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Destruir para Transformar Sergio Uzeta 46 Mecanismos de democracia directa en la CDMX Moisés Vergara

Destruir para Transformar Sergio Uzeta*

Están por cumplirse los primeros dos años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien llegó a la presidencia impulsado por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido que detenta el poder en México.

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A dos años de asumir la titularidad del Ejecutivo, AMLO ha hecho todo lo que está a su alcance para concentrar el poder a fin de tener el margen de maniobra político y económico para llevar a cabo lo que ha bautizado como la Cuarta Transformación (4T).

Conforme avanza el sexenio, lo que observamos es que el hilo conductor de la 4T es la destrucción del orden establecido para transformar el estado de cosas a capricho del gobernante en turno. Esto, para diversos estudiosos y analistas de la política, representa un retroceso para nuestra democracia. Retroceso que impacta en forma directa los equilibrios políticos y la división de poderes.

López Obrador ha marcado una ruta política clara de concentración absoluta del poder económico y político para hacer lo que más le convenga a su visión de lo que debe ser el gobierno de la Cuarta Transformación.

Lo negativo de esta ruta es que, en el camino, AMLO ha ido minando los contrapesos institucionales que permiten una sana convivencia política y la toma de decisiones colegiadas a partir de la visión de expertos sobre diversos temas. Ahí está la ruptura con diversos gobiernos estatales y las presiones a los poderes Legislativo y Judicial.

También los órganos autónomos han tenido que padecer la pesada mano presidencial, desde el Instituto Nacional Electoral (INE), pasando por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), y terminando con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que ha perdido toda relevancia como órgano defensor de los derechos fundamentales para convertirse en comparsa del poder en turno.

Y qué decir de las organizaciones de la sociedad civil que promueven y defienden causas tan nobles como los derechos de las mujeres y los niños, o aquellas que se quedarán sin fondos a partir de la desaparición de más de 100 fideicomisos que sostenían su noble labor. Ni hablar de los padres de niños con cáncer que llevan meses sin recibir los medicamentos adecuados para continuar con sus tratamientos.

Y en este repaso podemos incluir la permanente descalificación presidencial hacia medios, periodistas e intelectuales, que han osado difundir algunos trabajos o análisis que hablan del abandono o incompetencia del gobierno en diversas áreas clave para los mexicanos. Tal es el caso de salud, seguridad, economía familiar y evolución de los indicadores de pobreza.

Según el propio presidente todo iba bien hasta que sobrevino la pandemia del COVID-19, situación que exhibió el abandono del sector salud y sus principales progra-

*Sergio Uzeta es comunicador y periodista, y en la actualidad se desempeña como consultor independiente, especializado en el manejo de plataformas tecnológicas de comunicación y el desarrollo de talleres en manejo de medios, manejo de crisis y construcción de identidad pública. Ha sido director de Noticieros y Programas Informativos de Canal Once, conductor en Radio Fórmula y Radio Independiente de México; fue el director fundador del Canal Judicial de Televisión y también el primer director de Notimex, en su etapa de Agencia de Noticias del Estado Mexicano. En el servicio público también se desempeñó como gerente corporativo de Comunicación Social de Pemex y trabajó en la Unidad de la Crónica Presidencial durante las administraciones de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Es egresado de la licenciatura de Comunicación en la Universidad Iberoamericana, lugar donde también ha dado clases y diversos talleres. @UZETASUM

mas, pero también la ineptitud de la nueva clase gobernante.

Ante las crecientes críticas a la mala contención de la pandemia de coronavirus, y sus terribles efectos en la economía, la seguridad y el deterioro social, el mandatario ha usado el espacio de la conferencia mañanera para condenar, descalificar y juzgar a quienes van en contra de sus posiciones.

La conferencia mañanera se ha convertido en el espacio de gobierno desde el cual, el presidente tira línea para condenar o dar el apoyo a quien le venga en gana. Desde ahí, se destruye y se purifica. Se apoya o se condena. Se pontifica y descalifica. Así, la política de sembrar miedo se ha convertido en un arma infalible para apuntalar la voluntad presidencial y enfilar las baterías a favor o en contra de personas, causas y adversarios. Todo aquel que sea visto como un obstáculo a los planes de Palacio Nacional es exhibido o amedrentado por la 4T.

En México, en el gobierno de López Obrador ha ido cobrando forma la llamada cultura de la cancelación, un fenómeno que comienza a crecer en diversos países del mundo.

En su artículo titulado “La lista de chequeo de la cultura de la cancelación”, reproducido en la revista Letras Libres, el pasado 12 de agosto, Jonathan Rauch, señala que, mientras “la crítica presenta pruebas y argumentos en un esfuerzo por persuadir. La cancelación, en contraste, busca organizar y manipular el ámbito social o mediático con el propósito de aislar, privar de una plataforma o intimidar a los oponentes ideológicos. No intenta buscar la verdad, sino moldear el campo de batalla de la información; su intención –o al menos su secuela más predecible– es forzar al conformismo y reducir el espectro de posibilidades críticas que no han sido sancionadas por el consenso predominante de alguna mayoría local”.

Tal parece que en el gobierno de la llamada Cuarta Transformación, la cultura de la cancelación llegó para quedarse. La cancelación busca acallar y paralizar a quienes piensan diferente o se atreven a emitir una crítica. Se trata de acosar al oponente de tal manera, que pierda cualquier tipo de plataforma o soporte para emitir críticas contra el gobernante en turno.

En síntesis, se trata de nulificar la acción de aquel que es considerado como enemigo. Esta práctica perniciosa ha generado daño y división entre los grupos sociales, al grado de provocar linchamientos colectivos contra todo aquel actor político o social susceptible de convertirse en un objetivo del odio o el rencor de las huestes fieles al líder.

Así las cosas, la dinámica de destrucción que guía a la 4T es implacable, y lo arrasa todo a su paso con tal de obtener sus objetivos. Pero en esta lógica, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el pecado lleva la penitencia, porque nadie puede construir o transformar a partir de las cenizas.

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