punta más alta del cero topamos con un pequeño ¿eropue¡to inactivo, al que llegar muy de vez en cu¿ndo ¿vionetas particulares. Perc 1o que miás nos llamó la atención fue el cementerio, sifuado en una de las paftes mÁ elevadas, un camposanto aéreo que mira al mar, como si no se atrevier¿n los habitantes de Santa Rosalía a yivir por encima de sus antepasados.
EI barfioallo. lz mesa Francia. crece I se desparrama aniba hacia la derecha, si uno se coloca frente a la iglesia de Santa Bárbara, Remozado en 1970, el Hotel l-rancés es todode madera; incluso los baños tienen el pisoy las paredes de pino barniz¿doy una tina de patas de leon. a la europea. De dospisos, techo de cuatro aguas, corredores y baranda.les hmbién de madera traída de Po¡tlald y vancouver, el hotel es un buen punto deüsta;desde sus pasillos y alcobas se ve por encima la fundidora, el muelle de apisonados residuos rninerales, la isla Tortuga, las playas de escoria, el trarsbordador que sale a Guaymas, Ias casas y clubes de los franceses,las mansiones de losgerentes, el edificio de la antigua administración. Y abzjo del hotel, una locomotorano má grande que un pick up en cuyos costados de hierros se lee Compagniedu Boleo. Unas fotogralía.s colgadas en el comedor del Hotel Francés congelan ese momento de transiciór en que los cargueros develacomo las goletas alemanzs que q uedaron fondead¿s en el puerto en I 9 I 7empezáan a ser reemplazados por los barcos de vapor, como el famoso Koffigan. Se fueron poblando las hondonadas de Providencia, Purgaforio, los arroyos de Soledad, Somb rero Senhdo, S¿nta Marla, y la zona norte de la concesión que se exten-
día entre El Boleo y el Inffemo, Las pequeñas locomotor¿s reconían los tiros de las c¿ñadas remolcando diez vagones del miner¿l que luego dejab¿n c¿er por un chute en la fundición. Del distante San Luciano y del tim villiams el mineral viajaba en canastillas aéreas que sobrevolaban lzs colinas como un funicular
Fue entonces
c uando empecé a concebir una novela en la que intenkla como escenz rio una surytpsición de geognfras: un uiaje de sur a norte, en el senlido invefio alpriplo deJordán, que al mismo tiemp que se emprendeÍa de Cabo San Iucas a Tijuana se iría engrunando con otru recoffido: de Sincusa a Florencia
ca.fa la .da. En un trozo de gasa, recortada de una camiseta, traí¿ un cenicero de cobre. "Es el que usted les va a regalar", le dijo al profesor gara que se lo pasaraa Federico.
A bordo del Alfa Romm tratamos de ganade la canera a la noche, Volvimos por debajo delbrazo metálico de la fundidoray retomamos la tmnspeninsular hacia el norte. Fuera del payimento, a la izquierda, la brecha seguía siendo de grava negra y nos metía por la hondonada de Santa Maí¿ corriendo al margen de los estrechos terraplenes sin yías por donde antes se delizaban las locomotor¿s cargadas. Ert ambos lados de la cañ¿da, a lo alto, sobre empasteladas fo¡maciones geológicastenues capas que se difumi aban entrc un ocre verdoso y los lonos naturales de la tierra- podíamos contar tres, cu¿tro y hasta siere Íros exangües. De uno de ellos, al que subimos a pie, brotabal unos rieles que desembocaban en el vacío: desde allí el mineral en polvo de las canastillas caía en el chute debajo del que se iban colocando los vagones del trenecito. Los rieles desnrzntelados se apilaban iunto al tiro de la mina, entre enormes ruedas dentadas, poleas. gnchosy cables abandonados por los fr¿nceses.
El profesorMario Santiago nos hizo meter elAlfa hacia el fondo de la hondonada central,lade los banios profundos de Santa Rosalía, donde vivía un amigosuyo, el Prieto López. prcgunlarnos porél. "Esládormido", nos dijeron. Pero luego salió por la yentana, muy amable. Eran como las cuatro y medi¿ de la tarde.
Gloriavi% del beisbol loc¿I, de 49 años, Ramón López Verdugo tenía a(actarnente 23 años trabajando en su mismo puesto de la fundidor¿. fhció en S¿rta Rosalíay lleraba la mineúa (y el beisbol) en l¿s venas. Ma¡io Santizgo le pidió q ue nos ¿compañara a los tiros. Ramónvolvió por lavent¿na¿su casa, se demoó un momenlo, y reapareció con la
Si la imagen común de un pueblo minero agotado es ladeun villorrio fantasma, algunas paredes carcomidas enfe la hierba crecida y las casas vacías, como en Pompeya, en la hondonada de salta Marta se anula cualquier idea preco¡cebid¿. No quedó nada de aquella coloni¿ de mader¿ que se ve en las fotogra.fras del Hotel Francés, Las corrienles del afloyo, infrecuentes pero puntuales y caudalosas una vez al añ0, anzsaron las viviendas elzcuadas.
-iVerdad, profesor? -decía Ramón, cuandoya de la tarde sólo quedaban unos 30 minutos-. Usted sabe, lverdad don Fede? Por lo del beisbol.
Sin embaryo, algo subsistía, si uno raspaba la tiena;en el lecho de la Sant¿ Martamuerta, casi suped'icialmente, enbe el fango seco, entreveíamos enmohecidos herrajes, tuerca§, bisagr¿s. Algo escombraba tumón:
-Est¿ plancha que usted se encontó -le decía a mi hiio-, llévesela. Sólo le falt¿ el nnngo. Es de las que se calenfaban en la estufa
-{racias. Puede seryir de pisapapeles -¡reatabaFede.
-I las moneditas de oro -añadía i:: ón-. A los chinos les pagaban con ---aedit¿s de o¡o, que luego enterraban. ?ero hay que venilse temprano. Así lo hacíamos a¡ttes, ¿verdad, profesor? yo me encontré dos moneditas, así, así de chicas, pero debe haber más. Muchas.
AI volver al Alf¿ Romeo cargamos un tornilio de fenocaril, la plancha, un mechero de cobre agujereado, y unapieza de fierro plana y cuadrada de las que se usaban para fijar Ios rieles en los durmient€§.
La noche nos ganó cuándo fatigamos de regreso Ia brecha y volvimos al pueblo.
--Sólo un momento, profe-dijo Ramón-. Vamos a ver los homos.
E1 calor de la costa y del embarcadero aumentaron de golpe cuando franqueamos la zona de la fundidora. Unos obreros de czsco amarillo reparab¿l la cadena de un engranaje, R¿món tomó de una de las cánasliilas un puñado de mineral.
-Pu¡a tiera -dijo-. Es delque ha sobr¿do de las minas, ya no es el mismo. Los francesessólo trabajaban con termnes verdes, la crema del mineral.
Nos condujo enlonces al puesto en el que se h¿bía mantenido 2J años, de las l1 de la noche a las 7 dela naíana:lz sala de la compresora de aire para alimentar los homos, cuya presióndebía vigilar constantemente. Limpió con el dedo la marc¿ de la gigantesca maquinariay aparecieron unos números: 1904.
Con s\ m"to largd. de short stop, Ramón nos extendióunos lentes ahumados de soldadory abrió la rendija delhorno.
---lsómense.
Por debajo brotaba, chorreando, negra, la miel de la escoria mientras las canast¡llas replelas de tierra ¡ban volcándose en banday los terrones se
derretían alcontacto continuo con el fogón.
Después nos mostró los picheles en el área de vaciado de los lingotes y un gran reloj suizo en la pl¿nta eléctrica, quela no ma¡caba I¿s horas.
Dosaños máadelante, Checo Ortiz me invitó no sólo a que escribiera un guión sobre S¿nta Rosalía sino a que lo actuara como narrador. Ya en ese entonces me habí¿ hecho amigo de Ramón Blas Cola Mez4 que había nacido en Santa Rosalía y emp€zado a escribir la historia de su pueblo.
De miviajede 1!!2 a la Paz, donde di un cufio de pridismq
rccuerdo al CheAbente y mi primeracercamienlo a
Comondú, en compñla de Maio Santiago y Maicela
Talaman tes. Sólo vagzunen te sabla yo q ue Femando/ordán había sido mLty amigo de un pilofo "aryenfino': mul imporknte en el desarrollo de la aviación civil pnins ular
Esa en la leyenda -
No me fue diflrcil red¿ctar el guión. Aquí sí me resultaba posible combinar la información libresca con los lugares que p había cottocido. Los textos de Blas fueron capitales. Fingimosqueyo llegaba al muelle en comgaiía de un niño, bajando del traNbordador, nos inslalábamos en el Hotel Franc6, y poco a poco Ie elplicabayo al niño qué era cada uno de los lugares de Santa Rosalía. Fue muydivertido. Recuerdo que una noche nos pasamos grabando en una delas habihciones del Hotel Francés los cientos de fotogzfias mate de un ábum que nos prestó Robe¡to Gastélum, el periodista de la ciudad. Los franceses
aparecían con sus cascos sarakof, en sus picnics de losalrededores, como salidos de una novela de Rudyard Kpling.
De mi viaie de 1 992 a La pz, donde di un curso de periodismo, recuerdoal Che Abente y mi primerace¡c¿miento a Comondú, en compañía de Mario Santiago y Maficela T¿lamantes. Sólo vagamen te sabía yo que FemandoJordán había sido muy amigo de un piloto "argentino,,, muy importante en el desarrollo de la aüación civil peninsular. Ésa era laleyenda.
-¿Todar ía eliste? -le pregunlé a llla rio Sanliago.
.-,Quién?
-ElCheAbente.
-Sí, si quieres vamos averlo.
Nunca me imaginé que aquel ser se materializara. No era ¿rgentino sino uruguayo mexicanizado y miembro de la Fuerz¿AérE¿ Mexicana, un hombre de armas, un soldado, con experielcia en combate. Solía encontrarseconJordán cuandoel autorde fienz incógnitaiba costea¡do en su lancha por las islas y las caletas delgolfo. El Ch e ztetirzabz' sr cu Vulteeen las playas ¡ recogía los rollos de película y los artículos queJordán iba confeccion¿ndo en su olivetti portítil. Me fascin¿ba esta escena para una película. Ade¡nás el Che le llevaba toronias, came secayotrosYíveÍes.
Lo primero que vimos fue una foto del Che en Iarepisa, una imagen de sus tiempos de la guerra del Chaco y él muy joven, junloasu aeroplano de manufactur¿ francesa. Pe¡o nada me sorprendió tanto como la fotogra.flra deJordán que nos mostró en su álbum repleto de rccuerdos.Y es que yo nunca habíavisto el rostro de Femando Jordrín. No me lo imaginaba. Y resultó fornidoybaiode estatura, un muchacho como de 32 años, con gorra deestambre nnrinero, al lado de un bimotoranfibio. Fue una reyelacióo s(raña. Como que la vida, sin que yo hicier¿ mda desde el punto de vista activo de la escritur¿, se hubiera puesto a escribime esta historia, con un dato acá en cierta fecha, con un comentario allá, en otro momento, a lo largo de muchos años, No se me ocurió pregunlarle al Che
Abente por quéJordán siempreviajaba con una muneca en su veliz, comn me lo había dichoJu¿r Rulfo, poquese me fue el s¿nto ¿l cielo: lo cancelé de mimemo¡ia temiendo tal vez que la pregunta podría estar cargada de ellrañas connotaciones. En aquella ocasión no quise irme de La Paz sin darme unavueltapor Comondú. Luego luego mis amigos periodistas consiguieron una suburban yahí lzmos hacia el norte, mís allá de villa lnsuryentes, h¿stadonde ur mapaobsoleto decía que se terminab¿el pavimientoy empezaba la brecha. Cuando serpenteábamos rumbo al pueblo discernimosadelante de nosotros una troquecita toyot¿ medio despintadona que se afanaba en darle alc¿nce a Comondú en cuanto luera posible. Luego se nos perdió de yisa y nos olvidamos de ella abstraidos como estáb¿mosen el inusilado ambienle vegetalde Comondú: elarroyoy )as palmas datileras,las pequeñas nontañas de piedm que lo aíslan del mundo electrónico, los troncos de las palmeras quemados, las irutasque se caen solas de las huertas,los aguacateros y las higuemsque crecen dentro de las casas deshabitadas y quea veces no son más que unafachada entrecruzadade raíces aéreas. Nos cautiyó el silencio de Comondú. De vez en cuando seace¡caban a la suburban jovencillos y niños de sonrisaambigua, de aspecto mongóiico, o ancianos dedentadura prehistórica. Deprontodescubrimosla toyotitaal fondodel famo situado entre SanJoséy San Miguel de Comondú: la troca despintadafrcnte a la misión, Nos acercanos. Estábamos medio brincando de unapiedraa olra, enlre las muchas esparcidas allícomo memoria de la antigua misión, cuandosurgió de la iglesita un hombre de unos 60 años: era alpadre que renía z dar misa czda quince días. z La Purísjm¿, aSan lsidroy aComondú. Italiano, para mayor coincidencia. Calabrés. Otravez el azar y la histori¿ me conectáan con el elemento italiano en Baja California. Por supuesto que me encantó el personaie, Se me aparecía listo para la novela. En bandeja de plata.
-lY usted qué andahaciendo tan lejos?
-Es que ¿quíen la BajaCalifornia todavía se puede hacer penitencia-me dijo el sacerdote comboniano recién llegado de África.
No sé si estas imágenes de Comondú corresponden a mi primera incunión acompañado de Mario Santiago y Maricela o simá bien se remiten a la experiencia de un¿ iornada, en jeep, entrando por Loreto, que tuve un día del \erano de 1995 con Rafael Padillay el doctor Enoch Arias Gudiñ0. Lo delpadre comboniano ciertamente sucedió en 1992. Pero el resto, nosé:las palmeras quemadas, la capa de miles de dátiles por elsuelo, los precipicios de laias tambaleantes, los senderos de piedras sueltas, los vaqueros que encontrábamos en sentido contr¿rio, y h'¿sta los espantaÉjaros de las rancherías, creo r¡uo más bien son de la otra película: la que empezamos avivir desde Loreto Rafael, gnoch yyo el único día del año que cayó una lluviecita. La nube iba enfrente de nosotros, nos corteiaba, pero nose atreví¿ a reventame. Avanzábamos entre torotes y corecaminos I1erviosos que presagiaban la tormenta cuando por ffn la nubecillase animóa desgajarse: algo como un tímido rocío fue el principio y el ffn de esa tempor¿da de lluyias sudcalifofirian¿, pero hizo que sealborotar¿n los s¿pos al lado de la brecha, que patináramos en breves lodazales, y que nos llegara elaroma agrio de la flora desérticaentre ocotillosy cardones, como un olor de semen vegetal. Por alguna caprichosa razón, el tono emocional de mis posteriores crpcriencias sudcalifornianas, leídas y vividas, se haido más bien elev¿ldo en términos de lo que iflventa la memoria. Si algu na vez tuye para mí que la península erauna piedra, como sentí¿JuanJ¿cobo B¿egert, o un paisaie marciano en alguros parajes, con elpaso del tiempo he podido ir matiz¿ndo el símil, pues la verdad es que ningun¿ especie botánica o zoológica hubierasido posible sin agua. Detrás y por debajo de las rocas, en elcosmos miüoscópico deldesierto en apariencia inerle, pn¿lpil¿n insospechadzs
declar¿ciones de vida. Ciertamente no ha sido fácil lasobrevivenci¿ en un ámbito t¿Jl inhóspito, por la falta de agua, Ia infertilidad de muchas de sus tierr¿s, el calor mericalense de su dilat¿do verano, pero el empeño de sus habitantesha prevalecido de unageneración a otra. Suelo pemaj en las r¿ncheías de la montaña alta, en la sierra de San Francisco, por ejemplo. No deja de ser conmovedor cómo unas cuantas familias de apellidos repetidos, que viven de las cabras y las artesanías de cuero, sehanobstinado en persistir tanto tiempo, deser posible, felices.otr¿s imágenes recurrentes tienen que vercon el mito de los 8i8antes, el enigma insondable de las pinturas,la desol¿ción de un paisaje en el que revolot algún zopilote, los esqueletos de vehículos comidos por el Sol, ias vacas en la canetera.
Con uno de esos bovinos chocamos la noche de año nuevo de 1993 y nossahzmos milagosamenfe. Es imposible olvidar l¿ abundancia criminal de tantosburos, caballos y vacas muertos de hambre a los lados del tramo que corre de Nopoló a la bahía de Tripuí. Sin embargo, al día siguiente, el primero de 1994, yohimos a experimentar la fascinación que ejerce el silencio, eljalón del desierto, elembruio de la península.
Carmen Gaitán, Victo¡ia Gutiénez y yo nos dimos unavuelta por Mulegé y Santa Ros¿lía. Eraun paseo invemal, desuéter ligero, muy agradable en aquel invierno primaveralde la Baja Califo¡nia. Pude constatar por fin si Ia Santa Rosalía de la misión de Mulegé era la misma de los palermitanos,yenefecto: eralamisma, tendidaen la cuevadel monte Pellegrino. Sin planearlo mucho, nosvimos de pronto guiados por Narciso Villaricencio h¿cia la zonadelas pintur¿s rupestres en las faldas de la sierra de cuadalupe. Lleg¿mos ¿ un punto en elque, sobre lajas dispersasy cortas,b ncoleabanlosdibujosancestrales de peces ycangrejos oballenatos: cientos, miles de trozos pétreos grabados por seres que no se antoiaban tan remotos.Y
Édgar Gómez Castellanos*
Ilusuaciones de César Hayashi
"There goes" es lo primero, lo único que piensa aturdido enmedio del dolor que, como un vacio cada vez más g[ande, más real, nacia en su abdomen. Y esas dos palabras así, en otro idioma, no representaban imagen algmna, no eran respuesta alguna. Eran, cuando mucho, el vacio que tomaba forma y se mostraba al mundo a través de la palabra.
Después la palabra fue tan sólo el color que permeaba su dolor, su miedo, su soledad. Luego "there goes" se transformó en "he aquÍ". Heme aquÍ, inmerso en el amor, heme aquí dolido, he aqui. Y esa sensación no significaba estar resignado a lo que sucedia, no lo compelÍa a
'.';.!.adot chiapaneco radicado en Mexicali.
tomar decisiones, a pensar siquiera. "He aqui" como decir "llueve". Agua que cae de las nubes.
"He aquÍ", estar-en-el-dolor, en-el-aturdimiento, llueve. "there goes".
Luego, por un instante. tuvo paz y el amor se convirtió en otra palabra más y no le significó nada. Dejó de sentir, deió de recordar; tan sólo estaba-ahi, en ese instante y la tranquilidad era como respirar y tampoco sintió alegrÍa ni alivio. Estar, era todo.
Su "estar-ahÍ" sólo pudo comprenderse como quietud. Palabras como "paz" o'tranquilidad" no podÍan representarlo. AsÍ, aun cuando toda palabra representaba algo (un objeto. una
acción, un estado) éstas no Ie signifcaban nada a é1. no lo alcanzaban. Dejó pues. a partir de este instante, de recordar y de sentir, de desear. SóIo era, sólo imaginaba su estar en un continuo movimiento. Pero ese continuo movimiento, involuntado como el fluir de la sangre en el cuerpo, estaba rodeado de quietud. Y en su estar imaginó que la quietud lo acompañaria en el transcurrir que ahora era su vida.
Ahora estar caliado era consecuencia de la quietud, no una decisión. no un acto de voluntad. Asi, la representación de su silencio no era "no deseo hallar, no quiero hablar', sino "estoy cauado".
(st
Ahora sólo percibe el mundo a través de los sentidos, siente el mundo, por así decirlo, pero no hay en éI estado de ánimo alguno. Es eI mundo, no está triste ni aiegre, no está molesto y aun la indüerencia está ausente de é1.
Transcurre en la vida y su espiritu es como un lago cuya superficie está compietamente inmóvil.
Unas horas antes, al medio dia, ia mujer que amaba üvía una crisis emocionat y le había pedido tiempo para superarla, para resolver las circunstancias que ]a originaban. Él decidió hacerse a un iado. darle 1o que querÍa y Ie aclaró que eso no era una despedida, gue su relación no estaba terminando, aunque en el fondo no estaba seguro.
Fue en ese instante, al separarse de Ia única mujer gue había amado, que ella le pidió "no sufras por mi, no suftas" y él comenzó a sustraerse y su capacidad de deseo de vivir estados de ánimo, de tener sentimientos, comenzó a oscurecerse. Ahora no tenía siquiera la capacidad de recordar el rostro de la mujer que horas antes amaba y que ya sóIo estaba en un lugar inaccesible para éI, ciue no podía ni siquiera imaginar.
f4l
Así, ese estar-en-el-mundo te impedía imaginar que algo tenía que ver con é1, y si antes,
por ejemplo, ai escuchar el timhe del teléfono podÍa pensar "es ella, me habla". Ahora no habria sobresalto ni esperanza. Ahora sólo: ..el teléfono no tirnbta" porque tampoco era "no es para mí, nadie me habla".
La gente a su akededor, pues, sólo era parte del mundo que percibía, seres vivientes pero que no vivian por é1, para él o apesar de é1. VivÍan y sentian y lecordaban. Él sólo ocupaba un espacio entre ellos y así transcurrÍa. para é1, como todos los demás, sólo eran imágenes y no esperaba nada de ellas.
Durante ese tiempo todo cambió en é1. Su caminar se volvió más acorde con la naturaleza: el hombre que camina sin intención alguna ni nada que conücione su rumbo ni su ritmo. En cada movimiento de su cuerpo se percibÍa la misma quietud de su interior.
t6l
Años antes, con otras mujeres, hu.bo ocasiones en que vivió asom-bro, incredulidad, aturdimiento; pero siempre hubo un sentimiento, una sensación o una actitud del espÍritu.
Ahora, por primera vez, su espÍritu calló, dejó de sentt.
Al ser despojado de todo, quedó despojado también de su capacidad de dar y recibir amor, del sentimiento por el que habia llegado a ese estado, a su estar.
Ahora ya no descu-brÍa nada, el mundo tan sólo se le mostraba llenando su vida de imágenes, de olores, de sensaciones que alteraban su cuerpo pero no moüan su espirÍtu.
(71
El hombre transcunía ias horas quietas y en su espfuitu no habÍa sentimientos ni estados de ánÍmo negativos: no estaba triste ni aburrido, no tenÍa coraje ni se sabia indiferenle. pero de igual modo era ajeno a lo opuesto, a lo positivo: amor, alegria, interés.
Transcur¡Ían las horas quietas y Ia vida e¡a un movimiento continuo que el hombre percibÍa inmerso en eIIa. Inconmovible.
Su estar también habÍa impedido que sintiera preocupación, interés o curiosidad por 1o que sucedia a su aLededor, y en todo caso sus reacciones tenÍan como origen una suerte de aüacción instintiva, primigenia, animal.
De este modo, la comunicación con las demás personas, como la habÍa conocido antes, desapareció. Lo que "conversación" significaba no era más que una representación de algo que le era incomprensible.
Una mujer le habló por teléfono. Ella, hasta antes de su estar actual, era su amiga. Al escucharla. llegaban a él sonidos que formaban palabras que formaban frases que preguntaban, exigÍan, suplicaban, decidÍan, opinaban, contaban, deseaban, expresaban sentimientos y a todo eso, que no comprendÍa más que en un plano distante, no pudo responder.
AsÍ, cuando ella le preguntó si Ie daba gusto escucharla, él no encontró en su estar nada que pudiera ser expresado como "le dio gusto" y entonces no habló. En su espiritu sóIo habÍa una imagen que no le significaba nada, no le
>lalle de Persorqio er¡ cris¡§.
conmovia en nada, sólo: hablemos. Una imagen en la que él estaba.
Su lenguaje cambió, se volviÓ más limitado e impersonal. De este modo, cuando antes hubiera dicho *buenas noches" al llegar a un lugar, ahora pensaba "he regresado", o bien "estoy aqui" en lugar de "tenÍa ganas de velte". Esto imposibilitaba *platicaf' o *hablar con al$den"'
Exisüa una distancia insalvable marcada por su estar-en-el-mundo y el ya-no-deseal-enel-mundo.
Cerraba los ojos y del mundo sólo percibia sus sonidos: autos en la calle, golpes, ruido de máquinas, voces, y no lo que "pensaba" no lo "recordado". A cada sonido correspondia una imagen única, o más bien: un concepto de algo que formaba parte del mundo.
Estar-en-el-mundo. No esperar, no ser esperado.Y
Gtueris, agrflic! sob¡e papel, t83 x 2?4 cB
Alftedo Espinosa*
Ilustraciones de César Hayashi
ta noche cae sobre el pueblo como un enorme animal oscuro y moribundo. La casa de Aiz es grande y fria. No puede revisar sus habitaciones ni juzgar los pocos muebles que la habitan. Con nosotros llegó la noche. Estamos encenados, de pronto, y faügados, en una recámara. El viento azota alguna ventana abiefta. Hay otros ruidos que no reconozco.
Alz saca de su mochila un poco de pan y queso, y mientras me descalzo y sacudo la arena de mis zapatos aparece, como un mago de su chistera, una botella de teguila. A pico de botella tomo un trago y meto al cuerpo algo de la calidez que necesitaba. Me relajo un poco.
*Esüitor chihuohuense
-Aquí y en la cocina escuchamos las radionovelas. Era un buen tiempo. -Dice y aguanta un largo sorbo. Se limpia la boca con el brazo desnudo-. La justicia exisüa y los üllanos recibian, al fin de cuentas, su merecido.
-Las novelas pueblerinas conservan la estructura y los elementos clásicos de los cuentos infantiles y de las religiones, es decir, los mismos que el cine de Hollywood nos receta en cada cinta: el héroe, inequÍvocamente bueno y con frecuencia inocente, sufte hasta lo indecible las peradas de los malos a sabiendas de que sus penalidades lo harán merecedor del cielo, o como se llame el premio. Pero asi no es la vida. Tampoco el teatro.
-Ya nada es como antes. Ya no existen actos públicos como en la anügüedad en que
los malos eran juzgados y decapitados con filosas guillotinas o colgados de un árbol de la plaza pública. Eran lecciones inolvidables' De eso siento nostalgia.
-Ahora no es necesado trasladarse a la plaza pública. Cualquier dia, en cualquier esquina, compras el periódico y ves el espectáculo de la sangre en Ia nota roja' La historia, la biblia, la literatwa, los peflóücos' los noticiarios televisivos, el teatro; donde abras la vida hallarás la nota roja.
-Hagamos algo para merecer nuestra inclusión.
-Ya lo hiciste.
-Pasé inadvertido. Y en todo caso importa Ia justicia, no quien Ia impone. De cualquier manera me parece que se ha perdido la tansparencia del sentido justiciero, la ejemplañdad del acto. Ahora la propuesta iegalidad embrolla y enfría la acción de la jusücia. Además son muy pocos los crÍmenes que se esclarecen. La justicia es una flrestión de la sangre: empuja a que cada qúen la imponga por su propia mano. Só1o con un arma en Ia mano pueden cobra§e ciertos agraüos. La ley sÓlo sirve para demostramos que somos culpables, pero está lejos de hacer justicia. La única manera para desestabilizar la impunidad es poner un pistola en la cabeza de quien te Ia debe y jalar del gaü110. Recuerdo eI cuento 'El cobradol, ¿lo has leido?
-No creo. iQué son esos ruidos? Está muy oscuro todo esto.
-Los hechos suceden en Río de JaneÍo. Es un tipo que se harta de sus misedas y de sus humillaciones y un buen día decide matar a quien se Ie atraviese. Todos me deben, dice, cobertores, coches, casa, coños, zapatos con todo y calceünes. Mata a tifos, a machetazos, estrangulando. Al empezar a cobrarse escucha las cosas más inconcebibles y chistosas que dicen quienes están a punto de morirse. Dicen: nosotros no Ie hemos hecho nada a nadie, je, je, tengo hijos pequeños, por su madrecita' y ofrecen todo lo que han acumulado durante sus vidas con tal de salvar el pellejo.
-iQué harias [t en esa situación?
-Le dirÍa: si da un paso más, grito y llamo a un policia.
-Y asÍ lo desarmarias con un carcajada'
-Y aprovecharÍa para sacar mi Taurus 38 y decirle, enchuecando la boca Y enronqueciendo la voz: üqué tal si te meto esto cülo arriba?
-¿No eres demasiado üemo?
-ta temura la demuestro al acabar con los que dañaron a aquéllos que quise.
-El amor empuja a realizar cosas abominables.
-Yo no podrÍa asesinar a desconocidos sólo por que se me cruzan en el camino. En cambio, a aquellos que me la deben.'.
-tas tragedias, las guerras a muerte. ya no suceden entre los Montesco y los capuleto; el huevo de Ia serpiente se incuba al intedor de la misma familia. El odio, Ios resentimientos, Ia envidia, reptan sigilosos y, con alevosia y a mansalva, de quienes esperas un beso recibes la mordedura mortal.
-iPor fin me entiendes! Tehura. si te Io pidiera, ime ayudarias a matar a alguien?
-No te amo, AIz, si te amara no sólo te ayudaía, lo mataía por ti.
-Comienzo desde este momento a seducifte. No sabia que fuera tan importante eso del amor.
-Quita de ahÍ las manos. Por si no ves nada te informo que Io gue tocas sin permiso son mis pechos. Cuéntame' Te quedaste en que Ie decÍas una bravuconada al tipo, pero ¿qué sucederia si el üpo te metiera por la misma via una Colt Cobra con silenciador, o de plano un retorcido Cuemo de CNvo completito?
-Me abandonarÍa a sus atrocidades. Nunca he creido que Ia virginidad sea una ürtud'
-EI tipo romperia la telita que separa Ia vida de la muerte.
-Antes me preguntaba por qué me mantenÍa üvo. Encon[é una respuesta: es necesario tener vida suficiente para matar a los que te la deben.
-Esa misma coartada, ese mismo romanticismo, incendia a los revolucionarios.
-Es una misión. Sólo tú sabes que la tienes y que debes cumplirla. Es un acto místico, trascendente. Cuando le di el golpe de gracia al Señor de los Delirios Encendidos no sentí culpa alguna, al contrario, una luz suave y persistente se posó sobre mi como si fuese el aura que rodea la cabeza de los santos.
-No te veo, está demasiado oscuro. ¿No tienes ni siquiera una velita?
-iNo has sentido el deseo de matar a algúen?
-SÍ. A ti. Detesto a los criminales. Pertenezco a una organización clandestina que mata a los criminales de los homicidas: patas arriba, manos a la barriga.
-Si alguien decidiera matarme, preferirÍa que tuüera suficientes razones, un plan bien urdido, una coartada inmejorable y que antes de activar el gaüllo me disparara alguna de esas frases rotundas que les he oido a los actores en el cine. MorirÍa feliz.
-ZSabías tú gue careces de los rasgos para caracterizar a un personaje de los que aspiras a ser?
-Es un halago. Ahora nadie parece lo que es.
-En tiempos de Dostoievski los asesinos, movidos por la culpa, se enftentaban a la disyuntiva de recorrer una de dos vias posibles: ia expiación o lo torvo. Los rostros, trabajados y pulidos por la culpa, iban captando sutilmente los conflictos interiores que sucedian en esos hombres: mientras que en el de los homicidas convencidos de haber cometido un acto tenible -contra Dios, contra la sociedad, contra los valores- pero dispuestos a repetirlo, se ahondaban las arrugas, se petrificaban los gestos, mostraban heridas mal cicatrizadas, manifestaban en su rostro deformidades ostentosas. y en la mirada sostenían una implacable turbiedad; Ios culpables anepentidos -en cambio- adelgaza¡an con rapidez mostrando la calavera que cultivaban
con apresuramiento e impregnaban su rosüo con un sudor cetrino, manteniendo la boca abierta para liberarse de la ansiedad y deliniendo en el cuello los músculos entrenados en el hábito de üagar saliva, permanentemente morüdos por Ia tensión. Este infiemo los llevaba a cometer erores que terminaban por delatarlos o, de plano, los obligaban a entregarse. Tu rostro es distinto: posee la serenidad y el extravio de quienes frecuentan los paraisos a¡tificiales.
-Soy un cobrador que ajusta cuentas. No existe maldad en ello sino jusücia.
-Las guerras mundiales y los odios fundamentalistas demostraron que Dostoievski ha dejado de tener razón. Ningun conflicto interior se escenificaba en el alma de esos muchachos que mandaban cartas y fotografÍas a sus novias en donde presumían de haber acabado con varias aldeas de nativos o con familias enteras de asquerosos judÍos, por ejemplo. Sus rostros sonreÍan, como los buenos pescadores al lado de un pez enorme. Estaban felices.
-Ellos no mataban; cumplian órdenes. Quienes obedecen no se equivocan. Todo se reduce a tener una justilicación y un discurso. Defendian a la patria, a su religión, a su raza, a sus creencias ideológicas.
-A la mierda con eso.
-Lo mismo digo. Salud. Las razones para matar a alguien deben ser sencillas y üansparente: se les mata porque la debian.
-Tu comentario me halaga.
-Ei problema es que mataste al hombre que más amaba a tu madre.
-Maté al que mató a la abuela. ta debia.
-ZSabes por qué le serrucharon la columna?
-Porque se lo merecia, óno? Tómate otro trago. Se está acabando.
-En aquel tiempo alzarle la voz al presidente, significaba escribir su propia esquela. Antes no era como ahora que la figura presidencial ocupa un lugar priülegiado, el que en realidad le conesponde: el cartón del dia de los
caricatüistas. Hace cerca de veinte años Ia policÍa detectó al Hornbre Que Amaba A Iskra pese ague encubria su cala y acciones tras algunos seudónimos. Y de un solo tajo Io confinaron a una silla de ruedas. Todo pudo ¡esistülo. excepto un cosa: Ias amenazas de daña¡ a Isk¡a. Por eso renunció a Ia lucha poüüca y acalló su piuma.
-Pero mató a la abuela.
-La dejó volar. Lo mismo hizo con Iskra.
-El Horüre de las Ratas se convierte con tu testimonio en El SantÍsimo Señor de ias Cuatro Ruedas.
-Estoy segura que fue ét mismo quien arancó esas hojas del diario de Iskra. Ignoro por qué no las quemó, por qué decidió guardarlas en el libro donde las encontré.
-Nadie destruye Ias pruebas de sus heroismos"
-Esas hojas comprueban Ia relatividad de Ia justicia.
-A1 terminarse el
tequila también se aca-
Detaue de cénesrs ban las historias. Tengo sueño. ¿No quenás galopar ahora a orülas de este mar negro? T\r ya conoces mi brioso corcel.
-No, Alz, no te preocupes por mi. Me intemaré en el recuerdo y llamaré al Amante Sin Norüre para que me haga feID.
-Antes te haré una precisión matemátÍca: eI deiirio sexual de PesaüIla AÍüulante es inve6amente proporcional al tamaño de su bayoneta.
-No siempre es necesario ese adminÍculo' La lengua es suficiente. Y é1 maneja Ia suya con maestia. Su lengua se te ha metido, sin que te des cuenta, a las profundidades de ti mismo. Antes te hizo gozar a tu propia madre;
ahora habla por ti. Me cuentas tu vida con la misma ponzoña con la que eI Incomprendido te contaba la suya. Suele suceder que los criminales se parezcan a sus victimas.
-Arrülame, Tehura. Tus canciones de cuna apacientan mis sueños.
-No te duermas, Alz. Busca una vela, por favor.
La lumbre líguitla del tequila que me recorría todo eI cuerpo se habÍa acabado y con ella volvÍa la sensación de estar aterrada. La voz de Alz era 1o único que me permitia, entre tinieblas. convencerme de su existencia y de Ia mÍa. Algo dijo entre dientes pero escuché que se levantaba. Encendió un cerillo y se internó en la casa. Veia la fosforescencÍa de Ia luz dubitativa de Ia Pequeña llamarada y la enorme sombta tembeleque de Alz sobre las Paredes parduzcas que traslucian sus adobes.
Mientras se alejaba me dijo:
-Te voy a recitar un poema de tu Ídolo de Trapo. Lo escribió cuando, segnrn é1, ei país ya hacia agnras, por 1o que verás, sigue vigente.
Gdtaba:
ila noche, confusión entre relámpagos!
Alz gritaba en la oscuridad. Al primer ademán se apagó el cerillo.
iEbriedad de las brujulas!
Queb¡ado el mástil roidas las banderas la tormenta no cesa.
Ya es fantasma el alarido del ügia
"iA pique el barco, a pique!"
AIz se habia perdido. Sólo sus gritos me llegaban.
Arlila pasa imperturbable Y Plena la idausta luna de los fufortunios.
El capitán erige a todos que ocupen sus Puestos.
La gente e a enloquecida, olvida rezos, disputan salvaguardas, provisiones. Fuertes voces señalan rumbos contradictorios.
Yo digo: no sigan a Ios profetas sino a las ratas.
¡A las ratas!
Elias saben caminos de salvación.
Desapareció A1z y la voz que le daba existencia. La oscuridad me calaba en los huesos. Sentia gue las ratas recorrian la habitación. SubÍ los pies a la silla, me sacudi la ropa. No podia reconstruir una realidad desconocida. Ignoraba dónde andaba Alz buscando la veladora. Me sentia como ciega abandonada en una parte inexplorada del universo. Me aniesgnré a ponerme de pie y sobreüno un mareo que casi me tumba obligándome Iuego a arquearme como un gato endemoniado para finalizar con un remedo de vómito resuelto en láq¡imas y babas.
Al recupelarme supuse que AIz habia salido de la casa o que había descendido por algún pasadizo secreto a las profundidades de la mina intemándose en un labednto que se ramificaba infinitamente y en el que se perdia a cada paso. Pensé en los agujeros por donde se escapan las ratas. Cuando más ta¡daba AIz, más sola me sentia. La oscuidad me absorbía, me apresaba, me empequeñecia hasta comprimirme al tamaño de un puño dentro del cual intentaba controlar el desbocado latir de mi corazón.
No estaba Alz. No oía sus pasos. Senua que todo se me echaba encima, los muebles, las sombras, las paredes. Sin caminar me tropezaba, advertia un desorden, un caos. No sé por qué exEañas asociaciones pensé en el arma que cargaba. oscuras ratas, digo. negras aves me cnEaron el pensamiento.
Recordé lo que había dicho el Maestro: 'Quien posee un arma está condenado a usarla. En cualquier instante, de imprevisto, cada guien, y sin advertirlo, entra en un campo magnético que Io empujará a utilizarla en sentidos inimaginables."
Cuando escuché que Alz re$esaba con una luz encendida, un relámpago también iluminó mi mente como a un escenario tenebroso: la voluntad de Alz, me dije, sólo obedece al dominio de su sangrre y de su instinto'
-Lo único que consegiuí fue un cirio.
La luz iluminaba la cara de Alz. Por primera vez vi el rostro enrojecido del demonio. Sin embargo, cuando llegó a mi su voz sonó como la de un ángel guardián.
-Espero que te sirva.
Como en el Génesis, la luz separó las tinieblas y pude constatar gue en la habitación se hallaba una ventana. Las pesadas cortinas de la tela y hule soltaron un polvo de siglos antes de permiür que las coniera. La luz de una luna creciente entró al cuarto donde AIz ya se había tirado sobre una cobija dispuesto a dormt.
Eché de menos algunas palabras, un poco de temura. El cirio estaba colocado entre ambos. Según quien mirara podia imaginar muerto al oü0, velándolo.
Me ha sucedido a veces con Calvin: quiero un poco de temura pero Io siento a varios años luz de mÍ. No me atrevo a tocarlo. La ternura no es una estrategia de la lujuria sino de la . soledad; pero ahora no me importarÍa que el deseo de la cercania de alguien se malinterpretara como otras tantas veces. Quiero tocarte Alz, tengo miedo. Dame tu mano solamente. Poséeme si quieres pero no te alejes, no te alejes. Alz.Y
0scar Sánchez*
Ilustraciones de César Hayashi
El problema de Zacarias Blood se tornaba grave. Él era un vampiro actual, pero pertenecía a una estirpe de vampiros tradicionales, de gran abolengo.
El origen de sus ancestros se remontaba muchos años atrás a las montañas de Transilvania, donde ellos fueron dueños de grandes castiilos, solitarios y umbrosos, rodeados de bosques, provistos de salones subterráneos en donde colocaban sus ataúdes de los que salían y entraban con el máximo de seguridad.
Es cierto que en aquellos tiempos ya existÍan libros que describian métodos de ataque contra los vampiros; sus hábitos de vida
*Instituto de Investigación de Geogrofío e HistorÍa, uABc.
y hasta la forma de eliminarlos, pero en tirajes reducidos que llegaban a pocos lectores.
Ahora las condiciones han carnbiado, ya no se encuentran esos castillos apropiados. Los edificios actuales poseen grandes ventanales, iluminación eléctrica y no están aislados de las poblaciones.
Y, sobre todo, se ha generado la multiplicación masiva de películas transmitidas por televisión que difunden los hábitos de los vampiros, al grado de que hasta los niños los conocen y saben cómo atacarlos. Las nuevas condiciones pusieron en peligro no sólo la subsistencia de ZaóarÍas, sino la sobrevivencia de su especie.
En la información de los libros sobre vampiros se explicaba al detalie cómo se podían combatir; por ejemplo, con el uso de estacas
clavadas en el corazón; posteriormente se usaron las balas de plata y otras formas. De esta manera, los hombres no vampiros habÍan desarrollado campañas de exterminio gue diezmaban peligrosamente su gremio.
Antes de que él naciera, la familia se vio obligada a emigrar hacia América; vendieron su castillo y se ernbarcaron. Los problemas en el transporte no se hicieron esperar. Por su necesidad de dormir de día y en un ataúd, tuüeron que alquilar camarotes para cubrir las apariencias y una bodega en la que almacenaron los ataúdes, donde realmente tenian que pasar el dia. Eso les resultó bastante caro. Por otra parte, les era muy dificil conseguir por las noches el alimento. debido al reducido diámetro de las claraboyas que no les permitÍan entrar a donde se encontraban durmiendo sus posibles victimas, por lo que el suministro de sangre se reducia a localizar algún pasajero trasnochador o tal vez una pareja de enamorados gue salÍan a besarse bajo la luz de la Luna. Los miembros de ia familia tenían que turnarse a succionar su ración, y después, casi todas sus energías las usaban en arrastrar el cuerpo inerte y luego tirarlo por la borda.
Al llegar a México sus posibilidades de sobrevivencia mejoraror¡ compraron el casco de una hacienda y se instalaron cómodamente.
Aqui nació Zacanas, y al desarrollarse se conürtió en un auténtico ejemplar de vampiro: era esbelto, ágil, sus orejas terminaban en punta, los ojos sombreados, la nariz aguileña y en él se presentó una mutación que le favorecia mucho, sus colmillos eran retráctiles como de vibora, de manera que sólo cuando abrÍa desmesuradamente la boca los colmillos le sobresalían, por esta razón no era muy amante de reír a carcajadas delante de la gente.
Por problemas en la consecución de victimas, él y su padre abandonaron la hacienda.
Zacarias se empleó como velador en el rastro municipal y este hecho se convirtió en una fuente de vida para él y su progenitor, aunque
el viejo protestaba por la carencia de sangire humana, que era el alimento apropiado de cualquier vampiro que se precie de serlo. Pero no le quedaba otra opción, porque las reumas le impedian volar y buscar su alimento.
Con el producto de su trabajo, Zacaias adquirió, en abonos, un ataúd de caoba acolchado con seda, ahi dormía plácidamente.
También se mandó confeccionar con un sastre una capa negra con alto cuello, vistiendo la cual de inmediato se dispuso a volar.
La primera noche, subió al techo de su casa, extendió los brazos, corrió hacia el alero y se lanzó al vacío, con tan mala suerte, que como no tomó la corriente del aire en sentido contrario, dio con su cuerpo al suelo y sólo su agilidad eütó que se rompiera algún hueso.
Después, con la experiencia adquirida, los vuelos se repitieron noche a noche y el pánico empezó a cundir entre los habitantes del barrio de Wisteria, sobre todo en las noches en que su silueta se reflejaba sobre la Luna llena. Así, el vampiro de Wisteria empezó a adquirir fama en la ciudad.
Pero su éxito fue mayor cuando se le ocurrió sobrevolar la Feria de la Cosecha, para ver los artistas que se presentaban en el palenque. Lo detectaron con los reflectores y entonces sÍ todos los habitantes de la ciudad, se convencieron de su existencia y a partir de esa fecha, poca gente se atreüa a salir de su casa por la noche. Lo buscaban en el firmamento y cuando volaba a baja altura lo iluminaba el resplandor de la ciuidad, y los policÍas, por miedo o diversión, le disparaban con sus pistolas y en ocasiones hasta ráfagas de metralleta. Pero las humildes balas de los guardianes eran de plomo y no le afectaban, aunque si a su capa, que ya estaba llena de perforaciones.
En una ocasión cayó en sús manos un Tratado Antiguo de Genética, en el que se explicaba por qué razón no existen vampiras. Según esto, el factor genético que determina la
\ampiridad" está localizado en el cromosoma "Y"que sóIo se encuentra en los varones. Para que la reproducción se efectúe, el vampiro debe escoger una mujer normal -generalmente de complexión delgada-, para madre de la prole. Todos los varones resultarán vampiros y las hembras serán mujeres normales.
Por esta razón, una vez que los vampiritos se pueden valer por ellos mismos, todas las hijas mujeres tienen que ser abandonadas junto con sus madres. Con frecuencia se dan casos de hermanos que succionan la sangre de sus hermanas y en ocasiones hasta la de sus propias madres.
Un dia, en el rastro municipal hubo una rnanifestación multitudinaria, eran los miembros de la Asociación de Fabricantes de Morcilla y Productos Sanguineos, S.C.t., que protes:a¡an por la falta de materia prima. ta invesü:aclón de la administración del matadero, :::?ctó que la desaparición de la sangre :'::gd.ia durante la noche, por esta razón, el ';,.lador fue despedido. Como los males nunca -::an solos, en esa época falleció su padre, ',--:trma de una anemia aguda producto de su :scasa alimentación y su extrema vejez.
Zacarias Blood sufrió un desajuste en su vida rutinaria y emocional. Como no encontraba un empleo apropiado, tuvo que aceptar un trabajo en el cine de la ciudad para anunciar la exhibición de la pelicula Drácula. pero se vio obligado a aceptar el uso de colmillos de plástico que le sobresalían de los labios, porque segiun el gerente del cine, su aspecto no era lo suficientemente vampirezco.
Luego, logró acomodarse como afanador de tumo de la noche en la clínica principal del Instituto Mexicano del Seguro Social. El primer problema que se le presentó fue el exceso de iluminación de las instalaciones, esto le provocaba una constante somnolencia, que üo por resultado una pérdida de peso que agudizó su aspecto vampirezco, al grado de que sus compañeros de trabajo, a sus espaldas, empe-
zaron a llamarlo Draculín. Él resolüó medianamente el problema usando unas gafas oscuras. Pero por otra parte, el nuevo empleo tenia la ventaja de que terminada su tarea de aseo, subía a la azotea del edificio y desde allí emprendía los vuelos que le facilitaban localizar a sus vÍctimas, entre las que se encontraban las mujeres que terminaban sus labores en los bares y centros nocturnos, los borrachos que en ocasiones quedaban tirados sobre las banquetas o algún lechero. Otra ventaja del empleo fue el haber obtenido una llave del banco de sangre, pues sacando pequeñas porciones a cada uno de los contenedores de sangre, saciaba sin riesgo su permanente sed hemáüca.
DesgTraciadamente, empezó a envejecer, y como sucede en ia mayorÍa de los casos, ciertos alimentos no son apropiados para los miembros de la tercera edad; para Zacarías los tipos RH negaüvo y O positivo le ¡esultaban purgantes y con mucha frecuencia, en pleno vuelo lo acosaba la emergencia y tenía que desfogar sus intestinos en las alturas, con el consiguiente disgiusto de los transeúntes que eran üctimas de tan pestilente lluvia. Además, se le empezaron a desarrollar cataratas, por lo que las antenas de teleüsión se constituyeron en serio problema de navegación, por tal motivo se vio en la necesidad de restringir los vuelos en ciertas zonas de la ciudad, como fueron las residenciales que estaban erizadas de antenas.
También con la edad, el aspecto cadavérico de su cara se agudizó, hasta que su piel adquirió un color cenizo impresionante; las puntas de las orejas le crecieron más y se üo en la necesidad de usar el cabello largo para cubrir las orejas y aplicar un poco de colorete a sus mejillas y a sus labios. Como además a Zacarias jamás se le vio en compañia de alguna mujer, en los espejos de los sanitarios empezaron a aparecer letreros escritos con jabón donde se leía: *Draculín es joto". A é1,
esto le produjo un disgusto mayúsculo, pero reflexionó y vio que era preferible que lo consideraran homosexual y no descubrieran su verdadera identidad de vampiro practicante, que significaba para él la muerte, o en el último de los casos, la prisión. Por tai razón tuvo que cargar con ese estigma por el resto de su existencia.
Las sustracciones en el banco de sangre fueron detectadas y el director del sanatorio ordenó cambiar y refozar la cerradura, así Zacarias Blood quedó privado de su principal sustento, pues sus incursiones nocturnas ya eran mínimas.
Por tal motivo, tuvo que recurrir al laboratorio de análisis de sangre del instituto, que como es sabido, recoge muestras de toda clase de enfermos y asi, se infectó por el virus del sida. El primer síntoma fue la fatiga que se apoderaba de él durante los vuelos y tenia que
bajar y después de reposar en el cordón de alguna banqueta, solicitaba un taxi que lo llevara a su cása, con el consiguiente susto y rechazo del chofer.
Su debilidad hizo que fuera fácil presa del "mal del siglo xx" y tuvo que ser internado de urgencia. Le aplicaron transfusiones .de sangre y ZacarÍas reaccionó favorablemente, por primera vez en su üda estaba recibiendo en forma gratuita el alimento que tantos sacrificios le costaba conseguir. El ánimo volvió a su espíritu y un leve color rosado iluminó su sernblante fláccido, la üda le sonreia de nuevo.
Una noche recibió la visita de su padre quien le pidió lo acompañara a hacer un vuelo. La ventana estaba abierta, afuera la Luna esparcía polvo de plata sobre los techos de la ciudad. El viento era tibio.Y
Fotog¡afías de José Lo bo
Bordear ,l intangible boceto de la memoria
En k difua lwz que a la perspectiua del tiempo
Tiastoca las estancias del oluido
Del oluido de la luz que alguna uez nls contuul
Tiazar l¿ linea
Euadir la forma
Inuentar una composidón continente de todos los pretextos
Ignorarlas despuás
Con la pincehda excluyente de nda reminiscencia
Pincelada que se reoed a sí misma
En cada intento por contener lo incontenible.
Interuenir de color el paisaje subl¡asente
Con k híbrida textura del recuerdo
Intentdr an ?uente entre la luz y el negro el ahora y la ausenda
el dolor 1 no*algia...
Noxalgia'de luz tienen las cosdr
Los mund.os, hs hombres, las consecuencias
Nostalgia por la iridisrencia primigenia
Por la luz inicititica
Por la primera palabra metáforica
Que en uoluta azul se inserta en la piedra:
Petroglifo que a distancia de milenios eaoca con azul contundencia
eslt gdma total de la que fuitnos parte.
Nostal§a de la luz tienen los hombres
E inuentan el camino de regreso
En cada lienzo
En cada obra
En cada trazo.
Vianka R. Santana
Obra plástica de César Hayashi
Fotograflas de José Lobo
Una naturuleza no ¡ndiferente Mixta sobre papel, 15x10 cm
Tijtmnt * un m,tr que etnpieza a talenttrsc L0 eL Lrfttlto )t Lts tjett-eos de k t'iritt catidimtt. Lt
gant( [1't!ztl b c,tlla de h ciudad y sa canJttnden cuerl,ot t' utdores et una
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tm u.rerpo infbrnte y ruulticetácea, rle ideas 1, tostunbres ruasif)ttdtts, da t.'ez ut t,ez se d«prerden línads de pensatniento que 11 f'0t1rt/111 Lolds 1is, at]lu neno: k redLiddd qne nos t:ir,:urtdt. ivlodiJtt,ndo el entttrno"l'd:tLptrfrcie uisibk de ks costts"-, ¿l ttrti¡t¿ cntza d untbrul qtLa septua lo objetit'o fu kt sr.tbjetiuo para ihunin¿r, t trttt'¡is dt w ab¡-¡, tle tn¿ ru¿nertt a:tltiri )tullltirn' Ltt ¡t¿tuntLez¿, dbsndyenda prtrtc dt Lus dtnfltls clnttitutil)or )! tr',tnsfo»naurlolos en un objrto sensible, coruo Lt obm qut ilustrn estn fl:uistd
El ¡trti¡t¿ ua de aqui pnn aLL,l cdptrunndo nlores 1t forma:, gastos 1' ntir,trl¡s, l¡ hn y la sr»ubxt que nmnnlttt 0 Prqte.tnn lls .Lr(rylJ, ¿ ¡rutdls a 110, qrc ?uebln ks esptcios fu ld ciLdad. Así, Clsm H¿vashi ntaniftcstt el rxúe ) luninlrl mmsaja de L1 tlth/l\€zlt iruponihdolo ñdigos ntttt'ot -y pcrontLa, y en el liu.zo, n en el pd¡,el, ?n:'n que 0tr0t habit,ttttu rfu lo ntidiuru, totto el que cscribt, pudientn cjrccr ks prit'ilryios de lt uista 7 etintr nl tanl: 0 donde la sensibilitlttd edific,t 1 t¿tlltstn1tc h¿bit¿cian«
1IUCU11S
Necesidad inte or [,,lixta sobre papel, 25.5x7 cm
He llegado unavez más, he regresado ala atmósfera abatida de nuestros cafés de ayer. He llegado sin ti, o cuando más con tu fantasma almidonado a rastras. Mi aspecto no ha de ser el ideal. La mesera se sonríe, creo que debido a mis cabellos larguísimos en contundentedesorden. Unamesita circularparados personas. La taza de café sin azitcar q,te ha llegado rápido, sin haberla pedido siquiera. El Café.
Tu fantasma corre escaleras abajo, trastabillea, se diluye. Retraso de quince minutos. LIegas con una prisa sudorosa, de actriz. Nos miramos como para cerciorarnos de que somos 1os mismos. Reminiscencias obcecadamente decadentes. Tus jeans desteñidos ysucios, tus zapatos de gamusa antiquísimos. Bien sé que no tenemos nada en absoluto de qué hablar. ¿Habremos agotado todos 1os temas del mundo? Se nos tambalea un orden del día exhausto. Desde unos días, unos años o unos sigios acáno tenemos fuerzasiquieraparaodiarnos. Es como sinos arastrásemos lastimosamente eluno hacia el otro. Cuesta arriba por diferentes pendientes.
Hoy debiera comunicarte mi determinación de escribir est¿ historia nuestra, mi decisión de vernos arder en la tipográfica hoguera de una revista o delpeorlibro quepuedo ahora concebir. Empero, no tengo gana algunade hacerlo, de hablar. Creo que 1o mejor será echarte del café en silencio. Debe ser cierto que me enfermas.
"Traducmrypoeu s u\oense,
Para que no ocurra y te quedes una vez más o siempte oietosa exhausta ¿ un centímetto o ninguno de mí me enciero en mi mundito a no olvidarte y a seguirte matando feconstfuyendo desde la piedra y el polvo sin que te márches de ese rincón inexpungable del cerebro ocupándome tandiligente de las vieias aristas de tu mala estrella de esta historia ¡uestta ya ab:urrida insufrible histoda.
xPoera ti,d"nse.
Antes de set poema Fuiste piedra
Antes de ser orilla Desvelo
Só1o después de sus m¿nos amorosas Ma"g¡a,.
Me ocupo co¡la corteza seca de la noche
Me retito al canto-mar de madrugada
Mi vientre madura y aún no he sido tocada por un hijo
Sóio coloco
Sóio consigo
Un amor por leve tiempo.
FIoy tegresas co¡la cabeza desteñida
Después de medio siglo de ausencias
Hoy tegtesas con la camisa abierta
Y esperas que mi falda se prepare para recibirte
Ya no te reprocha mi memoria la soledad
Que cae en luna sobte mis pátpados
Yano
La memoria es otra
Lárzzra.
SilüaPlath
(Traducción de Gabriela Preciado)
Lo he hecho otra vez.
Cada diez años
Me las ingenio...
Una forma de milagro viviente, mi piel
Luminosa como una pantalla de lámpara r,azi,
Mi pie derecho.
Un pisapapeles,
Mi rostro, un fino e inexPresivo
Lino iudlo.
Aparta eI velo
¡ Oh mi enemigo !
¿Aterrorizo?
¿Lanaiz,las cuencas de 1os ojos, la dentadura completa?
El aliento amargo
Se desvanecerá en un dla.
Pronto, pronlo 1a carne
Que el sepuicro devoró
Volverá a mí
Y yo, una mujer sonriente.
Só1o tengo treinta años
Y como eI gato, tengo nueve vidas para morir'
Esta es la Número Tres
Qué desperdicio
E1 aniquilar cada década.
Cuántos millones de filamentos.
Los mirones morbosos
Se empujan para verios
Desenvolverme de pies a cabeza.
El gran strip tease
Damas y caballeros,
Estas son mis manos
Mis rodil1as.
Tal vez sea puro hueso,
Tal vez sea japonesa.
La primera vez que ocurrió tenía diez años.
Fue un accidente.
La segunda vez quise
Aguantarlo y no regresar más.
Me encerré a piedra y lodo
Como una concha.
Tuvieron que 11amar y llamar
Y quitarme los gusanos como perlas pegajosas.
Morirse
Es un arte, como todos 1o demás.
Yo 1o hago excepcionalmente bien.
Lo hago para sentirme de ia chingada.
Lo hago para que parezca real.
Podrfas decir que tengo esa vocación.
Es lo suficientemente fácil hacerlo en una celda.
Es lo suficientemente fácil hacerlo y estarse quieto.
Es e1 retorno.
Teatral en pleno dla
A1 mismo lugar, a la misma cara, al mismo torpe y
Alegre grito:
" ¡Un milagro !"
Eso me saca de onda
Hay un costo
Por echar un vistazo a mis llagas, hay un costo
Por olr mi corazón...
Realmente funciona.
Y hay un costo, un costo muy alto,
Por una palabra o por una caricia
O por una gota de sangre
O un mechón de mi cabello o un pedazo de mi ropa.
Bien, bien Herr Doktor
Bien, Ilerr Enemigo.
Soy tu obra,
Soy tu tesoro,
Soy el bebé de oro puro
Que se derrite con un chillido.
Me volteo y ardo.
No pienses que subestimo tu gran preocupación.
Ceniza, ce¡iza. ,
Hurgas y agitas.
Carne, hueso, no hay nada ahí...
Una barra de jabón,
Un anillo de matrimonio,
Una amalgama de oro.
(Traducción de Roslo Molina Landeros)
Es la muerte como el insecto
Que amenaza al árbol, Capaz de aniquilarlo, Pero atrapado en é1
Lo aztza cof:, bálsamo, Lo rastrea con navaja
Desiste, si te cuesta
Todo en la vida.
Si se ha ocultado, entonces, Fuera de tu alcance
Rodea al árbol y déialo
Es de 1os bichos la ley.
Vivo con é1, veo su rostro;
No me voy más
De visita, o como el ocaso, La singular privacla de la muerte.
La palab.a mrere
Cuando se emite,Dicen algunos.
Yo digo que Comienza a vivir
Justo ese día.
Mla la única anticipación,
Y esto por el derecho de Presentar él un reclamo inviSible
Que ningunas nupcias me conceden.
Vivo con é1. escucho su voz,
Me mantuve viva hoy
Para presenciar 1a ceÍreza
De 1a inmortalidad.
Me ha enseñado el tiempo -vla más baja
Condena de cada dla-
Que la vida como ésta es infinita
Se juzgue 1o que se juzgue.
Lawrence Ferlinghetti (Traducción de Jaime A. Castro Ceseña)
Huy unu tanau aalma en la carretera esta noche
Más allá de las crestas de concreto
Los restauranles caen en sueños
Con velas por pares
La extinta Alejandrfa sigue ardiendo
En un millón de foquitos
Vidas atraviesan vidas
Paradas en los semáforos
Más allá los rréboles se apagan "Almas comen almas en el vacío general,,
Un concierto de piano sale de una ventana de cocina
Un Yogi le habla a Ojai
T'odo está tomando lugar en una sola cabeza
Sobre el césped entre los árboles
Los amantes escuchan
Al amo decirles que son uno solo
Con el universo
.Los ojos huelen las flores y se tornan en elias
Hay una calma inmortal
En la carretera esta noche
Como una marejada del Pacffico, una milla de alto barre
Los Ángeles respira su último aliento
Y se hunde en el mar como las luces encendidas del Titanic
Nueve minutos después Willa Cather,s es Nebraska se hunde con é1
I-,os mafes caen sobfe utah
Los tabernáculos mormones se derrumban como percebes
Los coyotes, confundidos, nadan a la deriva
Una orquesta está sobre el escenario de Omaha y sigue tocando Agua marina de Haendel
Los hornos están llenos de agua y 1os bajistas flotan sobre sus instrumentos
Agarrándolos como amantes horizontales
El vado de Chicago se vuelve la montaña rusa
Los rascacielos están llenos de agua de cristal
Los Grandes Lagos se mezcian con los mares budistas
Los Grandes libros se mojan en Evanston
La cerveza Miiwaukee asciende como espuma de mar
Beau Fleuve de Buffalo de repente se convierte en sal
La isla de Manhattan es barrida en dieciséis segundos
Los mástiles snterrados de Amsterdam se levantan
Cuando la gran ola barre Eastward
Llevándose el suavísimo Camembert europeo
Manhattan se evapora en vides marinas
La tierra lavada despierta de nuevo a 1o salvaje
Lo rlnico que se escucha es un vasto chirriar de grillos
Un 11anto de aves marinas se eleva
En un vacío eterno
Cuando el Hudson retoma sus dominios
Y 1os indios reclaman sus canoas.
Ezra Pound
(Traducción de Marisol Nava Rodríguez)
I odo el rato que ellos estuvieron hablando sobre la nueva moralidad
Sus ojos se examinaron
Y cuando me levanté para irme
Sus dedos fueron como el suave tejido
De una servilleta japonesa.
Los vientos de la fe
Un barco se dirige hacia el este y el otro el hacia oeste
Conlos idénticos vientos que soplan, Es lapostura de las velas
Y no los ventarrones
Los que dicenel camino quetoman.
Como los vientos delmarson losvientos de lafe
Mientras navegamos a lo largo de lavida, Es laactitud del alma
Quien decide su meta
Y no laserenidad o laporfia.
el mor, el s¡empre moL yo estobo y ero Jorge Luis Borges
Es uno cojilo que guordo olos bloncos que soben o sol. *
Mor:
hoy un silenc¡o denlro de li como en los ojos de mi lío Cololino Alfredo Ochoo A.
(l I oños)
Olosvienen, olosvon el mor es profundo profundo es el morl
(l I oños)
Mor:
Tú cubres cosi todo lo l¡erro.
Korlq Aboslo A.
(I0 oños)
Esios niños son inlegrontes delTollerArco lrs de Creoc lón LiteErio en lo Esc uelo
Primorio F roncisco Gonzólez BoconegoenTecote, 8,C., coordinodo por el plofesor Sergio RomrnelAlfonso. Los dibujos son de Shontifiloriono Toplo.
(9 oños)
El mor es ozul como el cielo
Su oreno blonco como lo nieve
Sus peces brillonles como eslrellos
El mor es brovo como loro herido
Yopocible como lo noche
Su briso es uno coricio elerno.
Pedro Acosto Rodríguez
(1 1 qños )
iOlo que vo, olo que v¡ene qué olegre és el mor! ' Jockson Tiznodo R.
(10 qño§)
Fotografías
* kcr¡tor tijuanense, actualmente lobora en el lnstituto Municipal de Arte y Cultwo de eso
lnternarse en el centro de Tijuanaes unaaventura predecible noexentade hallazgos. Un recorrido que revela unarealidad contrastante, babélicay, por qué no decirlo, que fusionamatices 'cosmopolitasy de tercer mundo. El paisaje en este punto de laciudad será permanente: bullicio multirracial en laavenida Revolución (lamain para losturistas),tumultos en los enclaves del transporte urbano, indigencia binacional, encar nizada lucha entre automovi listas ypeatonesque confluyen en este purgatorio citadino que, pese atodo, resulta todo un espectáculo por la plural convivenciaque se atestigua o en laque se Parric¡pa.
El ViejO Centfo, para distinru¡r tos múlt¡ptes puntos neurálgicos que ha reproducido en forma vertiS¡nosa esta ciudad, es un sector comerc¡al y turístico venido a menos y signado porestos tiempos te-ele-cia-nos que han provocado el cierre masivo de añejos comercios y la proliferación de franqu¡cias trasnac¡onales, en su mayoría restaurantes de autoservicio: los fast food. Lo confirman los luminosos anuncios de neón recientemente instalados y que dominan la escena de Ia calle turística de la " ciudad más visitada del mundo": Burger King, Jack in the Box, Hard Rock Cafe, Carls Junior, emergen sobre las azoteas y baldosas de las nuevas, pero sobre todo viejas construcciones que contrastan con la oleada de modernidad que impregna a la avenida. Sin embargo,sobre Ia calle Mayor, entre las luces de neón, todavía se yerguen, comoguerreros caídos, los opacos anuncios de legendarios negoc¡os de antaño: Hotel Caesar, JaiAlai... San Souci.
Por la calle principal proliferan numerosas terrazas quefuncionan como discotecas y restaurantes, una zoologíafantástica (lguanas Ranas-Torito pub-Las pulgas) lrecuentada por gringuitos teenagers que acuden ala per¡fer¡a del imperio a estrenar mayoría de edad. Ebrios y sabedores de que t¡enen en sus dólares la mejor carta de Presentac¡ón, se internan en los congales de streapteasers en donde por módico prec¡o manosean a prostis y travestis, lo mismo que bailan con meseritas adolescentes de factura nacional, que fichan -sin ser ficheras_ y con las que se tiene la licenc¡a de propasarse (metermano, pues).
Los centros nocturnos, bares ydiscotheques localizados a lo largo de la Revo (abreviatura del discurso mart¡nal t¡iuanense) permanecen ¡ndistintamenteabiertosa cualquier hora. Durante el día clientes jóvenes, maduros y famil¡as completas se ponen a tono con Ias primeras martaritas, conversan yse reconocen con euforiaen su condición de tur¡stas, m¡entras son atend¡dos porav¡esos meseros que ya les cargan Ia peseta o el dólar en cada trago. Entre la clientela, serán los turistas wasp siempre preferidos sobre negros y chicanos, por problemáticos estos últ¡mos, se just¡fican "jaladores,, y meseros por ¡gual.
Por la noche, en estos mismos s¡tios ceremoniales de la música disco, se protagonizan duelos de ,,garganta profunda" en aparatosas acometidas de tequilas poppers que asemejan una fest¡va lucha entre clientes y meseros. Se
mordisquean botanas aldos por uno, o consume ceryezas alcosto equiyalente de una soda o café. Durante cierto t¡empo a los negocios de diversión de la aven¡da Revolución les dio por rematar el licor, en una abierta guerra comercial que apostaba más a la sobrev¡vencia por la venta al mayoreo (en Las Pulgas casi regalan las cervezas) que causó ¡a qu¡ebra de no pocos del gremio. Lavida nocturna en el centro de Tiiuana tiene múltiples rostros. La oferta en la avenida Revolución son fundamentalmente discotheques para jóvenes norteamericanos, chicanos y locales, aunque estos últimos son mas bien minoría. Abundan tamb¡én bares y night c¡ubs
Tiiuana, y sobre todo su centro, como las grandes metróPolis, Pertenece a ese género de ciudades privilegiadas donde abundan los sitios abiertos día y noche (bares, cafés, farmac¡as, supermercados), muy a la medida de una fauna urbana que ¡amás podría v¡v¡r a camPo traviesa -como el comediante y pederasta Allen-, sin temer ser c¿vados como Patos Por émulos persona¡es capotianos de A sangre fría'
para todos los gustos y bols¡llos: al México Lindo asiste una clientela más bien solvente, La Estrella es el reducto para los de salario mínimo y cron¡stas en busca de atmósferas marginales; los table dance con chicas importadas (en aumento cada día ¡qué contradicción!) son un nirvana yupp¡e y coto exclusivo de la generación celular.
Tijuana, y sobre todo su centro, como las grandes metrópolis, pertenece a ese género de ciudades privilegiadas donde abundan los sitios abiertos día y noche (bares, cafés, farmacias, supermercados), muy a Ia medida de una fauna urbana que jamás podría vivir a camPo traviesa -{omo el comed¡ante y pederasta Allen-, sin temerser cazados como patos por émulos personajes capotianos de A sangre fría.
Unacerteza: las noches en laavenida Revolución son de fiesta continua para prop¡os y extraños. Desde la calle Primera a la Octava se contemPla una Procesión notoriamente juvenil que los fines de semanay temPoradas de verano aumenta, se vuelve más densay contagia de una euforia tonta y desparpaiada. De los comPactos contingentes, ni duda cabe, las esbeltas siluetas de las turistas serán siempre el principal banquete visual, "un taco de ojo" como recompensa para los tránsfugas en las noches de ronda por la calle Mayor.
Elturismo, cierto, hacetiempoque deióde ser la panacea y quienes ahora ostentan ese carnet lo refrendan consumiendo hot dogs o tacos a cuatro por dólar. "Ya no es como ant€s", se lamentan por iSual taxistas, meseros, curioseros y clercks de hotel, una casta privilegiada Para la que trabajar de este lado, hace apenas unos años, resultaba más redituable que allende el Bordo (en territorio USA).
Otrosgremios también castigados Por los nuevos (ay, e ¡ngratos) tiempos de la globalización son las Prostitutas, los travestidos y hasta los limosneros. Lo diio Raymond Chandler; "Ahi (en Tijuana) lo único que quieren son dólares", y una ciudad de serv¡c¡os resiente primero, y como n¡ntunaotra parte, los embates de Ias devaluaciones y las cr¡sis económ¡cas que en los últimos años han sido de lo más severas. El estruendo de la música disco que inYade de acera a acera la calle principal, más que una metáfora. parece una declaración de princiPios que revela el signo de los nuevos tiempos: Celebrategood times no more\l will survive\Born to be alive. Con todo, serán escenas familiares desde temprana hora los viernes, ver a fuereños de todas las edades introducirse en hoteluchos de paso acompañados por prostitutas y muieres simuladas ostentando, sobre todo estas últimas, vistosos atuendos que logran engañar a más de uno.
Una prueba s¡ntomática más de los noventa: los restaur¿ntes formales y de alta cocina, muchos hoy ya extintos, perdieron la batalla llnal contra las taquerías y torterías que se multiPlican por los cuatro Puntos cardinales de este centro de la ciudad, cambiante y petrificado al mismotiempo como unavieja postalen la estantería.Se d¡ce que no soportaron la recesión d¡zque causada por la Guerra del Golfo y fueron cerrando paulatinamente, uno por uno. La Misión, El V¡ejo T¡iuana, El Reno, El Caesar's desaparecieron del maPa revolucionario. Casi como una reliquia, el ChikiJa¡ res¡ste, renovado, en la esquina de la Sépt¡ma y Revolución: este restorán vasco contiguo al Unicornio Night Club (para muchos el más sórdido de la ciudad) en cuyas paredes se exhiben las fot<is
de célebres visitantes de antaño; Elanimalmás bello del mundo (Ava Gardner) y Ernest Hemingway deiaron ahí constancia de su paso porTijuana.
Para la gran mayoría de los turistas el recorrido por la Revo term¡narás¡n embargo en la calle Ocho, el límiti que pocos visitantes trasgreden. Es el puñto de disloque en donde acaban esos modernos templos de la d¡vers¡ón que son las d¡scotheques, los fast foods, los buses de regreso a la línea, en suma, los perímetros más reconocibles para quienes prov¡enen del imper¡o situado tras lomita.
Delimitado por el lomerío en donde se as¡entan viejas y pobladas colonias como la lndependencia, Morelos y Altamira, el centro de Tijuana se ha expandido hacia Ia parte mas baia de la c¡udad hasta conectarse con la Zona del Río, el bus¡ness d¡stric tiiuanense o ,,el nuevo centro,,, un respiradero urbano dotado con más áreas verdes, altos y modernos ed¡ficios, comercios y vialidades más espaciadas y una que otra estatua anacrónica. Rumbo al norte, la Revoluc¡ón remata inevitablemente cuadras adelante con el Bordo y la malla ciclón¡ca, donde una jauría de "moscos" y "perreras,, de Ia Border patrol vigilan día y noche los límires de lageografía primermund¡sta.
Pero los centros delcentroson muchos. En elprimer cuadro de la ciudad, las casas y los departamentos familiares se mimetizan con la zona comerc¡al; se anuncian apenas con cierta discreción enquistados entre edifi cios cubjertos de hollín o grafiteados. Los callejones que cruzan de calle a calle las principales manzanas del centro ¡lustran en forma inequívocalos contr¿stes de esta frontera: elpaisaje de hacinamiento, descuido y la oscuridad que cubre bajo su man_ to lo mismo casas. estacionamientos y pequeños comercios. es la imaEen opuestaal pretendido cosmopol¡t¡smo que permea a la avenida princ¡pal ub¡cada a sólo unos metros. Como en Metrópolis de Lang: unaciudad subyace en otra. Otra postal más. por las céntricas calles de Tijuana puedeverse diariamente, aeso de las diez de la mañana, un hato de falsas cebras ser arr¡adas por un _también falso_ pastor urbano. Es una rutina ¡nalter¿ble:son los burros emblemáticos de la t¡¡uan¡dad, esas mascotas travestidas de la ciudad que se estac¡onan en las esquinas de laavenida Revolución y permanecen horas jalando (más bien sostenien_ do) carret¡tas pol¡cromas con bucólicos paisaies jelguer¡anos. iQuién que pregone arr¿igo o se prec¡e de conocer esta frontera no se ha tomado algunavez una foto en estos
artificiales y denodados paisajes de la campiña rnexicana? No, no es ésta, la principal ciudad fronteriza del país, unasuave patria encapsuladaen una fotografía ¡ñstantánea de tres dólares, pero un viaje al corazón de la urbe es un repaso a los tantos méx¡cos posibles como constatables a s¡mple vista.
Las aven¡das paralelas a la Revolución y las calles que corren de la Primera a la Décima están impregnadas de un amb¡ente más localista, que registra una cotidianidad similar a la de cualquier ciudad media del interior del país: trajinar de personas que profesan los más variados ofic¡os, ensimismadas empleadas de banco, comercios y oficinas, estud¡antes ensu rut¡naescolar, yonk¡s-indigentes: el rostro inevitable de la demencia urbanay como telón de fondo taxis-calafias-autobuses multiplicados ad infi nitum. Al alba, se observael movim¡ento del transporte urbanoy el desplazamiento de los obreros y maquiladoras hacia sus centros de trabajo local¡zados en la periferia.
El primer cuadro de la ciudad es una jungla de asfalto ysu talón de Aquiles es precisamente la escasez de áreas verdes y sit¡os de recreo familiar. El parque Teniente Guerrero y la Plaza Santa Cecilia, nunca suficientes para una ciudad de casi dos mil¡ones de habitantes, son alternativas únicas para la pÉctica feliz del ocio. Miás que nada, la zona es un enorme t¡angu¡s que pr¡v¡legia las activ¡dades comerciales normales de toda ciudad: zapaterías, t¡endas de ropay aparatos electrónicos, farmacias, bouthiques, Ioncherías, taquerías, torterías y sobre todo esa "industr¡a sin chimeneas,, cada vez más en ascenso y producto acabado del neoliberalismo social: los vendedores ambulantes. Eltufo emanado por los alimentos cocinados cas¡ al ¡ntemperie y el humo exhalado por los escapes de los carros será -a toda hora_ un humor más del paisaje urbano.
Los comercios que en el transcurso del día son v¡s¡tados por entusiastas cl¡entes locales o fisgoneadas sus ofertas por interm¡tentes transeúntes, por las noches, una vez cerrados, se convierten en ¡mprovisados albergues donde pernoctan homeless o migrantes que forjan su prop¡o sueño americano bajo el cielo de esta ciudad trampolín hac¡a el otro lado. La indigencia aquí se revela en una de sus formx más descarnadas: su presencia en el centro es una constante en ascenso, un incómodo elemento en la escenografía urbana que echa por la borda las falsas pretens¡ones de modernidad y cosmopolitismo. y es que
"en Tijuana--<omo b¡en dijoEl Matilde, Personaje dela películal"lentiru pidosasd e Ripstein- hay gente pa todo ", y elcomponente humano sedefineen razas y estrdos sociales qu e por más contrapuestos Poco les im Portaelud irse'
Más allá de la calle Primera, en la Parte b4a de la ciudad, el éspectá€ulo decadente de lazona norte es como una foto fijaen el primer cuadro. Los suce§ivos 8ob¡ernos locales han prometido reite rad as veces desaparecer su presenciaominosae inmoral (dicen), pero ésta, síntes¡s de zona de tolerancia de baia ralea y gigantescae r m p rovis ada favela, como eldinosaurio monterros¡ano,
siempre ha estado ahí. Los automovilistas y transeúntes que se aventu ren acualquier horapor los perímetros de estazona, sito con mayor precisión lacalle Primera, toparán su miradacon lademodestas meretrices que ofrecen pmientes sus serYicios recargadas en las paredes delos comercios, Ant¡heroínas o modernas penélopes, tejen chambritas mientras contactan cl¡entes o alsún imposible príncipe azu!. Son una m ercan cía m ás entre los aparadores de ropa barata, mar¡squerías y casas de cambiode donde resaltaen refulgente neón una palabra omnisciente y grave: dólar.
$S,, 'llll , fir ".
Muy cerca, la Plaza Santa Cecilia será un singulary deslavado mercado de artesanías donde.onfluy"n y sá toleranyonkis, artesanas indígenas, turistas, ''profesionales de la polít¡ca y predecibles carter¡stas. Los bares localizados en este enclave citad¡no_<omo tantos otros del m¡smo centro_tendrán atodahorauna clientela persistente y dispuesta sin reservas a los placeres de Baco, Erosy, si laocasión lo amerita, Thanatos. Recorrer las calles delcentro de Tijuanaes una exper¡enc¡aque tiene sus sorpresas y sobresaJtos, Convertida en una gigantescaestación de transporte, el
corazón de laurbe se achicacadavez más, se vuelve claustrofóbico, asfi xiante. Carros y vendedores ambulantesson parte de una carrera de obstáculos a vencer (o sortear) por el peatón más osado. C¡udadanos de laperiferiao de cualquier rumboque frecuentan este contrapunto urbano, el principal de laciudad, estan acostumbrados a esta cotidia¡idad que les atrae y repele al mismotiempo. Y
¿Qué hacer con una lúesa?
En realidad no me propongo ser crltico de danza; aunquo después de ver a Sylüe Guillem no me resultarfa diflcil serlo. Altes crola saber poco de danza clásica y ahora creo saberlo todo. Por definición lo bello es lo que produce una ieacción inmediata y perdurable (y desinteresada). Según Horacio, el poeta latino, el arte produce un placer estético pero es además una forma fitil de reconocimiento, y aunque me propongo hablar de una mesá, primero intentaré describir a quien me enseñó a reconocerla.
A Sylvie Guillem primero la vi bonita, demasiado bonita. Pensé que ésa ora Ia fuente de su éxito. Fue además una bailarina bonita desde niña. Después la vi de cerca ]' vi que su encanto consistfa en el razgo de unos cuantos trazos que algunavez fueron hermosos. La forma de Ia nariz, los ojos tfmidos y medianos. La boca pequeña. EI pelo rojizo y lacio. Y entonces, después de pensarlo un poco me pareció realmente fea y muy delgada. Entonces se me ocurrió una idea brillante: su éxito debla depender de otra cosa. Tal vez todavla no la habla ¡.-isto baila¡, sólo emitir unas cuantas opiniones, llegar puntual a Ia estación para una entrevista, conducir un coche y recibir ]a liave de Parls de manos de la Serora de Chirac. Luego la vi ensayar
antes de la función. Tenla un cuerpo esbelto de bailarina absolutamente normalj pie¡nas, brazos y espalda perfectos, sin un gramo de grasa. Y reconocla siempre tener miedo. Me imaginé el sabor y la temperátura de sus senos. Me ¡esultaba cada vez menos atractiva. Mi sospecha siguió en aumen. to: realmente debla tener talento la tipa. Pero fue cuando descubrl otro razgo importante: tenfa un rostro histriónico, modificable. Podfa hacérsele ver realmente bello, inocente, angustiado, pobre, feliz, triste, etc. Era una mujer confeccionable para el mejor de los propósitos de cualquier coreógrafo alquimista. Y entonces la vi bailar. Y Sylvie Guillem
bailó muy bien. AIgo parecido a lo que hacla Rubinstein con sus sonatas y preludios. Dejando cierto sabor a arte, aperfección, a un exceso de amor vertido Por lá técnica. Tenlá un ritmo. un cambio de di¡ección, una destreza inesperada y e¡acta. Un crltico de danza inglés habló de su fraseo, de la inflexión, como si estuviera hablando de un pianista. Pasaba del ballet clásico Swan lahe, Romero y Julieta, Manon, alballaL contemporáneo y de vanguardia, sin un solo tropiezo. Era una bailariná perfecta. Luego Ia vi ensaya! en un estudio blanco entre rlos y bosques y de algún modo descubrl su secreto:
cierta elevación y forma del mentón que revelaba una gran cualidad: tezón. La perfección de su destreza radicaba, como en Fred As taire, en otros tiempos, en el ensayo dedicado. Entonces dejó de parecerme fea, bonita, maleable, hábil o muy hábil, y me impresionó realmente Io que ella era: dulce y terca. Pero en su fórmula de perfección todo lo que no era amor era técnica, y lo que no era téc¡ica era amorr lá difrcultad de Ilenar cón inocencia y asombro la mitad del vaclo que dejaba uno, siempre la llenaba o la resolvfa la mitad de la otra.
Entonces todo el mundo empezí a hablar de Sylvie Guillem como un experto.
Un crftico de danza habló de su capacidad innovadora. Una historiadora narró cómo salió de un portazo del Ballet de Ia Ópera y entró al Royal Ballet de l,ondres como primo bailarina. El director del Royal Ballet comentó sobre su espfritu rebelde más bien desobediente dintuitivo. Y la misma bailarina opinó sobre esto y dijo que "estaba bien hace¡ o no hacer una rutina porque estaba bien o mal, o porque funciona o no, por armónica o por atinada, pero no sólo porque es la tradición hacerlo, eso era algo realmente inaceptable". Y dijo dos cosas más: 1) que era un trabajo intenso y que, como en cualquier otra esfera, el trabajo resulta difYcil; y 2) que cuando está en ol e§cenario se siente realmente libre para actuar por instinto: ser ella o ser ot¡o. En Ia vida rea[, por otro lado -se Iamentó-, siempre ha tenido que se¡ ella misma. Una mesa es una mesa es uná mesa. Una forma útil de ¡econocimiento serfa reconocer la danza; otra serla reconocer la mosá. Otra más la poesla mecánica del cuerpo frente á la mesa. En Mojacla de Mats Elk, de pronto la mesa aparece como algo más. EI signiñcado y el significante se renuevan. La mesa es cuerpo y el cuerpo es mesa, Ambos ocupan un e§pacio y ambos se bailan. Asl que la mesa de pronto está realmente ahl. En Ia pantalla todo lo que no es cuelpo es mesa, La mesa es todo Io que no
es el cuerpo. Y los dos juegan. Como dos ruedas de una misma máquina nada funciona sin la otá. EI cuerpo ayuda areconocor Ia mesa y la mesa resuelve la limitación plásticá del cuorpo. El cuerpo asume además la rectaagularidad de Ia mesa. Imita su superfrcie y la funcionalidad de su espacio. Asume su función en ¡elación con la hesat se recárga, se acue§ta, se pasea.
Plásticamente se adapta a sus ángulos y vértices rlgidos, Y para jugar la mesa adopta el papel de pareja. EI bailarln pasea por sus patas a Ia mujor mojada. La pasa frente a la cámara jalada por sus br:azos. l,e enseña sus cuátro lados. Su accesibilidad y su ext¡añeza. La mosa gira, La bailarina se repliega. Hay cierta exactitud. Cierta coherencia o conexión entre los dos. La bailarina no podrla bailar sin su mesa. Pero para hacerlo modela su postura en Ia mesa. Ninguno es más htil ni más bello. Si destruimos la fórmula de Horacio, ninguno es cuerpo ni es objeto. Ninguno yace. Uno no gira alrededor del otro. La bailarina ya no os la baila¡ina. La mesa ya no es Ia mesa.
La segundavez que vi a Sylvie Guillem en mi departamento, me pareció realmente inteligente. Dejé atrás mi idea de verla bonita o fea, genuinaménte hábil o manipuladoramente diplomática. Hablaba serenamente, hablaba del trabajo y después de un curioso ensayo te¡minó realmente
cansada, jalando aire por Ia boca. "Soy milad española, me dijo, poro eso no me ayuda a bailar mejor, cuando mucho hace más complicado mi carácter". Sus senos estaban frlos primero y después tibios, Su piel lisa y barnizada como Ia superficie de urra mesa. En álgo no me equivoqué: era realmente muy delgada. "Por qué, le pregunté, con esa cintura y esas piernas un kilo de más te harla Iucir realmonte hermosa". Pero no contestó, siguió ensayando felizmente su rutina, esta vez en un estudio de Londres, como la marioneta de un coreógrafo que movla los hilos --con monosllabos real¡rento diflciles- a escasos centlmetros de ella. Ahora debo dejar de escribir po¡que cgmensan a llegar los comenzales y descansan sobre ml los platos del desayuno.Y Hernán Gutiérrez Bern¿l Escríl,or tecatense. Es profesor en la Unioersidad de San Díego y en la > Universidad Estatal de Son Diego, en CaliÍomic, EUA.
Final de cuentae
SimoDe de Béauvoü Final de cuentas, Ed. Hermes, México, 1988. 453 pp.
Simone de Beauvoir pertenece a e§e no tan cohún grupo de esc¡itores que, partiendo de la cotidianeidad autobiográfica, trazan un proyecto literario. Nacida en Parfs en 1908, de familia católica y burguesa, desde temprana odad manifiesta la independencia de su esplritu respecto a cualquier clase de dogmatismo.
A¡te una familia burguesa -si bien no violenta, no por ello menos agobiánte-, ante una sociedad estructurada de tal forma que nulifica la individualidad creádorar Beauvoir propone el hecho literario como la estrategia favorita de afirmación personal: "Fue esencialmente en el dominio de la creación lite¡aria donde emplee mi libertad" (p.32). Para Simone. no necesariamente debe existir una dife¡enciación marcada entre vida y literatura: "Querla existir en los demás -nos dice al final de su libro-, comunicándoles de la ma¡era más directa, el gusto de mi propia vida" (p.453). Su prosa, por lo tanto, es de marcado tono personal. Aun en los libros eminentemente de ficción,
coño La mujer rola (197 4), muchos Iectores creen percibir algunos hechos de su ciclo vital.
La primera sección del libro me resulta la mejor Iograda y la que sobrevivo más fácilmente el cambio de época. El énfasis que pone en la infancia temprana constituye un llamamiento al ejercicio nutriente y no desgarrante de la paternidad y Ia maternidad. "EI niño es un ser del cual se sirve".
Por tanto, el ejercicio de la libertad, entendida ésta como el riesgo de asumir un proyocto de vida consecuente con la ptopia forma de pensar, es el {rnico camino para romper dicha alienación. Sólo lográndolo se posibilita el encuentro con el otro.
Independientemente del valor que la obra de Beauvoir tiene en sf misma, también es importante al proporcionarnos una visión distintá -si se quiere casi lnfima*, de Sart¡e, por quien Simone no oculta nunca du fervorosa admiración.
Beauvoir hace suyos algunos planteamientos del existencialismo sartreano, pero es mucho más clara al comunicarlos al lector. El párrafo sobre la nada, de Ia página 44, resulta mucho más accesible que la arquitoctura verbal de innumerables páginas de El set y la nddo. Por supuesto que Beauvoir no pretende ser frlósofo, y Sartre lo es. Los capftulos dedicados a su formación cultural Qibros, cine, teatro, artes plásticas, etcétera) pierden vigencia debido a
le distancia tanto histórica como geográflca que me separa a ml como lector. Las páginas sobre viajes resultan int€resa[tes por algunas pinceladas anecdóticas que nos deja entrever. En resumen, Fínal de cuentas no s6lo es una autobiografla intelectual afortunada, es también el testimonio penetrante e incisivo sob¡e un momento histórico dado. La mirada de Beauvoir dista ¡rucho del análisis gélido y mecánico de los filósofos profesionales.
La suya es ante todo una mirada compasiva y comprometida con la dignidad humana. En Simone, teorla y praxis, pensamiento y acción, se hacen uno solo. Al hnal de cuentas la vida es para gozarla -a pesar de todo-; al igual que Russel, Beauvoir hace de la propia felicidad y 1a inalterable compasi6n ante el dolor humano Ia columna vertebral de su proyecto de vida.Y
Sergio R. Alfonso Guzmán Poeta tecatense. Incansable colaborador de esta reDista desde sus inicios-
Jostein Gaa¡der EI mundo de Solía (Novela sobrc ld historia de la fitosofía), Ed. Pat¡ia-Siruela, México, 1995, 638 pp.
Apoyándose en la sabidurfa popular mi abuela decfa: "No hay mal que por bien no venga". En esto, (como en muchas cosas más) mi inolvidable mamá Toña, de trenzas largas y enáguas negras, tenfa razón, como a continuación relato.
¿Sabea una cosa, Sofia? No eá ei c¡eo en los filosofoe duténtícos. En núesr.os días casi tad.o es sinr¿tico. JosteinGúrder eruditos y frlos, escrito por y para especialistas, como signos de sapiencia y estatus en el ámbito de la cultura. Por el contrario, su tono divulgador es evidente. Si el autor hubiera nacido en México probablemente escribirla: ¿Para qué diablos sírve la hlosofla? ¿Cómo hacer que muchachos y mu&achas adictos al },frv, Metálica y camisetas XL se interesen en una asignatura que (a menos que alguien demuestre Io contrario) no sirve para nada? En esta época de superfrcialidad y relativismos:
En 1991, un oscu¡o profesor de flrlosolla de la preparatoria Iocal, fue acusado ante el ministerio público del fuero común por los delitos de violación, estupro y los que resultaran. Este incidente, desafortunado (para el profesor) fue afortunado para ml, porque me convirtió de la noche a la mañana en el "nuevo profe de esa materia rara que no sé por qué nos ponen en el bachillerato".
Decir que la enseñanza de la filosolla en el nivel medio superior está en crisis es caer en el Iugar comhn. De ent¡ada, ni profesores, alumnos o directores saben por qué aparece en el plan de estudios. Los primeros se dedican a tararear hasta el infinito datos inrltiles y fechas insignificantes; los segundos los memorizan para aprobar el efamen; los terceros ojercitan su práctica favorita: la simulación.
El mundo d,e Sofía de Jostoin Gaarder dista mucho de los manuales
¿Hay no obstante, algo que deberla interess.r a todo el rnundo? ¿Existe algo que concrerna a todos los se¡es humanos, indeper¿lientemente de quienes sea¡1 o de en qué parte del Inürdo vivan?[...] Los fil6sofos opiDan que sl. Opinan que el ser humano no üve sólo de pa¡1...1 lnteresarse del por qué üvimos no es, por lo tanto. un interés tan fortuito o taü casual corno, por ejemplo, colecciona¡ sellos. Quien se interesa por cuestiones de ese tipo está preocupado por algo que ha interesado a los seres humanos desde que viven en este planeta. EI córno ha nacido el universo, eI plareta, y la vida aqul, son preguntas rnás grandes y más importantes que quién ga¡6 Inás medallas de o¡o en 1os últirnos iuesos ollmpicos de irIüeII1o. (pp. l3 y 14)
Algunos profesores y especialistas reprochan a El mundo d.e Solíala aparente simplicidad y Iigereza con que aborda "los grandes problemas de la hlosofld'. Lo malo -en
mucho de ellos-, es que han perdido la capacidad de asombro, y sin ella, podrá haber erudición e historia, nunca filosofla.
I{abrla que recordarles a Epicteto: "EI origen de la filosofla es el percatarse de la propia debilidad e impotencia".
En prosa clara y fluida, Jostein Gaarder traza la historia de la filosofla desde los presocráticos hasta Ias modas contemporáneas de la nueva era y Ia astroflsica. Entre sus aciertos, está el lograr hilvanar un hilo temático conductor que nos lleva de Tales de Mileto hasta los existencialistas franceses. Es decir, la suya es una historia sin cortes.
En un momento de la obra (y aqul habrá que recordar que ésta se desarrolla en dos planos yuxtapuestosr el ensayo didáctico y la narración) se suscita entre Sofia y su madre un diálogo que vale la pena tránscribir:
-Pareces estar en la luna l¡ltimamente, Soffa Sofla no sabla por qué lo decía, simplemente se le escapó:
Sócrates también lo
¿Sócrates? -La madre abriti los olos de par er p ar.
Es rua pera ru.: t-:.-.i:i que pa¡ar La .::. :.: ¿i: -:r.r::r S:: i 1]t.
.:¡: S::: :: n., sé
-:-:r,p,:co io sabía S.-:rates. Lo único que sabía era que no sabla nada en absoluto. Y sin embargo era Ia persona más sabia de Atenas. -La madre estaba atónita. Al final dijo:
-¿Es algo que has aprendido en el ins¿ituto?
Sofla negó en6rgicamente con la cabeza, -AllI no apreudemos nada... La eran üfe¡encia entre un maest¡o de escuela y un autéDtic¿ frlósofo es que el maestro cree que sabe un montón e ütenta oblisar a los alumnos a aprender. Un filósofo intenta ave guar las causas junto con los alumnos- (pp. 84 y 85)
Dos ideas sobre la enseñanza de 1a filosofla se pueden extraer de los párafos anteriores. En primer término. Lo extraño (o ajeno) del pensamiento reflexivo en las sociedades contemporáneas. Pata la hegemonfa de Ia razón instrumen¿al, la duda filosófica representa una amenaza. Para el filósofo, "el mundo sigue siendo algo desmesurado, incluso algo enigmático y misterioso" (p. 21), nunca algo acabado y comprendido. En segundo Iugar, la filosofla como generádofá de interrogantes, más que de respuestas, no encuentra en el medio escolar el clima propicio para su desarrollo. E1 sistema escolar occidental, basado en el objotivismo a ultranza y la reproducción de modelos de pensardento @aulo Freire lo ilama ''educació¡ banca¡ia en Ped<ryogía del oprímil,o) ro sólo ¡o favorece sino impide ia refloxión filosófica.
Mientras la escuela siga percibiéndose a sl misma como generadora, poseádora y reproductora de la verdad, la filosofia no será un grano de mostaza que madura en su interior. Karl Jaspers Io expresó en el hrevíario La filosofía:
La bhsqueda de la verdad ¡1o lá posesión de ella, es la esencia de Ia filosofia, por Írecuentemente que se Ie traicione en el dogmatismo, esto es, en un snbe¡ e.¡unciado en proporciones, definitivo, pe{ecto y ensenable. Filosoffa quiere decir: ir de camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y t¿da req)uesta se convierte en una nueva preguta,
El mundn d,e Sofío fue escrito en primera instancia para adolescentes. Es importante recordar este hecho, antes de calificarlo como una "historia lif¿' de la hlosofla. En este sentido, como instru¡nento para la enseñanza en el nivel medio superior está llamado a sustitui¡ manuales esquemáticos y abigarrados entronados por años (demasiados) en las cátedras de bachillerato: Villalpando, Larroyo, Xirau, etcétera. A la vez, sirve para diluir el viejo prejuicio que el ocuparse de Ia filosoffa es actividad propia de inadaptados y "ne¡dos".
Sofra (a protagonista de la novela ¿o es Hilde?) ¡epresenta un tipo de adolescente que valdrfa la pena for0eDta¡: creativo, autónomo, crltico, valeroso, etcétera. Podemos imaginarla de muchas formas pero nunca con anteojos de fondo de botella y zapatos pasados de moda.
Después de tres años de ejercer como profesor de filosofla en el bachilleralo renuncié. Durante e§e tiempo alumnos y maestro (conste que mántengo esa falsa dicotomfa por puro formalismo) practicamos
la filosofla como el asombro ante el mundo y la crltica a toda fo¡ma de autorita¡i§mo (intelectual, moral o flsico).
Pero ¿psra qué nos sirve Ia hlosoffa? -insistlan mis alumnos.
-Bueno -contestaba-, ei Pldtón y su d,octrin t Apuleyo dijo que habla que considerar "la filosofla como una disposición a Ia muerte y un habituarse a moril'. Yo, más bien creo, que habrfa que considerarla como una "disposición a la vida y un habitua¡se a vivil', y ¿ustedes qué creen?, ¿qué piensan?, ¿qué sienten de esto? Y
Por las f¡onteras del norte: El Piporro y Ia cultura de la frontera
1. En un pals (como el nuestro) donde no se lee, y los escritores se reconocen por Ia nomenclatura vial y no por sus obras, lleuar las dos primeras hileras de butacas en la presentación de un libro o conferencia de escritor constituye ya un acto insólito. Pero, llenar un teatro o sala de lectura y formar desde dos horas antes una larga frla de curiosos y fans que esperan impacientes la llegada de su autor es ya un milagro. Uno de los poqufsimos autores milagreros en el México contemporáneo es Carlos Monsiváis.
2. Hsber ngcido cn un olvidado pueblo de provincia, ignorado en un buen número de mapas nacioirales, vergonzosamente omitido hasta en el c¡r¡ido del C¡rballo Blanco,
para después obtener un doctorado en sociologla en Ia cated¡al del saber. Qéase Colmex) y escribir t¡es o cuatro lib¡os fundamentales para Ias ciencias sociales contemporáneas es (bajita Ia mano) un suceso extraordinario. Y a pesar de eso, escribir crónicas nostálgicas sobre el terruño abandonado y de vez en vez regresar a é1, a compartir carne asada y cheves heladas con los compas es... otra vez, un milagro. En esúe caso el milagro: José Manuel Valenzuela.
3. Habe¡ nacido en Nuevo León y no ser empresario. Ser pobre y feo -y afin asl-, propinarle nalgadas a Ia Doña en La Valentina. Posoer una tesitura de voz singular, completament€ opuesta a la de un Jorge Negrete y a(rn asl, como cantante, ser inconfundible. Como compositor poseer la dosis máxima de humor negro hasta el punto de decir: "EI día que Ia mataron/ Rosita estaba de suerte/ de tres tiros que le dieron/ sólo uno era de muer'te" y haber sobrevivido á la muerte de la época de oro del cine mexicano, es también un hecho insólito. En este caso: Eulalio González "Pipor¡or'.
4. Piporro, a través de sus canciones y pellculas se convirtió on arquetipo de la norteñidad; para Monsiváis "es el cómico de la etapa del desencanto, cuando ya no hay héroes". La relación entre Piporro y el habla norteña es simbiótica. EI primero se expresa a través de la
segunda, en cierto modo, ésta sobrevive gracias a é1. Diseminada su fama gracias a Ia XEW, en una época cuando el pals todavla ola radio, Piporro acompaña al Iegendario Pedro Infante en,4ií uiene Martín Corona.E¡ El brotero d,el año se corryierLe en la primera figura cinematográfica en documentar el cambio de utopla del Distrito Federal a Los Álgeles. Como cantáutor le debemos Ch.ulas fronteras, Natalio Reyes Colínv Don Bald,omero, entre muchas otras-
Por las fronteras del norte: EI Piporro y Ia cultura de la frontera, evento organizado por EI Colegio de la Frontera Norte y el Centro Cultural Tijuana, se llevó a cabo el 24 de junio de 1997 en la sala de espectáculos del Cecut.Y
La reuolucíón también es una calle
Roberto Castillo Udiarte; Alfouso Ga¡cla Cortés y Ricardo Morales Kira La Reuolución tanTbién es una cúlle. Unive¡sidad lbe¡oamericana. XV AJ¡untamiento de Tijuana, Tijuana, 1996. 115 pp.
caminos llegan a Colima". AJortunadamente el ambicioso proyecto que Jorge González Sánchez y Jesús Galindo Cáceres conducgn desde Ia Universidad de Colima parte de una ópticá nacional y disemina sus objetivos a las diversas regiones del pals.
Es asf como surge l,o Reuolución también es una calle: Ofertos, prórticas ^v públicos culturales en Tijuana a traués d,e una calle: la auenicla Reu<¡LucÍón, que Alfonso Garcfa Cortés y Ricardo Morales Lira coordinaron en esta ciudad fronteriza.
Los autores y compiladores de esta obra parten de la premisa de que "la calle no sólo es lugar de paso" sino también "sitio de encuentros, rupturas, amo¡los y conflictos: de cordura o embriaguez, de altas decisiones vitalest también polfticas" (p.7). Les interesa reeuperar Ia calle en sus dimensiones más allá de lo geográhco o de sus pollticas urbánas. La calle como espacio vital y simbólico. Como lugar donde se aplican proyoctos de trabajo y de vida. Es deci¡, la calle como el microcosmos donde se entreteje una complicada red de relaciones sociales, afectivas e ideológicas.
La historia o¡al fue el método que Ios autores escogieron para aproximarse a la "Revolución" como objeto de investigación.
vendedores, músicos y prostitutas), ésta se revela como poseedora de un perfrl y mlstica propios. La visión gr:inga de la misma como una Disneylandia mexicaná es abrumadora. "Siete cuadras de energfa y teatralidad diflcilmente equiparables con cualquier otro lugar del universo" --esc¡ibió Leslie Howard. La Revolució¡ es eI escenario donde el encuentro y Ia ruptura entre la mismidad y Ia otredad se hace patente. Más que en otro lugar, Ia coexistencia entre visiones, lenguas y actitudes diversas se manifiesta. Lugar de ocio para los unos; de trabajo para los otros. "Itrn ese abigarrado espacio social donde se gestan, publican, mudan y trastornan Ias más dive¡sas prácticás e identidades culturales --€sc¡iben lbs mmpiladores, [es] "un espacio donde lo propio y lo ajeno se encuentran, reconocen y diferencian dfa mn dla" (p. 18).Y
Llbicado en el extremo septentrional doi estado de Baja California, el municipio de Tecate cuenta con una ertensión teni¿orial de 3578.45 km'? que representa el 5% de aqué1.
Considerado por Ios historiadores jracias a que su nombre aparece inscrito en los lib¡os de registro de Ia Misión de San Diego de Alcalá- como uno de los pueblos más antiguos de la frontera, Tecate se ha distinguido, a "En materia de cultura -acostumbra a comenta¡, me Gustavo Mendoza González- todos Ios
A través de entrevistas a ejercitanles decuatro oficios clásicos en Ia vida de la Revo (taxistas,
,-
Anrigu.t esraciín del fenocÚ]rril, Tec¿,te, B,C,
lo largo de los más de cien años de su historia, por se¡ una comunidad alegre y pujante, donde las tradiciones familiares, los eventos cfvicosypatdosyel desarrollo económico-social se viven con intensidad. La imágenes que integran la exposición "Tecate: Ayer y hof, son ejemplo de ello. ',La fotograffa --escribió Gerardo Suter- al margen de lo que hagas y de cómo lo hagas, sigue siendo rigurosamente una forma de la memoria,,. Defrnición más que acertada. por eso, "?ecate: Ayer y hoy,, es mucho más que una cartografla visual del municipio: es una apuesta a favor de la memoria y en
contra dol olvido, una mirada "cargada de simpatla" a un pueblo, al que por nacimiento o adopción, pertenecemos y nos pertenece. Pasado y presente se yuxtaponen en este discurso iconográfim, donde el ayor y el hoy de Tecate se encuent¡an para váticinarnos un mañana.
Por eso, están ahf los muros y escenarios que nos otorgan identidad propiar
El edificio de la ce¡vecerfa, la aduana, la vieja estación del ferrocarril, el parque Hidalgo... La fotogralla funcionando como herramienta histórica.
Pe¡o -no faltará un pragnático que se pregunle-: ¿Para qué ocuparse
del pasado? ¿Acaso no estamos a la vuelta de uD nuevo siglo y milenio? ¿eué importancia tienon imágenes de la vieja cantina Santana y el Hotel, de 1980? Nos ocupamos del pasado -responde Edmundo O'Gorman- "porque nos está constituyendo actualmente. Por eso la historia bion entendida os una gran vla de comprensión del hombro,,.
Por tanto, distan mucho estas fotograllas de ser simples reliquias o curiosidades gráficas. Son -por el contrario- testimo¡rio fehaciente de un Tecate que (afortunadamente) no ha desaparecido dol todo. Porque el Tecate de ayer
está preserte en el Tecato de hoy como recuerdo, asf como el Tecate de mañana está presente en el do hoy coItro osperanza.
En 1892, se levantó el primor plano de la Colonia agrlcola de Tecate, asentando los nombres de más de cincuenta familias que la poblaban. 10S años después, los 62 617 habitantes (de acuerdo con los datos del INEGI €n 1996) recordamos con nostalgia y orgullo más de un siglo de historia. De los pioneros a ¡osotros. euo de "Tecate: Ayer y hoy,,, se sigua diciendo --como lo señala el Eejor texto sob¡e esta patria chica_ Zo bonito erdsuge¡tte.l
§egundo Coloquio de Teatro y Literatura
Dramática South Border-Frontera Norte
La probable realización en 1999 del Tercer Coloquio de Teatro y Literatura
Dramática South BorderF¡ontera Norte en El Paso, Texas; una segunda antologla de dramaturgia de la frontera norte mexicana, a preparar por la asociación civil de Teatro del Norte; un proyecto de antologfa de autores infantiles o teatro para tlteres, también de la frontera norte, a ejecutar por el grupo Baúl Teatro de Nuevo León; Ia convocatoria para autores nuevoleonoses y del resto de la frontera norte para continuar con la colección de dramaturgia Drama de Ia Escuela de A¡tes
Escénicas de Ia UANL; y la publicación de Ias memorias del encuentro, además de los intercambios de textos dramáticos, libros de ensayo y revistas fronterizas, discusiones, cuestionamientos y reflexiones. fueron algunos de los ¡esultados obtonidos de Ia realización del Segundo Coloquio de Teatro y Literatura Dramática South Bode¡Frontera Norte, realizado en agosto, en le Toatro de Ia Ciudad de Monterrey, Nuevo León, en el marco del \'III Encuentro Estatal de Teatro. De este ceftamen resultó elegido el Ítorrtaie L o s eJ.p ect ante s, dirigida por Vicente Galindo, de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofla y l,etras de la
UANL, para representar a Nuevo Loón en la xlx Muostra Nacional de Teatro, en noviembró. El coloquio entre dramaturgos, actores y directores de teatro, catedráticos, escenógrafos, ensayistas, investigadores, crfticos de teatro y periodistas culturalss se llevó a cabo con apoyo del Consejo Estatal para la Cultura y Ias A¡tes de Nuevo León y la asociación civil de Teatro del Norte. Este último se formó en 1997, en Tijuana, 8.C., bajo el apoyo de la Escuela de Humanidades de Ia Universidad Autónoma de Baja California, y está integrado entre otros, por Adolfo Zhniga, Hugo Salcedo, Enrique Mijaros, Gerardo Navarro y Hernando Garza. Desde el primer coloquio se sellalaron las temáticás comhunes de los autores fronterizos, coEo los emigrados y "el sueño por el dólar", el desierto, la violenciay delincuencia en las ciudades fronterizas, el "spaglish", la influencia estadounidense en tradiciones y costumbres, el re scate histórico regional, entre otros temas, que evidencian un movimiento dramat(rtgico fronterizo.
En Ia primera de las me6as o,iteraturá dramática y geografla fronteriza l), participa¡on Hugo Salcodo, quien habló de la obra del auto¡ sonorense desaparecido Abigael Bohórquez; He¡nán Galindo de Nuevo León, dise¡tó sobre "La estructura cinematográfrca en Ia dramaturgia actual",
invitando a los autores a escribir con estos elomentos; José Ruiz Mercado, dramaturgo jalisciense, habló sobre "El grotesco criollo fruto de la emigración", destacó el tsma de los omigrados o mojados en obras de autores fronterizos y Gerardo Navano, de California, quien ha trabajado en Tijuana y San Diego, dio lectura al performance Sparhy G,la historia de un drogadicto, entre ol caos Y la incertidumb¡e milonarista.
Para la segunda mesa, Literatura dramática y geogralla fronteriza II, le tocó el turno a Enrique Mijares @urango), que habló de "La dramaturgia virtual en la ob¡a de Navarro", explayando este tipo de creación en el universo binacional de la frontera México-Estados unidos con 1a confluencia de idiomas. costumbres y tradiciones, Francisco Beverido (Veracruz), destacó la obra de otros autores fronterizos como Cutberto [ópez, de Sono¡a y Reynol Péroz, de Nuevo León, cuestionó en "Nueva dramaturgina; nuevas historias, viejas estructuras", el daño inditecto que Ia estructura d¡aúatúrgica tradicional de obras de autores como Emilio Carballido, Hugo Agüelles y otros, han provocado en Ios dramaturgos jóvones. Gabriel Contreras (Nuevo León), cuestionó la falta de apoyo a los autores locales con Ia ponencia "La ausencia de t¡adición teatral en el norte del pals", y Hernando Garza habló del dosconocimiento
y poca promoción de los dramaturgos de Nuevo León en "Breves apuntes de Ia dramatrugia nuevoleonosq contemporánea", de la actualidad y del pasado, la nula publicación, la apatla entre los mismos creadores dramátcios y Ia temática fronteriza incidente en algunos autores locales. Minutos después, George Woodyatd, catedrático e investigador de la Universidad de Kansas y editor de la Latín A¡nerico¡t Theatre Reuiew desde hace 31 anos, habló sobre "El te atro mexicano ante la crltica estadounidense", donde ofreció un panorama del teatro universitario en ese pals, la visión estadounidense del teatro que se hace en la frontera y el ascenso de Ia producción dramathrgica y el teatro hispano en los Estados Unidos, aunque señaló el desconocimiento que esta sociedad tiene sobre este tipo de teatro. Por la tarde del mismo dfa, en Ia mesa de Modos do producción del norte de México y sur de los Estados Unidos, Coral Aguirre (argentina ¡adicada en Nuevo León), haúle en "AI sur de rlo Bravo", sobre Ia falta de compromiso ideológico de las nuevas generaciones de teatristas, haciendo slusi6n al teat¡o latinoame¡icano en Ios años setenta, y la reinterpretación del concepto de frontera, entre otro§ áspectos.
Pedro Rodrlguez, director ejecutivo de la Asociación Nacional
Latina para el Arte y la Eduardo Arellano, Gaündo, Reynol pérez, Cultu¡a (NAIAC, por sus poeta zacatecano y cate- Laura Kahua Uribe de siglas en inglés), de San drático de la UAB0 en Rochu, _ú.u"ruodo E"qrirr"l Antonio, Texas, habló de1 Tijuana, habló del a""u"ro_ V nr,U¿r, González Gatza; desarrollo del teatro latiuo llo teatral universita¡io en "En¡"rrno" d" "rp"roo"o d" en Texas, los objetivos de esta entidad. Cuestionó Enique Mijares, que crear cor¡edores cultu¡ales sobre el apoyo del teatro aborj. h problemática binacionales y de la NALAC universitario nuevoleonés irrJílirr^ "hi.prrr".u d" de presentar, no sólo a los autores locales y, por nov,l-¡r" "ait"¿, ", grupos teatrales, sino de otro.lado, Robe¡to Villa- n"p"a" y "on fu q.,u diferentes modalidades rreal señaló que desde ü]iiu" *.rru el premio estéticas a uno u otro lado hace años sepromueven Tirso de Molina de España de la fiontera. Jorge auto¡es fronterizos, e lgg1; la a¡rtologiaFronte- Méndez, director de teatro invitó a los presentes a _ rro.¿", ¿" la u"o"ia"iór, y miembro de la Asocia- envia¡ sus textos para ,"u,".o U"t tOo.r", n,.," ción de Teat¡istas de coutinuar cou la c-oleccióu irrJry" otr"" a" ffugo Coahuila, habló con una Drama. La mesa de Saláo, ,!)nrique Mijares, visión histórica del Centenario de Bertold ff"roio Cufir¿o, lf"or"t desarrollo del teatro en la Bretch 1898_1998, contó i-"'ü"i"" y U"aruro laguna y Octaüo Trías, de con la particicipación de ti"iiio fa" t"_.uUp""l; la Delegación de Artes los nuevoleoneses: Xaüer Bar|acuda y ot as obrasd,e Escénicas del Chihuahua, Araiza lautor y critico li"urlo, O.rrr"ro, U" ,o"U sobre "Teatro y paraferna- teatral); Clara Eugenia iri. ü".""ao i.f.l""o¡, lia", destacando, de Flores (actriz direJtora ofii q.," frultu sofre ta manerajocosa y ácida, la escénica y crítica teatral); "itraiOn ae los "_ig"ados. eterna problemática para Margarita Hernández y fu-¡i¿r, "" presenta- producir teatro en la Juan Enrique Sánchez .o¡Jülreorstas ¿o¿i, f¡ontera. El último día (estudiantes de actuación _i^)i;'"on ln"ot "R"rí"_, también fue de memoria y música, respectivamen_ iu iu ürrr_r"""r¿.u u" histórica, desconocida para te) donde se áestacó el Xuii, ,O"U,Orrr,¿, unos y otros, con la mesa hecho de revalorar "l pr"""o,ada por. el drama- de Teatro Universitario en teátuo de este tlramarurgo irr*",1"r". " *""*", la que Sergio García, alemán eu el fin de siglol """árriJo c¿"u" t.rulr".u, director de teatro y de la e¡tre el ferozi;;;;l;r, "on la actriz y Escuela de Teatro de 1a neoliberalismo ¡,el ar"_uir.*r" nfriu l,lro,", Facultad de Filosoffa y desconocimiento de este de Baúl .Ieatro y el Museo Letras de la ueNl; Rogelio creador europeo. entre otros Casa de Títeres; Deslinde, Villarreal, también tópicos. a Io que Coral ai"igiJ" po, "t """rito, director de teatro y düec- -{guirre seña1ó que, ,,si se Migirel Covarrubias, cle la tor de la Facultad de A¡res desconoce al autor de.L¿ FaJultad de f,ilosofia y Escénicas de esa mrsma óperd de tres centaüos, no Letras de la UaNl; y fuóoi universidad v Yüsüo I_eos. deberían sentarse a hablar ,li.igi l, po" no"u Mu"ía dramatu¡go. dúecro¡ r1e de éI y dio unos tips para f"firrilu ae tu Uoiv"rsi- teatlo t caredráEco de esre conocer mejor su obra,,. dad Autónoma de Baja mismo cenrro de esrudios, El térmiuo del coloquio C"iif-"* Estas dos desra.aron la el-olucióu his- se dio con la presentación ntii-_"u-" p,,Uti".cioo"", ].:..e ,.ol.su: cnsi: y dediez publicaciones: aunque no están dedicadas r .:ros crer reatro unrversl- Telon abierto,libro de exclusivamente al teatro, tano desde los años ensayos de Hugo Salcedo irrarry"o f""g-"oto" ,, cua¡enta hasta los con el que ganó el premio "i"." ""r,"" de d¡amatur- sesenta. Mauuel Talavera, Estatal de ?eaüro de Baja ao" au a, ""*róo "f,r".oo dramaturgo y catedrático Catifornia rs97; DraÁÁ iiJ.i"riia"" po" rr"".rurrao de la uec¡¡, habló de 1a Nueoo León co¡ ob¡as de á".r" "l ur,""rr"iu ¿" ",.," enseñanza teatral del autores nuevoleoneses editor.es. académicos y empíricos. Virgilio Leos, Hernán plr"Jr¡ "".a"t", fr"t"ro-
géneo y abierto, el coloquio permitió, no só1o entre 1os expositores, sino ent¡e la participación entusiasta del público asistente, el conocimiento e intercambio de ideas, cuestionamientos, opiniones encontradas y críticas, no sólo de la poca promoción, sino también en torno a la iuvestigación y análisis de la obra dramatúrgica fronteriza.
El encuentro se enfocó igualmente en 1a reflexión sobre la crisis por la que atraüesa el teatro mexicano, la falta de compromiso ideológico y el desconocimiento de las nuevas generaciones tte su pasado inmediato por la escasez de publicaciones de memoria histó¡ica escénica, además, se presentaron propuestas e invitaciones a colaborar con talleres, cursos, nuevas antologías e iacluso del conocimiento de las pubücaciones sobre dramaturgia, desconocidas para muchos. Se cuestionó igualmente, e1 que 1os teatristas regiomontanos se vieran sóIo "en su espejo" y no discutieran §ana¡uelte sus diferencias. Pese a estos aspectos, que algunos calificaron como normales en el medio teatral, el coloquio tuvo elementos enriquece_ tlores porque surgieron inquietudes para uu mayot acercamiento entre los dramaturgos y gente de teatro de la forntera noúe de México y sur de los Estados Unidos.Y HernandoGarza
Periodista y pro¡l¡ototcultüra de Nu.et¡o León
Amebae y logdrtifioa
Amebds ! Loedrtimos
Editorial La espina drosal, 1998,60 PP.
La primera vez que lel este lib¡o llovfa coPiosamente,
La segunda vez que lo leí estaba en un comedor de oficinistas Y me sontl completamente alienado. Creo que ésa es la mejor manera de leerlo: en un ambiente donde Puedas alzar Ia vista y encontrar a los personajes del libro Gils andaba por ahl, Y el gordo parsimonias lavaba el vidrio do Ia entrada. Los dos me miraron Pero nunca me enteré si me re@nocieron.
En la librerfa me encontré un libro que presuúe, en la contraportada, tener la estructura narrativa de una catedral medieval. Amebas Y logorúimos no Presume nada, pero tiene la estructura nalrativa de un supermercado. Y por la misma razón nr.rnca Io podrás encontrar en uno de esos lugares. Lá lógica aparente de un superr¡er_ cado tiende a la Perfección. Todo eslá donde debe. Todo tiene un orden Y cuando caminas ent¡e Ios anaqueles, te saltan miles de nombres, slogons, colores y formas que olvidas al úomento de entrar al siguiente Pasillo Asl es la conciencia en este mundo en el que Ya nadie entiende nada. Sólo se da en los Pequefios momentos, como cuando lrrlzas una cálle o te ::.¡:a¡ el t¡asero. Y en la
misma magnitud significan las cosas. Si visita¡ un supermercado fuera tan recompensante como Ieer este libro, la gente irla a otro lugar para comPrar sus cosas, Rubén Bonet escribió un rompecabezas. Lo puedes Ieer de PrinciPio a fin y es un excelente libro. Lo puedes Ieer en Partes, saltando de Página a página y Io gozas de una forma comPletamente diferente. Es el romPecabezas ideal. No imPorta cómo Io armes, el resulta_ do siempre será el correcto.
La tercera vez que lel el libro Io entendl Y, al mismo tiempo, no entendl absolutamente nada. Al leer la primera frase descubrl que lo dice todo. Si va te asomaste, estás ¡odido. Éste es un libro que ioca Ia carne viva. Habla sobro cómo puede no Pasar nada y al mismo tiempo pueden pasar tantas cosas. Habla sobre cómo suceden tantas cosas -Yo también abrl el Periódico ayer- y en realidad no pasa nada.
La cuarta vez que lef el libro me dio una envidia encabronada por lo bueno que es. Tenemos palabras que, como todo, son más de las que necesitamos. Sabemos medir todo. Y no sirve de nada- Ya no se puede creer en el lenguaje. Rubén Bonet se enfrenta a Ia imposibilidad de decir algo v la necesidad de gritarlo án todas las esquinas Y lo resuelve con la maYor elesancia. Adent¡o está el sec'reto de la vida. Se los adelanto: "la felicidad es íe.ral a 22"
La hltima idea útil que escuché fue cómo hacerle para quitarle lo salado a Ia comidai la maYor razón por la que he luchado en ias últimas semanas, es la de no quedarme dormido en el trabajo: el maYor placer ha sido ganarle el ¡siento en el camión a un tipo que me caYó mal
La quinta vez que lel este Iibro me encontré con un espejo.
Este es un libro imPortante.Y
lir; '. .ii :lll
iil;' ,:liil¡:..i.,.i. t:.r i.l 'a'.-..-
Larevista Yubai, del áreade humanidades, es una publicación trimestral de la Universidad Autónoma de Baja Califomia, destinada a establecer un puente de comunicación entre la comunidad artística y cultural de la universidad y el público en general.
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BENITEZ, Femando, El libro de los desas¡res. México. Era. 1988. p. 35.
MORENO Mena, José A. "Los niñosjornaleros agrícolas: un futuro incierto", Semillero de ideas, núm. 3, junioagosto, 1993.
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La Universdad Autónoma de Baja California, el Museo Universitario en coordinación con el Museo Nacional de las Culturas de Ia ciuidad de México,1a delegaciónde1 INAHenBaja California y 1a Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma conjuntaron esfuerzos, para presentar en las instalaciones del propio museo, una interesante exposición de arqueología Sobre la cultura indígena y andina en la que se pueden admirar ros elefilentos y vestigioS más representativos de la cerámica de estas civilizaciones
Bajo er títuro a" México-Perú: arqueología de
Queremos que mayor número de visitantes tengan la posibilidad de admirar esta muestra arqueológica y otras exposiciones que se encuentran en nuestras salas como lo son Río Colorado: agua de aidn y De muertes calacas y otros huesos, por lo ranto, el Museo UnivefSitáfiO u¡." sus puertas a1 público también los fines de semana. dos culturas, se vinculan objetos que nos llegan, desde un pasado remoto aunque identificado con las problaciones más antiguas, devolviéndonos bajo sus formas, costumbres y rituales, un universo aún poblado de misterio.
Recorrer esa muestra arqueológica, es tener la posibilidad de transportarnos a un tiempo en donde vasijas y deidades eran símbolos complejos de ritos y sacrificios.
(Coerlicirin SEP-UABC)
Apuntes de un viaje por los tlos océanos, el inte¡io¡ de Amé¡ica y de una guerra civil en el noie .le la. Boja Caüfonia llrtnllt
árt" litro ", ,on urn"* des.ripoión de algun¡s de las experiencíos del padre Heriry lA Al¡ig en la regiór frorferiz¿ de Baja Califomia, a la que por leja¡ra y cási desconocid4 s€ le ll¿lraba l¿ Frolrtera.
La fionteru ñisional tlominica m Baja Califumia @
Peveril Meip aporta en este libro un caud¿l de ir¡fo¡mación de primela maro. Sus pesquisas docun¿ntales las re¿l¿ó sobre todo e¡ a¡chivos de Califomia donde se conservatoll no poco§ testiaronios pertinentes.
La conbore¡sia acerca.1¿ la politica de alonizorión en Baja California y'os te¡os reunidos en este \ol\¡ñ!e¡, la Erpos¡c¡óh sobre lo colonizacióñ de la Baja Cawrñia y el Infotne sobre las actividades colonizado¡as en la penírisula, üeí6n una relacióÍ muy íntima y directá €ntre sí.
Guillcrmo Andrade y el desanollo del deha nexicano del Rio Colarado. 1874-1905 §slÑ¡tTñtiMU
',4 r*" d"l siglo x¿ cuillermo A¡rdrade, naviero sonorense, logró eedianle rma serie de concesiones, aduef,arse de las 400000 hectáreas que foÍn¿n la pa¡te mexicaaa del delt¿ del Río Colomdq zona ell donde se desarrolló posleriormente el valle de Mexicali,
Historia de la colonizacióh de Ia Baja Caüforuia y d¿c¡eto del 10 de matzo de 1857 rñ5ñntralil
áe fibro trata sobre las cuestiones de tenencia de la tiera en la r6gióq desde la epoca prehispánica hasta mediados del siglo )(Lx, cuafldo fue escrito.
Tncansable navegante enamorado de la peninsula de Baja Califomia, Femando lo án y P¡lo, su fiel amigo. a bordo de una pequeña embarcación recorrie¡on la costa peninsular del gollo de Califomia, descubriendo sus islas- bahias. poblac;ones Í riquezas naturaies ! huma¡as.
Entrev¡sta con Minerva Margatita Villarreal
.por
Katery IVIónica García en teatro . Bárbara Colio y en las nuevas secciones fiJ.as Hernán Gutiérrez
Inalámbricas ciudades)
Sergio R. Alfonso
{Apuntes de noviembreJ GabrielTrujillo (M¡lenio)
Tomás Di Bella (Departamento de quejas)