Destruir para Transformar Sergio Uzeta*
E
stán por cumplirse los primeros dos años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien llegó a la presidencia impulsado por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido que detenta el poder en México. A dos años de asumir la titularidad del Ejecutivo, AMLO ha hecho todo lo que está a su alcance para concentrar el poder a fin de tener el margen de maniobra político y económico para llevar a cabo lo que ha bautizado como la Cuarta Transformación (4T). Conforme avanza el sexenio, lo que observamos es que el hilo conductor de la 4T es la destrucción del orden establecido para transformar el estado de cosas a capricho del gobernante en turno. Esto, para diversos estudiosos y analistas de la política, representa un retroceso para nuestra democracia. Retroceso que impacta en forma directa los equilibrios políticos y la división de poderes. López Obrador ha marcado una ruta política clara de concentración absoluta del poder económico y político para hacer lo que más le convenga a su visión de lo que debe ser el gobierno de la Cuarta Transformación. Lo negativo de esta ruta es que, en el camino, AMLO ha ido minando los contrapesos institucionales que permiten una sana convivencia política y la toma de decisiones colegiadas a partir de la visión de expertos sobre diversos temas. Ahí está la ruptura con diversos gobiernos estatales y
las presiones a los poderes Legislativo y Judicial. También los órganos autónomos han tenido que padecer la pesada mano presidencial, desde el Instituto Nacional Electoral (INE), pasando por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), y terminando con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que ha perdido toda relevancia como órgano defensor de los derechos fundamentales para convertirse en comparsa del poder en turno. Y qué decir de las organizaciones de la sociedad civil que promueven y defienden causas tan nobles como los derechos de las mujeres y los niños, o aquellas que se quedarán sin fondos a partir de la desaparición de más de 100 fideicomisos que sostenían su noble labor. Ni hablar de los padres de niños con cáncer que llevan meses sin recibir los medicamentos adecuados para continuar con sus tratamientos. Y en este repaso podemos incluir la permanente descalificación presidencial hacia medios, periodistas e intelectuales, que han osado difundir algunos trabajos o análisis que hablan del abandono o incompetencia del gobierno en diversas áreas clave para los mexicanos. Tal es el caso de salud, seguridad, economía familiar y evolución de los indicadores de pobreza. Según el propio presidente todo iba bien hasta que sobrevino la pandemia del COVID-19, situación que exhibió el abandono del sector salud y sus principales progra-