Foto: Ruperto Chaparro
Por Milton Carrero Galarza Vieques sigue bajo amenza. Ya no sobrevuelan aviones militares ni se siente el detonar constante de las bombas, pero los casi 10 mil residentes de la isla aún sufren los estragos de la contaminación que dejó la Marina de los Estados Unidos. La lucha por la paz, la salud y la calidad de vida en esta isla de 51 millas cuadradas al este de Puerto Rico ha quedado inconclusa. La evidencia está en los cerca de 20 mil acres, repletos de miles de bombas sin detonar, químicos carcinógenos y metales pesados, que según los estudios del catedrático Arturo Massol y de la investigadora Elba Díaz de Osborne, ambos del Departamento de Biología del Recinto Universitario de Mayagüez, continúan afectando a los viequenses a través de la cadena alimentaria.
4
Área quemada en Vieques.
en Vieques al Departamento del Interior. Éste a su vez designó la zona de tiro como un Refugio de Vida Silvestre y lo transfirió a la Agencia de Pesca y Vida Silvestre, US Fish and Wildlife Service (USFWS). Esta estrategia, según explica la profesora de antropología de la Universidad Estatal de Montclair, Katherine T. McCaffrey, impide que la zona se limpie adecuadamente ya que indica que el área será restringida a los seres humanos. Es una estrategia que las Fuerzas Armadas han utilizado en otras zonas de tiro, pues según la ley, aquellas zonas designadas para la conservación requieren sólo de una limpieza superficial.
El peligro latente de los químicos y de los metales pesados como el mercurio, el uranio reducido, el plomo, el cadmio, el cromo, manganeso, cobalto y los residuos de agente naranja, mantienen a la población en alto riesgo de contraer enfermedades relacionadas a la contaminación. Los viequenses, quienes sufren de unos niveles de cáncer que superan por casi 30 por ciento al resto de la población del archipiélago de Puerto Rico, ya no gozan del apoyo, de la organización comunitaria ni de los movimientos de desobediencia civil que lograron expulsar a la Marina de sus tierras en mayo de 2003. De aquellos momentos de regocijo sólo quedan recuerdos.
El legado de los 60 años de bombardeo, por parte de la Marina, permanece prácticamente intacto. Durante los años 1980 al 1990, la Marina arrojó en Vieques un promedio de 1,464 toneladas de bombas y explosivos anualmente, según cita McCaffrey a los archivos de la Marina. Gran parte del área de tiro—unos 980 acres— aún permanece sin limpiar. Y la zona que se ha comenzado a limpiar, la cual contiene cerca de mil bombas por acre, de acuerdo a una resolución interlocutoria de la Junta de Calidad Ambiental (JCA), es muy probable que se queme en forma muy parecida a lo que ocurre con las plantaciones de caña en la isla—a menos que la comunidad logre activar nuevamente las estrategias de desobediencia civil que rindieron frutos en el pasado.
Cuando la Marina de los Estados Unidos abandonó la isla, traspasó gran parte de los 18,000 acres que poseía
La desobediencia civil es lo único que detendría la posible quema, según explica el representante de la