OPINIÓN
Por: Jazmín Ruiz Díaz Figueredo @min_erre Periodista especializada en cultura, género y moda.
La nueva normalidad Suena el despertador, me levanto, hago mis meditaciones del día. Me tomo todo el tiempo necesario para mi ritual preferido del día: preparar café. La mañana transcurre rápido entre responder mails, escribir o tomar clases online. Después es preparar el almuerzo y volver al trabajo. Las tardes siempre son más difíciles, la mayoría de los días tengo más metas incumplidas que finalizadas en mi agenda. Como investigadora de la cultura, día a día mi trabajo de doctorado me pone en frente la gran pregunta sociológica: ¿Es la sociedad una estructura preestablecida que nos condiciona, o son las acciones de los individuos las que cuentan? En mi trabajo, me baso en la Teoría del Actor-Red, que postula que la realidad se construye por asociaciones. El sociólogo, antropólogo y filósofo francés Bruno Latour es uno de los más famosos exponentes de esta teoría, e invita a romper las divisiones binarias entre naturaleza y cultura. Uno de sus principales postulados es que para estudiar la sociedad debemos “seguir a los actores”, y que los actores no son exclusivamente humanos. Es decir, las personas tienen impacto sobre lo que pasa,
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pero también la naturaleza tiene un rol igualmente importante sobre los fenómenos sociales que acontecen. Por supuesto, viendo los efectos innegables de la crisis climática, no se puede negar cuán certera y necesaria es esta teoría para nuestros tiempos. Vuelvo a releer un capítulo de Latour, y cuando me resigno a que es todo lo que puedo hacer por hoy, salgo a correr o caminar, dependiendo de cómo me sienta, y a la noche arranca el turno de videollamadas con Paraguay: ya sea para clases de yoga, ayudar a mi sobrina con las tareas, o tener videocalls por temas laborales. En algún momento más incierto, preparo la cena, veo algo en Netflix, y aunque siempre fui una persona nocturna, últimamente el sueño me llama temprano. Los fines de semana rompo un poco la rutina encontrándome con algune amigue que viva cerca para caminar o tomar un café para llevar. En Londres, los parques siempre fueron un punto de encuentro especial apenas llegan los días de sol, y post corona, toda la vida de la ciudad se volcó a ellos más que nunca, al punto de que visitarlos me produce una mezcla de sentimientos, que se mueven entre la nostalgia, la preocupación y la esperanza.