Laberinto No.1040 (20/05/2023)

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Amos Gitai: “Amo las contradicciones”

Suplemento cultural de MILENIO LABERINTO
SÁBADO 20 DE MAYO DE 2023 AÑO 19 - NÚMERO 1040 HOMBRE DE CELULOIDE FERNANDO ZAMORA
Ishiguro, Tolstoi y Kafka
Ingenious
ATLAS DE PANDORA IRENE VALLEJO
cuento
Román
José Gordon/ FOTOARTE: LUIS M. MORALES
Living:
Foto:
EL
Puro
Ilustración:

ANTESALA

EN EL BANQUILLO

Capítulo 1

TEDI LÓPEZ MILLS

Nadie percibe la rapidez de los pasos de Marina cuando atraviesa la estancia ni cómo ella se acerca a la ventana, se arrepiente, baja la vista, busca en balde un klínex en los bolsillos de su pantalón, se dirige al baño, enciende la luz, aplasta con la chancla un bicho en el piso, ve los tubos vacíos de las cremas, las dos batas en sus perchas, los lazos desprendidos que parecen abrazarse, el algodón al terciopelo o viceversa, choca con el mueble de madera, exclama “¡estúpida!”, se mete a su cuarto, azota la puerta. Oigo que esculca en los cajones. Son las once y el carpintero llega en media hora. No es cierto que yo no sepa aún quién es quién, aparte de Marina, en Lanovelainconclusa: el editor, Manuel, investiga al elusivo novelista Mariano, que fue amante de la escritora solitaria Magdalena. Me concierne de modo íntimo Marina por su presencia fantasmal en las hojas sueltas de la carpeta. Según mis conjeturas, finge ser discípula de Magdalena, sabihonda siempre con sus largas anécdotas acerca de sus colegas, su vida “erótica, promiscua” que le presume a Marina como un triunfo hasta mayor que su literatura: “a todititos me los llevé a la cama”. No da nombres; solo algunas pistas. Marina no entiende a las escritoras pícaras: hablan y a veces escriben como niñas, niñas viejas. Magdalena susurra cuando platica de los torpes besos del sonetero que la estuvo persiguiendo durante semanas: “nunca halló qué hacer con su lengua” y se carcajea y se tapa los labios con la punta de los dedos, tan grácil. Me concierne el corazón roto de Marina y su cuaderno de notas, palabras inventadas, bosquejos, entrevistas, sueños: “Anoche llegaron los vecinos en go karts al edificio; mataron a los perros, los colgaron de un árbol. Mi gato se acomodó encima de mis piernas y pude abrir los ojos”. El doctor se refiere a mí en tercera persona, con lo cual me aleja de mis expectativas más modestas. Pregunta por mis recuerdos. Le explico que no hurgo en mi memoria para no caer en “las trampas de los déjàvus”. Pero él recalca que “conocerse recordando es curarse” y se despide amable con un veloz ademán antes de cerrar la aplicación en la pantalla. Leo las cartas de Rosario Castellanos a Ricardo Guerra; en una del 4 de diciembre de 1950, luego de insistir en que lo ama, lo ama, lo ama, menciona que uno de sus maestros asegura que los procedimientos de la poesía son iguales a los que se usan para armar una broma: “esto nos ha inclinado a concluir que la poesía no es más que un chiste del que nadie se rio y entonces quedó en poesía. Le dije esto al maestro y se enojó y me dijo que esperara sus conclusiones”. Con un leve abuso cronológico, a Castellanos la juntaría con Allen Ginsberg en una misma órbita. Sonpiratasobuitreslasrimasenmiconciencia:nuncapautas. Quita el carpintero la portezuela y no logra volverla a poner: “se despegó… haga de cuenta el hueso del hombro o de la muñeca”. Me anima el brillo de la superficie que va lijando mientras chifla. _

HOMBRE DE CELULOIDE

Muerte y libertad

Intertextualidad es la relación “que un texto establece con otros mediante procedimientos variados”. La intertextualidad en el cine produce el horror y la fascinación de un tópico que, como don Quijote, se mira en los espejos y descubre cosas que estaban ahí, pero que no había descubierto. Living(disponible en Prime) es un juego intertextual medio evidente entre Tolstoi, Kurosawa y el guionista de la última versión de esta historia, el Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro, pero hay en ella otros reflejos que vale la pena ver: la relación entre Tolstoi, por ejemplo, y Franz Kafka. La película, que ha sido dirigida por Oliver Hermanus, desde el principio nos introduce en un universo que parece salido de un sueño de Magritte. Como fuera del tiempo, entramos en la oficina de este hombre gentil que sabemos desde el principio que morirá. Al igual que en LamuertedeIvánIlich, claro. La diferencia estriba en el modo en que el héroe de Tolstoi y los personajes de Kurosawa e Ishiguro afrontan el mismo hecho determinante. Lo hacen, incluso, usando al mismo personaje, este hombre que ofrece la cara más visible de la opresión social: la burocracia. Y sí, todo mundo lo identifica. Si hay burocracia, la cosa será kafkiana, pero hay que recordar la

caricatura elegante y brutal que produce Tolstoi de Alexei Alexandrovich Karenin, un burócrata sin corazón que, por supuesto, se opone al conde Vronski, de quien se ha enamorado perdidamente Anna Karenina. La burocracia busca traer el cielo a la tierra, que todo funcione como un reloj. Para Tolstoi, la burocracia es la muerte. Y también para Kafka, pero este último, junto con Kurosawa e Ishiguro, han encontrado un remedio que pareciera pesimista, pero que el protagonista de Livingabraza esperanzado: ante la muerte que ha vivido el burócrata hay que atreverse a vivir. Este es el sentido del título en inglés: Living; viviendo vivir. Kafka, como en la obra original de Kurosawa y como en esta grandiosa adaptación, tiene una profunda esperanza en la paz de la muerte. Esto no significa, claro, que la película haya perdido, de la obra original de Tolstoi, el tono cuando menos melancólico, pero hay algo que es necesario mirar y que podríamos llamar “la esperan-

za kafkiana”. En su libro FranzKafkas Glauben und Lehre, Max Brod dice que los aforismos de su amigo Kafka ofrecen un mensaje muy positivo a la humanidad. La posibilidad de hacer de este un mundo distinto. Así que ahí donde Tolstoi muestra a Iván muriendo de forma brutal, Hermanus se permite dar al moribundo la oportunidad de vivir. Como se sabe, Tolstoi fue para Kafka algo más que una influencia. El checo meditó al ruso y lo hizo tan suyo que encontró una salida distinta al vacío de la existencia de Iván. En una carta a Max Brod, fechada el 8 de noviembre de 1912, Kafka expresa su admiración así: “Estoy leyendo a Tolstoi. Qué grandeza. ¡Así es como debería ser la literatura!” Este entusiasmo es el que parece haber retomado Kurosawa en la película original: Ikiru(Vivir). Por eso se agradece que Ishiguro y Hermanus hayan mantenido la escena más hermosa de la película del maestro japonés: cuando el burócrata se atreve a columpiarse bajo la nieve. Al pesimismo de Tolstoi se opone, quién lo dijera, esta esperanza kafkiana de que la muerte es un sitio donde no llegarán ni los burócratas ni los políticos ni los financieros. Todo será mejor. Podemos tener esperanza y balancearnos como niños despreocupados del tiempo y la productividad, en un parque infantil. _

-02- 20 DE MAYO 2023
FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA INGENIOUS
La burocracia busca traer el cielo a la tierra, que todo funcione como un reloj
Living.  Dirección: Oliver Hermanus. Reino Unido, 2023.
Pregunta por mis recuerdos. Le explico que no hurgo en mi memoria

Desierto POESÍA

Un olor trashumante, una caravana de signos atravesando, no sin dificultad, el desierto donde pugna por surgir la vegetación verbal. Un buitre de sombra vuela obstinado sobre la carroña de la escritura, se posa sobre los símbolos abiertos, picotea las entrañas de la imagen, el cascarón donde vida y muerte palpitan enlazadas. Formas inciertas, espejismos del poema naciente, disperso por la mano del viento como duna de sílabas a lo lejos. Efímeros oasis para los labios de la ansiedad, abiertos como la zanja donde brilla la gardenia cuyo perfume se pretende asir en sueños. El sol del desierto apaga toda huella, todo gesto humano agota. Solo el viento cruza fronteras.

ESCOLIOS

Un dios salvaje

Las vísperas del año nuevo de 1963, el escritor inglés Al Alvarez visitó brevemente a su amiga Sylvia Plath, tomó una copa, la oyó recitar algunos poemas y luego se fue a celebrar la fecha con unos amigos. Ya no volvería a ver viva a la poeta, que se suicidó unas semanas después. Él mismo un pertinaz depresivo y suicida fracasado (en 1961 se salvó milagrosamente de un coctel de alcohol y decenas de somníferos), Alvarez comienza su legendario estudio sobre el suicidio, TheSavageGod(hay edición en español en Fiordo), con un perfil de Sylvia Plath, que exalta el periodo de laboriosidad y fecundidad creativa que precedió a su muerte. Aunque han pasado más de 50 años de su publicación (apareció en 1971), y en ese lapso han surgido otros estudios seminales sobre el suicidio como el SemperDolensde Ramón Andrés, el libro de Alvarez conserva su lozana erudición y su perturbador intimismo y constituye un recorrido por la concepción de la muerte voluntaria en Occidente, por la función del suicidio en el arte y por otros indescifrables misterios de este acto límite.

Alvarez dice que el suicidio difícilmente responde a condiciones objetivas

El suicidio, dice Alvarez, genera un terror primitivo y suele ser condenado a las más vergonzantes degradaciones sociales. Por ejemplo, en algunos lugares se cortaba la mano asesina del suicida y se confiscaban sus bienes. Los filósofos clásicos griegos despojaron al suicidio de su halo supersticioso y lo hicieron una decisión casi racional, mientras que en la filosofía helenística llegó a alcanzar el rango de virtud (aunque esclavos, soldados y criminales estaban excluidos del suicidio legítimo). No en balde existe una dinastía de suicidas eminentes y ejemplares, que empieza por Sócrates y continúa con Catón, Zenón, Séneca, Terencio o Lucrecio, entre otros. El cristianismo tuvo, en sus primeros mártires, ascetas y místicos, un ánimo filo-suicida; aunque la idea de la vida como don divino y el ánimo de evitar el martirio como una vía corta a la salvación llevaron a condenar este acto. Para Alvarez, en la vida moderna, el suicidio, ya desprovisto de su estigma moral y religioso, se ha convertido en un problema meramente intelectual o sanitario, pues para muchos este acto es producto de condiciones sociales o clínicas que pueden modificarse. Ante este determinismo científico y sociológico, Alvarez señala que el suicidio difícilmente responde a condiciones objetivas de, por ejemplo, privación o sufrimiento y que abundan quienes se quitan la vida en la cima de su fortuna y facultades. Luego, hace un rico rastreo de iluminaciones en torno al suicidio en la literatura, desde Dante hasta Plath, y, sobre todo, emprende una introspección en el mundo opaco del suicida, en su lógica tan estricta como perversa y en la forma en que todas las trivialidades adquieren sentido para empujar a una decisión fatal. A partir de esta experiencia, Alvarez llega a una conclusión tan desconcertante como consoladora: los motivos para quitarse la vida son tan inescrutables como los motivos para seguir viviendo. _

-03- 20 DE MAYO 2023
ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar AUDOMARO
HIDALGO
Este poema pertenece al libro Sajadura, publicado por Enésima Edición. EX LIBRIS Saña y vida/ EKO
ANTESALA

El cineasta israelí Amos Gitai reflexiona sobre

Esteesunpoemasobreloquelas personassienten/enunanoche triste/cuandocantanlamelodía delascaravanas/ypruebanensus bocas/laarenadelaviónincendiado/ queseestrellaconunsilbidocomo unlamentoluctuoso.

sostuvimos recientemente y que se transmitirá de manera completa en el Canal Cultural de México, con motivo del aniversario 30 de este espacio televisivo. Las miradas se entrecruzan. Nos escaneamos.

lotan en el aire imágenes que sobreviven el momento en que se proyectaron en el cine: unos refugiados que huyen de la Alemania nazi se encuentran confinados en la cubierta de un pequeño barco en donde una pareja intenta infructuosamente hacer el amor ya que el hacinamiento los pone a la vista de todos; en un club nocturno de la ciudad de Haifa contemporánea un hombre palestino y un hombre judío se besan con placer y temor; un hombre ortodoxo que adora a su mujer la repudia —con consecuencias trágicas— presionado por su comunidad religiosa, porque después de diez años no pueden tener hijos. Estas son imágenes de algunas de las más de 40 películas, entre documentales y ficciones, realizadas por el director israelí Amos Gitai, reconocido internacionalmente por un cine crítico que aborda los problemas de la violencia y la intolerancia y, al mismo tiempo, apuesta por la sensibilidad, por entender y tocar al otro. En la escena que abre una de sus películas, un hombre alto, vestido de negro, camina por una playa de Haifa mientras se escuchan los versos de un poeta. Esa persona es Amos Gitai quien, también con un traje negro, ahora camina por los pasillos de Canal 22. Antes de la entrevista platicamos brevemente. Me observa con mirada cálida y atenta. Este es un fragmento de la conversación que

FEmpecemos con un poema de Nathan Zach que se vincula directamente con tu película Carmel, pero también con tu madre, con Haifa —tu ciudad natal— y con el drama de la vida. Estas líneas empiezan así: “Este es un poema sobre las personas, sobre lo que piensan y lo que desean y lo que piensan que desean”. Hablemos de cómo este drama toca tu vida. Amo este poema de Zach y en la continuación de este texto se habla de una experiencia que yo mismo tuve: cuando un avión recibe un disparo, cae y nadie sabe quién regresará. Esa fue mi experiencia. Tenía 23 años y en el quinto día de la guerra de Yom Kippur mi helicóptero fue derribado por un misil sirio. Mi copiloto, que estaba a la distancia a la que estamos conversando, murió instantáneamente. Sin embargo, por alguna extraña razón estoy aquí. Fui testigo del precio de la destrucción de la vida y todo lo que significa la guerra. La vi de frente. Fui amigo del poeta Nathan Zach y junto con otro escritor israelí leía sus versos: “Estos son poemas sobre la guerra/ escritos en una mesa/ mientras hay un incendio sin piedad”. Has puesto el ojo en algo muy conmovedor para mí. Esto finalmente me ayudó a tomar la decisión de ser cineasta porque sentí que necesitaba el medio más directo para hablar sobre el destino de mi país, al que amo, pero a veces creo que merece una buena mirada crítica, tanto desde el lado afectivo —que implica entender la razón por la que los judíos también merecen un pedazo de tierra en este planeta— como desde la perspectiva del deber de mantener una cuestión de ética y moralidad en el día a día.

Es por eso que busco hacer un cine fuerte que hable sinceramente sobre los dramas de mi país, sobre algo muy conmovedor e inquietante que compartimos. Las culturas fuertes no necesitan de relaciones públicas. Saben que tienen que expresarse. El más grande homenaje que un artista puede hacer a la cultura que ama es realizar un trabajo crítico. Podemos, por ejemplo, inspirarnos —sin ser religiosos— en los grandes textos bíblicos que son muy críticos y esto es un homenaje a la cultura, a lo que los autores de esos textos querían inscribir en el ADN de su pueblo. Esto se puede apreciar en la historia del rey David, el rey más poderoso. El profeta viene a su encuentro y le dice tú, el rey, eres inmoral porque deseaste a Batsheva y por ello enviaste a su hombre a ser asesinado en la guerra. No tienes ética. Y podemos imaginar que, en ese tiempo, hace tres mil años, era un riesgo hablar de ello para un escritor o incluso el editor o la editora en jefe de la Biblia. No obstante, sabían que esto repercutiría en la actitud crítica de las siguientes generaciones. Así, creo que mucho del ingenio de una cultura no es una cuestión de biología o de cromosomas, es una cuestión de actitud. Sin eso, no tienes a Einstein. Einstein puede decir: “Newton está bien, pero yo también tengo derecho a hacer mi propia versión”. Eso marca a los grandes pensadores que provienen de esta cultura.

En tus películas tocas algo que es muy interesante porque no es la épica habitual, sino que captura los momentos ocultos que te cuentan la historia real, la tragedia real. Incluso dentro de la tragedia hay más capas de tragedia.

El primer ejercicio que aprendí a hacer fue observar, incluso antes de filmar, para ver cuál es el gesto, cómo se mueve la gente. Por ejemplo, en la película Kadosh(Sagrado), que trata un drama relacionado con la ortodoxia religiosa, busco cuál es la coreografía, porque la religión no es solo texto, también es la forma en que mueves un objeto en el espacio y haces una ceremonia. Esas observaciones las comparto con mis actrices y actores porque creo que hoy en día tenemos una especie de montaje de Speedy González, condensando todo, apurando todo, pero vamos a darle espacio, espacio y ritmo que ni siquiera se puede declarar como un gesto político. Evitemos esto: exprimir un evento hacia la simplificación. Vamos a tratar de crear un bloque de tiempo para que la gente realmente pueda entender los componentes y tengamos narrativas del mundo conmovedoras.

Ahora que hablas de la velocidad en el cine, hay una investigación sobre la capacidad de atención que tienen unos pececitos rojos. Es de ocho segundos y los estudios que realizan Google y las grandes empresas de las redes sociales revelan que los seres humanos —en estos días— tenemos un espacio de atención de nueve segundos y hacemos clickal siguiente estímulo. Es muy claro que tus películas se encuentran en el polo opuesto. Esto es muy interesante porque cuando haces un close-up puedes ver un rostro durante mucho tiempo y se revela algo que por lo general no sabemos, porque no observamos con el ritmo requerido.

Una de las grandes tragedias de la modernidad es esta cuestión de exprimir el tiempo y tal vez también sea una explicación de por qué las personas se sienten atraídas por el misticismo y la religión. Cuando caminas en un espacio considerado sagrado —no importa si es una iglesia, una mezquita o una sinagoga—, hay algún tipo de fil-

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la guerra y la intolerancia, y lanza una mirada crítica al destino de su país
“Soy testigo del precio de la destrucción de la vida”
“La existencia de Israel en esta región tan complicada tiene que ver con aceptar al otro”

tro: te estás saliendo de este mundo y vas a otro espacio con otro ritmo y eso es atractivo. Así, incluso si quieres criticar la religión, tienes que entender qué es lo que seduce en ella. Lo que quiero hacer es un cine que toma en cuenta estas observaciones, las integra, las comparte como instrucciones a los actores y a los técnicos. Esta labor es como la de un matemático que pone una pregunta en el espacio y construye una ecuación para responder a esta interrogante. Esa es mi actitud hacia el cine.

Algo muy interesante es que cuando tienes una narrativa y la exploras a fondo, hay algunas cosas que se te revelan en ese momento. Hablemos de los descubrimientos que haces sobre las capas de las relaciones humanas cuando puedes verlas a través de estos lentes que amplifican los sentimientos más sutiles.  Eso se refleja en nuestros rostros, pero no lo apreciamos porque estamos atorados en imágenes que se quedan en la superficie y no las dejamos hablar.

Este es el tema de la definición de la belleza. Para mí, la belleza nunca es la perfección. La perfección es autoritaria. No me gustan los modelos porque, para mí, una persona hermosa tiene algún pequeño defecto o asimetría. En las artes también esto es belleza. Por cierto, eso lo aprendí en los años que pasé estudiando arquitectura en Berkeley. Tuve un gran maestro, Christopher Alexander, quien era un gran coleccionista de alfombras musulmanas para la oración del siglo XVI. Colgó diez alfombras y nos pidió a los estudiantes de doctorado que las analizáramos comparativamente para escribir sobre ello y luego tratar de discutir qué era lo más hermoso. Llegamos a la conclusión de que lo más hermoso siempre tiene algún defecto. Por ejemplo, algún cambio del color del tejido de blanco a un pequeño rojo. Tal vez el tipo de lana en un pueblo cambió y no pudieron emparejarla completamente. Sin embargo, esto le da a la alfombra gracia y personalidad.

Algo que es clave en tu trabajo es tratar de transmitir las poderosas

imágenes que capturas e ingeniártelas para que dancen también en el espectador cuando se apaga la luz del proyector.

Suelo decir que las mejores películas que he visto como espectador empiezan cuando termina la proyección. Las tienes que reestructurar, reconfigurar. A veces, durante un vuelo, vemos una película para pasar el tiempo, pero tú me preguntas sobre lo que pasa al día siguiente. Para mí, la película que a veces no es fácil de digerir del todo es la que me provoca, la que estimula el pensamiento. Esas son las cintas que amo.

Y ahora que lo mencionas, me encanta el gesto que hiciste con tus manos que enmarcan una escena. En el comienzo de mi película Zona libre, con Natalie Portman, hay una cámara fija de diez minutos solo mirando su rostro que nos da un juego muy rico de expresiones. Tan solo con el rostro. A veces lo más complicado es hacer algo simple, producir emoción reflejada a través de eso.

En medio de las batallas que vemos

hoy en día esto es muy importante: cómo no ser rehén de los movimientos externos y tratar de capturar los momentos de intimidad. En una de tus películas se ven unos soldados que van a comenzar una operación militar. Están planeando la estrategia y en medio de esto un soldado está en una llamada por celular con su madre en una discusión casi infantil. Esta muestra de vulnerabilidad abre otra dimensión de la humanidad.

Soy un gran coleccionista de contradicciones. Amo las contradicciones y creo que también, si realmente queremos llegar a aliviar este conflicto todopoderoso, con tanto derramamiento de sangre, con tantas pérdidas en nuestra región, tendremos que entender al otro. La estabilidad de la existencia de Israel en esta región tan complicada tiene que ver con encontrar y aceptar al otro. A veces pienso que este anhelo de la paz es un poco como el amor. Se suele decir: “Haz el amor, no un trabajo”, pero tampoco se puede hacer el amor unilateralmente. Si esto es así, no es amor, es otra cosa. Tú, el otro, tu pareja, quien quiera que sea, debe ser considerado.

Se debe entender la tragedia de los demás. Eso es lo que propones en tus películas. Hay una constante que se repite: la pregunta “¿por qué?” Naces en un hogar lleno de amor y compasión y luego te enfrentas a esta violencia y la gran pregunta que atraviesa tu cine es por qué y qué hacer con ello.

Sí. La pregunta es por qué. La mayoría de mis películas lidian con el individuo aplastado por la poderosa mega estructura de la guerra, la hostilidad de la religión, y el individuo que tiene que mantener su existencia en estas batallas por la supervivencia. Por eso la película Kippuren realidad es mi propia historia, la de una persona que va inocentemente a la guerra y la guerra lo derrumba por completo.

En una conversación, Amos Oz hizo una observación muy perspicaz. Me habló sobre lo único en que lamentablemente los dos lados del conflicto nunca se darán por vencidos. Concederán tal vez parte de Jerusalén, tal vez algunas fronteras, pero quién es la víctima de quién, esto nunca lo concederán. “Somos tus víctimas”. “No, nosotros somos tus víctimas”. Eso es interminable y tenemos que empezar a salir de este túnel. Creo que el arte visual de los escritores, el cine, es una forma de expresar estos grandes dramas.

Que invitan a ir más allá de las imágenes para tocar al otro. Sí. Y para eso hay que pedirle al público que trabaje como un intérprete, no como un consumidor, para hacer una especie de pequeña y modesta interpretación, para que descubra lo que estás tratando de hacer y presentarnos retos.

Y pienso que uno de los desafíos mayores que tenemos es la propuesta de un cine que trata de entender la distancia entre lo que realmente pensamos, lo que realmente deseamos y lo que pensamos que deseamos. _

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El director nacido en Haifa en 1950. Abajo: fotogramas de las películas Kadosh y Kippur

Cuántas veces te sorprenden las palabras que brotan de tus propios labios, dichas sin pensar, por inercia. “No me vengas con cuentos”, reprochas a tu hijo, cuando enhebra excusas fantasiosas para justificarse. El espejo de su mirada te devuelve tu contradicción: lo dices tú, precisamente tú, que te ganas la vida contando historias y urdiendo cuentos. Tú, que has comprobado mil veces cómo una anécdota con rostro humano deja una huella infinitamente más honda que una idea abstracta. Tú, que ensalzas la habilidad humana para tejer narraciones y nuestra sed inagotable de escucharlas. Sabes que el cerebro asimila mejor la información encapsulada en un relato y, tal vez por eso, durante milenios, hemos transmitido conocimientos de generación en generación a través de mitos y fábulas. Las civilizaciones necesitan justo a esas personas que vienen con un cargamento de cuentos. El don de contar buenas historias podría ser incluso un escudo, una protección frente al peligro. Miguel de Cervantes, cinco años prisionero en Argel, intentó fugarse cuatro veces con un grupo de compañeros. Cuando lo atraparon, declaró ante el bey de Argel, el veneciano Hasán Bajá, asumiendo él solo toda la responsabilidad de la fuga. Son misteriosas las razones por las que sobrevivió ileso, pues los fugitivos capturados solían pagar su audacia con terribles suplicios o la muerte. Se alegan motivos económicos o eróticos, aunque quizá Cervantes se salvase por la seducción de sus relatos. Con esa hipótesis juega Bernardo Sánchez Salas en su novela Sombras Saavedra, donde el bey Hasán reclama a Miguel cuentos sobre su tierra, y el escritor, como una nueva Sherezade, para sobrevivir, inventa las graciosas peripecias de un caballero extravagante y su pragmático escudero —engendrados, como él mismo afirmó, en una cárcel—. Aquellas andanzas imaginadas debían prolongar el encantamiento mientras su autor esperaba el rescate y la liberación. Vivir para

Puro cuento

contarlo y contarlo para vivir, en aproximadamente milyunanoches

Una milenaria muchedumbre de aedos, rapsodas, juglares, trovadores, recitadores de romances y literatura de cordel, demuestra que las historias son mercancías anheladas en todas las épocas y rincones del mundo. Y cuando emergen revoluciones tecnológicas, desde la escritura hasta nuestras redes sociales, las innovaciones se alían siempre con el antiquísimo ardid de la narrativa. Durante los primeros años del cine mudo, los espectáculos incluían a un comentarista —el “explicador”—, que relataba al público de forma ingeniosa o disparatada lo que sucedía en las imágenes. En ciertos lugares,

las estrellas no eran tanto los actores como esos personajes estrambóticos provistos de carracas, campanillas y gran labia. Hasta la televisión, los seguidores enardecidos del futbol vibraban con el énfasis de la radio, sin imágenes, y todavía hoy muchos aman ese ritual de escucha. Frente al supuesto imperio de las imágenes, los podcast y audiolibros recuperan la calidez de la antigua oralidad. Y en los videojuegos, los casters —abreviatura de broadcasters— son el alma de las retransmisiones y enganchan al público, comunicando, con carisma y agilidad, la tensión y la emoción de jugar. Deseamos una voz que nos relate nuestros partidos y pasiones.

Y aún más nos apasiona narrarnos a nosotros mismos, con el adorno de imprecisiones y exageraciones.

A partir de la memoria —esa gran fabuladora—, armamos cada cual la propia historia y tratamos de persuadir a los demás para que confíen

en esa frágil urdimbre de invenciones. Poseemos un cerebro narrativo que, por defecto de fábrica, tiende a adaptar los hechos a la trama de esa novela cuyo protagonista estelar soy yo. Como don Quijote, las personas —y las naciones— creemos cualquier disparate que engrandezca al héroe ideal que llevamos dentro. A fin de cuentas, hemos tejido un mundo sustentado en la economía y la fantasía, en contables y cuentistas. Por eso, como escribe Antonio Basanta en Leer contra la nada, contar es el verbo que mejor define nuestra andadura humana. “Contar objetos. Contar historias. Pero, también, sabernos apreciados, tener la certeza de que se nos tiene en cuenta”. Somos así: puro cuento. _

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L. © Irene Vallejo.

-06- 20 DE MAYO 2023 LITERATURA
De generación en generación, los mitos y las fábulas han sido aliados del conocimiento
IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN EL ATLAS DE PANDORA
Las innovaciones se alían siempre con el antiquísimo ardid de la narrativa
Fernando Solana Olivares: Tirabuzón • Silvia Herrera: Entrevista con Héctor Manjarrez • José Juan de Ávila: Entrevistas con Federica Lombardi y Ana María Martínez • Ángel Soto: Entrevista con Laura Itandehui • Alma Gelover: Viernes 13 en París
Y, además, en nuestra edición digital:
• Armando Alanís Pulido: Una cicatriz que nunca te cansas de besar • Gabriela Torres Cuerva: El inolvidable Autodefe de Elías Canetti

Meridiano de sangre

NARRATIVA, ENSAYO

¡En sus marcas! México hacia 2024

El

Inspirada en hechos ocurridos en la década de 1850, esta novela recrea la expedición paramilitar compuesta por soldados mexicanos y milicias tejanas para exterminar al mayor número de poblaciones nativas. Pero el pacto se rompe una vez que el juez Holden, un sádico violador, ordena volverse contra los mexicanos.

La polarización política en Estados Unidos

Luis Rubio Grijalbo México, 2023 240 páginas

La carrera hacia la presidencia del país hace ya tiempo que comenzó, sobre todo en el ámbito del hoy partido oficial. Rubio apunta que su libro “parte de la premisa de que el futuro tendrá que ser distinto del pasado”. Considera que López Obrador alcanzó el poder por el rechazo de la ciudadanía al PRI y al PAN y no por compartir su ideario.

Los músicos de Stalin

Andrés Ordóñez Ariel México, 2022 232 páginas

Sin dejar a un lado la tradición que proviene del siglo XIX y las producciones inscritas en las décadas bajo la hegemonía estadunidense, el autor traza un retrato de las relaciones entre literatura y poder en la Cuba revolucionaria. Especial atención merecen las obras escritas entre 1960 y 1990, de Norberto Fuentes a Leonardo Padura.

Leyendas de Guatemala

A FUEGO LENTO

Comedia ranchera

Como muestra este ensayo esclarecedor, el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021 no es la única señal de las fracturas entre la clase gobernante de Estados Unidos. La incapacidad para conciliar los intereses de los dos partidos viene de tiempo atrás, cuando la Guerra Fría dictaba la agenda política en casi todo el mundo.

Aunque hace hincapié en la era del dictador georgiano, este recorrido mira hacia atrás, hacia Chaikovski y Rimski-Kórsakov, y hacia adelante, hacia la caída de la Unión Soviética. El autor defiende la tesis de que los músicos nacionalistas están en el origen de las vanguardias que prosperaron a pesar de la censura del Estado.

Miguel Ángel Asturias

FCE México, 2022 176 páginas

Este libro del Nobel guatemalteco es uno de los que más fama le han dado por llevar al lector a tiempos antiguos en los que existía una unidad entre el ser humano, la naturaleza y las deidades. Para el escritor francés Paul Valéry, admirado por su inteligencia analítica, los textos que lo conforman son “historias-sueños-poemas”.

Eliana Méndez Arreola es gorda, ha entrado en la adolescencia, detesta a su madre y siente un amor enfermizo por su padre. Es también la voz que conduce Nubecita(nieve de chamoy), ganadora del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela en 2018. Su historia proviene de una memoria distorsionada por el complejo de dios, de cuando el telemusical de Raúl Velasco ocupaba las tardes dominicales. Nubecita exhibe muchos de los defectos que atrofian a la novela como documento social. Su retrato de una familia clasemediera de Sabinas, Coahuila, remite a los tiempos en que la provincia mexicana proyectaba la apariencia del paraíso donde, a puerta cerrada, bullían los más bajos deseos y las más inconfesables pasiones. Se trata de la provincia a imagen y semejanza de la comedia ranchera, con fondo musical incluido (Estelita Núñez como divinidad tutelar). Ahí están el padre trabajador pero poseído por la pasión incestuosa hacia su hija menor, la madre con aires de grandeza enamorada, y quizá más que eso, del compadre, y la hija mayor, Eliana —a quien al final encontramos a merced de alucinaciones pseudomísticas—, consignando los vaivenes emocionales de estos personajes cuyo temor mayúsculo es convertirse en blanco del chismorreo. No faltan las beatas métome-en lasvidas-ajenas, el albañil con aires de padrote y el cura intachable. Todo se antoja tan apolillado, tan… provinciano.

Quizá este aire de antigualla no sería una carga demasiado pesada si Nora Coss hubiera tomado otras decisiones estilísticas. ¿Por qué la voz narrativa es una machacona sucesión de coloquialismos que, más que un acto creativo, suena a la reproducción mimética de un habla conservada en formol? Un pasaje de muestra: “¿A qué misa quieres ir, Eliana. Y yo súper cool: a la de las doce, a la del padre Miguel. Mamá me volteó a ver acá de ¿qué chingados te pasa?”

Ya que Nubecita pasa por una sátira de las familias con ínfulas aspiracionales, Nora Coss no evita caer en la trampa del costumbrismo. Vamos de las maneras de mesa a la enumeración de las prendas de un guardarropa, de las ofertas en un centro comercial al censo de las rutinas de la juventud paseando en automóvil, es decir, no hallamos nada más que un curioso muestrario de notas de color. _

-07- 20 DE MAYO 2023
Nubecita México, 2022
mito y el desencanto
Pedro González Mira Berenice Argentina, 2023 384 páginas Cormac McCarthy Literatura Random House México, 2023 352 páginas
www.librotea.com El placer de leer
Josep M. Colomer Debate México, 2023 224 páginas

DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S.

EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO

EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO

ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G.

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TOSCANADAS

Justicia relativa

Más o menos se entiende que cumplir con la ley es una virtud cívica. Pero no toda ley es justa, no en todo juicio se toman decisiones acertadas ni las condenas son iguales para crímenes equiparables. La ley exige pagar impuestos, ¿pero es justo pagarlos? Es delito golpear a alguien, ¿pero no hay hocicones que se merecen un buen puñetazo? ¿Las leyes han de estar encima de lo que se perciba como justo? Por aquí y por allá vemos leyes que prohíben tomar alcohol en la vía pública, fumar mota, que las mujeres se descubran la cabeza o conduzcan una moto, la homosexualidad, cruzar fronteras, divorciarse, abortar, las corridas de toros, jalarle al sanitario después de las diez de la noche, fumar tabaco, apostar, las peleas de gallos, echar fuera a los okupas, vender quesos de leche cruda, cazar conejos, la prostitución, hacer llamadas internacionales, anunciar comida chatarra, tener gozos

extramaritales, vender o mirar porno, ser ateo, ser cristiano, leer ciertos libros, manifestarse, inmigrar, emigrar, llamar Caín a un hijo, usar minifalda, cantar o reproducir cierta música, bailar ciertos ritmos, poseer armas, boxear, ver películas extranjeras, comer tortuga o ballena, hacer una carne asada, limosnear, comprar píldoras anticonceptivas sin receta, volar papalotes… Puedo continuar, pero a estas alturas el lector quizá ya pensó en que algunas de estas prohibiciones son justas; otras no. “Qué bien que prohíban los toros, pero no el divorcio”, dirá alguien. “Que no vendan comida chatarra”, dirá otro, “pero eso de andar buscando un ginecólogo para que recete las píldoras…”.

O quizá: “Está bien que yo posea un arma, pero no los demás”.

Fue Calderón de la Barca quien puso en boca de Segismundo: “Nada me parece justo en siendo contra mi gusto”. Y es que con frecuencia la justicia se mide desde el yo, desde las emociones o las

BICHOS Y PARIENTES

opiniones apiladas sin uso de la razón. En la Repúblicade Platón, Sócrates malabarea mil ardides lógicos para determinar qué es la justicia. Por supuesto no se llega a una conclusión y el diálogo se descarrila con conceptos como “la justicia es en sí misma lo mejor para el alma en sí misma” y se dice que “los justos aparecen como más sabios, mejores y más capaces de actuar”. De acuerdo, pero hay cretinos injustos que se creen justos y sabios, y cuando actúan…

La justicia es cosa escurridiza y hay que hablar de ella como San Agustín sobre el tiempo. Tras miles de años en la mesa de discusiones, los filósofos no han llegado a un consenso sobre qué es la justicia. La RAE sí cree saberlo, pero su definición deja mucho que desear: “Principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente”. Y por cierto, tengo un amigo que llamó a su hijo Caín, y el chico vive feliz con el nombre del victimario y no de la víctima. _

Refugio para el desamparo

Ni en nuestros recuerdos más arraigados y constituyentes existe la certeza. Por más que los recuerdos sean las vértebras de aquello que llamamos “yo”, y con ellos construyamos y sostengamos el hecho —o la ficción— de ser, me rehúso a equivocarme con eso que llaman “identidad”. En esa falsa casa habita una incongruencia que define nada, exhibe miedo y violencia, e ignora el hecho de que “el cerebro humano es al mismo tiempo la mayor maravilla de la naturaleza y el más perverso de todos los embusteros”, como dijo Stephen Jay Gould en un entrañable ensayo: “Muller Bros. Moving & Storage”, en que va recordando, con nitidez y afecto, los paseos y las conversaciones con su abuelo, sentados en los escalones del estadio de Queens. Treinta años después, Gould regresa: reconoce los escalones, pero no son del estadio, sino de una empresa mudancera cercana (Ocho cerditos, Crítica, 1994).

Y es que el cerebro no está hecho para buscar la verdad sino para sobrevivir. Sócrates, por ejemplo, actuó contra natura cuando eligió morir por la verdad en vez de sobrevivir con argucias y fintas. Eligió según la mente, no el cerebro, y confundirlos es un error. Como lo es sucumbir a la tentación de suponer que los recuerdos se articulan necesariamente entre sí, que los llamamos “memoria”, y que de esa línea de foquitos nos viene una continuidad temporal con el reconocimiento de nuestra propia individualidad, o la tontera ésa, de la identidad. Supercherías. O no del todo. Falta una dimensión, que se asoma en la oda de Ricardo Reis: “No sé de quién recuerdo mi pasado,/ Otro lo fui, ni me conozco/ Al sentir con mi alma/ Aquella ajena que al sentir recuerdo./

De un día a otro nos desamparamos./ Nada cierto nos une con nosotros,/ Somos quien somos y es/ Cosa vista por dentro lo que fuimos” (Pessoa, en traducción de Octavio Paz).

De certeza, nada. Algo emergente queda por sobre el tiempo, pero no somos solamente unas memorias sino una respuesta en el tiempo, que se vale de la memoria para tener sentido. Y aquí trastabillan modernidades y posmodernidades, con sus infecciones

woke, que tenemos que padecer porque no hay vacunas.

La mejor respuesta sigue siendo la de Agustín de Hipona, con toda su candidez, y que comienza, como la de Pessoa, en el desamparo. Tras la muerte de Mónica, terminan los recuerdos y comienza la introspección.

Llega “a los anchurosos espacios y a los vastos palacios de la memoria”, donde “nombro la memoria y reconozco lo que nombro... He aquí mi memoria y sus largos espacios, sus antros, sus cavernas innumerables llenas de innumerables especies de cosas innumerables, que están ahí, sea por imágenes, como los cuerpos todos; sea por presencia real, como las ciencias; sea por no sé qué nociones o notaciones, como las impresiones del espíritu”.

Pero no busca perderse sino hallarse, Agustín. No vive en la memoria sino en el tiempo. “¿Dónde y por dónde y hacia dónde pasa el tiempo cuando se le mide?... Pasa, por consiguiente, de lo que todavía no es, por lo que carece de espacio, a lo que ya no es”. El pasado ya no es, el futuro aún no es, y del presente no podemos dar razón cabal. No es una pregunta única. Se la hizo Agustín como muchos se la han hecho. Pienso en Darl, el hijo reflexivo de Anse y Addie Bundren, en la gran novela de Faulkner: Mientrasagonizo (en inglés hay una versión leída por actores que pronuncian las peculiaridades fonéticas de aquella región y familia olvidada por Dios, los hombres y la Tierra).

Igual que Agustín, la reciente muerte de su madre interna a Darl Bundren en dudas acerca de sí mismo: “Yo no sé qué soy. Ni sé si soy o no soy... Y como el sueño es no ser y la lluvia y el viento son que-fueron, el carro no es. Sin embargo, el carro es, pues si el carro es fue, Addie Bundren no sería... Y entonces yo tengo que ser, pues si no, yo no podría vaciarme para dormir en una habitación extraña. Así que si yo no estoy vacío todavía es que yo soy”.

La pregunta de Agustín y la de Darl Bundren es la misma. Agustín tenía una cultura a la cual recurrir y en la cual insertarse, aunque fuera como duda, pero en conversación, en escritura: en los otros. Como personas, nuestros recuerdos nos parecen certerísimos; no lo son. Las disciplinas de la cultura transforman el recurso cerebral de supervivencia en la laboriosa búsqueda y resguardo de la verdad. Darl Bundren se vuelve loco. El viejo Agustín se puso a escribir y sigue construyendo refugios para el desamparo. _

20 DE MAYO 2023
LABERINTO
JULIO HUBARD ÓLEO PHILIPPE DE CHAMPAIGNE San Agustín.
No somos solamente unas memorias sino una respuesta en el tiempo, que se vale de la memoria

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