Heridas

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Heridas Prólogo De amor - Al borde de la página - Tu y yo - Misterio y palabra - Poema no dicho número 3 - No corras las cortinas todavía De guerra - Trascendencia - In a heartbeat - Lo inefable - El club de los suicidas - Las flores terribles Suturas - El verano de los criminales - Lo sideral de la burocracia - Ausencias - Inmarcesible - Mi magdalena de Proust





De amor








Poema no dicho número 3

Vives muy lejos, o muy cerca: no lo sé. Hay otras personas, es complicado, eso, también. Tal vez semanas, años o días podría haber durado lo que no fue. Lamentos muecas, heridas, seguidas de un tibio olvido justo después. Tan perfecto es ahora el dibujo, el proyecto a carboncillo que no puede ser, que sería injusto el castigo de condenarnos a destrozarlo una y otra vez. Así que te pido, cariño, a expensas de lo que nunca jamás viviré. ¿Te gustaría ser mi fantasía fallida, por siempre te lo estoy pidiendo, esta vez?


No corras las cortinas todavía No corras las cortinas todavía: aún no estoy preparado. No he visto la luz en horas, no he visto la luz en años; temo que se fugue el recuerdo de promesas y juramentos nocturnos, de tus miedos y desazones privadas, del material ligero de tus abrazos. Juguems a estar un rato más a oscuras, juguemos, en la penumbra, al anonimato; alarguemos juntos este momento; convirtámoslo en meses y en años; y si alguien llama a la puerta: ¡riámonos los dos en privado! Pues desconoce nuestro pequeño secreto: ¡no sabe que despiertos estamos! Intentemos juntos adivinar la hora por los sonidos de la calle y el patio. Dame la mano bajo las mantas, promete en falso que nada es en vano;


pero por favor, no abras la ventana: el sol no me gusta, nada, y el amor es alĂŠrgico a sus rayos.


De guerra






Lo inefable

Queríamos la eme, queríamos la A, queríamos, insensatos, todo el abecedario. Corríamos de un lado a otro haciendo de los crucigramas escaleras, bebiendo sólo sopas de letras, a la caza de adverbios de lo improbable. Ladrillo a ladrillo, construímos un castillo de lo más envidiable. Las eLes en el suelo, en el techo las vocales, exóticas equis entretejiendo telares, las haches más delgadas, simulando ventanales: El ala derecha la llenamos de poemas de amor, el ala izquierda, de lamentos por lo inevitable. En el centro sólo estábamos nosotros, dueños del palacio del lenguaje. Mas nuestra dicha acabó pronto: el palacio se reveló inhabitable ¡hacía todo demasiado ruido! las eMes Mugían las eLes Ladraban las Ges Gemían las eSes sollozaban los conceptos gritaban y los adjetivos lloraban. En el fragor reinante, todo cuanto queríamos decirnos se convirtió en incomunicable. Derribamos el castillo, pero ya era demasiado tarde: el estruendo establecido se reveló inmarchitable. Inmarcesible, clamaba a cielos, tierra y aire. Nosotros con nuestros gritos, tratábamos de acallarle. Asi somos nosotros, perseguidores de lo inefable. Haciendo más y más ruido en una desesperada búsqueda del silencio.



Las flores terribles

Nunca más viviré una de esas tibias noches de Mayo, en las que la brisa hace que se muevan las persianas y un aviso de humedad prefigura el Verano. Nunca más viviré y eso detiene mi no no no ni ni

una de esas tibias noches de Mayo, salto hacia el abismo: es el amor es la revolución es la razón las persianas el barro

Desde luego no es la promesa de un mañana: a mi puerto lo llamo la bahía de las desilusiones. Querría Querría Querría Querría

pensar en vosotros. pensar en mí mismo. no pensar en nada. de una vez dar el salto.

Pero una lágrima se me enquista y no me deja olvidar que nunca volveré a vivir una de esas tibias noches de Mayo.




El verano de los criminales

Ella escondía un trozo de azulejo sobre la media y estaba prohibido, pues el azul es triste; estaba prohibido, ¡en verano nadie lleva medias! Tuvo un juicio justo, entre los maizales, nadie dijo nada, ni siquiera ella, testificó sólo el viento un par de veces, una garrapata dicto sentencia: "Ella escondía un trozo de azulejo sobre la media y estaba prohibido ¡el azul es un color muy triste! ¡en verano nadie lleva medias! Dicen que le gustaba porque estaba frío, contra su pierna, que le gustaba porque se sabía historias de la lejana Persia. Cometió delito, ya se sabe: ¡dádsela de comer a los tulipanes!"


Lo sideral de la burocracia

La Célula Reformista del Comité de mi Aldea considera un desprópósito un cielo siempre lleno de estrellas. Una a una nos insta a apagarlas todas ellas como medida preventiva ante revueltas y malas ideas Dicen que los más atrevidos se quedaron con las pequeñas y que ofrecen espectáculos privados cuando no hay nadie en las aceras.








Saltos de Fe



Saltos de Fe

Un diente de león entre dos manos entrelazadas , y la carretera. Tengo el estómago lleno de esporas que otros me hicieron tragar a la fuerza. No los culpo: a veces que los demás sueñen hace más amena tu ausencia. ¡Señora divina! ¡Siempre en la peana! ¡Pura complacencia!


Tú, apenas a un tallo de distancia y tan inalcanzable como nuestra totalmente gastada inocencia.

Idea tan bonita que podría ser cualquier cosa. Idea tan vacía que, probablemente, lo sea.

Redención, y comprensión, y cariño ¡deseada visita tu indulgencia! Para todos aquellos que vivimos en el trillado reino de la absencia

Tú, apenas un paso por debajo ¡ni un centímetro de diferencia!

¿No será posible que, pese a todo, nos mientas? ¿No será posible que no haya nada bajo tus telas? ¿Que seas, nadie lo quiera, bien presentada apariencia? ¿Un adlátere embellecido de nuestra desbocada prepotencia?

Sólo el presentirlo convierte en más hondo el abismo diminuto de la impotencia ya aprendida por los que olvidaron como saltar sobre el angustioso océano de la trascendencia

Para aquellas que cada noche cierran la ventana a todas las bestias la aspereza de lo eterno lo agrio de lo finito la chanza de la existencia.


Siempre apenas a un salto de la desilusi贸n o la Providencia Siempre colgando de los pistilos, aquellas blancas hebras de un diente de le贸n entre dos manos entrelazadas , y la carretera...


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