F u et e y V e rg u il l a
Vol u m e n 5 , N u m e ro 3
Fu ete y Verguilla
Volumen 5, Numero 3
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agosto 2 0 1 1
Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplina rio de Estudios del Lito ral (CI E L ). . de la Universidad de Pu erto Rico, Recinto de Maya gu e z
La mujer en la pesca
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Fu ete y Verguilla
C a r l a Veronica Asca rza
Estudios
Artista plástica y periodista paraguaya
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M a s c a ra d e m u j e r p e z
Sobre la obra
R
L
Exposiciones
Información tomada de: http://carla-ascarza.artelista.com
Individuales: Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA), Centro Cultural de Areguá, El Cántaro, Galería Ruiz Benítez, RB; Verónica Torres Colección de Arte. Nacionales Colectivas: Museo Nacional de Bellas Artes, Manzana de la Rivera, Centro Cultural La Terminal, Hotel Guaraní, Hotel del Lago de San Bernardino, Hotel Excelsior, Hotel Acuario de San Bernardino, Paseo Vía Bella, Galería Multiarte. Exposición denominada Tetagua Rova y muestra en la Universidad Católica de Asunción en el evento “Diseño y Sostenibilidad”. Exposición denominada y Bos Que? Agua Ntamos? en el Centro Cultural Juan de Salazar. Exposición itinerante en el interior del país Tetaguá Rova, inaugurada en el Hall Central de la Bicameral del Congreso Nacional. Internacionales colectivas: Muestra itinerante en España (Murcia) y muestra colectiva en Argentina, Punta del Este, San José- Uruguay; ArtePunta, en el Conrad Hotel de Uruguay. Exposición Internacional Itinerante Tetagua Rova, en el marco de los Festejos del Bicentenario.
Salones: Seleccionada en el concurso Salón Regional de Artes Visuales 2010, organizado por el Área de Artes Visuales de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Corrientes, para la exposición en la Sala José Negro del Museo Provincial de Bellas Artes Dr. J. R. Vidal.
a obra Máscara de Mujer Pez pertenece a una serie de pinturas realizadas al acrílico sobre lienzo, en las que la artista presenta al género femenino con los cientos de rostros (máscaras) que una mujer de nuestros tiempos debe o quiere asumir. Mujer Pez, se refiere a aquellas mujeres que se dedican a la pesca como medio de subsistencia, pero que lo hacen teniendo en cuenta la preservación de las especies. Es un homenaje a todas las mujeres que aman ese oficio y lo hacen con responsabilidad.
Agradecimi ento
E
n mi afán por conseguir una imagen que representara artísticamente, a la mujer en la pesca, me topé con la extraordinaria obra de la artista paraguaya, Carla Verónica Ascarza. De inmediato, me di a la tarea de escribirle a su correo electrónico, solicitándole permiso para usar Máscara de Mujer Pez para la portada de nuestra nueva edición de Fuete y Verguilla. Fue agradablemente sorprendente, recibir respuesta casi inmediata de Carla. Su entusiasmo ante mi pedido, fue contagioso y en compañía de Johanna Guzmán Castillo, fiel colaboradora de Fuete y Verguilla, creamos la portada con su obra. Quiero darle las gracias a mi nombre, a nombre del CIEL, del Programa Sea Grant y de todas las mujeres que, de una forma u otra, se relacionan con el oficio de la pesca por su manera tan desprendida y genuina de brindarnos su obra que tan dignamente representa a la mujer en la pesca. Jannette Ramos García Coordinadora Fuete y Verguilla
Foto por: Oliver Bencosme Palmer
ealizó estudios de arte en el taller de Línea y Color con el Prof. Livio Abramo; Línea y Color con el Prof. Luís A. Boh; Taller de Dibujo para libros de cuentos con Jo Oliveira. Inició estudios de Artes en la Escuela de Bellas Artes. Participó de talleres impartidos por Olga Blinder, Edith Jiménez, Lisandro Cardozo y Vicente Duré. Actualmente cursa la Licenciatura en Artes en el Instituto Superior de Arte de Verónika Koop. Actualmente es socia fundadora de la Asociación de Artistas Solidarios del Paraguay. Socia activa de Gente de Arte.
Murales: Confección de Mural en Asunción, (Esgrafiado) plaza de Los derechos Humanos realizado en el marco del Encuentro Internacional de Muralistas organizado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Asunción, 2008; Mural realizado en la Terminal de Omnibus de Asunción a pedido de la Dirección de la Terminal: Viajeros, Mural en la Terminal de Omnibus realizado a pedido de la Dirección de la Terminal: Independencia o Muerte; Mural realizado en la ciudad de Villa Hayes: La ciudad de los cinco nombres, confeccionado a pedido de la Intendencia municipal y la Gobernación del Chaco. Tarjetas navideñas: confección de diseños para las tarjetas navideñas 2008- 2009 de la Fundación Rayitos de Sol.
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Jannette y Johanna
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Las mujeres en la pesca: Descubriendo lo qu e siempre ha estado ahi Por: Manuel Valdés Pizzini
Malecón en la costa del Municipio de Arroyo
Me han estremecido un montón de mujeres… Silvio Rodríguez
P
or todo el planeta, la pesca aparece como una actividad en la que faenan los hombres curtidos por la sal y la experiencia. Los observadores de la pesca han concentrado su mirada sobre el mundo de los
hombres, sus costumbres, sus prácticas y sus intercambios comerciales. En los medios de publicidad, en el
cine, en los carteles y en las fotografías aparecen las manos duras y recias de los hombres, trabajadores del mar, que traen a la playa los manjares de las aguas para ponerlos en las mesas de los hogares, o en la de los restaurantes, o en el chinchorrito de la costa. Pero muy pocas personas han mirado con detenimiento a las mujeres en ese mundo. Al parecer, las mujeres son invisibles para quienes describen y estudian el mundo de la pesca.
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Sin embargo, cuando uno se lo propone, empieza a notar que, detrás de la escena de hombres pescando, hay una gran cantidad de mujeres sin las que la economía pesquera no funcionaría. En muchas partes del mundo las mujeres trabajan en distintas tareas de la pesca, en la costa, en alta mar, o recolectando
moluscos en las playas. En Puerto Rico, las mujeres tienen un importante papel en la pesca, pero es posible que la historia reciente de la Isla haya transformado la manera en las que las mujeres se integraban al mundo pesquero. La Operación Manos a la
Obra, dedicada a la industrialización, abrió un sinnúmero de fábricas por todo el país, que
reclutaban mujeres para la línea de ensamblaje.
Desde la década de 1960, las mujeres empezaron a integrar la fuerza laboral industrial en grandes números, y así dejaron a un lado algunas tareas pesqueras a las que se dedicaban. Es muy
probable que la oportunidad de un empleo fijo en el mundo industrial diera paso a que las
actividades de este sector se quedaran, casi de
manera exclusiva, en las manos de los hombres. No obstante, y a pesar de ese proceso social y económico, la mujer ha tenido y tiene un papel protagónico en las pesquerías.
Mujeres trabajando en la industria de la aguja Foto tomada de los archivos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos http://www.loc.gov/pictures/resource/fsa.8c08344/
Muchos desconocen que en nuestro litoral las mujeres han desempeñado
un importante papel en el financiamiento y manejo de la empresa pesquera
familiar. Muchos recordarán a tantas mujeres emprendedoras que manejaban el guariquitén de vender pescado, la pescadería y hasta las asociaciones de
pescadores. Por todo el Caribe, las mujeres son las encargadas de la venta del pescado y existe una larga tradición de ello. En Puerto Rico, tal vez se perdió
algo de esa tradición, pero lo que sí puedo afirmar es que en todo el litoral hay mujeres manejando la compra-venta de pescado. Esa experiencia también las pone al frente en las gestiones con las agencias gubernamentales, y por eso participan activamente en reuniones y vistas públicas.
Aunque nos faltan datos, pensamos que en muchos lugares las mujeres
compraban y vendían embarcaciones, o se las pasaban a sus hijos para que prosperaran en ese mundo. Las empresas más poderosas de Puerto Real,
en Cabo Rojo, empezaron de esa manera. Esa historia, de las mujeres como
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financistas de las empresas pesqueras familiares, está por escribirse y es importante rescatarla.
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La pesca artesanal, como una empresa o firma familiar, dependía de la
participación de todos y cada uno de sus
miembros. Los niños y hasta los hombres adultos, por ejemplo, ayudaban a las
mujeres en sus compromisos con las
suplidoras de piezas de vestir y guantes para coserlos. La industria de la aguja, de gran prominencia en el oeste de
Puerto Rico, desde principios de siglo XX,
reclutaba a mujeres –y con ellas a familias enteras de toda la región—, para que
Dos mujeres cosiendo guantes en Puerto Real, Cabo Rojo Foto tomada de los archivos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos http://www.loc.gov/pictures/resource/fsa.8a38176/
trabajaran por encargos, por piezas. Todo el mundo en la casa ayudaba a la madre
en esa gestión, que era, en aquel entonces,
una de las pocas fuentes de dinero en
efectivo, usado a su vez para invertirlo en embarcaciones y artes de pesca. Muchos hombres nos cuentan
que de niños afinaron sus destrezas con el hilo y la aguja, cosiendo guantes y otras prendas de vestir, en la industria de la aguja.
Las destrezas de las mujeres en el tejido eran transferibles también a la construcción y a la reparación de
artes de pesca, como las nasas (que entonces eran tejidas con bejucos), los chinchorros, los trasmallos y los mallorquines. Un estudio realizado por Mervin Ruiz del Centro de Investigación Social Aplicada (CISA) del
Recinto Universitario de Mayagüez, en la década de 1990, comprobó que el auge en las redes de ahorque en
ese período se debió, entre otros factores, a que muchas mujeres trabajaron en la reparación y la confección de las artes, facilitándoles a los pescadores más tiempo para pescar. Quizá de mayor importancia es el hecho que las
mujeres participan activamente en las actividades
pesqueras, hombro con hombro, con sus compañeros y
parientes. Levando nasas, pescando de silga, engoando, recogiendo el mallorquín, con la cala en mano, en fin, en muchas de las actividades de captura de peces.
Encontramos mujeres como dueñas de embarcaciones y como proeles en distintos tipos de pesca. En Boquerón, algunas de las personas que laboran en la recolección de almejas y ostiones de mangle son mujeres, al igual que quienes los venden en las calles del poblado.
Hortensia Rodríguez Ginorio
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Aunque los hombres también participamos del mundo gastronómico, es muy cierto que ese es un renglón dominado por las mujeres, y son ellas las que han sido responsables por desarrollar toda una cultura
culinaria basada en todas las especies que se pescan, no las preferidas en los restaurantes: el chillo, el
carrucho, el chapín y las langostas. Jannette Ramos García, coordinadora de Fuete y Verguilla, visita todo el litoral puertorriqueño para recopilar historias, anécdotas y experiencias de la confección de esa
comida autóctona de los hogares de la costa, de las que las mujeres son su artífice principal. Por otro lado, esa experiencia culinaria ha sido exportada por las mujeres a los friquitines, chinchorros y
restaurantes. Esa es una historia que no aparece en los libros de historia, pero
nuestro equipo de trabajo ha
podido recopilar información,
en los archivos,
que sugiere que la historia de la
costa es también la historia del pescado frito,
como alimento,
como mixtura y como manjar
de litoral. Hay que seguirle el
rastro a los permisos otorgados por los ayuntamientos a
mujeres y a familias para poner su negocio de venta de pescao
frito. Hoy día, una buena parte
de las capturas pasa a ser procesada y vendida localmente en la forma de pescado frito, en escabeche,
ensaladas de mariscos, caldo de pescao, bolitas de pescao, acompañado de arepas, sorullitos y otras frituras que son la delicia de los comensales. Es esa una de las maneras en las que las mujeres trabajan en una
pesquería, pues es esa una de las formas en las que se vende el pescado fresco y se le añade valor. Vienen a
mi mente los nombres y los apodos de muchas mujeres, reconocidas por su aportación culinaria en la costa.
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El nombre de Gela, en Aguadilla, es uno de ellos.
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Si algo hemos aprendido de la pesca, es que esa actividad tienen un alto valor cultural para la gente de
las comunidades pesqueras. La pesca es parte de su identidad y de su idiosincrasia. En el litoral, todos
están vinculados por la pesca, tienen parientes que pescan, trabajan en algunas actividades relacionadas o están indirectamente atados a ese mundo. Las transformaciones en la sociedad puertorriqueña, la
modernización, la industrialización, los cambios en las devociones religiosas (de católicos a protestantes) fueron alterando, poco a poco, la cultura de la costa. Como resultado, hubo un momento en que se fueron
olvidando las costumbres, las prácticas religiosas y hasta algunos conocimientos locales. Aunque esto no ha sido estudiado todavía, nuestro recorrido por el litoral nos sugiere que gracias a un grupo de mujeres comprometidas, se ha recuperado una buena parte de la cultura y las tradiciones de la costa. En muchas comunidades las mujeres han sido las guardianas de la imagen de la Virgen del Carmen y han hecho lo
posible por volver a buscar esa tradición, con el fin de concienciar a la gente de la importancia de su pasado, de su patrimonio y lo que eso significa para su permanencia en el futuro.
Puede uno mencionar a muchas mujeres, yo prefiero reconocer aquí a Yolanda Rodríguez quien, en Puerto Real de Cabo Rojo, hizo todo lo posible por rescatar la procesión de la Virgen del
Carmen y por realzar la identidad del lugar, a través del Festival del Pescao, que se me antoja era parte de las celebraciones fiestera (no-religiosas), de la celebración de la Virgen del
Carmen en el mes de julio. Yolanda tomó esa parte fiestera y la movió para la Cuaresma, cuando se vende mucho pescado y cuando hay aires de carnaval. De esa manera, y a través de
los medios de comunicación, rescató una tradición que venía menguando y, de alguna manera, contribuyó a mantener la
tradición y la cultura de los pescadores. Quien lea estas líneas Virgen del Carmen en Rincón
puede pensar en una o dos mujeres que se han echado sobre
sus hombros las tradiciones de la costa o que han empujado la creación de festivales para darle vida al litoral.
Por mucho tiempo la figura de la mujer ha sido invisible para quienes manejan los recursos o quienes
toman decisiones por ese sector. Se han olvidado que gracias a ellas se han mantenido las tradiciones, la cultura y hasta la salud financiera de los hogares y las firmas pesqueras. Lo mismo ha pasado en otras
partes del mundo, donde las mujeres pescan en alta mar, trabajan en las procesadoras de pescado (como
solían hacerlo aquí en la atuneras), son recolectoras de valiosos y deliciosos moluscos (percebes, ostiones,
ostras, almejas, mejillones), venden el pescado y son empresarias y dueñas de distribuidoras y restaurantes de pescado y mariscos. En Fuete y Verguilla, hemos querido rescatar y subrayar el importante papel de la mujer en nuestras pesquerías, dedicándoles este número de la revista.
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Una mujer de ma r Por: Irizelma Robles Álvarez
Cataño
M
argarita “Toñita” Correa Márquez, pescadora de Cataño, me concedió una entrevista en su casa el 12
de abril de 2006. En aquel entonces, estaba interesada en conocer el fenómeno atmosférico y cultural
de la marejada de los muertos. Quiero compartir con ustedes y dejar constancia de lo que Toña me habló
sobre ser mujer en el oficio de la pesca, sus impresiones más íntimas sobre el mar y su amor desmedido por los peces. Este pequeño homenaje a una mujer de mar pretende acortar la distancia entre nosotras.
Aunque estaba muy enferma y convalecía en cama cuando la entrevisté, Toña todavía se sentía pescadora.
Me dijo que no podía salir a pescar, pero que mantenía los lazos con el mar porque conversaba con él. Toña
salía a pescar con su esposo, quien fuera su principal maestro en el arte de la pesca. “Le dije a mi esposo: Me
enseñas a pescar. Al principio, pescaba sierras y bonitos. Al bonito hay que darle un tajo en la garganta pa’ que bote toda la sangre.” Cuando salía a pescar nunca regresaba del mar sin peces. Ella adjudicó esta ganancia a su fe religiosa y a una oración sencilla que siempre hacía antes de entrar al mar: “En mi yola, cuando yo
sabía que iba a poner el piesecito en la yola, decía: Señor y Virgencita, Santa Madre de Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.”
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Ser la única mujer del pueblo dedicada a la pesca le costó el mote despectivo de la “bruja” o la “loca.” Toña estaba muy consciente de que la distinguía un oficio que era exclusivamente masculino. Esa conciencia se convirtió en fuente de orgullo cuando se comparó con Jesucristo, quien era pescador de almas, mientras
que ella era “pescadora de peces, ¿viste? ¡una mujer!” “A mí como mujer me hablaban malo, me decían que yo
era una bruja. Bendito, ¿bruja de qué? Pero me lo decían y yo, pues ¿qué iba a hacer? Llegaban los de la marina y decían: “já, una mujer es la que nos da pela.” Se enfogonaban, pero ya todos esos están en el otro mundo. Y
en San Juan, ¿quién queda? Ninguno de los viejos, porque unos se han muerto y otros se han embarcao y no se sabe de ellos más.” Toña reconoció que vive muy orgullosa del mar por todo lo que le dio, pero que también el oficio de la pesca no deja lo suficiente para vivir:
Yo cuando salía iba con Dios en mi boca, yo decía: Dios mío ayúdanos que tú sabes que hay que pagar la luz. Había que pagar medio peso, eso pagábamos de luz en aquel entonces. Figúrate, había que pagar la luz, no teníamos agua porque había que buscar agua en cisternas públicas, sí porque tú sabes, muchas veces los pescadores no viven ná de bien, porque tú lo ves que muchos pues se dedican a pescar porque hoy trajo buena pesca y después no sabes tú que ni él ni uno. Hay veces que el mar no da, cuando después que tú cargaste con tó los motetes pa’ ponerlos en el muelle pa’ entonces meterlos a la yola pa’ irte a pescar y cuando llegas ahí alante, ¡qué es eso, muchacha, ese blanquizal! Y los pescadores no pasaban ná de bien en aquél entonces, se pasaba hambre. Hay veces que tú sales, sacas la carná temprano, le haces así, le sacas la tostona, le pones sal, pa’ por la noche irte a pescar, y por la noche cuando tú llegas a pescar pues los peces están quietos allá abajo, no se mueven, y por la mañana cuando tú estás cogiendo el sueñito ya, vienen y te dan un jaloncito, y te levantas pa’ cogerlo. Yo trasnochaba, muchacho, y cuando echaba trasmallo, había que amanecerse desde las siete de la noche hasta el otro día a las siete de la mañana. Venía yo entrando con mi pescao pa’cá, yo le vendía pescao a Julio Martínez, le vendía, pregúntale a Cundá todo el pescao que yo le llevaba. Me decían: Muchacha y ¿qué es eso?, tú no le dejas ni un pescao a uno.
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El Morro visto desde Isla de Cabra en Cataño
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“Ay, a mí no me eches culpa, eso es de Papá Dios,” respondía Toña.
El mar era la otra casa de Toña. Sus descripciones del mar responden a una manera muy hermosa de
referirse a la miniatura, que convierte la inmensidad marina en una ciudad adoquinada, transitable, en la casa de los caracoles que, a su vez, permiten que se escuche el sonido del mar en sus adentros. Así era el mar de Toña:
¡Lindísimo es ese mar! Tú puedes caminar por sitios porque hay sitios que se puede caminar, pero hay otros que tienen unos peñascos así pa’rriba, ¡muchacha!, yo gracias a Dios... Fíjate
ahora es que me he enfermao de mis patitas. Por dentro es ¡precioso! Tiene unos adoquines,
muchacha, ¡qué cosa bella tiene ese mar por dentro! Tiene sí como forma de unos adoquines, que tú los caminas, paraíta los caminas, es bien bonito. Y después tú le ves muchos caracolitos, yo tenía ahí un montón de eso, de los bien grandotes así, lo tenía ahí. Tú te acuestas a dormir y haces así y sientes como esas voces tan lindas, como si estuvieran tocando un acordeón adentro de esos caracoles. Yo le decía a mi marido cuando yo los oía: papi, tú estás oyendo eso. Y me decía: Sí, lo estoy oyendo, acuéstate. Y yo me acostaba y me quedaba dormía, hasta que entrábamos después como a las seis por la boca del Morro, llegábamos allá a San Juan a la playa y entonces vendía el pescao allí. En la marina, yo me entretenía cogiendo los caballitos de mar pa’ tirarlos otra vez. En la marina, que habían muchos por las piedras. Ay, muchacha que tú los veías tan lindos así.
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Su manera de ver la fauna marina, de entenderla
como si fuera una repetición del mundo de los seres
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Irizelma Robles Alva rez
humanos pervive en su idea de los caracoles, los
hipocampos y también los arrayaos, esos “pejes”
que devolvía luego de pescarlos porque interpretaba el movimiento de su boca como si pidieran a su
mamá y a su papá: “Yo todo lo aprendí con el agua salaíta. Yo cogí unos arrayaitos y la ignorancia
me hacía devolverlos al mar porque preguntaban por su mamá y su papá. Sí con la boca hacían un movimiento que a mí me parecía que querían
regresar con su mamá y su papá. Y yo los tiraba de
Irizelma Robles Álvarez nació en Puerto Rico
la pesca o por esa visión tan maternal y femenina
doctoró de la Universidad Autónoma de México,
nuevo al mar. Mi marido me regañaba por eso.” ¿Por
qué la regañaría su esposo en verdad? ¿Porque soltó del mundo de los peces?
No es posible deducir si es la naturaleza femenina, la naturaleza del mar o la naturaleza de la experiencia de las pescadoras la que resulta en una visión
poética del acto de la pesca, pero solo escuché la metáfora de los peces convertidos en lluvia en
la voz de Toña y la pescadora de Aguadilla—la
segunda y última pescadora que conocí durante mi investigación, Yolanda “La Prieta” Santana. Toña
me dijo que cuando hay mucha sardina en el mar
“parece lloviznitas que van cayendo.” Yolanda me
dijo que pescaba de chinchorro y que “se escucha mucha lluvia,” refiriéndose a los peces. Ambas
pescadoras convierten los peces en lluvia, haciendo del mar un cielo.
Estas palabras de Toña resumen muy bien la
intensidad con la que vivió la belleza del mar, que fue también la belleza de cada acto de su vida
cotidiana: “Si vuelvo a nacer otra vez, si doy mi
cambio y vuelvo a nacer me gustaría ser, volver a ser
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pescadora.”
en 1973. Luego de su bachillerato en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, se
especializándose en Estudios Mesoamericanos. Ha participado en diversos recitales en Puerto
Rico, México y Santo Domingo. Ha publicado dos
poemarios: De pez ida, editorial Isla Negra (2003) e Isla Mujeres, editorial Fragmento Imán (2008). Fue la primera finalista del premio nacional de poesía de 2009 del Pen Club de Puerto Rico por su poemario Isla Mujeres. Su interés tanto
etnológico como poético la ha comprometido con una investigación sobre el mundo simbólico
de las comunidades de pescadores. El libro lleva por título La marejada de los muertos. Tradición oral de los pescadores de la costa norte
de Puerto Rico, publicado recientemente por el
Centro de Investigaciones Sociales de la UPR en Río Piedras (2009). Participa en la Antología
de Pesca y Pescadores de América Latina y el
Caribe que se publicará bajo el sello editorial de la Universidad Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional (en prensa). Fue
poeta invitada al 2º Festival de la Palabra en Ballajá, San Juan (2011).
La Mela, Cabo Rojo.
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Buscando las mujeres en la pesca Por: Jannette Ramos García
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ecuerdo que de pequeña, escuchaba a mi mamá y a
mi papá hablar de Puerto Real. La relación con esta
comunidad llegaba a mi familia a través de Lalo Vega o
Lalo Escoba, que era como mucha gente le conocía. Don Lalo, era el suegro de mi tía materna, Rosín. Luego de algún tiempo, supe que él era vendedor de pescado y
más tarde aprendí que era neverista. Escuchando a papi y a mami fue como desarrollé un lazo muy fuerte con
esa comunidad, que aún perdura. En mi adultez, regresé a estudiar al Recinto Universitario de Mayagüez donde
tomé el curso de Geografía cultural con el doctor Manuel Valdés Pizzini, y en su clase, uno de los temas discutidos fue el de la historia de Puerto Real. Demás está decir
que fue maravilloso para mí, el aprender tantas cosas
que desconocía sobre esta comunidad tan importante en nuestro país. Pasado el curso, decidí tomar unos
créditos en investigación y le pedí al profesor Valdés, que me permitiera ser su alumna nuevamente y que él fuera mi mentor. Mi tema seleccionado fue el de la mujer en la pesca. Este tema me atrajo porque
quería saber si las mujeres se habían aventurado a
participar activamente en este oficio que desde tiempos inmemoriales se asocia solo con los hombres.
A pesar de ser caborrojeña, de sentir el orgullo de
haber nacido en este pueblo costero y de conocer la
importancia que tiene Puerto Real al ser la comunidad pesquera productora de la mayor cantidad de pescado de todo Puerto Rico, desconocía dónde estaban las
mujeres en este oficio. Tenía la visión estrecha de que las que encontrara, serían solo pescadoras. Jamás
imaginé todo el espectro de labores que dentro de la pesca, una mujer puede realizar.
Puerto Real, Cabo Rojo.
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Así que, en esa ocasión, me di a la tarea de descubrirlas y documentarlas . Libreta y bolígrafo en mano
y acompañada de un deseo inmenso por desentrañar, lo que pensaba era de conocimiento común para
la gente de Puerto Real, tomé rumbo hacia esta comunidad. Mi primera parada fue en el Restaurante El
Pescaíto. Su dueño, Jaime, y su papá me guiaron. Así fue como llegué a Cholon. Ella vivía sola en su casa en la orilla de Puerto Real y fue pescadora desde joven. Por ello, recibió un homenaje en uno de los Festivales
del Pescao que allí se celebraba. Los años pasaron y a su avanzada edad, salía en su bote a pescar, pero ya no lejos de su hogar. También, pescaba cocolías y cogía cangrejos, los que criaba y luego vendía. Cholon falleció en abril de 2011.
Justo al lado de la casa de Cholon, otra mujer permanecía oculta a mis ojos ávidos y a mi escrutinio que
buscaban a las mujeres en la pesca. Me refiero a Lucrecia Luciano Vélez, natural de Puerto Real. Ella fue pescadora y proel de su esposo. Como la gran mayoría de las mujeres de su época, se dedicó a criar a
sus doce hijos e hijas, pero balanceó su rol de madre, y de ama de casa, con el de pescadora y de proel. Abandonó ese trabajo cuando su esposo falleció en un accidente mientras pescaba.
Lucrecia
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Lu
su hija ciano y
arber Erlyn B
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Por otro lado, Yolanda Rodríguez, quien es una de las mujeres entrevistadas para esta edición, me habló sobre Lenza Carlo y su desempeño como neverista, trabajo poco común para las mujeres de su época.
Lenza, le compraba a los pescadores el fruto de sus esfuerzos y luego los vendía. Además, era dueña de un colmado.
Les decía al principio, que mi visión estrecha sobre el rol de la mujer en la pesca, hizo que no me percatara de que estas están presentes y muy activas aunque pasen desapercibidas. El caso más claro precisamente,
fue el de Yolanda, a quien entrevisté por sus vastos conocimientos de todo lo que tiene que ver con Puerto
Real y su gente. Jamás se me ocurrió plantearme, que una mujer que había presidido el Comité del Festival del Pescao en Puerto Real durante muchos años, ¡es una mujer en la pesca!
Otro ejemplo al que se puede hacer referencia es el de Hortensia Rodríguez Ginorio (Blanca), en Boquerón. A pesar de que llevo años viéndola en su mesa de venta de ostras y de ostiones, y sabía que los recogía, no la relacionaba directamente con la pesca. Blanca no nació en Boquerón, (es natural de Juana Díaz), pero
lleva más de treinta años viviendo y trabajando en este poblado. Es parte importante en el oficio de la pesca pues cumplió veintisiete años como ostionera y no contempla el retiro porque ama su trabajo y disfruta a
plenitud la tranquilidad que le ofrece la mar y sobre todo, recoger ostiones y ostras junto a su hijo o junto a su nieto.
Hortens
ia Rodr
íguez G
inorio (
Blanca)
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Para inquietarme más, mientras representaba
a Fuete y Verguilla en la edición 63 del Intituto de Pesquerías del Golfo y el Caribe (GCFI, por
sus siglas en inglés) que se llevó a cabo durante el mes de septiembre de 2010, en San Juan,
Puerto Rico, tuve la oportunidad de conocer a
Angélica Méndez Parham. A ella le fue conferido el “Gladding Award”, que es una distinción que se le otorga a un pescador o a una pescadora
que se haya destacado por su contribución en la conservación de los abastos pesqueros. Es la primera vez que una mujer recibía dicha
distinción. En la municipalidad de Izabal en Guatemala, de donde ella es natural, existen cooperativas exclusivamente de mujeres,
dedicadas a la pesca. Las mujeres que tienen
diversos programas e iniciativas para proteger y conservar los abastos, y que unidas, buscan
mejorar sus condiciones de trabajo. Angélica, me
contó en aquella ocasión, que en Izabal es común encontrar mujeres pescadoras, a diferencia
de Puerto Rico, donde las mujeres en la pesca, constituyen un número ínfimo.
Movida, en esta nueva ocasión por saber dónde están las mujeres en la pesca a lo largo y ancho
de nuestro litoral, comencé mi búsqueda y aquí Angélica Méndez Parham, pescadora guatemalteca
les brindamos una pequeña muestra de un
grupo de mujeres, que aunque invisibles dentro de un mundo que se piensa es solo de hombres,
existen. Sus roles dentro del oficio son diversos.
Neveristas, administradoras, presidentas de juntas de villas pesqueras, pescadoras, ostioneras, jueyeras,
líderes comunitarias, madres y proeles, son algunos de los roles que asumen estas mujeres que pasan por todo el espectro de edades y de intereses, pero con un amor en común; la pesca.
En esta edición de Fuete y Verguilla, les presentamos un ejemplo de algunas de estas valiosas mujeres. Son
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muchas más y a todas ellas, les brindamos nuestro respeto y nuestro aprecio.
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Jazmin Seda Por: Jannette Ramos García
J
azmín Seda es pescadora, proel y presidenta de la junta de pescadores de la Villa Pesquera El Corozo, en el Barrio Llanos Costa de Cabo Rojo. Nació y se crió en el sector La 22 del barrio Llanos Tuna
de Cabo Rojo, que es una zona montañosa alejada de la costa. Su relación de amor con el mar comenzó
cuando contrajo matrimonio con Alexander Hernández, también de Cabo Rojo. Él sí era pescador, por lo
que dedicarse a la pesca era una opción para aquel que no le gustara trabajar para otro. Jazmín no creía en la pesca para subsistir. Sin embargo, un buen día ella decidió irse con él. Esas primeras ocasiones fueron
difíciles por la incomodidad que provocaba estar en alta mar. Se mareaba cuando limpiaba los carruchos que su esposo pescaba. Se sentaba en el piso de la lancha por el miedo que le causaba el mar. Un día
cogieron un mallorquín y en él venía un tiburón. Jazmín le dijo a su esposo que si él subía el tiburón a la
lancha ella se tiraba. A lo que él le contestó, que si se tiraba encontraría otro tiburón. Así que, ese día, ella
dejó de sentarse en el piso de la lancha y, en su interés por continuar trabajando con su esposo, escuchó los consejos que le dio gente sabia de mar: “mira hacia las montañas para que no te marees.” Así lo hizo y sus malestares se calmaron y venció el miedo con el pasar del tiempo.
Con Alexander, tira filetes, y cuando hay vedas de carruchos, tiran nasas. Como proel, ha llevado hasta
cuatro buzos, que salen con ella desde las cinco de la mañana, y su reputación en este trabajo es tan buena que cada vez que una científica estadounidense viene a realizar investigaciones la llama para que sea su proel porque confía plenamente en ella. Mientras bucean, Jazmín se queda en la lancha, pensando y en
tranquilidad. Dice que el mar logra que se olvide de todos los problemas—observación común entre todas las mujeres entrevistadas para esta edición de Fuete y Verguilla.
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Durante una reunión de la asociación de pescadores, le pidieron que fuera la presidenta. Decían los
pescadores que ella los entendía, porque luchaba por ellos,
además de que asistía a las vistas públicas que se realizaron
para el Nuevo Reglamento de Pesca. Jazmín siente que, durante las vistas, la menospreciaron porque es mujer y pensaban
que no sabía nada sobre la pesca. Sin embargo, aclara, que iba empapada con lo que le habían dicho los pescadores,
incluyendo a su esposo y a Andy Maldonado, quien es, a su vez, pescador carruchero y uno de los más versados en el
tema de la época de apareamiento y de reproducción, y con los De izquierda a derecha Elliot Padilla, Javier Padilla, Jazmín Seda y Alex Hernández
conocimientos adquiridos por observación y experiencia. El
respeto se lo ganó al demostrar que ella, como mujer dedicada a la pesca, sí sabía de lo que estaba hablando.
Jazmín conoce, igual que sus pescadores, cuando hay cambios en las corrientes, en la marea, sabe en cuáles épocas va a encontrar algunas especies en particular, porque cuando no está llevando los buzos a pescar,
se sientan todos bajo las ramas de un mangle, en la villa pesquera, y conversan entre sí. De esta forma, ella obtiene conocimientos de primera mano, lo que le permite realizar mejor su trabajo como proel.
Cuenta ella que la villa estuvo abandonada durante mucho tiempo y que ese espacio se le entregó a
dueños de casas rodantes para que lo usaran. Sin embargo, ellos son los dueños legítimos de esos terrenos y se unieron para dar la batalla legal para recuperarlos y sacar de allí a gente adinerada que no quería
abandonar los terrenos, que no solo son valiosos por su belleza natural, sino por su cercanía al mar. Fue tan intensa su lucha, que lograron, en un solo día, que cada una de las casas rodantes salieran de allí. Una vez
recuperado el terreno acondicionaron las facilidades y, desde entonces, la Villa Pesquera del Corozo, bajo su supervisión, se mantiene en buenas condiciones y mejorando. Los domingos Jazmín, junto a los pescadores y a sus hijas, venden pez león frito con tostones en un quisco que montaron dentro de la villa. El objetivo es generar más ingresos.
La hija mayor de Jazmín quiere obtener su licencia de buzo y dedicarse a pescar igual que su papá y la menor, en su
momento, también quiere aprender a pescar. Su hijo ya es
pescador en su tiempo libre. En una Isla, que vive de espalda al mar, que no promueve de forma consistente el buen uso de los
recursos marinos, que no se fomenta la pesca como un modo de
Villa Pesquera del Corozo, Cabo Rojo
subsistencia y donde no existen escuelas que den una formación íntegra a personas que quieran dedicarse
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a este oficio, Jazmín y su esposo han servido de ejemplo para sus hijos y han fomentado en su prole el amor por el mar y el respeto a los recursos pesqueros.
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Sonia Vega y Liza Flo res Por: Jannette Ramos García
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iven en La Parguera, y son inseparables: una pesca y la otra la acompaña. Una es callada, mientras
que la otra habla constantemente de los problemas de la pesca en La Parguera, de los contaminantes
en esas aguas, y de la basura que recogen alrededor de los canales, de las raíces de los mangles y en los
cayos. Conversan animadamente sobre el trabajo que hay que hacer para mantener el área limpia y sobre todo, de la falta de conciencia ambiental de muchas personas cuando tiran basura a los cuerpos de agua y
esta llega al mar, poniendo en peligro los ecosistemas marinos. Ellas son, Liza Flores Vega, natural de Cabo Rojo, la pescadora y conversadora, y Sonia Vega, natural de Lajas, su proel. Dos mujeres emprendedoras
y trabajadoras del mar. Liza, sale con Sonia a pescar temprano en la mañana. Su arte de pesca favorito es la nasa, aunque también pesca con cordel. Sonia guía al bote para que Liza pueda pescar, y ayuda con el manejo de la pesca y con la limpieza de los canales de La Parguera.
Sonia Vega
Liza Flores
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Sonia, es prima de Liza, así que tienen en común vidas y familias que giran en torno a la pesca. Sin embargo, no
fue sino hasta que Liza se dedicó de lleno a la pesca, que Sonia, hizo lo propio también. Desde la década del 70,
emprendió su rumbo en el bote de Liza. En ese camino
ha aprendido a pescar de fondo y de corrida, al igual que a levar nasas. Es una mujer muy observadora y siempre está pendiente de conocer más sobre dónde van a
encontrar los pejes del día. Al igual que Liza, la podemos encontrar limpiando y recogiendo basura por los cayos de La Parguera. Gracias a su colaboración, fue que
ganaron el concurso de recogido de basura en el mar, que
realizó COPESCA (UPR Recinto de Aguadilla) a finales del 2010. Entre ella, Liza y Rodrigo Irizarry (Roli), recogieron 840 libras de basura en las aguas de La Parguera.
Liza viene de una familia de pescadores, y su abuelo y sus tíos maternos le enseñaron a pescar y a construir nasas. Su mamá, antes de tenerla a ella, solía ser la proel de su papá, es decir, del abuelo de Liza y también
pescaba. Cuando ella tenía diez años, le enseñaron a pescar y se iban de corrida a pescar picuillas, o se iban de fondo para pescar los arrayaos, los pargos y las cachicatas. También aprendió a pescar con chinchorro y con nasas. Un señor llamado Rubén Negrón tejía los chinchorros de arrastre y de calado, y ella aprendió a
hacerlos a su vez y se iban por los cayos, en los yerbales para probar como pescar. Con Roli aprendió el arte de hacer nasas y trasmallos.
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Además de pescar, Liza es una líder comunitaria y junto con Roli, organizan, desde el año 2009, el Festival
del Pescador en La Parguera. Este importante festival resalta la figura del pescador y de la pescadora, dándole la importancia y la honra que merecen y que muchas veces no reciben porque parecen ser invisibles dentro de las organizaciones y para el gobierno. Para realizarlo, reciben alguna ayuda del municipio de Lajas y de
los comerciantes del área. Durante el festival los pescadores proveen el pescado que se vende frito durante ese fin de
semana. Liza, además es quien le solicita las licencias de
pescadores comerciales a otros pescadores. Cuenta ella que
hubo ocasiones en que los pescadores solicitaron las licencias y meses después no las habían recibido, por tanto, decidió
ayudarlos, yendo personalmente a gestionarlas y de esa forma tuvieran sus licencias al día y de inmediato. Ella los ayuda
a que llenen las estadísticas pesqueras. Su labor como líder
comunitaria va más lejos aún, porque Liza organiza a grupos de pescadores para que reciban la orientación necesaria
para recibir sus licencias de navegación, tanto de la Guardia Costanera como del Departamento de Recursos Naturales
y Ambientales de Puerto Rico. Como si fuera poco, organiza
también charlas educativas y es voluntaria en Playita Rosada donde supervisa labores.
Liza y Sonia, son dos mujeres de caracteres diferentes, pero se complementan al punto que dentro de un mundo que se
piensa como de hombres, ambas se distinguen por su afán de
que no se pierda el oficio de la pesca, de mantener tradiciones como la construcción de las nasas, de que sienten orgullo por
el trabajo que realizan y de que sus familias inmediatas amen y respeten el mar y sus ecosistemas, tanto como lo hacen ellas y
a juzgar por lo que se puede observar, han tenido éxito. Es que, una de las satisfacciones mayores de Liza, es que sus nietos y biznietos, están aprendiendo a pescar y sienten la misma
pasión y el mismo respeto por la vida marina que siente ella. Igualmente, comparten con ella su conciencia ambiental y
no es raro, encontrarlos limpiando los mangles, los cayos y cargando sus botes con toda la basura marina que recogen junto a Liza y a Sonia.
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Yolanda Rodrigu ez Ortiz Por: Jannette Ramos García
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olanda Rodríguez Ortiz, nació en la ciudad de Mayagüez, pero se crió en Puerto Real de Cabo Rojo.
Su mamá, Consuelo Ortiz Correa, era ama de casa y su papá, Alejandro Rodríguez, era vendedor de
pescado y comerciante. Alejandro recorría los pueblos de Lares, San Sebastián, Moca y Yauco, llevando la
pesca costera a esos municipios de la altura, que tenían poco acceso a los frutos del mar. Sólo visitaba esos pueblos, pues había palabra de honor entre lo vendedores. Los vendedores ambulantes de pescao tenían dividida la Isla y ninguno transgredía los pueblos asignados. Su palabra de honor valía mucho. Yolanda
creció viendo el orgullo que sentía su papá por su trabajo y respetando el oficio de los pescadores, que con
su labor proveían el producto que luego su papá habría de vender. Los tíos de Yolanda, también pescaban, y el que no pescaba, vendía.
De pequeñita, como tantas otras niñas, jugaba con sus primas y todas sus muñecas, pero también,
escuchaba historias de gloriosos piratas en el Caribe. Ya adolescente, se iban todas ellas, en botes, con las
señoras de la comunidad a pescar machetes. Pescarlos, era solo cosa de mujeres. Así que en ese ambiente, fue que ella se crió y de forma natural, la pesca y los pescadores, se convirtieron en sus grandes pasiones
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Pasados los años, durante la década de 1970, Pedro (Piro) Franqui era alcalde de Cabo Rojo y buscaba
formas de incentivar actividades culturales que atrajeran el turismo al pueblo. Es entonces que el Comité
de Turismo, invita a un grupo de personas, entre las que se distinguía, Yolanda y se reunieron para discutir lo importante que eran las playas para Cabo Rojo, y cómo se distinguía Puerto Real, por ser la comunidad pesquera con mayor producción de pescado de todo el país. De ese diálogo surgió la idea de celebrar el
Festival del Pescao en Puerto Real. Yolanda, fue electa presidenta del comité organizador y del festival. Con su tesón logró convocar a los pescadores y a las mujeres de la comunidad, para trabajar en esta actividad. Los hombres eran responsables de salir a pescar y las mujeres, limpiaban el pescao y los mariscos y los
preparaban para el consumo de los visitantes. Claro, no podía faltar la mezcla para los bacalaítos. Uno de los logros de este comité, fue que se abrió al gusto del público, una nueva exquisitez que se servía gratis,
el tiburón. La familia Barber, lo preparaba estofado y se convirtió en uno de los platos favoritos de quienes visitaban Puerto Real durante el festival. También participó, Cholon, otra mujer pescadora, recientemente fallecida. Ella pescaba peces raros (poco conocidos), estos se congelaban y durante el festival se exhibían para educar a las personas visitantes, pero también para su disfrute. Yolanda presidió el comité del Festival del Pescado de
Puerto Real durante 25 años. Dicho festival, se convirtió
en uno de los más visitados en Puerto Rico, atrayendo a muchas personas, que de otra forma, nunca se hubiera enterado de que existía una comunidad pesquera tan
importante en nuestro país. El trabajo de Yolanda a favor de los pescadores y pescadoras no cesó, porque desde mucho antes, ella contribuía (y todavía lo hace) con la
devoción y ritual de la procesión de la Virgen del Carmen,
patrona de los pescadores y pescadoras. Junto a ella, otras mujeres toman parte de la organización de la procesión de la Virgen, entre ellas están; Rosita Franqui, Rosario Franqui y Luisa Valle.
Orgullo de Puerto Real “Tres Hermanos”
Afiche del Festival del Pescao en Puerto Real
En la actualidad, están tratando de reorganizar la Asociación de Pescadores y Residentes de Puerto Real
con el propósito de fomentar mejores condiciones de trabajo para los pescadores y pescadoras y recabar
mayor respeto de las autoridades hacia este grupo trabajador. Otra meta pendiente de esta extraordinaria y emprendedora mujer, es luchar contra los desarrollos que desplacen a la gente de su comunidad.
Desde el balcón de su casa que mira hacia la bahía de Puerto Real, Yolanda saluda a los hombres que día a
día salen a ganarse el sostén para sus familias, con el producto de lo que el mar nos regala. Yolanda, conoce a los pescadores y ellos saben que en ella, tienen una aliada, amiga y protectora.
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Ca rmen Santa Montalvo Pescado ra cabo rrojena
Crió a sus hijas e hijos con el producto de la pesca, oficio al que se dedicó junto a su esposo. Le atribuye su longevidad al caldo de pescao que ha formado parte de su dieta diaria durante muchos años. Tiene 95 años.
Carmen Santa Montalvo junto a su hija, Virginia en su casa en Joyuda.
R o st r o s d e m u j e Por: Jannette
Lucrecia Luciano Velez Pescado ra y proel
Natural de Puerto Real, Cabo Rojo, junto a su esposo se dedicó a la pesca y a su vez era su proel. Con el producto de su trabajo levantó una familia compuesta por doce hijos e hijas. Abandonó el oficio al morir trágicamente su esposo. Ama tanto el mar que le pide a sus hijos e hijas que la lleven a pasear en el bote por la bahía de su amado Puerto Real. Tiene 79 años.
Bote de la familia Barber Luciano en el que salen a pescar
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Ho rtensia Rodrigu ez Gino rio Recolecto ra y vendedo ra de ostiones y ostras
Desde el Barrio Collores del Municipio de Juana Díaz llegó a Boquerón, Hortensia Rodríguez Ginorio (Blanca) en pos de comenzar una familia junto a su esposo, Luis A. Vargas. Con él se dedicó a la pesca y cuando éste por razones de salud tuvo que dejar de pescar, ella se dedicó a recolectar ostiones en las raíces de los mangles y ostras en la arena sumergida. En este trabajo lleva más de 30 años y todavía se le puede encontrar todos los fines de semana en su mesa en Boquerón, vendiendo las ostras y los ostiones que ella recoge.
res en la pesca
Ramos García
Debo rah Esther Sepulveda
Administrado ra de la Pescaderia Ocean Ha rvest en Aguadilla
Esta joven de 25 años tiene a su cargo la administración de una pescadería en el Barrio Higüey de Aguadilla. Ella habla de sus pescadores con gran respeto y dice: “La palabras del pescador es una cosa bien seria... es como si hubiera firmado un papel con sangre.”
Jorge Pérez Conty (Aquaman), Déborah Esther y Denis Borrero (Pichi)
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R o st r o s d e m u j e Ma ria de los Angeles Gonzalez Serrano Pescado ra
Pesca desde que tenía 18 años. Su maestro fue su abuelo, pero su papá y su mamá también pescaban. En la actualidad sale a pescar con su esposo y uno de sus hijos. María de los Ángeles dice que nació para pescar y por eso tiene su licencia de pescadora comercial. Actualmente, es la única mujer en la Villa Pesquera Punta Pozuelo en el Municipio de Guayama. “Con arroz blanco, unas habichuelas guisás y un pescao frito, nadie se muere de hambre,” son las palabras sabias de una mujer que conoce y ama al mar y que disfruta plenamente de su oficio y que dice que si volviera a nacer no podría ser otra cosa que pescadora nuevamente.
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Por: Jannette
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res en la pesca Ramos García
Betzaida Velazqu ez Ortiz Pescado ra
La Villa Pesquera de Punta Tuna en el Municipio de Maunabo se destaca por un detalle peculiar. A diferencia de otras villas pesqueras en Puerto Rico, en esta la presencia femenina es muy marcada dentro de su grupo de pescadores. Administra la villa Clara Rodríguez, y las pescadoras son Marisol Lamb, Sonia Claussel y Betzaida Velázquez Ortiz. Betzaida es la secretaria de la junta de pescadores y pescadoras. Para ella el oficio de pescadora es uno fácil que disfruta y lo siente como una terapia. Sus hijas la han tomado como ejemplo y se pueden observar alrededor de la villa pescando con cordel.
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Samudra Por: Manuel Valdés Pizzini y Michelle T. Schärer Umpierre
E
n sánscrito, una de las lenguas más antiguas de la India, la palabra samudra se usa para señalar al
océano, al junte de todas las aguas. Samudra es también el título de la revista que publica el Colectivo
Internacional de Apoyo al Pescador Artesanal (CIAPA o ICSF, por sus siglas en inglés), una organización que
defiende los derechos de los trabajadores de la pesca y que desarrolla proyectos y actividades para proteger ese modo de vida y su cultura a través de todos los continentes. Les invitamos a visitar la página web de la organización en la siguiente dirección: http://icsf.net/icsf2006/jspFiles/icsfMain/
CIAPA tiene varias formas de comunicación entre las que se encuentran: compendios legales, publicaciones, estudios, ponencias, discos compactos, películas y revistas como Samudra. En la página web, pueden leer los números de la revista (en español, inglés o francés) y hojear los temas que cubre y los debates que se
están dando al día de hoy. Por ejemplo, la edición 48, de marzo de 2011, reúne artículos sobre los pro y los contra de la maricultura, los efectos del tsunami de Japón sobre la pesca, las luchas de las organizaciones
de pescadores en África y la protección de los atunes por parte de los estados insulares del Pacífico, entre otros.
El Colectivo Internacional de Apoyo al Pescador Artesanal está ubicado en Chennai, India, y es una de las
organizaciones líderes en el mundo en educar sobre el importante papel que desempeña la pesca artesanal (de pequeña escala) en las sociedades costeras del globo. Por ejemplo, CIAPA representa los intereses
de los trabajadores de la pesca a pequeña escala en diversas organizaciones internacionales tales como: la Conferencia de la Organización de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD),
la Conferencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre Poblaciones de Peces Transzonales y Poblaciones de Peces Altamente Migratorios, los Comités de Seguridad Alimentaria y de Pesca de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y la Consulta Técnica de la FAO sobre el Código de Conducta para la Pesca Responsable. Otra área de trabajo consiste en reconocer la importancia social y económica de la pesca artesanal y recalcar la dimensión del
género en la pesca, al reconocer la importancia de las mujeres en ese sector de la economía. Por tal razón, publican la revista Yemayá: Revista de CIAPA sobre el género en la pesca. Esta revista también la pueden acceder desde la página de CIAPA, en la dirección indicada arriba. El número más reciente, publicado
en español (Edición 36, marzo 2011), tiene artículos sobre la mujer en la acuicultura, las recolectoras
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de algas en Chile, la participación de organizaciones de mujeres pescadoras en la Unión Europea y las organizaciones de mujeres dedicadas a la pesca en Tailandia, además de otras noticias relevantes.
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Tenemos las manos llenas con tanta información sobre nuestro entorno, con las vedas, el reglamento, las estadísticas pesqueras, las iniciativas del Consejo de Pesca, el pez león, el desplazamiento de las
comunidades de pescadores y otros asuntos. Pero siempre es bueno estar al tanto de lo que pasa en otras partes del globo y compararlo con el estatus de nuestras pesquerías, para conocer las maneras en las que los hombres y las mujeres dedicadas a la pesca enfrentan los retos de una economía cambiante.
Foto tomada de: http://icsf.net/icsf2006/jspFiles/icsfMain/programmes/spanish/coordination.jsp
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¿Serán
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ro u t u f l llas e
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a? c s e p de la
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Alondra, Génesis y una amiguita en el muelle de la Villa Pesquera en Maunabo
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C o l a b o r a r o n e n e st a e d i c i o n . . . Dirección Manuel Valdés Pizzini Coordinación
Jannette Ramos García
Diagramación y diseño gráfico Johanna Guzmán Castillo y Jannette Ramos García Ilustración de la portada Carla Ascarza
Edición del texto Mydalis M. Lugo Marrero Fotos
Jannette Ramos García Edición de fotos
Johanna Guzmán Castillo Impresión
Imprenta del Programa Sea Grant, Sección de Comunicaciones y Publicaciones dirigida por Cristina D. Olán Martínez Jefe de impresos
Guillermo Damiani González
Isla de Cabra, Cataño
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Programa de Colegio Sea Grant y el Centro Interdisciplinario de Estudios del Litoral (CIEL) de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez Programa de Colegio Sea Grant Recinto Universitario de Mayagüez Call Box 9000 Mayagüez, Puerto Rico 00681-9000 Tel: (787) 832-8045 Fax: (787) 265-2880
E-mail: fueteyverguilla@gmail.com seagrant@uprm.edu
Blog: fueteyverguilla.wordpress.com
Fuete y Verguilla
Página electrónica CIEL: http://amp-pr.org/ciel
Página electrónica Sea Grant: http://www.seagrantpr.org
Esta revista ha sido producida con fondos para mejoras en los servicios de extensión para las pesquerías (Fisheries Extension Enhancement Grant) del Programa Sea Grant.
Sobre el CIEL
E
l CIEL es un centro interdisciplinario para el estudio de procesos sociales costeros. Ponemos atención a la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Colaboramos en planes de manejo de las reservas naturales y marinas. El CIEL es subvencionado por el Colegio de Artes y Ciencias, el Instituto Caribeño de Arrecifes de Coral y el Programa Sea Grant del Recinto Universitario de Mayagüez.
S o b r e S e a G ran t
L
a misión de Sea Grant consiste en conservar y usar, de manera sustentable, los recursos y los ecosistemas marinos y costeros de Puerto Rico. Para alcanzar su misión, el programa cuenta con proyectos de investigación, de educación y de extensión marina.
Detalle de mural en facilidades del Municipio de Maunabo 32
ISSN 2157-8842