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LA WEÁ Por Rosita Valdés

Ya va a llegar este sacowea. Dijo que iba a llegar temprano. Son las once ya. Maldito culiao. Hoy viene el viejo a buscar la plata. Ojalá vendamos todo. Mi mamita hoy despertó rara. Mojón lindo. Imagínatelo. La weá rara. Un mojón que darían ganas de verlo y admirarlo todo el día. Como si fuera una obra de arte. Los mojones son feos, po. Así despertó mi mamita hoy. Como un mojón lindo. No me reconoció. No me dijo el «wena po, cabro culiaísimo plasta culiá del demonio» de todas las mañanas. Lo extrañé mucho. Siempre me reconoce en la mañana y me dice eso con su vocecita tan linda cuando le llevo la choca a la cama. Y vemos esos videos de Felipe Avello en SQP. Me acuerdo de que lo veíamos a mediodía antes. En la tele. Yo iba como en sexto. Después iba a cagar y a echarme una pajita. Es que salían unas minas enteras ricas siempre. Modelos y weá. Igual era incómodo pajearse con el olor a caca. Era más caliente. Después de eso me iba pa la escuela. Tenía jornada de tarde. Yo creo que mi mamita me reconoce porque se acuerda de eso. De que veíamos el SQP. Nos cagábamos de la risa. Están tocando la puerta. Ojalá sea este weón.

–Wena, po. A la horita.

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–Perdón, papu. Es que trasnoché. Llegó un amigo con unos tussi y no me pude negar. Son más ricas esas weás.

–Sí conchetumare. Con que no lo juntís con la weá nomás. Mira que hemos vendido re poco.

–Nunca tan aweonao po, si cuido la weá. No mezclo el vacile con la pega. Tay más weón. Salgamos al toque entonces, tenemos que vender todo.

–Ya, calmao. Le voy a poner unos compilados de Avello a mi mamita. Así se queda piola.

–Ya. Apúrate, sí, po, conchetumare. El viejo Michael nos va a sacar la chucha si no vendemos todo. Sería tercera semana consecutiva que le hacemos la misma.

–Mira el culiao. Llegai a la hora del pico y me andai apurando. Déjame hacer lo que te dije y salimos. Tú sabís que mi mamita está como el pico. Me preocupa caleta dejarla sola. Pero vamos. ¿Pusiste la weá en Grindr? Acuérdate de que íbamos a probar ahí también.

–Sí, puse la weá en Grindr, pero me han llegado puras fotos de culos peluos y mensajes culiaos que me preguntan si mamo. Puta, ya. Vamos a cachar cómo se usa esa chet. Por ahora démosle como siempre nomás.

–Ya culiao, bajemos luego al plan.

Una moneíta pal Judas, una moneíta pal Judas, una moneíta pal Judas.

–Charly, ¿cuántas moneas nos hemos hecho?

–Pucha, Rosalía, como luca quina nomás.

–Eso no nos alcanza pa ni una weá po Charly. Tenemos que comer algo, ayer ni almorzamos.

–Sí sé. Veamos cuánto se hizo el Rober con la Lali. Ojalá quieran juntar lo que se hayan hecho. Demás nos alcanza pa unos embelecos. Sus completelis, ¿o no?

–Uhhhh sí, qué rico. Con harta mostaza.

–Aym weona, qué asco. Con quechu nomás. La mayo de la señora tiene sabor a detergente.

–Jajajaja, sí. ¿Qué le echará la vieja culiá?

–Ya, weona, sigamos con el Judas, que está anocheciendo. ¿Te quedan cigarros? Es que a mí se me acabaron. ¿Me day uno?

–Me quedan los tres últimos. Fumémoslo a medias, po, weón feo.

–Ya, filo, fumemos a medias.

Una moneíta pal Judas, una moneíta pal Judas, una moneíta pal Judas.

En verdad nos hicimos como diez lucas. Pero quería guardar un poco pa hacer una mano. A la Rosalía no le gusta que consuma weás, por eso no le digo na. Llevo como cinco meses metido en la weá. Es que es tan rica. Se me llega hasta a olvidar que dormimos en esas cajas culiás. Aparte me quita el hambre. Y me siento el rey de todo. Me paso los mansos rollos. Algún día voy a tener mi empresa de colchones. Voy a vender todos los colchones culiaos que existan. Esos grandes, los de agua, unos redondos que vi un día en la tele. Hay unos que giran solos. Yo quiero uno de esos. Y meterme la weá mientras el colchón está girando. Sería el mejor día de mi vida. Pero si le cuento eso a estos cabros, me van a wear. Así que prefiero hacerla piola. Igual es mejor porque si les comparto un poquito de la weá a estos giles, les va a gustar y me van a cagar con todo lo que compre. Yo los conozco. Ya me la han hecho con los cigarros. Igual ya no sé cómo seguir haciendo moneas. No creo que podamos seguir con lo del Judas. Si ni tenemos un Judas. Ni es Semana Santa. Llevamos dos años haciendo la misma weá. Todos los días. Ya estoy chato. Cerros culiaos. Y la gente de mierda también. Nos miran entero feo. Les damos asco. Siempre le digo eso a la Rosalía. A ella le da lo mismo. A mí, no. Me gustaría estar perfumadito. Con ropita nueva. A ver si les doy asco así, po. Sapos culiaos. La Rosalía siempre se las arregla pa oler rico. Aparte que tiene su encanto. Sabe llegar a la gente. Les canta también. Canta re lindo. Por eso se puso Rosalía. Le gusta harto esa weona. Quiere ser como ella. Yo no le encuentro la gracia. Hasta se parece un poco. Cuando le crece la barba no tanto. Pero siempre está preocupá de andar con su presto. A mí me gusta Luis Miguel. Es que mi mamita escuchaba a Luis Miguel. Antes de que se me muriera, me regaló el único disco que tenía. Era de sus éxitos. Estaba más rayado. Aún lo tengo guardado. El Rober tiene Spotify. Ese culiao es re computín. Y es bueno pa chorear celulares. Tiene como un don. Cuando nos vemos siempre le pido que ponga ese disco. Los tengo chatos ya. ***

–Ya, culiao, cuando lleguemos a la Pinto tenis que andar aguja. Ahí siempre está lleno de pendejos verdes por la weá.

–Sí po, me acuerdo. ¿Cuánto rato tenemos pa vender lo que nos queda?

–Tenemos como tres horas. El viejo Michael dijo que llega directo a tu casa.

–Chucha, ya. Igual nos queda caleta. Vendemos cada weá a diez luquitas nomás. No veo otra opción.

–Puta la weá, no nos va a alcanzar pa las chelas. Ya. Démosle.

–Cacha, ahí hay unos pendejos. Hay uno que le veo cara conocida.

–¡Verdad! Es el cabro culiao que habla de los colchones. Jajajaja, pobre weón.

–Ya, yo voy.

Me carga venderle a los pendejitos. Siento que les estoy cagando la vida. Les estoy cagando la vida. A mí me la cagó mi papá. Se mató. Justo cuando mi mamita se enfermó. No pude terminar el colegio. Me puse a trabajar altiro. Pero me gustaría estudiar. Algún día terminaré la media. Así le doy una mejor vida a mi mamita también. No le queda tanta, sí. Quizás no alcance. Ojalá darle los mejores últimos años de su vida. Mi mamita se lo merece. Se merece todo. ***

Le dije a la Rosalía que descansemos un rato. Me aceptó. Debe ser porque el caregallo está brígido. Nunca me acepta los descansos. Nos sentamos en la pileta de la Pinto. Ahí siempre nos juntamos con los otros cabres. Es como nuestro punto de encuentro. Justo pasaron vendiendo helados. Nos compramos unos york. Están precisos pa la calor. La Rosalía se metió a la pileta. Chucha. Se está acercando un culiao. Es el de la weá. Qué mierda hago. No sé si comprarles. Chuchamare. Tengo muchas ganas. Mientras más cerca está, más ganas me dan. Pero la Rosalía me va a cachar. Ya, a la mierda. Le voy a comprar nomás.

–Wena po.

–Hola.

–¿Vay a querer unas weaítas o no?

–Sí po. Tengo pa una nomás.

–¿Pa una nomás? ¿Qué weá? ¿Tu pololo no te da permiso?

–No es mi polola aweonao. Se llama Rosalía y es mi mejor amiga. Pero déjala tranquila. Ella no tiene nada que ver.

–Mira el culiaito fleto, ¿tay defendiendo al maricón ese? ¿En serio?

–Te dije que se llama Rosalía, sacoweas.

–¿Cómo me dijiste? ¿Cómo me dijiste cabro reconchetumare? Repítelo, po. Atrévete, culiao.

–Ya, pero tranqui weón, véndeme una weá y te vay, po. Como siempre. Tranquilízate.

–Cha, el culiaito. Nadie me dice la weá que tengo que hacer, ¿me entendiste? Y ¿Sabís qué, culiao?, no te voy a vender ni una weá. Pásame toda la plata que tengai. Y te apurai.

–¿Cómo? Pero si te quiero comprar, po. Ya po. No te pongai así.

–Te dije que ningún culiao me dice la weá que tengo que hacer. Menos un maraco como vo’. Me entregai todo lo que tenís ahora o te piteo acá mismo, chuchadetumadre.

Mierda. Este culiao me va a matar. Qué hago. Qué mierda hago. Por la chucha. Sacó un fierro. Conchaemimare. Sapo culiao. Puta la weá. La Rosalía cachó. No te acerquís. Rosalía por favor, no te acerquís.

–Oye, gil culiao, deja a mi amigo tranquilo.

–Mira quién apareció. El fleto mayor. Ya le dije a tu amiguito que nadie me dice la weá que tengo que hacer. Me pasan toda la plata que tienen ahora o me los piteo acá mismo.

–Tenemos luca quina nomás, déjanos, culiao, es la única plata que tenemos pa comer alguna weá.

–Pero si tu amiguito me iba a comprar una weá, tienen más plata. Viste que tienen más plata. ¿Me están agarrando pal webeo? ¿Qué weá?

–Charly culiao. ¿Es verdad lo que está diciendo? Respóndeme, po, culiao, dime si es verdad.

–Sí, po, Charly. Dile cuántas weaítas te he vendido.

Puta la weá. Por la chucha. Qué hago. No puedo hablar. Se me olvidó hablar. Qué digo. Qué mierda digo.

–Ya po, Charly culiao. Dime la weá altiro. Sospechaba que te metías weás. Me habían dicho. Pero yo te tenía fe, culiao. Aweonao. Me mentiste.

–Chucha, qué weá, si no estamos na en una teleserie. Fletos culiaos. Pásenme luego la plata y váyanse a la chucha.

–Sabís qué, Charly culiao, resuelve tu weá solo. Me voy. Y no me busquís. ¿Me escuchaste? No me busquís nunca más, culiao. Me voy a la chucha.

Por la mierda. Me quedé solo. Qué hago. Ya. Le voy a entregar lo que tengo. Quince lucas. Tenía un poco guardado pa’l otro mes. Pero filo. Igual me dio un poco. Dijo que era pa pasar las penas. Sapo culiao. Por su culpa me quedé solo. Tengo un poquito de la weaíta, sí. Que rico.

Ojalá no haya llegado el viejo Michael todavía. No alcanzamos a vender todo, pero igual nos hicimos más que las últimas tres semanas. No creo que se enoje tanto. Puta, está su auto afuera. Chucha la weá. Corre. Corre culiao. Mierda, está la puerta abierta. ¿Entro? No sé si entrar. Ya, entro. Puta. Me desordenó todo. Viejo culiao. Ahí está. Con su polera del Off the Wall y sus guantes con brillantinas. Guatón de mierda. Hediondo a ala. Viejo culiao. Lo miro atento. No me habla. Me mira amenazante. Se pone a caminar con sus bototos culiaos. Deben estar pasaos a pata. Se va parece. Se va. ¿Qué weá? ¿Eso fue todo? No me pidió ni la plata. Parece que me salvé. Después llamo a este otro culiao. Va a quedar pillo. Igual que yo. Voy a ver a mi mamita. Se escuchan los videos de Avello. Debe estar viéndolos aún. Mamita. Mamita, no.

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