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SALON DE LA FAMA
El conservador gobierno español metió su nariz en los clubes sociales de cannabis para asustar a los activistas. Además de una denuncia penal contra la asociación Pannagh, los reaccionarios buscan aprobar una ley de seguridad para multar con hasta 30 mil euros a los cultivadores de toda España. Pero el movimiento cannábico no se queda quieto y a pesar de esto, las perspectivas son mejores que nunca. por Matías Acosta Hace algo más de dos años, la justicia del País Vasco solicitó el cierre cautelar de la asociación de usuarios de cannabis Pannagh. El colectivo se transformó en una de las caras visibles de los clubes sociales de cannabis que proliferaron en España en los últimos 10 años. Su modelo de cultivo es una referencia mundial, participación social, transparencia y buenas prácticas son algunos de los ejes que eligen para desarrollar sus actividades. En 2005 la policía de Bilbao buscaba a unos presuntos traficantes y en la pesquisa dieron con Pannagh. Detuvieron a cuatro miembros del club que recuperaron su libertad rápidamente. La justicia les devolvió la marihuana y el caso replicó en todo el mundo. El impulso fue tal que en estos nueve años varias ciudades de España vieron crecer a los clubes de cannabis. El modelo fue exitoso y se extendió entre los libertinos de la península ibérica. Se sostenían por un modelo de autogestión cooperativo, pagaban sus impuestos, tenían empleados y conocían a quién le vendían qué y cada cuánto tiempo. Pero la falta de reglamentación hizo proliferar clubes que carecen de participación social, apuestan al lucro y trabajan en las sombras. En Catalunya las autoridades locales están pensando en regular los clubes sociales porque en Barcelona hay prácticamente uno por manzana, es algo que ya no se puede parar. Pero el gobierno del Partido Popular (PP), un rejunte de carcamanes adoradores del dictador Francisco Franco y otros derechistas, se las tienen jurada. En noviembre un fiscal de Bilbao pidió duras penas para el tesorero, la secretaria y el presidente de Pannagh, Martín Barriuso. Piden unos cuantos años de prisión y una fianza de un millón de euros, por eso Martín y sus compañeros tienen sus bienes embargados. De todo ello conversamos con un Barriuso muy tranquilo de tener el
apoyo de miles de activistas en todo el mundo y de los ciudadanos de su país el Vasco, las comunidades autónomas y de los españoles honestos.
¿Por qué están pidiendo la pena de cárcel para cuatro de los integrantes de Pannagh cuando en todo el mundo se conoce la transparencia y el buen trabajo de la organización? Están pidiendo penas de cárcel excesivas para amedrentarnos. Quieren parar el movimiento. Es una estrategia política, empezó siendo una venganza de la policía local pero ahora con la intervención de la fiscalía que sigue instrucciones del fiscal general del Estado, han dado instrucción a todos los fiscales para intentar criminalizar a los clubes y sacaron de la manga eso de que somos una organización criminal. La gente se parte de la risa cuando se lo explican. Yo en el País Vasco soy famoso, trabajé en televisión, salí en cientos de medios hablando del cannabis y soy como Mister Marihuana Man. Siempre hicimos todas las cosas a la vista de todo el mundo. Pedimos a las instituciones que se cambien las leyes públicamente y se nos acusa de ser un grupo criminal. Es de risa. ¿Qué traficante pone su número de identidad a la marihuana? ¿Quién alquila un local a su nombre para traficar? ¿Cómo va a meter el dinero en un banco? La policía quedó muy enfadada con lo de 2005. En 2011 investigaban a otro club instalado en el piso de arriba que iba claramente de trapicheo. Ese club generaba un escándalo público en el barrio con un movimiento de gente intercambiando marihuana en la calle y fumando porros en la puerta. Vino la policía a investigar, me reconocieron inmediatamente. Ha sido una venganza porque me detuvo el mismo policía. Me dijo: “Otra vez tú”. Le dije: “Esto ya está aclarado”. Pero me dijo: “Estamos probando de nuevo, quedas detenido”. Me volvieron a detener en la misma celda. Fueron a buscar al juez más reaccionario de Bilbao y lo que empezó siendo
una conspiración local se convirtió en algo político, porque soy el portavoz del movimiento que lidera el proceso de regulación y el que más ruido hace. Entonces la fiscalía, que es un órgano jerárquico que tiene que cumplir las órdenes que le llegan de arriba, ahora está aplicando el criterio que le han dicho sus jefes que es criminalizarnos,
metieron en la celda para esperar la declaración, los policías que estaban ahí me conocían de sobra. Me dijeron “joder, vaya comité de apoyo que tenéis ahí, llevan todo el día”. Y cuando salí a la una y media de la madrugada, había más de 100 personas en la calle con una pancarta. Eso te hace sentir bien. Ahora hemos saca-
HA SIDO UNA VENGANZA PORQUE ME DETUVO EL MISMO POLICÍA. ME DIJO: “OTRA VEZ TÚ”. LE DIJE: “ESTO YA ESTÁ ACLARADO”. PERO ME DIJO: “ESTAMOS PROBANDO DE NUEVO, QUEDAS DETENIDO machacarnos e intentar amedrentar al resto del movimiento. Estuve detenido tres días y pico, como la vez anterior.
Hubo mucha gente respaldando a la organización en la puerta de los tribunales. ¿No? Sí. Cuando llegué al juzgado y me
do el manifiesto de apoyo cuando conocimos toda la petición absurda y estamos recibiendo adhesiones de todo el mundo. Estamos haciendo algo que es un modelo de referencia a nivel internacional. Ellos son pocos y cobardes, entonces tienen que utilizar tácticas guarras como las que