Revista Fuete y Verguilla Vol. 14 #3 diciembre 2020

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Volumen 14, Número 3

Fuete y Verguilla diciembre 2020

Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

Las vicisitudes de los pescadores caribeños


diciembre 2020

Volumen 14, Número 3

Las vicisitudes de los pescadores caribeños Por Manuel Valdés Pizzini y Michelle T. Schärer Umpierre Estudiosos de la pesca del Caribe publicaron hace poco los resultados de las investigaciones que realizaron sobre el impacto de los huracanes sobre las islas y en especial, sobre las comunidades costeras y pesqueras. Esos informes aparecieron en la revista de difusión internacional Coastal Management (Manejo costero). En la misma aparecieron evaluaciones sobre los impactos de los huracanes en Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Islas Vírgenes Estadounidenses, Dominica, Barbados y un caso de la costa de Honduras. Siempre es bueno aprender de otras personas y sociedades para ver cómo se enfrentan a eventos naturales extremos, como lo son los huracanes. Inevitable e irremediablemente, la ciencia nos indica que con el cambio climático y el calentamiento global el número de huracanes va a aumentar y que su intensidad será mayor cada año. O sea, tenemos que estar preparados.

Mario Ruiz Colón, pescador de La Playa de Ponce.

Algunas de las lecciones aprendidas que fueron reveladas en estos estudios son las siguientes:

Tenemos mucho que aprender de la historia y de la gente de las comunidades, de cómo nos enfrentamos a los huracanes y a las inundaciones a través del tiempo. Edwin Asencio, profesor de Sociología del Recinto de Mayagüez, va con sus estudiantes por las localidades costeras aprendiendo de la gente y documentando las diversas estrategias usadas para sobrevivir y poder manejar el impacto de los huracanes y conocer cómo lograron echar hacia adelante. Este último es un estudio auspiciado por el Programa Sea Grant. La pesca, además de ser una actividad productiva importante, es también un elemento esencial de la identidad de la gente de la costa, y a través de ella se manifiesta su historia, su gastronomía y su cultura. Los pescadores del Caribe se han aferrado a la pesca para sostener su identidad. Sin embargo, los huracanes tienen la capacidad de destruir eso. El ejemplo es la Isla de Ábaco en Bahamas, donde la vida giraba alrededor del turismo y la pesca del carrucho. La isla fue devastada por el huracán Dorian (Categoría 5), arrasando con las fuentes de agua potable, la vegetación, las casas, las embarcaciones, los hoteles y el fondo marino, haciendo desaparecer los abastos de carrucho. La gente de Ábaco se recupera lentamente de este terrible impacto. 2


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Un impacto que pasa desapercibido por la mayoría de la gente lo es la forma en la que los huracanes transforman los hábitats costeros y submarinos de diversas maneras: por la lluvia que mueve los escombros y magnifica la sedimentación, los vientos que acaban afectando la vegetación costera y los manglares, las marejadas y la erosión costera, la contaminación con aguas usadas y sin tratar y el movimiento del fondo del mar alterando el sedimento marino y enterrando los placeres y los bajos donde se pesca. Los pescadores en Puerto Rico han relatado cómo cambió el ecosistema marino con el paso del huracán María y hasta el comportamiento de ciertas especies por un período de tiempo. Es un dato importante que merece un acercamiento científico para poder entender mejor los impactos al recurso y su productividad. Muchas comunidades costeras están localizadas en zonas inundables, característica que se vuelve peligrosa con las fuertes lluvias y la marejada ciclónica cuando se encuentran en las áreas de desembocaduras y humedales. El gobierno entonces comienza a cuestionarse por qué la gente vive ahí y por qué no se muda a sitios más seguros. La respuesta tiene muchas vertientes, pero… muchas personas viven en comunidades donde el gobierno les ofreció tierras y viviendas y donde sus familias han vivido por décadas, muchas en la orilla de lo que eran las piezas de caña de las centrales. Son tierras marginales, algunas de poco valor, por ser inundables y algunas con acceso al mar. Ese es el caso de muchas comunidades en las bocas de los ríos de Añasco y Mayagüez o Arecibo y Barceloneta. Los pescadores la han pasado mal, pero a diferencia de otras personas, tienen muchas destrezas ocupacionales que les permitieron ayudar a la gente en sus comunidades construyendo sitios para guardar las embarcaciones, reparando plantas de electricidad y reconstruyendo casas.

Pescadores llegando de pescar luego del huracán María a La Boca en Patillas.

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Esas destrezas les ayudaron a conseguir empleo temporero en las labores de recogido de escombros (usando maquinaria) o en la reconstrucción de edificaciones. De igual manera, esas destrezas les ayudaron a buscar y conseguir trabajo en los Estados Unidos, ya que a raíz del huracán María mucha gente emigró, al menos por seis meses, ya que muchos regresaron. Los huracanes ponen al descubierto la manera equivocada en las que el gobierno permite el desarrollo que altera los hábitats costeros y los procesos dinámicos que allí se dan, como la erosión y la deposición de sedimentos. Cuando llegan las grandes lluvias se descubren quebradas tapadas, escorrentías alteradas y áreas de humedales que se inundan por razones históricas. El impacto económico al sector pesquero es devastador debido a la pérdida de ingresos por dejar de pescar, la falta de acceso al mar y la pérdida de artes de pesca. Las instalaciones de Escombros removidos de la salida del muchas villas pesqueras se destruyeron y algunas Río Portugués que impedían el paso a los pescadores de La Playa de Ponce. no han podido levantarse. Los muelles y las rampas de muchas de ellas, por ejemplo, en la costa este, según la antropóloga humacaeña María L. Cruz, quedaron inservibles por algún tiempo. Mientras que otras, como el Ojo de Agua en Aguadilla, hubo que demolerlas.

Edificio de casilleros destruido por el huracán María en Playuela (Crash Boat), Aguadilla.

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Ostiones frescos.

Rueda de sierra con arroz y habichuelas.

La gastronomía y el turismo se vienen abajo y desaparecen las oportunidades de venta de mariscos y pescados. Cuando el tiempo mejora y se puede ir a pescar, la pesca se hace para abastecer a las comunidades, y hay que hacerlo con cautela pues como no hay electricidad, las oportunidades para refrigerar son escasas. En muchas comunidades los pescadores compartieron neveras y muelles con otros grupos que no tenían. Como menciona María L. Cruz en su estudio: los pescadores son esenciales para alcanzar la seguridad alimentaria en sus comunidades. Hubo una pérdida de 17.8 millones de dólares en el año.

Hubo una caída en los desembarcos de 20% en libras.

Los daños a la infraestructura y el equipo fueron el 51% de las pérdidas reportadas.

Los desembarcos de la costa este resultaron en una caída de 48%.

Se reportó una pérdida de 70% de las nasas. Fuente: Estudio de Juan Agar, Manoj Shivlani y Daniel Matos Caraballo (2020)

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Los pescadores son resilientes… pero, ¿qué quiere decir eso? Esa palabrita, que se puso de moda después del huracán María quiere decir que la gente (y los hábitats) son capaces por sí mismos de volver a ser funcionales, y así seguir echando hacia adelante, o pa’lante, como decimos. Bueno, las comunidades tienen la capacidad para recuperarse, resolver y reconstruir sus vidas, pero luego del desastre necesitan de la ayuda de otras personas y entidades, para poder volver a ser comunidades productivas. Necesitan de asistencia del gobierno central, del municipio, de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) y de organizaciones de fuera del país. Tras el desastre del huracán María llegaron muchas organizaciones de puertorriqueños de los Estados Unidos (de la llamada Diáspora) a darnos una mano. En Añasco Playa y en varias comunidades de Cabo Rojo, los pescadores se beneficiaron de algunas ayudas ya sea gubernamentales o del sector privado. Las comunidades, su gente, los pescadores se ayudaron y junto con el municipio y las ONGs echaron hacia adelante. En el Caribe, y en Puerto Rico, hubo villas pesqueras que recibieron ayudas de organizaciones religiosas para mejorar su infraestructura y trabajaron propuestas para mejorar la calidad de vida en las comunidades costeras e invertir en energía solar para poder atender mejor las necesidades de la población en una próxima eventualidad.

Arriba: Entrega de materiales para construir nasas en Vieques y entrega de compras en Naguabo. En la siguiente página: Villa Pesquera de Vietnam en Cataño destruida por el huracán María.

Los estudios sobre el impacto de los huracanes en el Caribe demuestran que el gobierno central es muy lento en proveer las ayudas necesarias a las comunidades costeras, sobre todo cuando dependen de las naciones a las que están unidos políticamente y tienen que traer las ayudas desde países ubicados en este y otros continentes (Inglaterra, Francia, Estados Unidos, por ejemplo). Aunque ninguno de los estudios que examinamos lo dice claramente, podemos concluir que los gobiernos de las islas del Caribe, ni los de las naciones poderosas tienen la capacidad de manejar con eficiencia el desastre ambiental y el caos social, económico, alimentario y de salud luego de los huracanes de categoría 4 y 5 que nos han impactado y que seguirán haciéndolo. Es por eso que las comunidades costeras deben prepararse lo mejor que se pueda tomando las experiencias del pasado como lección aprendida. Las ayudas no llegarán a tiempo… y si llegan, tal vez sigan otras rutas y otras prioridades, como bien sabemos. Hay que preparar 6


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unas guías para evitar las pérdidas y tomar previsiones para que las villas pesqueras puedan fortalecer su capacidad de recuperarse y ser ‘resilientes’ para los tiempos que se avecinan. De esta manera, el sector pesquero puede seguir operando—al mínimo—después del impacto de un huracán. Las agencias locales y federales deben también desarrollar un plan de asistencia al sector, que sea funcional para los que requieren de un acceso al mar de inmediato para proveer seguridad alimentaria. Que sirva y sea proactivo, a pesar del caos y el revolú que se forma después de un huracán, el plan en el que deben participar los municipios y los líderes de las comunidades costeras que tienen el bagaje histórico necesario y la experiencia para adaptarse a los cambios climáticos que afectarán sus espacios y su cultura costera. Coastal Management, Volumen 48, Número 5. Resiliencia de las comunidades caribeñas ante eventos extremos. Tarsila Seara y Richard Pollnac, editores.

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La misión de Sea Grant consiste en promover la conservación y el uso sustentable de los recursos y los ecosistemas marinos y costeros. Para alcanzar su misión, el programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina.

El Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) es un centro de investigación adscrito al Departamento de Ciencias Sociales, de la Facultad de Artes y Ciencias del Recinto Universitario de Mayagüez. A partir del estudio interdisciplinario y de la investigación aplicada, CIEL investiga, educa y disemina información acerca de procesos sociales costeros con énfasis en la relación entre el ser humano, la sociedad y el medioambiente. https://cieluprm.weebly.com

Créditos Dirección Ruperto Chaparro Serrano René F. Esteves Amador Redacción Manuel Valdés Pizzini Michelle T. Schärer Umpierre Edición Cristina D. Olán Martínez Revisión Ruperto Chaparro Serrano Cristina D. Olán Martínez René Esteves Armador Jannette Ramos García

Coordinación Jannette Ramos García Diagramación y diseño gráfico Cynthia L. Gotay Colón Fotos Jannette Ramos García Impresión Imprenta del Programa Sea Grant Puerto Rico

Contacto Teléfono: (787) 832-8045 Fax: (787) 265-2880 Correo electrónico: seagrant@uprm.edu comepezleon@gmail.com


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