EDITA colectivográficoCMYK Depósito legal: S-633-2008 DIRECTOR CREATIVO Fernando Luis Gómez fernandoluis81@gmail.com CORRECCIÓN DE ESTILO Lucía Jiménez Iglesias luziawe@gmail.com COLABORAN EN WE número 13 Cristina López, Maeve Doyle, María Cuadrado, Laura Amago, Mariana Luis, Laura Carreras, Yannick Zapf, Nick Tucker, Dominique Heslop, Lucía Jiménez Inés Carrasco y Beatriz G. Albuerne. Portada: Fernando Luis. Contraportada: Iván Campo Pardo. Contacta con WE: www.revistawe.com revistawe@gmail.com http://issuu.com/revistawe We no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores, ni de las opiniones que de ellas deriven.
- Hay que irse de España. - ¿En serio? ¿Por qué? - Está fatal. Fatal. España está fatal. - Ya. - No hay nada que hacer. -…
¿Nada que hacer? ¿No hay NADA que hacer? No tendrás nada que hacer si eres un joven desempleado que espera junto al teléfono la llamada del trabajo de tu vida. Tampoco tendrás nada que hacer si te has resignado a aceptar que los banqueros y los políticos continúen machacándonos mientras sus bolsillos se llenan a costa de los más débiles y DE TI. Y, por supuesto, no tendrás nada que hacer si prefieres irte sin intentarlo. En ese caso, ADIÓS. No te queremos aquí si te han despojado de tus sueños y tú no haces nada por recuperarlos. En We estamos hartos de ver cómo los periódicos de gran tirada y otros siervos de Satanás invitan a los jóvenes a huir de España. Todos sabemos que la situación no es buena, pero precisamente por eso pensamos que tenemos TODO por hacer. Por esa razón, nosotros nos quedamos. Alguien tiene que luchar por recuperar lo que nos han arrebatado y por conseguir que esto cambie. No esperamos en casa a que nos llamen, ni nos regocijamos en nuestra miseria cuando otros se compadecen de nosotros y se empeñan en llamarnos “la generación perdida”. Perdidos están los impresentables que nos llevaron a donde estamos y los que dicen que los jóvenes estamos perdidos. Así que, antes de elegir el camino fácil y huir de España, decidimos quedarnos para luchar. Más que en el país, confiamos en nosotros mismos, porque seguimos teniendo ganas de hacer realidad nuestros sueños, ganas de luchar por el arte y por la cultura, y ganas de demostrar que tenemos ganas. Pesimistas de España, políticos, cobardes, banqueros y todos aquéllos que ya hayan tirado la toalla: NO OS NECESITAMOS. Marchad, y cuando volváis, veréis de lo que hemos sido capaces los valientes que nos quedamos.
Semos. Semos esos a quien nadie admira. Esos que pisan sueldo y ganan suelo. Semos esos que no bailaremos Esos que no entonaremos Si no es con tinto Nuestra voz siempre callada. Porque no somos palíndromo fácil Ni es lo mismo so que arre Sor que sir Ni sir que SER. Semos los que nadie quiere ver Los que nunca serán vistos. Semos sin ser nada Los que más siempre Seremos. Astillas de este tronco viejo Que cara al sol se va secando. Cristina López
Cristina López Semos esos a quien nadie admira. Esos que pisan sueldo y ganan suelo. Semos esos que no bailaremos Esos que no entonaremos Si no es con tinto Nuestra voz siempre callada. Porque no somos palíndromo fácil Ni es lo mismo so que arre Sor que sir Ni sir que SER. Semos los que nadie quiere ver Los que nunca serán vistos. Semos sin ser nada Los que más siempre Seremos. Astillas de este tronco viejo Que cara al sol se va secando.
Maeve Doyle
Si nos remontamos mucho tiempo atrás, la creencia popular se basa en que el agua era un elemento capaz de determinar la culpa o la inocencia. Lo cual fue muy útil para averiguar si los sujetos practicaban o no la brujería. El sospechoso era agarrado con las manos y los pies juntos a dos cuerdas, una a cada lado del río; si flotaba era inocente, si se hundía era culpable.
Este tipo de prácticas, en muchos de los casos nada ortodoxas en los tiempos que corren, pertenecían a la Ordalía, una institución jurídica que estuvo latente hasta finales de la Edad Media europea, cuando sus prácticas comenzaron a ser abolidas poco a poco. Había ordalías vulgares utilizadas por el pueblo y ordalías canónicas, o el llamado Juicio de Dios en el que se ponía a Dios por testigo de la verdad de un hecho. Esto era básicamente utilizado en temas referentes a robos, brujería e incluso libros que se creían maliciosos. Las ordalías más destacadas eran las del fuego (de las que se deriva la expresión “poner la mano en el fuego”), en las que los sujetos, si eran inocentes, serían protegidos por la providencia divina de las quemaduras de la “prueba del hierro candente” en la que el acusado debía meter la mano entre hierros y varas calentadas al fuego, o de la “prueba caldaria”, en la que debía introducirse la mano o el brazo en agua hirviendo. Volviendo a la brujería, dos de los principales exponentes europeos en la caza de brujas fueron Wilhelm Adolf
Scribonious y Matthew Hopkins. Este último baso sus teorías en las “marcas del diablo”. Una verruga, un lunar o incluso la mordida de una pulga, podían ser consideradas como tales. Éstas eran pinchadas por unas agujas trucadas para que los acusados no sintieran dolor alguno y por tanto considerados como practicantes de brujería. Hopkins fue culpable de la ejecución de Mary Sutton a la que se le realizó la anteriormente citada “natación” de brujas. Se estima que Hopkins fue culpable de aproximadamente 300 ejecuciones por toda Inglaterra. Tras ocurrir muchas de ellas, encadenaba a los sujetos bajo la tierra para que después de muertos no pudieran salir a la superficie. A pesar de que las acciones contra la brujería fueron abolidas en 1736, la caza de brujas, aunque con poca frecuencia, sigue en activo pero envuelta en dudas y pistas que no parece vayan a resolverse.
MarĂa Cuadrado
Laura Amago
¡See No Evil es un festival genial! Durante toda una semana, Bristol se convierte en la capital mundial del arte urbano, y graffiteros varios, tanto ingleses como internacionales, pintan paredes y edificios en una de sus calles más céntricas: Nelson Street. El mero hecho de que esto ocurra ya es genial. Que una ciudad facilite el trabajo a los graffiteros y lo que es más, lo apoye y eleve la acción a categoría de arte no es precisamente la costumbre general. También hubo un tiempo en que Bristol perseguía a estos “vándalos” y tachaba su trabajo de gamberrismo callejero, se blanqueaban paredes, se confiscaban aerosoles, se esposaban muchachos y se ponía el grito en el cielo. “¡¿Arte?!” Eso es lo de los museos. Pero Bansky colgó un cuadro en el British Museum y las tornas comenzaron a cambiar. El movimiento del street art se populariza en los 90, aún como práctica ilegal, y con el enorme éxito de Bansky, al menos en lo que respecta a Europa, una creciente parte de la sociedad empieza a considerar el arte urbano exactamente lo que su nombre indica: ARTE. Y es que, sin duda alguna, eso es lo que es. No hay más que pararse frente a un mural y dejarse fascinar. Por segundo año consecutivo, and God save the event!, Bristol pone a disposición de 30 artistas entre lo más granado del street art mundial las paredes de Nelson Street y convierte así la calle en una enorme galería urbana. La edición de este año comenzó el pasado lunes 13 de agosto, Bristol empezaba a llenarse de nuevo de color y alegría, de pasión, inspiración y emociones a flor de piel.
El graffiti se siente, e infunde en la gente un buen rollo que se manifiesta en las sonrisas y miradas cómplices, en un movimiento cada vez más amplio de apoyo y reconocimiento. Y es que es casi imposible no disfrutar con cada pintura, con cada pequeño detalle y cada enorme mural. Este 2012 el festival, ya crecidito, se desarrolló durante una semana entera, con actividades paralelas como charlas, conciertos, proyecciones y etcétera, culminando el sábado 18 con una Block Party en Nelson Street, campamento base de See No Evil. Y la mencionada Block Party fue más que la guinda del pastel. Un día entero de música, graffitis, cerveza, burgers, brindis y ¡que dios bendiga al arte urbano! Un ajetreo de gente de todas las edades, condiciones y circunstancias con una cosa en común: la alegría del color, del trabajo bien hecho, del objetivo conseguido, de la justicia en el mundo para las cosas bonitas que no dañan a nadie. Entre los grandes invitados al festival que han dejado su nombre en Bristol se cuenta el norteamericano Mark Bodé (hijo de Vaughn Bodé, que es padre a su vez del mítico Cheech Wizard, personaje ya aparecido en las páginas de We), el venezolano satOne (maestro de los murales a gran escala, que decoran paredes a lo largo del globo), el italiano Pixel Pancho (que combina elementos robóticos y otros presentes en la naturaleza para dar forma a su personal estilo), el austriaco Nychos (que en colaboración con Flying Fortress han pintado uno de mis murales
preferidos, parte bestia terrorífica parte jukebox luminosa, una mezcla de belleza extraña) y la francesa KASHINK (que se caracteriza por coloristas personajes de cuatro ojos, siempre en forma de varón). Por otro lado, See No Evil ha contado con la colaboración de varios colectivos y artistas locales como TCF Crew, Limited Press y el fundamental Inkie, organizador del evento desde que lo auspiciara el pasado 2011. Para que no os perdáis detalle de todo lo acontecido y lo que de ello ha quedado, podéis echar un vistazo en la web del festival e ir haciendo coincidir al artista con su creación: http://www.seenoevilbristol.co.uk. Y para entrar en materia y vibrar con los colores, entonces visitad Bristol, además de la enorme satisfacción que es enfrentarse a cada pintura, podréis pillar una camiseta creada por el padre del evento (aka Inkie) en conmemoración, sólo hasta diciembre ¡que chapa la tienda!
Mariana Luis
Puede que me equivoque, pero ningún armario será ni fue como el de Anna Piaggi. Estoy segura de que en él se guardan, y representados en diferentes telas y texturas, todos los colores del mundo. Piezas de colección que se fueron acumulando desde sus 30 años, justo cuando su interés por la moda comenzó. Al mismo tiempo que conocía a quien después se convertiría en su marido en 1962, Alfa Castaldi, un colaborador de Vogue Italia. Castaldi introdujo a Anna en el mundo de las revistas de moda femeninas y desde entonces comenzó a colaborar en ellas. Trabajando como editora de Arianna, viajaba seguido a Londres, ciudad en la que visitaba más de 80 boutiques en una semana y en donde, tras visitar el Mercado de Antigüedades de Chelsea, habría conseguido la mayoría de las piezas vintage de su colección personal. Para Anna la moda era diversión, interés y frivolidad. Aseguraba que nunca utilizaba las mismas prendas dos veces en público y que nunca salía ni siquiera de
su habitación sin su reconocible e icónico maquillaje, característico por su base de polvo blanco, color de sombra a juego con su ropa y su colorete rosa dibujando un círculo en cada una de sus mejillas. En 1988 comienza a escribir para Vogue, donde pronto sus doppie pagine (dobles páginas) se vuelven -según Manolo Blanik- la razón de leer Vogue cada mes. En sus artículos, Anna no sólo exponía una redacción de tendencias visionarias sino también hablaba de arte, cocina, accesorios, muebles, etc. Pronto, tanto su opinión como sus apariciones públicas se volvieron en el mundo de la moda referencias que iban marcando la historia contemporánea de la misma. Tanto así, que en 2006 el Museo Victoria & Albert de Londres le dedicó una exposición donde las piezas se mostraban sin un orden cronológico preciso, pero primordialmente mostrando sus temas favoritos y su amor por lo británico. En los datos sobresalientes se exponía que (a la fecha de la exposición), su armario contaba con 3.000 vestidos, 932
sombreros, 265 pares de zapatos y 31 boas de plumas. Piaggi ha dejado este mundo a sus 81 años el pasado 7 de agosto, pero no cabe duda de que en el mundo de la moda ella nunca se irá, su estilo personal y único nunca podrá ser sustituido, y tal y como afirma Bill Cunningham “la moda europea se verá reducida sin ella”, pues no hay nadie más a quien la excentricidad le quede tan bien.
Laura Carreras
La plaza Jemaa el Fna de Marrakech fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001. Y con razón: espectáculos de música y danza, tradición oral y ritual, y expresiones múltiples de la cultura antigua se mezclan con la contemporaneidad más absoluta. La inmediatez de nuestra época frenética convive con el paso ralentizado de las tradiciones antiguas. Allí, el tiempo se detiene: todo es pasado y también todo es presente. Lo que has leído o te han contado sobre la plaza más concurrida de Marrakech es cierto. Atravesar la muralla de la medina y seguir la avenida Moulay Ismail hasta llegar a la plaza es como ir descorriendo la cortina de la historia al ritmo de tus pasos, como saltar, en un parpadeo, al Marruecos del siglo XVI. Un eclipse de colores y olores
se mezcla con el griterío de los tenderos instándote a comprar un zumo, las contorsiones de un acróbata lanzándose al aire, los gestos de un actor llamándote a la halqa para que seas partícipe de su nuevo cuento escenificado o las melodías de los pungis haciendo bailar a las serpientes. La sensación es mágica, de otro mundo, y es necesario parar un segundo y tomar aliento para regresar al siglo XXI. Si bien es cierto que la magia existe en Jemaa el Fna, también es verdad que muchas cosas han cambiado con el paso de los años. Y es que la plaza (y con ella Marrakech) no ha permanecido inmune a la realidad del siglo XXI. Las antenas parabólicas que resplandecen en los tejados y que se pueden ver mientras tomas un té en la terraza del café de París son un signo inequívoco de esto. La
mayoría de turistas nos esforzamos para que este tipo de signos no salgan en nuestras fotografías, convencidos de que entorpecen la autenticidad del lugar, ¿pero no son las antenas tan auténticas como los predicadores de la plaza? Jemaa el Fna ha cambiado su cara en los últimos años, pero eso no significa que haya dejado de ser auténtica. Ha sabido mantener la tradición más pura mientras se adaptaba al ritmo de la sociedad mediatizada, al impacto creado por unos turistas que no descansan, que visitan la ciudad tanto en invierno como en verano. Y poco a poco, todas las atracciones de la plaza, antaño reservadas a los habitantes de la ciudad, se han ido mercantilizando al servicio de un mestizaje que está a caballo entre el estilo comercial más occidentalizado y la magia árabe de Las mil y una noches.
La tradición se mantiene, es cierto, pero se supedita a los cambios de mentalidad, a los neologismos y a las modas impulsadas desde dentro y desde fuera. En este sentido, la plaza Jemaa el Fna es un lugar donde la tradición se reinventa. Las músicas populares y el folklore se mezclan con ritmos más modernos y algunas profesiones que antiguamente funcionaban como atracción primera, ahora han dejado paso a otras nuevas que antes no se explotaban tanto: los predicadores que recitaban suras del Corán o relataban la vida de los santos, han dejado paso al herborista y al naqachat, personaje, mayoritariamente mujer, instruido en el arte tradicional del tatuaje de henna. También los acróbatas, ayer figuras ineludibles de la plaza, hoy han cambiado sus hábitos y raras veces aparecen en Jemaa el Fna, sino que actúan mayoritariamente en hoteles y restaurantes, a la vez que se reservan para los
acontecimientos culturales nacionales e internacionales. Cabe decir que los contadores de historias, los cuentacuentos tradicionales, son actualmente un zcolectivo en riesgo de desaparecer dentro del Patrimonio Cultural Inmaterial de la plaza, pero también ellos saben que la reinvención es el único camino para seguir existiendo. Han adaptado su repertorio a los nuevos tiempos: si bien siempre habían optado por un discurso multilingüe (bereber, árabe dialectal y árabe clásico), ahora el lenguaje de los cuentos se nutre de nuevas fuentes, y los argumentos del cuento al estilo más puramente popular se funden con acontecimientos recientes, en una suerte de historietas en las que es difícil saber dónde está el límite entre lo real y lo ficticio. Si queremos ser catastrofistas pensaremos que la tradición se pierde, que lo auténtico está por desaparecer, pero, si miramos por encima de nuestros hombros, hacia las antenas que pueblan los tejados, nos acordaremos de que todo está en movimiento, de que la plaza cambia y que, si cambia, es porque está viva.
, Trasfondo para comunicarse con una persona vendiendo latas bien frias de cerveza en la calle o Manual de Yannick Zapf Yannick Zapf ¿Qué es “un latero“?
¿Qué es “cumplir la ley”?
Latero es una persona que vende latas bien frías de cerveza en la calle. Los primeros lateros fueron jóvenes que vendían en fiestas públicas, festivales, conciertos, etc. Luego lo copiaron los vendedores ambulantes y lo profesionalizaron. Va por etnias: en Barcelona, son casi exclusivamente los pakistaníes (abr: Pakis, pero es despectivo...) y los indios (que parecen como pakistaníes desde lejos) quienes venden latas de cerveza bien frías en la calle. Proceso: compran las latas en el supermercado, las mantienen frías en sus pisos - a veces tienen más neveras que camas – y luego las revenden. Último paso: cuando viene la policía, las guardan en las alcantarillas y en la basura, (no) siempre en bolsa de plástico, por supuesto. Expresiones básicas de la publicidad laterosa: “Hola, ¿cerveza beer?” / “¿Quieres cerveza?” / “¿Cerveza, amigo?” / “¿Amigo, quieres cerveza?” / “¿Cerveza, beer, amigo?” / “Sexy beer?”. // Para las feministas: nunca he visto ninguna “latera”, por eso utilizo exclusivamente el termino masculino, ¿eh? //
1. El policía de la Guardia Urbana le avisa que no puede vender allá (en el caso improbable de que el latero todavía no lo supiera). 2. Le quita las latas bien frías. 3. Le pone una multa. 4. Le pide su documentación. 5. Se marcha. // Las malas lenguas dicen que luego algunos se toman la cerveza bien fría, pero no lo podemos comprobar // Este acto de cumplir la ley se repite hasta cada media hora, con los mismos actores en los papeles principales. Cumplir la ley quiere decir no preguntar la razón, sólo actuar, actuar y actuar. Y volver a hacer lo mismo. Curiosamente, los lateros viven libres de pagar impuestos, por lo tanto, los dueños de los bares los consideran competencia injusta. Lo que hacen ellos, aparte de llorar todas las noches, es quejarse y reclamar a la policía que cumplan la ley, y a los políticos que cambien la ley (“cambiar la ley” será explicado en la edición siguiente).
¿Qué es “un inmigrante ilegal“?
La crisis es un monstruo que amenaza a casi todo el mundo. Este monstruo domina España entera y conlleva muchas desventajas específicas para los lateros. La gente se queda en casa, compra litronas en el supermercado y ya no sale más para festejar y tomar cervezas bien frías en la calle. Por eso, la venta en la calle ha bajado notablemente. Como la venta de los bares ha bajado aún más, más aún lloran sus dueños y se quejan aún más que antes. Por lo tanto, lo que la policía hace es cumplir la ley, y lo que los políticos quieren hacer es cambiar la ley. La crisis ya forma parte del vocabulario básico del latero recién llegado. En sus reuniones, ellos discuten que contramedidas conviene tomar contra esta crisis. Están en eso, y hay una esperanza fundada de que dentro de poco nos liberarán de este monstruo que pertuba tanto a todo el mundo. Aunque, después del fracaso de la misión conocida como “mojito frío”, no sueltan prenda acerca de la estrategia que tienen ahora. Así que ojalá todos podamos salir a tomar cervezas bien frías en la calle o en los bares sin ser molestados por esta bestia llamada crisis.
Un inmigrante ilegal no existe. Ninguna persona es ilegal, lo que te convierte en un estado ilegal son las leyes de un país. Hablaremos por tanto de inmigrante “ilegalizado”, o bien de inmigrante irregular. En España hay como 400.000 y muchos trabajan en la economía sumergida, que llega hasta el 25% del PIB español. Con la crisis (más abajo) cada vez más inmigrantes están buscando algo con que ganarse la vida y se dedican entre otras cosas a la venta ambulante. España es el único país de Europa donde se registran oficialmente los inmigrantes irregulares en el padrón y se les da o daba el servicio de salud gratis, lo cual no quiere decir que su situación en general sea mejor. ¿Qué es “un cliente potencial”? Un cliente potencial para los lateros es alguien con una necesidad, justificada o no, de tomarse una bebida alcohólica bien fría. Cliente típico de Barcelona: hombre (aunque no necesariamente, a diferencia de los lateros), habitante fijo o temporal, entre 20-30 años, generalmente borracho, muy borracho o que hasta ahora no ha visto dónde guardan las latas los lateros. El latero ofrece muchas ventajas al cliente potencial: la cerveza siempre, SIEMPRE está fría, hasta congelada, es mucho más barata que en los bares o supermercados, el servicio cubre todas las zonas con actividad nocturna y está disponible hasta la madrugada. Mientras, las ventajas de este servicio para vecinos y hosteleros no quedan tan claras.
¿Qué es “la crisis”?
¿Qué es “lo que quiere decir”? Lo que quiere decir es que todos los que vivimos en la gran ciudad formamos parte de la vida de la misma. Tanto la señora jubilada que lleva 80 años viviendo en el mismo piso y las únicas palabras que todavía puede decir son “antes todo era mejor”, como el jovencito pakistaní que las únicas palabras que domina en nuestros idiomas son “cerveza” en español y “beer” en inglés. Algunos no se dan cuenta de que, aparte de ser un latero, es una persona como tú y como yo, y que vino a Europa con un sueño y sigue soñando con un futuro igual que nosotros: un futuro con mucho dinero, con mucha cerveza bien fría, con muchas chicas como en la publicad de Estrella y, sobre todo, un futuro sin este monstruo llamado crisis.
Fot贸grafo: Nick Tucker www.nicktuckerphotography.com Estilista: Mariana Luis Maquillaje y peinado: Dominique Heslop Modelos: Gabrielle Robbins Julia Govinden Victoria Emslie Stephania With a Special thanks to the North London Tavern crew for their help and collaboration. The North London Tavern 375 Kilburn High Road London
Lucía Jiménez
“Disculpe por lo que voy a decir, señorita” dijo D. Eladio “pero, ¡no mames, el dinero es pura porquería!”. Moreno de piel y con una sonrisa afable bajo su bigote, D. Eladio gesticulaba algo enojado. Su compadre, D. Álvaro, más güero, se mantenía al margen. Ambos lucían (aunque más bien por necesidad) sombreros de ala ancha y guaraches. El recuerdo de aquella larga conversación con D. Álvaro y D. Eladio es uno de los tesoros que me traje de México. Ocurrió en las escaleras de una pirámide de Monte Albán (Oaxaca). Nosotros, dos turistas con síntomas de insolación. Ellos, dos señores que tratan de ganarse la vida vendiendo figuritas zapotecas a los visitantes. Nuestra plática fue larga y agradable. La disfrutamos como si lleváramos tiempo esperándola, como debe de disfrutarse avistar un oasis en pleno desierto. Tan sólo era mi segundo día en México cuando tuve la suerte de conocer a estos dos paisanos. “¿Por qué se va la gente al norte, cuando el sur se está muriendo?”, se preguntaba D. Álvaro. “Ya ni del campo podemos vivir.” Ninguno de los dos entiende cómo su país, tan rico en recursos y cultura, agoniza bajo las garras del
narcotráfico y del capitalismo. A ellos dos se les puede casi considerar unos supervivientes de la globalización; mientras en el primer mundo los mercados rigen nuestro estado de ánimo, D. Álvaro y D. Eladio nos confesaron que apenas manejan dinero. Viven en un pueblo situado en la ladera de Monte Albán y su comunidad sigue practicando el trueque. También mantienen vivo lo que ellos llaman tequio, trabajos comunales en los que cada vecino aporta lo que puede. “Por desgracia, el varo hace cada vez más falta. Es por eso que venimos aquí a vender figuritas.” Y así, tema tras tema, nos descubrimos tomando cariño a dos extraños a los que tan bien entendíamos. Sólo el sol, insoportable, nos hizo decidir por unanimidad finalizar tan interesante conversación y nos despedimos cordialmente, prometiendo volver a Monte Albán en nuestro próximo viaje para seguir donde lo habíamos dejado. Después de una semana dedicada a la historia y la arqueología de Oaxaca, un día, bien de mañana, tomamos rumbo a Puerto Escondido. El pueblo, a orillas del Pacífico, hizo honor a su nombre y parecía huir de nosotros en su afán por ocultarse. Finalmente, tras 8 horas
de viaje, dimos con él. Llegando a la Playa de Zicatela, me di cuenta de que había merecido la pena. Puerto es uno de esos lugares de los que no quieres irte, donde tienes la sensación de que el rumor del mar y la belleza de la playa es lo único que necesitas para vivir. Surferos de todo el mundo acuden a Puerto en busca de la ola perfecta. Al atardecer, surgen por todas partes con sus tablas dispuestos a encontrarla, mientras tienen lugar las puestas de sol más bonitas que yo haya visto nunca. Por todo eso, la vuelta a la ciudad se nos hizo algo difícil, pero enseguida se vio recompensada por los placeres gastronómicos con los que deleitamos a nuestros paladares. Enchiladas, enfrijoladas, enmoladas, quesadillas, guías, tamales, mole, cecina, quesillo, tlayudas, blandas, chocolate Guelaguetza… no sabría con qué quedarme. Todo lo que comía iba acompañado de una explosión de sabores que me hizo plantearme la posibilidad de quedarme en México por una temporada, con el permiso de Moctezuma. En plena campaña electoral, México vibraba al ritmo de las declaraciones de los políticos de turno. Por suerte, la belleza del país se impone a esas palabras vacías y consiguió enamorarme. El mercado 20 de noviembre, en Oaxaca, es un paraíso para el curioso, el amante de la comida, de los colores y los olores. “¿No lleva tlayudas, güera?” “¿Tlayudas o blandas?” “¿Le pongo chapulines?”. Uno se siente increíblemente maravillado al descubrir las infinitas variedades de chiles y especias, de frutas y hortalizas... De vez en cuando, aparece la imagen de la Virgen de Guadalupe en un pequeño altar, rodeada de flores y velas. Y siempre de fondo, el sonido de los
carniceros golpeando la carne para hacer cecina. Las indias atienden en sus puestos del mercado o en la calle, vienen de los pueblos para vender luciendo bonitos vestidos de mil colores y el pelo trenzado con lazos. Las mujeres que viven en la ciudad prefieren comprar su ropa en tiendas “más modernas” y acaban yendo todas igual, en tonos negros, marrones y grises. Ante este panorama, uno aprecia el valor de lo de siempre frente a las modas que llegan de otras partes del mundo. La belleza de Oaxaca está en las casas de colores, en pasear por el andador y entrar a Santo Domingo, en los ojos de un niño que vende pendientes descalzo, en tomar un Coronita en el Zócalo o en lo miércoles de Danzón bajo el laurel. Vivir en una de las regiones más pobres del país no es fácil: el campo se muere, los pequeños negocios sufren el conflicto con los maestros y los turistas no llegan como antes. El futuro no es alentador, pues la clase política está desprestigiada y, aunque menos, hay corrupción a todos los niveles. Aún así, los oaxaqueños son fuertes y mantienen viva la esperanza de que algo cambie, sobre todo porque son conscientes del potencial de su tierra.
Seis semanas en México fue tiempo suficiente no sólo para conocer y entender, sino también para empezar a querer a un país impresionante. Ya de vuelta, sólo pienso en regresar y seguir descubriéndolo. Por ahora, me conformo con los recuerdos, que me ayudan a mantener viva la llama de mi amor por México.
Inés Carrasco
El reciente escándalo de la duquesa Kate reveló mucho más que la anatomía de la (quizás) futura Reina de Inglaterra. Al caminar por un supermercado recientemente me percate de cabeceras que aseguraban la “vergüenza” y “tristeza” que sentía la Duquesa por dichas fotografías. Ella simplemente disfrutaba de un momento privado con su marido, ¿no debería más bien sentir vergüenza el fotógrafo? La tristeza que le atribuyen los tabloides se basa en ideas puritanas y más que anticuadas del valor de la mujer. Esconder nuestro cuerpo es muestra de modestia, y la modestia es muestra de nuestra virginidad, y nuestra virginidad es muestra de nuestra buena educación y buena familia, y de ahí se puede evaluar nuestro valor como seres humanos. En pocas palabras, los parámetros para juzgar a cualquier mujer siguen siendo su apariencia y su pureza. Cómo más podríamos explicar que a Hillary Clinton, Secretaría de Estado Norteamericana, todavía se le critica por sus atuendos, ¿y que hay del reciente escándalo de la actriz de Crepúsculo, Kristen Stewart? Es lo más común del mundo pasar por cualquier puesto de revistas y ver en todas las portadas críticas del cuerpo de varias mujeres famosas, y de las decisiones que ellas estúpidamente piensan que pueden tomar sobre su propio cuerpo. Si alguna tuvo la osadía de someterse a cirugía plástica o si otra va de novio en novio, etcétera. Por más que la vida íntima y el cuerpo de cualquier mujer no esté en la portada de ningún tabloide, estamos todas más que acostumbradas a que en la calle nos digan qué opinan de nuestro cuerpo. Desde “cumplidos” y “piropos” hasta insultos, muchos están seguros de su derecho a opinar. Este fenómeno del cuerpo femenino como propiedad pública no es nuevo, pero lo fascinante es que sigue siendo perfectamente aceptable que cualquiera se sienta en su derecho a opinar, ver, tocar y tomar algo que intrínsicamente es solamente nuestro. Lo triste y vergonzoso de las fotos de Kate no es que este semi-desnuda, sino que es un claro reflejo de lo poco que hemos avanzado en términos de respetar el cuerpo de otras mujeres como sociedad en general. Las opiniones y críticas, por más desagradables que sean, no se comparan a la gravedad a la cual puede escalar la noción del cuerpo femenino propiedad pública. En el Congreso Americano hoy por hoy hay cientos de hombres debatiendo leyes que van a afectar a millones de mujeres en EEUU, en términos de las libertades que ellas mismas tienen sobre sus cuerpos y su salud reproductiva. Genuinamente, se debate si las mujeres o el estado tienen más consciencia para regir sus cuerpos. Si deseamos que nuestros cuerpos vuelvan nuevamente a ser nuestros, deberíamos comenzar por dejar que otras tomen total control del suyo, y analizar críticamente qué valoramos cuando apreciamos o criticamos a otras mujeres. El escándalo de la Duquesa revela lo que muchas ya creíamos: cuando de nuestros cuerpos se trata, el término ‘privado’ aún no existe.
Beatriz G. Albuerne El pasado Junio, Lavadora Creativa exhibía sus más recientes creaciones en la quinta edición del South, festival gaditano de arte, moda y diseño. Su muestra, Vacaciones a domicilio, tenía la clara intención de llevar el calor y la luz veraniega al hogar, llenando cada rincón de la casa de espíritu playero. Ropa, muebles, artículos del hogar y multitud de accesorios se empapan de rayas marineras, ilustraciones únicas, mucho color y brisa fresca. Lavadora Creativa es un colectivo (dúo) multidisciplinar formado por la arquitecta Marta Mora y el ilustrador y diseñador Mauro Bonillo. WE ha tenido el placer de reunirse con ellos: ¿Qué tiene una lavadora que no tenga una nevera? Una lavadora contiene, mezcla, limpia y centrifuga todo tipo de texturas y prendas, ya sea desde unos calcetines viejos a un mantón de manila. Para nosotros,
una lavadora representa gran parte de nuestra idea de trabajo. Nuestro objetivo es contener y mezclar diversas disciplinas artísticas que van desde la ilustración y el diseño hasta la instalación y la arquitectura. Reutilizamos materiales en desuso o de segunda mano para darles una nueva funcionalidad por medio de la creatividad y el diseño. El reciclaje es algo que tenemos muy en cuenta. Una nevera solo enfría. ¿Cómo surge Lavadora Creativa? Lavadora surge a raíz de las inquietudes que compartimos. Los dos queríamos empezar un proyecto artístico en el que reflejáramos todas las ideas que teníamos en mente. Poco a poco, empezamos a trabajar y participamos en una exposición junto al Colectivo de Artistas Emergentes de Cádiz. ¿Qué os inspira? Nos inspiran muchas cosas: el cine, la moda, el arte
en general. Apreciamos mucho el carácter creativo y el poder de imaginación e invención que tenemos las personas. Nos inspiran muchos artistas tanto de la actualidad como de la historia del arte, la naturaleza, la arquitectura, el arte urbano y las pequeñas cosas de la vida; nos inspira todo lo antiguo, tenemos un gran aprecio a la estética y a los objetos de otras épocas. Intentamos beber de todo lo que tenemos al alcance de nuestra mano, e Internet ayuda mucho. En vuestra Lavadora se incluye de todo: arte, moda, decoración, ilustración, arquitectura... ¿Se os mezclan mucho los colores? Intentamos recoger un concepto común en todas nuestras creaciones a partir de las ideas que nos surgen a ambos. Queremos que nuestras obras reflejen el mismo espíritu y se nos reconozca con un estilo característico. Al menos ésa es nuestra intención. ¿A qué realidad se enfrentan los colectivos creativos en España? Es complicado. Para que un colectivo artístico como el nuestro salga adelante es necesario dedicarle todo tu tiempo. Aún así, el éxito nunca está garantizado. La gente no invierte tanto en arte como antes. Al principio es muy duro. Nos gusta trabajar “por amor al arte” pero tenemos un límite. Supongo que habrá muchos como nosotros. ¿Cuál creéis que es la clave para el lavado perfecto? El lavado perfecto se consigue siendo muy cuidadoso y perfeccionista. Procuramos mascar bien nuestra idea antes de llevarla a cabo y cuando tenemos claro lo que queremos hacer, la desarrollamos de la mejor forma que sabemos. Cuidamos mucho el montaje y la composición de nuestras instalaciones para que todo quede perfecto. Si este programa de lavado se te ha quedado corto, visita su página web o facebook y no dudes en ponerte en contacto con ellos para un centrifugado extra. www.lavadoracreativa.com www.facebook.com/lavadora.creativa