Revista Fuete y Verguilla Vol. 16 #2 agosto 2022

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Fuete y Verguilla

Volumen 16, Número 2 agosto 2022

Programa de Colegio Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez

TEJIENDO HORIZONTES:

Proyecto de documentación de la confección artesanal de redes de pesca en Puerto Rico

Por Vimarie Serrano Bruno

Redes que conectan pasado, presente y futuro en la pesca

El uso de tecnologías para la pesca en el Caribe se remonta a mucho antes de que llegara Cristóbal Colón a las Antillas. Pescadores y recolectores utilizaban tecnologías rudimentarias (básicas) para la pesca. En el siglo 16 (años 1500s), el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, documentó el uso de redes en su Historia natural y general de las Indias, islas y tierra-firme del mar océano

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Aníbal Santiago- La Parguera

Con el pasar del tiempo, se fueron sumando otros métodos de pesca en la zona del Caribe. Por ejemplo, se añadió el uso de los corrales y el de varios tipos de cestería, hilado y cordelería mediante el empleo de fibras extraíadas de plantas como el algodón (Gossypium sp.), el guano (Cocothrinax argéntea), la cabuya (Frucraea hexapetala) y el henequén (Agave sisalana).

La conquista española y el establecimiento de nuevos pobladores provocó el surgimiento de otros oficios vinculados a la pesca y con ello también surgieron los censos y la documentación de las actividades pesqueras y marinas. Se entiende que el primer censo o registro de pescadores aparece en el libro Historia de Puerto Rico del historiador caborrojeño Salvador Brau:

“Desde enero de 1794 hubiese dispuesto por real orden matrícula de gentes de mar por inscripción voluntaria, que ascendió a 1500 hombres, a quienes se reservó el privilegio de la pesca, navegación costera y otros usos en el litoral marítimo.”

Ya en tiempos más recientes y con los cambios generacionales de las comunidades costeras, se fueron empleando o integrando otras tecnologías de pesca, en parte operadas por hombres, pero manufacturadas muchas veces por mujeres. Me refiero al uso de las redes. De esta manera, lo describe la Revista de Agricultura de Puerto Rico:

“Para el pescador, la atarraya tiene un valor promedio de $30.00 a $50.00 y es, por lo tanto, una de las redes que pueden adquirir con mayor facilidad. Es tejida mayormente por las esposas e hijas del pescador y las mujeres más diestras la hacen para otros pescadores mediante encargo.

(La Pesca en Puerto Rico Enero-Junio, 1963)

Estas redes, a pesar del paso del tiempo y los cambios en los métodos de pesca, han sobrevivido a un sinnúmero de escenarios adversos: pérdida del conocimiento tradicional familiar, cambios en el ambiente marino y costero, y muchas gestiones de gobierno infructuosas o de corta duración. Es ampliamente conocido que en Puerto Rico, las distintas administraciones que han regido nuestro gobierno han abordado el tema de la pesca de diversas maneras ya sea mediante reglamentación y legislación, registro y documentación de los pescadores y las actividades pesqueras, como a través de múltiples proyectos que han intentando impulsar el sector pesquero. Son muchísimas las observaciones, estudios, opiniones y visiones sobre estos intentos y sobre lo que aún falta por hacer en este sector. Aunque esto es importante, en este escrito, no abundaremos en ello; nos enfocaremos en las redes.

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El tema de las redes es uno que me apasiona. Son pocos los artesanos y artesanas que aún fabrican estas redes. Estas personas forman parte de comunidades de pescadores que han luchado contra toda adversidad por su permanencia en el litoral y por conservar sus comunidades y tradiciones artesanales. Además, le han sobrevivido a los impactos de la sobrepesca, la contaminación costera, las construcciones en la costa, el deterioro de los hábitats esenciales para la pesca y los cambios en el clima, entre muchos otros elementos. Las pocas comunidades pesqueras que permanecen ancladas a la costa son muestra de una herencia cultural fuerte que mantiene su identidad. En ese contexto histórico, social y de resiliencia en las comunidades costeras es que se basó la propuesta de Tejiendo Horizontes

Tejiendo Horizontes fue un proyecto que inicié en el año 2016 antes del huracán María y que culminé en 2018. El propósito era explorar y documentar la presencia de tejedores de redes en los barrios de las comunidades pesqueras que componen el litoral costero de Puerto Rico. Consistió de una serie de visitas, entrevistas y solicitarles que cada uno tejiera un pedazo de red, utilizando el chinchorro como inspiración y reflexión. Visité 22 villas pesqueras alrededor de todo el archipiélago de Puerto Rico, incluyendo Vieques y Culebra. Fui grabando testimonios y anécdotas del mar, nostálgicos relatos de tiempos más prósperos de la pesca. Aquí, en Fuete y Verguilla, presento algunos de esos rostros y sus prácticas para la confección de las redes.

Rostros en la confección artesanal de redes de pesca en Puerto Rico

José “Yuyo” Calazam Vargas

Boquerón, Cabo Rojo

Yuyo es original de Puerto Real y aprendió a tejer atarrayas a los 12 años de la mano de su padre quien a su vez era pescador. Mencionó haber conocido más de 20 tejedores que pescaban y elaboraban redes en su tiempo de juventud. Entre ellos, dijo haber conocido a un tejedor no vidente que tejía todo tipo de chinchorros, atarrayas y trasmallos.

1/25/23, 11:30 AM IMG_9150.JPG https://drive.google.com/drive/folders/12CgHhPBc49nFcMAvLdtY2oW_BCauETd0 1/1 Volumen 16, Número 2 agosto 2022 4
José “Yuyo” Calazam Vargas

En la primera villa pesquera de Puerto Rico, conocí a Gilbert que como tantos otros pescadores, aprendió a pescar y a tejer redes durante su niñez. Gilbert vive en la comunidad de Puerto Real, donde existen distintas actividades relacionadas a la pesca. Algunos pescadores de la villa todavía emplean parte de su tiempo en montar boyas a los trasmallos o chinchorros. Utilizan materiales industriales de plástico y espuma de goma (foam) regularmente.

1/25/23, 11:22 AM IMG_9263 (2).JPG https://drive.google.com/drive/folders/1-3jvr6l1dYx5UjzkuaWgBPmH2B7siL4B 1/1 Volumen 16, Número 2 agosto 2022 5
Gilbert Barber Puerto Real, Cabo Rojo Gilbert Barber

Don Lico Vargas

Barrero, Rincón

También en la costa oeste, en Rincón, conocí a don Lico. Él comenzó a tejer a los 10 años y en su caso, fue su padrino quien le enseñó. Desde entonces, se dedica al arte de tejer atarrayas. Utiliza nilón de grosor fino número 6 en distintos colores. Añade las pesas de plomo que provienen de industrias comerciales. Me comentó que antes, derretía el plomo para emplear la terminación al pie de la atarraya. Sin embargo, abandonó esa práctica ya que es una modalidad que puede resultar peligrosa, debido a los riesgos de que el plomo caliente y derretido caiga en los ojos o en otras partes del cuerpo.

Villa Pesquera de Añasco

A la edad de 14 años, Cecilio comenzó a tejer redes. Su aprendizaje lo adquirió observando a un familiar. Mencionó que se utilizaba el algodón como material de tejer y se hervía en un caldero con las raíces de los mangles. Este pigmento orgánico hacía que se “curara” la red y fuera más duradera, según me comentó.

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Cecilio Acosta Don Lico Vargas

Margarita Martínez

Dulces Labios, Mayagüez, en las cercanías de la Villa Pesquera El Docky

Margarita es hija de pescadores. También es tejedora. Comenzó a tejer desde niña. Su padre y su madre eran tejedores de redes tales como las atarrayas y los trasmallos. Ella me comentó que cada arte de pesca se teje de forma distinta. La atarraya se teje en triángulo y el trasmallo en cuadritos. Un aspecto interesante es su manera de emplear la técnica de tejido. Margarita lo hace sin aguja, haciendo nudos con sus dedos.

Amado y Dominga Hernández

Fajardo

Don Amado y su hermana Dominga aprendieron a tejer redes durante su adolescencia. Al igual que ellos, sus otros hermanos sabían tejer chinchorros. Doña Dominga tejía como una máquina, según Amado la describe. Don Amado ofreció talleres de montar redes y hacer nasas. Fue capitán de embarcación y cuando lo entrevisté, tenía 95 años y todavía salía a pescar.

Culebra

En la Isla de Culebra conocí a Benjamín Pérez quien aprendió a tejer redes, atarrayas, filetes y hacer otras artes de pesca desde su niñez. Aprendió estos menesteres por necesidad. Pescaban mucho molusco al igual que otras especies de pescado. Para construir las redes, usaban hilo o cabuya de maguey u otras fibras, ya que eran parte de los recursos naturales que proveía la Isla.

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Benjamín Pérez Benjamín Pérez Margarita Martínez Don Amado

En el pueblo de Luquillo, don Eugenio Flores me dio una demostración de sus conocimientos y su habilidad con el tejido de redes. Uno de sus comentarios giró en torno a los materiales que usaban en otros tiempos. Me dijo que el material orgánico podía durar hasta 5 años sin desintegrarse en agua salada, refiriéndose al algodón. Mientras que una red de nilón podría durar hasta 80 años. Fue una conversación amena sobre cómo los materiales han ido cambiando y cómo si se dejan a la deriva, impactan los recursos marinos.

Amador “Cuco” Rodríguez

San Demetrio, Vega Baja

Cuco es pescador y tejedor. Uno de sus comentarios giró en torno al uso del árbol conocido como “árbol de corazón”. Relató que su abuelo lo mandaba a él y su hermano a buscar el árbol para cortar sus raíces. Luego las ponía a secar durante 5 a 6 meses. Más adelante, las ponían en un fogón y las pasaban por una puya (vara), hacerles un hueco de lado a lado y que quedaran en forma boya para ser usadas en las redes.

1/25/23, 11:26 AM IMG_8486.JPG https://drive.google.com/drive/folders/1lMqERasNHIjN5tdDT6yjsD-JFYl4Vbh4 1/1 Volumen 16, Número 2 agosto 2022 8
Eugenio Flores Luquillo Eugenio Flores Amador “Cuco” Rodríguez

Ingenio, Toa Baja

Teté es pescador del barrio Ingenio y lo conozco de toda mi vida. Es un personaje, algo así como una leyenda en el barrio. Es tejedor y pescador de oficio desde niño. Tuve la experiencia de salir a pescar con él en varias ocasiones y capturar algunas mojarras, robalos y jueyes. Me enseñó a “bogar” o remar su pequeña embarcación y luego me explicó cómo escamar el peje y abrirlo correctamente. Es un diestro tejedor de atarrayas.

Son muchas las historias orales que hilvana (enlazan) el litoral costero puertorriqueño. Otros pescadores, artesanos y artesanas con quienes conversé son: Pulky (Loíza), Sergio (Vega Baja), doña Guyín (Lajas), Peyón y Alfredo (Isabela), Carmelo, Chame y Miguel (Yabucoa), Ovidio (Aguada), don Rodrigo (Maunabo), Luis Samuel (Guayama), don Víctor (Barceloneta), El Múcaro (Hatillo), Fernando (Dorado), don Julio (Ponce), Cookie (Camuy), El Chuchin (Guayanilla) y Neftalí (Arroyo). A ellos y ellas, gracias por su tiempo, confianza y conocimiento.

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Ernesto “Teté” Matos Ernesto “Teté” Matos

Otras observaciones

En el proceso de documentar a los tejedores y tejedoras de redes, también pude observar las condiciones de las villas y comunidades pesqueras. Uno de los aspectos más tristes fue percibir las villas pesqueras abandonadas. Al caminar por las comunidades pesqueras, me informaban de que ya la mayoría de los artesanos de pesca habían perecido o me enviaban por el barrio a buscar alguna casita donde todavía podía encontrar al menos una “aguja”. En ocasiones, hay quienes comentaban “válgame eso ya no hay quién lo haga”.

Durante la búsqueda de estos tejedores, fui desarrollando un vínculo con pescadores y sus familias. A medida que documentaba su oficio de tejer, comenzaban a deshilarse distintas realidades de las comunidades pesqueras. Cada pueblo y comunidad tiene su jerga en cuanto a la pesca: historias, anécdotas y relatos de pescadores que sirvieron a los más jóvenes de gran inspiración durante décadas y todavía siguen latentes en la memoria de los pescadores. Cada red fue tejida en dimensiones variables. Cada artesano y artesana tejió su pedazo de acuerdo a su modo de empleo particular y a su vez como un gesto representativo de su pueblo, algo así como un ícono de su identidad cultural. Por otro lado, la elaboración de malleros y agujas hechos artesanalmente ha demostrado que aún preservan sus costumbres del ayer.

A lo largo de mi recorrido por los pueblos costeros se evidenció la presencia de al menos un artesano de redes. Las edades de estos artesanos y artesanas oscilaban entre los 50-60 hasta 95 años de edad. Entre todos los tipos de redes, el chinchorro como símbolo de intercomunidad para mí, fue generacionalmente representativo de una integración de esfuerzo colectivo ya que es un arte de pesca operado por una colectividad y no por un individuo.

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Pucho Valle - Puerto Real - Cabo Rojo

Reflexiones finales

La pesca ha sido motor de inspiración para algunos escritores, documentalistas, fotógrafos, poetas y ensayistas tales como Fernández de Oviedo, Salvador Brau, Charles E. Rotkin, Facundo Rivera Natal, Jack Delano y Néstor Rodríguez Escudero, entre otros. La pesca me inspiró a seguir creyendo que una pesca resiliente y sostenible es posible; todo ha sido por ellos… que son “gente de costa”. En ese sentido, todo sea para preservar parte de esa historia que seguiremos hilvanando día tras día, para futuras generaciones como un cordel o cabuya de sucesos que componen nuestro tejido social.

Nació en San Juan, Puerto Rico. Comenzó estudios formales en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de San Juan, especializándose en Comunicación Visual. Más adelante, cursó estudios en Arquitectura del Paisaje a nivel de Maestría en la Universidad Politécnica de Puerto Rico. Ha servido como voluntaria en el Fideicomiso de Conservación, donde participa en aspectos ecológicos y de conservación histórica. También ofreció talleres en la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, bajo el proyecto Vive las Artes en la Educación (VAE). Ha participado en algunas exposiciones de arte local y fuera de Puerto Rico. Desea seguir desarrollándose en el campo del Diseño y la Ecología por la importancia, revalorización y conservación de los recursos naturales, que son nuestra principal raíz de vida y representan el futuro.

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Sobre la autora Vimarie Serrano Bruno

La misión de Sea Grant consiste en promover la conservación y el uso sustentable de los recursos y los ecosistemas marinos y costeros. Para alcanzar su misión, el programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina.

El Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) es un centro de investigación adscrito al Departamento de Ciencias Sociales, de la Facultad de Artes y Ciencias del Recinto Universitario de Mayagüez. A partir del estudio interdisciplinario y de la investigación aplicada, CIEL investiga, educa y disemina información acerca de procesos sociales costeros con énfasis en la relación entre el ser humano, la sociedad y el medioambiente.

https://cieluprm.weebly.com

Créditos

Dirección

Ruperto Chaparro Serrano

René F. Esteves Amador

Coordinación

Jannette Ramos García

Redacción

Vimarie Serrano Bruno

Edición

Cristina D. Olán Martínez

Jannette Ramos García

Revisión

Ruperto Chaparro Serrano

René F. Esteves Amador

Cristina D. Olán Martínez

Jannette Ramos García

Stephanie Díaz Pérez

Diagramación y diseño gráfico

Cynthia L. Gotay Colón

Fotografías

Vimarie Serrano Bruno

Jannette Ramos García

ISSN 2157-8842

Portada
pescador de Guayanilla Impresión Imprenta del Programa Sea Grant Puerto Rico Contacto Teléfono: (787)832-3585 Correo electrónico: seagrant@uprm.edu comepezleon@gmail.com
Chuchin,
Pucho Valle y su hijo Jorge- Puerto Real

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