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i. La mujer en el surf: Una revisión histórica por Eilís A. Bracero Rodríguez
(Woman International Surfing Association) y la WPS (Woman Profesional Surfing). Luego de la introducción de las nuevas tablas al final de la Segunda Guerra Mundial, la ayuda de Hollywood y el Titulo IX se integran a la cultura del surfing los board shorts para mujeres. Estos hicieron la práctica del deporte más fácil que con el traje de baño de dos piezas, ya que brinda más comodidad y permite la práctica del surf de forma más ágil (Booth, 2001, pp. 3-22). Estos logros se convirtieron en punto de fuerza y partida en donde la mujer se insertó de lleno y con una nueva actitud en el surfing.
Los medios de comunicación son uno de los factores más importantes que ha contribuido a hacer más accesible el surfing a las mujeres. Estos comenzaron a proyectar a las surfers de forma competitiva, creando así un visual de representación positiva que a su vez fue dispersando su éxito internacionalmente. A pesar del compromiso con la imagen que le daban a la mujer en el deporte, este trajo consigo efectos negativos en cómo la mujer quería ser representada. Hubo magacines que tenían en agenda los atributos físicos de las mujeres surfers antes que sus habilidades atléticas (Pritchard, Quacquarelli, & Saunders, 2004).
Todos los eventos que se dan en la segunda mitad del siglo XX se acumularon, resultando en un aumento mucho más significativo de personas integrándose al surf para 1990. El nuevo florecimiento se da por el resurgimiento del longboard, esto gracias a Linda Benson quien reintegró el uso de este tipo de tabla al deporte. Luego, surgen modelos más dinámicos a seguir, “Es un reto, nosotras podemos hacer las mismas cosas que los hombres.”
Entrevista el 19 de julio de 2006.
como Lisa Andersen, quien ganó cuatro veces consecutivas, desde 1994 hasta 1997, el título mundial de la ASP (Association of Surfing Professionals). También contribuye a un nuevo estilo de surfear de las mujeres un cambio en actitud en torno al mercadeo de la sexualidad femenina, la revitalización profesional en cómo proyectarla y nuevos productos dedicados a las necesidades de las atletas surfers (Booth, 1996). Casi una década después, en 2002, Hollywood desempeña su papel en ser parte del movimiento de resurgimiento y desarrolla una imagen moderna y positiva de la mujer con el estreno de Blue Crush (Stockwell, 2002).
El siglo XXI le otorga a la mujer surfer una imagen mucho más innovadora y retadora. Hoy se unen mujeres procedentes de diferentes puntos del mundo, como España, Nueva Zelandia, California, Perú, Australia y otros lugares, para poder practicar libremente el deporte en playas y competencias alrededor del globo. Cuando las jóvenes ven hoy las revistas y las competencias de surfing, tienen muchos íconos y modelos a seguir (Comer, 2010, pp. 87-88). A pesar de que siempre existirá una distinción entre los géneros dentro de todo deporte, la mujer se ha insertado y se inserta paulatinamente en el surf, no tan solo como una representación femenina en el deporte, pero como parte integral de él.
board shorts: Trajes de baño en forma de pantalones cortos utilizados comúnmente para la práctica del surfing; recientemente han tenido cierto auge en el público en general como vestimenta de playa.
ii. Girlsurf
por María Fernández Arribas
Es enero de 2007, las playas de María’s y Domes, aquí en Rincón, brindan sus olas a surfers experimentados. Vienen de Brasil, de España, de Tahití y de varias partes del mundo para participar en el MASTER PRO COMPETITIONS 2007. Es la primera vez que se hace un evento de estas características, un campeonato MASTER dentro de la International Surfing Association (ISA) en Puerto Rico.
Los surfers compiten entre sí por la mañana tratando de coger la mejor ola, y es por la noche cuando, con la excusa de las competencias, Rincón se enciende. El miércoles, el Tamboo estaba lleno, todos habían ido allí para ver el reportaje fotográfico de Jenn Miller, a quien se le da tan bien la cámara, como la tabla. Fue media hora en la que competidores y no competidores, surfers y no surfers, borrachos y no tan borrachos, disfrutaron de
Cristina Canals, Surf spot: Indicators
las mejores izquierdas, los mejores tubos y los mejores trucos de los “boyz” del área. De la banda sonora de la presentación, se encargó DJ Shasa, también compañera de Jenn en el agua.
Ese mismo miércoles por la mañana fui con Sandra, mi roommate y surfer de San Juan, a ver cómo era eso de las competencias. Fuimos a María’s, donde había una carpa montada para los jueces que evaluaban a los competidores. Mientras ellos daban puntuación al participante verde, al rojo o al blanco, un comentarista, micrófono en mano, narraba en inglés y en español boricua lo que estaba ocurriendo en el agua.
Alexis Engstrom, Surf spot: María’s
A nuestro lado, y atentas probablemente a su pareja dentro del agua, tres mujeres mayores de treinta años estaban allí, sentadas en la arena cuidando a sus bebés. Detrás de ellas, y sentadas en un palo en el que apoyaban sus tablas todavía mojadas, estaban Andrea y una de sus hijas, Caroline. Andrea oficialmente tiene unos “cuarenta y pico” de años, pero físicamente supera a muchas de veinte. Probablemente sus hijas, surfers desde que nacieron, llevan el mismo camino. Estas jóvenes pasan la mitad del año aquí durante la temporada de surf, y la otra mitad, buscando olas en otras playas de EE.UU. Estas chicas viven por y para el surf; surfean por la mañana, estudian y surfean por la tarde.
La otra tarde, compartí una ola con Caroline. Decidí meterme a Domes, paletear, practicar duck dives y tener ese feeling del que todo surfer habla. Allí estaba Sandra, Ana, Ashley, Stephanie, Miriam, Kimber, Nina y también Katrina Petrovick. Además, estaba Sonia, la novia de “El Jefe” (ellos viven en Hawaii, y Sonia lleva tres meses practicando con la tabla). “Desde que salió la película Blue Crush, las mujeres se motivaron. Algunas mujeres corren mejores que los hombres.”
Entrevista realizada en junio de 2006. Caroline y yo estábamos prácticamente al lado, sentadas en la tabla esperando la próxima ola. Yo aproveché la oportunidad para hacerle algunas preguntas que me dieran luz para la realización de este trabajo. Ella habló catorce segundos conmigo, siempre mirando a las olas y en cuanto vio que había posibilidades de coger una, yo dejé de existir. En ese momento solo tocaba paletear, “ripear” y ganarse la admiración de todos los “boyz” que estaban en la arena de Domes. Mientras tanto, a mí la ola me revolcó, pero, como dirían por aquí, “eso es parte.”
Esa tarde me sentí súper bien dentro del agua, las olas eran perfectas para aprender, y a mi lado, en un crowd de treinta y dos personas, había catorce chicas, desde pro hasta principiantes, en las cuales inspirarme. Iban desde los once hasta los cuarenta años de edad.
Ver a Caroline en el agua hizo que me acordara del artículo de Susan Orleáns “Las chicas de Maui” (2002). Me recordaron a las chicas de Hana que Susan Orleáns describe, pues a su corta edad todo, absolutamente todo, gira en torno al surf.
Susan Orleáns escribió un buen artículo que más tarde sirvió de inspiración a John Stockwell para hacer la película Blue Crush. Todo el mundo me ha hablado de esta película: chicos, chicas surfers, no surfers, y todos ellos coinciden en una cosa: “a partir de Blue Crush, el número de chicas dentro del agua aumentó considerablemente”. La película fue un detonante para que muchas chicas sintieran curiosidad por correr una ola. Ana fue una de las personas que me habló de Blue Crush y de las chicas de Maui; ella trabajó allí la temporada pasada en un campamento de surf que se realiza en Hana (lugar en el que se basa el artículo de Susan Orleáns). Ana me habló de que allí en Hawaii el surf no es broma, las olas son grandes y el localismo es muy radical. Las chicas que se tiran en las olas de Pipe, en el North Shore, han surfeado esas olas desde siempre y son suyas. Allí mandan ellas y, literalmente, no te dejan llegar al pico, te sacan “prendido” o “prendida” del agua. Me decía que allí respetaba igual que cuando surfea Jobos, pero aclara, “que ninguno o ninguna se atreviera a subir al pico en Trampas, Dogmans, o Indicador en Rincón”.
Ana me contó sobre cómo fue su experiencia al ir a surfear con Megan Abubo, Sophia Mullanovick y Keala Kennelly. Todas ellas son pro surfers. Ella me dijo: “se tiran unos trucos increíbles, surfean con mucha agresividad y arriesgan al máximo de sus posibilidades”. Me dice además que todas ellas son chicas fuertes y robustas y que superan por mucho a varios de los “boyz”, pero que a nivel competición nunca arriesgarán tanto ni tendrán la misma fuerza que los hombres. Igual que el récord olímpico de los cien (100) metros lisos siempre es más bajo para el campeón olímpico que para la campeona, el riesgo y los trucos en los hombres irán siempre un poco más allá en ellos que en las mujeres. Hay que ser conscientes de que existe una diferencia en el físico y en la potencia entre hombres y mujeres. Por eso a Ana le parece bien que los premios en metálico sean mayores para ellos, ya que “arriesgan más” y también “porque siempre participan muchos más hombres que mujeres
y no es lo mismo ser el mejor entre cuarenta competidores que ser la mejor entre doce competidoras”. Eso es algo tan obvio como lo es para el resto de los deportes; eso sí, a la hora de surfear y a la hora de estar en el agua “…todos tienen que ser iguales, todos tienen que seguir las mismas reglas del juego”.
Me contaba Ana que muchas veces, al entrar al agua en playas en las que no es local, se ha sentido underestimated. También me comentó sobre cómo al tirarse y “ripear” una buena ola se ha ganado el respeto de los locales. Dice que cuando ha vuelto a esas playas la han tratado como uno más sin dejarla subir al pico, sacándola “prendida” de allí, pero dejándola surfear más abajo. Luego, ya fuera del agua, par de “los boyz” la felicitan por sus trucos. Esa es la igualdad que se busca dentro del agua, y esa igualdad para ella sí existe.
De hecho, según Robert y Félix, el pico de Jobos es de “Rocky” y de “las nenas”. Las chicas en la playa de Jobos son bastante radicales y se toman el surf bastante en serio, incluso, han montado una asociación de mujeres surfers y toman bastantes iniciativas en lo que al surf femenino se refiere, como por ejemplo, “El día nacional de la mujer surfer”, celebrado a finales de noviembre. Ana me hablaba que ella no quiere participar en eso. Según ella, si se busca, se quiere y se tiene igualdad, ¿por qué hacer una escuela de chicas surfers?
Comentaba Ana que se aprende mucho viendo vídeos y que hay vídeos de chicos y vídeos de chicas. En los de chicas, nunca sale un hombre “bien duro” tumbado en la arena, pero en los de chicos siempre sale una “tipa en g-string,” como si fuera el premio que va a tener el surfer cuando salga del agua.
Nina Wu habló sobre eso en su artículo “Reframing the images of women surfers” (2007). Antes en las revistas sólo salían hombres “ripeando” dentro de un tubo o haciendo trucos y las chicas siempre salían en la publicidad con bikinis diminutos promocionando gafas, chanclas o tablas. Eso todavía es así, al igual que ocurre con el resto de la publicidad (cervezas, autos, perfumes, etc.), pero hoy, además de ello, también salen reportajes mostrando la calidad y las destrezas de chicas pro surfer.
Podemos ver por ejemplo a Sophia, Jessi Miley-Dyer o Melanie Bartels, ver reportajes sobre qué olas cogieron, en cuál clasificación están, cómo les fue en las últimas competencias y así por el estilo. Al igual que existe la revista Surf, también se editó la Surfgirl, pero duró poco tiempo, sólo dos años, puesto que no había tantas competidoras como para mantener una revista especializada en chicas. Lo que se hizo finalmente fue incluir reportajes de chicas en la revista Surf. A parte de esta, existe la revista Wahine, que continúa en el mercado. A nivel más local, se encuentra MUNDO RAD que cuenta con una sección dedicada a las chicas.
Al igual que los magacines consideran noticia el surf femenino para sus reportajes, la industria del surf también se ha adaptado a la demanda de productos femeninos. Cuando Nina Wu empezó a surfear en las playas de North California, hace algunos quince años, no había wetsuit para mujeres y tenía que ponerse uno de segunda mano de un amigo suyo. Hoy, quince años después, las grandes marcas especializadas en surf ofrecen una amplia gama en lo que a productos femeninos se refiere. Unos, son plenamente deportivos; otros, son un poco más comerciales, pero el hecho es que los productos existen, y si existen es porque hay una notable demanda. En el impulso de esta industria, tuvo mucho que ver la campeona Lisa Anderson, cuatro veces campeona mundial y embajadora de la marca ROXY, la versión femenina de la marca QUICKSILVER (Heimann, 2004, pp. 177, 224-225).
Todos estos datos los obtuve gracias a una larga conversación con Pablo y Fernando. Pablo es de Perú y se encuentra aquí practicando para su próxima competencia en California y Fernando Álvarez ahora lleva la PRSURFINGSCHOOL y da clases de surf. Según él, la demanda de chicos a la hora de solicitar clases es exactamente igual a la de chicas. Cada uno posee su estilo, pero tanto chicos como chicas tienen la misma capacidad de aprendizaje y dependiendo de sus destrezas individuales, tardan más o menos lo mismo en pararse en la tabla.
Juan es el dueño de una tienda de surf en Rincón con quien también estuve hablando por horas, como si no hubiera otra cosa que hacer. Además de hablar de la industria femenina en el surf, estuvimos examinando varias páginas en Internet como la página de la ISA (circuito amateur) www.isasurf.org y la www. triplecrownsurfing.org (circuito profesional). Revisando estas páginas, descubrí muchos nombres como Erica Orsini, Megan Abubo, Sophia Mullanovick, Mellanie Bartels y Jessi Miley-Dyer. Todas ellas “ripean”, hacen trucos y tienen la calidad suficiente como para competir. De hecho, en el mundo profesional de este deporte las tienen en consideración y hay un circuito preparado
para ellas de la misma calidad que el masculino. El circuito profesional femenino empezó en 1955 con el Makaha International Championships.
En 1969, la adolescente de 15 años de edad, Margo Godfrey ganó el Makaha International Championship, y algunos meses después compitió en las cuartas mundiales de surfing, realizadas en Rincón, resultando la ganadora del mismo (Chase, 2008, p. 43).
En estas páginas encontré el nombre de tres puertorriqueñas: Noelis Álvaro, Nidia del Mar y Natasha Sagardía. Todas ellas participaron en el evento LOST ENERGY DRINK 2006. Se trata de una especie de olimpiadas de surf. Puerto Rico quedó en la undécima posición y se colocó a la cabeza de todos los países de habla hispana. Natasha obtuvo medalla de bronce en este evento. Esta surfer de 20 años de edad ha sido cinco veces campeona de Puerto Rico. Se encuentra además entre las primeras 10 mejores féminas del mundo en la ISA y, aparte de tener numerosos títulos a sus espaldas, también dirige y enseña en la Sagardía Bodyborading School.
Mientras escribía en la laptop este documento, apareció Débora conectada al Messenger. Débora es una de mis mejores amigas en España, ella vive en Madrid, a diez minutos de mi casa y a cuatro horas de la playa más cercana. Mientras hablábamos me dijo: “¿Sabes qué? Me he comprado un wetsuit. Esto va en serio, voy a aprender a surfear. Cuando vuelvas nos vamos de surftrip por Portugal”. En Madrid, no tenemos relación con el mar, ni con el surf; allí las distracciones son otras, todo es “más cosmopolita,” pero Débora quiere surfear y es capaz de hacerse cuatro horas de viaje todos los fines de semana para conseguir correr una ola.
El otro día, fui con Félix a Domes (yo lo tengo a dos minutos y no a cuatro horas). Llegamos a las siete de la mañana y chequeamos la playa. Las olas estaban bien bajitas. Solo logré ver a Kimber y a sus amigas disfrutándose, incluso, las olas más pequeñas. Estaban corriendo la ola con la cabeza apoyada en la tabla y los pies para arriba. Había además otras dos chicas, que no alcancé a reconocer bien, corriendo un longboard y jugando a pararse las dos en una sola tabla. En el agua no había nadie más. Hoy es viernes, y después de la universidad y mientras volvía para Rincón, Sandra me llamó, me dijo que las olas estaban pequeñas, como el día anterior, perfectas para mí.
Definitivamente no soy una experta surfeando, como tampoco lo soy en todo lo que se refiere al mundo del surf. Hace poco alguien me preguntó cuál era la situación de las chicas dentro del mundo del surf y yo no supe responder. Si me lo volvieran a preguntar hoy, pensaría en Kimber y en Nina, en Sandra, en la novia de “El Jefe” y en las madres surfers que cuidaban a sus bebés en la playa mientras asistían a las competencias. Pensaría en Andrea, en Carolina, en Ana y en las historias que me ha hecho sobre las wahine en Hawaii, y también en las historias que me han hecho Juan, Fernando y Pablo. Estoy segura de que a mi mente llegarían los nombres de Jenn, de Stephanie y de Miriam. Pensaría en las veces que me he metido al agua, en las revistas, en Débora… Pensando en todo esto, lo único que podría responder es que las chicas se disfrutan este deporte como cualquiera de los “boyz”. Pensaría que en el agua las ayudan y que, si se hacen respetar, las respetan. Que a nivel de industria se les tiene muy en cuenta, que a nivel de competición profesional hay una igualdad en importancia con el circuito masculino y que, definitivamente, ni a nivel profesional ni a nivel hobby, el surf es descaradamente un mundo solamente de hombres como lo puede ser el mundo de la fórmula uno o el fútbol. Yo vivo en Madrid y de eso sí que entiendo. No conozco ninguna “pachanga” de fútbol femenino, ni ninguna tienda especializada en fútbol femenino, ni ninguna jugadora de fútbol famosa y mucho menos con un contrato millonario.
El surf es un deporte y un estilo de vida y todas las chicas con las que yo he hablado tienen cabida en él. Quizás por ello Jenn Miller, para su próximo slide show, deba incluir alguna foto de “las ‘girlz’ del área…”
Ariel Engstrom, Surf spot: Indicators