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territorio
Este periodo está fuertemente determinado por un cambio en las dinámicas del uso del suelo, a causa del ingreso de los cultivos de uso ilícito. Dicho cambio, a su vez, propicia y agudiza: el control de la guerrilla sobre el territorio; el fortalecimiento de la organización social; y la confrontación con un Estado cuya táctica ofensiva de erradicación y militarización deslegitima su credibilidad, ante una población que durante décadas ha elevado reclamos sin respuesta y ha tenido que gestionar las problemáticas de la zona con sus propios recursos.
Cuarto Periodo (2001-2010): la incursión paramilitar en el territorio
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Este periodo se caracteriza por el recrudecimiento del conflicto armado en la región, que conlleva a violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos. Por un lado, el avance del Plan Colombia trae un componente de modernización de las Fuerzas Militares. Por otro lado, de acuerdo con los objetivos trazados en su octava conferencia, las FARC-EP se fortalecen operacionalmente, mientras que los paramilitares incursionan en el territorio. Como resultado, hay un incremento de la confrontación armada.
Así, en el 2001 cuando se conformó el Bloque Central Bolívar, las AUC destinaron territorio caqueteño para que este bloque ejerciera el control de la zona. En el Caquetá se reorganizó como frente Sur de los Andaquíes, y en el año 2002, esta agrupación se asentó en Puerto Torres. Allí conformó una escuela del terror, produciendo un sinnúmero de asesinatos de personas señaladas por presuntos integrantes de la subversión que colaboraban con el paramilitarismo (Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Justicia y Paz, Sentencia Bloque Central Bolívar, 2017, pp. 89-90).
El libro Textos corporales de la crueldad: memoria histórica y antropología forense, editado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (2014b), refleja los niveles de sevicia, crueldad e inhumanidad de los grupos paramilitares que se desempeñaron en el Caquetá. Según los testimonios de pobladores de Puerto Torres, los paramilitares los mantuvieron en confinamiento y proferían amenazas contra los que intentaran huir hacia otras zonas del departamento, además estas amenazas se hacían extensivas a sus familiares: de esta manera, mantenían a la población civil como “cortina de protección” ante eventuales ataques de la guerrilla. En definitiva, es evidente el uso del terror como la forma expedita para controlar a la población.
Con el objetivo de analizar la dinámica de este conflicto, es necesario aclarar que hubo una división territorial entre las FARC-EP y las AUC: los primeros mantuvieron su presencia en el norte del departamento; mientras que las AUC se ubicaron en el sur, no obstante, incursionaron de forma esporádica en los