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El odio y sus seguidores Alfonso Gómez 54 Esperanza, opción de ilusos (Parte 2) Manuel Grapain

El odio y sus seguidores Afonso Gómez*

Cuando el presidente López Obrador elabora sus disertaciones y llama adversarios a sus gobernados no nos está recetando uno más de sus dislates. Tampoco es una de sus declaraciones ocurrentes como aquella que tanto elogiaron sus panegíricos cuando dijo que la oposición estaba moralmente derrotada.

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En México, una de las reglas no escritas de la democracia es que durante la lucha electoral son válidos todos los ataques y los golpes entre candidatos, no importando incluso la legalidad, pero terminan en el momento en que se hace la declaratoria de un ganador. Eso en buen español es perder con todas las de la ley.

Pero, ¿qué pasa cuando el ganador, ya instalado en el pináculo vuelve una y otra vez contra el perdedor y sus seguidores, tal y como lo hace el presidente López Obrador?

Simple y sencillamente lo hace porque ha encontrado en el odio la fuerza de su estrategia. Sin importarle que es el presidente de todos los mexicanos, incluyendo lo que no votaron por él, ha arrastrado al país hacia un ambiente que resta energías y nunca como ahora resulta apropiado decir que estamos en el hoyo y seguimos cavando.

El odio es un sentimiento que motoriza lo más deleznable del ser humano y en muchos casos genera violencia. Hacía mucho que no vivíamos escenas con golpes como las que se vivieron en la Cámara de Diputados, la noche del martes 6 de octubre cuando opositores al régimen defendían la no extinción de los fideicomisos. En la refriega de protestas, una diputada de Morena soltó dos

*Alfonso Gómez lleva ejerciendo el periodismo desde hace 35 años. Fue reportero en los periódicos: Diario de México y El Sol de México. Reportero, investigador y conductor en Canal 13 de Televisión, posteriormente Imevisión (Canal 13 y Canal 7 TV). Trabajó durante 17 años en Grupo Monitor de Radio Red donde se desempeñó como Jefe de Redacción, de Noticieros Metropolitanos, Gerente de Información, Director de Información, Director de Internet y Director de Operaciones. Gerente de las emisoras XEFAJ 1560 AM XENET 1320 AM. En el sector público ha ocupado las Subdirecciones de Información de la PROFECO, y las Direcciones de Información en las secretarías de Gobernación y Economía. Actualmente se desempeña como Subdirector de información del GPPAN en la Cámara de Diputados. Es egresado de la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva de la UNAM, FES Aragón y actualmente cursa la Maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

bofetadas a otra del bloque opositor que levantaba una pancarta donde se leía: No a la desaparición de fideicomisos. A unos metros de ellas, en la multitud, un diputado también de la bancada morenista empujó y dio un puntapié a su adversario que cayó al suelo por efecto del golpe. El episodio era el resultado de un desencuentro en el que las palabras ya no acompañaron a los parlamentarios en el largo y sinuoso camino del diálogo legislativo.

Pero la señal de destruir a los fideicomisos, creados para fomentar actividades de cultura, ciencia, educación, migrantes, deportistas, braceros, mujeres golpeadas, enfermos de cáncer y más, había salido de la conferencia mañanera.

Es precisamente ahí donde todos los días se construye (alguien diría que con afán destructivo) la narrativa de odio para ir en la ruta de la cuarta transformación, una entelequia que difunde el régimen para justificar la devastación del país con tres clases de seguidores de Morena y de López Obrador. A saber:

1.- Los fanáticos. Son los más peligrosos porque su resentimiento es tan grande como su ignorancia y se fueron formando a la par de él y sus causas. Este grupo lo conforman aquellos que oyeron hablar del dirigente que tomó pozos en Tabasco, aunque bien a bien no saben por qué lo hizo. Y lo siguieron junto con los que votaron para que asumiera la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal. A estos se sumaron los que apoyaron el plantón del Paseo de la Reforma y más recientemente, los que en el proceso electoral de 2018 ven alzarse la figura carismática del hombre que va a terminar con todos los males de México, in-

cluso pidiendo perdón a los conquistadores de América.

2.- Los indignos. Son los sumisos que no ven otra salida que seguir sus decisiones a pie juntillas, aunque vayan en contra de toda lógica, simple y sencillamente porque la realidad de todos ellos está en el paraíso que ha bosquejado el presidente. Para estos seguidores, la verdad verdadera es la versión que se ofreció en campaña o la que expresaba en los debates soslayando las respuestas ante los demás candidatos presidenciales. Alguien diría que son como autómatas porque reciben el mensaje en las conferencias mañaneras y lo procesan sin comparar, ni cambiar el sentido de la instrucción.

3.- Los cínicos. Son los que siempre se han beneficiado del sistema y ahora de nuevo se encuentran en el lado correcto. La mayoría actúan visiblemente, son mediáticamente interesantes y tienen la experiencia (caradura) de luchar con arrojo por las causas de movimiento lopezobradorista. La incongruencia es una característica de su personalidad, pero mientras están cobijados por la sombra del líder máximo no les genera conflicto. La filia por conveniencia siempre ha sido su moneda de cambio y hoy están nuevamente jugándosela por el ganador, ya mañana pelearán por otra causa siempre justa, según ellos.

Para los seguidores del lopezobradorismo, el progreso es una palabra que no está en su vocabulario ni tampoco en el del presidente, quien deliberadamente no está haciendo nada para ir en busca de ese objetivo, sino que mientras más vulnerabilidades cauce al sistema es mejor para sus fines.

La atmósfera nacional está muy afectada y en otras condiciones nadie estaría en contra del avance de nuestra nación, pero para que haya progreso dependemos de un Estado fuerte, un gobierno transparente y competente que rinda cuentas, además de que su sistema democrático funcione.

Aquí entramos a la gran prueba que nos plantea el destino y que enfrentaremos en breve con un Estado incompetente,

paralizado por el odio, disfuncional porque no hay claridad para resolver los problemas actuales. Y para colmo la inestabilidad está a la vuelta de la esquina por un gobierno torpe.

Por la falta de respuesta de un gobierno asertivo, hemos visto en estos meses a mujeres saliendo a la calle a exigir justicia, casetas tomadas por las mafias regionales disfrazadas de causas sociales, trenes varados porque las vías fueron bloqueadas por maestros seudodisidentes, las presas tomadas por agricultores en rebelión demandando agua para sus tierras, robo de medicamentos en plena pandemia y un largo etcétera de situaciones conflictivas.

Con el paso de los meses nos hemos dado cuenta de la importancia de contar con instituciones neutrales que no se dejen influir por el poder presidencial. Ahí tenemos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación cediendo a una consulta insulsa. Un Tribunal Federal Electoral cambiando el sentido de la democracia y regalando licencias para nuevos partidos políticos que en menos que canta un gallo se declaran admiradores del régimen. Un órgano del Estado mexicano dando manos libres a los monopolios de PEMEX y CFE, pero restringiendo la intervención de otros actores en mercado de energía y otros órganos autónomos arrodillados.

Corregir todo lo que se ha distorsionado en tan solo dos años nos costará, pero de alguna manera habrá que comenzar a corregir, primero el Estado de derecho y la solidez de las instituciones.

En el próximo año de elecciones intermedias está la clave de dar por terminada esta pesadilla llamada presidencia omnipotente. Habrá que dar la batalla en medio de un ambiente mucho más crispado por el odio y con simpatizantes de un movimiento hecho por conveniencias.

Será la hora de la presidencia imperial, de la que nos fuimos alejando con muchos años de lucha de la sociedad y que la terca realidad nos quiere volver a llevar a donde hoy estamos.

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