Revista Fuete y Verguilla Vol. 10 #4 diciembre 2016

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Volumen 10, Número 4 Programa de Colegio Sea Grant y Centro Interdisciplinario de �studios del Litoral Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

Fuete y Verguilla Tejer una atarraya: Las múltiples habilidades de un pescador

Don Cecilio Acosta Martínez

En los pasados tres números de Fuete y Verguilla, nuestro equipo de trabajo se ha dedicado a responder diferentes inquietudes que nos expresaron pescadores y pescadoras con los que dialogamos a lo largo de varios recorridos por el litoral Oeste. Durante ese tiempo, no solo recopilamos información y diversos datos sobre la pesca comercial y sus inquietudes, sino que también conocimos de cerca las historias de vida de muchos de los pescadores con los que tuvimos la oportunidad de conversar.

Las diferentes habilidades y trabajos que en muchas ocasiones llevan a cabo algunos pescadores, así como sus historias dentro del sector pesquero son, en cierto modo, un reflejo del pasado y presente de este sector. Detrás de varias de estas historias, así, descubrimos también la historia de cómo se trabajó y se trabaja asuntos tan específicos como el de los distintos artes de pesca. Es justamente a través de estas historias de vida que nos topamos con el trabajo detrás de cada caña de pescar, de cada chinchorro, arpón, nasa o atarraya utilizados para llevar pescados y mariscos frescos a las diferentes villas pesqueras de nuestras costas. En esta ocasión, queremos cerrar el año con una de esas historias; la del pescador Cecilio Acosta Martínez, quien también es el secretario de la Asociación de Pescadores de Tres Hermanos en Añasco. Las anécdotas de don Cecilio dan fe de las múltiples habilidades de un pescador y de los diversos trabajos que este ejerce con el fin de “poder echar para adelante dentro del mundo de la pesca comercial”. Son muchas las anécdotas de este pescador. Sin embargo, en este número nos concentraremos en contarles parte de su vida y detallamos, según explicado por el mismo don Cecilio, el proceso de confección de un arte de pesca: las atarrayas. Este número se lo dedicamos a todos esos pescadores y pescadoras que se caracterizan por ser trabajadores incansables de mantener viva la tradición de las artes de pesca en nuestras costas.


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Don Cecilio Acosta Martínez: Súper héroe de la historia de la atarraya para pesca Si un día va de paseo por el litoral Oeste, entre Rincón y Añasco, con probabilidad puede que se cruce con un personaje disfrazado de súper héroe vendiendo dulces y algodones; ese es don Cecilio Acosta Martínez.

Guagua de venta ambulante de don Cecilio.

Don Cecilio, quien felizmente nos dice que tiene 62 años, desde los tempranos 10 años comenzó a relacionarse con distintos oficios de la pesca que distinguen la costa donde se crió. Según nos explió en una entrevista que le realizamos en la villa pesquera Tres Hermanos en Añasco, su interés y primeros trabajos relacionados a la pesca surgieron de las enseñanzas de su padre, quien dedicaba su vida a hacer chinchorros, tejer atarrayas y pescar. Vecino de Añasco, e hijo de don Gumersindo Acosta y doña Monserrate Martínez, don Cecilio se graduó de ebanistería de la Escuela Vocacional de Mayagüez. Pero desde antes, el trabajo de tejer atarrayas le había despertado su interés dado sus habilidades manuales. “Mirando”, esa fue la manera en que aprendió a tejer atarrayas, entre otras artes de pescas como el chinchorro. Así fue que comenzó su pasión y “terapia”, como le llama hoy, por tejer atarrayas; las cuales se distinguen por ser un tipo de malla que se usa para capturar peces y mariscos.

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Nos contó don Cecilio que las atarrayas, hace unas cuantas décadas atrás, se hacían a mano y se vendían bien en el mercado de la pesca. “Antes se vendían más… la gente las pagaba entre treinta a cincuenta dólares. Ahora las atarrayas en su mayoría son fabricadas por máquinas y se utilizan otros materiales para hacerla; mayormente plástico”. “Antes no era así”, las herramientas—una aguja y un mallero—se tallaban en bambú o madera y el hilo utilizado era de nilón. Añadió don Cecilio que “como se vendían más, eran más económicas…y ya eso no es así. Ahora quien compra las que son hechas a mano son extranjeros o dueños de restaurantes y se utilizan para decorar; como una artesanía. Ha cambiado su propósito”. Incluso, nos dijo que por dicho uso, los colores que se usan ahora son más brillantes y variados, si se compara con las de antes que usualmente eran blancas. Hoy si alguien logra vender una, señaló don Cecilio, se debería vender en no menos de 150 dólares; pero eso no sucede y en ocasiones se terminan vendiendo hasta en 85 dólares. Hacer una atarraya representa un trabajo elaborado de largas horas y conocimientos precisos de la forma en que se teje, de manera tal que cumpla su trabajo cuando sea tirada a la mar. Según nos contó don Cecilio, existen varios tipos de artes de pesca y en el caso de la atarraya son dos los tipos: la sardinera y la machetera. La sardinera se utiliza mayormente para capturar carnada. Las medidas de los boquetes de la malla de este tipo de atarraya son de ½ pulgada, por lo que se tarda más en tejer. Estas usualmente cuestan un poco más en el mercado. La machetera, por otra parte, se utiliza para capturar, durante noviembre y diciembre, un tipo de pez que se le conoce como “machete”. Los boquetes de la malla de esta atarraya son más grandes, por lo que tarda un poco menos en ser terminada. El proceso de tejer una atarraya requiere de buenos materiales, pero sobre todo de disposición de tiempo y conocimientos específicos, casi matemáticos, y claro está, ser diestro en el arte. Con todas estas cualidades cumple don Cecilio, un artesano de arte de pesca que en definitiva es un súper héroe, no solamente porque, literalmente se disfrace de vez en cuando para salir a trabajar y vender dulces, sino porque también lo es simbólicamente pues su historia y pasión por mantener viva las tradiciones de la pesca son atributos dignos de un súper héroe. Nos contó don Cecilio que le encantaría que su hija y otros niños y niñas de Puerto Rico aprendieran sobre esta tradición de tejer atarrayas, así como otros artes de pesca. Pues subraya don Cecilio, que solo en manos de esa generación está que esta tradición se mantenga viva.

Aguja para tejer las atarrayas. Esta aguja es de estilo tradicional, tallada en bambú, y fue obsequiada a la doctora Loreina Santos Silva por un pescador durante las entrevistas previas a la publicación del libro de poesía Vocero del mar.

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Proceso de confección de una atarraya El día que entrevistamos a don Cecilio, este nos mostró cómo se teje una atarraya de tipo machetera, así como las partes que debe tener. El proceso es como sigue: se comienza por tejer líneas de 52 boquetes desde un aro o rueda. Para esto, antes se utilizaba un aro de un cuerno de toro, hoy muchos usan un pedazo de tubo PVC. Se tejen estas líneas, de 52 boquetes, hasta tener un aproximado de ocho pulgadas desde el centro, donde se inicia, hacia fuera. Una vez se tiene esa parte inicial hecha, se comienza a tejer más boquetes, pero esta vez intercalando los llamados “creces”. Un crece es un tipo de costura distinta que se realiza cada tres líneas con la intención de que crezca la malla 13 boquetes adicionales. O sea que, si se inició con 52 boquetes en las primeras líneas, luego de las primeras ocho pulgadas, en la tercera línea se realiza una costura distinta, o sea un crece, que le añadirá 13 boquetes para un total de 65. Respectivamente, tres líneas más abajo se le añadirán 13 boquetes más para un total de 78 y así sucesivamente. Según nos explicó don Cecilio, la malla podrá terminar con hasta más de mil boquetes y tendrá no menos de 13 creces. El inicio de tejer la atarraya, esas primeras ocho pulgadas, puede tomar una hora. Cuando ya se está terminando de tejer esa última línea de la atarraya el trabajo podrá tomar, inclusive, hasta más de una hora. Una atarraya terminará siendo una malla circular que de un extremo a otro podrá medir entre diez a doce pies. Una vez termina el proceso de tejer la malla, aún queda trabajo para tener una atarraya, pues por cada crece se amarrará, desde el centro hasta el extremo inferior, otro hilo que se le conoce como el "briol." El briol permite que la atarraya sea recogida en forma de saco una vez se tire al mar. Luego, se le añadirá una cuerda un poco más gruesa alrededor del borde del extremo de afuera del círculo. A esta cuerda, se le añadirán los plomos. Los plomos añaden peso a la atarraya; esto permite que la atarraya baje una vez esté en el mar. La atarraya terminará pesando un aproximado de 15 libras. Finalmente, se coloca una cuerda desde el centro inicial, de aproximadamente 20 pies. Esta cuerda será la que amarrará tanto la malla como los brioles para que, una vez se sienta que se han capturado algunos peces, puedan halar y recoger la atarraya. Cabe mencionar que en ocasiones, a la atarraya se le puede añadir, en la parte inferior o en los extremos del círculo, lo que llaman los pescadores el "seno". El seno es un tipo de costura que forma un bolsillo que permite mayor captura de peces. En este caso, la atarraya no llevaría los brioles puesto que opera de otro modo. En la ilustración que aparece en la siguiente página, mostramos las partes de una atarraya machetera.

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Atarraya machetera

Crece

Aro/ Rueda Primeras 8 pulgadas 52 boquetes + 13= 65

Línea

10 a 12 pies

65 boquetes + 13 = 78 se añaden 13 cada 3 líneas

Briol

Cuerda de 20 pies

Plomo

Cuerda gruesa

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Atarraya en proceso de confección.

Atarraya confeccionada por don Cecilio.

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¿Quiere conocer más sobre los métodos y las artes de pesca? En el 1979, la editorial de la Universidad de Puerto Rico publicó un libro titulado El Mar de Puerto Rico: Una introducción a las pesquerías de la Isla. El cuarto capítulo de este libro, "Artes y Métodos de Pesca", está dedicado al arte de la atarraya.

El Programa Sea Grant ha publicado dos Boletines Marinos que contienen información sobre distintas artes de pesca, incluyendo la atarraya. Estos y otros Boletines Marinos los puede solicitar comunicándose directamente con nuestras oficinas. Al final de este número, encontrará nuestros contactos.

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¡Quédese con nosotros! En el próximo número de Fuete y Verguilla, les explicaremos qué es el Sistema de Observación Oceánica y Costera del Caribe (CariCOOS), y cómo utilizar los distintos recursos que ofrece este sistema a través de su nueva página de internet; donde podrá encontrar datos sobre condiciones y pronósticos tanto marítimos como climáticos.

Créditos Dirección

Ruperto Chaparro Serrano Tania del Mar López Marrero La misión de Sea Grant consiste en promover la conservación y el uso sustentable de los recursos marinos y costeros. Para alcanzar su misión, el Programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina. www.seagrantpr.org seagrant@uprm.edu (787) 834-4726

Redacción

Hedy I. Nieves Crespo

Edición

Tania del Mar López Marrero

Revisión

Ruperto Chaparro Serrano Cristina D. Olán Martínez

Diagramación y diseño gráfico Cynthia L. Gotay Colón

Fotografías

El Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) es un centro de investigación adscrito al Departamento de Ciencias Sociales, de la Facultad de Artes y Ciencias del Recinto Universitario de Mayagüez. A partir del estudio interdisciplinario y de la investigación aplicada, CIEL investiga, educa y disemina información acerca de procesos sociales costeros con énfasis en la relación entre el ser humano, la sociedad y el medioambiente. www.ciel-uprm.org ciel@uprm.edu

Estudiantes de la Universidad de Colgate en Nueva York Doris J. Rivera Santiago

Impresión

Imprenta del Programa Sea Grant Puerto Rico


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